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viernes, 15 de abril de 2016

La hipocresía del lenguaje (3 de 3) [José Martí]


308. (…) Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad: una Madre que, al mismo tiempo que expresa claramente su enseñanza objetiva, «no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino» 


La Iglesia es Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. "Es Santa e Inmaculada" (Ef 5, 27). Jesucristo vino a redimirnos del pecado y dijo que no había venido a salvar a los justos sino a los pecadores, es decir, a todos, porque "Nadie es bueno sino sólo Dios" (Mc 10, 18). De manera que, al igual que Jesucristo, al acercarse a los pecadores no se manchaba, así tampoco la Iglesia se mancha con el barro del camino. Tal riesgo no existe. La Iglesia, al igual que su Maestro, debe actuar como una Madre y "expresar claramente su enseñanza objetiva", pero nunca debe dar pie a que un cristiano piense que tal enseñanza objetiva sólo unos cuantos son capaces de llevarla a cabo: los llamados justos. Eso es una falsedad. En realidad, nadie podría llevarla a cabo, pero contamos con Él. Y Él hace posible lo que, a los ojos humanos, parece imposible. 

Es la fe y la confianza en Dios lo que se debe de predicar "a tiempo y a destiempo" : "Predica la Palabra, insiste con ocasión o sin ella, argumenta, reprende, exhorta, con toda paciencia y doctrina" (2 Tim 4, 2). 

En cuanto al término usado por el santo Padre como "pastoral rígida" es una contradicción. Si es verdadera pastoral, nunca puede ser rígida: la pastoral siempre tiene que ser comprensiva ... pero comprensiva con el pecador, al que tiene que animar y ayudar, nunca con el pecado. Un pastor, so pretexto de misericordia y de "pastoral flexible" no tiene derecho a engañar a quien acude a él, sacrificando, para ello,  la Doctrina. Ésta no le pertenece. Y ha sido Dios quien la ha fijado. Y nadie puede pretender ser más misericordioso que lo es Dios mismo. Es la vieja tentación de nuestros primeros padres, que se repite una y otra vez: la de querer decidir, por nosotros mismos, lo que está bien y lo que está mal. En el fondo de todo, lo que se esconde es una falta de fe.

Dice el Santo Padre que comprende a los que prefieren una pastoral rígida, pero que él es partidario de otro tipo de pastoral. Bien, en este sentido se trata de opiniones diferentes. El Papa, como el mismo dice, no pretende sentar magisterio con esta exhortación, ni imponer a nadie su punto de vista. Según el cardenal Burke, la exhortación debe ser recibida con “profundo respeto” por provenir del Romano Pontífice, Vicario de Cristo, pero insiste en que el respeto no debe confundirse con “creer con fe divina y católica” todo el contenido del documento.

Burke advierte que “es absurdo” considerar que cada palabra del Papa obliga en conciencia. “Mientras que el Romano Pontífice tiene reflexiones personales que son interesantes y pueden ser fuente de inspiración, la Iglesia debe estar siempre atenta a señalar que su publicación es un acto personal y no un ejercicio del magisterio papal”, recalca el prelado. Como fruto de su experiencia pastoral, este obispo señala que “la primera señal de respeto y amor” hacia los divorciados vueltos a casar es “decirles la verdad con amor”. Niega, además, que el matrimonio cristiano sea “un ideal”, sino un sacramento que confiere la gracia a un hombre y una mujer para vivir en fidelidad de forma permanente y con apertura a la vida.

No obstante, sigo pensando que el Papa no tiene por qué reflejar sus opiniones personales en una exhortación apostólica, pues ello lleva a confundir a muchos fieles que piensan -erróneamente- que todo lo que el Papa dice es "palabra de Dios". 

Por otra parte, siempre según mi opinión, el trasfondo de la AL es mucho más grave que el mero hecho de que se afirme en ella que hay que ser "comprensivos" con determinadas "situaciones irregulares", las cuales deben ser estudiadas caso por caso. Pienso que hay mucho más. Como dije, en otra ocasión, poco veneno mata ... porque, aunque poco, es veneno. 

Una vez introducida la idea de que ciertas "situaciones irregulares" deben de ser investigadas y analizadas pormenorizadamente, de manera que dejen de considerarse irregulares y pasen a la situación de normales, aunque se diga explícitamente que se trata de una casuística y no de una norma, la experiencia demuestra que, a la larga - y más bien,  a la corta- tal casuística se convertirá en norma. 

Es más: las "situaciones irregulares" se pueden ir extendiendo a otros muchos más casos: "convivencia entre personas del mismo sexo", "mujeres que han abortado", etc... Con el tiempo, las situaciones irregulares no sólo serán del sexto o del quinto mandamiento sino del resto de mandamientos. 

En definitiva, que "ancha es Castilla" y "que cada cual haga de su capa un sayo". Lo importante es "actuar en conciencia": el subjetivismo y el relativismo quedan elevados a la categoría máxima. El hombre pasa a desempeñar el papel de Dios: él decide acerca de lo bueno y de lo malo. La Religión de Dios desaparece. La única Religión que quedará es la que el hombre se fabrique. En otras palabras: la Iglesia, tal y como la hemos conocido durante veinte siglos, desaparecía ante "la nueva Iglesia".

La aceptación de la AL, en mi opinión, no sería sino el comienzo de una etapa nefasta para la Iglesia Católica, que acabaría, con toda probabilidad, en un grave cisma (tal vez el más grave de los que se han producido hasta el día de hoy en la Historia de la Iglesia). Y, sin embargo, hay algo en lo que pocos piensan. Y es que "de Dios nadie se ríe" (Gal 6, 7)

José Martí