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sábado, 26 de enero de 2019

XIV congreso del Courrier de Rome: Entrevista con el Padre Davide Pagliarani


Con motivo del XIV congreso del periódico Courrier de Rome, que tuvo lugar en París el 19 de enero, el Superior General de la FSSPX, el Padre Davide Pagliarani concedió una entrevista. A continuación, presentamos una traducción de esta entrevista, dada originalmente en francés.

¿El Papa Francisco está en continuidad con los Papas conciliares?

Esta misma pregunta se hace hoy en los círculos tradicionales y también fuera de ellos. Creo que, por supuesto, este Papa tiene una personalidad muy específica, una forma de comunicarse y expresarse que es nueva, incluso en comparación con los pontífices postconciliares. Eso tenemos que admitirlo.

Pero, al mismo tiempo, el Papa está en continuidad con lo que sucedió antes que él. El Concilio comenzó un proceso que continúa evolucionando, una forma de pensar, de replantear la fe y la Iglesia en cada aspecto de su vida, que continúa avanzando, y dentro de este proceso, por supuesto, tenemos papas conservadores que hablan un idioma más tradicional, y papas como el Papa Francisco, que hablan más libremente; todo depende de su personalidad, pero independientemente de su idioma y forma de comunicarse, el mismo proceso continúa avanzando.

Tenemos que admitir que el Papa Francisco y su personalidad presentan elementos nuevos, pero todo está en perfecta continuidad con sus predecesores. Por lo tanto, en mi humilde opinión, la inoportuna invocación al magisterio de Juan Pablo II, por ejemplo, para contrarrestar las declaraciones del Papa Francisco no es algo realmente lógico.

¿En qué consiste esta continuidad?

Un aspecto central del magisterio conciliar y postconciliar es el enfoque en el hombre. Se trata de una percepción de la fe, la vida cristiana y toda la vida de la Iglesia que es profundamente personalista. Este personalismo fundamental produce resultados diferentes pero todos se complementan y van de la mano.

Con Juan Pablo II, por ejemplo, su personalismo fomentó el compromiso personal y, por lo tanto, también los valores morales. Y Juan Pablo II evocó diferentes principios morales desde una perspectiva personal.

Con el Papa Francisco, la misma percepción, por así decirlo, de la moralidad conduce a resultados diferentes, pero están en continuidad con los mismos principios básicos.

¿Qué relación cree que existe entre la enseñanza del Papa Francisco y el mundo moderno?

Creo que, también en este caso, hay un principio ya contenido en el Concilio y el postconcilio, que se ha vuelto más y más evidente con el pontificado del Papa Francisco. En primer lugar, ¿qué significa la modernidad? La modernidad significa el conflicto entre el orden sobrenatural, el orden espiritual y el orden temporal. El secularismo, el espíritu secular que caracterizó a la Revolución, también caracteriza a la modernidad. Este espíritu, esta contradicción, esta dicotomía específica de la modernidad, en cierto modo, ya había sido sobrepasada por el Concilio, que quería ir más allá de esta dificultad. Pero con el Papa Francisco, hemos llegado a un punto en el que la Iglesia misma sacraliza, por así decirlo, los grandes temas, las grandes preocupaciones, los grandes problemas que son propios del mundo secular y del mundo político. De aquí se desprende el hecho de prestar una atención particular (y casi diría que religiosa) a temas políticos o sociales, como la cuestión de los migrantes o de la contaminación, y distintos ejemplos que podríamos dar en la misma línea.

Así que, paradójicamente, con estos pontificados, hemos llegado a una epifanía del cristianismo de Maritain.

En otras palabras, ¿un cristianismo humanista?

Un cristianismo humanista en el que se mezclan los grandes valores de la Iglesia y los valores del mundo, dando lugar a una dimensión que es a la vez profundamente secular y profundamente religiosa, pero a una religiosidad que permanece sujeta al orden temporal. Estamos frente a una Iglesia que ya no enseña al mundo una verdad que viene de arriba, una verdad trascendente, sino que tenemos una Iglesia que escucha al mundo.

¿Cuál es el papel de la Fraternidad San Pío X en este contexto?

El papel de la Fraternidad San Pío X es continuar amando a la Iglesia. Amarla más aún al verla desfigurada y sufriendo a causa de la situación. El papel de la Fraternidad es continuar amando a la Iglesia, rezar por la Iglesia y rezar por el triunfo de la verdad católica, que es la verdad de la Iglesia. El papel de la Fraternidad es continuar sirviendo a la Iglesia denunciando con caridad, pero también con claridad, estos errores que causan tanto sufrimiento a la Iglesia.