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lunes, 20 de agosto de 2018

PENA DE MUERTE (V). NOTAS DEL CAPITAN (i) (Capitán Ryder)




El tema de la modificación que, en el Catecismo, ha realizado Francisco creo que pone de manifiesto 3 temas relevantes. Ya estaban ahí, pero creo que ahora han quedado meridianos:
1- Las contradicciones del llamado catolicismo conservador. Por ahí no vendrá ninguna solución a la crisis que padece la Iglesia.
2- Que estamos ante un papado eminentemente político.
3- Que Francisco, una vez comprobado que no hay resistencias desde hace tiempo, hará lo que le dé la gana.
Me extiendo hoy sobre el segundo punto.
Desde el principio Francisco dio muestras que lo más interés despertaba en él eran las cuestiones políticas. No sólo eso, pronto dejó claro que utilizaría el poder que el papado otorgaba en influir en estas causas, y por muy chuscas que fuesen intentaría inclinar la balanza, siempre hacia la izquierda, por supuesto.
Sin tener esto en cuenta es imposible entender este papado. Da la sensación de que desearía ser Presidente de EEUU o Secretario General de la ONU.
En base a esta premisa es como actúa. Por un lado, todos los problemas, por grandes que sean, parecen que pueden tener solución exclusivamente en el marco de la política, y ahí se vuelca. Por supuesto el pecado poco o nada tiene que ver en esos problemas. Todo puede ser solucionado por la ONU, por una regulación aquí o allá, por una especie de Gobierno Mundial que a veces se insinúa. Por otro, como en todo programa político es necesario unos eslóganes, unas palabras que ayuden a reforzar una idea. Así, con un martilleo constante hemos oído: “los descartados”, “el discernimiento”, “el acompañamiento”, “la casa común”, “la Iglesia en salida”, “los migrantes”, “la autorreferencialidad” etc. Palabras que, creo, son irrelevantes en la historia de la Iglesia pero son sobre las que pivota el papado de Francisco. ¿Por qué? Porque asistimos a la puesta en marcha de un programa político, dicho en el peor sentido.
Desde el principio, el tema de la pena de muerte ha sido capital para él, aunque es un tema menor en comparación con muchos otros. La mayoría de los países del mundo no la aplican, y a los que la aplican indiscriminadamente, como China, Irán o Arabia Saudita no les va a hacer ningún reproche. Ya nos hemos hecho eco de los piropos que dedica a China. Y en este tema habría dos vertientes, una, la doctrina tradicional de la Iglesia, otra, las nulas garantías que tienen los condenados a muerte en los países donde se aplica. En la segunda no entra y la primera le da igual porque él tiene una idea política.
Por eso, no es sorprendente, que en el único país en que lanzase la piedra fueses EEUU, aunque aquí el reo tenga sus garantías.
En septiembre de 2015 viaja a EEUU y en el discurso ante el Congreso dice:
“La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.
Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.
Estas declaraciones en el contexto que se realizan quedan como absolutamente abracadabrantes. ¿Y cuál es ese contexto?
  • El año anterior se habían practicado en EEUU 1.200.000 abortos y se habían llevado a cabo 28 ejecuciones. Francisco ya había manifestado en la primera entrevista que concedió a Antonio Spadaro que el tema del aborto no lo consideraba relevante, que no podíamos estar todo el día hablando de él y que él no le había dedicado apenas tiempo siendo obispo. A tenor de las cifras de unos y otras resulta cuando menos sorprendente.
  • Meses antes (julio) de la visita del Papa había estallado un escándalo de grandes proporciones, que los medios de comunicación habían intentado silenciar. David Daleiden y Sandra Merrit del Center for Medical Progress (CMP), con identidades falsas, se habían reunido con altos cargos de Planeed Parenthood (multinacional abortista) simulando estar interesados en la compra de órganos de bebes abortados. Esto último es delito en Estados Unidos. En los vídeos se puede ver que la venta de órganos, tejidos etc es práctica habitual de la compañía, empresa que recibía de la administración Obama más de 500 millones al año de subvenciones.
    Irónicamente, las personas que habían destapado el escándalo fueron denunciadas, entre otras cosas, por el intento de tráfico y compra de órganos de bebes, mientras la Administración Obama cerraba filas con la multinacional abortista y amenazaba con retirar fondos federales a todo aquel que intentase llevar a la justicia a la multinacional.
    Me consta, al menos, que David Daleiden es católico, y que denunció constantes amenazas de muerte desde que los vídeos salieron a la luz.
Pues sí, una vez visto el contexto, parecen una broma los discursos pronunciados por su Santidad en EEUU. Mucho más sorprendentes fueron sus risotadas y compadreos con Obama.
Meses después volvió a la carga en el VI Congreso mundial contra la pena de muerte que tuvo lugar en Oslo del 21 al 23 de junio, congreso patrocinado, entre otros, por Amnistía Internacional, de la que hay poco que decir.
En este Congreso el discurso ya estaba en la línea de la posterior modificación del Catecismo. En el mismo, manifestaba:
hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. El mandamiento “no matarás” tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables(…). No hay que olvidad que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal”.
Así proclama, por ejemplo, la inmoralidad de la Iglesia o del Dios del Antiguo Testamento. Una constante en este papado, no es problema arrastrar a la Iglesia, siempre que eso mejore la imagen de Francisco. De paso, se refuerza otra idea en las cabezas católicas, que las cosas pueden cambiarse, que la Iglesia puede proclamar hoy lo contrario de ayer y que eso es, por supuesto, porque ahora somos más “misericordiosos”.
Completaré esta idea en una próxima entrada.
Capitán Ryder