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jueves, 14 de septiembre de 2017

"Perplejos, pero no desesperados" (2 Cor 4, 8) [2 de 2] (José Martí)

Y para que no hubiera duda acerca de su Voluntad con relación a nosotros, y para que sus Palabras llegasen puras hasta el final de los tiempos, instituyó la Iglesia. Pedro fue el primer Papa. La institución del Papado es de naturaleza divina: Jesucristo fue el fundador de la Iglesia y quiso darle el carácter jerárquico que siempre ha tenido"Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18). La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, del cual Cristo es la Cabeza y todos los demás, los que hayamos sido bautizados, somos sus miembros.  Como cuerpo vivo que es, va creciendo, en sus miembros, a lo largo del tiempo, en el sentido de que vamos conociendo cada vez más y mejor el Mensaje de Jesús, al mismo tiempo que le vamos queriendo también más, conforme le vamos conociendo. 

Para ello cuenta con la asistencia del Espíritu Santo (Espíritu que es del Padre y del Hijo) que Jesucristo envió sobre los apóstoles diez días después de su ascensión en cuerpo y alma a los cielos, en forma de lenguas de fuego, mientras estaban con la Madre de Jesús, la Virgen María, reunidos en el Cenáculo, por miedo a los judíos.  Este Espíritu de Jesucristo es el que guía a su Iglesia para que no se desvíe del recto camino, a medida que crece. 

El crecimiento es auténtico y verdadero cuando la Iglesia permanece fiel a su propia identidad, manteniendo el depósito recibido de la fe, sin añadir ni quitar nada:  el Mensaje de Jesucristo, aun habiendo sido dado en un determinado momento histórico, sirve para todos los tiempos y lugares"Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será por siempre" (Heb 13, 8). Su Mensaje es siempre actual y no tiene que acomodarse a los tiempos, sino que son éstos los que se tienen que dejar transformar por esa Buena Nueva que es la única que puede traer a este mundo la verdadera felicidad, la auténtica. 

Y la razón de ello es muy sencilla. Y es que Jesucristo es Dios (además de ser hombre) y por ello pudo decir aquello de que "el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35) y también aquello otro de que "las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Mt 16, 18). Y es, en este sentido, que debemos de estar tranquilos porque Dios no abandonará a su Iglesia. Como decía san Pablo: "En todo atribulados pero no angustiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados, llevando siempre y por todas partes, en nuestro cuerpo, la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo" (2 Cor 4, 8-10)

Y no hay que darle más vueltas: Sólo Dios es Dios. Y Él sabe lo que hace. Cuando todo parece perdido ... entonces Él actúa. Así lo hizo cuando se quedó durmiendo en la barca, mientras sus discípulos, que hacían frente a una gran tempestad, tuvieron que despertarle y decirle: "¡Sálvanos, Señor, que perecemos!" (Mt 8, 25). En realidad no hubiera sido necesario despertarle. Él estaba con ellos, aunque estuviera durmiendo. Eso es lo de menos. Y es por ello que les dijo: "Hombres de poca fe, ¿por qué tenéis miedo?" (Mt 8, 26). 

Y eso es lo que nos puede pasar también a nosotros cuando observamos la tormenta que amenaza a la barca de Pedro y parece, a todas luces, que ésta se va a hundir. Se trata, ciertamente, de una gran prueba, pero es permitida por Dios con vistas a acrecentar nuestra fe: "Ya es hora de que despertéis del sueño" (Rom 13, 11). No es algo que deba sorprendernos demasiado pues, como decía san Pablo a los corintios, "es conveniente que haya entre vosotros desacuerdos, para que se pongan también de manifiesto entre vosotros los que son de probada virtud" (1 Cor 11, 19).

Ante los graves aprietos en los que nos encontramos, no tenemos una mejor solución que acudir al Señor pues, como decía el profeta David: "Es mejor caer en manos del Señor, cuya entrañable misericordia es grande, que caer en manos de los hombres" (2 Sam 24, 14). Entonces se pondrá de manifiesto que el Poder y la Gloria son de Dios y no son nuestros. Y ante las palabras que Jesús dijo a san Pablo: "Te basta mi gracia, pues mi fuerza se hace perfecta en la flaqueza" (2 Cor 12, 9a), podemos hacer nuestra la actitud del Apóstol: "Por tanto, con mucho gusto me gloriaré en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo" (2 Cor 12, 9b) ... "pues cuando soy débil, entonces soy fuerte(2 Cor 12, 10)

[La expresión anterior de san Pablo, traducida al latín, es la que he adoptado finalmente para dar un título a este blog. Antes era: "Blog católico de José Martí (1). Y ahora es: "Cum infirmor, tunc potens sum" ("cuando soy débil, entonces soy fuerte"). Creo que no habrá demasiado problema en este sentido pues, aunque no entiendo mucho de informática, sí sé que la url del blog, que es: josemartiflorenciano.blogspot.com.es  se sigue manteniendo. Espero que esto no suponga demasiados inconvenientes].

La prueba por la que está atravesando hoy la Iglesia es completamente nueva y desconocida. Y eso, tal vez, podría desconcertarnos, pues jamás había ocurrido nada semejante a lo largo de la Historia de la Iglesia, tal y como se nos ha transmitido, de generación en generación durante casi veinte siglos. Han habido grandes y graves problemas, pero nunca se había puesto en duda la veracidad del Evangelio, a nivel eclesial (no así a nivel particular, de cada uno). Hoy comienza a discutirse hasta la indisolubilidad del matrimonio, lo cual, lo diga quien lo diga, aun cuando fuera el Papa, no puede ser aceptado, pues contradice las enseñanzas de Jesús, directamente. [Y esto no es sino el primer paso en el proceso de intento de demolición de la Iglesia, al que estamos asistiendo cobardemente]. Y en cuanto a lo de atenerse a los tiempos y lugares ya hemos hablado de ello. Se está falsificando el Mensaje de Jesús y se escamotean muchas verdades al pueblo cristiano, el cual no las conoce porque no se les predican ... de lo cual tendrán que dar cuenta ante Dios todos cuantos hayan adulterado su Mensaje.

Hoy en día se cuestiona abiertamente la existencia histórica de Jesucristo, así como los milagros que hizo; no se admite su resurrección ni su ascensión a los cielos en cuerpo y alma, ni su presencia real (sacramental) en la Eucaristía. 

En cuanto a los dogmas, muchos de ellos son desconocidos por los mismos católicos, dado que ni siquiera se los explicaron cuando hicieron la catequesis de primera comunión. Una inmensa mayoría de católicos no conoce hoy la doctrina católica

Y luego están los que, conociendo de su existencia y de su importancia esencial en el Cristianismo, han perdido la fe y no creen en esos dogmas, aun cuando no lo manifiesten de un modo explícito [algunos, y cada vez más, sí lo hacen ya ... y no sólo no se ocultan sino que se vanaglorian de hacerlo]. Son falsos pastores, que merecen la reprimenda de Jesús: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis el Reino de los cielos a los hombres. Porque ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que quieren entrar!(Mt 23, 13).

Entre los misterios poco o nada conocidos podríamos citar el de la Santísima Trinidad así como el de la Encarnación del Hijo de Dios, la Virginidad de María y su Asunción, en cuerpo y alma, a los cielos, la existencia de los ángeles, etc... Todo eso se considera "superado". Pertenece al pasado: le sirvió a aquella gente, en aquella época histórica, pero hoy [en los tiempos "modernos" en los que vivimos] no se puede creer ya en esas cosas. Como vemos, la situación es muy grave, porque se ha extendido en el seno de la misma Iglesia, Jerarquía incluida, a modo de caballo de Troya, y esto a nivel planetario. Es muy preocupante.

Y así podríamos seguir hablando sin parar. Pero lo dejamos para otra ocasión, dado que me he extendido demasiado en estas dos entradas.

José Martí