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martes, 12 de marzo de 2019

Feministas asaltan el Arzobispado de Valladolid con proclamas abortistas (Carlos Esteban)



Algo más de una docena de participantes en la ‘huelga’ feminista del 8 de marzo ha irrumpido en el Arzobispado de Valladolid, donde se presentaba la XXIV edición de las Edades del Hombre, con megáfonos, entre gritos a favor del aborto y en contra de la religión en las escuelas.

El incidente no ha ido a más, e imaginamos que no será el único que dejará este día de una ‘huelga’ que es más un día de fiesta laboral, ya que nadie parece tener muy claro contra quién se hace, viendo que gobierno, oposición, instituciones públicas, medios y empresas rivalizan para complacer y festejar a las feministas.

“Aunque estamos en un país libre y de libre opinión”, que les vayan “a vocear a la puerta de casa no es plato de buen gusto”, ha señalado el delegado diocesano de Patrimonio de Valladolid, Jesús García Gallo, según recoge el diario ABC. No sabemos qué es más patético, si el hecho de que el delegado diocesano juzgue un asalto así meramente como “no es un plato de gusto”, sino, al parecer, un acto que se enmarca en las “libertades de opinión”, o que lo que le moleste sea el hecho de ‘vocear’, y no el que reivindiquen que las madres puedan matar a sus hijos en su vientre sin sanción social.

Lo que hace tristemente risible este caso, como decenas de otros tantos del mismo cariz, es la demostración -por otra parte innecesaria- de que los denodados esfuerzos de la jerarquía eclesiástica para congraciarse con la causa feminista no solo no mansa a este colectivo frontalmente anticristiano, sino que parece estimularle al ataque.

A lo largo del día hemos asistido a un rosario de declaraciones de autoridades eclesiásticas, incluido el Santo Padre, felicitando a las mujeres en general o al movimiento feminista en particular y apoyando sus reivindicaciones, sin que nada de todo eso sirva para que dejen de considerar a la Iglesia, como declaraba recientemente una monja, “bastión del Patriarcado”.

El feminismo no es un movimiento a favor de la mujer, es una ideología abominable, tentáculo de la izquierda, que busca enfrentar a hombres y mujeres y defiende políticas absolutamente incompatibles con cualquier concepción cristiana de la vida. Seguir fingiendo que no se escucha o no se entiende lo que de verdad representa, lo que sus líderes y seguidores exigen a gritos, solo lleva a aumentar la confusión doctrinal y moral de la Iglesia y evidenciar su conversión en un accesorio religioso del pensamiento secular.

El Papa ha felicitado a las mujeres, como han hecho incontables príncipes de la Iglesia. Bien está tenerlas en cuenta y, cuando convenga, celebrar su contribución, pero no dar por buenos los ‘días internacionales’ que se le antojen a la ONU y celebrarlos como tras tantas festividades de guardar, cuando la ONU no va hacer lo mismo con nuestras fiestas.
Carlos Esteban