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miércoles, 9 de enero de 2019

Un inminente motu proprio podría dejar sin cargo al arzobispo Gänswein, informa Tosatti (Carlos Esteban)



Fuentes fiables citadas por el vaticanista Marco Tosatti en su blog, Stilum Curiae, aseguran que el Papa prepara un motu proprio para liquidar la prefectura de la Casa Pontificia, que ocupa el arzobispo alemán Georg Gänswein, secretario y confidente de Benedicto XVI

Fuentes vaticanas de toda solvencia han revelado al veterano vaticanista italiano Marco Tosatti -el hombre que ayudó a editar el celebérrimo Testimonio Viganò- que se prepara para pronto, si no para ya, la promulgación de un motu proprio que liquidaría la Prefectura de la Casa Pontificia, que actualmente ocupa George Gänswein, secretario también de Benedicto XVI y quien se ocupa de él en su retiro vaticano.

La Casa Pontificia es el organismo que gestiona las audiencias papales, al menos las que no dependen de la Secretaría de Estado o son directamente gestionadas por la secretaría del propio Papa. Se supone que esta prefectura, de confirmarse la noticia, pasaría a ser un departamento dependiente de la sección primera de la Secretaría de Estado, la que se ocupa de asuntos interno, perdiendo así su autonomía.

Para Gänswein se prevé un nuevo puesto: secretario de la Congregación para la Causa de los Santos, a las órdenes del cardenal Angelo Becciu. El secretario actual, Marcello Bartolucci, nombrado por Benedicto, cumple el próximo 9 de abril 75 años, la edad prevista para presentar la dimisión formal que luego es o no aceptada por el pontífice de acuerdo a su propio criterio.

Un detalle curioso es que, hasta 2017, ha sido la Prefectura de la Casa Pontificia la encargada de proporcionar los datos relativos a todos los actos que contaban con la presencia del Papa, empezando por el número de asistentes espontáneos. A nadie se le oculta -ahí están las fotografías para demostrarlo- que lleva tiempo siendo tema de preocupación la caída en las cifras de asistentes a las audiencias y actos públicos de Francisco, no sólo con respecto a los equivalentes protagonizados por su antecesor, Benedicto XVI, sino también de un año con respecto al anterior. El goteo a la baja no hay quien lo detenga.

Pero, y aquí viene lo intrigante, no se han proporcionado datos numéricos con respecto a 2017. Consultados por el propio Tosatti sobre esta anomalía, las autoridades aseguraron en septiembre que se publicarían las cifras, pero el año acabó y todo es silencio. 

No es descabellado especular que las cifras, como parecen confirmar las imágenes tanto de audiencias como de viajes, no son muy halagüeñas, y el Vaticano quiere evitar comparaciones y polémicas, especialmente en el momento delicado que vive la Iglesia.

Carlos Esteban