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sábado, 23 de junio de 2018

RESPUESTA A JUAN SUAREZ FALCO (IV). LA LITURGIA (Capitán Ryder)


PABLO VI SALUDA A LOS MIEMBROS PROTESTANTES DEL CONSILIUM
La Eucaristía es el centro de la vida cristiana. Seguir manteniendo que no ha habido cambios sustanciales ni de doctrina, ni de otro tipo, en la historia bimilenaria de la Iglesia, cuando tenemos tan cerca la imagen del “caballo” de Pablo VI impidiendo que vuelva a crecer la Misa de siempre por donde él pasaba, es ciertamente desconcertante.
Y más desconcertante aún es saber a quién encargó dicha reforma, quiénes participaron y cómo se condujo Pablo VI con todos aquellos que pusieron alguna objeción.
Dice a este respecto Juan Suárez Falcó:
En su debe podemos decir que la liturgia del Novus Ordo fue demasiado radical, descomponiendo partes muy importantes de la liturgia de siempre, que luego JPII y BXVI han intentado recuperar con su “reforma de la reforma”, por cierto, tan odiada por el Card. Bergoglio desde que ocupa el solio de Pedro, hasta el punto de mandar a uno de sus esbirros (Spadaro) a callar al Card. Sarah, Prefecto del Culto divino y de la disciplina de los sacramentos, cuando llamaba a los sacerdotes a celebrar ad orientem, al menos durante la consagración. 
También es justo explicar que los abusos litúrgicos no proceden de Sacrosanctum concilium (que mantiene el latín, no habla de celebrar coram populum, mantiene el gregoriano como canto oficial de la Iglesia y exige que los sacerdotes nada añadan o supriman del rito romano) sino del espíritu masónico, antropocéntrico y pueril con que muchos sacerdotes modernistas celebran la misa. Bastaría con atenerse a las rúbricas para que esos abusos desaparecieran. 
A ellos Sacrosanctum Concilium les espeta que: “Por lo mismo, nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia”. 
Por si hay algún despistado recordaré que el Card. Kasper se quejó de las intervenciones “tradicionales” del Card. Sarah y del resto de cardenales africanos durante el mal llamado Sínodo de la familia, que acabó con la imposición por parte de Francisco de la comunión para los que convivan en adulterio. 
En su debe cabe poner también haber cedido a las enormes presiones desde Alemania, Bélgica, Holanda y Francia para que fuese cada Conferencia Episcopal la que decidiese sobre el asunto de permitir la comunión en la mano. Si bien, Pablo VI suspendió la autorización dada a Alemania y Holanda en 1968, ante los abusos producidos.
Una constante en el artículo de Juan Suarez Falcó es elegir las palabras adecuadas para minorar las infidelidades, rupturas o abusos anteriores a Francisco. Así, todo encaja en el relato, de la situación ideal en la que se encontraba la Iglesia, “a pesar de algunos fallos que se hayan podido cometer”.
En los párrafos anteriores hay varios ejemplos:
“fue demasiado radical”, “los abusos no proceden” de los actos de Pablo VI, “haber cedido a las enormes presiones”, etc
Pero miremos lo ocurrido conforme a la historia de la Iglesia y la opinión de alguno de los protagonistas.

El Cardenal Ratzinger, en su auto-biografía “Mi vida”, hace mención del «… trágico error cometido por Paulo VI con la prohibición del uso del Misal de Pío V y la aprobación del “nuevo” Misal, que se había alejado de la tradición litúrgica de la Iglesia.» Y añade:


«… quedé asombrado por la prohibición del antiguo Misal, desde el momento en que nunca se había verificado una cosa similar en toda la historia de la liturgiaSe dio la impresión que esto fuese del todo normal: el Misal precedente fue establecido por Pío V en 1570, en adhesión al Concilio de Trento; y era entonces normal que, después de cuatrocientos años y un nuevo Concilio, un nuevo Papa publicase un nuevo misal. Pero la verdad histórica es otraPío V se había limitado a reelaborar el Misal Romano, entonces en uso, como siempre había ocurrido en el curso de la historia a lo largo de los siglos. Como él, varios de sus sucesores habían reelaborado nuevamente ese misal, sin contraponer nunca un misal con otro. Siempre fue un proceso dinámico de crecimiento histórico y de purificación, en el cual, sin embargo, la continuad nunca fue destruida. UN MISAL DE PIO V, CREADO POR EL, NO EXISTE. Es sólo la reelaboración por él ordenada, como un paso de un largo proceso de crecimiento histórico 
»

« El nuevo, después del Concilio de Trento, fue de otra naturaleza: la irrupción de la Reforma Protestante había tenido lugar, sobre todo, en la modalidad de las “reformas” litúrgicas (…) tanto que los confines entre una cosa y la otra eran todavía católicos; lo que ya no lo era, a menudo, era difícil de definir. En esta situación de confusión fue posible, por la falta de una normativa litúrgica unificadora y por el pluralismo litúrgico heredado del medioevo, que el Papa decidiera que el “Misal Romano”, el texto litúrgico de la ciudad de Roma, en cuanto seguramente católico, tenía que ser introducido en todas partes, sin referencia a una liturgia que se remontara al menos a doscientos años antes. DONDE ESTO SE VERIFICABA, SE PODÍA MANTENER LA LITURGIA PRECEDENTE, DADO QUE SU CARÁCTER CATÓLICO PODIA SER CONSIDERADO SEGURO».

Dicho de otro modo, San Pío V permitió la conservación de los Misales que tuviesen más de 200 años de uso. Extendió así a todo Occidente la Misa Romana tradicional, y lo hizo para establecer claramente la separación catolicismo-protestantismo.

Otro tema importante: el Vetus Ordo no fue una creación de San Pío V, algo elaborado de la nada, adaptado a sus propios gustos. Lo digo porque, al ser presentado muchas veces así, se justifica que otro Papa, en este caso Pablo VI, pueda destruir el vigente y elaborar otro a su gusto.

Dice a este respecto el Padre Luigi Villa:

En su lugar, Paulo VI abolió el “Rito Romano tradicional”, porque su finalidad “pastoral” no era para los católicos como debía ser, sino… para los protestantes. Y así, su “Novus Ordo” no fue sino un “IMPRESIONANTE ALEJAMIENTO DE LA TEOLOGIA CATOLICA DE LA SANTA MISA” (ver: Cardenal Ottaviani y Bacci en su “Breve Examen Crítico”.).
La confirmación de esta idea se plasmó en el mismo “Osservatore Romano” (13 de octubre de 1967), en el cual se anunciaba que «la reforma litúrgica ha hecho un notable paso adelante y se acerca a la forma litúrgica de la Iglesia Luterana». [¡Esto parece increíble!]

Tal vez las palabras de los propios protestantes puedan iluminarnos en este tema:

Roger Mehl, en un artículo en “Le Monde”del 10 de setiembre de 1970:

“Si se tiene en cuenta la decisiva evolución de la Liturgia eucarística en sustitución del Canon (tradicional) de la Misa, de la remoción de la idea que la Misa es un Sacrificio, y de la posibilidad de recibir la Comunión bajo las dos especies, entonces no veo másninguna justificación, para la Iglesia reformada, de prohibir a sus miembros asistir a la Eucaristía en una iglesia católica.»

De un modo más cabrón (no se puede utilizar otra palabra) se expresaba el Dr. J. Moorman, obispo protestante de Ripon, y “observador” anglicano del Vaticano II:

«Leyendo el esquema sobre la Liturgia y escuchando el debate sobre él, no puedo menos que pensar que, si la Iglesia de Roma continúa mejorando el Misal y el Breviario aún por un tiempo suficientemente largo, en ella se encontraría un día el “Libro de Oraciones de la
Iglesia Anglicana.”»


El escritor católico francés Louis Salleron, preguntó a los padres de Taizé: 
« ¿Por qué decís que hoy vosotros podéis adoptar el nuevo rito y no el antiguo?» El Hermano Roger Schutz, superior de la comunidad de Taizé, repuso: «porque la noción de sacrificio en ninguna parte está claramente afirmada»

También el Consistorio Superior de la Iglesia (protestante) de la Confesión de Augsburgo de Alsacia y Lorena, después de la reunión de Estrasburgo del 8 de diciembre de 1973, afirmó:

«Nosotros estimamos que, en las circunstancias presentes, la fidelidad al Evangelio y a nuestra Tradición, no permite más oponerse a la participación de los fieles de nuestra Iglesia a una celebración eucarística católica … (por) las formas presentes de la celebración Eucarística católica, y en razón de la convergencia teológica, muchos obstáculos que pudieron impedir a un protestante participar en su celebración eucarística, parecen en vías de extinción. Podría ser posible hoy, a un protestante, reconocer en la celebración eucarística, la Cena instituida por el Señor
Después el Consistorio precisó:
«Nosotros tenemos en cuenta la utilización de nuevas plegarias eucarísticas en las cuales nos encontramos (como en la plegaria instaurada por Paulo VI), que tienen la ventaja de desvanecer la teología del sacrificio, que acostumbramos a atribuir al catolicismo”.
La Fe católica enseñó siempre que la Santa Misa es “la renovación incruenta del sacrificio del Calvario”, y que, después de la “Consagración”, el pan y el vino son verdaderamente cambiados en el Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

En cambio, el “Protestantismo” no cree en absoluto en la “renovación” del sacrificio del Calvario, ni cree de ninguna manera en la “Presencia Real” de Cristo en la Eucaristía: y por eso, en sus templos, cuando parten el pan y beben el vino, lo hacen solo para “conmemorar” la última Cena. Ellos cumplen así, un simple “Memorial”.

(Del libro del Padre Luigi Villa “Paulo VI ¿beato?”)

En su artículo, Juan Suárez Falcó, para justificar algunas de las decisiones del pasado, habla de la infiltración masónica en la Iglesia. Es de todos conocido que Annibale Bugnini fue la persona responsable de llevar a cabo la reforma litúrgica, pues era uno de los asesores más cercanos al Papa.

Ya hemos comentado en este blog que Bugnini apareció en la famosa lista Pecorelli donde se añadía la lista de supuestos purpurados iniciados en la masonería. Muchas personas señalan que Pablo VI dio credibilidad a la lista al desterrar a Bugnini a Irán. Lo que nadie explica es por qué no tocó una coma de la reforma litúrgica de éste. Si creía que era masón y había capitaneado asunto tan importante ¿por qué no revisar lo hecho? ¿se puede dormir tranquilo cuando has puesto nada menos que la Misa en manos de un, supuesto, masón? Pero todo quedó igual.

Por cierto, también es conocido que en la “Consilium” Pablo VI incluyó a seis miembros protestantes, que representaban al “Consejo Mundial de Iglesias de Inglaterra, la Iglesia Luterana y la Comunidad protestante de Taizé. En concreto Georges, Jasper, Sephard, Konnet, Smith y Thurian. Entre ellos, dos anglicanos (uno inglés, el otro americano), un miembro del “Consejo Mundial Luterano”; otro, miembro del “Consejo Mundial de Iglesias” y otros dos luteranos de Taizé.

En la “Bula” de San Pío V, “Quo Primum”, éste afirmaba:

Pero ciertamente, al retirar a todas las iglesias antes mencionadas el uso de sus misales propios y dejarlos totalmente determinados a este Misal, justamente ahora publicado por Nos, nada se le añada, quite o cambie en ningún momento y en esta forma. Nos lo decretamos y Nos lo ordenamos a perpetuidad, bajo pena de nuestra indignación, en virtud de nuestra constitución. Que absolutamente nadie, por consiguiente, pueda anular esta página que expresa Nuestro permiso, Nuestra decisión, Nuestro mandamiento, Nuestro precepto, Nuestra concesión, Nuestro indulto, Nuestra declaración, Nuestro decreto y Nuestra prohibición ni ose temerariamente ir en contra de estar disposiciones. Si, sin embargo, alguien se permitiese una tal alteración, sepa que incurre en la indignación de Dios Todopoderoso y sus bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo.

Transcribimos a continuación otros párrafos del libro del Padre Luigi Villa

Anteriormente el Papa Inocencio III (1198-1216) había sentenciado:

«La fórmula consagratoria del “Canon Romano” había sido impuesta a los Apóstoles directamente por Cristo, y por los Apóstoles a sus sucesores».

Y el Concilio Florentino (Sesión del año 1442), en su “Decreto para los griegos y los armenios, había reiterado y confirmado, solemnemente, la misma doctrina dogmática de la Tradición, testimoniada por Inocencio III, como está mencionado arriba. Por lo tanto, el “hecho histórico”, de manera concluyente, demuestra con claridad que «La celebración del Santo Sacrificio Eucarístico de la Misa, entonces, y también la fórmula de la “consagración”, precedieron al menos en veinte años la aparición de todos los textos Escriturísticos del NuevoTestamento.»

Es entonces censurable que, después de casi dos milenios en que la Iglesia utilizara ininterrumpidamente (¡y sin nunca ninguna duda en contrario!) la fórmula del “Canon Romano” preconciliar, fuese necesario modificarlo, especialmente “la formula de la Consagración Eucarística, querida por Cristo”… desde el principio de la predicación Apostólica del Evangelio.

Ahora, Paulo VI, abolida la formula consagratoria Eucarística del “Canon Romano” (que, como habían enseñado Inocencio II y el Concilio Ecuménico Florentino, fue instituida por Cristo y fue siempre usada por la Iglesia Católica Romana) la sustituyó con una fórmula suya (y que, entonces, ¡no es ya la instituida por Cristo!), haciéndola obligatoria, a partir del 30 de noviembre de 1969, después de haberla insertado en la “Constitución Apostólica Missale Romanum” del 3 de abril de 1969.

El Canon 6 del Concilio de Trento, sancionó: Si alguno dijere que el Canon de la Misa contiene error y que, por tanto, debe ser abrogado: sea anatema.
Y más adelante explica:

Señalamos, por lo tanto, aquí, algunas partes principales de la “Misa de Paulo VI” que contienen graves errores

Comenzando por la definición de “Misa”, la que fue presentada en el parágrafo 7, al comienzo del 2º capítulo del “Novus Ordo”: “De structura Missae”:
«La Cena del Señor o Misa es la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el memorial del Señor. Por lo tanto, para la asamblea local de la santa Iglesia vale en grado eminente la promesa deCristo: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.».
Como se ve, la definición de “Misa” está limitada a una “cena” que luego es repetida siempre y a cada paso. Una “cena”, entonces, caracterizada por la asamblea, presidida por el sacerdote, en la que se cumple un simple “memorial” del Señor, recordando lo que El hizo el Jueves Santo.

Ahora, todo esto, no implica ni la ”Presencia Real”, ni la “realidad del Sacrificio”, ni la “sacramentalidad” del sacerdote consagrante, ni el “valor intrínseco” del Sacrificio eucarístico, el cual no depende en absoluto de la presencia de la asamblea. No implica, en una palabra, ninguno de los “valores” dogmáticos esenciales de la Misa que constituyen su verdadera definición. Ahora bien, esta omisión, en cuanto voluntaria, equivale a la “superación” de aquellos valores y por lo tanto, al menos en la práctica, a su negación.

La segunda parte, entonces, de esa definición, a saber, que la Misa realiza “eminentemente” la promesa de Cristo: “Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, crea un equívoco, porque esa “promesa de Cristo” se refiere sólo, formalmente, a una presencia espiritual de Cristo, en virtud de Su Gracia, pero no concierne en absoluto a la “Presencia Real”, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, como se cambia, en su lugar, en la Santa Eucaristía.

Entonces, vincular la “promesa” de Cristo a la Misa, querría decir que la Misa realiza solo una “presencia espiritual” de Cristo, y no la real y sacramental.

Sería suficiente decir que la definición de Misa del “Novus Ordo” de Paulo VI era “herética”. (¿Y Paulo VI, entonces? ) Sin embargo, después de haber leído ese “Breve Examen Crítico” de los dos cardenales, él hizo cambiar aquel “parágrafo 7”, corrigiéndolo,
pero sólo en parte, pues “el texto de la Misa” permaneció tal cual. No se había cambiado una palabra. Con esa “astuta” rectificación, los “errores” de ese párrafo parecerían rectificados. Parecerían… ¡pero en su lugar, no! La “Misa” es una cena, tal como antes; el “sacrificio” es solo un “memorial”, tal como antes; la “presencia de Cristo en las dos especies” es cualitativamente igual a Su presencia en la asamblea, en el sacerdote y en la Sagrada Escritura. 

Los laicos no notarán la sutil distinción del “Sacrificio del Altar”, llamado, ahora, “perdurable”, pero la “mens” [pensamiento] de los editores fue esa, como lo explicó también Rahner en su comentario a la “Sacrosantum Concilium” art. 47: 
«El art. 47 contiene – eso ya fue en el Concilio – una descripción teológica de la Eucaristía. Dos elementos son especialmente dignos de atención: se habla de “tolerar” el sacrificio de Cristo, mientras la expresión “REPRAESENTATIO” (Concilio de Trento) y “RENOVATIO” (textos papales más recientes) han sido evitados a propósito. La celebración eucarística es caracterizada con una palabra, tomada del reciente intercambio de ideas protestante, esto es, “memorial de la muerte y de la resurrección de Jesús”.»
Si el “sacrificio” es solo un “memorial”, del cual continúa el efecto del único sacrificio, entonces Cristo está presente solo espiritualmente; y esto lo hace disminuir, aunque se haya introducido la expresión “in persona Christi”, y la “Presencia Real” esté sólo simbolizada en las dos especies.

La prueba de esto puede también estar en las declaraciones de los teólogos alemanes, tales como: Lângerlin, colaborador de J.A. Jungmann, y Johannes Wagner, quienes hablando “sobre la nueva versión” del parágrafo 7 dijeron

«A pesar de la nueva versión, concedida en 1970, a los militantes reaccionarios (¡que seríamos los Cardenales Ottaviani y Bacci… y nosotros!), y sin embargo no desastrosa (!!), gracias a la habilidad de los redactores, la nueva teología de la Misa evita también las calles sin salida de la teoría del Sacrificio post-tridentino, y corresponde para siempre a ciertos documentos interconfesionales de los últimos años”
Para finalizar, unos apuntes míos. Reconozco que son juicios de valor, nada demuestran. pero están ahí:
  • Es cierto, que tanto el latín como el gregoriano se mantienen. Tan cierto, como que es imposible encontrarlo en ningún sitio. Por eso hablo muchas veces de palabras y hechos. Los segundos, siguiendo a las primeras, dan credibilidad a una exposición. Muchas veces, da igual el lugar, asociación, sindicato o partido político, los responsables afirman una cosa para evitar resistencias y, seguidamente, hacen la contraria. No puedo afirmarlo en este caso, no conozco las intenciones de cada uno de los responsables de entonces. Sólo levanto acta de la situación real.
  • Honestamente, creo que Juan Pablo II hizo bien poco por restaurar nada relativo a la liturgia.
  • Benedicto XVI si lo hizo pero creo que careció de energía para imponerlo. Dicho de otra forma, liberó el Vetus Ordo, pero dejó que los obispos impusiesen todo tipo de trabas. En mi diócesis hay una Misa semanal. Por cierto, en Summorum Pontificum nos informa que el Vetus Ordo no había estado prohibido. Una afirmación chocante cuando fue erradicada a conciencia.
Capitán Ryder