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miércoles, 9 de mayo de 2018

Conversando con Jesús: Un Papa hereje (2 de 2). La cruz de Cristo, única solución posible a los problemas de la Iglesia [17 de 22] (José Martí)




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El problema es: ¿Hasta qué punto se puede hablar de la legitimidad del Papa actual, después de la labor destructiva de la Iglesia Tradicional que está llevando a cabo, teniendo en cuenta, además, que el cónclave en el que fue elegido Papa, estaba amañado (véase entrevista al teólogo Monseñor Antonio Livi, en donde habla del famoso grupo de san Galo. minutos 4:20 a 8:13)?

Ciertamente,  como se dijo más atrás, mientras no se produzca una corrección formal por parte de los Cardenales, hay que considerarlo "legítimo".

Y, sin embargo, hay que decir que tal legitimidad, aunque se le reconozca por el derecho canónico, no obliga a los católicos a seguir "su magisterio", puesto que contradice al auténtico "Magisterio de la Iglesia". Y "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). Ningún Papa tiene "su" propio magisterio. Y si lo tiene -y no es fiel al depósito recibido- el cristiano no debe de obedecerlo. Y es obligación de los cardenales el corregirlo, para que no se desvíe de la sana Doctrina y ocurra lo mismo con el rebaño que Cristo le ha encomendado que cuide, según está escrito: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Mt 26, 31; tomado de Zac 13, 7).

Si un Papa no cumple su función de transmitir con fidelidad el depósito recibido, el cristiano tiene la obligación de no obedecer, pues "sus doctrinas son tradiciones humanas, pero no son la Palabra de Dios, no son según Cristo" (Col 2, 8). 

Francisco usa las palabras de la Escritura, pero en muchas ocasiones -no en todas- tergiversa su significado, y lo que dice es conforme al sentir del mundo, pero no al sentir de la Iglesia y de Jesucristo. También el Diablo las usó cuando tentó a Cristo en el desierto (Mt 4, 1-11), pero sus intenciones eran perversas y, por eso, mereció del Señor esta respuesta final: "¡Apártate, Satanás! , porque escrito está: 'Al Señor, tu Dios, adorarás; y a Él sólo servirás'" (Mt 4, 10).  

Me llama mucho la atención que esas palabras tan duras de Jesús dirigidas al Diablo,  fueran dirigidas también nada menos que a Pedro, el que iba a sucederle como primer Papa y a quien iba a constituir como roca de su Iglesia ... esa Iglesia contra la cual "las puertas del infierno no prevalecerán" (Mt 16, 18). Es bueno que lo recordemos, porque ese suceso tuvo lugar a raíz del primer anuncio que hizo Jesús sobre su Pasión:
"Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y padecer mucho de parte de los ancianos, pontífices y escribas, morir y resucitar al tercer día. Tomándolo aparte, Pedro se puso a reprenderle diciendo: '¡Lejos de Tí, Señor! ¡No te sucederá eso!'. Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: '¡Apártate de Mí, Satanás!, pues eres para Mí escándalo, porque no gustas las cosas de Dios, sino las de los hombres" (Mt 16, 21-23)
Siempre, a lo largo de la historia, nos encontramos con la cruz, como motivo de escándalo, en el seguimiento de Cristo. El propio Pedro rechaza esa cruz y reprende a Jesús porque les habla de pasión y de muerte: sus intenciones eran buenas (¡ él quería a Jesús!) pero aún no había caído en la cuenta de que "los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos ni sus caminos nuestros caminos" (cfr Is 55, 8), lo cual le valió nada menos que ser llamado "satanás" por su Maestro. 

Pedro quería apartar a Jesús de su Misión, una misión asociada a su propia muerte por amor a nosotros, que Pedro no entendía, pero que era la misión que el Padre le había encomendado ... ¡y Jesús no podía consentir que nada ni nadie se interpusiera en el cumplimiento de esa voluntad del Padre! ... pues para eso había venido a este mundo: "Mi alimento es cumplir la voluntad del que me envió y acabar su obra" (Jn 4, 34) De ahí la dureza de su expresión al dirigirse a Pedro ... por el bien del propio Pedro, que no comprendía nada y que seguía pensando todavía según el mundo, a pesar de que era uno de sus tres discípulos más íntimos. Es bastante probable que una de las causas que influyeron en las tres negaciones de Pedro estuviese relacionada con esta falta de comprensión del Mensaje de su Maestro: ¡No acababa de admitir, en su interior, que la misión de Jesús tuviera que ir acompañada de su muerte! ¡No acababa de entender que "nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos"! (Jn 15, 13).

Pedro confiaba excesivamente en sus propias fuerzas: "Aunque todos se escandalicen por tu causa, yo nunca me escandalizaré" (Mt 26, 33). Pero Jesús, aun conociendo la sinceridad de las palabras de Pedro, le dijo: "Te lo aseguro: esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces" (Mt 26, 34). Pese a todo, Pedro insistió: "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré" (Mt 26, 35). Lo que ocurrió ya lo sabemos. Pedro se avergonzó de su Maestro, hasta el punto de llegar a decir, entre imprecaciones y juramentos: "No conozco a ese hombre" (Mt 26, 74). Entonces cantó el gallo, recordó Pedro las palabras que Jesús le había dicho "y saliendo fuera, lloró amargamente" (Mt 26, 75).

La buena disposición de Pedro y su sincero amor a Jesús no se discuten. Su pecado fue el  exceso de confianza en sí mismo. Por eso cayó. Sin embargo, se arrepintió, con todo su corazón y lloró durante toda su vida por haber negado a su Maestro, a quien tanto amaba, pero -por eso mismo, porque lo amaba- no perdió la esperanza. Recordaba lo que Jesús le había dicho: "Simón, Simón, mira que Satanás te busca para cribarte como el trigo. Pero Yo he rogado por tí, para que no desfallezca tu fe. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32).

Una vez resucitado el Señor y habiéndose aparecido a sus discípulos, encontrándose Pedro entre ellos, se dirigió a él y le preguntó por tres veces si lo amaba y si lo amaba más que los demás discípulos. Pedro se entristeció y a la tercera vez le contestó: "Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo" (Jn 21, 17). Y por tercera vez le volvió a decir Jesús: "Apacienta mis ovejas"
[Pedro ha comprendido la lección y, hondamente arrepentido, confiesa su fragilidad y su amor al Señor. Y es entonces cuando Jesús le hace entrega efectiva de los poderes y autoridad (antes prometidos: Mt 16, 16-19) con que ha de gobernar la Iglesia. Dice el Concilio Vaticano I [Pastor Aeternus] que sólo a Simón Pedro confirió Jesús, después de su resurrección, la jurisdicción de Pastor supremo sobre todo su rebaño]
Las palabras que Jesús le dirige a Pedro, a continuación, merecen toda nuestra reflexión, porque reflejan lo que, en realidad, constituye la vida de todo cristiano: "En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven, tú mismo te ceñías e ibas donde querías; pero cuando hayas envejecido, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras" (Jn 21, 18). Aun así, sólo tras la venida del Espíritu Santo, diez días después de su Ascensión a los Cielos, comenzaría Pedro a comprender realmente el Mensaje de Jesús, y recibiría la fortaleza necesaria para llevarlo a la práctica (tanto él como el resto de los apóstoles), cumpliéndose lo que Jesús ya les había predicho: "El Parásito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi Nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que Yo os he dicho" (Jn 14, 26)

Sabemos que "el Amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5, 5) el cual "habita en nosotros" (1 Cor 3, 16) si estamos en gracia. Sabemos también, por experiencia, que sólo el Amor da sentido a la vida y hace de ésta una auténtica aventura, hasta el punto de que todo cuanto no sea amar es tiempo perdido, pues hemos sido creados por el Amor (que es Dios) y para el Amor. "Este Amor de Dios por nosotros se manifestó en que envió a su Hijo Unigénito al mundo para que vivamos por Él" (1 Jn 4, 9) y "lo envió como propiciación por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10), "como Salvador del mundo" (1 Jn 4, 14), "Cristo Jesús, el cual, teniendo la forma de Dios ... tomó la forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y, en su condición de hombre, se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil 2, 6-8). 

Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nos enseña a vivir como hombres. Él es nuestro modelo; y más que modelo: Él es nuestra vida ... o así debería de ser como lo era para san Pablo: "Para mí la vida es Cristo" (Fil 1, 21). Él nos enseñó aquello en lo que consiste el amor: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15, 13), que fue precisamente lo que Él hizo por nosotros: "Habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el fin" (Jn 13, 1). "Todo está consumado". E inclinado la cabeza, entregó su espíritu. (Jn 19, 30).

Querámoslo o no, lo aceptemos o no, es lo cierto que, en esta vida, el amor va siempre de la mano del sufrimiento; y éste autentifica el amor. Y esto es así hasta tal punto que el rechazo de la cruz y el rechazo de Jesucristo vienen a ser la misma cosa. No tenemos más que hacer memoria. Después de haber puesto a Pedro en su sitio, cuando éste quería quitarle de la cabeza esa idea de la Pasión, Jesús se dirigió a sus discípulos y les dijo: "Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a Sí mismo, tome su cruz y sígame. Pues quien quiera salvar su vida, la perderá; mas quien pierda su vida por Mí, la encontrará" (Mt 16, 24-25). No hay otro camino: Jesús es el camino. Y seguirlo supone compartir su vida y también su muerte: el que ama desea compartir la suerte de la persona amada. "Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Porque ya vivamos, ya muramos, somos del Señor" (Rom 14, 8). Por eso el apóstol Pablo escribía a los corintios: "No me precié de saber entre vosotros otra cosa sino a Jesucristo, y éste crucificado" (1 Cor 2, 2)

Por desgracia, hoy son muchos los "católicos" (bautizados en el seno de la Iglesia católica) que desconocen las verdades fundamentales de su fe así como la importancia esencial de la cruz, cuando ésta se lleva en unión con Jesucristo y por amor a Él. ¿El motivo? Son muchas las causas pero, desde luego, una de las más importantes es la crisis de fe que existe en muchos de los altos Jerarcas de la Iglesia, una Iglesia que se está acomodando cada vez más a este mundo; y que se está olvidando de su Fundador. Y, tal como viene recogido en la Biblia: "Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño" (Zac 13, 7; Mt 26, 31). Las mismas palabras del Evangelio, puestas en sus labios, son engañosas, puesto que son "lobos vestidos con piel de oveja" (Mt 7, 15): son falsos profetas.

En uno de los textos más antiguos de la literatura cristiana (Pastor de Hermas, mandamiento undécimo) se dice lo siguiente: 
"Esos -me dijo- son creyentes, y el que está sentado en la silla es un falso profeta, que destruye la mente de los siervos de Dios; mas destruye la de los vacilantes, no la de los fieles verdaderos. Los vacilantes acuden a él como a un adivino, y le preguntan sobre lo que les va a suceder; y él, el falso profeta, como quien no tiene en sí pizca de fuerza de espíritu divino, les contesta conforme a las preguntas de ellos, según los deseos de su maldad, y llena sus almas a la medida de lo que ellos pretenden. Y es que, estando él vacío, vacuamente responde a gentes vacuas; porque, cualquier cosa que se le pregunta, responde conforme a la vacuidad de quien le pregunta. Sin embargo, no deja de decir algunas palabras verdaderas, pues el diablo le llena de su propio espíritu, a ver si logra así hacer pedazos a alguno de los justos"
 [Cita tomada del libro "La oración", del padre Alfonso Gálvez]

Al falso profeta, al que no es verdadero pastor de las ovejas, éstas no le importan:

"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, el que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, deja las ovejas y huye -y el lobo las arrebata y las dispersa-, porque es asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor; conozco a las mías y las mías me conocen a Mí. Como mi Padre me conoce, también Yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas" (Jn 10, 11-15)
Dios no abandona a los suyos. Y sus palabras, contenidas en la Biblia ... y, de modo especial, en el Nuevo Testamento, nos indican el camino a seguir. Oigamos lo que dice el Espíritu Santo, por boca de san Pablo, en su carta a los gálatas"Si aún tratara de agradar a los hombres no sería siervo de Cristo" (Gal 1, 10) Y el apóstol Santiago"¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemiga de Dios? Por tanto, quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4, 4)

No basta con escuchar cualquier palabra, sino aquélla que es verdaderamente palabra de Dios. Y esto hasta el punto de que, como dice también san Pablo: "Aunque nosotros mismos, o un ángel del cielo, os anunciara un evangelio distinto de que os hemos anunciado, ¡sea anatema! (Gal 1, 8). Esto es tan importante que vuelve a repetirlo inmediatamente después: "Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo, si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema" (Gail 1, 9)

La conclusión es que el verdadero camino, el que conduce a la vida, es la senda estrecha, de la que hablaba Jesucristo; o sea, el camino de la cruz, el que Él mismo recorrió ... eso sí, recorriéndolo con Él, por Él y en Él, como muestra de un amor que no desea sino amar  y ser amado.



Cualquier otro intento de salvar a la Iglesia que no pase por la cruz está condenado al fracaso: la Cruz, llevada con Cristo, por Él y en Él, por Amor, es la única solución posible a los problemas que aquejan a la Iglesia.  "Yo predico a Cristo y a éste crucificado" (1 Cor 1, 23). De no ser así, lo que nos encontremos no sería ya la Iglesia que Jesucristo fundó sino una "religión" inventada por el hombre ... o, lo que es igual, nada ... y menos que nada. 

Coloco a continuación los links a algunas entradas de este blog que, de algún modo, están relacionados con el tema que nos ocupa:

La Evangelización es esencial al Cristianismo   ( P. Alfonso Gálvez; 26 enero 2016)

Realidad del pecado. La cruz de Cristo, única salvación posible (José Martí; 28 enero 2016; 11 entradas)




Solución; la locura de la cruz    (Vídeo P. Alfonso Gálvez;  José Martí; 1 mayo 2017)


"La fe en Jesucristo como remedio contra la confusión"   (Padre Alfonso Gálvez; 4 diciembre 2017)

Modernismo: Novus Ordo Missae y Nuevo Orden Mundial   (José Martí; 29 de enero de 2018)

Charla sobre Libertad y Verdad  (P. Alfonso Gálvez; 29 de abril de 2018) 


Continuará