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miércoles, 7 de febrero de 2018

OTRA VEZ EL PACTO DE METZ (VI) (Capitán Ryder)



La entrevista a Parolin no tiene desperdicio, sobre todo cuando se nos ha querido vender durante bastante tiempo que este Cardenal era el elemento moderado del equipo de Francisco.

Vamos con algunas preguntas y respuestas

Eminencia, ¿qué puede decirnos en relación con el diálogo entre la Santa Sede y la República Popular China?

El Papa Benedicto XVI representó muy bien el espíritu de este diálogo en la Carta a los católicos chinos de 2007: «La solución de los problemas existentes no puede ser perseguida mediante un permanente conflicto con las legítimas Autoridades» (n. 4). En el Pontificado del Papa Francisco, las negociaciones se mueven exactamente siguiendo esta línea: apertura constructiva al diálogo y fidelidad a la genuina tradición de la Iglesia.
Nota del Capitán: Ya he comentado en entradas anteriores que muchas de las barrabasadas de Francisco tienen antecedentes en pontificados anteriores. No es el caso que cita el Cardenal Parolin. A la cita sobre Benedicto XVI le “falta” esta parte que se “le olvidó” al pícaro Cardenal “al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieran indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia. Las Autoridades civiles son muy conscientes de que la Iglesia, en su enseñanza, invita a los fieles a ser buenos ciudadanos, colaboradores respetuosos y activos del bien común en su País, pero también está claro que ella pide al Estado que garantice a los mismos ciudadanos católicos el pleno ejercicio de su fe…”. Es una constante en este pontificado embarrar a los Papas anteriores si la necesidad lo requiere.
¿Qué es lo que espera concretamente la Santa Sede de este diálogo?

Vea usted, en China no existen dos Iglesias, sino dos comunidades de fieles que están llamadas a cumplir un camino progresivo de reconciliación hacia la unidad. Por ello, no se trata de mantener un conflicto perenne entre principios y estructuras contrapuestas, sino de encontrar soluciones pastorales realistas que permitan a los católicos vivir su fe y proseguir juntos la obra de evangelización en el contexto chino específico.
Nota del Capitán: Pues sí, existen dos Iglesias, una fiel a Cristo y otra al Partido Comunista. Es decir, una Iglesia católica y otra que no lo es. No juzgo las debilidades de los “fieles” de la segunda Iglesia, nadie sabe cómo responderíamos nosotros ante esa prueba, pero comparar e igualar a quien ha aceptado el martirio con quien ha apostatado es algo contrario a la Fe Católica.
La comunión a la que se refiere tiene que ver con la delicada cuestión de los nombramientos de los obispos, que está suscitando tantas polémicas. ¿Un eventual acuerdo sobre este punto podría resolver correctamente los problemas de la Iglesia en China?

Es necesario tener tiempo y paciencia para que se puedan curar todas las heridas personales infligidas recíprocamente dentro de las comunidades.
Nota del Capitán: Más estiércol. El que acepta libremente el martirio para no apostatar de su Fe infringiendo heridas personales al verdugo que le martiriza. Diplomacia fina, fina.
Entonces, ¿cuál es la verdadera actitud de la Santa Sede hacia las Autoridades chinas?

Claro, todavía hay muchas heridas abiertas. Para curarlas se necesita el bálsamo de la misericordia. Y si a alguien se le pide un sacrificio, pequeño o grande, debe quedarle claro a todos que este no es el precio de un intercambio político, sino que forma parte de la perspectiva evangélica de un bien mayor, el bien de la Iglesia de Cristo. Lo que se espera es llegar, cuando Dios quiera, a ya no tener que hablar de obispos «legítimos» e «ilegítimos», «clandestinos» y «oficiales» en la Iglesia china, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación. Sin esta experiencia vivida, ¿cómo podría la Iglesia en China volver a impulsar el camino de la evangelización y llevar a los demás a la consolación del Señor? Si no estamos listos para perdonar, significa, desgraciadamente, que hay otros intereses que defender: pero esta no es una perspectiva evangélica.
Nota del Capitán: No se detienen ante nada. En la primera parte manifiesta abiertamente que el fin justifica los medios. Esta idea sí que es ajena al Evangelio. En la segunda parte trata, indirectamente, de resentidos a los mártires chinos. No quieren perdonar, no son tan misericordiosos como Parolin y sus muchachos. No sólo eso, sino que desliza abiertamente que lo que les mueve son intereses políticos. ¡A quienes llevan padeciendo años de secuestros, torturas o asesinatos! Habría que ver cómo responden los Parolin de la vida a 3 meses de calabozo.
Si es esta la actitud, ¿no existe el peligro de borrar, de un solo golpe, los sufrimientos del pasado y también los del presente?

Volviendo a su pregunta, aquí no se trata de borrar de golpe que ignore o, casi como por arte de magia, anule el sufrido camino de muchos fieles y pastores, sino de invertir el capital humano y espiritual de muchas pruebas para construir un futuro más sereno y fraterno, con la ayuda de Dios. El Espíritu que ha custodiado hasta ahora la fe de los católicos chinos es el mismo que los sostiene hoy en el nuevo camino emprendido.
Nota del Capitán: No se ha enterado Parolin de que Cristo “no vino a traer la paz sino la espada” y de que “bienaventurados seremos cuando nos persigan, nos insulten por causa suya”Sólo los peces muertos van a favor de corriente, en una serenidad que encanta al CardenalCreo que la causa de tanta inquina sólo puede ser el recordatorio que esos mártires suponen. A Cardenales como Parolin les recuerdan que todavía hay católicos que están dispuestos a morir por la Fe, y eso tiene que ser insufrible para quien la perdió hace tiempo.
¿Tiene algún consejo, alguna petición particular que en este momento la Sede Apostólica podría dirigir a los fieles chinos? A los que están contentos ante los posibles nuevos escenarios, pero también a los que están confundidos o a los que tienen objeciones…

Por lo tanto, a los católicos chinos les digo, con gran fraternidad: estamos cerca de ustedes, no solo con la oración, sino también con el compromiso cotidiano de acompañarles y apoyarles en el camino hacia la plena comunión. Por ello les pedimos que ninguno se aferre al espíritu de contraposición para condenar al hermano o que use el pasado como un pretexto para fomentar nuevos resentimientos y cerrazones. Al contrario, esperamos que cada uno vea con confianza el futuro de la Iglesia, más allá de cualquier límite humano.
Nota del Capitán: Nuevamente la equidistancia, todos tienen que caminar hacia la plena comunión. Esta frase sólo puede ser calificada como una blasfemia. Por alguna razón que desconozco Parolin entiende que quien está dispuesto a aceptar el martirio y quien ha apostatado se tienen que mover hasta un punto de encuentro. No se ha enterado aún que la “sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”.No entiende el martirio, es un tema que le supera, está claro.
¿El Papa está informado de lo que sus colaboradores hacen en las negociaciones con el gobierno chino?

Sí, el Santo Padre sigue personalmente las negociaciones actuales con las Autoridades de la República Popular China. Todos sus colaboradores actúan en sintonía con él. Nadie toma iniciativas privadas. Sinceramente, cualquier otro tipo de razonamiento me parecería fuera de lugar.

En los últimos tiempos han surgido expresiones críticas, incluso dentro de la Iglesia, ante el enfoque que ha adoptado la Santa Sede en el diálogo con las Autoridades chinas. Algunos incluso han llegado a afirmar que este diálogo es una verdadera «rendición» por razones políticas. ¿Qué opina?

Se lo digo francamente: estoy convencido de que una parte de los sufrimientos que ha vivido la Iglesia en China no se debe tanto a la voluntad de cada una de las personas, sino a la complejidad objetiva de la situación.

Para descubrir juntos el plan de Dios para la Iglesia en China se necesitan más humildad y un mayor espíritu de fe, cautela y moderación por parte de todos, para no caer en polémicas estériles que dañen la comunión y que roben las esperanzas de un futuro mejor.
Nota del Capitán: Cómo en los Amores de Leticia, que se producen situaciones complejas sin quererlo, aquí también se le tortura a la gente porque la situación es muy compleja, no porque quiera el régimen chino.Que no falte otro garrotazo, los torturados necesitan más humildad.
¿A qué se refiere?

Me refiero a que todos estamos llamados a distinguir más adecuadamente la dimensión espiritual y pastoral de la dimensión política. Comencemos, por ejemplo, con las palabras que utilizamos todos los días. Expresiones como «poder», «traición», «resistencia», «rendición», «enfrentamiento», «ceder», «compromiso» deberían dejar sitio a otras, como «servicio», «diálogo», «misericordia», «perdón», «reconciliación», «colaboración», «comunión». Si no estamos dispuestos a cambiar este enfoque, surge un gran problema: pensar y actuar solamente en clave política. Al respecto, la Santa Sede espera para todos una sincera conversión pastoral inspirada en el Evangelio de la misericordia, para aprender a acogerse entre hermanos, así como tantas veces ha aconsejado el Papa Francisco.
Nota del Capitán: No se trata de cambiar el enfoque como dice el Cardenal, se trata de cambiar el lenguaje para que no se note la traición.
Capitán Ryder