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miércoles, 7 de febrero de 2018

¿El Vaticano vende la Iglesia Católica china entregándola al régimen comunista? (Roberto de Mattei)



El vídeo correspondiente puede visualizarse haciendo clic aquí (italiano)

Queridos amigos, quisiera llamarles la atención hacia un suceso que nos ayuda a entender la gravedad de la situación que enfrentamos.

Un cardenal chino conocido por su fidelidad a Roma ha acusado al Vaticano de vender la Iglesia Católica china al régimen comunista de Pekín. El cardenal es el arzobispo emérito de Hong Kong Joseph Zen Ze-kiun. Para entender la situación, hay que retroceder un poco. Hay que remontarse a cuando Mao Tse Tung se hizo con el poder en los años cincuenta e inició una brutal represión de los católicos. El Papa, a la sazón Pío XII, protestó enérgicamente contra la persecución, y animó a los fieles a dar testimonio de su fe. La resistencia católica obligó al régimen chino a cambiar de estrategia.

Así pues, en 1957 creó una asociación patriótica con miras a atraer a los católicos con lisonjas para que se adhirieran al régimen. Y a los que seguían fieles al Papa los esperaban la cárcel y los trabajos forzados. De ese modo surgieron dos iglesias, cada una con sus propios obispos y sacerdotes. Por un lado, la patriótica, controlada por el gobierno comunista, que empezó a consagrar obispos, excomulgados por Roma. Por otro, los sacerdotes y laicos fieles a Roma, considerados subversivos por las autoridades.

Y todavía hoy la ley sigue prohibiendo en China toda actividad religiosa ajena a las asociaciones patrióticas por subversiva contra el poder del Estado. Los católicos no cismáticos, fieles a Roma, incurren por su oposición en graves sanciones penales.

Así que en China hay dos jerarquías: la legítima, reconocida por Roma pero perseguida, obligada a operar en total clandestinidad, y otra cismática e ilegítima que no reconoce la autoridad del Papa y obedece al régimen comunista.

La postura de Benedicto XVI y su consejero el cardenal Zen consistió en apoyar a los católicos que no transigían con el régimen. Sin embargo, Francisco ha cambiado de estrategia. Ha adoptado una política de distensión hacia Pekín, análoga a la Ostpolitik de Pablo VI hacia los países del Este europeo, con la idea de llegar a un acuerdo, en este acuerdo la unificación de ambas iglesias.

Pero el cardenal Zen no está dispuesto a aceptarlo. Vino a Roma hace diez días y habló con el papa Francisco. Trascendieron algunas cosas que se dijeron en el encuentro pero con mucha transparencia el cardenal contó a la agencia Asia News el contenido de la conversación.

El Papa, tras escuchar las preocupaciones del purpurado le habría respondido: “Sí, sí, he pedido a mis colaboradores que eviten otro caso Mindszenty”. La alusión al cardenal József Mindszenty viene muy al pelo. Recordemos que Mindszenty era arzobispo de Budapest y primado de Hungría y pasó muchos años encarcelado por los comunistas. Durante la revolución y la insurrección de 1956 fue puesto en libertad, y antes de que el Ejército Rojo retomara el poder en Budapest se refugió en la embajada de EE.UU. Pero, presionada por las autoridades comunistas, la Santa Sede le ordenó abandonar Hungría y nombró un sucesor grato al régimen. Mindszenty nunca fue sacrificado en aras de una Ostpolitik que después fracasó estrepitosamente.

La suerte de Mindszenty y de otros prelados chinos legítimos corre el riesgo de parecerse mucho: obispos católicos fieles a Roma pero de los que Roma reniega. Reniega de ellos porque son fieles a Roma. Una Roma que prefiere tratar con obispos excomulgados. Es paradójico, pero desgraciadamente es la dramática realidad.

Quiero leerles las palabras textuales escritas por el cardenal Zen:
 «Hay quienes que todo esfuerzo por llegar a un acuerdo entre China y la Santa Sede tiene por objeto evitar un cisma en la Iglesia. Esto es ridículo. El cisma ya existe en la iglesia independiente. Los papas han evitado la palabra cisma porque sabían que muchos fieles de la iglesia oficial no estaban en ella por voluntad propia sino bajo una fuerte presión. La propuesta unificación obligará a cualquiera a entrar en esa comunidad. Así, el Vaticano bendeciría una nueva iglesia cismática más fuerte lavando la mala consciencia de los que ya son renegados voluntarios y de otros que están dispuestos a unírseles.»

Prosigue el cardenal Zen:

«¿Es que se puede tener algo en común con un régimen totalitario? O te rindes, o aceptas la persecución siendo fiel a tus convicciones. ¿Cabe imaginar un acuerdo entre San José y el rey Herodes?»

Y añade:

«¿Está vendiendo el Vaticano a la Iglesia Católica china? Sí. Sin ninguna duda, si avanzan en la dirección claramente indicada por todo lo que han hecho en los últimos meses y años. ¿Seré yo el mayor obstáculo al acuerdo entre el Vaticano y China? Si es un acuerdo malo, me alegro muchísimo de ser un obstáculo.»

Hasta aquí las palabras del cardenal Zen.

Otra voz valerosa se une a las que se alzan últimamente por todos lados para denunciar la situación actual de la Iglesia Católica, cada vez más confusa, contradictoria y plagada de cismas y herejías que alcanzan lo más alto de la jerarquía.

Aceptamos la invitación del cardenal Zen a rezar la oración tradicional que dice: Oremus pro pontifice nostro. Dominus conservet eum et vivificet eum et beatum faciat eum in terra et non tradat eum in animam inimicorum eius.

Roberto de Mattei
(Traducido por J.E.F)