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lunes, 28 de diciembre de 2015

Ayuntamiento de Madrid. Los pobres con móvil de Manuela y el padre Ángel (Eulogio López)

Original aquí

  • La España de las mentiras: Navidad es el nacimiento de Cristo pero, al parecer, Cristo no fue invitado al Ayuntamiento de Madrid.
  • Cómo iba a serlo si la alcaldesa presume de atea.
  • Por cierto, las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos dan de comer al doble de pobres que Manuela y el cura Ángel, sólo que 365 días al año. Y sin teles que lo filmen.
  • Por el contrario, la mano derecha del Padre Ángel sabe lo que hace su mano izquierda… además de saberlo los otros seis millones de madrileños.
  • Carmena, como Lenin, es muy consciente de que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los heterodoxos, a los afines… hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Alguien, creo que fue Aleksandr Solzhenitsyn, el autor de Gulag, definió al comunismo como la gran mentira. En efecto. El nazismo es brutalidad pero el comunismo es la misma brutalidad disfrazada de justicia social (antes) y ahora de democracia, con los chicos de Podemos.
Unos chicos, los de Pablo Iglesias, que, en efecto, podrían llegar al poder en España y convertirnos en la Venezuela donde falta hasta el papel higiénico y donde se asesina al disidente.
Sí, el comunismo actual en España se llama Podemos, sólo que mucha gente, o no se lo cree o no está dispuesta a creérselo. Pero vamos con las mentiras. Naturalmente, Podemos se cuida muy mucho de atacar la Navidad. Todo lo contrario: doña Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid –que no es de Podemos- ofrece al Padre Ángel -cuánto bueno- la sede municipal de Cibeles (en la imagen) para ofrecer una cena de Nochebuena a los pobres. Pobres con móvil, claro está, haciéndose selfis con su salvadora Manuela, buen patrimonio inmobiliario.
Y es que, aunque el padre Ángel se empeñe en lo contrario, una cosa es la pobreza en España, otra en Venezuela y otra en el Congo.
Pero, a fin de cuentas, la iniciativa está muy requetebién. No tanto la lacrimógena parafernalia televisiva montada en torno a ella. Las hermanitas de los pobres de la calle Martínez Campos (sólo éstas), sin cámaras de TV y sin alabar a la comunista Manuela, reparten cada día el doble de las comidas que el padre Ángel, tan discreto, repartió el día de Nochebuena en el Ayuntamiento.
Creánme, Navidad no consiste en dar de comer a los pobres en Nochebuena, entre otras cosas porque los pobres necesitan comer todos los días del año.  
Aún así. Lo de la cena de Nochebuena seguiría estando bien pero no quita que sea el padre Ángel el mismo que coqueteó con el aborto en un programa de televisión para quedar bien con la modernidad o el mismo que retó a su obispo, el de Madrid, monseñor Carlos Osoro, utilizando a la parroquia que se le ha encomendado para hacer homenaje, no a Pedro Zerolo, el apóstata profesional,  sino a la homosexualidad de Pedro Zerolo, con activistas gay traídos de no se sabe dónde y curas con estola bandera arco iris, lo que, además de profanación, supone una horterada de mucho cuidado.
En aquel entonces, el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, le llamó al orden. El padre Ángel, siempre humilde y obediente, advirtió que la próxima vez no le pediría permiso al obispo (no se lo había pedido y debiera haberlo hecho) sino a la alcaldesa comunista de Madrid, Manuela Carmena, quien “seguro que no me pone tantas pegas”.
Y por supuesto que no se las pone. La alcaldesa, como buena comunista, conoce todos los senderos de la demagogia. Y sabe, como Lenin, que los buenos curas deben ser fusilados, pero que a los  heterodoxos, a los afines, hay que mimarlos. Resultan muy útiles.
Buena prueba de la impostura de Nochebuena en la casa consistorial madrileña es que, siendo la Navidad el nacimiento de Cristo, Cristo no había sido invitado a la cena del padre Ángel y doña Manuela. ¿Cómo iba a serlo si doña Manuela es una comunista atea, que no cree en Cristo? Los pobres sólo le interesaban para darse un baño filantrópico a su costa y utilizando al cura Ángel como tonto útil. De la misma forma que al padre Ángel le interesan para hacer caridad, aunque eso sí, su mano derecha bien conoce lo que hace su mano izquierda… al igual que otros seis millones de madrileños.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com