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lunes, 13 de diciembre de 2021

Pase sanitario o «green pass»: verde por fuera, rojo por dentro



La escalada de locura que estamos viviendo desde hace ya dos años hubiese sido impensable tiempo atrás, salvo para visionarios como Bradbury, Orwell o Benson, claro está.

Y menos que menos, en épocas de «libertad», «democracia» y «derechos humanos», flatulencias terminológicas si las hay. Pero la novela distópica continúa: hace tiempo que, lentamente, como si fuera una nueva variante, ha llegado el «pase sanitario» o «green pass» que, como una sandía, es verde por fuera y rojo por dentro. Un código que permite, a quienes lo tienen, evitar la sharia sanitaria a la que gran parte del mundo está sometido; un estricto certificado de sangre, intolerable para muchos en la segunda guerra mundial o en tiempos de la conquista de América.

Pero aceptable hoy en día.

Y el tema va más allá de si se está a favor o en contra de los ensayos experimentales a los que estamos sometidos, sino, al uso y abuso que se está haciendo de todo ello a riesgo de perder la propia libertad.

En el día de hoy, por ejemplo, se ha publicado en el Boletín Oficial de la República Argentina, una nueva «Decisión administrativa» (decreto encubierto) regulando el «pase sanitario» en lugares cerrados, eventos masivos, bailes, etc., quedando exentos, por no ser «de mayor riesgo», los templos. Ahora: ¿cuánto tiempo más va a durar esto? ¿cuál es el límite?

Atrás quedaron los hipócritas lemas de «mi cuerpo, mi decisión», el «respeto por todas las opiniones», la «libertad de expresión», etc., etc. La nueva dictadura continúa y muchos -aún varios bienpensantes- no logran entender que esto va más allá de un eventual problema médico. Esto sienta «jurisprudencia», como decimos en derecho.

– «¿Pero nadie lo había anunciado?» – dirá alguno.

Pues claro que sí: hace años que venimos diciendo que estas ideologías liber-progres que nos gobiernan, llevan, tarde o temprano a una verdadera dictadura; una dictadura mundialista con religión global y universal, con ritos, mandamientos y hasta inquisidores propios.

Que lo que está sucediendo va a terminar, tarde o temprano, estamos seguros: pero que, si no hay un dique contenedor todo irá de mal en peor, no hay duda. Y eso independientemente si uno sea pro-vacuna o contra-vacuna.

– «¿ Y qué hacer mientras tanto?».

Pues, primero, despertar; segundo, resistir y luego, levantar las cabezas.

Que esto se pone cada vez más interesante.

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE