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viernes, 14 de junio de 2019

La conjura de los nuncios del Papa Francisco, el fantasma Viganò en Vaticano, la eutanasia ‘Cor Orans’, la Sagrada Familia.



Hay días que la cascada de noticias nos ofrecería la posibilidad de hacer varias ‘Specolas’. Nuestros deseo es ser breves y facilitar a los lectores una visión rápida de la realidad informativa. El tema estrella de hoy es el encuentro de los nuncios con el Papa Francisco. Es evidente que no es un encuentro de cortesía y que las informaciones de hoy ven gato encerrado.

El cuerpo diplomático es el músculo de la estructura del Vaticano, sin él no puede funcionar. Tenemos que distinguir entre el papa y el Vaticano y no digamos entre la Iglesia Católica y el Vaticano. El papa y su ministerio petrino ha existido durante siglos y siglos sin el Vaticano, pero el Vaticano no puede existir sin la figura del papa. La Iglesia Católica ha existido siglos y siglos sin el Vaticano, pero el Vaticano no puede existir sin la Iglesia Católica. El Vaticano, y su estructura fundamental, el cuerpo diplomático, dicen servir al papa y a la iglesia pero no siempre es así y en muchas ocasiones vemos lo que parece una lucha de supervivencia que poco tiene que ver con la fe. Algo está pasando y el encuentro de ayer ha encendido muchas alarmas.

Nos movemos en el mundo diplomático que tiene sus propios lenguajes y formas de actuar. Es un mundo que sólo los iniciados pueden escudriñar y en el mundo Vaticano esto llega a altas cumbres. En estos momentos está atravesando una profunda crisis que ellos negarán y disimularán hasta la muerte. No hay vocaciones. En otros tiempos los clérigos espabilados de las pequeñas diócesis italianas lo veían como una salida lógica a lo que sus obispos no podían ofrecer. Poco a poco se fue creando un cuerpo de clérigos que ,sin dejar su incardinación diocesana, dependían de otra estructura. La falta de vocaciones ha hecho caer el número de candidatos y ha rebajado el nivel a límites no conocidos. En el cerrado mundo de la ‘escuela’ esto se vive como un drama que no encuentra solución. Han pasado de poder seleccionar en la cantidad de candidatos que llamaban a la puerta a tener que buscar debajo de las piedras.

La función del nuncio como representante plenipotenciario del papa ha perdido su sentido. El mundo hoy es mucho más pequeño, en distancias y rapidez de comunicación, y muchos de los trabajos tradicionales de las representaciones diplomáticas ya no tienen sentido. Podemos poner muchos ejemplos. Hay por tanto también una crisis de identidad.
El pretendido control centralizado de la estructura de la iglesia está haciendo aguas. Los casos de pedofilia nos indican que la cadena de mando no ha funcionado y si ha funcionado ha sido para encubrir y pastelear.

Todo esto, y mucho más, está sumiendo en una profunda crisis a los nuncios que se ven ninguneados y relegados a un función vacía. En la reunión de ayer se ha pedido una especie de voto de fidelidad al Papa Francisco. Los nuncios lo son de este papa, y del anterior, y del que venga. Las fidelidades personales son inútiles. Estamos en un momento en donde se pide fidelidad al llamado francisquismo y esto puede convertir a la iglesia católica en una especie de secta en torno a su pastor y no en un pueblo de creyentes en torno a Jesucristo. No pensamos que estamos, como muchas noticias de hoy señalan, ante una revuelta de nuncios. El malestar es evidente y los enfados pueden ser muy diplomáticos pero son enfados al fin. La profunda herida abierta por el caso Viganò sigue sangrando y ha encendido todas las alarmas. En el Vaticano saben perfectamente que Viganò tiene toda la razón y muchos de sus compañeros nuncios lo apoyan. Un Viganò ya es mucho y el sistema no se puede permitir ni un problema más y están intentando cortar la hemorragia.

El Papa Francisco sigue obsesionado con los muros y las puertas enrejadas. Encuentro en el Vaticano de empresas petrolíferas con una apremiante llamada del Papa Francisco a actuar aquí y ahora para salvar el planeta. El proselitismo del cambio climático sigue su marcha y nos pide la conversión. Un mundo de locos.

Los monasterios de clausura estorban porque son demasiado católicos. Entre los cierres por defunción y las obligadas fusiones ordenadas por las altas instancias vaticanas asistimos al fin de una época. No en vano la ‘Cor Orans’ se empieza a conocer cómo la ley de eutanasia de la vida contemplativa.

Ya tenemos el texto del encuentro del Papa Francisco con los jesuitas en su último viaje. El padre Spadaro nos lo ofrece. Como siempre con argumentos que crean una enorme perplejidad y poco aclaran y mucho oscurecen.

Los católicos practicantes italianos votan masivamente a la Liga, el partido del excomulgado Salvini. No sabemos si el Papa Francisco es seguido por los votantes pero lo que parece claro es que no por los católicos de hecho. Hoy no son tiempos de fidelidades personales y parece que a muchos católicos no les gustan nada las posiciones políticas del Papa Francisco. Los resultados son los que son.

El templo Expiatorio de la Sagrada Familia de Barcelona ya tiene permiso oficial de obras después de 137 años de su primera piedra. Se ha resuelto una irregularidad absurda que nunca ha impedido que siga creciendo. Un grupo de laicos tuvieron la iniciativa de construir este templo para expiar por los ataques a la familia que ya en aquellos tiempos parecían de enorme gravedad. Ellos no se quedaron parados e hicieron los que se les ocurrió con todas sus fuerzas. Hoy algo tendremos que hacer porque los tiempos mejores no son.

«…más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno.»


Specola