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sábado, 2 de diciembre de 2017

LA MANADA (Capitán Ryder)



El 24 de diciembre de 2016 publica El Español, ojo, el periódico de Pedro Jota Ramírez, una noticia sobre “la manada” que dice debajo del titular “las obsesiones de los amigos eran el sexo, el culto al cuerpo, las drogas y el fútbol”. El periódico de Pedro J. acusa a otras personas de obsesión por el sexo, ¡tócate las narices!.

Nos habrá tocado vivir la época con menos exigencias y privaciones, pero nadie negará que, también, la más cínica.

Si para algo debería servir este caso, y otros como éste, es para replantearse el tipo de sociedad en el que vivimos y si lo que se ve en la superficie esconde algo mucho más terrible en el fondo. No se hará; si algo tienen claro nuestras élites es que el camino es éste y, como mucho, se difiere en la velocidad en la que hay que transitarlo.

Hace unos años decía una locutora de radio “por fin hemos alcanzado el porcentaje de divorcios del resto de Europa”. Una prueba más de que el único eje de este mundo es Cristo, o con Él o contra Él. Y Occidente entero está en el “contra Él”. ¿Cómo explicarse, si no, ese titular? Un divorcio que, como poco, es un fracaso de los cónyuges y un despertar brutal a la vida adulta de los niños convertido en una señal de progreso.

Cualquier persona de buena fe vería que el tipo de actitudes de “la manada” [no entro a valorar si son culpables, pues el juicio ha dejado las cosas muy confusas] es fruto de unos “valores” que los medios, políticos, películas o revistas llevan años vendiendo como el culmen de la modernidad. Y cuando alguien saca las consecuencias lógicas de ese mensaje y las pone en práctica provoca el rechazo, más fingido que real, de esa misma sociedad.

Decía Thomas Sowell que la liberación sexual no liberó a la mujer sino al sinvergüenza que se acostaba con ella. Efectivamente, hace unos años un desliz amoroso que dejase a la chica en una posición comprometida obligaba al chico a hacerse cargo de sus responsabilidades. Quisieras o no la sociedad empujaba en ese sentido. Para evitar estos compromisos la sociedad “inventó” otra “liberación”, el aborto.

Se entraba así en la época de la soledad, la banalización del sexo, el hombre y la mujer como objeto para proporcionar placer, un placer inmediato y novedoso, y donde una relación animal (5 chicos con una chica en un rellano) sería vista con buenos ojos si hubiese sido consentida: las relaciones sexuales donde se ha excluido el carácter unitivo y procreativo entre el hombre y la mujer, lo que la doctora Vila-Coro definía como “el sexo sin hijos y los hijos sin sexo”.

Para solucionar este problema nuestras mejores cabezas proponen: manifestaciones, manos moradas en las plazas públicas, mensajitos en post-it colgados de un tablón, suministrados por el ayuntamiento, y establecer el día de … Ni en esto es original la sociedad de la luz y la razón, se cambia el santoral por el día de la tierra, de la violencia contra la mujer, etc

Sería cómico si no estuviésemos asistiendo a la destrucción del hombre.

Capitán Ryder