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jueves, 12 de diciembre de 2013

Más sobre Nelson Mandela (José María Iraburu)


Mandela. Oremos por él
Por José María Iraburu 


Nelson Mandela ha muerto, y todos los medios de comunicación mundiales han informado de su vida y de su obra. También han sido y serán frecuentes las celebraciones cristianas ecuménicasque por él se realicen, como la que se anuncia en Madrid, en la Basílica de San Francisco el Grande (10-XII-2013), a la que son invitadas «distintas confesiones cristianas… y también representantes de otras religiones». En la tradición cristiana estas celebraciones funerales suelen ser de acción de gracias, por todo lo bueno que Dios le concedió al difunto, y de oración de súplica por todo lo malo que haya habido en su vida, para que la misericordia de Dios elimine en él toda huella de sus miserias.
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Los datos biográficos de Mandela (1918-2013) han sido recogidos estos días en todos los medios de comunicación. Nacido en Mwezo, Sudáfrica, pertenecía al clan Madiba, era bisnieto del rey Ngubengcuka (+1832), fue abogado, metodista, se casó tres veces y tuvo seis hijos. Líder delUmkhonto we Sizwe, el brazo armado del partido Congreso Nacional Africano, fue arrestado en 1962, pasó 27 años preso en la isla-prisión Robben Island, y liberado en 1990, colaboró con el presidente de Sudáfrica Frederick Willem De Klerk, consiguiendo para la nación en 1994 una considerable reconciliación nacional, en una sociedad política que consiguió superar el anteriorapartheid ignominioso de los negros.
En 1993 recibió, al mismo tiempo que De Klerk, el Premio Nobel de la Paz. Fue el primer presidente negro de Sudáfrica (1994-1999), y mantuvo a De Klerk como vicepresidente primero. En el tiempo de su gobierno estableció la Comisión para la verdad y la reconciliación, encomendando su presidencia a su amigo el arzobispo anglicano de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, también Premio Nobel de la Paz. Además del Premio Nobel, recibió una veintena de Premios internacionales y fue nombrado Doctor Honoris causa por más de diez Universidades de diversos países.
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La acción política de Mandela fué netamente laicista, y en la gran batalla entre la Iglesia Católica y el Humanismo anti-Cristo, recrudecida en la segunda mitad del siglo XX, de la que ya traté en otros artículos de este blog (107) y (108), se alió decididamente con las sociedades y grandes Organismos Internacionales empeñados en la destrucción de la Civilización Cristiana. Resumo algunos informes recientes de la Human Life International, una de las organizaciones pro-vida más importantes del mundo, expuestos en la Revista ARBIL, nº 61.
Consiguió el presidente Mandela, apoyado en su hegemonía política, una ley del aborto libre (1996), que se considera moralmente, después de la de China, la peor del mundo, y que incluye la posibilidad de abortos en menores sin el conocimiento y consentimiento de sus padres. Para conseguir esa ley hubo de imponerse a la abrumadora oposición mostrada en las encuestas realizadas en el pueblo sudafricano. Él ha contado siempre para su obra pro-abortista y anti-conceptiva con el potentísimo apoyo económico y político de la Fundación Rockefeller, el Banco MundialPlannedd Parenthood y de otros poderosos Organismos Mundiales. Logró impulsar la difusión de los anticonceptivos, también entre los menores, suministrados gratuitamente por laHealth Department. El gobierno confió a la dirección de Planned Parenthood la tarea de «enseñar sexualidad» a los sudafricanos desde que son niños. La ley de parejas de hecho (domestic partnership) favorece la formación de diverso tipo de parejas, también de las homosexuales.
Todas esas políticas, y otras de ingeniería social orientadas en la misma dirección, han ocasionado en Sudáfrica el desarrollo de otros muchos males, implantando en esa nación las graves degradaciones que afectan hoy a las naciones más ricas de Occidente, de antigua filiación cristiana, y que a veces son todavía ignoradas en algunos países «sub-desarrollados» (sic). Es posible que estos países, atraídos por el mundial prestigio de Mandela, imiten sus buenos ejemplos de reconciliación nacional, pero también sigan en sus políticas los mismos caminos perdidos que he señalado.
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Asistirán a los funerales de Mandela un gran número de entre los poderosos de este mundo. Y también, como decía al principio, en cientos, en miles de iglesias cristianas, también de la Iglesia Católica, se han organizado y se organizarán honras fúnebres religiosas, ecuménicas a veces, por el difunto Nelson Mandela. Por eso conviene advertir a los católicos que en ellas participen, que den gracias a Dios por todos los bienes que realizó en Mandela y a través de él, y que pidan al mismo tiempo, por la sangre de Cristo Redentor, que haya perdonado al difunto de todo lo malo que en su vida haya realizado en pensamiento, palabra, obra y omisión. Y que pidan también por Sudáfrica, para que se abra más a la salvación de Cristo, y no venga a ser para las demás naciones de África una guía en los caminos del mal.
Oremos por él.

José María Iraburu, sacerdote

Post .–La alerta de este artículo se dirige también especialmente a aquellas Catequesis Colegios católicos, que están inclinados a «dar culto a los ídolos», a los ídolos del mundo puestos en el candelero de la actualidad.

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Añado, además, otros dos artículos, muy interesantes, uno del Padre Jorge, de profesión cura. 


Y otro de D. Juan García Inza, sacerdote: