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lunes, 12 de agosto de 2013

Tiempo y vida: crecimiento (II)




El entregarse de lleno a una tarea, aquí y ahora, con afán y con sosiego, supone previamente (o simultáneamente) el estar a gusto con uno mismo, tal como ha salido de las manos de Dios, conociéndose (sabiendo que cada persona es diferente) y aceptándose, sin resignación (amándose rectamente a sí mismo).

La pregunta que ahora se plantea es: ¿Qué hago yo con lo que he recibido?. Es decir: ¿Qué hago yo con mi vida, tal y como ésta me ha sido dada por Dios? Yo he recibido unos talentos (cada uno ha recibido los suyos, diferentes a los de los demás, y siempre buenos). Estos talentos debo hacerlos producir, en primer lugar, y ponerlos luego al servicio de los demás.

Antes que nada es necesario conseguir estar centrado, siendo uno mismo (bien entendida esta expresión), con una personalidad propia y responsable ante Dios de la propia vida, la cual debe desarrollarse. Según Aristóteles (o algún otro filósofo antiguo, que no recuerdo bien) el sentido de la vida es cubrir la distancia que media entre nuestra existencia y nuestra plenitud. En otras palabras: crecer, madurar. Llega a ser el que eres -decía Píndaro. Y Jesús decía mucho más, y más profundo: "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mt 5,48). En el Nuevo Testamento se lee: "Os exhortamos, hermanos, a que progreséis más"(1 Tes 4,10). Y también: "Ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación" (1 Tes 4,3). 

No debemos olvidar que si bien es verdad que el sentido de la vida conlleva crecer, madurar y perfeccionarse, este crecer es siempre según Dios. Y "Dios es Amor" ( 1 Jn 4,8). Nos desarrollamos y crecemos, y somos realmente nosotros mismos, en la misma medida en que amamos (según se entiende el amor en el Evangelio). Cuando un doctor de la Ley le pregunto a Jesús: "Maestro, ¿qué puedo hacer para heredar la vida eterna?, Él le contestó: ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees tú?. Y éste le respondió: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a tí mismo. Y le dijo Jesús: Has respondido bien: haz esto y vivirás" (Lc 10, 25-28). Es el amor, en definitiva, lo único que nos puede conducir a la vida eterna y lo único, por lo tanto, que hace que vivir merezca la pena

Si nos fijamos bien, en el Antiguo Testamento la referencia que se toma para amar a los demás es el amor a uno mismo. En el Nuevo Testamento se da un paso más. Dice Jesús a sus discípulos: "Amaos unos a otros como Yo os he amado" (Jn 13,34). La referencia para el amor a los demás es el Amor que el mismo Jesús nos tiene a nosotros (un amor que es superior al que nosotros nos tenemos a nosotros mismos, pues ocurre que muchas veces no sabemos lo que queremos ni lo que, de veras, nos conviene). 

El no amarse a uno mismo, el autodesprecio,  es enfermizo y va en contra de la Biblia y del Evangelio"Hijo mío... hazte bien a tí mismo" (Eclo 14,11). "El que para sí mismo es malo, ¿para quién será bueno? Ni él disfruta de sus tesoros" (Eclo 14,5). "No hay peor hombre que el que se denigra a sí mismo" (Eclo 14,6). "No tomes sobre tí peso superior a tus fuerzas" (Eclo 13,2), etc... El valor de la persona humana se señala ya en el Génesis, con toda claridad: "Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gen 1,26). El Nuevo Testamento llega más lejos: "El Reino de Dios está dentro de vosotros" (Lc 17,21). O también: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? Habéis sido comprados mediante un precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Cor 6, 19-20)

Somos realmente importantes porque Dios nos ama. Ésa es la gran razón por la que debemos amarnos a nosotros mismos. No hacerlo sería despreciar la más hermosa de las obras de Dios, que es el hombre; y sería, en realidad, despreciar también a Dios, pues mora en nosotros y le pertenecemos. Se equivocan de pleno todos aquellos que piensan, por una educación defectuosa u otras razones, que la Religión Católica es algo negativo y que se opone a la felicidad del ser humano. Es precisamente todo lo contrario, pues "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad(1 Tim 2,4). Eso sí. No debemos olvidar nunca que nuestra salvación y nuestra felicidad está únicamente en Él: "En ningún otro está la salvación; pues no hay ningún otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4,12). "Porque uno solo es Dios y uno solo también el mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, que se entregó a sí mismo en redención por todos" (1 Tim 2,5-6), "para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es el Señor!, para gloria de Dios Padre" (Fil 2, 10-11).  Y, por más que nos empeñemos, no hay otro camino: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6), nos ha dicho Jesús. 

De ahí, si es que de verdad nos queremos a nosotros mismos,  la importancia de estar en gracia de Dios y de luchar con todas nuestras fuerzas para que Jesucristo sea el todo de nuestra vida. Lo que se dice en la carta a los hebreos: "Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado" (Heb 12,4), es aplicable también a nosotros.De modo que tendríamos que actuar como nos dice San Pedro: "Sed sobrios y vigilad, porque vuestro adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar" (1 Pet 5, 8). 

Porque no todos se salvarán sino sólo aquellos que cumplan la voluntad de Dios, manifestada en Cristo Jesús, Señor nuestro. Por lo tanto, no nos dejemos engañar,  ya que "todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8,34). Y "quien peca, a sí mismo se perjudica" (Eclo 19, 4b). El apartamiento de Dios nos conduce a la tristeza, a la desolación y a la esclavitud. El que peca no se quiere a sí mismo, pues actúa contra su propio ser y se hace un desgraciado. No deberíamos olvidarlo

sábado, 10 de agosto de 2013

Tiempo y vida: tarea (I)




Mi tiempo es mi vida. Perder o ganar el tiempo viene a ser, pues, equivalente a perder o ganar la vida. Pero, ¿qué es perder o ganar el tiempo, en realidad? La expresión: "No me hagas perder el tiempo" es bastante usual. Y está claro que, al usarla, no nos estamos refiriendo al tiempo que marca el reloj.

Normalmente, el ganar el tiempo (lo que se llama aprovechamiento del tiempo) está relacionado con la tarea que se lleva entre manos en ese momento, y que no se quiere interrumpir. En principio, pues, el aprovechar el tiempo  estaría referido a la realización  de una tarea determinada. Y aprovechar el tiempo equivaldría, por tanto, a realizar bien una tarea concreta.

Pero, ¿qué significa realizar bien una tarea? Significa varias cosas, todas las cuales se dan simultáneamente y de un modo natural: Lo primero de todo, estar en lo que se está: la mente está ocupada, única y exclusivamente, en aquello que se lleva entre manos, por muy simple o elemental que parezca. Esto, que a primera vista puede parecer sencillo, requiere una fuerte dosis de disciplina intelectual que, a base de actos repetidos, consciente y libremente, se convierta en un hábito, como una segunda naturaleza, de modo que se actúa siempre así, de un modo natural y casi automático. Eso sí, se trataría de un automatismo adquirido a base de fuertes dosis de voluntad y de actuaciones enérgicas, que suponen la opción firme y decidida por la verdad, o sea, por lo real tal y como es.O, si se quiere, por un aspecto de lo real, el que se refiere a su carácter de presente: aquí y ahora. En este lugar y en este momento. Se puede pensar en el pasado y en el futuro, pero siempre en presente: 



Del pasado se toma nota y se aprende, pero no se siente nostalgia. Fue, pero ya no es: ha sido asimilado, sin rebelión estéril contra uno mismo por no haber sabido dar siempre la talla que se debería haber dado: eso sería una rabieta improductiva, que ancla en el pasado y que impide vivir bien el presente, que es lo único que existe. Cuando se reflexiona correctamente acerca del pasado, los fallos son reconocidos como tales fallos. Se admite que ha sido uno mismo quien los ha cometido. Y punto. Han sido experiencias negativas que se han vivido; pero de ellas se puede y se debe sacar algo positivo y es aprender. Saber (para que no se vuelva a repetir en el futuro) adónde conducen ciertos modos de actuar que no se adecúan a la realidad y que conducen a la destrucción de la propia vida, son autodestructivos.

Para el futuro se hacen proyectos, que sean realistas, adecuados a las propias posibilidades y con la intención firme de llevarlos a cabo: Un llevar a cabo que tiene lugar en el presente: no debe olvidarse. Si se va posponiendo la tarea para el futuro, ésta acaba no haciéndose nunca realidad. Ya conocemos el dicho: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Es preciso ocuparse en el presente, con vistas al futuro. Pero eso sí: no hay que preocuparse por el futuro, en el sentido de inquietarse, de angustiarse.Eso no sirve para nada. Sólo para inmovilizar y bloquearse. Impide vivir con tranquilidad: un no vivir, en definitiva; lo que ocurre cuando uno no acaba de creerse las palabras de Jesús (creer en el sentido de dar vida, de llevar a cabo en la propia vida): "No os inquietéis por el mañana, porque el mañana traerá sus propias inquietudes. A cada día le basta su propio afán" (Mt 6,34).

No es suficiente, sin embargo, estar en lo que se está. Esto nos indica lo que hay que hacer, pero no cómo hay que hacerlo. Y este punto del cómo es muy importante: "No comimos gratis el pan de nadie, sino que trabajamos día y noche, con esfuerzo y fatiga, para no ser gravosos a ninguno. No porque no tuviéramos derecho, sino para mostrarnos ante vosotros como modelo que imitar" (2 Tes 3, 7-9) "Sed diligentes en el deber" (Rom 12,11). "Todavía os exhortamos, hermanos, a progresar más y a que os esforcéis en vivir con sosiego" (1 Tes 4, 10-11). 

No se trata sólo de hacer, y de hacer en el presente (por supuesto). Es preciso ( y necesario) trabajar con afán, con interés, volcándose de lleno en lo que se hace, para hacerlo lo mejor posible; y poner entusiasmo en todo, independientemente del estado de ánimo que se tenga, puesto que de lo que aquí se trata es de un movimiento de la voluntad (de querer) y no del sentimiento (éste no siempre acompaña y no depende de nosotros). Apreciar lo que se está haciendo como lo más importante que puede hacerse. 

Y luego trabajar con sosiego: calma, tranquilidad, confianza, apertura a los demás, al mundo y a Dios, intentando ver las cosas como son, es decir, como Dios las ve: "¿Quién de vosotros, por mucho que cavile, puede añadir un solo codo a su estatura?" (Mt 6, 27). Un sosiego que proviene de la afirmación radical de uno mismo, tal y como es (como Dios lo ha creado) y afirmación, igualmente, de los demás tal y como son. Una afirmación que es amor, en definitiva, y que tiene su consistencia, única y exclusivamente, en Dios, en quien hemos depositado toda nuestra esperanza y toda nuestra vida, que le pertenece sólo a Él. Y Dios no defrauda jamás: "Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura" (Mt 6,33)

miércoles, 7 de agosto de 2013

Poesía de Il Trovatore

A continuación escribo unas poesías que compuse cuando era más joven. Se encuentran recogidas también en mi otro blog "Il trovatore" a razón de tres o cuatro liras cada día. Aquí se encuentran todas recogidas. Salvo ligeros retoques y algún añadido, básicamente coinciden con las que en su momento escribí. 

POESÍA

Lo que se pretende con estas liras es que su lectura sosegada contribuya al acercamiento y al amor a Jesús. En un principio pensaba hacer un breve comentario a cada una de ellas, pero he optado finalmente por dejar esa tarea al posible lector, pues no puedo apresar en conceptos, ni siquiera para mí mismo, lo que quiero expresar. Tan solo puedo añadir, aunque ya se habrá adivinado, que el amado, de quien aquí se habla, es Jesús. Sin Él la vida no tiene ningún sentido.


LAS COSAS CONDUCEN AL AMADO


1. El olor de las rosas
me llegó, paseando por el prado.
Y las vi tan hermosas
que, su aroma inhalado
me llevó, sin notarlo, hasta mi amado.


2. El viento está soplando:
cálido, dulce, suave y amainado.
Y déjame gozando,
en un fuego callado,
hablándome, en suspiros, de mi amado.


3. Si acaso le dejara
marcar ritmo en mi vida, sin demora,
como Él me señalara,
la vida, desde ahora,
tendría la dulzura de la aurora.


4. Por angosto sendero
te he buscado, mi amado, y aún sigo
buscando, porque quiero
poder cenar contigo
un día, y que cenes tú conmigo.


5. Si sólo deseara
saborear en todo tu hermosura;
y si la vida amara,
la noche, aunque oscura,
sería como el alba, clara y pura.


 6. En la antesala, amado,
de tu viña, me estabas aguardando;
y, tu vino gustado,
me dejaba palpando
que tú en él te me estabas entregando.


7. Si tú te me entregaras
por entero, yo todo lo tendría.
Y si en mí te fijaras,
en tí me gozaría
y en locura de amor te seguiría.


8. En tu sola presencia,
tan solo en ella puedo ser colmado;
y todo es carencia,
aunque todo es amado
porque todo tus labios han besado.


9. En el suave perfume,
que desciende del monte a la pradera,
mi huerto se consume
en encendida hoguera
de amor, que gime, vela y siempre espera.


10. Y, en callado respeto
que escucha; y mirando las estrellas
he captado el secreto
que se escondía en ellas
y que hablaba de amores de doncellas.


LA MIRADA DEL AMADO


11. No hay vida sino amando,
pero si en mí no estás de amor no entiendo.
Por eso voy clamando
y, sin cesar, gimiendo,
con ansias tus amores pretendiendo.


12. Amado, en tu mirada
rebosa el corazón, enamorado,
sin nostalgia de nada,
sintiéndose embriagado
y hacia tí todo el ánimo volcado.


13. Pues eres  poesía
y belleza reside en tu mirada,
colmando de alegría,
jamás imaginada,
a todo el que recibe tu llamada.


14. Quemada ya mi nave,
y todo  retroceso eliminado,
compruebo en mí lo suave
del yugo de mi amado,
y a su lado me siento confortado.


15. Mirarte es mi deseo
y ser por tí mirado en mi interior.
Pues, aunque nada veo,
sí sé bien de tu amor
y, por tu ausencia, muero de dolor.


16. Cuando sólo tú cuentes,
porque haya mi cáliz apurado,
sentiré como sientes.
Y, en tus ojos mirado,
veré mi cuerpo todo iluminado.


17. Si, a cambio de mi nada,
tu vida me la das para que viva,
y me das tu mirada,
en mis ojos se aviva
la llama que, en los tuyos, me cautiva.


18. ¡Algún día será
en que se me revele, al fin, mi amado!
Mas, ¿cuándo ocurrirá,
cuándo será saciado
en él, mi corazón atormentado?


19. Avecillas del cielo,
que os despertáis al toque de campana:
decidle, en vuestro vuelo,
que estoy en mi ventana
con ansias de que llegue la mañana.

  
20. Y decidle que muero,
desde que su perfume yo aspirara;
mas decidle primero
que ansío ver su cara
cuando esta noche oscura se pasara


21. Y bien sé qué vería:
sus ojos, que mi rostro iluminaban
como nadie entendía,
pues cuando me miraban
era a él, sin dudar, lo que me daban.


22. Su mirada buscaba,
amorosa, del río en la ribera.
Y, a menudo, quedaba
en una dulce espera
mientras él se escondía tras la higuera.


23. Sintiendo su mirada,
pendiente de la mía y amorosa,
no importa ya mi nada,
ni importa ya cosa
y mi vida la veo muy valiosa.


24. La luz que, de sus ojos,
al corazón atento le llegaba,
quitaba sus enojos
y tal valor le daba
que ya temor ninguno le quedaba.


25. Mi sonrisa brotaba
al sentir en sus ojos la alegría;
ojos que yo amaba,
porque en ellos veía
aquello que antes sólo lo sabía.


26. En la hermosa aventura
que es la vida, a su lado, no temía
hundirme en la espesura,
pues la luz que veía
en sus ojos, los míos encendía.


27. Un día le veré
cuando dejen su canto las cigarras;
y ya no temeré,
sino al son de guitarras
cantaré, entregándole mis arras.


28. Es tu amor lo que anhelo,
la causa de mi dicha adelantada.
Descorre, amado, el velo:
que vea tu mirada
suspirando por mí, y enamorada.


29. A escondidas, mirado,
de la puerta a través del agujero,
por si viera a mi amado,
sus ojos vi primero,
y vi precisamente lo que quiero.


30. Porque en esa mirada,
que recta al corazón se dirigía,
en silencio buscada,
encontré mi alegría
palpando, sin dudar, que me quería.


31. Yo puedo ya mirarme
sabiéndome por tí también mirado.
No puedo avergonzarme,
porque en mí te has fijado
y en tus ojos me he visto valorado.


32. Al fin he comprendido
que estás enamorado de mi amor,
que siempre me has querido,
y siento gran dolor
de no haber respondido con ardor.


33. Mas sé que me perdonas
y que tu amor por mí es verdadero,
sé que no me abandonas;
y lo que sólo quiero
es darme a tí, y darme por entero.


 34. Y es posible esta entrega
si no pierdo de vista tu mirada,
porque de ella me llega
la fuerza deseada
que mantiene mi vida esperanzada


SEGUIRLE EN LA OSCURIDAD


35. De su hermosa presencia,
que tantas veces hoy se desvanece,
cobrar, quiero, conciencia,
cuando el día amanece
y cuando la tiniebla en torno crece.


36. Por estrechos senderos
he buscado, sin tregua, a aquél que amo,
entre los limoneros:
suspirando le llamo,
y acude presuroso a mi reclamo.


37. El mar embravecido
y en la zozobra, casi, de la nave...
... de lo desconocido
un vientecillo suave
llega, y nadie de dónde viene sabe.


38. Y, en lo más escondido,
cuando mi ser entero se conmueve
y parece perdido,
un vientecillo leve
de mi alma el centro lo remueve.


39. Y libre alzo el vuelo,
pues antes un hilillo lo impedía.
Y encuentro así el consuelo
que antes no tenía,
esclavo, cuando libre me creía.


40. Paciencia esperanzada
en él, que impide en mí toda amargura;
y la vida es amada
pues aun siendo muy dura,
de mi amado me dice su ternura.


41. Sintiendo su presencia
en mi huerto, no encuentro vid ni rosa
que le haga competencia;
y compruebo lo hermosa
que es ahora la vida, lo preciosa.


42. Oh, si tú me importaras
más que todo, yo todo dejaría;
ah, y si me besaras...
... mi vida viviría
cantando, pues de tí todo vendría.


43. No sería ya el mismo
habiendo en tu mundo penetrado,
en ese inmenso abismo,
en mi interior hallado,
donde moras, de mí enamorado.


44. Y, en perfecto sosiego,
las cosas de esta tierra yo amaría;
el continuo trasiego
ya no me turbaría
y la gente, en mis ojos, te vería.


RESPUESTA DEL AMADO


45. Si supieras, paloma,
que te quiero, tu llanto cesaría.
Y lejos, a la loma,
allí te llevaría
y, en silencio de amor, te besaría.


RESPUESTA DE LA CRIATURA


46. Pues sé que así me quieres
y lágrimas por mí has derramado,
si tu vida me dieres...
....y pues ya me la has dado,
yo, por tí, sin la mía me he quedado.



COLOFÓN


Necesito, Señor, verte.
Necesito ser tu amigo,
necesito estar contigo...
... y venga luego la muerte.



José Martí


domingo, 28 de julio de 2013

Episcopado acomplejado (Fray Gerundio)


Episcopado acomplejado…
…, desnortado, desviado y mendigando afecto juvenil.

Reconozco que después de ver este vídeo, se me han quitado las ganas de escribir. No puedo hacer comentarios sobre él. Lo dejo al juicio de los lectores.

“Ellos hablan del mundo, porque son del mundo”
“Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas”




Fray Gerundio, 28 de Julio de 2013

miércoles, 24 de julio de 2013

"Se dicen" católicos... ¡pero no lo son! (José Martí)


[Las ideas que siguen están tomadas de algunas de las homilías del padre Alfonso Gálvez, fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote. Sin que sea necesario volver a repetirlo, diré que prácticamente todos los escritos de este blog deben su inspiración a cuanto he aprendido en mi trato directo con él (hace ya muchos años) así como en la lectura de sus libros y en la escucha de sus homilías. Si hubiese algún error en lo que escribo -que espero que no- ése me pertenece a mí en propiedad. Conocí a este santo sacerdote (o debería decir mejor que me conoció) siendo yo un niño: ha influido decisivamente en mi vida y le estoy inmensamente agradecido porque puedo decir, con toda verdad y en presencia de Dios, que mi conocimiento y mi amor al Señor se deben fundamentalmente a él.  Dios ha querido servirse de él para que yo pueda conocerlo y amarlo. Vaya desde aquí todo mi reconocimiento y mi gratitud.]

Existen millones de católicos que piensan que son católicos y que, en realidad, no lo son: la religión que viven nada tiene que ver con el catolicismo. Y así se da el caso, bastante frecuente, de católicos que creen que pueden seguir siendo católicos... y considerar normal, o incluso un progreso, cosas tales como el divorcio, el aborto o la homosexualidad; que ven como algo natural la ordenación de mujeres al ministerio sagrado; que creen sólo en lo que quieren creer y no creen en lo que no quieren creer; que no aceptan la autoridad del Papa; que no creen en la divinidad de Jesucristo o en su Presencia Real en la Eucaristía; que no creen en la virginidad de la Virgen María; que piensan que no existe el infierno o que, si existe, está vacío; que creen que todos los hombres se van a salvar, lo sepan o no, lo quieran o no lo quieran, etc.

Se impone aquí ser sincero; y llamar a las cosas por su nombre: al pan, pan y al vino, vino. Las cosas son como son. En concreto, ser católico es aceptar plenamente las enseñanzas de la Iglesia Católica, las que durante milenios ha enseñado como pertenecientes a la ética cristiana, con todos sus dogmas incluidos. Nos podemos encontrar, por ejemplo, con alguien que dice: Yo soy católico, pero no creo en la divinidad de Jesucristo, porque eso no lo acepta mi razón... pero ¿desde cuándo se ha dicho que el Cristianismo puede caber en los estrechos parámetros del cerebro humano? El Cristianismo es una Religión Revelada y no es algo que hayan inventado los hombres; nada tiene que ver con nuestros gustos personales

Jesucristo se definió a Sí mismo como Verdad:  "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6). "Yo para esto he nacido y para eso vine al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18, 37). De un católico que viva una religión que nada tiene que ver con el catolicismo no se puede honradamente decir que es católico. Será... cualquier cosa pero, desde luego, no es católico (aunque confiese serlo), pues lo que cree y practica nada tiene que ver con la fe católica. Son muchos los que han optado libremente por abandonar a Dios, hay todavía muchos más que piensan que son católicos... ¡y no lo son!  Un católico que admita el divorcio, el aborto, el adulterio, la homosexualidad, ..., ¡es una contradicción!  

El catolicismo de hoy está vacío y sin contenido, falto de verdadera fe. Dios ha sido desplazado por el hombre. Y es que la mentira se ha adueñado del mundo. Cuando Jesús habla del Diablo  dice de él que es mentiroso y padre de la mentira (Jn 8, 44) y le llama príncipe de este mundo ( Jn 12,31).  En la primera carta de San Juan se lee que "el mundo entero está bajo el poder del Maligno" (1 Jn 5, 19). San Pablo en su segunda carta a Timoteo escribía: "Has de saber esto: que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles. Pues los hombres serán egoístas, avaros, altivos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, criminales, desnaturalizados, desleales, calumniadores, incontinentes, salvajes, sin bondad, traidores, temerarios, hinchados, amantes del placer más que de Dios" (2 Tim 3, 1-4).  Y dice más adelante: "Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos, y se apartarán de la verdad volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4)

¿Es que acaso estamos ya en los últimos tiempos? Muchos dirán que no, que esto ha ocurrido siempre; y que el mundo sigue: el mismo Señor dijo que el final sólo Él lo sabe, pero no nos ha sido revelado. Y así es: es verdad que sólo Dios conoce cuándo tendrá lugar la Parusía, la segunda venida de Jesús para juzgar a unos y a otros. Pero, si bien eso es verdad -y por la misma razón- tampoco se puede decir que no estamos en el final de los tiempos. Esto fue lo que dijo Jesús: "Vigilad, porque no sabéis el día ni la hora" (Mt 25,13). "Estad preparados porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Lc 12, 40). Es decir: la última hora será precisamente cuando estemos convencidos de que no es la última hora y que no ha llegado el momento todavía.

No deberíamos tomar a broma estas palabras de Jesús e ignorarlas, como si no hubiesen sido pronunciadas, porque son sus palabras: "El cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24,35). Deberíamos, por lo tanto, estar preparados en todo momento...¡ahora!: "Velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor" (Mt 24,42).

Y el modo de prepararnos es seguir el consejo de San Pablo, que nos decía: "No os acomodéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, de modo que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios, esto es, lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom 12,2), lo que significa cambiar nuestro modo de ver las cosas y aprender a verlas con los ojos de Dios, con los ojos de Cristo Jesús "que se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil 2,8)..."pues muchos andan, según os decía con frecuencia, y ahora tengo que repetiros con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo; su fin es la perdición, su dios es el vientre y su gloria la propia vergüenza, pues son los que saborean lo terreno" (Fil 3, 18-19)

El recto camino, el que conduce a la Vida Eterna, es estrecho y son pocos los que van por él. En cambio, el camino ancho, que conduce a la perdición, es seguido por muchos (Mt 7, 13-14).  Esto es muy importante, hasta el punto de que nos dice San Pablo que "aunque un ángel os anunciara un evangelio distinto del que yo os he anunciado sea anatema" (Gal 1,8). No olvidemos que "somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos también como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transformará nuestro cuerpo de bajeza en cuerpo glorioso como el suyo" (Fil 3, 20-21). Con nuestra vida, crucificada con Cristo, somos anuncios vivientes de la vida, de la muerte y de la resurrección de Jesús. Como verdaderos cristianos, transmitimos los pensamientos y los sentimientos del Señor... "Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis" (Mt 10,8)

La muerte no es el final... sino el principio, ya que no tenemos aquí ciudad permanente: estamos de paso: "Si sólo para esta vida tenemos puesta la esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15, 19). Esto lo sabemos por la fe...Una fe que el mundo ha perdido y, desgraciadamente, también muchos cristianos; una fe que, sin embargo, merece la pena y da sentido y alegría a toda nuestra existencia, tal como dijo Jesús a Tomás: "Dichosos los que sin ver creyeron" (Jn 20, 29). Ahora vivimos en la espera de la segunda venida del Señor: debemos estar preparados en todo momento, pues oímos a Jesús que nos está diciendo: "He aquí que vengo pronto". Y nuestra respuesta no puede ser otra que ésta:  "¡Sí, ven Señor Jesús!" (Ap 22,20)

jueves, 18 de julio de 2013

La Hermenéutica de la Contradicción: Pobreza Rica vs. Riqueza Pobre (Fray Gerundio)


Menos mal que San Juan Evangelista nos contó las quejas de Judas Iscariote, acerca del perfume costosísimo que se había comprado para Jesús. El bueno de San Juan no pudo evitar decir lo que pensaba de Judas: “que no le importaban los pobres”. Recuerdo que un maestro mío de Alcalá le llamaba por eso “Judas El Carota”. Y es que a veces hay que precisar mucho en eso de la obsesión por la pobreza y por los pobres.

Un condiscípulo mío –Fray Cotilla de Santa Marta–, comenzó hace unos años a obsesionarse por ser pobre. Estaba, como la santa, “inquieto y nervioso por tantas cosas”. No había modo de conformarlo, porque todo le parecía ostentación y riqueza. Los Superiores le regalaron una escoba y le nombraron barrendero del Convento, pero la escoba le parecía excesivamente lujosa; fue comprándose escobas cada vez más sencillotas (gastando bastante dinero), y al final tuvo que dejar de barrer porque la escoba más pobre que había encontrado, no barría bien. Nada le satisfacía en sus ansias de pobreza.

Hace poco, ante los nuevos cambios eclesiales, abandonó el convento y anda merodeando por Roma. Parece ser que había encontrado pobre trabajo de barrendero pobre (según él mismo gusta decir) en los apartamentos papales, pero no puede trabajar porque allí no hay nadie. De vez en cuando me informa de los dimes y diretes que se comentan por los pasillos. Me comentaba hace días su decepción al ver que por aquellos lares no se vive la pobreza como debe ser, aunque los consejeros publicitarios del ministerio petrino andan como locos buscando noticias de primera plana. Envió al Santo Padre un pliego de sugerencias para poder vivir mejor la pobreza, pero resulta que se lo ha encontrado en la papelera. Por eso me lo ha enviado para que yo lo lea, a ver si me solidarizo con él.

Dice el bueno de Fray Cotilla de Santa Marta que ha visto en Roma con toda claridad que cada vez se puede ser más pobre y que, por tanto, se podría recolectar más dinero para resolver la pobreza, pero a la hora de la verdad nadie mueve un dedo. Resume así algunas de sus propuestas, explicadas claramente en la despreciada carta. Confieso que su lectura me ha dejado atónito. No las transcribo todas porque, como ya he dicho, en eso de la pobreza nada le satisface completamente.

Dice así:

1. No entiendo cómo se puede elegir un Ford Focus como coche oficial. Muchos pobres darían la vida por tener ese vehículo, que para ellos es un verdadero coche de lujo. ¿No sería mejor un vehículo de dos ruedas con sidecar? ¿O una mula?

2.- No entiendo cómo se puede llevar chófer en el Ford Focus. ¿No sería mejor que lo condujera el mismo interesado? ¿No es un signo de riqueza llevar chófer personal? ¿Cuántos coches de otras mejores marcas van en el séquito detrás del Focus? ¿Se van a comprar muchos más Focus para los monseñores de dicho séquito?

3.- No entiendo cómo se puede enviar a Río de Janeiro el papamóvil en un avión especial, porque supongo que eso cuesta mucho dinero. ¿No se podría haber hecho el recorrido en carreta brasileña y nos ahorramos los enormes gastos de un avión, solamente para el papamóvil?

4.- No entiendo por qué no se hace el viaje a la JMJ en avión comercial y en clase turista, para evitar el gastazo que supone ir en avión propio, proporcionado por las fuerzas armadas italianas. ¿No es eso un lujo? Se puede buscar en internet “vuelos baratos a Río de Janeiro”.

5.- No entiendo cómo se ha podido gastar tanto dinero en el escenario tan feo construido para la misa papal. Además de darle al diseñador un certificado de Arte Horrible y el consejo de que se dedique en lo sucesivo a plantar lechugas, ¿cuánto se le ha pagado?

6.- No entiendo por qué no se suprime la JMJ y se recoge todo el dinero de viajes, organización, montaje, seguridad, policía, mantenimiento, servicios… para los pobres de esas favelas que hay por allí, según nos cuentan.

7.- Los jóvenes entusiastas que han organizado su viaje a Río, ¿no habrían dado gustosamente el dinero a estos pobres?

8.- No entiendo por qué se publica la fotografía del dormitorio en el que va a residir el Santo Padre. A cualquier habitante de las susodichas favelas le parecerá un lujo tener una cama con teléfono al lado y con tanto espacio para una sola persona, mientras ellos tiene que hacinarse –en mucho menos espacio–, varias personas y animales domésticos.

9.- No entiendo el gastazo en guardaespaldas alrededor del santo Padre. ¿No sería mejor prescindir de ellos y dar ese dinero a los pobres? ¿Quién va a querer atentar contra el Santo Padre?
…./……

Confieso que al llegar a este punto se ha terminado mi paciencia y he dejado de leer. Mi amigo Fray Cotilla no tiene ni idea de lo que es la pobreza cristiana. El pobre confunde todo y piensa que se puede ser pobre a base de “gestos”, aunque esos gestos acaben con toda una Institución en la que han reinado santos, que no tuvieron en vilo a los periodistas y que vivieron su pobreza al más puro estilo evangélico, pero sin tener que llegar a vulgarizar el Trono.

Por eso he contestado a vuelta de correo a mi antiguo amigo y le he mandado un ejemplar de mi ya famoso libro que lo explica todo: La Hermenéutica de la contradicción. Si lo lee con atención, podrá explicarse mejor los gestos y los antigestos, la pobreza que en realidad es riqueza y la riqueza que en realidad es pobreza. Todo cabe y todo se explica. Todo cuela y todo se entiende. ¡¡Pobre Fray Cotilla!!


Fray Gerundio, 18 de Julio de 2013

martes, 16 de julio de 2013

Consideraciones sobre la Santísima Trinidad

Es de notar que cuando se dice que Dios se ama a Sí mismo como lo más alto que hay, no se puede sacar de ahí la conclusión de que Dios es un ser solitario, a quien nada le importa que no sea Él mismo. Esta manera de razonar sería blasfema o mejor, señal de no haber entendido nada del misterio de Dios, de su intimidad divina.En el Evangelio no hay ninguna expresión en la que se hable de que el Padre se ama a Sí mismo como Padre ni de que el Hijo se ame a Sí mismo como Hijo.

Nada hay en el Hijo que no haga referencia a su Padre: "¿No sabíais que debo ocuparme de las cosas de mi Padre" (Lc 2,49). "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra" (Jn 4,34). Su Vida entera es un testimonio perfecto de la Vida de su Padre: "Mi Padre vive y Yo vivo por mi Padre" (Jn 6,57). Cuando Jesús decía: "Aún no ha llegado mi hora" (Jn 2,5) se refería a la hora que el Padre le había señalado. Tanto les había hablado a sus discípulos de su Padre que Felipe, en una ocasión, le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta" (Jn 14,8).

Por eso el Padre, desde la nube, manifestó: "Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco. Escuchadle" (Mt 17,5), ya que el Padre tampoco hace referencia a Sí mismo como Padre. El Padre ama al Hijo: sus palabras van siempre referidas a su Hijo; o mejor aún, el Hijo es la Palabra del Padre. En el Hijo el Padre se nos ha revelado a Sí mismo. Nos lo ha dicho todo y nada le ha quedado por decir, como dijo Jesús a Felipe: "El que me ha visto a Mí ve al Padre" (Jn 14,9). Y en otra ocasión: "Yo y el Padre somos Uno" (Jn 10,30).


El Hijo (que es Dios) ama al Padre (que es Dios) y es amado por Él. En ese sentido se puede decir que Dios ama a Dios o que Dios se ama a Sí mismo. Y esta Unión amorosa entre Padre e Hijo, Unión absolutamente Perfecta, es igualmente Dios, sin confundirse ni con el Padre ni con el Hijo. Es la tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, nexus duorum, nexus Patris et Filii, consustancial al Padre y al Hijo, de los cuales procede. Es el mismo y único Dios, pero una Persona diferente.

Dondequiera que esté el Espíritu de Dios ahí está Dios mismo como Trinidad. No es posible hablar del Espíritu Santo sin hablar del Padre y del Hijo. Refiriéndose al Espíritu se dice que "no hablará de Sí mismo, sino que hablará de lo que oiga y os anunciará lo que ha de venir. Él me glorificará porque recibirá de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío; por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo dará a conocer" (Jn 16,13).

Esto tiene para nosotros una importancia fundamental, vital, pues "el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rom 5,5). Según San Pablo somos templos de Dios y el Espíritu de Dios habita en nosotros (1Cor 3,16): "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?" (1 Cor 6,19). El Señor lo decía con gran claridad: "Si alguno me ama guardará mi Palabra. Y mi Padre lo amará. Y vendremos a él y haremos morada en él" (Jn 14,23). En este sentido podemos decir, con San Pablo, que "somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos también como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transformará nuestro cuerpo de bajeza en un cuerpo glorioso como el suyo" (Fil 3, 20-21)

En la primera carta de San Juan podemos leer que "Dios es Amor" (1 Jn 4,8), palabras reveladas acerca de lo que es Dios que sólo el misterio intratrinitario es capaz de explicar plenamente (aun dentro del misterio, que no deja de serlo).

Dios, al revelarse como Uno y Trino, se nos ha revelado como Amor. Y el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, puede ahora comprenderse a si mismo; ahora sabe que ha sido creado por el Amor (que es Dios)... para amar y para ser amado. Esa es su vocación, la vocación de toda persona que viene a este mundo, lo que da sentido a la existencia: sólo el amor y siempre el amor; entendido, claro está, como Dios lo entiende, es decir, como unión de vidas mediante la entrega total, en reciprocidad, de las personas que se aman. Por eso nadie es más plenamente él mismo que cuando ama, cuando vive conforme al Espíritu y a las enseñanzas de Jesús, asemejándose así al Hijo, en quien el Padre ha querido dárnoslo todo.

lunes, 15 de julio de 2013

Consideraciones sobre el pecado (José Martí)

Según Santo Tomás de Aquino dos son las componentes del pecado: aversio a  Deo et conversio ad creaturas (apartamiento de Dios y apego desordenado a las criaturas). Cuando el alma peca se adhiere  a algunas cosas que van contra la luz de la razón o de la ley divina. Y en ese sentido queda manchada (metafóricamente hablando) por el pecado. El alma pierde su esplendor.

Si yo me arrepiento de mis pecados, en lo más hondo de mi corazón; y me propongo con toda firmeza no volver a pecar; y me confieso de ellos con un sacerdote, sé que esos  pecados quedan perdonados, en el sentido de destruidos, aniquilados: no hay mancha del pecado cometido porque ha sido borrada, eliminada.


Para los protestantes, en cambio, el pecado no desaparece. Diríamos simplemente, que Dios mira para otro lado, pero el pecado sigue estando ahí.

Por otra parte, y siguiendo a Santo Tomás, resulta que si yo he pecado en el pasado, ni siquiera Dios puede convertir una acción que tuvo lugar en una acción que no tuvo lugar, pues eso sería una contradicción. Pudiera parecer, entonces, que los protestantes tienen razón. Si ha habido pecado, no se puede decir que no ha habido pecado. Luego el pecado está ahí, no desaparece: ni siquiera Dios mismo puede decir que tal pecado no ha ocurrido.

"Mi" razonamiento para resolver esta cuestión es el siguiente:

Lo primero de todo, debe distinguirse entre la acción de cometer un pecado y el pecado cometido.

Con relación a la acción de pecar, esta bien claro que si ésta ha ocurrido, es imposible afirmar que no ha ocurrido. Ahora bien: la acción de pecar conlleva que la persona que comete esa acción está en pecado. El pecado es un alejamiento de Dios. Jesucristo, con su muerte en la Cruz por Amor, tomó sobre sí el pecado de toda la humanidad destruyendo, en Sí mismo, ese pecado. Se presentó ante su Padre como "pecador", no habiendo Él cometido ningún pecado. 

Toda la humanidad está representada en Cristo. La ofensa del hombre a Dios era infinita y sólo un ser infinito podía repararla. El hombre no lo es, de modo que esta reparación hubiera sido imposible... pero Dios se hace hombre en la Persona de su Hijo y como hombre ofrece el sacrificio agradable a Dios que puede reparar la ofensa cometida, puesto que también es Dios y su sacrificio tiene un valor expiatorio infinito. El hombre (unido a Jesucristo) se puede presentar ahora puro y sin pecado ante el Padre (pues vuelve a ser amigo de Dios y el pecado es enemistad con Dios). 

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[Hago aquí un paréntesis, porque viene a cuento hablar de ello, aunque se trate de otro tema, pues lo considero de una importancia fundamental. Y es que aunque la salvación teóricamente es ya posible para todo hombre, sin embargo sólo en la unión con Jesucristo se hace efectiva esa salvación; unión en la que cada uno tiene que poner de su parte. Dicho de otro modo: La Salvación SE OFRECE a todo hombre, pero éste tiene que aceptarla. Hay una REDENCIÓN OBJETIVA, que está ahí para quien la quiera aceptar. Y hay una REDENCIÓN SUBJETIVA que, si se rechaza, no puede actuar. De ahí la importancia del PRO MULTIS  en la Consagración del vino. La traducción correcta de las palabras de Jesús es: "Ésta es mi sangre de la nueva Alianza que es derramada POR MUCHOS para remisión de los pecados" (Mt 26,28). No dice "por todos los hombres" como puede leerse en algunas traducciones erróneas, pues eso daría lugar a pensar que todos los hombres se salvan, lo sepan o no lo sepan, lo quieran o no lo quieran... No es ésa la Redención cristiana, para la cual Jesús cuenta con nosotros. Al fin y al cabo, se trata de un misterio de Amor; y el amor no puede imponerse; o dejaría de ser amor. El hombre, ahora, tiene la posibilidad de salvarse ... si quiere (antes no tenía esa posibilidad). Esa es la idea correcta acerca de la salvación.]
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Concluyendo: aunque el hombre comete pecados, y éstos han sido cometidos para toda la eternidad; y nunca se podrá decir que no fueron cometidos, sin embargo, a través del bautismo (primero) y de la confesión después (a lo largo de la vida) dichos pecados son realmente perdonados "como si" nunca hubieran existido, pues el hombre sin pecado es una "nueva criatura" en Cristo Jesús (Gal 6,15). Esos pecados han desaparecido verdaderamente, pues no hay en el hombre ningún resquicio de enemistad con Dios. Dios puede mirar al hombre y "verlo" realmente puro (pues es a su propio Hijo a quien ve: misterio del Cuerpo Místico), lo que sería imposible si hubiese pecado en él (1).

De modo que no es que Dios mire para otra parte para no ver el pecado del hombre, sino que realmente cuando mira al hombre (redimido por Jesucristo) lo ve  puro y sin pecado. Dios ve a su Hijo que ha asumido el pecado de toda la humanidad, acepta su sacrificio (actualizado en la Misa constantemente) y perdona a los hombres.

Como he dicho al principio, a esta solución he llegado partiendo de la distinción entre la acción de pecar (como tal acción, que es un hecho que, al haber ocurrido, no se puede decir que no ha ocurrido) y el propio pecado, al que queda esclavizado el hombre que peca: de éste sí que puede ser liberado, si quiere,  y pasar de la enemistad a la amistad con Dios, en Jesucristo.

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(1) En realidad, queda lo que se conoce como reato de culpa. Para entenderlo puede valer el ejemplo de un clavo en la pared. Aunque yo quite el clavo, queda el raspón de la pared; y éste lo tengo que reparar. Pero el clavo ya no existe. En la analogía el clavo sería el pecado, que desaparece, y el raspón en la pared sería el reato de culpa, que se refiere a la obligación de satisfacer por la culpa y repararla, restituyendo a Dios el honor quebrantado, mediante un voluntario abrazarse al dolor, buscado o aceptado, bien durante la vida presente o bien en el purgatorio. Esos sufrimientos, voluntariamente aceptados, además de servir para purificarnos, son importantísimos para unirnos a Jesús y ser, de algún modo, corredentores con Él, en conformidad con lo que decía San Pablo: "Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24)

José Martí

Secuencia de Pentecostés



Ven, Espíritu divino, 
manda tu luz desde el cielo. 
Padre amoroso del pobre; 
don, en tus dones espléndido; 
luz que penetra las almas; 
fuente del mayor consuelo.


Ven, dulce huésped del alma, 
descanso de nuestro esfuerzo, 
tregua en el duro trabajo, 
brisa en las horas de fuego, 
gozo que enjuga las lágrimas 
y reconforta en los duelos.


Entra hasta el fondo del alma, 
divina luz, y enriquécenos. 
Mira el vacío del hombre 
si tú le faltas por dentro; 
mira el poder del pecado 
cuando no envías tu aliento.


Riega la tierra en sequía, 
sana el corazón enfermo, 
lava las manchas, 
infunde calor de vida en el hielo, 
doma el espíritu indómito, 
guía al que tuerce el sendero.


Reparte tus siete dones 
según la fe de tus siervos; 
por tu bondad y tu gracia 
dale al esfuerzo su mérito; 
salva al que busca salvarse 
y danos tu gozo eterno. Amén.