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sábado, 27 de febrero de 2021

Cuaresma: un tiempo de preparación para la Semana Santa (José Martí) [1]

LA POESÍA OLVIDADA


Para prepararnos a conciencia en esta cuaresma debemos de tener "in mente" las primeras palabras de Jesús en el comienzo de su vida pública: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15). Esta conversión, si llega a producirse, conlleva un cambio radical en nuestra vida, la cual se transforma así en una maravillosa aventura con un único objetivo: conformarnos a Jesucristo, de modo que Él sea nuestra vida.

El cumplimiento de ese objetivo no nos va a caer de la chimenea; es una empresa en la que tenemos que consumirnos día a día y minuto a minuto ... pues aun cuando se trate de un don inmerecido, de una gracia, requiere que pongamos de nuestra parte, puesto que estamos hablando de amor: del amor de Dios hacia nosotros y del amor de nosotros hacia Dios.

Dos puntos a tener en cuenta. Primero, la necesidad de la gracia de Dios, sin la cual sería imposible este cambio, aunque tenemos la seguridad de que se nos concederá, si la pedimos con fe. Necesidad, por lo tanto, de la oración: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; y el que busca halla, y al que llama se le abre" (Lc 11, 9-10). Y añade: "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden?" (Lc 11, 13). Además, "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4).

En segundo lugar debemos saber que Dios no nos va a salvar, sin más. ¿Por qué? Porque Dios es Amor y éste debe de ser recíproco, por la propia esencia del amor. De que Él nos ama no nos cabe la menor duda. Falta que nosotros le amemos a Él. ¿Y cómo podemos demostrarle que le queremos? Pues esto es lo que nos dice el Señor: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos" (Jn 14, 15). "Quien acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama" (Jn 14, 21a). Y prosigue: "Y quien me ama, será amado por mi Padre y Yo lo amaré y me manifestaré a él" (Jn 14, 21b). San Juan, por otra parte, nos dice: "Éste es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos. Sus mandamientos no son pesados" (1 Jn 5, 3), lo que viene a ser un recuerdo de lo que Jesús ya nos había enseñado: "Tomad sobre vosotros mi yugo (...) pues mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11, 29-30).

De manera que tienen que darse juntos ambos componentes: la gracia de Dios, sin la que nada podemos; y nuestra correspondencia a esa gracia, sin la cual imposibilitamos a Dios que nos conceda la salvación. No tenemos que asustarnos ante el esfuerzo que esto supone, pues "fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación os dará la fuerza para que podáis superarla" (1 Cor 10, 13).

Por lo tanto, oración y vigilancia:"Vigilad y orad, para no caer en la tentación; pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mt 26, 41).

El seguimiento de Jesús no es fácil: "Si alguno quiere venir en pos de Mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Pues quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mi amor, la encontrará" (Mt 16,24-25). Pero merece la pena seguirle: "Todo el que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campo, por mi Nombre, recibirá el ciento por uno [ya en esta vida, según Mc 10,30] y gozará de la vida eterna" (Mt 19, 29). Y no olvidarnos de la penitencia: "Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis" (Lc 13, 3).

La vida es un "valle de lágrimas", con grandes sufrimientos, debido al pecado, pero gracias a Nuestro Señor Jesucristo, tenemos ahora la posibilidad de enjugar esas lágrimas: no estamos abocados a la nada ni a la perdición, sino que nuestra vida tiene el más maravilloso de los sentidos, que consiste no sólo en saber que Dios nos ama, en Jesucristo, sino que también nosotros podemos amarle a Él ... siempre que poseamos su Espíritu, el cual debemos de pedírselo, con abundantes lágrimas, de manera que cuando venga el Hijo del Hombre en la gloria de su Padre, con sus ángeles, podamos ser retribuidos cada uno según sus obras (Cfr Mt 16, 27).

En las próximas entradas de este Blog iré colocando algunas de mis poesías, las del libro que he titulado "La poesía olvidada". Pienso que el amor divino-humano requiere de la poesía para ser expresado del modo más conveniente, aun sabiendo que tal expresión va a quedar siempre infinitamente por debajo de la realidad que pretende expresar. No obstante, Dios conoce los corazones de las personas y, con su Amor, convertirá esa pobre poesía en otra que sea digna de Él y que durará por eternidad de eternidades.


LAS COSAS CONDUCEN AL AMADO

1. El olor de las rosas

me llegó, caminando por el prado.

Y las vi tan hermosas

que, su aroma inhalado

me llevó, sin notarlo, hasta mi amado.


2. El viento está soplando:

cálido, dulce, suave y amainado.

Y déjame gozando,

en un fuego callado,

hablándome, en suspiros, de mi amado.

José Martí



Cómo conseguir el libro

- El libro (1ª edición) puede conseguirse en la librería Diocesana de Murcia capital (968212489) y  en la Diocesana de Cartagena (968521709).  Pueden realizarse encargos en esos números de teléfono. El precio del libro en estas tiendas es de 10 euros.

- También en la librería González-Palencia (Tel 968242829). Disponible en tienda o en la web:

https://www.diegomarin.com/9788418009617-poesia-olvidada-la.html (Precio libro 9, 51 €)

https://www.diegomarin.com/la-poesia-olvidada.html (Precio e-book 4,13 €)

-  La 2ª edición del libro (versión corregida y aumentada) puede adquirirse en Amazon (edición impresa 13,55 euros y precio Kindle 2,69 euros)