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lunes, 11 de marzo de 2019

El Vaticano aprueba un fármaco para transexuales (Carlos Esteban)



La Santa Sede, a través de la Pontificia Academia para la Vida, ha dado su aprobación a un fármaco que bloquea la pubertad y usan los padres de niños ‘transgénero’.

La moda transgénero está causando estragos entre niños demasiado pequeños para poder decidir ninguna otra cosa pero sí, curiosamente, mutilarse a sí mismos y medicarse de por vida en busca de la quimera de llegar a tener el sexo contrario al propio. Es un macabro ‘MeToo” de consecuencias impredecibles que marcarán al sujeto para siempre y que ignora que entre el 80% y el 90% de los niños con disforia previa a la pubertad supera sin ninguna intervención y de forma espontánea esos impulsos posteriormente.

Y ése es exactamente el problema: la pubertad, la edad en que se definen las tendencias sexuales. Eso es lo que los transexualistas quieren evitar a toda costa, para lo cual se han creado los ‘bloqueadores de la pubertad’, fármacos que desactivan las hormonas que naturalmente inician el proceso. Imaginen las consecuencias de tan bárbaro atentado ‘médico’.

Aunque no a efectos legales, a efectos morales eso es abuso infantil, y de la peor especie, un campo en el que la Iglesia debería ser no sólo firme, sino abiertamente beligerante y ‘obsesiva’ con “esto que hacéis a algunos de mis pequeñuelos”. Por eso es una sorpresa y un escándalo que la Santa Sede, lejos de poner el grito en el cielo contra esta monstruosidad, haya aprobado uno de estos fármacos que ya suministra la Seguridad Social italiana. Lo cuenta Vatican News, el sitio oficial de la información vaticana, que atribuye la decisión a la bioeticista Laura Palazzani, miembro de la Pontificia Academia para la Vida.

Naturalmente, el fármaco en cuestión, la TRP-Triptorelina, se dispensará de forma controlada, ya saben, ‘caso por caso’, que parece ser la fórmula elegida por los renovadores para darle la vuelta a las doctrinas de la Iglesia.

En la literatura con respecto al fármaco puede leerse que lo administran a “niños […] que desean cambiar de sexo”, siempre “en presencia de un profundo sufrimiento de los chicos con psicopatologías psiquiátricas”. Pero la Iglesia no puede pensar que es posible cambiar de sexo. Ni siquiera es defendible científicamente, pero antropológica y teológicamente es la absoluta negación del concepto católico de los sexos.

“Hombre y mujer Dios los creó”, estamos hablando del origen, de lo más básico, de lo que, por apelar a una de las causas más caras al corazón de Francisco, nos une a las demás religiones en un perfecto consenso. ¿Se equivoca Dios?

Naturalmente, como cualquier otro fármaco aprobado, la famosa farmacia vaticana dispensará este tóxico junto a las cremas y a las fragancias de lujo libres de impuestos que la convierten en codiciada meca para los romanos en esta Iglesia “pobre para los pobres”.

Carlos Esteban