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miércoles, 14 de marzo de 2018

EL PASTOR PERDIDO. CÓMO EL PAPA FRANCISCO ESTÁ INDUCIENDO AL ERROR A SU GREY. POR PHILIP LAWLER.


“Cada día rezo por el papa Francisco. Y cada día (exagero, pero solo levemente), el papa Francisco hace otra observación de la que se deduce que no aprueba a los católicos como yo. Si el Santo Padre me reprendiera por mis pecados, no tendría de qué lamentarme. Pero en sus homilías en la Misa de la mañana en Santa Marta me reprocha -y conmigo a miles y miles de otros católicos fieles- por ser atacados, y a veces sufrir por las verdades que la Iglesia ha enseñado siempre”.
¿Cuántos de los que me están leyendo podrían suscribir estas palabras? Muchísimos, creo. Pero no soy yo quien las ha escrito: son las primeras palabras de un buen libro, The lost sheperd [El Pastor perdido], de Philip Lawler, un católico estadounidense de gran valor. En 1996 fundó un sitio online de noticias, el primero del género, el Catholic World News, y Catholic Culture. Fue el primer director laico del diario diocesano de Boston, The Pilot, y fue candidato al Senado, escribió cinco libros y colaboró y colabora con diarios del rango del Wall Street Journal, Los Angeles Times y Washington Post. En síntesis, todo se puede decir de él, excepto que sea un católico marginal o un tradicionalista.

Ahora ha escrito un libro para expresar lo que percibimos en muchos: una molestia creciente ante palabras, comportamientos, acciones y elecciones de la cúspide de la Iglesia. 
“He sido uno de los millones producto del efecto Francisco, entusiasmado por su visión... mientras pasaba el tiempo, pero el tono y también el contenido de las declaraciones públicas del Papa antes me dejaba perplejo, después me producía inquietud. Durante meses mi trabajo de reportero de las noticias diarias del Vaticano me obligó a hacer todo lo posible para asegurar -a mis lectores y a veces a mí mismo–, que a pesar de sus comentarios a veces alarmantes Francisco no era un radical, no estaba guiando a la Iglesia lejos de las antiguas fuentes de la Fe. Pero gradualmente, con renuencia, he llegado a la conclusión que lamentablemente era así”.
¿Por qué hablar de un libro que no sé si será jamás traducido en italiano, y que en consecuencia puede interesar a una parte más bien limitada de los lectores de Stilum Curiae? Porque leyéndolo –y agradezco al autor, que no conozco personalmente, por haberme permitido hacerlo– me he reconocido en muchas de las cosas que escribe, sobre todo en su recorrido y en la creciente desilusión que me acompañó en estos cinco años. Una desilusión sobre todo humana: no tanto a la política o a las políticas, aunque éstas son ciertamente y siguen siendo altamente discutibles, en cuanto a la calidad humana de la persona que se manifestaba gradualmente con sus gestos, sus artimañas, sus elecciones de hombres y de tiempos, y sus silencios.

Así, como tantos otros, y como quien escribe, Philip Lawler ha tenido que admitir para sí mismo y luego para los demás que 
“el Romano Pontífice debería ser un foco de unidad en la Iglesia. Lamentablemente, Francisco se ha convertido en fuente de división. Hay dos razones para este desarrollo infeliz: el estilo de gobierno autocrático del Papa y la naturaleza radical del programa que está llevando sin parar. El estilo autocrático, que contrasta fuertemente con las promesas de un gobierno sinodal y colegial, jamás ha sido tan evidente como en enero de 2017, cuando arrojó a la basura el estatus de una antigua Orden católica independiente y soberana, los Caballeros de Malta”. Como ha advertido Sohrab Ahmari en el New York Times, los conservadores están por un lado y el papa Francisco por el otro. “Pero un Papa no debería estar en ‘un lado’ del desacuerdo en el interior de la Iglesia”.
Lawler escribe – en forma casi profética, si se piensa en el congreso que el 7 de abril próximo discutirá en Roma también estos temas- que “una comprensión correcta de los límites de la autoridad papal ayudaría a resolver la crisis actual. El obispo de Roma no es un potentado solitario, sino el líder del Colegio de los Obispos”, como bien ha aclarado Lumen Gentium. Francisco no ha enseñado herejías, según Lawler, pero “la confusión que ha provocado ha desestabilizado a toda la Iglesia. Los fieles han sido inducidos a cuestionar en sí mismo aquello en lo que creen, su fe. Mirando a Roma y buscando una guía, encuentran más preguntas, más confusión”.

Me detengo aquí. Les aconsejo leer, a los que pueden y quieren, The lost Sheperd [El pastor perdido]. Que Dios ayude a él y a nosotros a encontrarnos, pero esta vez unidos.

Publicado originalmente en italiano el 9 de marzo de 2018, en: www.marcotosatti.com/…/il-pastore-perd…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino

Marco Tossatti