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miércoles, 21 de marzo de 2018

Conversando con Jesús: Liturgia [9 de 22] (José Martí)





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Señor, todo el mundo observa -y así se ve en todas las imágenes- cómo el papa Francisco muy raramente se arrodilla ante la Eucaristía. Algunos han comentado que esto se debe a alguna discapacidad física, pero él ha demostrado en varias ocasiones que es perfectamente capaz de arrodillarse, como cuando lavó los pies a musulmanes en Jueves Santo.

Decididamente está cambiando la liturgia y, además, está haciendo uso de su "autoridad magisterial" diciendo que tal reforma litúrgica es irreversible. Pero ¿realmente es irreversible la Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II?. Lo irreversible -aunque esto se ha ocultado- es la Misa de siempre, la Misa Tradicional. ¿O acaso son preferibles los espectáculos como los que tuvieron lugar en las JMJ de Cracovia de 2016? Asimismo, son incontables los despropósitos que salen de su boca. Está confundiendo y haciendo mucho daño al pueblo cristiano [no juzgo sus intenciones, sino que analizo los hechos], como puede leerse también aquí. Con el lenguaje que utiliza confunde a mucha gente, condenando a aquellos católicos que, según él, están “fanatizados” con la claridad doctrinal. Podemos verlo también aquí.

Por otra parte, la Eucaristía es menospreciada (aquí), se desconoce el valor de la Misa de siempre (aquí) la anterior al Concilio Vaticano II, en la que se hace más patente su valor sacrificial, la cual
 nunca ha sido abolida, como así lo afirmó con carácter apodíctico Benedicto XVI, en su carta apostólica Summorum Pontificum, en forma de Motu Propio [ver aquí y aquí].

Sin embargo, se nos ha hecho creer que tal misa era cosa del pasado y que, como tal, había que olvidarla ... Todo ello ha sido debido, en gran medida, a las influencias modernistas que estuvieron presentes en todo momento en el desarrollo del Concilio Vaticano II (también aquí). Todo esto está abundantemente documentado, con información fidedigna. Y dado que el modernismo fue definido por el papa san Pío X como la suma de todas las herejías no podemos menos que inquietarnos y quedarnos perplejos ante la permisividad reinante que ha existido en la Iglesia en muchos aspectos, pero en concreto en lo que concierne a la Liturgia, desde el Concilio Vaticano II (aquí, aquí, aquí

Se han cometido muchos disparates litúrgicos ... aunque lo peor del caso es que Roma no ha intervenido, condenándolos. El Vaticano condena, en cambio, a quienes son fieles a la Tradición de la Iglesia (aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y un sinfín de etcéteras).

Ciertamente es como para quedar perplejos ... sí, perplejos, pero no desesperados, porque tenemos tus palabras y la seguridad de que las puertas del Infierno no prevalecerán contra tu Iglesia (Mt 16, 18) y sabemos, por la historia, que siempre has hecho surgir santos en aquellas épocas de crisis, como es la nuestra, en la que parece que la Iglesia se va a pique y todo vaticina su desaparición, humanamente hablando, en el curso de dos o tres generaciones, como mucho, debido a los ataques, más fuertes que nunca, a los que se ve sometida.

Y sin embargo, tales acontecimientos adversos, por alarmantes que puedan parecernos (¡y lo son!) no deben ni pueden constituir nunca una justificación, en la que podamos escudarnos, para perder nuestra fe y nuestra confianza en Tí, porque Tú fuiste muy claro y advertiste a todos aquellos que quisieran seguirte: Ya sabéis que "si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15, 20). Es más: "Se acerca la hora en la que quien os dé muerte piense que así sirve a Dios" (Jn 16, 2). Y también: "Os digo esto para que cuando llegue la hora os acordéis de ello, de que ya os lo anuncié" (Jn 16, 4). De manera que no tenemos por qué escandalizarnos, pues tal es nuestra condición por el mero hecho de ser cristianos y discípulos tuyos. San Pablo nos lo recuerda igualmente: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución" (2 Tim 3, 12).

Si tuviéramos fe todo esto que ocurre debería de constituir un motivo de alegría, tal y como sucedió con los primeros cristianos, comenzando por tus apóstoles. Éstos se enfrentaron al Sanedrín, el cual les había ordenado expresamente que no enseñasen en Tu nombre, y respondieron al Sumo Sacerdote: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). Y cuando les azotaron, ordenándoles nuevamente que no hablaran en el nombre de Jesús, "se retiraron gozosos de la presencia del Sanedrín por haber sido dignos de sufrir ultrajes a causa de su nombre" (Hech 5, 41) ... O sea, ¡a causa de Tí!  ¡Concédeme, Señor, ya desde ahora, la fe y la fortaleza que necesito para que, llegado el momento, si tal fuese tu voluntad, que prefiera la muerte antes que renegar de tu amor! Esta gracia la pido también para todos los que, al igual que yo o mucho mejor (con toda seguridad) se esfuerzan en ser católicos de verdad y fieles a Tí en todo.

Reconozco que me he desviado un poco del tema del que hablaba contigo, el referente a la Liturgia; así que continúo. En mi opinión -que no vale mucho, pero tengo el aval de que es conforme con lo que siempre se ha practicado durante casi dos mil años en la Iglesia- se hace preciso volver a la misa Tradicional la cual, como bien dijo Benedicto XVI (el actual cardenal Ratzinger) en Summorum Pontificum, nunca ha sido abolida.

Pienso, por otra parte, que se le está dando demasiada importancia al Concilio Vaticano II ... ¡Y no debería de ser así! Es el concilio número veintiuno. Ha habido veinte concilios anteriores. Y ninguno ha negado aquello que ha sido definido dogmáticamente por el Concilio anterior, conscientes de que tales definiciones dogmáticas estaban realmente inspiradas por el Espíritu Santo. 

Lo curioso del Concilio Vaticano II es que nació como un Concilio meramente "pastoral",  con la intención expresa y el propósito de no dar ninguna definición dogmática nueva. Por desgracia, los hechos son incontrovertibles y están dejando aflorar lo que, a modo de cizaña - y como caballo de Troya- estaba ya muy bien escondido -y disimulado- en varios documentos de dicho Concilio (documentos cuyo estudio profundo lleva a la conclusión de que suponen una ruptura -y no una continuidad- con la Tradición anterior) cuya puesta en práctica por el actual Pontífice (que cuenta, en realidad, aunque no lo parezca, con la aquiescencia de todos los Pontífices habidos en el Vaticano, desde el papa Juan XXIII en adelante) está llegando a una situación límite que es ya, prácticamente, insostenible.

Mucho se ha escrito sobre el CVII, pero hay un libro de especial interés cuyo título es  Concilio Vaticano II: Una explicación pendiente, del cardenal Brunero Gherardini [fallecido en septiembre del pasado año 2017] cuya lectura es de gran provecho (aquí y aquí) en todos los sentidos, para tener las ideas claras y saber a qué atenernos, para aprender a discernir, como bien dice el papa Francisco ... y en esto tiene toda la razón, si tal discernimiento se usa, como debe ser, con vistas al conocimiento de la verdad que es lo que, en definitiva, cuenta. Esto es muy importante, porque si la Iglesia hiciera suyas las ideas del mundo, entonces la Verdad no estaría en ella. Sería bueno, a este respecto, releer el Conmonitorio, de san Vicente de Lerins (aquí).

Señalo a continuación unas cuantas entradas de este blog relacionadas con el tema litúrgico:


Dogma, Liturgia y Moral católicas, según Sagradas Escrituras y Tradición, no son cambiantes (Padre Santiago Martín) 

NOVUS ORDO MISSAE: Carta de los cardenales Ottaviani y Bacci al papa Pablo VI (comentado por mí) 


GESTOS (Capitán Ryder) 

La reforma de la reforma de la reforma (Infocaótica)

CINCO AÑOS DE HUMILDAD (Capitán Ryder)

Continuará