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lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (23) [Conclusión]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Después de todo lo que se ha comentado hasta este momento, pienso que podemos asegurar, con pleno conocimiento de causa, que católicos, judíos y musulmanes no creen en el mismo Dios, por más que se nos quiera vender otra cosa [incluso desde las más altas Jerarquías de la Iglesia Católica, por desgracia]


En el CASO DE LOS JUDÍOS dice el papa Francisco en su exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: "Los cristianos no podemos considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluímos a los judíos entre aquellos llamados a dejar a los ídolos para convertirse al verdadero Dios. Creemos junto con ellos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común Palabra revelada" (num 247)


Pero eso es un error, y además, de  graves consecuencias para los fieles católicos, porque los actuales judíos, según sus propios textos, se rigen por el Talmud y no por lo que nosotros conocemos como la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, que han sido desplazados por la autoridad de los rabinos,  los cuales ni guardan la Ley de Moisés ni se someten a ella. Y los judíos siguen a los rabinos y no el Antiguo Testamento. En cualquier caso, incluso aun cuando siguieran el AT, que no es el caso, siguen sin reconocer a Jesucristo como el Mesías prometido, cuando está claro que en Él se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento. 



Por otra parte, el Talmud, que se ha convertido, de hecho, en la única guía religiosa de los judíos de hoy en día, está lleno de blasfemias contra Jesucristo y su santísima Madre, la Virgen María. Si no creen en Cristo y, además, le injurian y blasfeman contra Él, no pueden creer en el mismo Dios que nosotros. Luego... el dios del Talmud no es el Dios Uno y Trino de los cristianos.

Y si desenmascaramos el Talmud, con los textos del propio Talmud, se manifiesta que aquel odio que les llevó a cometer el deicidio matando al Autor de la Vida, Cristo Jesús, ese mismo odio continúa ejerciéndose ahora contra los cristianos, que son los seguidores de Jesús; incluso hasta la muerte de éstos, si llegara el caso. Hay violencia en el Talmud contra los cristianos. Para ellos, los cristianos son idólatras; y todos sus ritos y cultos también lo son.

En el CASO DEL ISLAM dice el papa Francisco, en la Evangelii Gaudium, citando la Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, que ellos, "confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el días final". Y de su propia cosecha añade que "frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia". 

Ya se ha hablado bastante sobre este asunto en entradas anteriores (ver, por ejemplo, aquí  y aquí). Recordemos, no obstante, dos citas del Corán con llamadas, muy concretas, al asesinato y a la masacre, que no necesitan comentario:

[Corán 2:191] “Matadlos donde quiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. La oposición (a vuestra creencia) es más grave que matar”. Oponerse al Islam es causa suficiente para que los musulmanes desencadenen una masacre

[Corán 8:17] “Y no los matasteis vosotros, Alá los mató. Ni tirabas tú cuando tirabas sino que era Alá quien tiraba”. Esta es una absolución por adelantado para quien mata “en nombre de Alá”. El musulmán nunca tiene sentimientos de culpa tras las matanzas de infieles.

Por lo tanto: decir que cristianos, judíos y musulmanes creemos y adoramos al mismo Dios, es absolutamente falso. El trasfondo de todo esto, a mi entender, es la predicación de la salvación universal para todos los hombres que, según las palabras del cardenal Wojtyla (y luego Papa Juan Pablo II), ésta [o sea, la salvación] se daría “con independencia del hecho de que el hombre lo supiera o no, lo aceptase o no”. Decir esto es muy grave, porque supone, entre otras cosas, la negación del dogma del pecado original y de la necesidad del bautismo, en contra de las palabras de Jesucristo: "Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea, se condenará" (Mc 16, 16). 

[El hecho de que Juan Pablo II haya sido declarado santo no convierte en infalibles todas sus afirmaciones. Además, hay serios estudios acerca de la infalibilidad de las canonizaciones actuales, aquellas posteriores al Concilio Vaticano II]


En definitiva, lo que hoy está ocurriendo es el mayor ataque a la Iglesia que se ha producido en 2000 años de historia, y este ataque se está produciendo desde la propia roca de la Iglesia. 


¿Cómo es posible que los que deben vigilar por la pureza del mensaje evangélico se hayan rendido ante las corrientes modernistas actuales y proclamen, como si tal cosa, que judíos, musulmanes y cristianos creen en el mismo Dios? Pero ahí están los hechos, que no se pueden ignorar. No podemos mirar para otra parte, como el avestruz, como si no ocurriera nada. Está ocurriendo algo, y muy grave. Y es preciso que reaccionemos ... ¡ya! ...¡ahora! 


¿Qué tenemos que hacer? ... Convertirnos, arrepintiéndonos con sinceridad, de todos los pecados de nuestra vida. Acudir al sacramento de la Penitencia y confesarnos. Es Dios mismo quien nos perdona a través del sacerdote. Éste actúa "in persona Christi".  Renovar nuestra mente y conformar nuestra vida a la de Jesucristo, pues sólo en Él está la salvación. Ésta es la verdadera Iglesia, aquélla que está formada por cristianos que no se avergüenzan de ser lo que son, caiga quien caiga, no importando que la Iglesia "oficial" haya dado la espalda a Dios y se rija por criterios mundanos. 


Por otra parte, no podemos olvidar que cada uno es responsable de su vida. No podemos escudarnos en la conducta de los demás [sean éstos quienes sean, aunque fuesen nuestros mismos "pastores", si no actúan conforme al sentir de la Iglesia de siempre], conforme a las palabras de San Pablo: "Cada uno recibirá su propia recompensa según su trabajo" (1 Cor 3,8). Así pues, "no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios" ( 1 Tes 5, 6). Pero, por encima de todo, tenemos que grabar a fuego, en nuestra mente y en nuestro corazón, estas palabras que Jesús nos dirige, a cada uno, porque nos ama con un amor indecible: "Mira, he aquí que vengo pronto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno según haya sido su conducta. Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin" (Ap 22, 12-13)

(Fin de la primera parte)

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (22) [Sincretismo]

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Esta nueva mentalidad ecuménica malsana, sincretista y relativista, que cada día se está desarrollando con mayor fuerza y fogosidad, desde el Concilio Vaticano II ( hace más de cincuenta años), fue ya condenada solemnemente por Pío XI en su encíclica Mortalium Animos de 6 de enero de 1928, en donde afirmaba: "No pueden obtener la aprobación de los católicos los intentos basados ​​en la FALSA TEORÍA de que, supuestamente, son buenas y laudables todas las religiones (...); aquellos que se adhieren a los defensores de tales teorías se alejan totalmente de la religión revelada por Dios.

Una mezcolanza de religiones, en donde lo único que cuenta es lo que cada uno siente y le reza a "su" dios, estando todos juntos en el mismo lugar, es -además de una farsa y un montaje- lo más alejado que hay de la Verdad, máxime cuando la propia Iglesia Católica se encuentra inserta en ese conjunto de religiones, como una religión más


Cuando se hacen estas cosas, como en los famosos encuentros de Asís, y otros por el estilo, se llega a la conclusión [aunque algunos lo niegan] de que no existen verdades absolutas, sino que cada uno tiene su propia verdad. Lo mismo da una religión que otra (o incluso ninguna) pues todos se salvarán, con independencia de lo que hagan. Este enfoque erróneo de la realidad hace daño a todos pero, en especial, a los fieles católicos, que lo son de verdad ... Todo lo cual ocurre ante la pasividad e incluso, ante la "bendición" de algunos "pastores" de la Iglesia. 


Todo pasa a ser relativo, todo está bien si se realiza siguiendo la propia conciencia [aunque esa conciencia no esté bien formada y conforme con la verdad de las cosas], llegándose a un situación que va directamente contra el mandato del Señor expresado en el Antiguo Testamento e iluminado en el Nuevo:  "El Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno" (Deut 6,4) "No tendrás otros dioses frente a Mí" (Deut 5, 7)  "...No te prosternarás ante ellos y no les darás culto" (Deut 5, 9). Y, sobre todo, aquel pasaje citado por nuestro Señor cuando le preguntaron acerca del mandamiento más importante de la Ley de Dios: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deut 6, 5) al que Jesús añadió "y con toda tu mente, ..., y a tu prójimo como a tí mismo" (Lc 10,27). 


Esta idea de "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos ..." (Ef 4, 5-6), fundamental para la vida de la Iglesia, fue tomada muy en serio por nuestros hermanos en Cristo, los primeros cristianos, que prefirieron morir antes que renegar de su fe. Estos mártires cristianos, que dieron su vida por amor a Jesucristo [y que hoy serían llamados fundamentalistas por el papa Francisco, por haber seguido la Tradición de la Iglesia y haber conservado el depósito de la fe, sin avergonzarse de ser lo que son] éstos -digo- están ya en el Cielo, forman parte de la Iglesia gloriosa y rezan de continuo por nosotros para que nos mantengamos firmes en la fe que hemos recibido.


Por eso llama la atención el interés tan enorme -y tan fuera de lo normal- que se está tomando el santo Padre en el llamado "diálogo ecuménico", "el diálogo interreligioso", las relaciones con el Islam y con el Judaísmo, etc ... Raro es el día que no aparece alguna noticia relacionada con lo que el Papa ha dicho o ha hecho; y no precisamente por su ortodoxia [al menos eso es lo que parece]. Sin ir más lejos, ahí tenemos la idea del Papa, llevada a cabo el día uno de Septiembre de este año de 2014, de convocar un partido interreligioso por la paz, en el Estadio Olímpico de Roma. Sinceramente, ¿eso acerca más a Dios a las personas involucradas? ¿Les ayuda a encontrarse con Jesucristo? Ojalá que así fuera, aunque yo no entiendo cómo; confieso mi ignorancia. Sigo pensando, sin embargo, que la situación más grave por la que está atravesando hoy la Iglesia es la apostasía universal ... ¡y contra eso es contra lo que se debería luchar! Lo demás no deja de ser algo secundario o anecdótico, en el mejor de los casos.



Otra noticia reciente, que data del 4 de septiembre de 2014, es que el que fue Presidente de Israel durante los últimos siete años, hasta el 24 de julio de 2014, Shimon Peres [con 91 años de edad] le ha propuesto al Papa Francisco, en una audiencia privada que ambos han tenido en el Vaticano, crear una especie de ONU de las religiones que el Papa, como líder de prestigio, guiaría al objeto de influir en que no se cometan más crímenes tomando la religión como pretexto. Francisco ha escuchado esa iniciativa pero no se ha comprometido personalmente, por el momento. 

Está claro -o debería de estarlo- que esa no es la misión del Papa. Confío en que el papa Francisco lo tenga también claro; y no tome decisiones que serían muy perjudiciales para la Iglesia. Me vienen a la mente las palabras que Jesús dirigió a Pedro, prediciendo sus negaciones: "Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero Yo he rogado por Tí para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32). 


La misión fundamental del Papa es la de confirmar en la fe a sus hermanossin saltarse un ápice de lo que está escrito en los Evangelios y que es, por lo tanto, palabra de Dios, palabra siempre actual y aplicable a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Ésta es la doctrina de la Iglesia de veinte siglos, la verdadera doctrina, la  única a través de la cual es posible la salvación, y aquella que debe ser predicada al objeto de que todos los hombres, que así lo deseen, tengan la posibilidad de salvarse, conforme a las palabras de Jesús:  "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20)



(Continuará) 

domingo, 31 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (21) [Hechos]

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Transcribo aquí, de nuevo, las palabras del papa Francisco en la entrevista que concedió al periodista Henrique Cymerman el pasado 13 de Junio de 2014 [para no perder el hilo acerca del tema del que se está hablando] 

"Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación con todo el resto. Pero un grupo fundamentalista, su estructuraaunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, ... , es violentaLa estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios. Es violenta. O sea, el saludo que judíos, islámicos y cristianos nos damos es un saludo de aliento, un saludo de cercanía. Ustedes dicen "shalom" [el periodista que lo entrevista es judío], los árabes dicen "salaam"; nosotros decimos, a veces, paz, ¿cómo te va? Buenos días ... cosas de cercanía. El saludo del fundamentalista es ... ¡a ver dónde te puedo pegar! ... al menos ideológicamente. No es un saludo que acerqueEl fundamentalismo defiende. Y ya le digo ... Los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también".


Si se ha leido todo lo dicho hasta ahora pienso que hay, al menos, dos puntos que deben de estar muy claros: el primero es que solamente puede hablarse de violencia contra los demás en los casos del Islam y del Judaísmo, una violencia que no se refiere, en realidad, ni a los árabes ni a los judíos, sino a lo que ellos consideran sus libros sagrados, el Corán para los árabes y el Talmud para los judíos. Estos libros "sagrados" encierran, en sí mismos, la violencia. Y esto es así hasta el punto de que aquellos musulmanes que sigan el Corán, al pie de la letra, o bien aquellos judíos que se tomen en serio el Talmud, esos son los auténticamente violentos. A ellos se les puede aplicar, perfectamente, las palabras del papa Francisco, cuando dice que "la estructura mental del fundamentalismo es violenta". De hecho, los musulmanes fieles al Corán están claramente a favor de la "guerra santa" y de la "muerte a los infieles" (o sea, a todos aquellos que no comparten su religión) y lo están poniendo en práctica [A Dios gracias, al igual que hay católicos que no viven su fe (¡por desgracia!) también hay musulmanes que no viven la suya (¡y es un alivio!)].

El segundo punto, con relación a las expresiones usadas por el Papa cuando dice que "las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas" y luego, con una claridad que no deja lugar a dudas, que "los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también" hay que decir que son falsas, de toda falsedad. Por supuesto que son absolutamente falsas en cuanto al contenido del Nuevo Testamento, que es el mensaje por excelencia del Amor de Dios a los hombres.  Pero es que, además, en su correcta aplicación por parte de los cristianos, que se mantienen fieles a la Tradición de la Iglesia, son igualmente falsas. Y hablo de estos cristianos porque, en realidad, de verdad, son los únicos a los que se les puede llamar así. Y es a ellos [¡precisamente a ellos!] a quienes se dirige el papa de modo expreso, con palabras duras, tachándolos de hipócritas, de cristianos "tristes", con cara de pepinillo avinagrado, etc... Ya he comentado algo sobre esto, en varias ocasiones, y en particular en la entrada anterior, hablando de la Evangelii Gaudium


A estos cristianos, a los que creen en lo sobrenatural y en la historicidad de los Evangelios, y creen, con sencillez, lo que siempre ha dicho la Iglesia, es decir, creen en Jesucristo como verdadero Dios y como verdadero hombre, realmente presente en la Eucaristía, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, concebido virginalmente por María [a la que nos dejó como madre]; a estos cristianos que, precisamente porque creen todo esto, están dispuestos a dar su vida por amor a Jesucristo [¡muchos, de hecho, ya la han dado!] ... a estos cristianos [¡los 
auténticos cristianos !], se les tacha de fundamentalistas ... ¡inconcebible, pero cierto! [No creo que nadie estuviera dispuesto a dar su vida, por dar algún ejemplo, por una "fraternidad universal", inventada por el propio hombre] 

Por supuesto que si se hablase con esta claridad sería alarmante y escandaloso; y se negaría tajantemente que esto sea así ... Por lo tanto, olvidémonos de las palabras y dejemos hablar a los hechos, pues éstos no engañan. 


- Partimos de un "hecho" inicial: el papa Francisco dice que existen grupos de cristianos fundamentalistas. Como no manifiesta, de modo expreso, a qué cristianos se refiere, y está claro que está pensando en un determinado tipo de cristianos, intentaremos averiguarlo fijándonos en los hechos. [En entradas anteriores hablé de la vía de los hechos  Puede ser una referencia inicial ... pero hay muchos otros más. Enuncio algunos y pongo un enlace a ellos, o bien de mis propios escritos, o bien de algún episodio nuevo encontrado en Internet]


- Es un hecho cuáles son las preferencias del papa Francisco y su misericordia "selectiva".




 - Es un hecho que el Papa actúa con "misericordia" cuando se trata de situaciones claramente anormales y que doctrinalmente no se pueden permitir



Misioneros de Francisco:
 Capillas en las Villas donde conviven Política y Religión

- Es un hecho la cobardía con relación a la proclamación del Evangelio en toda su integridad. 

- Es un hecho que vivir y dejar vivir es una consigna antievangélica y que ha sido pronunciada por nuestro papa.


- Es un hecho que se está canonizando " a toda prisa" a todos los papas posteriores al Concilio Vaticano II (desde el papa Juan XXIII, que lo comenzó, hasta el último Papa fallecido Juan Pablo II, aunque haya habido que saltarse las reglas existentes para que pueda darse esa canonización. Sin embargo, no se ha hecho igual con el insigne papa Pío XII, cuyo proceso de beatificación, además, se cerró... ¿Por qué?) 

- Es un hecho que el Papa ha dicho que "cada uno tiene su propia idea del bien y del mal y debe elegir seguir el bien y combatir el mal como lo concibe [no dice según la recta conciencia, lo que da pie al relativismo doctrinal y moral]. Bastaría eso -dice- para cambiar el mundo". Pero lo que nos ha sido revelado en palabras del propio Jesús es otra cosa. "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4)


- Es un hecho que cada vez son más los cristianos que desconocen su fe, porque no se les predica. Y la palabra que oyen no es la Palabra de Dios, pues va en aumento el número de malos pastores; de modo que nos encontramos con que hay muchos "católicos" que creen serlo, cuando no lo son, en realidad. [Han sido engañados por no seguir la voz de su Maestro; y, de algún modo, se han dejado engañar. De no haberlo querido no hubieran podido ser engañados; por lo que son responsables, también, de vivir en ese engaño]


- Es un hecho que son muchos los católicos para quienes todo lo que el Papa diga es verdad , simplemente porque es el Papa el que lo ha dicho. Esa "papolatría" no está bien, pues el centro de la vida cristiana es Jesucristo y no el Papa. Estos cristianos acaban sin saber discernir entre el error y la verdad.


- Es un hecho el levantamiento de la suspensión a divinis del  sacerdote y excanciller nicaragüense Miguel D'Escoto Brockmann, que dijo -entre otras cosas-, después de conocer esta noticia, que el líder cubano Fidel Castro es un elegido de Dios para transmitir el mensaje del Espíritu Santo en América Latina. [¿Cómo puede decir misa un sacerdote que no cree en la presencia de Jesús en la Eucaristía? Según la doctrina católica, en ese caso no habría transustanciación, y los fieles que comulgaran en esas misas no estarían recibiendo el cuerpo del Señor]


- Y es un hecho que, por las razones que sean, que desconozco, el papa Francisco no comulga con la Tradición de la Iglesia ... Como dice el padre Alfonso Gálvez, fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, refiriéndose al papa Francisco: Hay una sincera y abierta simpatía hacia los judíos y musulmanes, a quienes gustosamente llama hermanos; aunque tal sentimiento vaya acompañado, por inexplicable paradoja, de una extraña repulsa hacia los católicos que se empeñan en ser fieles a la Tradición de la Iglesia [Ensayo Pedro Romano, p.34

Todos estos hechos [y muchos más] nos señalan, con toda claridad, quienes son esos cristianos a los que el Papa llama fundamentalistas: se trata de aquellos que se mantienen fieles a la Tradición recibida de Jesucristo y de sus apóstoles; y continuada durante casi dos mil años por la Iglesia que Jesucristo fundó [hasta hace unos cincuenta años, a raíz de la celebración del Concilio Vaticano II], conforme al consejo que dio San Pablo a Timoteo: "Guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 6, 20-21) 

(Continuará)

sábado, 30 de agosto de 2014

La gran mentira del Islam [Ortiz de Zárate]

Este artículo puede leerse completo pinchando aquí

De entre las muchas mentiras de las que el Islam se puede disfrazar, hay dos fundamentales, a saber, que el Islam es una religión, y, en segundo lugar, que el auténtico Islam se opone a toda clase de violencia. 


Estas dos mentiras se introdujeron en el campo católico a raíz de dos documentos del Concilio Vaticano II : Lumen Gentium y, especialmente, Nostra Aetate. En ellos, los Padres Conciliares dieron por supuesto que el Islam es una religión y enfatizaron aquellos elementos del Islam que parecen corresponderse o estar más cerca de las creencias y prácticas del Cristianismo. Todos los papas posteriores al Concilio, desde Pablo VI hasta Francisco, han seguido esta misma línea.

- Respecto a la primera de las mentiras, que el Islam sea una auténtica religión, hemos de decir lo siguiente:

El Islam no es una revelación hecha por Dios a los hombres. Dios se ha revelado sólo una vez al hombre. Primero, parcialmente, en el Antiguo Testamento; luego, total y completamente, en el Nuevo Testamento a través de su Hijo Jesucristo. "Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: Todo fue creado por Él y para Él. Él existe con anterioridad a todo y todo tiene en Él su consistencia" (Col 1, 15-17)

"Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todo y por quien hizo 
también el Universo,  el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Heb 1: 1-3).


El Corán, el libro sagrado del Islam, es una amalgama mal hecha que mezcla a placer textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como de los evangelios apócrifos, a los cuales añade nuevos preceptos inventados por quienes quiera que fueran los autores o compiladores del Corán. Y como dijo el erudito emperador bizantino Manuel II Paleólogo a un persa culto en un diálogo mantenido en 1391 acerca del tema religión, razón y la guerra santa:

“Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.

En cuanto a Mahoma, el supuesto visionario que recibió unas revelaciones del Arcángel Gabriel que luego se traducirían en el contenido del Corán, su existencia es puesta en duda hoy en día por arabistas serios. Y lo mismo pasa con Alá, el dios del Islam, cuyo origen es un tanto oscuro.

Por lo demás, si seguimos la pista de la vida privada del Mahoma que aparece en las fuentes originales del Islam, observamos que vivió para satisfacer sus deseos carnales. Mahoma se casó oficialmente con doce mujeres; una de ellas tenía seis años y él tenía cincuenta y uno. Se casó con la mujer de su hijastro. Practicó, además, el matrimonio de placer o temporal con cincuenta y cinco mujeres. Y hemos de tener en cuenta que Mahoma, como presunto fundador del Islam, es un ejemplo a imitar. Así como el buen cristiano es el que imita a Jesucristo, el buen musulmán es el que imita a Mahoma. Solo este hecho basta para desacreditar al Islam como auténtica religión. Igualmente ha de tenerse en cuenta aquí lo que se dice después sobre la actividad guerrera y asesina de Mahoma.


La segunda de las mentiras con respecto al Islam la podemos encontrar en el número 253 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, en donde el Papa Francisco dice explícitamente:

“…El afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia“.

Sin embargo, los hechos desmienten tamaña falsedad. Mahoma mató y ordenó matar a trece personas; además, organizó, participó y luchó en ochenta y ocho batallas en menos de diez años desde el año 622 hasta su muerte en el año 632. El Islam, desde su mismo principio, fue propagado por “el filo de la espada”. La historia del Islam está repleta de violencia y guerra, desde su nacimiento hasta el día presente:


- Cuando los musulmanes invadieron España, se necesitaron siete siglos para expulsarlos.
- Los turcos otomanos masacraron a más de dos millones de armenios entre los años 1915-1916, un hecho todavía ignorado por muchos en el mundo occidental
- En el Sudán más de dos millones de cristianos han sido aniquilados y muchos más vendidos como esclavos
- En Indonesia, los musulmanes han matado a más de 300.000 católicos desde 1975, hasta hoy
- El genocidio y la persecución actual de los cristianos en Irak, Irán, Egipto, Pakistán, Nigeria…en el nombre del Islam y los musulmanes, claman justicia por parte de todos.


- Tanto el Corán como los hadizes (los dichos, hechos y actos de Mahoma) enseñan que los musulmanes deben destruir las vidas y las propiedades de aquellos que no aceptan el Islam.

- El Islam es un régimen cuyas leyes son crueles hacia las poblaciones sometidas a él, ya que prevén la desigualdad de derechos, discriminaciones y castigos brutales y degradantes.

- Por otra parte, es una ideología que justifica, en el nombre de “Alá” su Dios, la persecución de los no musulmanes a “judíos y cristianos”, apoyando sus enseñanzas con las palabras del Corán:

“Creyentes; No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos. Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Dios no guía al pueblo impío” (Sura 5:51).

- El Islam, o Mahoma, ordenan a sus seguidores ser enemigos de las otras religiones y tratarlos como tales, combatiendo contra ellos hasta la conversión. Si no lo hacen se les condena a la esclavitud o a la muerte. 


En el Corán leemos:

“¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Alá y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Alá conoce!” (Sura 8:59-60).

El Corán, es cierto, contiene pasajes donde dice que no hay obligación en religión, que no se deben dañar los árboles, matar niños, mujeres y ancianos…etc. Como, por ejemplo,

“No hay coacción en religión” (Sura 2:256).

“Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la tierra, absolutamente todos, habrían creído. Y ¿vas tú a forzar a los hombres a que sean creyentes?” (Sura 10:99).

Lo que ocurre es que los versículos del Corán pertenecen a dos períodos:

- 1. Algunos versículos fueron transmitidos en la Meca, desde el año 612 a 622. Durante su estancia en la Meca, Mahoma y sus seguidores eran minoría y muy débiles. Por eso los versículos del Corán en esta etapa hablan de cosas muy poéticas –de paz, convivencia, de alabanzas y lindas historias—en ciento veinticuatro versículos.

- 2. Otros versículos fueron transmitidos en Medina, desde el año 622 a 632. Mahoma fue nombrado en Al Medina Jefe de Estado y líder religioso; tuvo muchos seguidores, formó un ejército, se hizo muy fuerte y endureció sus enseñanzas.

Existe un dicho en el Islam conocido como “Al Nasj wa Al Mensuj” que se puede traducir como “los versículos del Corán que abrogan y son abrogados”. Por este procedimiento, los versículos del Corán medineses abrogaron los mecanos. Todos los versículos que hablan del dialogo y la convivencia con otras religiones fueron trasmitidos en la primera etapa de Mahoma cuando todavía era débil con pocos seguidores. Todos ellos, sin embargo, fueron abrogados por los versículos divulgados después, cuando Mahoma se hizo fuerte y tuvo muchos seguidores. Fue entonces cuando anunció versículos violentos, como este:

“Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociados dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso. Pelead contra aquellos que no creen…aunque sean Pueblo del Libro, hasta que estén dispuestos a pagar el tributo en reconocimiento de su estado de sumisión” (Sura 9:5,29).

Por último, recordemos que en la sociedad musulmana en general y árabe en particular un cristiano recibe todos los apoyos y coacciones posibles para su conversión al Islam, tanto laborales como sociales. Por el contrario, los musulmanes que se convierten al cristianismo deben de vivir escondidos para evitar el rechazo social de sus familias. Incluso existe la posibilidad de asesinarlos.

Ortiz de Zárate

miércoles, 27 de agosto de 2014

Reivindicar la belleza del matrimonio cristiano [Robert. Spaemann]

Un buen artículo sobre un tema de candente actualidad, tomado de ACEPRENSA, que resume un escrito del filósofo Robert Spaemann



Para el pensador alemán resultan alarmantes las cifras de rupturas matrimoniales de las sociedades occidentales, pero mayor preocupación suscita la mentalidad divorcista que ha prendido entre los católicos. También entre los creyentes el matrimonio ha dejado de considerarse “una realidad nueva e independiente que se encuentra por encima de la individualidad de los esposos” y que no puede ser disuelta ni por la voluntad de los cónyuges, “ni por la decisión de un sínodo o del Papa”.

No rendirse a la corriente dominante

Esta visión del matrimonio choca con ciertos valores actuales, pero no hay que olvidar que tradicionalmente el mensaje cristiano ha contrastado con los modos de vida predominantes. También hoy la Iglesia, “lo quiera o no, se está convirtiendo en una contracultura” y su futuro dependerá de su fidelidad a las enseñanzas del Evangelio, con independencia de lo aceptado socialmente.

Estas reflexiones responden a la polémica sobre la situación de los católicos divorciados y vueltos a casar y la publicación de la intervención del cardenal Kasper en el Consistorio Extraordinario, convocado por el Papa Francisco para preparar el próximo Sínodo de la Familia. Para Spaemann, un cambio en la postura de la Iglesia sobre este tema supondría “una capitulación a la ideología secular”.

Aceptar de alguna manera el segundo matrimonio de un divorciado no solo está en contradicción con la doctrina evangélica; significaría transformar “el concubinato adúltero en una unión aceptable bendecida por la Iglesia en nombre de Dios”. En tal caso, la respuesta a un pecado –el adulterio– no sería ya la contrición y el perdón, sino una nueva unión, como si el paso del tiempo enmendara en cierto modo la ofensa de la ruptura.

Este modo de pensar, que se ha extendido también en el seno de la Iglesia, está basado en un profundo error. “El tiempo de por sí no es creativo. Su mero transcurrir no restaura la inocencia perdida”. Del mismo modo, recuerda Spaemann, la responsabilidad por el pecado no se limita a confesar la culpa: hay una exigencia de reparación, el compromiso a regularizar una situación anómala o de llevar una vida de continencia.

Apoyar a las víctimas

Eso no supone discriminación ni una falta de caridad con quienes han iniciado una nueva unión: “apoyar a nuestros hermanos cristianos que se han vuelo a casar, mostrarles nuestra comprensión y asegurarles la solidaridad de la comunidad es un deber de misericordia”. Pero esa atención no obliga a rebajar sus deberes; además, “admitirles a la comunión sin contrición y sin regularizar su situación sería una ofensa contra la Eucaristía”.

En cualquier caso, a Spaemann le resulta extraño que en las discusiones sobre este tema no se hayan tenido en cuenta a las víctimas, cuando justamente se ha achacado a la Iglesia que en los casos de abusos sexuales no les prestara suficiente atención. “¿Ha hablado alguien sobre la mujer que ha sido abandonada por su marido, o sobre sus hijos?”, pregunta.

Si los divorciados y vueltos a casar pudieran recibir la comunión, las víctimas de la ruptura matrimonial de algún modo entenderían “que la Iglesia acepta y bendice una nueva unión”, añadiendo al drama de la ruptura un nuevo agravio. ¿No es de justicia que la Iglesia también se preocupe por ellas?

La belleza del matrimonio cristiano


Es doloroso percatarse de que muchos católicos contraen matrimonio sin estar convencidos de su indisolubilidad. Se casan sin conocer las implicaciones del sacramento. La culpa de ello, en gran parte, es de la propia Iglesia: “La preparación al matrimonio cristiano muchas veces no presta a las parejas comprometidas una imagen clara de las responsabilidades que asumen. Si lo hiciera, muchos decidirían no casarse por la Iglesia. Para otros muchos, sin embargo, una buena preparación matrimonial les serviría para decidir su conversión”.

En lugar de buscar alternativas al criterio tradicional o disminuir las responsabilidades que comporta el compromiso conyugal, Spaemann cree necesario promover el atractivo de la concepción cristiana del matrimonio. Pero la belleza de la vida matrimonial solo puede brillar cuando se presentan también sus exigencias, sin diluirlas ni rebajarlas; de otro modo, desaparecería.

“Hay un inmenso atractivo en la idea de que la unión de un hombre y una mujer está ‘escrita en el cielo’, que perdura en lo alto, y que nada puede destruirla, que permanece ‘tanto en la salud como en la enfermedad’. Esta convicción es una maravillosa y estimulante fuente de fortaleza y gozo para aquellos esposos que se enfrentan a crisis matrimoniales y que buscan encender de nuevo su viejo amor

martes, 26 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (20) [Evangelii Gaudium]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Con ser importante, lo más triste -con relación al papa Francisco- es que, en lo que se refiere a sus dichos y hechos, no se trata sólo de algunas expresiones desafortunadas pronunciadas "en un determinado momento", sin haber pasado previamente por el tamiz de la reflexión. Tampoco se trata de lo que aparece en algunas entrevistas del Papa, cuyo contenido a veces se manipula (¡o no!); ni siquiera estoy pensando en el contenido de ciertas homilías (¡no todas, por supuesto!) predicadas en la Iglesia de Santa Marta de las que, a veces, se queda uno algo confuso. No, no es sólo eso, que también. Pero el problema es más grave, porque -y esto sí que ha sido meditado detenidamente- en la misma exhortación apostólica "Evangelii Gaudium" habla el Papa de los que considera "fundamentalistas cristianos", es decir, de aquellos que se mantienen en la Tradición de la Iglesia y no se abren a las corrientes modernistas (como ya lo hemos demostrado en entradas anteriores) como de personas muy peligrosas que "buscan sus propios intereses y no los de Jesús" (Fil 2,21). [Lógicamente, en su exhortación apostólica no utiliza la palabra "fundamentalista" para referirse a ellos, pero queda claro que así es, por todo lo que lleva hablado hasta ahora, con relación a los que consideran que la fidelidad a la Tradición de la Iglesia es fundamental para su supervivencia. No insisto más en este punto del que se ha hablado ya extensamente]

Utiliza aquí el Papa una nueva expresión ["mundanidad espiritual" ] para los que así son y así piensan. Según el papa Francisco esta "mundanidad espiritual" "está relacionada con el cuidado de la apariencia (...) y por fuera todo parece correcto, pero -llega a afirmar- si invadiera la Iglesia sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral" moral" (punto 93)

Más adelante, sigue con su acusación y dice que "esta mundanidad es un neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros  (¿?) por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario (¿?), donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar". (punto 94)


"Quien ha caído en esta mundanidad -sigue diciendo el papa- (...) descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia (...) Es una tremenda corrupción con apariencia de bien" (punto 97).


La verdad es que, por más vueltas que le doy, no acabo de salir de mi asombro, pero eso es lo que hay. Pienso que ésta es una prueba a la que Dios quiere someternos [a los que somos católicos por la gracia de Dios] para purificarnos, porque la verdad es que lo necesitamos ... ¡y mucho! Afortunadamente, sabemos que "todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28). No obstante, haciendo uso de mi derecho a pensar, y partiendo de la premisa de que todo lo que aparte de la verdad aparta también de Jesucristo [pues Él es la Verdad] sintiéndome uno de esos cristianos "tristes" a los que tanto se refiere el papa Francisco, continuamente, cuando habla de los que defienden la Tradición de la Iglesia de siempre, a los que -para más INRI, y contradiciéndose- llama también "fundamentalistas", con el debido respeto a la persona y a la figura del Papa, pero consciente, también, de que la Religión que profeso no es la religión de un determinado papa sino aquella que se mantiene fiel a TODO el depósito recibido, me atrevo a realizar algunas reflexiones sobre lo dicho por el papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, con relación a aquéllos que según él- padecen de la terrible enfermedad a la que llama "mundanidad espiritual", enfermedad que consiste básicamente en la hipocresía, que el Papa "supone" que se da en todos los que actúan conforme a la Tradición.


No dudo de que habrá casos concretos en los que así suceda, pero cada vez son menos, dado el ambiente de mundanidad "no espiritual" en el que estamos inmersos.

Pensando en que estas reflexiones pueden servir a alguno que se encuentre en la misma o parecida situación a la mía, paso ya a exponerlas: 

- Si yo voy a Misa no es porque confíe en mis propias fuerzas, sino porque me veo muy pobre y muy poca cosa y necesito de la fuerza de Dios que se hace realmente presente en la Eucaristía. No creo que eso sea ser un neopelagiano autorreferncial y prometeico... [expresión que se las trae] ... vamos, ¡digo yo!


- Tampoco me siento superior a nadie (¡Dios me libre!). Más bien es lo contrario, porque soy consciente de mis pecados y de que debo trabajar mucho más para ser fiel a Dios, poniendo en Él toda mi confianza y no fiándome de mí mismo: ¡sin Jesucristo estaría perdido! ... y mi vida no tendría ningún sentido.


- ¿Triste o anestesiado? ...¡Pero si lo único que me da alegría es el contacto con el Señor en la oración; y eso es lo que me lleva a vibrar de ilusión en mi relación con los demás, cuando sale Jesús a relucir! ¿De dónde, si no, iba a sacar las fuerzas para vivir cristianamente en medio de un mundo pagano como éste en el que nos encontramos?


¿Hipócritas que sólo cuidan la apariencia? ¿Por qué? ¿Se da por sentado, sin conocer a una persona, que si ésta va a misa es por aparentar y por cumplir? ¿No es eso emitir un juicio negativo y faltar contra la caridad? ¿No está eso en contradicción con esa idea de misericordia, tan pregonada por el santo Padre? [... por ejemplo, cuando decía: Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? ... Entonces ... ¿misericordia para los gay, a los que se supone buena voluntad; y ataque inmisericorde para los que van a misa y a los que se supone que lo hacen por aparentar? Esa misericordia SELECTIVA no es buena]. 


¿Por qué no pensar -como así suele ser en la mayoría de los casos -y hoy más que nunca- que las personas que van a Misa lo hacen para que su amor a Jesús no decaiga, sino que vaya a más, porque Él está allí realmente presente y ellos necesitan estar con Él, porque es ese amor lo único que les puede dar fortaleza para no avergonzarse de Jesús ante los demás?


¿Que buscan sus intereses y no los de Jesús? [Y, además, cita el Nuevo Testamento, aplicándoles a ellos esas palabras ... ¡si eso no es juzgar!...]. Vamos a ver: Si yo voy a Misa y hago oración, por el mero hecho de hacer esto no significa que busque mis intereses sino los Suyos ... ¡pues los intereses de Jesús somos nosotros!. Jesús está interesado en mí, sencillamente porque me quiere. Y yo sé que Él desea también mi cariño y mi amor y que esté a Su lado, junto a Él, en el sacrificio de la Misa y en la oración. 


Él -y sólo Él- es la causa de que yo pueda querer luego a los demás. Si no fuera por Jesús los demás me importarían un pimiento: "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado" (Jn 13,34). Si yo no conozco a Jesús porque no trato con Él en la oración y, por lo tanto,no estoy enamorado de Él, ¿qué amor verdadero voy a manifestar por los demás? ¿Cómo voy a conducirlos hacia Jesús para que puedan ser realmente felices, ya en esta vida, si primero no soy yo feliz, por haberme encontrado con el Señor gracias a la oración y a la Misa, fundamentalmente? 


¿Cierto estilo católico del pasado? ¿Qué significa eso?. Yo sé que  "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). 
Jesucristo es Dios y sus palabras son actuales (no son del pasado): son de hoy, de ahora, de este mismo momento en el que estoy escribiendo. ¿Qué sentido tiene hablar de pasado ... o de estilos del pasado? ¿A qué estilos se refiere? ¿Y, en realidad, qué importan los estilos, por muy del pasado que sean, si esos estilos nos conducen al único y verdadero Dios, manifestado en Jesucristo, que de eso es de lo que se trata y no de otra cosa? Todo lo que lleva hacia Él supone progreso y todo lo que separa de Él retroceso. En Él la humanidad ha llegado a su perfección. Avanzaremos, en todos los sentidos, si nos abrimos a sus palabras y seguimos sus pasos; y retrocederemos hacia los tiempos más remotos y más oscuros de la antigüedad, si no queremos oír su voz y lo rechazamos. ¿Tan difícil es entender esto? ... Muy faltos andamos de fe y muy necesitados de ella. 




- ¿Supuesta seguridad doctrinal? ...¡No es supuesta! ¡Es real! ¿Acaso es orgullo estar seguros de algo? Si yo no estoy seguro del amor de Dios, si yo no estoy convencido de que Jesús "me amó y se entregó a Sí mismo por mí" (Gal 2,20), si no estoy seguro de que Jesucristo resucitó y de que yo también resucitaré, para estar siempre con Él, si le soy fiel en esta vida, entonces mi vida sería absurda. Y diría, con San Pablo, que "soy el más miserable de todos los hombres" (1 Cor 15,19). ¿O es que pensamos que existe alguien que esté dispuesto a dar su vida, si es necesario, por una suposición, por una supuesta seguridad doctrinal? 


Si yo estoy convencido, con convencimiento real, por pura gracia de Dios, de que Jesucristo es Dios y de que no hay salvación fuera de Él, ¿soy, por ello, un fundamentalista?  Estar seguro de algo... ¿es fundamentalismo? ¿Es fundamentalista aquel que ve un pato y dice: esto es un pato? ¿Lo es aquel que dice que 2 + 2 = 4?  Porque no se entiende la fe sin esa seguridad absoluta que proviene de Dios. ¿Cómo podemos llamar a esto elitismo narcisista y autoritario? Ni es elitismo, porque el amor de Dios está abierto a todos los que lo deseen, ni es narcisista, porque su interés es Jesús, ni es autoritario, porque respeta la libertad, como el mismo Jesús la respeta.


Ciertamente, cualquier cristiano con un mínimo de sentido común y que conozca las verdades elementales de su fe, debería darse cuenta de que el Papa está cometiendo graves errores en esas afirmaciones; y que estas cosas que dice no están en consonancia con el sentir de la Iglesia de veinte siglos ni con el mandato y el ejemplo de Jesucristo, el Fundador de la Iglesia Católica. 

Cuando Jesús comenzó su vida pública, sus primeras palabras, aquéllas que indicaban el sentido y la misión de su Vida, fueron: "Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos" (Mt 4,17). Y sus últimas palabras, una vez resucitado, antes de ascender a los cielos, fueron: "Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues,  y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20). 


Ésta es la misión que Dios, en la Persona de su Hijo, Jesucristo, encomienda a sus discípulos; una misión en la que deben consumir toda su existencia. Por todas partes aparece la idea de conversión de la gente, idea que Él predicó durante el tiempo que vivió entre nosotros, una conversión que supone arrepentimiento sincero de los pecados cometidos y un volverse hacia Él como la ÚNICA solución posible que tienen los hombres para salvarse. "En ningún otro hay salvación" (Hech 4,12). Solamente Jesucristo ha podido decir: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6), porque siendo un hombre como nosotros es también verdadero Dios. 
(Continuará)

lunes, 25 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (19) [Discernimiento]

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Esto decía San Pablo:  "En cuanto a mí, poco me importa ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. Ni siquiera yo mismo me juzgo. Pues aunque en nada me remuerde la conciencia, no por eso quedo justificado. Quien me juzga es el Señor. Por tanto, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor: Él iluminará lo oculto de las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones de los corazones" (1 Cor 4, 3-5) 

Con relación al papa Francisco yo no soy quién para juzgarle, ni a él ni a nadie. Pero como decía en la entrada "Misericordia y verdad"  si bien es cierto que no se puede juzgar nunca a las personas concretas, no es menos cierto que sí se puede -y, a veces, se debe- emitir un juicio con relación a hechos concretos o a determinados comentarios. De no ser así ni siquiera podríamos hablar, pues cualquier frase es ya un juicio. Esto es del sentido común más elemental. Hay una diferencia esencial entre "juzgar" acerca de hechos o acciones, lo que es necesario, y "juzgar" a una determinada persona, lo que no debe hacerse nunca. San Agustín lo expresaba diciendo que "tenemos que odiar el pecado, pero amar al pecador"

Continuando con los dichos y hechos de nuestro papa, lo preocupante (al menos a mí me preocupa) es que ya no se trata de que sus dichos y sus hechos se interpreten de una manera o de otra, que es lo que viene ocurriendo hasta ahora. Los hay a quienes todo lo que diga el papa les parece bien, puesto que lo ha dicho el papa; y también los hay a quienes todo les parece mal, por la misma razón. En ambos casos se comete un error. Cada vez que el papa haga o diga algo, en los comentarios que se hagan al respecto, nuestra referencia no puede ser "porque lo ha dicho el papa". Si Dios nos ha concedido una inteligencia es para que la usemos, de modo que la pregunta que un cristiano, un católico, debe hacerse cuando habla o actúa el papa es si sus palabras o sus acciones están en conformidad con la doctrina de la Iglesia de veinte siglos, portadora y transmisora de la única verdad, que se encuentra en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. La referencia que debemos tomar es Jesucristo fielmente interpretado por la Iglesia de siempre


Analizando los dichos y hechos del papa Francisco, en el año y medio que lleva de pontificado, nos encontramos con que todos son coherentes ... lo que, en principio, es bueno. Sin embargo dejaría de serlo si se pudiera demostrar que el contenido de algunos de esos dichos y hechos no coincide con lo que siempre ha dicho la Iglesia. No debemos olvidar que la Iglesia no la hacen los papas. Fue fundada por Jesucristo. Pedro y sus sucesores -los papas- han recibido un depósito, y este depósito tienen la obligación grave de mantenerlo íntegro, sin quitar ni añadir nada, por una razón muy sencilla; y es que la realidad a la que se refiere este depósito es Palabra de Dios. Como tal, está por encima del tiempo y del espacio; esta Palabra posee una perenne actualidad y puede -y debe- ser siempre aplicada en todo momento y lugar.




Sabemos muy bien que "Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8) Por lo tanto, no es la Iglesia la que debe acomodarse a los criterios del mundo, que son contrarios a Dios, sino que es el mundo el que debe transformarse, de modo que todos seamos uno en Cristo Jesús, conforme a las palabras de San Pablo A LOS CRISTIANOS de Galacia: "No hay judío ni griego, no hay hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gal 3, 28). Y éste fue precisamente el deseo de Jesús poco antes de morir, con relación A SUS DISCÍPULOS, tal y como queda reflejado en la oración sacerdotal de la última cena, en la que Jesús le rogaba a su Padre: "Que todos sean uno: como tú, Padre, en Mí y Yo en Tí. Que también ellos sean uno en nosotros, PARA QUE EL MUNDO CREA que Tú me has enviado" (Jn 17,21)

Siendo esto así, la pregunta que nos hacemos, como cristianos que somos por la gracia de Dios, es si estas verdadescontenidas en las Sagradas Escrituras y fielmente interpretadas por la Iglesia durante veinte siglos ... y que son indiscutibles, al tratarse de la palabra de Dios, han sido tergiversadas o cambiadas en la Iglesia del momento actual. Si así fuese (¡evidentemente debería de estar demostrado de manera que no diese lugar a dudas!) entonces, con todo el dolor de nuestro corazón y de nuestra alma, nos veríamos obligados a mantenernos fieles a la Iglesia de siempre, que es la única verdadera, pues "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29). 

Y aunque los que representan a la Iglesia lo hacen legítimamente -esto no se pone en duda- habría que pedir por ellos para que volvieran a la verdadera Iglesia, a la cual representan (conforme a derecho), pero de la que, de hecho, se han apartado, al haberse acomodado al mundo. Esto no lo digo yo; lo dice el apóstol Santiago [y lo dijo también Jesucristo]:  "Quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4,4). No podemos ignorar esta realidad y mirar para otro lado, como si se tratara de algo que no va con nosotros. Todos los cristianos estamos llamados a ser luz del mundo: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5, 14). Por eso, debemos dar testimonio de Jesucristo, con nuestra vida, para salvar a la Iglesia, que es su Cuerpo Místico, del que todos los cristianos formamos parte. 


Y si nos encontramos con falsos pastores, como -de hecho- suele ocurrir, por desgracia, no debemos consentir que nos engañen, y tenemos la grave obligación de atender a las consignas que nos dio nuestro Maestro cuando dijo: "Mirad que nadie os engañe. Pues muchos vendrán en mi Nombre diciendo: 'Yo soy el Cristo', y engañarán a muchos" (Mt 24, 4-5). Y más adelante: "Si alguien os dice: 'Mirad, el Cristo está aquí o allá', NO LO CREÁIS. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes signos y prodigios para engañar, si fuera posible, incluso a los mismos elegidos" (Mt 24, 23-24).  Para que no quede ninguna duda respecto a cómo debe ser nuestra actuación, y para que permanezcamos siempre alerta nos dice: "Mirad que os lo he avisado" (Mt 24,25)


¿Qué debemos hacer, entonces, ante tanta confusión? ... dado que "surgirán falsos profetas que engañarán a muchos" (Mt 24,11). Pues bien. Esto dice el Señor:  "Vigilad y orad para no caer en tentación" (Mt 26, 41). Y no tener miedo, pensando en las palabras de Jesús: "En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). Es muy importante que pongamos en El toda nuestra confianza, pues  "al crecer la maldad, se enfriará la caridad de muchos"Pues bien -nos dice el Señor-: "Cuando comiencen a suceder estas cosas, erguíos y levantad la cabeza porque se aproxima vuestra redención (Lc 21,28). 

Palabras muy consoladoras, como todas las que provienen de la boca de nuestro Maestro: "Vosotros sois mis amigos" (Jn 15, 14). Jesús es nuestro amigo y no permitirá que nos ocurra nada que nos pueda separar de Él: "¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada?" (Rom 8, 35).  "En todas estas cosas vencemos con creces gracias a Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de qu ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las cosas presentes, ni las futuras, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús, Señor Nuestro" (Rom 8, 37-39). 



Pongamos la barca de la Iglesia en manos del Señor y pidámosle fervientemente por ella para que se mantenga firme en su Palabra y no se deje arrastrar por los nuevos movimientos modernistas que quieren cambiar su Iglesia por otra "Iglesia" que ya no sería la suya, y esto incluso aun cuando su Vicario en la Tierra hubiese sido legítimamente constituido como tal. 

No tenemos otro camino: "Yo soy el Camino" -decía Jesús. "Nadie va al Padre sino es a través de Mí" (Jn 14, 6). Si queremos salvarnos sigamos los consejos que nos da san Pablo, cuando escribe a los colosenses: "Así como acogisteis a Cristo Jesús, el Señor, caminad en Él, arraigados y edificados sobre Él, permaneciendo fuertes en la fe, tal como aprendisteis, y manifestando generosamente vuestro agradecimiento" (Col 2, 6-7), pues  "en cuanto al fundamento nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es Jesucristo (1 Cor 3, 11). Además,  tenemos la seguridad (porque Jesús nos lo ha dicho) de que "quien persevere hasta el fin, ése se salvará" (Mt 24, 11-13). Por eso, le pedimos con confianza que nos conceda la gracia de la perseverancia final para que podamos estar siempre junto a Él, a su lado, en mutua reciprocidad de amor, por eternidad de eternidades.



 (Continuará)