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viernes, 26 de febrero de 2021

"Misa nueva" versus "misa tradicional" (De un sacerdote amigo)




Esto me escribe mi amigo:


Más de una vez, con mucha pena, hemos tenido que escuchar de profesores, sacerdotes e incluso de obispos que hay una conexión real entre el amaneramiento de algunos sacerdotes y revestirse con alba de puntillas. Incluso, más de uno sostiene, con tono burlesco, que revestirse con ese tipo de ornamentos es muy femenino. Por tanto, quienes se revisten de esta manera están reflejando externamente su actitud interior.

A los que sostienen esta tesis me bastaría con mostrarles algunas fotos de San Pío X, Pío XII y Benedicto XVI. No creo que ninguno se atreva a decirle en la cara al Papa emérito lo que afirman en sus clases o charlas, algunas de ellas visibles en internet. Por otro lado, me parece que algunos sacerdotes tenemos un gusto por lo feo. Muchos no somos culpables de ello, pues el gusto se forma, se educa, como se hace en otros ámbitos como la música, el cine, la pintura, etc.

Cuando escuchas a alguien decir que las puntillas son de amanerados, pues, lastimosamente pierde peso lo que dice. Recurrir a la burla para argumentar en contra, quita credibilidad a quien la usa.

En líneas fundamentales, casi todos estamos de acuerdo que la Liturgia es una acción sagrada, memorial del Misterio Pascual de Cristo, donde el sacerdote que preside junto a la asamblea ofrece la víctima, Cristo mismo, agradable al Padre. Junto con tal valiosísima víctima toda la Iglesia se ofrece a sí misma. Sin embargo, hay algunas afirmaciones secundarias que en muchas exposiciones se sostienen y que necesitan aclaración o puntualización.

La reforma pretendió un cambio de mentalidad y no sólo un cambio de ritos, se dice. Esta afirmación es interesante, pues en las conferencias o charlas sobre estos temas se suele rechazar la expresión “Misa nueva”. Se dice que es la misma Misa, que nada ha cambiado. Sin embargo, es realmente una misa nueva. No lo digo yo, sino Pablo VI en dos audiencias de 1969. El Santo Padre habla, en la audiencia del 19 de noviembre, de “un nuevo rito de la Misa”, “un nuevo espíritu”, “nuevas direcciones”, “nuevas reglas”, “lenguaje litúrgico nuevo y más expansivo”, “innovación”. Añade Pablo VI: “la Misa se celebrará de una manera bastante diferente a la que estamos acostumbrados a celebrar en los últimos cuatro siglos, desde el reinado de San Pío V, después del Concilio de Trento, hasta el presente «.

Siete días después, en la audiencia del 26 de noviembre de 1969,  Pablo VI nos da a conocer que la celebración es una novedad, un cambio: “Una vez más queremos invitar a vuestras almas a volverse hacia la novedad litúrgica del nuevo rito de la Misa, que se establecerá en nuestras celebraciones del Santo Sacrificio, a partir del próximo domingo, primer domingo de Adviento, 30 de noviembre. Nuevo rito de la Misa: es un cambio, que concierne a una venerable tradición secular, y por tanto afecta a nuestra herencia religiosa”.
Estas citas precedentes no pretenden sino mostrar con las mismas palabras del Santo Padre que realmente la reforma litúrgica apuntó no solo a un cambio de mentalidad, sino también de ritos, que constituyeron de hecho una novedad.
No se puede rezar sino en la lengua materna, dicen algunos. Esta afirmación contradice la enseñanza del Concilio Vaticano II, que reconoce el canto gregoriano como el propio de la liturgia romana, y nosotros usamos el misal romano. Por otro lado, contradice la experiencia cristiana de siglos. Ciertamente, había sus defectos en las celebraciones litúrgicas antes del Vaticano II, en las que se notaba una deficiente participación por parte de muchos fieles, así por ejemplo, los hombres salían a fumar durante el sermón del sacerdote. Sin embargo, pienso en los santos, hombres y mujeres de a pie, que iban a Misa todos los días. ¿Alguien se atrevería a decir que ellos no rezaban, porque no “entendían”? ¿Seguro que no entendían? ¿Quién nos asegura que la gente ahora entienda? Basta con darse una vuelta por las parroquias para percatarnos que muchos ni siquiera saben lo que el sacerdote ha dicho apenas pronunciado el prefacio en su lengua materna. Es suficiente con ver las encuestas para darse cuenta que un alto porcentaje de fieles no cree que en la Eucaristía está Dios, y eso, los que van a Misa.

Hablar de la naturaleza de la Liturgia debería tener un carácter propositivo. Sin embargo, estamos habituados a escuchar críticas muy severas, y a veces injustas, a la misa que celebraba antes del Concilio Vaticano II. Cargar sobre una forma de celebración antigua todos los defectos que notamos, debería, siendo honestos, llevarnos a cargar también sobre la misa nueva todos los defectos y abusos que actualmente se realizan. A esto último, más de uno podrá decir que no son defectos de la celebración en sí misma, sino de los celebrantes. ¿Acaso no podemos decir lo mismo de los abusos antiguos en la misa tradicional? También son culpa del celebrante y de los fieles, y no de la misa tradicional en sí misma.

Los abuelos tenían a veces un modo no aceptable de evitar ciertos comportamientos. Cuando el pequeño estaba a punto de llorar, si sus abuelos eran mal hablados, les decían: “No llores que eso es de…”. Algo parecido sucede con el acercamiento de algunos sacerdotes jóvenes a lo tradicional. Se les dice: “No se te ocurra revestirte de alba de puntillas que eso es de amanerados”. Con ello muchas veces consiguen, a través de etiquetas, que los jóvenes no se acerquen a todo lo que “huela” a tradicional, y no necesariamente a la misa en forma extraordinaria.

Me parece que la atracción a lo tradicional es una consecuencia de los abusos que los obispos aún no logran corregir. Es interesante, pues todos los jóvenes no han sido formados en la misa tradicional. Ni siquiera se les ha hablado de ella en los seminarios, menos en las clases; sin embargo, les atrae. Es algo que quizás a los curas que no son tan jóvenes cuesta aceptar. En la carta a los obispos que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970, Benedicto XVI reconoce esa proximidad de los jóvenes a la misa tradicional: 
“Enseguida después del Concilio Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía”. 
Es interesante el verbo descubrir, pues refleja que es algo que los jóvenes no han visto, pero que han encontrado. Es decir, hay un grupo (coetus en latín) que no necesariamente ha pervivido décadas después de la reforma, sino que ha descubierto y se ha sentido atraído por esta forma de celebración.

Decía un profesor de liturgia: “En clases puedo tener mis opiniones, pero cuando me revisto con una casulla hago lo que hace la Iglesia”. Si la Iglesia afirma que hay dos formas de celebrar la Eucaristía en el rito romano, ¿Quiénes somos nosotros para negarlo? Un fiel cristiano o un sacerdote reconocen que las dos formas de celebración, la ordinaria y la extraordinaria, son válidas. Si hay alguna persona que niega la validez de la misa nueva de Pablo VI, considérese fuera de la Iglesia. Ambas formas, insistimos, son válidas y sagradas.

Una vez en clases me dijo un profesor: “No necesito conocer la misa tradicional para amar la misa nueva”. A lo que respondí: “Yo tampoco. Pero tiene que reconocer que yo sé más que usted. Pues celebrar la misa tradicional es tener una experiencia de la que usted carece y que se aprende no solo en los libros”. Criticar en mal tono la misa en forma extraordinaria y todo lo que suene a tradicional parece una falta de sensibilidad al pasado, a lo que ha sido y es sagrado. Pero, la sensibilidad, como el gusto, también se educa, se forma, y eso lo facilita la experiencia.

Un seguidor de La Cigueña de la Torre

Pope’s new doctor says COVID is a ‘normal disease’



ROME, Italy, February 25, 2021 (LifeSiteNews) — Pope Francis’s new personal physician said last November that COVID-19 is “a normal illness.”

Italian media reported last year that Professor Roberto Bernabei, 69, the head of Geriatrics at the Agostino Gemelli University Hospital in Rome, had discussed the virus in a grave but reasoned tone.

“If this disease mows down the elderly, it is a very serious thing, of course,” Bernabei said. “However, it is, how should I put it? A normal disease.”

“Unfortunately, viral illnesses attack the most fragile,” he added.

Bernabei, who graduated with a degree in Medicine and Surgery from the Catholic University of Rome in 1976, also mentioned that almost always it is the elderly who die of COVID-19, as well as those with underlying causes.

“Practically, almost exclusively only the elderly die,” the gerontologist said. “The average age of the deceased since March is over 80 years old and [the deceased] has at least three pathologies.”
“To die of COVID, you need to be over 80 years old and have at least three pathologies.”
According to Edward Pentin of the National Catholic Register, Bernabei is the successor to the late Dr. Fabrizio Soccorsi, who was Pope Francis’ doctor since 2015 but died this January at the age of 78. Soccorsi had been admitted to the Gemelli Hospital on December 26 with cancer but, according to Vatican News, died of “pulmonary complications” related to COVID-19.

Bernabei is also a professor of internal medicine at the Università Cattolica del Sacro Cuore and a board member of the European Academy for Medicine of Aging (EAMA). He has been married to American actress and convert to Catholicism Sydne Rome for over 30 years. Roberto Bernabei, a devout Catholic, was one of eight children born to Italian television producer Ettore Bernabei.

According to the Vatican Press Office, both Pope Francis, 84, and Pope Emeritus Benedict, 93, received doses of a COVID-19 vaccine in mid-January. Pope Francis called taking the Pfizer vaccine, which was tested on cell lines derived from an aborted baby girl, “an ethical choice” and said that “ethically, everyone should take the vaccine.”

“I don’t understand why some say, ‘No. Vaccines are dangerous,’” the Argentinian pontiff said. “If it is presented by doctors as a thing that can go well, that has no special dangers, why not take it? There is a suicidal denial that I wouldn’t know how to explain.”
The commonly used coronavirus vaccines, made by Pfizer, Moderna, and AstraZeneca, have all caused sometimes severe side effects. On some occasions, healthy people have died within days after being vaccinated.
A 39-year-old woman with no known comorbidities died unexpectedly in northern Ohio within 48 hours of receiving a COVID-19 vaccine, which was reportedly required by her employer.

A 27-year-old personal support worker suffered a severe allergic reaction including fainting, seizures, and hospitalization, when she received the abortion-tainted Pfizer-BioNTech COVID-19 vaccine.

In February, a new recommendation by the Centers for Disease Control and Prevention (CDC) to have “intubation kits” at vaccination sites implicitly acknowledged a high number of adverse effects associated with getting the experimental COVID-19 vaccines.

In Italy this week, dozens of teachers called in sick after receiving vaccinations for COVID-19 over the weekend. They were vaccinated with AstraZeneca’s product.

Other observers have criticized the attempt to use vaccinations to control the population by introducing vaccine passports.

Earlier this month, U.K. Foreign Secretary Dominic Raab hinted that vaccine passports will be required for access to supermarkets and pubs.

In Israel, those who have not yet received the COVID vaccine, or who have refused to take the jab, will remain unable to access a number of venues and businesses as the economy slowly reopens.

Although the Vatican’s Congregation for the Doctrine of the Faith (CDF) has issued a statement assuring Catholics they could take even abortion-tainted COVID vaccines if there are no ethical alternatives available, many bishops and cardinals have spoken up against the use of such products.
In a paper released last December, Bishop Athanasius Schneider, along with co-signers Cardinal Janis Pujats, Bishop Joseph Strickland, and Archbishops Tomash Peta and Jan Pawel Lenga, expressed the strong conviction that any use of a vaccine tainted with the “unspeakable crime” of abortion “cannot be acceptable for Catholics” under any circumstances. 

Actualidad Comentada | Un viaje de altísimo riesgo | P. Santiago Martín |

 Magnificat TV - Franciscanos de María

Duración 8:48 minutos

jueves, 25 de febrero de 2021

Noticias varias 25 de febrero de 2021




GLORIA TV

Los obispos, hablando confidencialmente: Francisco no ha inspirado a ningún seminarista para que sea sacerdote

Observa y llora: capilla de San José asesinada durante el año de San José

El obispo Schneider pide un "nuevo movimiento provida" contra las vacunas y los medicamentos "contaminados por el aborto"



En nuestra traducción de LifeSiteNews, el relato del discurso del obispo Athanasius Schneider en la conferencia on line titulada 

"Desenmascarando el COVID-19: vacunas, mandatos y salud global"

en el que espera la formación de un "nuevo movimiento pro-vida" se niega a tratar con medicamentos o vacunas derivadas de cualquier forma de bebés abortados.

Observo que el problema no es sólo de carácter moral en relación con el uso de células fetales, sino que también concierne al desconocimiento que se tiene de las consecuencias, insuficientemente probadas (incluso a medio / largo plazo) sobre el organismo humano, de los productos concebidos y fabricados en el campo de las nuevas biotecnologías. 

Están mal definidas como vacunas, ya que no se corresponden con las características de las vacunas utilizadas hasta la fecha, que actúan confiriendo inmunidad mediante la creación inducida de anticuerpos. 

Los nuevos productos, en cambio, actúan de forma invasiva sobre el delicado equilibrio del mecanismo de funcionamiento de las células; un mecanismo complejo, ni siquiera del todo conocido, así como interconectado de una manera admirable pero no completamente explorada, con todos los innumerables sistemas fisiológicos del organismo humano. 

En conclusión, manifestar perplejidad respecto a las vacunas anti-Covid no significa ser no-vax, sino ejercitar libremente el derecho de elección tanto por motivos morales -objeto de la pastoral del obispo Schneider- como pendientes de más elementos de evaluación en el aspecto de salud.

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Un obispo católico pide la formación de un "nuevo movimiento provida" que se niega a tratar con medicamentos o vacunas derivadas de una forma u otra de niños abortados. "Tenemos que crear un nuevo movimiento pro-vida", dijo el obispo Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, Kazajstán, el 19 de febrero durante su discurso en una conferencia on line titulada " Desenmascarando el COVID-19: vacunas, mandatos y salud global ", organizado por LifeSiteNews

El obispo Schneider dijo que hasta ahora el movimiento pro-vida ha sido "muy meritorio" al adoptar una postura unívoca contra el aborto. Y agregó: “Sin embargo, creo que ha llegado ya un nuevo tiempo, una nueva etapa, un nuevo período para que todos los movimientos pro-vida protesten, de manera clara e inequívoca, contra las drogas contaminadas por el aborto, contra el uso de partes del cuerpo del feto ". "Esta es una nueva etapa y debemos ser valientes"

El llamado a la acción de Schneider se produce a raíz de las revelaciones sobre cómo los investigadores obtienen líneas celulares celulares de bebés abortados que se utilizan en el desarrollo de numerosas vacunas, incluidas varias vacunas COVID, para tener tejido utilizable.

Las pautas de la Iglesia Católica de 2020 permiten que los católicos reciban vacunas contaminadas por aborto, enfatizando que los católicos que reciben una vacuna COVID relacionada de alguna manera con el aborto pueden hacerlo con "buena conciencia" con "la certeza de que el uso de tales vacunas no constituye una cooperación formal" con el aborto.

El obispo Schneider, aunque ciertamente podría estar de acuerdo con la no cooperación formal (es decir, la participación voluntaria) de un vacunado en un aborto del que se ha obtenido una línea celular para producir vacunas, también sostiene que los cristianos no pueden "simplemente disociarse" del hecho de que la producción de varios medicamentos está relacionada con el sacrificio de bebés prematuros cuyas partes del cuerpo se utilizan.

"La voz de la sangre de los niños por nacer clama a Dios por las vacunas contaminadas por el aborto, por los medicamentos contaminados por el aborto", dijo Mons. Schneider. "Esta voz está gritando en todo el mundo y tenemos que despertar". Y agregó: "Nadie que esté verdaderamente preocupado por la defensa de la vida y la ley moral puede callar o mantener la calma y resignarse a esta situación".

El obispo se quejó de los líderes de la Iglesia, especialmente de los vinculados a la Santa Sede, que "lamentablemente no ven la gravedad" de la cuestión.

Schneider destacó que hay una "acumulación de delitos" en relación con la creación de medicamentos contaminados por el aborto.
«El primer crimen es el asesinato, el asesinato del feto. Luego está la extracción de las células: es un crimen, es horrible. Y luego el reciclaje de estas partes del cuerpo. Y luego está el marketing y así sucesivamente. Y finalmente está la fabricación de medicamentos y la fabricación de vacunas ”.
“Son todos aspectos conectados. No se pueden separar”, dijo. “Cuando tomas una determinada medicina o una determinada vacuna, no puedes decir: 'Oh, todos estos males desaparecen y estoy muy lejos [de todos]'. Eso no es verdad. Entras en esta cadena". "Ha llegado el momento de que todas las personas de buena voluntad, especialmente los católicos creyentes y todas las organizaciones pro-vida, se pongan de pie y protesten fervientemente con voz unánime diciendo: "Nunca estaremos de acuerdo, nunca admitiremos [en nuestras vidas] estos males”
Schneider citó de Los hermanos Karamazov, de Dostoievski , la advertencia del autor ruso sobre el costo moral de crear una utopía de "paz e inactividad" basada en la tortura, la muerte y las "indescriptibles lágrimas" de "una pequeña criatura, ese niño que se golpea el pecho con su puño».

“Hay que protestar contra esto e iniciar un nuevo movimiento en el sector farmacéutico, en la medicina, sin ninguna conexión, ni siquiera la más remota, con estos delitos”, dijo el obispo.

Schneider declaró que los cristianos en este nuevo movimiento deberían estar dispuestos a enfrentar la "prisión" e incluso la "muerte" en lugar de recibir los beneficios para la salud, que provienen de matar a los niños por nacer.
“¿Cómo se puede explotar el asesinato y todos estos horribles crímenes en los niños no nacidos más débiles e inocentes para la salud temporal de uno? El fin nunca justifica los medios. No puedes entrar en esta cadena ».
Indicó el ejemplo de los primeros cristianos que, ante tiempos de persecución, eligieron el martirio antes que salvar sus vidas, sus familias, sus hijos, colocando un grano de incienso frente a la estatua de un ídolo. "Rechazaron cualquier acto de ambigüedad o cooperación contra el primer mandamiento de Dios", dijo.

“Creo que nos acercamos a un tiempo en el que los verdaderos cristianos entrarán en una especie de período de persecución. Las señales ya están ahí. Pero no debemos tener miedo porque Dios está con nosotros […] "Si Cristo vive en nosotros, no debemos tener miedo", añadió.
"Debemos estar convencidos de que somos ganadores y mirar hacia la eternidad. ¿Qué es un cristiano? Diría que es una persona de la eternidad. Y como miramos más allá de esta vida única temporal, como miramos lo eterno, buscamos sólo la voluntad de Dios, y cuando lo hagamos, Dios siempre nos dará la fuerza de Jesús, su consuelo y su bendición".

miércoles, 24 de febrero de 2021

Miércoles de la primera semana de Cuaresma (Summa Theologica, III C.46 a.6)

MEDITACIONES ENTRESACADAS DE LAS OBRAS DE SANTO TOMÁS DE AQUINO


INTENSIDAD DEL DOLOR DE CRISTO EN LA PASIÓN (1)

Atended, y mirad si hay dolor como mi dolor (Lam 1, 12).

Cuando Cristo padeció se dio en Él un verdadero dolor, tanto sensible, causado por algún daño corporal, como interior, proveniente de la aprehensión  de algo nocivo, y que se llama tristeza. Ambos dolores fueron en Cristo los mayores que pueden sufrirse en la vida presente. Y esto sucedió por  cuatro razones.

Primero. Por las propias causas del dolor, pues la causa del dolor sensible fue la lesión corporal, la cual llegó a la acerbidad [cualidad de implacable, cruel, despiadado], tanto por la universalidad como por el género del sufrimiento. Porque la muerte de los crucificados es acerbísima, ya que son clavados en las partes nerviosas y sumamente sensibles, esto es, en las manos y en los pies; y  el mismo peso de su cuerpo colgado aumenta continuamente el dolor; y junto con esto está la larga duración del dolor, porque no mueren inmediatamente como sucede con los que son muertos a espada. La causa del dolor interior fue, en primer lugar, el cúmulo de todos los pecados del género humano, por los que satisfacía padeciendo; por lo cual se los atribuye a sí mismo, diciendo con Sal 22, 2: "Las palabras de mis delitos". En segundo lugar, de manera especial, la ruina de los judíos y de otros que delinquieron ante su muerte; principalmente de sus discípulos, que fueron víctimas del escándalo en la Pasión de Cristo. Finalmente, también la pérdida de la vida corporal, que es naturalmente horrible para la naturaleza humana.  

Segundo. Por la capacidad de la percepción del paciente: Cristo estaba óptimamente complexionado en cuanto al cuerpo, ya que éste fue formado milagrosamente por obra del Espíritu Santo (...) En Él fue exquisito el sentido del tacto, de cuya percepción se sigue el dolor. Y también su alma, conforme a sus facultades interiores, percibió eficacísimamente todas las causas de tristeza.

Tercero. Por la pureza del dolor. Porque en los demás pacientes se mitiga la tristeza interior, e incluso el dolor exterior, con alguna consideración de la mente, en virtud de cierta derivación o redundancia de las fuerzas superiores en las inferiores. Esto no aconteció en la pasión de Cristo, porque "permitió" a cada una de sus potencias, "realizar lo que le es propio"

Cuarto. Porque Cristo tomó aquella pasión y aquellos sufrimientos voluntariamente, con el fin de liberar del pecado a los hombres. Por ese motivo, asumió tanta cantidad de dolor cuanta fuese proporcionada a la grandeza del fruto que de ahí iba a seguirse.

Por consiguiente, de la consideración de todas estas causas juntas resulta evidente que el dolor de Cristo fue el máximo posible.

Tomás de Aquino

(1) La traducción correspondiente no me convence del todo, de modo que he usado una traducción intermedia entre que enlaza al libro y la dada por la BAC (Suma de Teología V - Parte III e índices), págs 404 y 405 

Francisco agradece la labor del un congreso religioso proLGTBI de EE UU (Carlos Esteban)



El Santo Padre envió un mensaje en vídeo al Congreso de Educación Religiosa, famoso por la presencia de grupos LGTBI y numerosos disidentes de la doctrina católica, agradeciendo su “larga y fecunda” labor de 65 años, informa LifeSiteNews.

“Queridos hermanos y hermanas: un cordial saludo para todos los participantes en el Congreso de Educación Religiosa patrocinado por la Arquidiócesis de Los Ángeles, que celebra su 65 aniversario y el 50 aniversario del “Día de la Juventud”, dice el Papa en el vídeo dirigido a la conferencia patrocinada por la Archidiócesis de Los Ángeles, que este año se celebra por Internet. “Felicitaciones por estas iniciativas, que ya han recorrido un camino, largo y fecundo, y que en este momento han asumido una realización en forma virtual”.

Se trata de la mayor reunión anual de católicos en Estados Unidos, un evento de tres días que ha llegado a reunir a cuarenta mil personas y que este año celebra su 65 aniversario. Por lo demás, el congreso es conocido como una plataforma para la disidencia, con ponentes que defienden la normalización de la actividad homosexual o proponen novedades litúrgicas mucho más allá de la reforma posterior al Concilio.

El año pasado, por ejemplo, el congreso presentó obras del sacerdote jesuita y abierto homosexual William Hart McNichols, autor de piezas como “Crucifixión Sida”, una imagen irreverente, sino abiertamente blasfema, de Cristo en la cruz.

El lema del congreso de este año es “Proclamad la promesa”, y entre los ponentes figuran el omnipresente jesuita proLGTBI padre James Martin; el también jesuita padre Gregory Boyle, que se opone abiertamente a la enseñanza de la Iglesia sobre el ‘matrimonio’ homosexual, el sacerdocio femenino y la necesidad de estar en gracia para recibir la comunión (o, si se prefiere, lo que debe considerarse “estar en gracia”); y el obispo de San Diego y entusiasta de la causa LGTBI Robert McElroy, que durante la pasada campaña electoral se opuso a sus hermanos en el episcopado sobre la idea de que el aborto deba considerarse un asunto “preeminente”.

Carlos Esteban

La degradación litúrgica pone en peligro la misma fe (Aldo María Valli)

 MARCHANDO RELIGIÓN



Traducido por Miguel Toledano para Marchando Religión

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Últimamente me ha llamado la atención una carta escrita por un religioso dominico que se interesa por la degradación litúrgica imperante y que escribe lo siguiente: “Ya no son los ateos, anticlericales o librepensadores, ni los sin Dios, quienes desean a cualquier precio quitar a los fieles lo que éstos consideran más precioso; sino que son los obispos los que se dedican a dicho objetivo”.

La denuncia es muy fuerte. En la carta, el religioso habla de “iniciativas litúrgicas anárquicas y profanas” que “pululan por todas partes en nuestras iglesias e incluso en nuestras catedrales más venerables, con el consentimiento e incluso la participación de algunos obispos”. De hecho, parece que para estos mismos obispos el peligro es la Misa tridentina según el rito de san Pío V.

Escribe igualmente el autor de la carta: 
“¿Por quién nos toman nuestros obispos? Nos sabemos los textos. Nos consta que el nuevo misal de Pablo VI está únicamente autorizado, no impuesto. Sabemos que Pablo VI jamás ha prohibido la celebración de la Misa conforme al rito de san Pío V. Sabemos que el Concilio, por su parte, y el mismo papa, consideran el latín como la lengua oficial de la Iglesia”. Y sin embargo, “a día de hoy un sacerdote puede prestar su iglesia a musulmanes, budistas, tibetanos, patagones, hippies, papúes, niños, niñas, ambiguos, ambivalentes, ambidextros, anfibios y vendedores ambulantes; pero, por desgracia, si un infeliz sacerdote quiere celebrar la Misa para la cual la misma iglesia fue construida (por el pueblo, no por los sacerdotes) y, si el pueblo desea asistir a la misma Misa que se ha celebrado en dicho lugar durante siglos, resulta que no faltan los anatemas episcopales. Que además proceden de los mismos obispos que hablan de ecumenismo, pluralismo y tolerancia. Obispos que en las relaciones con todo el mundo son un pedazo de pan, pero que contra nosotros, hermanos en la fe y en el sacerdocio, disparan su artillería de forma despiadada”.
El autor de la carta, como se ve, no está exento de retórica polémica, particularmente gráfica cuando sostiene que los obispos y sacerdotes conocidos por ser “un pedazo de pan” cierran la puerta a una única categoría de personas: los católicos que quieren seguir siendo fieles a la liturgia antigua.

Para finalizar, escribe el religioso: “Santo Tomás de Aquino nos dice que la Eucaristía es el bien común de la Iglesia católica. Cuando este bien común queda destruido, se desintegra toda la Iglesia”.

¿Y por qué me ha impactado tanto esta carta? Porque, una vez redactada por el dominico francés Raymond-Leopold Bruckberger, fue publicada en Le Figaro del 24 de enero de 1975. Sí, habéis leído bien: 1975. Pensaréis que hace cuarenta y seis años ya estaban bien descritos y evidenciados, a los ojos de quienes querían ver, todos los problemas que vivimos hoy y que nos provocan amargura tan a menudo.

Además, mientras leía la carta del padre Bruckberger, recibí otra, procedente de una lectora de mi blog Duc in altum. Una carta que revelaba sufrimiento, llena de desánimo, que comienza así: “Quiero manifestar el malestar que me invade cada vez que voy a Misa. Malestar creciente, contra el cual trato de luchar, pero con escaso resultado. Desde que entro en la iglesia no consigo estar tranquila. Veo demasiadas cosas que no proceden. Me digo que no debo juzgar, pero mi sentimiento es más fuerte que yo. Miro a Nuestro Señor clavado en la cruz y le pregunto cómo puede soportar tanto desprecio y tanto abuso. No ha bastado cambiar el Padre nuestro. Ahora los obispos, siempre dispuestos a descuidar lo esencial en pro de lo superfluo, han llegado a inventarse el grotesco intercambio de miradas de paz. Hay quien guiña el ojo, otros hacen una reverencia (a Dios no, pero al que está al lado sí). Toda la escena tiene algo de tragicómico. La Comunión se distribuye rigurosamente en la mano, con los fieles de pie, lo que es el colmo del desastre. Después de la Misa vuelvo a casa con expresión sombría y con sentido de culpa por mis críticas, pero ¿Cómo podría evitar no ver lo que veo?”

El padre Bruckberger, al final de su reflexión y citando el pensamiento de Henri Bergson, el filósofo que el difunto Vittorio Mathieu definió como “el gran olvidado de la filosofía contemporánea”, observa que los ritos y las ceremonias sin ninguna duda emanan de la fe, pero también tienen un efecto sobre ésta. Los ritos y ceremonias pueden consolidar la fe, pero alterados y pervertidos la fe corre el riesgo de ser destruida.

Y, sin embargo, con raras excepciones, nuestros pastores ni ven ni oyen. Y, siempre misericordiosos y acogedores con todos, se muestran súbitamente duros e inflexibles hacia quien se permite recordar que Deus non irridetur.

Aldo Mª Valli

Corresponsal vaticano de ABC: “Francisco es el Papa de todas las religiones” (Carlos Esteban)

 INFOVATICANA


Juan Vicente Boo, veterano corresponsal de ABC en el Vaticano, ha sido entrevistado por la cadena de radio de los obispos, COPE, con motivo de la publicación de un libro, ‘Descifrando el Vaticano’.

“Francisco, por su diálogo con todas sus religiones, se ha convertido en el Papa de todas las religiones”, ha asegurado en COPE Juan Vicente Boo. “Los tres Papas que yo he conocido son fascinantes, cada uno a su modo, Benedicto XVI y Juan Pablo II han marcado distintos puntos de la historia de la Iglesia”.

Boo, que ha pasado en la Roma papal 22 años como corresponsal, cuenta en su último libro, ‘Descifrar el Vaticano’, los entresijos de los tres pontificados que ha cubierto para el diario conservador, teniendo siempre en cuenta que la interpretación es, como no podía ser de otro modo, estrictamente personal.

Que un veterano conocedor del medio califique a Francisco de “Papa de todas las religiones” es, por una parte, perfectamente obvio, porque los esfuerzos del Santo Padre en los últimos tiempos para acercar las religiones en una gran “fraternidad” se han multiplicado desde la firma, durante su viaje a Abu Dabi en febrero de 2019, del pacto por la paz con el gran imán de la mezquita de Al Azhar -usualmente descrito como la máxima autoridad del islam suní-, Ahmed Al-Tayyeb.

El documento en cuestión generó inmediata polémica, especialmente el pasaje en el que se afirmaba que Dios quiere la pluralidad de las religiones.

La perplejidad que despertó en muchos esta afirmación llevó al obispo auxiliar de Astaná, en Kazajstán, Athanasius Schneider, a viajar a Roma y pedir al mismo Papa una aclaración de tal afirmación. En efecto, si las religiones enseñan doctrinas diferentes sobre los mismos puntos, en muchas ocasiones incompatibles entre sí, es imposible que sean todas ellas verdaderas en el mismo grado, y si Dios se complaciera en la existencia de religiones que no son verdaderas se estaría complaciendo en el error.

Su Santidad especificó que el pasaje se refería a la ‘voluntad pasiva’ de Dios, es decir, en el sentido de que quiere lo que tolera, lo que permite que pase. Sin embargo, todas sus declaraciones posteriores sobre el particular parecen reafirmar la interpretación inicial de la mayoría, menos oscura.

El repetido tema de la fraternidad de las religiones, de la idea de que todas las religiones son distintos caminos eficaces para llegar a la misma meta, culminó con la publicación de su más reciente encíclica, Fratelli tutti, centrada en esa misma idea, sobre el esquema más general de la fraternidad de todos los hombres.

Las dificultades doctrinales para avanzar en esa confluencia religiosa, en opinión de muchos, han llevado al Santo Padre a evitar o mitigar aquellos principios del mensaje cristiano que puedan subrayar su lejanía y distinción con respecto a otros credos, llegando a denostar a quienes “hacen de la verdad un ídolo”, frase que hasta la fecha choca por lo incomprensible. ¿Cómo podría la verdad ser un ‘ídolo’? ¿No se definió Cristo a sí mismo diciendo: “Yo soy la verdad”?

En cualquier caso, nos parece un tanto inadecuado por parte de Boo que haga de Francisco un “Papa de todas las religiones” sin haber consultado a ninguna, cada una de las cuales tendrá sus propios líderes e, imagino, alguna objeción que hacer a ese intento de OPA confesional.

Carlos Esteban

lunes, 22 de febrero de 2021

Monseñor Athanasius Schneider: Francisco está “objetivamente equivocado”



Al hablar el 19 de febrero en una conferencia online de LifeSiteNews.com, el obispo Athanasius Schneider advirtió que la voz de la sangre de los niños no nacidos clama a Dios desde las vacunas contaminadas por el aborto.

Schneider presenta una “cadena de crímenes”: el asesinato de niños no nacidos, la extracción de sus células, el reciclaje de partes de sus cuerpos y su comercialización. Critica que Francisco y los obispos no vean la gravedad del asunto.

Para Schneider, el documento del Vaticano que permite esas vacunas y su promoción por parte de Francisco son declaraciones personales: “No tenemos que aceptarlo como enseñanza definitiva e infalible". El obispo aclara que Francisco está “objetivamente equivocado” en este tema.

Schneider desea un nuevo movimiento provida que proteste sin ambigüedades contra las vacunas contaminadas por el aborto.

sábado, 20 de febrero de 2021

Tanzania católica: No hay necesidad de vacunas Covid-19

 GLORIA TV


La ministra de Salud de Tanzania, Dorothy Gwajima, anunció el 1 de febrero que el país no tiene necesidad de vacunas y “no tiene planes para recibirlas”.

Tanzania tiene 60 millones de personas. Algunas vacunas deben recibir aprobación ministerial. Gwajima explico que Tanzania es segura, y animó a consumir comida saludable, mejorar las prácticas higiénicas, usar desinfectantes y hacer nebulizaciones.

Unos días antes el presidente católico John Magufuli calificó a las vacunas de peligrosas e innecesarias, diciendo que “Dios protegerá” a la nación.

En marzo Magufuli decidió NO cerrar las iglesias. Animó al pueblo para que fuera a trabajar y asistir a los lugares de culto.

Tanzania es uno de los únicos tres países en el mundo que no participa en la histeria del Covid-19 y no da a conocer “datos de infectados”

Los otros son Turkmenistán y Corea del Norte. La Wikipedia de los oligarcas está acusando ahora a Tanzania de “negar el Covid-19”.

Los jesuitas vuelven a la carga: «Legalidad» de utilizar células extraídas de fetos abortados para preparar vacunas contra Covid-19

 SPECOLA


El último número de la Civiltà Cattolica se centra en la «legalidad» de utilizar células extraídas de fetos abortados para preparar vacunas contra Covid-19. Los jesuitas vuelven a la carga desafiando a los católicos más reaccionarios. 

En este momento sus ‘borradores’ son revisados por la Secretaría de Estado y su contenido es el fundamento, o la explicación, de muchas intervenciones del Papa Francisco. 

Por primera vez las autoridades vaticanas, «ante la propagación de la pandemia y la necesidad de producir vacunas capaces de afrontar la amenaza del Covid-19 en un nivel global» da luz verde al uso de células obtenidas de fetos tras la interrupción del embarazo. 

Se elogia la decisión de Doctrina de la Fe de disolver con gran prudencia todos los nudos morales y canónicos sobre el uso de esas células vivas hasta la pandemia, y nos recuerda, menos mal, pero con los artificios propios de las neuronas jesuíticas, que «el recurso la interrupción voluntaria del embarazo es siempre y en todo caso pecado mortal».

Specola

Ayuno y abstinencia de carne (Padre Javier Olivera Ravasi)

 QUE NO TE LA CUENTEN


Duración 8:26 minutos


Desde tiempo inmemorial es práctica en la Iglesia observar unos días de penitencia. Y esto porque la Iglesia quiere ser fiel al mandato del Señor, que indicó que “vendrán días en que les será arrebatado el esposo y entonces ayunarán” (Mt, 9, 15).

Especialmente la Cuaresma, es un tiempo en que los católicos debemos hacer algún tipo de penitencia y, la Santa Madre Iglesia, nos manda la del ayuno y la abstinencia de carne, especialmente los viernes.

En este sentido el Código de Derecho Canónico nos dice:

“todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia, a tenor de los cánones que siguen” (c. 1249).

La Iglesia establece unos tiempos de penitencia que incluyen el ayuno y la abstinencia. Pero se debe tener en cuenta que los fieles están obligados cada uno “a su modo”: las prácticas que se establecen no dispensan de la obligación moral de hacer penitencia, la cual es personal, y no se debería limitar a las pocas prácticas comunes a todos los católicos.

Los días propiamente de ayuno y abstinencia son: miércoles de ceniza y viernes santo, sin embargo, el resto de los viernes del año también son días penitenciales, más aún los viernes de Cuaresma.

¿Y por qué el viernes? Por ser el día en que el Señor entregó su espíritu.

¿Y por qué la carne? En respeto de la carne del Salvador y por ser de los alimentos más apetecidos y más comunes.

¿Cuáles son las prácticas de penitencia que indica el derecho canónico? El canon 1251 señala que “todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo” y el c. 1252 nos dice que “la ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años; la del ayuno, a todos los mayores de edad (18 años), hasta que hayan cumplido 59 años. Cuiden sin embargo los pastores de almas y los padres de que también se formen en un auténtico espíritu de penitencia quienes, por no haber alcanzado la edad, no están obligados al ayuno o a la abstinencia”.

No hay obligación de guardar abstinencia los días que coinciden con solemnidad (ej, si en Cuaresma el 19 de marzo, San José o el 25 de Marzo, la Anunciación del Señor caen en viernes).

En algunos casos, la Conferencia Episcopal de cada país, podrá suplir esa penitencia por otra (c. 1253); es el caso de Argentina, por ejemplo, donde se nos dice por una legislación de 1986 que “a tenor del canon 1253, se retiene la práctica penitencial tradicional de los viernes del año (fuera de los viernes de Cuaresma) consistente en la abstinencia de carnes; pero puede ser sustituida, según libre voluntad de los fieles por cualquiera de las siguientes prácticas: abstinencia de bebidas alcohólicas, o una obra de piedad, o una obra de misericordia”.

Con respecto a las obras de piedad que reemplazan la abstinencia, podrían ser, por ejemplo, el Vía crucis, el rezo del Rosario, la adoración al Santísimo Sacramento.

Pues nada. Una ayuda memoria nomás para,

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

viernes, 19 de febrero de 2021

NOTICIAS VARIAS 19 de febrero de 2021


ADELANTE LA FE



IL SETTIMO CIELO


INFOVATICANA


MARCHANDO RELIGIÓN


SECRETUM MEUM MIHI


LIFE SITE NEWS

The anti-hydroxychloroquine campaign was based in politics, not science: biologist

Selección por José Martí

Actualidad Comentada | El mundo sin Dios | P. Santiago Martín FM |

 Magnificat TV - Franciscanos de María

Duración 9:11 minutos

https://youtu.be/LehYz4uS9-E

La sorprendente renuncia romana a la objeción de conciencia (Carlos Esteban)



Como en la batalla provida, durante décadas la Iglesia Católica y sus pastores han estado en la vanguardia de la defensa de la objeción de conciencia. Los católicos han figurado con honores en el combate para que los poderes públicos reconozcan el derecho de todo individuo a abstenerse de hacer lo que su conciencia le impele a evitar, con independencia de que el poder político considere su postura irracional o perniciosa.

Por eso llama poderosamente la atención que sea el propio vértice de la jerarquía eclesial, la propia Curia romana, la que prohíba la objeción de conciencia ante la obligación de vacunarse contra el covid, a pesar no solo de las dudas razonables sobre su seguridad y su naturaleza hasta cierto punto experimental -comparado con el proceso habitual de aprobación de vacunas-, sino de la documentada sospecha de que se han utilizado para su elaboración células de fetos abortados deliberadamente.

Por eso recibimos con alivio la noticia recién aparecida según la cual la oficina del cardenal Bertello ha emitido una declaración en la que rectifica, asegurando que se encontrarán “soluciones alternativas” para aquellos empleados vaticanos que no quieran recibir la vacuna por cualquier razón, y que no perderán su empleo como se amenazaba en el decreto original.

La sorprendente decisión inicial de las autoridades vaticanas, que obviamente pone en peligro todo el edificio jurídico y doctrinal de defensa de la objeción de conciencia en otros campos, contrasta, además, con la decisión de una institución tan poco sospechosa de estrechas miras y tan amada por la línea oficial vaticana de los últimos años como es el Consejo de Europa, cuya Asamblea Parlamentaria acaba de aprobar (27 de enero) una importante resolución en torno a la aplicación de las vacunas contra el Covid19 que dice expresamente que los gobiernos deben asegurarse de que los ciudadanos estén informados de que la vacunación NO es obligatoria y de que nadie es presionado política, social o de otro modo para que se vacune, si no lo desea; deben además velar por que nadie sea discriminado por no haber sido vacunado, por posibles riesgos para la salud o por no querer ser vacunado.

Incluso en el seno de la jerarquía episcopal, especialmente la de Estados Unidos, han surgido voces defendiendo, no ya la libertad que deben tener los ciudadanos para aceptar o rechazar la vacunación, sino directamente la ilicitud de esas mismas vacunas.

Entre estas figuras destaca el obispo de la diócesis texana de Tyler, Joseph Strickland, que no es la primera vez que se pronuncia a la contra del consenso de sus hermanos en el episcopado. En esta ocasión, Strickland ha hecho propaganda activa contra el uso de las vacunas contra el covid, argumentando que aceptar una vacuna desarrollada o probada con células de niños abortados podría constituir una complicidad moral con el crimen del aborto. Ya el pasado mes de junio, Strickland anunció que rechazaría toda vacuna producida usando tejidos de niños abortados.

Por su parte, el Santo Padre señaló hace un mes que no conseguía explicarse el “negacionismo suicida” de quienes se negaban a la vacunación, añadiendo que “desde el punto de vista ético todo el mundo debe vacunarse, porque no solamente pones en peligro tu salud, tu vida, sino también las de los otros”.

Pero si el principio moral que plantea el Papa es difícilmente discutible en abstracto, la resistencia al uso de una vacuna concreta en una situación específica escapa a las competencias del Santo Padre. Incluso dejando de lado -y es mucho dejar- la ilicitud grave de su forma de producción o testeo, es perfectamente lícito cuestionar la idoneidad, eficacia y efectos secundarios de una vacuna desarrollada y probada en un tiempo absolutamente récord -el tiempo normal suele ser de entre 8 y 10 años- y para la que los laboratorios -empresas comerciales con ánimo de lucro y un comprobable historial de prácticas cuestionables- ensayan una tecnología nunca antes empleada, más aún cuando dichas firmas han obligado a los gobiernos a firmar un acuerdo que las hace en caso de que algo salga mal. Se trata, en fin, de discusiones científicas sobre las que el Vaticano no tiene competencias, y ante las que cualquiera esperaría que guardase un prudente respeto a la libertad individual.

Llama, en cualquier caso, la atención este desvío de la línea invariablemente seguida por la cúpula eclesiástica en defensa de un principio tan esencial como la objeción de conciencia.

Carlos Esteban

jueves, 18 de febrero de 2021

La iglesia vaciada (Javier Urcelay)

 THE WANDERER


Parece ser que los obispos españoles están preocupados por la disminución del número de asistentes a las misas dominicales después del confinamiento. Lo han notado también en la bajada de la recaudación en los cepillos de las iglesias. Y la cuestión preocupa. La caída podría llegar a un 40%.

Es ya un lugar común decir que el coronavirus ha cambiado nuestras vidas, y que algunos cambios han llegado ya para quedarse. Son frases hechas y tópicas que se repiten en los periódicos. Sin embargo, no hay nada que haya venido para quedarse que no estuviera ya de alguna forma presente. Y, desde luego, muchas cosas que han venido, se irán por la misma puerta cuando “esto” pase: mascarillas, geles, distancias sociales…

Lo que sí ha hecho el coronavirus, es acelerar algunas tendencias prexistentes, es decir, adelantar de alguna manera el futuro previsible. Por ejemplo, las compras por internet, el teletrabajo, la explosión de las redes sociales, el dominio de las cinco grandes tecnológicas, la tendencia de los poderes a controlar nuestras vidas y dictar nuestros comportamientos… y el vaciamiento de las iglesias.

La tendencia al vaciamiento de las iglesias viene observándose, de manera constante, desde hace ya bastantes años. Los españoles, que hace algunas décadas constituíamos la “reserva espiritual” de Occidente junto con irlandeses y polacos, nos hemos ido “europeizando”, y con ello abandonando la religión y la práctica religiosa.

Las iglesias españolas van despoblándose, y encontrar en ellos un menor de cuarenta años, o incluso varones, empieza a ser raro. Según una reciente encuesta del CIS, ya sólo el 57% de los españoles se declaran católicos, diez puntos menos que al inicio de la pandemia, y cuando hace apenas un par de décadas la cifra estaba en torno al 90%. Entre la juventud, la asistencia regular a la misa dominical está por debajo de uno de cada diez. En una reciente encuesta de World Vision y Barna Group, a la pregunta sobre la importancia de la dimensión religiosa en sus vidas, el 60% de los jóvenes entrevistados respondía que poco o nada.

Tampoco el panorama de los curas es mucho más alentador. Rara avis es un celebrante que baje de los sesenta, o de los setenta, o incluso de los ochenta…es decir, sacerdotes jubilados que siguen al pie del cañón, porque falla la “tasa de reposición”. Los seminarios están vacíos, las congregaciones religiosas subsisten gracias a las vocaciones de los países subdesarrollados. Los jesuitas, franciscanos, agustinos y dominicos están en torno a cinco seminaristas en España, muchos menos si contamos sólo a los nativos. Si la tendencia continúa, en quince o veinte años, desaparecerán de nuestro país las que han sido principales órdenes religiosas durante siglos. Por otra parte, los pueblos se quedan sin cura que les diga misa, es decir, en situación análoga a la que antes oíamos contar de los países de misión, donde los fieles tenían que andar 30 kilómetros para recibir los sacramentos.

No voy a entrar en las causas de todo lo anterior, porque desde luego que deben ser múltiples y complejas. Sólo señalo que van en paralelo con la proliferación eclesiástica de planes pastorales, comisiones de trabajo, documentos consensuados y deseos de los obispos, y más que obispos, de resultar simpáticos y políticamente correctos. Y en paralelo, también, a esa tendencia actual de convertir a la iglesia en una ONG. Porque, si la cosa va de ayudar a los más necesitados, a los migrantes, refugiados y marginados, ¿para qué necesita un jóven comprometerse al celibato, la pobreza, la obediencia…?

En este contexto, el coronavirus no ha cambiado nada, pero si puede haber acelerado las cosas, es decir, la progresión hacia una “iglesia vaciada”, y en esto sí que podemos descubrir algunas responsabilidades.

El trabajo de los curas -sanar las almas- no fue considerado “trabajo esencial” durante el confinamiento, y nuestros obispos aceptaron de buen grado y con plena sumisión todo aquello. Tampoco era el momento de organizar plegarias y rogativas como antaño. Un bien superior, la salud de la población, justificaba todos los sacrificios, incluido el del culto divino. Los sacerdotes deberían seguir diciendo sus misas en privado, y los fieles no habría ningún problema porque podrían seguir la Eucaristía desde sus casas, en la televisión, por internet, o incluso por la radio.

La situación era excepcional y lo primero, la salud de todos, era lo primero. Lo importante era seguir las recomendaciones del Ministerio de Sanidad -el “Ministerio de la Verdad” orweliano-, que se convirtió en gran administrador apostólico: cuándo podrían abrir las iglesias, con qué aforo, en qué horarios y con qué ritual: mascarillas, pasillos, señalizaciones, espaciamiento en los bancos…

Los obispos completarían el cuadro con más instrucciones sanitarias: circulación para acercarse a recibir la comunión, extensión de los brazos para la distancia de seguridad con el sacerdote, mamparas en los confesionarios (en los pocos que siguen funcionando), y sustitución del signo de la paz por una pequeña inclinación de cabeza, o un guiño a la señora de al lado.

En España fueron muy pocas las voces episcopales que se dieron entonces cuenta de lo que todo aquello significaba, del mensaje que se estaba dando a la feligresía con tanto anteponer la salud y tanta sumisión a los dictados del gobierno orweliano.

El primero, naturalmente, que la salud es lo primero, y ante ello, todo lo demás tiene que ceder, incluido el culto divino y los derechos de Dios. Un mensaje sin duda novedoso en la historia de la Iglesia, y que de haberse conocido antes hubiera ahorrado mucho mártir en el Coliseo y mucha madre Teresa atendiendo moribundos contagiosos.

El segundo, es que el gobierno tiene autoridad para abrir y cerrar iglesias y para disponer el orden interior en las mismas. Y si el gobierno puede decidir que no se pueden hacer procesiones el día del Corpus en el atrio de la iglesia, supongo que con más motivo se le está legitimando para que mañana disponga quitar el crucifijo de las escuelas o prohibir la celebración en las calles de la Semana Santa.

El tercero, es que, ante el bien superior de la salud, internet o la televisión suplen sin problema a la asistencia y participación directa en los sacramentos. Y, qué duda cabe, acaba hasta resultando más cómodo: elijo horario, oigo misa en un sofá, y hasta me paso de un canal a otra si el cura me aburre en la homilía. ¡No digamos ya la ventaja que tendría para las confesiones!

Conclusión: una parte de los católicos españoles que tenían el hábito de la asistencia dominical a misa, han perdido esa rutina durante los confinamientos, que están siendo suficientemente largos y frecuentes como para hacernos cambiar de hábitos. Y una vez pasadas las restricciones, casi como que se han acostumbrado ya a que ir a misa pueda ser un poco como a la carta y un poco como cuando apetece.

A ello se suma el que, tantas medidas de seguridad, tanta distancia en los bancos y tanto gel hidroalcohólico en las iglesias hace que, ¿quién no?, todos pensemos que en las iglesias es uno de los sitios donde hay más riesgo. Total, que lo voy dejando, que por ahora no voy, que no quiere decir que haya dejado de ir a misa…

Así a lo tonto, y aun cuando este resultado estuviera lejos de lo que pretendían los obispos con sus recomendaciones, lo cierto es que hemos acortado algunos años en nuestro caminar hacia una iglesia vaciada. Lo que se nota también en la recaudación de los cepillos. La situación es preocupante.

Hace algunos meses escribí un artículo al que titulé “la profecía de Ratzinger”. Se trataba de la visión profética de un espíritu privilegiado, como el del papa emérito, sobre el futuro de la Iglesia en Europa. Algunos acogían ese panorama con alborozo -una iglesia minoritaria pero fervorosa-, y a otros se nos helaba la sangre: una Cristiandad en ruinas y un mundo mayoritariamente sin Dios.

La iglesia vaciada no es solo una tragedia para la Iglesia y para los creyentes. Es una tragedia, de incalculables consecuencias, para la humanidad, para las almas. Y será el fin de España como nación.

Cada uno haría bien en reflexionar sobre su papel y sus responsabilidades.

No hay motivos para el optimismo, y pocos para la esperanza humana. Pero si para avivar la esperanza virtud teologal. Dios ha vencido al mundo, y Él sabrá sacar bien del mal: omnia in bonum.

Vaticano del Covid-19: los que se negaron a ser vacunados pueden ser despedidos

GLORIA TV


Un decreto del cardenal Giuseppe Bertello (ver a continuación), presidente de la Pontificia Comisión del Estado de la Ciudad del Vaticano, aprobado específicamente por Francisco, amenaza a los empleados del Vaticano con “fuertes sanciones” si se niegan a la vacunación por el Covid-19, escribe el 18 de febrero el sitio web FaroDiRoma.it.

El Vaticano hace que la vacuna relacionada con el aborto esté disponible en forma gratuita para todos los trabajadores y sus familias.

El decreto se refiere a una ley del Vaticano, datada en el 2011, en la que se amenaza a empleados que no se someten a un examen de salud a “consecuencias de diverso grado que pueden ir hasta la interrupción del empleo”.

El decreto menciona otras normas del Covid-19 como el distanciamiento, las mascarillas, la cuarentena y la prohibición de reuniones, y prevé sanciones financieras en caso de incumplimiento.

Esta rigidez contrasta con el tratamiento de Francisco a los que no respetan la regla de la fe: ellos son elogiados y promovidos.

Las Tentaciones del Señor (Primer Domingo de Cuaresma)

PADRE ALFONSO GÁLVEZ


Duración: 50 minutos

https://www.alfonsogalvez.com/podcast/episode/1cdb7f12/i-domingo-de-cuaresma


Meditación predicada el 8 de marzo de 1987. Texto evangélico: Mateo, 4-11.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Un gran documental acerca de San Fernando Rey

 QUE NO TE LA CUENTEN


Nuestros amigos de EUKMAMIE han publicado en estos días este excelente documental acerca de San Fernando Rey, que no debe dejar de verse.

Estará disponible de modo gratuito durante todo el mes de Febrero. Vale la pena para,

Que no te la cuenten…

P. Javier Olivera Ravasi, SE

Hacer clic AQUÍ para acceder al documental (DURACIÓN: 85 MINUTOS)

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