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jueves, 13 de enero de 2022

El Vaticano impone el régimen de restricciones más estrictas contra el covid (Carlos Esteban)



El Estado Vaticano va camino de convertirse en una sociedad distópica en su desesperado afán por erradicar el virus, con una ferocidad que pocos países del mundo pueden igualar: máscaras FPP2 en lugares cerrados, suspensión de viajes, cerco a los “negacionistas suicidas” que se resisten a la inoculación, multas…

Son las nuevas disposiciones firmadas por el Presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano, el obispo español Fernando Vérgez Alzaga, que se suman a otras ya adoptadas para revertir los contagios de coronavirus como la obligación de presentar el certificado de vacunación contra el coronavirus, aplicado a los vacunados o a quienes hayan pasado recientemente la enfermedad, a todos los trabajadores de los dicasterios, organismos y oficinas de la Curia Romana y de las instituciones vinculadas a la Santa Sede, y a los turistas que visiten, por ejemplo, los Museos del Vaticano.

Desde el 13 de diciembre, el Vaticano no permite acceder a sus puestos de trabajo a las personas que no presenten el certificado de vacunación contra el coronavirus, de manera que se considera falta por esa razón una «ausencia injustificada» lo que conlleva la suspensión del sueldo.

Curiosamente (o no), la imposición de este verdadero estado de sitio coincide en el tiempo con la noticia de dos cardenales latinoamericanos, Toribio Ticona, boliviano, y el mexicano Felipe Arizmendi, que han dado positivo por covid después de haberse sometido al ‘acto de amor’ de la vacuna.

Mientras, en el país pionero en vacunación del mundo, Israel, su virólogo más prestigioso, profesor de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Tel Aviv, profesor Ehud Qimron, advierte en una carta abierta a su gobierno que la estrategia mundial contra el covid se ha basado en “falsa propaganda” y está destinada al fracaso, como parecen confirmar todos los datos. Pero, ante la fe ciega, poco se puede hacer.
Carlos Esteban