BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



miércoles, 17 de noviembre de 2021

Nuevo lenguaje: arma diabólica para narcotizar la conciencia (Padre Santiago González)



En el siglo pasado el escritor George Orwell nos dejó su obra literaria “1984”: una novela terrible de carácter profético sobre lo que podría llegar a ser una realidad autocrática a nivel mundial basada, en gran parte, en la aniquilación de la verdad objetiva suplantada por la ideología de la mentira al servicio del partido único. El medio de hacerlo era a través del cambio del lenguaje: la llamada “neo-lengua” por medio de la cual se iba transformando el mismo pensamiento de la población pasando de conceptos reales a los conceptos que interesaban al partido. Pues bien: AQUÍ y AHORA está sucediendo sin que muchos se den cuenta: el cambio lingüístico está cambiando la forma de pensar y narcotizando moralmente las conciencias. Y si cree el lector que exagero lo demostraré por medio de algunos ejemplos muy significativos:

1º: La palabra ABORTO es suplantada por “Interrupción voluntaria del embarazo”. Una palabra que define el peor de todos los crímenes (contra el que no se puede defender y se le niega el derecho a vivir) se cambia por un concepto menos agresivo al oído y más afín a lo jurídico y a lo “humano” (desde la óptica actual).

2º: La palabra MATRIMONIO es suplantada por “Pareja” que a su vez acapara a toda situación de vida en común. Una palabra que define el compromiso definitivo entre un hombre y una mujer, ambos solteros, se cambia por un concepto donde caben: novios, casados, divorciados vueltos a casar, parejas de homosexuales…; y se hace más afín a la ideología actual que pretende socavar la familia cristiana y el matrimonio natural, a la par que diluye toda diferencia entre una pareja bendecida por Dios en el santo matrimonio con una pareja que opta por vivir en pecado mortal.

3º: La palabra SEXO (referida a masculino/femenino) es suplantada por “Género”. Una palabra que define la genética humana (que es masculina y/o femenina, ya que la ciencia nunca ha demostrado que exista otro gen) se cambia por un concepto que implanta una cantidad interminable de tendencias (l, g, t, b, i, q, r…etc) en aras a sustituir la ley natural por una ley ideológica que por motivos meramente oportunistas enarbola hoy la izquierda junto a la derecha liberal. De ese modo se implanta la idea de “libre elección de género” que desplaza la libre voluntad del mismo Dios que nos da a cada uno un sexo desde la concepción.

4º: La misma palabra DIOS es suplantada por “Trascendencia”, de forma que se elimina de raíz la esencia personal de Dios para suplantarla por una mera visión del ser humano que trasciende de si mismo para seguir alrededor de si mismo. De ese modo se deja de creer en CRISTO (que es Dios encarnado) para, si acaso, creer a modo de adhesión ideológica a conceptos tales como “justicia social, ecología, sostenibilidad, humanismo…etc” y se vacía la fe de su propia esencia cayendo de forma inmediata el concepto de “Iglesia” reconvertida en ong o empresa con solo fines sociales.

Pero sigamos ahora con ejemplos más propiamente “intra-eclesiales”:

5º: La palabra MISA es sustituida por “Eucaristia”. Es decir: el fruto de la Misa, que es la Eucaristía, acapara todo el árbol. Al decir solo “Eucaristía” se suprime el carácter sacrificial de la Misa, se obvia nuestra responsabilidad moral dada por los pecados personales, se diluyen los mismos fines de la Misa, y lo que es peor: es como una invitación global a comulgar: que todos comulguen ya que es una cena de invitados. Esta sustitución, de matiz claramente protestante, es causa de innumerables sacrilegios.

6º: La palabra PECADO es sustituida por “Error”, despojando así del pecado su misma esencia que es la ofensa a Dios. No pocos teólogos opinan que quien crea poder ofender a Dios se expresa con soberbia ya que nadie es capaz de ello. Suprema contradicción: niegan que haya pecado a la vez que califican de pecado esa negación (el modernismo siempre usa un razonamiento absurdo). De ese modo se narcotiza la conciencia y ya casi nadie tiene sentido de pecado. Al eliminar la “ofensa a Dios” y desde una catequesis ridícula, por ejemplo, se impone el tópico de “faltar a Misa dominical no es pecado ya que no hago daño a nadie”…, o por ejemplo se preparan las confesiones personales obviando por completo los tres primeros mandatos del decálogo referidos a la relación del alma con Dios.

7º: La palabra APOSTOLADO es sustituida por “Diálogo”, despojando así de la misión toda la tensión positiva que afecta a la voluntad del cristiano a la hora de rezar por la conversión del hermano, ofrecerle el camino de la fe verdadera, invitarlo a bautizarse (o a confesarse, confirmarse…). De ese modo vemos como muchas misiones se transforman en acciones centradas en la promoción social de los destinatarios y reduciendo al mínimo (o a la totalidad) el sentido real del mandato de Jesús sobre las misiones: “Id por todo el mundo y bautizad…”

8º: Con la palabra INFIERNO sucede algo peculiar. No se suplanta por otra pero si se le cambia el significado dejando igual el significante. El infierno es solo intraterreno: el conjunto de todos los sufrimientos injustos que se dan en el mundo a causa de los males estructurales. Una vez escuché a un teólogo que “un exorcismo es hacer una huelga ante una injusticia ya que el diablo no existe”. Es un ejemplo representativo de lo que hoy tenemos. Ese vaciamiento del significado real provoca en muchos cristianos la falsa seguridad de la salvación eterna sin contar con la libre respuesta a la Gracia de Dios.

Conclusión: es urgente desenmascarar la estrategia diabólica de “cambiar” la verdad a través del uso falso del lenguaje, y hacerlo no solo de puertas afuera sino empezando por las palabras que usamos en la misma Iglesia. La labor destructiva empezó hace muchos años y sus efectos son ya una contundente realidad. Y, a modo de posdata añado: que dentro de poco nos saludemos con cariño con un “feliz navidad” y no con “felices fiestas” (otro ejemplo más de la perversidad nacida de esta revolución silenciosa y sutil).

Padre Santiago González