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sábado, 14 de noviembre de 2020

Entrevista completa de Raymond Arroyo a Monseñor Viganò, sobre el falso Informe McCarrick




12 de noviembre del 2020.


Raymond Arroyo:

1. Excelencia, el Informe [Informe McCarrick] dice que usted «no acudió» para presentar evidencias para esta investigación del Vaticano: ¿Se le pidió que proporcionara información?, ¿alguien se puso en contacto con usted [para este propósito]?

Monseñor Viganò:

Me sorprende descubrir que un expediente en el que se me menciona 306 veces, me acuse de no haberme presentado a testificar, en esta investigación sobre Teodoro McCarrick. Pero de acuerdo con la norma del Derecho Canónico, la citación de los testigos es responsabilidad del encargado del proceso, en base a las pruebas recabadas en la etapa de instrucción.

Mi primera intervención sobre McCarrick, la cual hice como Delegado para las Representaciones Pontificias en la Secretaría de Estado, se remonta al 6 de diciembre de 2006, a raíz de un informe del entonces Nuncio en los Estados Unidos, el Arzobispo Pietro Sambi. Posteriormente, en el año 2008, presenté un segundo Memorando que informaba hechos de tal gravedad y con tal detalle, que me llevó a recomendar que McCarrick fuera depuesto como Cardenal y a que fuera reducido al estado laico. Mi Testimonio de agosto de 2018 es conocido por todos, así como mis declaraciones posteriores.

Es completamente incomprensible y anómalo, que no fuera considerado oportuno llamarme a declarar, pero aún más perturbador es que esta omisión deliberada, haya sido utilizada en mi contra. Que no me digan que esto fue porque era imposible rastrearme, ya que la Secretaría de Estado tiene mi dirección de correo electrónico personal, la cual sigue activa.

Por otro lado, así como no se me consultó para la redacción del Informe McCarrick, así también en el 2012, los tres Cardenales que Benedicto XVI puso a cargo de la investigación de Vatileaks 1, no me llamaron para dar testimonio, ni siquiera cuando también estaba involucrado personalmente. Solo después de mi solicitud explícita, el Cardenal Julián Herranz, jefe de la Comisión, me permitió hacer una declaración, diciendo las siguientes palabras: "¡Si realmente quieres ...!"

Además, también me parece significativo que James Grein, la única víctima de los abusos sexuales de McCarrick que tuvo el valor de denunciarlo públicamente, no aparezca en el Informe, y que no haya rastro de su testimonio, en el cual él también habría podido informar sobre del viaje que hizo con McCarrick a San Galo [Suiza], a fines de la década de 1950.

De las declaraciones públicas de James Grein, queda claro que el inicio de la escalada de McCarrick -quien entonces era un joven sacerdote recién ordenado- coincidió con esa visita a Suiza, a un monasterio que más tarde fue la sede de las reuniones de los conspiradores de la llamada "Mafia de San Galo" [1]. Según las declaraciones del fallecido Cardenal Godfried Danneels, ese grupo de Prelados decidió apoyar la elección de Bergoglio tanto tras la muerte de Juan Pablo II, como durante el Cónclave que siguió a la controvertida dimisión de Benedicto XVI.

Recuerdo que durante una conferencia en la Universidad de Villanova, el 11 de octubre de 2013, el entonces Cardenal McCarrick admitió haber apoyado la elección del Cardenal Bergoglio, durante el comienzo de las Congregaciones Generales, previas al Cónclave que se había celebrado unos meses antes, en marzo 2013.

Me pregunto qué tipo de confiabilidad puede tener un órgano judicial, que tiene un conflicto de intereses tan obvio debido a su relación pasada con el acusado. ¿Cómo puede Bergoglio y la Secretaría de Estado que depende de él, aparentar ser imparciales cuando McCarrick fue al Vaticano con una frecuencia anormal, cuándo en junio de 2013 Bergoglio le encargó hacer un viaje diplomático a China?, ¿y cómo no pensar que sus repetidos intentos de encubrir y de negar sus responsabilidades, no es la causa del intento sistemático de desacreditarme como testigo, para no sacar a la luz la complicidad y la connivencia entre ellos y el propio McCarrick?

R.A. 

2. Según el Informe, el Papa [Bergoglio] sostiene que usted no le informó de las actividades o restricciones de McCarrick, en junio de 2013. ¿Cuál es su respuesta a esto?

M.V.

Esta afirmación es absolutamente falsa. En primer lugar, fue el propio Bergoglio, quien el 23 de junio de 2013 me pidió explícitamente mi opinión sobre McCarrick. Como testifiqué en mi Testimonio del 2018:

<<Le respondí con total franqueza (...) "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él. Corrompió a generaciones de seminaristas y de sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto [XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y de penitencia ". El Papa no hizo el menor comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era aliado de McCarrick o si no lo era. >> [2]

Cabe señalar que fue por el propio McCarrick, que me enteré que Bergoglio lo había recibido cuatro días antes de mi audiencia, y que Bergoglio lo había autorizado a ir a China. [Entonces] ¿Qué sentido tenía pedirme una opinión, cuando Bergoglio ya tenía a McCarrick en la más alta estima?

Mientras tanto, McCarrick llegó tranquilamente a Roma, recibió asignaciones del Vaticano, incluídas las oficiales, y continuó con sus actividades como si nada hubiera pasado. En mayo de 2014, me enteré por el Washington Times, de un viaje hecho por McCarrick a la República Centroafricana, en nombre del Departamento de Estado (el entonces Secretario de Estado era John Kerry): este viaje también se menciona en el Informe. Estamos hablando del año 2014, [es decir] a pesar de que a partir de 2008, Benedicto XVI le había ordenado al Cardenal estadounidense [McCarrick] retirarse a la vida privada, no celebrar [Misa] ni asistir a eventos públicos, y no hacer viajes.

Por esta razón y dado el trato que se le estaba dando a McCarrick, le pregunté al Cardenal Parolin si las sanciones contra McCarrick aún se consideraban válidas, pero no recibí respuesta.

En aquel momento, habiendo ya reportado personalmente al Papa y sin haber recibido respuesta del Secretario de Estado, ¿qué podía yo hacer todavía?, ¿a quién podía apelar?

Por el Informe [McCarrick], me enteré de que el Arzobispo Wuerl e incluso el Nuncio Sambi (fallecido en 2011) consideraron las asignaciones continuas y los viajes al extranjero de McCarrick, como una "forma suficiente de destitución" (véase la nota de pie de página # 1013, del Informe [McCarrick]). Me he quedado sinceramente conmocionado al saber que el Informe [McCarrick] dice lo siguiente:

… Las indicaciones no eran “sanciones”; no fueron impuestas por el Papa Benedicto XVI; a McCarrick nunca se le prohibió celebrar Misa en público; a McCarrick no se le prohibió dar conferencias; el Cardenal Re no impuso a McCarrick "la obligación" de dedicarse a una vida de oración y de penitencia; y McCarrick se mantuvo libre para realizar actividades, incluidos viajes, con el permiso de la Santa Sede, incluido el Nuncio (cf. nota de pie de página 1006, ibidem).

Si es así, significa que a pesar de la conducta reprobable del Cardenal [McCarrick], la Santa Sede no consideró oportuno tomar medidas disciplinarias contra McCarrick, lo que confirma mi denuncia de la corrupción de la Curia.

R.A.

3. El Informe hace un gran esfuerzo para tratar de pintarlo a usted, como a alguien un tanto relajado en la tarea de investigar las afirmaciones del Sacerdote 3. (Ellos obvian el hecho de que [precisamente] usted fue el primero que llevó dichas preocupaciones a la Santa Sede). ¿Usted evitó colocarse "en posición de comprobar la credibilidad del "Sacerdote 3"?

M.V.

Es obvio cuál fue mi papel en sacar a la luz los escándalos de McCarrick y [es evidente] que siempre he tomado medidas para informar a la Santa Sede, de cualquier información que llegara a mi poder. Recuerdo que estamos hablando de 2012, cuando yo acababa de ser nombrado Nuncio en los Estados Unidos.

En el Informe se me acusa de no haber dado seguimiento a la solicitud de información, sobre las acusaciones hechas por el "Sacerdote 3", en contra de McCarrick. ¡Esto es absolutamente falso! Son los propios redactores del Informe, los que aportan las pruebas del engaño que han inventado para golpearme y desacreditarme. De hecho, en otro lugar del Informe dice que el 13 de junio de 2013 le escribí al Cardenal Ouellet, enviándole tanto la carta que me había escrito el Obispo Bootkoski, como la carta enviada al "Sacerdote 3". [Ahí] Le informé [al Cardenal Ouellet] que el caso civil del "Sacerdote 3", había sido sobreseído sin posibilidad de apelación. El Obispo Bootkoski calificó las acusaciones del "Sacerdote 3", como falsas y calumniosas.

Me gustaría enfatizar un aspecto en particular. Quienes me acusan de no haber enviado una comunicación escrita al Obispo Bootkoski, Ordinario del "Sacerdote 3" y al Obispo de Metuchen, saben muy bien que esto depende de las instrucciones precisas de la Secretaría de Estado. Y saben igualmente bien -como lo confirma el Informe- que hubo una comunicación telefónica entre el Obispo Bootkoski y yo, de la cual informé al Cardenal Ouellet.

No hay que olvidar que en aquellos años había abogados que no se contentaban con llevar a juicio a las Diócesis por delitos cometidos por sacerdotes, sino que querían demostrar que la propia Santa Sede -como la sede de una empresa multinacional- tenía la máxima responsabilidad por dar una indemnización a las víctimas de abuso sexual. El abogado Jeffrey Lena sabe algo de esto, el cual en dos juicios separados, logró evitar que la responsabilidad por el encubrimiento del abuso, recayera sobre el Papa Benedicto XVI.

R. A.

4. ¿Y qué piensa sobre el Informe, que atribuye la mayor parte de la culpa del ascenso de McCarrick y su lugar en la Iglesia, a los pies de Juan Pablo II y de Benedicto XVI?

M.V.

Las intenciones de quien redactó el Informe son claras: traspasar la responsabilidad de los ascensos de McCarrick a sus predecesores, uno de ellos ya ha fallecido y está canonizado (Juan Pablo II), y el otro es anciano y débil (Benedicto XVI). El primero no puede defenderse desde la tumba, mientras que el segundo es demasiado manso para repudiar descaradamente a su sucesor, llamándolo mentiroso y desacreditándolo a él, así como a la función que desempeña. Lo perturbador es que dentro del propio Informe -que obviamente fue elaborado por muchas manos- existen numerosas contradicciones, las suficientes para hacer que los argumentos expuestos, tengan poca credibilidad.

Me pregunto entonces: ¿quién convenció a Juan Pablo II y Benedicto XVI de no tener en cuenta las graves acusaciones contra McCarrick?, ¿quién estaba interesado en que McCarrick ascendiera, para que pudiera obtener una ventaja, en términos de poder y de dinero?

Probablemente alguien hizo creer a Juan Pablo II, que las acusaciones contra McCarrick eran fabricadas, siguiendo el modelo de las operaciones de descrédito que la Polonia comunista ya había realizado en contra de buenos Obispos y Sacerdotes, que se oponían al régimen.

En el caso de Juan Pablo II, el principal interesado en la promoción de McCarrick fue definitivamente el Cardenal Sodano. Él fue Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: le llegó toda la información. En noviembre de 2000, el Nuncio Montalvo, le envió su informe y las acusaciones de graves abusos, cometidos por McCarrick.

No olvidemos que en este período estalló el escándalo del Padre [Marcial] Maciel [Fundador de los Legionarios de Cristo]. Sodano buscó encubrirlo, falseando una declaración de Benedicto XVI, en la que se decía que el Papa daba por cerrado el caso. Benedicto XVI convocó una sesión plenaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Cardenal Arinze, a pesar de la oposición del Secretario de Estado, logró que Maciel fuera condenado,

El nombre del Cardenal Sodano también apareció en relación con una escandalosa especulación inmobiliaria. En 2003, el sobrino del Cardenal, el ingeniero Andrea Sodano, con cartas de recomendación de su tío, quien era el Secretario de Estado y en su calidad de consultor del grupo inmobiliario Follieri (en algunos documentos oficiales también se le menciona como vicepresidente del grupo), adquirió a precios bajísimos, propiedades de Diócesis estadounidenses que fueron condenadas a compensar daños por casos civiles de abuso sexual, obteniendo así una enorme ventaja económica para él, en detrimento de la Iglesia. Raffaello Follieri, propietario del grupo, fue condenado por fraude y lavado de dinero, precisamente por transacciones temerarias, a través de la venta de estas propiedades. Huelga decir que Follieri tenía una estrecha relación con la Iniciativa Global Clinton y con la familia Clinton, así como con el Partido Demócrata: "El ex Presidente y la Senadora Hillary son nuestros amigos", se jactó Follieri.

Siempre se repiten las mismas conexiones, las mismas complicidades y los mismos conocidos: McCarrick, Clinton, Biden, los demócratas y los Modernistas, junto a una procesión de homosexuales y de abusadores sexuales, que no es les es ajena

En cuanto a Benedicto XVI, fueron el Secretario de Estado, Bertone, y el suplente Sandri quienes tuvieron acceso cotidiano y directo con el Papa; fueron ellos quienes pudieron controlar y filtrar información sobre McCarrick y ejercer presión sobre el Santo Padre.

Una vez más, el Informe habla por sí solo. Quien presentó la pregunta directamente al Papa Benedicto XVI, fue el Cardenal Bertone, quien contrariamente a lo que había propuesto repetidamente -es decir, que las gravísimas y detalladas acusaciones contra McCarrick, requirieron un proceso canónico ejemplar que condujo a su destitución del Colegio Cardenalicio, así como a su reducción al estado laico- llevó al Papa Benedicto a decidir que no debería emprenderse ningún proceso canónico, ni que debería prescribirse sanción canónica alguna, sino que en su lugar se haría "una simple apelación a la conciencia y al espíritu eclesial de McCarrick".

Y aquí aparece evidente otra flagrante contradicción: ¿Cómo es posible conciliar una simple apelación a la conciencia, con las instrucciones formales que se dieron tanto al Nuncio Sambi como a mí, según las cuales McCarrick no podía residir en el seminario en donde vivía, no podía participar en actividades públicas, no podía viajar y tenía que llevar una vida de retiro, dedicada a la oración y a la penitencia?

La corrupción de las más altas esferas del Vaticano es tan evidente, que lleva a considerar el Informe como un intento indigno de hacer aparecer a Bergoglio como absolutamente ajeno a las manipulaciones de la Curia, incluso como una especie de perseguidor implacable de los corruptos, mientras que la evidencia de los hechos demuestra lo contrario. Diría que Bergoglio es para la iglesia profunda, lo que Biden es para el Estado profundo...

Me gustaría señalar también que el hecho de culpar a Juan Pablo II del nombramiento de McCarrick -a pesar de la opinión negativa de la Congregación de Obispos y de su Prefecto, el Cardenal Re-, también podría aplicarse al propio Jorge Mario Bergoglio, sobre quien el Superior General de los Jesuitas expresó fuertes reservas [3]. Si Wojtyla se equivocó con McCarrick y por ello se le considera implícitamente responsable de los escándalos ocurridos, ¿qué impide que este juicio se extienda también a la promoción de Bergoglio como Arzobispo de Buenos Aires, y luego como Cardenal? Recordemos que en el Consistorio del año 2001, además de McCarrick y de Bergoglio, otros destacados miembros de la Mafia de San Galo, recibieron el bonete rojo...

R.A.

5. ¿Hay algo más que debamos incluir?

M.V.

Para concluir, me gustaría citar un artículo reciente de Riccardo Cascioli, tomando como mío, su lúcido juicio:

Aun cuando del Informe surge la figura de un McCarrick que era un depredador serial, no fue sino hasta el año 2017 cuando llegó el primer informe del abuso de un menor, que se desencadenó una gran reacción. [...] En la práctica, se nos dice que el “comportamiento inmoral con adultos”, que aunque ciertamente no es algo bueno -finalmente- es algo que se tolera. La verdadera alarma, la que prevé sanciones -incluso las más severas- , solamente suena si el abusado es menor de edad; como si las decenas y decenas de futuros sacerdotes que compartían el lecho con McCarrick y por tanto, en su mayor parte estaban condenados a una vida sacerdotal desequilibrada, no contaran mucho. Como si la devastación moral y la destrucción de la fe, causada por un Obispo depredador -vocaciones perdidas, sacerdotes que a su vez repitieron el abuso, nombramientos episcopales distorsionados por vínculos patológicos- fueran solo un problema menor.

(…) Se ignoró deliberadamente que lo que permitió el irresistible ascenso de McCarrick, es un sistema de poder también conocido como Lobby Gay, el cual favorece el nombramiento y la carrera de Obispos, con determinadas características. (...)

No, realmente no hay ninguna señal de que la Iglesia haya aprendido algo del caso McCarrick; existe más bien la sensación de que se hizo pagar a una persona [McCarrick], para que otras pudieran continuar tranquilamente. Y mientras tanto, avanza la idea de que si un sacerdote tiene tendencias homosexuales, no hay problema.

En esta grotesca farsa, que ahora se envuelve en una falsa apariencia de legalismo, con el propósito de salvar la imagen ahora comprometida de prelados corruptos, indignos y depravados, no ha habido duda en arrastrar por el falgo a toda la Iglesia, a su prestigio ante el mundo y a su autoridad sobre los fieles. Me limito a observar que incluso ahora en el Vaticano, Bergoglio todavía se rodea de notorios homosexuales y de personas con reputaciones gravemente comprometidas. Esta es la desautorización más flagrante, del supuesto trabajo moralizador de Bergoglio.