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sábado, 14 de noviembre de 2020

TESTIMONIO del 22 de agosto de 2018 de Su Excelencia Carlo Maria Viganò Arzobispo Titular de Ulpiana Nuncio Apostólico

EJÉRCITO VIGANÒ






En este trágico momento para la Iglesia en varias partes del mundo -Estados Unidos, Chile,

Honduras Australia, etc.- Los Obispos tienen una grave responsabilidad. Estoy pensando en

Estados Unidos de América en especial, a donde fui enviado como Nuncio Apostólico por

el Papa Benedicto XVI, el 19 de octubre del 2011, el onomástico conmemorativo de los

primeros mártires en Norteamérica. A los Obispos de los Estados Unidos se les ha

convocado, y yo entre ellos, a seguir el ejemplo de estos primeros mártires que trajeron el

Evangelio al Continente Americano, para ser testigos creíbles del inmenso Amor de Cristo,

el Camino, la verdad y la Vida.

Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido horribles crímenes en

detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes y hombres jóvenes dispuestos a

dedicar sus vidas a la Iglesia, o por su silencio no han evitado que tales crímenes continúen

siendo perpetrados.

Para restablecer la belleza de la santidad de la Novia de Cristo, que ha sido terriblemente

desfigurada por tantos abominables crímenes, y si en verdad quieren liberar a la Iglesia del

fétido pantano en el que ha caído, debemos tener el valor de derribar la cultura de la

secrecía y confesar publicamente las verdades que hemos mantenido escondidas. Debemos

derrumbar la conspiración de silencio con la que los Obispos y sacerdotes se han protegido

a expensas de sus fieles, una conspiración de silencio que a los ojos del mundo arriesga a la

Iglesia Católica asemejarse a una secta, una conspiración de silencio no muy diferente a la

que prevalece en la mafia. "Lo que hayas dicho en la oscuridad...será proclamado desde lo

alto de las casas"

(Lucas 12:3).

Yo siempre creí y tuve la esperanza de que la jerarquía de la Iglesia podría encontrar en su

seno los recursos espirituales y la fuerza para confesar toda la verdad, para enmendar y

renovarse. Es por esto que, aun cuando repetidamente se me había hecho la petición, había

evitado hacer declaraciones a los medios, aun cuando estaba en mi derecho de hacerlo, para

defenderme de las calumnias que se publicaron contra mi persona, incluso por altos

prelados de la Curia Romana. Pero ahora que la corrupción ha alcanzado la cima de la

jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me dicta que revele las verdades en torno al triste caso

del Arzobispo emérito de Washington D.C., Theodore McCarrick, al que conocí dadas las

encomiendas que me confió San Juan Pablo II, como Delegado de las Representaciones

Pontificias, de 1998 al 2009, y por el Papa Benedicto XVI, como Nuncio Apostólico para

los Estados Unidos de América, desde octubre 19 del 2011 hasta el fin de mayo del 2016.

Como Delegado de las Representaciones Pontificias en el Secretariado de Estado, mis

responsabilidades no estaban limitadas a las Nunciaturas Apostólicas, sino que también

incluían al personal de la Curia Romana (empleos, promociones, procesos informativos de

los candidatos al Episcopado, etc.) y la revisión de casos delicados, incluídos aquellos

relacionados a Cardenales y Obispos, que se le confiaban al Delegado, de parte del




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Cardenal Secretario de Estado o por el Sustituto del Secretario de Estado.

Para allanar las sospechas insinuadas en varios artículos recientes, digo ahora mismo que

los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos

fallecidos prematuramente, no omitieron informar a la Santa Sede, tan pronto tomaron

conocimiento de la conducta gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con los

seminaristas y sacerdotes. Ciertamente, de acuerdo a lo que el Nuncio Pietro Sambi

escribió, la Carta O.P. del Padre Boniface Ramsey, que había sido profesor en el seminario

diocesano en Newark desde finales de los ochentas hasta 1996, afirma que había un rumor

recurrente en el seminario de que el Arzobispo "compartía su cama con los seminaristas,"

invitando a cinco al mismo tiempo de pasar el fin de semana con él en su casa en la playa.

Y agregó que conocía a cierto número de seminaristas algunos de los cuales fueron

ordenados sacerdotes por la Arquidiocesis de Newark, que habían sido invitados a esta casa

en la playa y habían compartido cama con el Arzobispo.

La oficina que se me había encomendado como responsabilidad no fue informada de

ninguna medida tomada por la Santa Sede después de que los cargos fueran presentados por

el Nuncio Montalvo a finales del año 2000, cuando el Cardenal Angelo Sodano era

Secretario de Estado.

De la misma manera, el Nuncio Sambi transmitió al Cardenal Secretario de Estado,

Tarcisio Bertone, un memorando de acusación contra McCarrick por el sacerdote Gregory

Littleton de la Diócesis de Charlotte, que fue rebajado al estado laico por violación de

menores, junto con dos documentos de Littleton en los que hace el recuento de su trágica

história de abuso sexual por el entonces Arzobispo de Newark y varios otros padres y

seminaristas. El Nuncio agrega que Littleton ya había enviado su memorandum a alrededor

de veinte personas, incluyendo a autoridades judiciales civiles y eclesiásticas; policía y

abogados en junio del 2006, y que por lo tanto era muy probable que la noticia se haría

pública, en breve. Por lo tanto pedía por la pronta intervención de la Santa Sede.

Al escribir el memorando (1) sobre estos documentos que se me confiaron, como Delegado

de las Representaciones Pontificias, en diciembre 6 del 2006, le escribí a mis superiores, El

Cardenal Tarcisio Bertone y al Sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuídos a

McCarrick, por Littleton, eran de tal gravedad y vileza que provocaban asombro, una

sensación de disgusto, profunda tristeza y amargura en el lector, y que eran constitutivos de

crímenes de seducción, petición de comisión de actos depravados de seminaristas y padres,

repetidamente y simultaneamente con varias personas; escarnio a un joven seminarista que

intentó resistir las seducciones del Cardenal en presencia de otros dos sacerdotes,

absolución de los cómplices de estos actos depravados, celebración sacrílega de la

Eucaristía con los mismos sacerdotes después de la comisión de dichos actos.

- En mi memorando, que entregué ese mismo diciembre 6 del año 2006 a mi superior

inmediato, el Sustituto Leonardo Sandri, propuse las siguientes consideraciones y curso de

acción a mis superiores:

___________________

(1) Todos los memorandos, cartas y otra documentación mencionada aquí están disponibles en la Secretaría

de Estado de la Santa Sede o en la Nunciatura Apostólica de Washington D.C.




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- Dado que parecía que era un nuevo escándalo de peculiar gravedad, pues atañía a un

Cardenal, se iba a agregar a los múltiples escándalos de la Iglesia en Estados Unidos,

y dado que este asunto involucraba a un Cardenal, y que de acuerdo a

can. 1405 § 1, No. 2 ̊, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi”;

- Hice la propuesta de que se debía tomar una medida ejemplar contra el Cardenal que

podría surtir un efecto medicinal, para prevenir abusos futuros contra víctimas inocentes y

paliar el grave escándalo para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en

la Iglesia.

Añadí que sería muy beneficioso que en esta instancia la autoridad eclesial actuara antes

que las autoridades civiles y de ser posible, antes de que el escándalo llegara a la prensa.

Esto podría restaurar alguna dignidad a la Iglesia tan humillada y puesta a prueba por tantos

actos abominables de parte de algunos de sus pastores. Si se hiciera esto, la autoridad no

llevaría a juicio a un Cardenal sino a un pastor a quien la Iglesia ya le hubiese adjudicado

las medidas apropiadas para evitar que el Cardenal de abusar de su autoridad y continuar

destruyendo vidas inocentes.

Mi memorando de diciembre 6 del 2006 fue conservado por mis superiores y jamás me fue

regresado con alguna decisión de mis superiores sobre este asunto. Subsecuentemente

alrededor del 21 de abril del 2008, la Declaración del Papa Benedicto XVI en torno a la

crisis de los patrones de conducta sexual en los Estados Unidos, por Richard Sipe, fue

publicado en Internet en richardsipe.com . El 24 de abril fue entregado por el Prefecto de la

Congregación de la Doctrina de la Fe, el Cardenal William Levada, al Cardenal Secretario

de Estado Tarcisio Bertone. Se me entregó un mes después el 24 de mayo de 2008.

El día siguiente entregué un nuevo memorando al nuevo Sustituto, Fernando Filoni, que

incluyó el memorando previo de diciembre del 2006. En él, resumía el documento de

Richard Sipe que terminaba con esta respetuosa y sincera petición al Papa Benedicto XVI:

"Me acerco a Su Santidad con la debida reverencia, pero con la misma intensidad que

motivó a Peter Damian a exponer frente a su predecesor, el Papa León IX, una descripción

del clero durante su era. Los problemas que relataba eran similares y tan grandes hoy en

día en los Estados Unidos como lo eran entonces en Roma. Si Su Santidad lo solicita, yo

personalmente entregaré la documentación a la que aludo."

Terminaba mi memorando repitiéndole a mis superiores que yo pensaba que era necesario

intervenir lo mas rápido posible removiendo la Mitra cardenalicia al Cardenal McCarrick y

que debía ser sujeto a las sanciones establecidas por el Código de la Ley Canónica, que

también incluían las provisiones para su reducción a estado laico.

Este segundo memorando mío tampoco fue remitido a la oficina de personal, y me generó

una grave decepción de mis superiores por la inconcebible ausencia de acción contra el

Cardenal y por la continua ausencia de comunicación conmigo a partir del primer

memorando de diciembre del 2006.




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Pero finalmente supe con certeza, a través del Cardenal Giovanni Battista Re, entonces

Prefecto de la Congregación para los Obispos, que la declaración valerosa y meritoria de

Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto [XVI] había impuesto

al Cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa

Francisco: El Cardenal debía abandonar el seminario en donde vivía, se le prohibía

celebrar Misa en público, participar en reuniones públicas, dar conferencias, viajar,

con la obligación de dedicarse a una vida de penitencia y oración.

No sé cuando tomó estas medidas el Papa Benedicto [XVI] en contra de McCarrick, si en

el 2009 o 2010, porque entretanto se me había transferido a la Gubernatura de la Ciudad

Estado del Vaticano. Asimismo, no se quién haya sido responsable de esta increíble

tardanza. Ciertamente no creo que haya sido el Papa Benedicto [XVI] que en sus tiempos

de Cardenal había denunciado repetidamente la corrupción presente en la Iglesia, y que en

sus primeros meses de Pontificado ya había adoptado una postura firme en contra de

admitir a jóvenes a los seminarios con profundas tendencias homosexuales. Creo que fue

debido al primer colaborador del Papa [Benedicto XVI] en ese momento, el Cardenal

Tarcisio Bertone, que notoriamente favorecía el promocionar a homosexuales a posiciones

de responsabilidad, y estaba acostumbrado a manejar la información que él creía era

apropiada el transmitir al Papa [Benedicto XVI] .

En cualquier caso, lo que es seguro es que el Papa Benedicto [XVI] las antes citadas

sanciones canónicas a McCarrick y que le fueron comunicadas por el Nuncio

Apostólico para los Estados Unidos, Pietro Sambi. El Monseñor Jean-François

Lantheaume, entonces Primer Consejero de la Nunciatura en Washington y Chargé des

affaires después de la inesperada muerte del Nuncio Sambi en Baltimore, me dijo, cuando

llegué a Washington D.C. -Y él está listo para testificar el dato- de una tormentosa

conversación que duró más de una hora, que el Nuncio Sambi sostuvo con el Cardenal

McCarrick al que había citado a la Nunciatura. Monseñor Lantheaume me relató que "la

voz del Nuncio se podía escuchar hasta el pasillo".

Las mismas disposiciones del Papa Benedicto [XVI] se hicieron de mi conocimiento por el

nuevo Prefecto de la Congregación de Obispos, el Cardenal Marc Ouellet, en noviembre

del 2011, en una conversación antes de mi partida a Washington, y fueron incluídas junto a

las demás instrucciones de la misma Congregación para el nuevo Nuncio

A su vez, se las repetí al Cardenal McCarrick en mi primer encuentro con él en la

Nunciatura. El Cardenal, musitando en voz poco entendible, admitió que tal vez él había

cometido el error de dormir en la misma cama con algunos seminaristas en su casa de

playa, pero lo mencionó como si no tuviese importancia. Los fieles se preguntan

insistentemente cómo fue posible que se le designara como Cardenal de Washington, y

tienen todo el derecho a saber quién sabía y quién encubrió sus graves descarríos.

Por lo tanto es mi deber el revelar lo que sé de esto, comenzando con la Curia Romana. El

Cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado hasta septiembre del 2006: Toda la

información le fue entregada a él en noviembre del año 2000, el Nuncio Montalvo le envió

su reporte, entregándole la carta antes citada del Padre Boniface Ramsey en la que

denunciaban los serios abusos cometidos por McCarrick.




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Es sabido que Sodano intentó encubrir el escándalo del Padre Maciel hasta el último

momento. Incluso destituyó al Nuncio en la Ciudad de México, Justo Mullor, quien rechazó

hacerse cómplice en la estratagema de encubrimiento del Padre Maciel, y en su lugar

designó a Sandri, en aquel entonces Nuncio en Venezuela, que estaba dispuesto a colaborar

en el encubrimiento. Sodano incluso llegó a emitir una declaracióna la oficina de prensa del

Vaticano en la que se reafirmaba una mentira, en la que se aseveraba que el Papa Benedicto

[XVI] había decidido que el asunto Maciel debía ser considerado como caso cerrado.

Benedicto [XVI] reaccionó, a pesar de la árdua defensa de Sodano, y Maciel fué hallado

culpable e irrevocablemente condenado.

¿Fue la asignación de McCarrick como Cardenal de Washington, obra de Sodano, cuando

Juan Pablo II ya estaba gravemente enfermo? No se nos ha dado saberlo. Sin embargo es

legítimo el pensarlo, pero no creo que haya sido el único responsable de esto. McCarrick

viajaba frecuentemente a Roma y tenía amigos en todas partes, en todos los estratos de la

Curia. Si Sodano había protegido a Maciel, como parece seguro, entonces no hay razón

para pensar que no haya hecho lo mismo por McCarrick, quien de acuerdo a muchos, tenía

los medios financieros para influenciar decisiones. Su nominación a Washington tuvo la

oposición por el entonces Prefecto de la Congregación para los Obispos, el Cardenal

Giovanni Battista Re. En la Nunciatura en Washington existe una nota escrita de su puño en

la que el Cardenal Re se distancia del nombramiento y declara que McCarrick era el

décimo cuarto en la lista de candidatos para Washington.

El reporte del Nuncio Sambi con todos sus apéndices, fue enviado al Cardenal Tarcisio

Bertone, como Secretario de Estado. Mis dos memorandos antes citados de diciembre del

2006 y mayo 25 del 2008, presumiblemente también le fueron entregados por su Sustituto.

Como se mencionó anteriormente, el Cardenal no tuvo dificultad en presentar candidatos

para el Episcopado de los cuales se sabía que eran homosexuales activos -Cito unicamente

el caso de Vincenzo de Mauro, quién fue designado Arzobispo-Obispo de Vigevano y mas

tarde removido porque estaba subvirtiendo a sus seminaristas - y en filtrar y manipular la

información que le entregaba al Papa Benedicto [XVI].

El Cardenal Pietro Parolin, el actual Secretario de Estado, que también era cómplice en el

encubrimiento de los descarríos de McCarrick, el cual, después de la elección del Papa

Francisco, presumía abiertamente de sus viajes y misiones a varios continentes. En abril del

2014, el Washington Times publicó un reportaje en primera plana, el viaje de McCarrick a

la República de África Central, por encargo del Departamento de Estado ni mas ni menos.

Como Nuncio de Washington le escribí al Cardenal Parolin preguntándole si las sanciones

impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto [XVI] estaban vigentes. ¡Ça va sans dire que

mi misiva nunca tuvo respuesta!




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Lo mismo se puede decir de:

• Cardenal William Levada. Ex-Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe

• Cardenal Marc Ouellet. Prefecto de la Congregación de los Obispos

• Lorenzo Baldisseri Ex-Secretario de la Congregación para los Obispos

• Arzobispo Ilson de Jesus Montanari. Actual Secretario de la misma Congregación.

Todos estaban al tanto por la investidura de sus cargos, de las sanciones impuestas por el

Papa [Benedicto XVI] a McCarrick.

Los Cardenales Leonardo Sandri, Fernando Filoni y Angelo Becciu, como sustitutos del

Secretariado de Estado, conocían todos los detalles de la situación en lo concerniente al

Cardenal McCarrick.

Tampoco los Cardenales Giovanni Lajolo y Dominique Mamberti podrían haber

permanecido ignorantes, como Secretarios para las Relaciones con los Estados. Ellos

participaron varias veces por semana en reuniones colegiadas con el Secretario de Estado.

En lo que concierne a la Curia Romana, me detendré aquí, aun cuando los nombres de otros

Prelados en el Vaaticano son bien conocidos, incluso algunos muy cercanos al Papa

Francisco, tales como el Cardenal Francesco Coccopalmerio y el Arzobispo Vincenzo

Paglia que pertenecen a la corriente homosexual que favorece el subvertir la Doctrina sobre

la homosexualidad, una corriente ya denunciada antes en 1986 por el Cardenal Joseph

Ratzinger, en aquel entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su

carta a los Obispos de la Iglsia Católica sobre el cuidado pastoral de personas

homosexuales. Los Cardenales Edwin Frederick O’Brien y Renato Raffaele Martino

también pertenecen a dicha corriente, aunque con una ideología distinta. También otros que

pertenecen a esta corriente incluso tienen su residencia en el Domus Sanctae Marthae.

Ahora hablemos de lo de Estados Unidos. Obviamente el primero en ser informado de las

medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI] fue el sucesor en la Sede de Washington,

Cardenal Donald Wuerl, cuya situación está ahora totalmente comprometida por las

recientes revelaciones en torno a su comportamiento como Obispo de Pittsburgh.

Es totalmente impensable que el Nuncio Sambi, quién fuese una persona extremadamente

responsable, honesta, leal, directa y explícita en su comportamiento (un verdadero hijo de la

Romagna) no le hablase al respecto. En cualquier caso, yo mismo puse el tema a la

consideración con el Cardenal Wuerl en varias oportunidades, y ciertamente no necesité

entrar en detalle pues me percaté con claridad que él estaba al corriente del tema. Tambien

recuerdo en lo particular de que tuve que llamar su atención al tema, porque me di cuenta

que en una publicación de la Arquidiócesis, en la cuarta de forros a color, había un anuncio

invitando a los jóvenes que creían tener vocación para el sacerdocio, a una reunión con el

Cardenal McCarrick. Inmediatamente me puse en comunicación telefónica con el Cardenal

Wuerl quién me expresó su sorpresa diciéndome que no sabía nada del anuncio y que lo

cancelaría. Si él, como lo declara actualmente, no sabía nada de los abusos cometidos por

McCarrick y de las medidas tomadas por el Papa Benedicto [XVI], ¿cómo puede explicar la




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respuesta que me dió en el teléfono? Sus recientes declaraciones de que no sabía nada del

asunto, aunque al principio se refirió astutamente a las compensaciones a dos víctimas, son

absolutamente irrisorias. El Cardenal miente desvergonzadamente y prevalece sobre la

figura de su Canciller, Monsignor Antonicelli, para que mienta asimismo.

El Cardenal Wuerl también claramente mintió en otra ocasión. Después de un evento

moralmente inaceptable, autorizado por las autoridades de la Universidad de Georgetown,

lo presenté a la atención de su presidente (Rector), el Dr. John DeGoia, enviándole otras

dos cartas. Antes de remitir copia al involucrado, para manejar las cosas apropiadamente,

yo personalmente entregué copia de ellas al Cardenal con una carta que yo había escrito. El

Cardenal me respondió que no sabía nada del tema. Sin embargo no me envió acuso de

recibo de las dos cartas, cosa que no era usual en él. Subsecuentemente supe que el evento

de la Universidad de Georgetown había sido celebrado durante siete años. ¡Pero el Cardenal

no sabía nada al respecto!

El Cardenal Wuerl, consciente de los continuos abusos cometidos por el Cardenal

McCarrick y de las sanciones que le impuso el Papa Benedicto [XVI] y transgrediendo la

orden del Papa [Benedicto XVI], también le permitió residir en un seminario en

Washington D.C. Al hacerlo, puso en riesgo a otros seminaristas.

El Obispo Paul Bootkoski, emérito de Metuchen, y el Arzobispo John Myers, emérito de

Newark, encubrieron los abusos cometidos por McCarrick en sus respectivas Diócesis y

compensaron a dos de sus víctimas. No pueden negarlo y deben ser interrogados para

revelar todas las circunstancias y toda la responsabilidad con respecto a este asunto.

El Cardenal Kevin Farrell, quien fue entrevistado recientemente por los medios, también

dijo que no tenía la menor idea sobre los abusos cometidos por McCarrick. Dadas las

características de su mandato en Washington, Dallas y ahora en Roma, honestamente, creo

que nadie puede creerle. No sé si alguna vez le preguntaron si sabía sobre los crímenes de

Maciel. Si negara esto, ¿alguien le creería, ya que él ocupaba puestos de responsabilidad

como miembro de los Legionarios de Cristo?

En cuanto al Cardenal Sean O'Malley, simplemente diría que sus últimas declaraciones

sobre el caso McCarrick son desconcertantes y han oscurecido por completo su

transparencia y credibilidad.




* * *




Mi conciencia también me exige revelar hechos que he experimentado personalmente,

concernientes al Papa Francisco, que tienen un significado dramático. Mi calidad de

Obispo, compartiendo la responsabilidad Colegial de todos los Obispos por la Iglesia

Universal, no me permite guardar silencio sobre hechos que declaro aquí y que estoy

dispuesto a reafirmar bajo juramento, invocando a Dios como mi Testigo.

En los últimos meses de su pontificado, el Papa Benedicto [XVI] convocó a una reunión de

todos los Nuncios Apostólicos en Roma, como lo hicieron Pablo VI y San Juan Pablo II en

varias ocasiones. La fecha fijada para la audiencia con el Papa fue el viernes 21 de junio de

2013. El Papa Francisco mantuvo este compromiso hecho por su predecesor. Por supuesto,




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también vine a Roma desde Washington. Ese fue mi primer encuentro con el nuevo Papa,

elegido tan solo tres meses antes, después de la renuncia del Papa Benedicto[XVI].

Durante la mañana del jueves 20 de junio de 2013, fui a la Domus Sanctae Marthae para

unirme a mis colegas que estaban allí. Tan pronto como entré en la sala me encontré con el

cardenal McCarrick, que vestía la sotana roja. Lo saludé respetuosamente como siempre lo

había hecho. Inmediatamente me dijo, en un tono entre ambiguo y triunfante: "El Papa me

recibió ayer, mañana voy ir a China."

En ese momento yo no sabía nada de su larga amistad con el cardenal Bergoglio y de la

parte importante que había desempeñado en su reciente elección como Papa, como el

propio McCarrick revelaría más tarde en una conferencia en la Universidad de Villanova y

en una entrevista con el National Catholic Reporter. Tampoco había pensado en el hecho

de que él había participado en las reuniones preliminares del reciente Cónclave, y del papel

que pudo haber tenido como un Cardenal Elector en el Cónclave de 2005. Por lo tanto, no

entendí de inmediato, el significado del mensaje encriptado que McCarrick me había

comunicado, pero eso quedaría claro para mí en los días en los siguientes días inmediatos.

Al día siguiente tuvo lugar la audiencia con el Papa Francisco. Después de su discurso, que

en partes fue leído y en otras tuvo alocuciones espontáneas, el Papa quiso saludar a todos

los Nuncios participantes, uno por uno. En la fila en donde estábamos formados, recuerdo

que yo estaba entre los últimos. Cuando fue mi turno, solo tuve tiempo de decirle: "Soy el

Nuncio de los Estados Unidos". Inmediatamente me atacó con un tono de reproche,

diciendo: ¡Los Obispos en los Estados Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser

pastores! Por supuesto, yo no estaba en la posición de pedirle explicación alguna sobre el

significado de aquellas palabras suyas y de la forma agresiva con la que él me había

reprendido. Tenía en mi mano un libro en portugués que el Cardenal O'Malley me había

enviado para el Papa, unos días antes, diciéndome: "para que pueda revisar su portugués

antes de ir a Río para la Jornada Mundial de la Juventud". Se lo entregué inmediatamente,

y así me liberé de esa situación extremadamente desconcertante y embarazosa.

Al final de la audiencia, el Papa anunció: "Aquellos de ustedes que todavía estén en

Roma para el próximo domingo, están invitados a concelebrar conmigo en la Domus

Sanctae Marthae". Naturalmente, pensé en quedarme en Roma, para aclarar, lo antes

posible, qué habría querido decirme el Papa [con la frase: ¡Los Obispos en los Estados

Unidos no deben estar ideologizados. Deben ser pastores! ].

El domingo 23 de junio, antes de la concelebración con el Papa, le pregunté a Monseñor

Ricca -responsable de la casa y quien nos ayudó a ponernos las vestiduras-, si podría

preguntarle al Papa sobre la posibilidad de recibirme en algún momento de la semana

siguiente. ¿Cómo podría regresarme a Washington sin haber aclarado lo que el Papa quería

de mí?

Al final de la Misa, mientras el Papa saludaba a los pocos laicos presentes, Monseñor

Fabian Pedacchio, su secretario argentino, vino a mí y me dijo: "¡El Papa me dijo que le

preguntara si en este momento usted tiene tiempo libre!" Naturalmente, le respondí que

estaba a disposición del Papa y le dí las gracias por recibirme de inmediato. El Papa me

llevó al primer piso de su departamento y me dijo: "Tenemos 40 minutos, antes del

Angelus".




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Comencé la conversación, preguntándole al Papa qué había intentado decirme con las

palabras que me había dirigido, cuando yo lo había saludado el viernes anterior. Y el Papa,

en un tono muy diferente, amistoso, casi afectuoso, me dijo: "Sí, los Obispos en los

Estados Unidos no deben estar ideologizados, no deben ser derechistas como el

Arzobispo de Filadelfia, (el Papa no me dió el nombre del Arzobispo) deben ser Pastores;

y no deben ser de izquierda, y agregó, levantando ambos brazos, y cuando digo de

izquierda me refiero a homosexual ". Por supuesto, la lógica de la correlación entre ser

izquierdista y ser homosexual se me escapó, pero no añadí nada más.

Inmediatamente después, el Papa me preguntó de una manera mañosa: "¿Cómo es el

Cardenal McCarrick?". Le respondí con total franqueza, y sí también con una gran

ingenuidad: "Santo Padre, no sé si conoce al Cardenal McCarrick, pero si usted le

pregunta a la Congregación para los Obispos, existe un enorme dossier sobre él.

Corrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes, por lo que el Papa Benedicto

[XVI] le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia ". El Papa no hizo el menor

comentario sobre esas palabras tan graves [que le dije] y no mostró ninguna expresión de

sorpresa en su rostro; como si ya conociera el asunto desde hacía algún tiempo. Él

inmediatamente cambió de tema. Entonces, cuál era el propósito del Papa al hacerme la

pregunta: "¿Cómo es el Cardenal McCarrick?" ? Es obvio que quería averiguar si yo era

aliado de McCarrick o si no lo era.

Cuando regresé a Washington, todo se volvió muy claro para mí, gracias también a un

nuevo evento que ocurrió pocos días después de mi reunión con el Papa Francisco. Cuando

el nuevo Obispo Mark Seitz tomó posesión de la Diócesis de El Paso, el 9 de julio de 2013,

envié [en mi representación]al primer Consejero, Monseñor Jean-François Lantheaume, ya

que yo tenía que ir a Dallas ese mismo día para una reunión internacional sobre Bioética.

Cuando Monseñor Lantheaume regresó, me dijo que en El Paso se había encontrado con el

Cardenal McCarrick, quien apartándolo[para hablar a solas con él], le dijo casi las mismas

palabras que el Papa me había dicho en Roma: "los Obispos en los Estados Unidos no

deben ser ideologizados, no deben ser derechistas, deben ser pastores ... " ¡Yo estaba

asombrado! Ahora estaba claro que las palabras de reproche que el Papa Francisco me

había dirigido el 21 de junio de 2013, habían sido puestas en su boca, el día anterior por el

Cardenal McCarrick. La mención del Papa "no como el Arzobispo de Filadelfia" también

podría provenir de McCarrick, ya que había habido un fuerte desacuerdo entre los dos sobre

la aceptación de que los políticos partidarios del aborto, recibieran la Comunión. En su

comunicación a los Obispos, McCarrick había manipulado una carta del entonces Cardenal

Ratzinger que prohibía darles la Comunión. De hecho, yo también sabía cómo ciertos

Cardenales como Mahony, Levada y Wuerl estaban estrechamente vinculados con

McCarrick; ellos también se habían opuesto a los nombramientos más recientes hechos por

el Papa Benedicto [XVI], para puestos importantes como Filadelfia, Baltimore, Denver y

San Francisco.

No contento con la trampa que había tendido el 23 de junio de 2013, cuando me preguntó

sobre McCarrick, unos meses más tarde, en la audiencia que me concedió el 10 de octubre

de 2013, el Papa Francisco me tendió una segunda trampa, esta vez con respecto a un

segundo de sus protegidos, el Cardenal Donald Wuerl, preguntándome: "¿Qué es lo que le

gusta al cardenal Wuerl, es bueno o malo?" Respondí: "Santo Padre, no le diré si es

bueno o malo, pero le diré dos hechos". Son los hechos que ya he mencionado




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anteriormente, uno que se refiere al descuido pastoral de Wuerl con respecto a las

desviaciones aberrantes en la Universidad de Georgetown y el otro, ¡la invitación a jóvenes

aspirantes al sacerdocio, por parte de la Arquidiócesis de Washington, a una reunión con

McCarrick! Una vez más, el Papa no mostró reacción alguna.

También estaba claro que desde el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick,

ahora sí, sin tener ya ninguna restricción, se había sentido libre para viajar continuamente,

para dar conferencias y entrevistas. En un esfuerzo conjunto con el Cardenal Rodríguez

Maradiaga, se convirtió en el creador de reyecitos, a través de nombramientos en la Curia

y en los Estados Unidos, así como el consejero más escuchado en el Vaticano, para las

relaciones con la administración Obama. De este modo es como uno explica que el Papa

reemplazara al Cardenal Burke por Wuerl e inmediatamente designara a Cupich después de

que fuera nombrado Cardenal, como miembros de la Congregación para los Obispos. Con

estos nombramientos, la Nunciatura en Washington quedaba fuera de la escena en el

nombramiento de Obispos. Además, nombró al brasileño Ilson de Jesus Montanari -el

gran amigo de su Secretario Privado argentino, Fabian Pedacchio- como Secretario de la

misma Congregación para los Obispos y Secretario del Colegio de Cardenales, quien de un

solo brinco dejó de ser un simple funcionario del departamento del Secretario del

Arzobispo . ¡Algo sin precedentes para una posición tan importante!

Los nombramientos de Blase Cupich para Chicago y de Joseph W. Tobin para Newark,

fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, unidos por un malvado pacto

de abusos por parte del primero, y al menos, de encubrimiento de abusos por parte de los

otros dos. Sus nombres no se encontraban entre los presentados por la Nunciatura para

Chicago y para Newark.

En cuanto a Cupich, uno no puede dejar de notar su arrogancia ostentosa y la insolencia

con la que niega la evidencia que ahora es obvia para todos: que el 80% de los abusos

encontrados fueron cometidos contra jóvenes, por homosexuales que estaban en una

relación de autoridad sobre sus víctimas.

Durante el discurso que pronunció cuando tomó posesión de la sede de Chicago, en la que

yo estaba presente como representante del Papa, Cupich dijo que ciertamente no se debe

esperar que el nuevo Arzobispo camine sobre el agua. Tal vez sería suficiente para él poder

permanecer con los pies en el suelo y no tratar de poner la realidad patas arriba, cegado por

su ideología pro-gay, como afirmó en una reciente entrevista en la revista America

Magazine. Extendiendo su particular experiencia en el tema, habiendo sido Presidente del

Comité de Protección de Niños y Jóvenes de la USCCB, él afirmó que el principal

problema en la crisis de abuso sexual por el clero no es la homosexualidad, y que afirmar

esto es solo una manera de desviar la atención del problema real que es el clericalismo. En

apoyo de esta tesis, Cupich "extrañamente" hizo referencia a los resultados de la

investigación llevada a cabo en el momento álgido de la crisis de abuso sexual de menores,

a comienzos de la década de 2000, mientras que "ingenuamente" ignoró que los resultados

de esa investigación, fueron negados por completo en los -posteriores- informes

independientes, por parte del John Jay College of Criminal Justice en 2004 y 2011, los

cuales concluyeron que, en casos de abuso sexual, el 81% de las víctimas eran hombres. De

hecho, el padre Hans Zollner, sacerdote jesuita, Vicerrector de la Pontificia Universidad

Gregoriana; Presidente del Centro para la Protección de la Infancia y miembro de la

Comisión Pontificia para la Protección de Menores, dijo recientemente al diario La Stampa




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que "en la mayoría de los casos es una cuestión de abuso homosexual ".

El nombramiento de McElroy en San Diego, también fue orquestado desde arriba, con una

orden perentoria, encriptada para mí como Nuncio, por el Cardenal Parolin, que decía:

"Reserve la sede de San Diego para McElroy". McElroy también estaba al tanto de los

abusos de McCarrick, como puede ser visto en una carta que le envió Richard Sipe el 28 de

julio de 2016.

Estos personajes están estrechamente asociados con individuos que pertenecen en particular

al ala desviada de la Compañía de Jesús, lamentablemente hoy en día una mayoría, que ya

había sido motivo de grave preocupación para Pablo VI y los siguientes Pontífices. Solo

tenemos que considerar al Padre Robert Drinan, sacerdote jesuita, quien fue elegido

cuatro veces en la Cámara de Representantes, y quien fue un firme defensor del aborto; o el

Padre Vincent O'Keefe, sacerdote jesuita, uno de los principales promotores de The

Land O'Lakes Statement of 1967, quien comprometió seriamente la identidad católica de

las universidades y facultades en los Estados Unidos. Cabe señalar que McCarrick, en ese

entonces presidente de la Universidad Católica de Puerto Rico, también participó en esa

misión desfavorable, que fue tan perjudicial para la formación de la conciencia de la

juventud estadounidense, estrechamente ligada con el ala desviada de los Jesuitas.

El Padre James Martin, sacerdote jesuita, aclamado por las personas antes mencionadas,

en particular por Cupich, Tobin, Farrell y McElroy, nombrado consultor de la Secretaría

de Comunicaciones, conocido activista que promueve la agenda LGBT, elegido para

corromper a los jóvenes, con quienes dentro de poco se reunirá en Dublín en el Encuentro

Mundial de las Familias, no es más que un triste ejemplo reciente, de esa ala desviada de la

Compañía de Jesús.

Ya que el Papa Francisco ha pedido repetidamente una transparencia total en la

Iglesia, que los Obispos y fieles actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo

también lo exigen de manera ejemplar, entonces él debe decir honestamente, cuándo

fue que se enteró de los crímenes cometidos por McCarrick, el cual abusó de su

autoridad con seminaristas y sacerdotes.

En cualquier caso, el Papa [Francisco] lo supo de mí el 23 de junio del 2013 y aún así

continuó encubriéndolo. [El PapaFrancisco] No tomó en cuenta las sanciones que el

Papa Benedicto [XVI] le impuso [a McCarrick] y lo convirtió en su consejero de

confianza, junto con Maradiaga.

Este último [Maradiaga] confía tanto en la protección del Papa [Francisco], que puede darse

el lujo de descartar como "chismes" las súplicas sinceras de docenas de sus seminaristas,

quienes encontraron el valor de escribirle, luego de que uno de ellos intentara suicidarse por

el abuso homosexual en el seminario.

Ahora los fieles han comprendido bien la estrategia de Maradiaga: insultar a las víctimas

para salvarse a sí mismo; mentir hasta el final para cubrir un abismo de abusos de poder, de

mala administración en la administración de las propiedades de la Iglesia y de desastres

financieros, incluso contra amigos cercanos, como en el caso del Embajador de Honduras,

Alejandro Valladares, ex Decano del Cuerpo Diplomático de la Santa Sede. En el caso del

ex Obispo Auxiliar Juan José Pineda, después del artículo publicado en el semanario




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[italiano] L'Espresso en febrero pasado, Maradiaga declaró en el periódico Avvenire: "Fue

mi Obispo Auxiliar, Pineda, quien solicitó la visita, para "limpiar" su nombre después de

haber sido sometido a muchas calumnias ". Ahora, con respecto a Pineda, lo único que se

ha hecho público, es que su renuncia ha sido simplemente aceptada, haciendo que su

posible responsabilidad y la de Maradiaga desaparezcan en la nada.

En nombre de la transparencia tan alabada por el Papa [Francisco], el informe que el

Visitador, Obispo argentino Alcides Casaretto, entregó directamente al Papa [Francisco],

hace más de un año, debe hacerse público.

Finalmente, el reciente nombramiento como sustituto del Arzobispo Edgar Peña Parra

también está vinculado con Honduras, es decir, con Maradiaga. Del 2003 al 2007, Peña

Parra trabajó como Consejero en la Nunciatura de Tegucigalpa. Como Delegado para las

Representaciones Pontificias, recibí información preocupante sobre él.

En Honduras, un escándalo tan grande como el de Chile está a punto de repetirse. El Papa

[Francisco] defiende a su hombre, el Cardenal Rodríguez Maradiaga, hasta el final, como lo

hizo en Chile, con el Obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo había nombrado

Obispo de Osorno, en contra del Consejo de los Obispos chilenos.

Primero [el Papa Francisco] insultó a las víctimas del abuso [sexual por parte de sacerdotes]

y no fue sino hasta que forzado por los medios, por una revuelta por las víctimas y por los

fieles chilenos, reconoció su error y se disculpó, al tiempo que afirmó que había sido mal

informado, causando una situación desastrosa para la Iglesia en Chile, sin embargo

continuó protegiendo a los dos Cardenales chilenos, Errazuriz y Ezzati.

Incluso en el trágico asunto de McCarrick, el comportamiento del Papa Francisco no fue

diferente. Sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador en

serie. Aunque sabía que era un hombre corrupto, lo cubrió hasta el final; de hecho, hizo

propios los consejos de McCarrick, los cuales ciertamente, no estaban inspirados por

buenas intenciones ni por amor a la Iglesia. Fue solo cuando se vio obligado por el informe

del abuso de un menor, y otra vez, sabiendo que los medios tenían puesta su atención sobre

él, que [el Papa Francisco] tomó medidas [con respecto a McCarrick] para salvar su

imagen ante los medios.

Actualmente, en los Estados Unidos, está surgiendo un coro de voces, proveniente de

manera especial de los fieles laicos, y al que recientemente se han unido varios Obispos y

sacerdotes, pidiendo que todos aquellos que, por su silencio, encubrieron el

comportamiento criminal de McCarrick, o que lo usaron para avanzar en su carrera o

promover sus intenciones, ambiciones y poder en la Iglesia, deben renunciar.

Pero esto no será suficiente para sanar la situación del extremadamente grave

comportamiento inmoral por parte del clero: Obispos y sacerdotes. Un tiempo de

conversión y penitencia debe ser declarado. La virtud de la castidad debe ser recuperada en

el clero y en los seminarios. Se debe luchar contra la corrupción en el mal uso de los

recursos de la Iglesia y de las ofrendas de los fieles. La gravedad del comportamiento

homosexual debe ser denunciada. Las redes homosexuales presentes en la Iglesia deben ser

erradicadas, como escribiera recientemente Janet Smith, profesora de Teología Moral en el

Seminario Mayor del Sagrado Corazón, en Detroit. "El problema del abuso del clero",




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escribió, "no puede resolverse simplemente con la renuncia de algunos Obispos, y mucho

menos con las directivas burocráticas". El problema más profundo radica en las redes

homosexuales al interior del clero, que deben ser erradicadas ". Estas redes homosexuales,

que ahora están generalizadas en muchas Diócesis, seminarios, órdenes religiosas, etc.,

actúan bajo la ocultación del secreto y mienten con el poder de los tentáculos de un pulpo,

estrangulando a las víctimas inocentes, a las vocaciones sacerdotales, y a toda la Iglesia

Imploro a todos, especialmente a los Obispos, a que hablen con el propósito de vencer

esta conspiración de silencio que está tan extendida, y a que denuncien a los medios y

a las autoridades civiles, los casos de abuso que conocen.

Prestemos atención al mensaje más poderoso que San Juan Pablo II nos dejó como

herencia: ¡No tengan miedo! ¡No tengan miedo!

En su homilía de 2008 en la Fiesta de la Epifanía, el Papa Benedicto XVI nos recordó que

el Plan de Salvación del Padre, se había revelado y realizado plenamente en el Misterio de

la Muerte y Resurrección de Cristo, y que debe ser bienvenido en la historia humana, que

siempre es historia de fidelidad por parte de Dios y desafortunadamente, también de

infidelidad por parte de nosotros los hombres. La Iglesia, depositaria de la bendición del

Nuevo Pacto, firmada con la Sangre del Cordero, es santa pero está formada por pecadores,

como escribió San Ambrosio: la Iglesia es "inmaculata ex maculatis", es santa e

inmaculada, aunque en su viaje terrenal, esté hecha de hombres manchados con el pecado.

Deseo recordar esta verdad indefectible de la Santidad de la Iglesia, a las muchas personas

que escandalizados tanto por el comportamiento abominable y sacrílego del ex Arzobispo

de Washington, Theodore McCarrick; por la conducta grave, desconcertante y pecaminosa

del Papa Francisco y por la conspiración de silencio de tantos pastores, se sienten tentados a

abandonar la Iglesia, desfigurada por tantas ignominías. En el Angelus del domingo 12 de

agosto de 2018, el Papa Francisco dijo estas palabras: "Todos somos culpables del bien

que él pudo haber hecho y no hizo ... Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos

tácitamente". Necesitamos intervenir donde el mal se está extendiendo; el mal se esparce

justo ahí en donde los cristianos valientes que se oponen al mal a través del bien, no

están actuando". Si esto es, correctamente, considerado como una responsabilidad moral

seria para cada creyente, cuánto más grave lo es para el Pastor Supremo de la Iglesia, que

en el caso de McCarrick no solo no se opuso al mal sino que se asoció con él, para hacer el

mal con alguien que sabía ser profundamente corrupto. [El Papa Francisco] siguió el

consejo de alguien a quien conocía bien como un pervertido, multiplicando

exponencialmente con su autoridad suprema, el mal hecho por McCarrick. ¡Y cuántos más

pastores malvados Francisco continúa apuntalando en su destrucción activa de la Iglesia!

Francisco está abdicando al mandato que Cristo le dió a Pedro para confirmar a sus

correligionarios. De hecho, con su acción los ha dividido, los ha inducido al error y ha

alentado a los lobos a seguir destrozando las ovejas del rebaño de Cristo.

En este momento extremadamente dramático para la Iglesia Universal, debe reconocer sus

errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco

debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los Cardenales y Obispos que ocultaron

los abusos de McCarrick y y renunciar junto con todos ellos.




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Es en momentos de gran prueba que la Gracia del Señor se revela en abundancia y hace que

Su infinita Misericordia esté disponible para todos; pero Ésta se concede solo a aquellos

que verdaderamente se arrepienten y se proponen, sinceramente, a enmendar sus vidas. Este

es un momento favorable para que la Iglesia confiese sus pecados, se convierta y haga

penitencia.

¡Oremos todos por la Iglesia y por el Papa, recordemos cuántas veces nos ha pedido que recemos

por él!

Renovemos todos la fe en Nuestra Madre Iglesia: "¡Creo en una Sola, Santa, Católica y Apostólica

Iglesia!"

¡Cristo nunca abandonará su Iglesia! ¡Él la generó en Su Sangre y continuamente la revive con Su

Espíritu!

María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!

María, Virgen y Reina, Madre del Rey de la gloria, ruega por nosotros!




Roma, 22 de agosto del 2018

Reinado de la Santísima Virgen María.


Monseñor Viganò

Traducción oficial, por Diane Montagna

Traducción del Inglés al Español, por C.A.R.P y B.E.A.I.