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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Las Profecías de San Malaquías (2 de 3) [P. Alfonso Gálvez]

Planteada así la cuestión, y en orden a su clarificación, solamente puede ser admitida como posible una de estas tres hipótesis:

- O bien la Profecía de San Malaquías carece de fundamento suficiente y puede ser rechazada, por lo tanto, como absolutamente falsa.

- O bien podría tomarse en consideración la teoría según la cual no existe una conexión inmediata entre los dos últimos lemas, lo que supondría aguardar durante un tiempo, cuya duración sería desconocida, que abarcaría desde Benedicto XVI, al que la Profecía asigna el de De Gloria Olivæ, hasta la aparición del Papa correspondiente al de Petrus Romanus

- Y en tercer lugar, también parece razonable aceptar como probable el hecho de que el lema Petrus Romanus haya sido mal interpretado. Por lo que no cabe descartar sin más la posibilidad de que efectivamente corresponda al actual Pontífice Francisco I, aun reconociendo las dificultades inherentes a su interpretación.

No hace falta insistir en las enormes dificultades (por no hablar de imposibilidad) que supondría el intento de demostrar cualquiera de las tres hipótesis, dado que nos hallamos en un terreno en el que sólo caben conjeturas y juicios de aproximación. De ahí que la conclusión más probable a deducir de nuestro Estudio sea la de que ninguna de las tres hipótesis posee argumentos suficientes para arrogarse la calificación de indiscutible, y de ahí la libertad de cada cual para mostrar sus preferencias por cualquiera de ellas. De todos modos, conviene adelantar dos advertencias antes de seguir adelante

Ante todo, ha de quedar bien establecido que, por nuestra parte, si bien somos partidarios de mantener la autenticidad de la Profecía de San Malaquías en su conjunto, en modo alguno nos pronunciamos a su favor por medio de un juicio definitivo. Por otra parte, y siempre teniendo en cuenta lo dicho, aquí vamos a investigar los fundamentos en los que se apoya la teoría que defiende la asignación del emblema Petrus Romanus al Papa Francisco I. Bien entendido que no se trata de demostrar que es la hipótesis más razonable, sino de hacer patente el hecho de que existen indicios suficientes como para no rechazarla a la ligera. Y aunque nosotros nos inclinamos decididamente a su favor, el juicio definitivo sobre su verdad o falsedad quedará, como siempre, a cargo del tiempo. Que es, en definitiva, el que se encarga de dirimir con seguridad la autenticidad o falsedad, además de su significado, de todas las profecías y revelaciones privadas.

Por supuesto que nuestra teoría será verdadera o quizá falsa. Aunque nadie podrá tacharla de arbitraria o antojadiza, una vez expuestas las razones, ciertamente no apodícticas, con las que hemos tratado de sustentarla.

Todavía falta un importante problema a considerar. Cuyo planteamiento nos conduce a que el Pontífice a quien corresponde el mote de Petrus Romanus según la Profecía de San Malaquías, y puesto que aparece como el último de la serie total de Papas que habrán existido en la Iglesia, si se admite como cierto el oráculo, su Pontificado habrá de coincidir con las graves tribulaciones que marcarán el fin de la Historia y precederán inmediatamente a la Parusía. Según lo cual, y aunque el momento del final de los Tiempos y de la segunda venida del Señor sólo de Dios Padre es conocido, conforme a las palabras del mismo Jesucristo, habría que considerar el Pontificado del Papa Francisco como el correspondiente a los Últimos Días.

Ahora bien, ¿puede decirse que los acontecimientos que en estos momentos están afectando a la vida de la Iglesia, como también a la de la Humanidad, poseen la suficiente envergadura para considerarlos como los que habrán de ocurrir en los Novissima Tempora, o al menos como los que marcarán su comienzo? Y la respuesta más razonable es, por supuesto, la de que no lo sabemos. Sin embargo, las tribulaciones y asaltos que en estos momentos está sufriendo la Iglesia, que la han conducido a la mayor crisis de su Historia, son de tan extraordinaria gravedad que hubiera sido imposible imaginarlos hace aproximadamente sesenta años. Se podrá discutir todo lo que se quiera acerca de si tales acontecimientos son los propiamente señalados como que van a suceder en los Novissima Tempora, aunque resulta difícil pensar, en el caso de que no sea así, en la manera en que podrían ser superados por los que habrían de venir después.

Puede decirse, por lo tanto, que se trata efectivamente de una teoría a la que no es posible prestar plena adhesión, pero que no deja de ser, sin embargo, otra circunstancia más que apunta hacia la identificación de Francisco I con Pedro Romano.

El desprestigio de la Jerarquía ha alcanzado cotas cuya altura se ha manifestado particularmente con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Río de Janeiro (Brasil) en el año 2013. El ridículo espectáculo de la samba brasileña, danzada en la Misa de clausura por los Obispos revestidos con ornamentos sagrados y delante del Papa, dirigidos por un coreógrafo homosexual experto en espectáculos incluso pornográficos, no hizo sino poner la guinda final a una Jerarquía cada vez más refractaria a los principios de autoridad y de obediencia y menos dispuesta a mantener la Doctrina y la Moral que la Iglesia ha predicado y defendido durante siglos.

A la confusión, cada vez mayor, reinante entre los católicos contribuyeron no poco los llamados Encuentros de Asís. A los que hay que añadir el cambio fundamental del concepto de la Católica, Santa y Verdadera Iglesia, único y exclusivo instrumento de salvación, según se mantuvo durante siglos, por el de apertura a todas las Iglesias en las que cualquiera se puede salvar, según se proclama ahora.

Luego está lo de la General Apostasía. La cual ofrece un aspecto externo y otro interno.

En cuanto a lo externo, se podría elaborar una interminable lista de miles de sacerdotes y de religiosos, todos ellos en franca huida. Secularizados, abandonado el celibato y, en la mayoría de los casos, también la Fe. Y lo mismo con respecto a los religiosos y monjas: conventos y clausuras desiertos y cerrados, rebelión contra la Jerarquía y noviciados completamente vacíos. Con respecto a los Seminarios y Facultades de Teología, nada hay que decir sino que, en lo poco de ellos que todavía queda, se enseña de todo menos Teología Católica. Por lo que hace a la Moral vivida por el conjunto del Mundo Católico, es mejor no aludir a las espeluznantes y negativas estadísticas de asistencia a Misa, práctica de Sacramentos, Moral sexual y matrimonial, etc., etc.

Si nos referimos al aspecto interno, el panorama que se ofrece a la vista es aún peor. Una gran parte del Orbe Católico, incluida la mayoría de la Jerarquía, ha dejado de creer en la divinidad de Jesucristo, en la virginidad de María, en la validez de los sacramentos, en la inmutabilidad de los Dogmas (que ahora han quedado reducidos a meros productos del entendimiento humano y sujetos a la banalidad de las circunstancias históricas). Se trata de un mundo que tampoco cree en la verdad de los Santos, en la infalibilidad de la Iglesia, en la realidad del pecado, en la existencia de la Ciudad del Eterno Llanto … , ni mantiene la Esperanza en una Patria y en un Mundo mejor con respecto a los cuales el hombre confiaba antes en que iba de camino para alcanzarlos. Nada tiene de extraño que apenas si sea ya conocido el sentimiento de la Alegría Perfecta, solamente capaz de ser producido por un Verdadero Amor al que, por supuesto, ya nadie conoce ni tampoco desea.

Y aquí damos por terminadas las divagaciones acerca del lema que, según San Malaquías, corresponderá al Pontífice que cerrará la Historia de la Iglesia y del Mundo. Con la obligada conclusión final de que solamente Dios sabe con certeza si el Papa Francisco es realmente Pedro Romano. Por nuestra parte, no nos hemos atrevido a asegurar que lo sea, y más bien nos hemos limitado a intentar demostrar que la hipótesis de que ambos son la misma persona no debe ser rechazada alegremente, puesto que goza de tantas razones de credibilidad como las que defienden lo contrario.

Por supuesto que tanto la Iglesia que sueña con una Iglesia Universal unificadora de todas las religiones, a la par de un Mundo que también suspira por una Autoridad Global que gobierne a todos los habitantes de la Tierra (y hay que tener en cuenta que se trata de un mismo sueño en uno y otro caso, alentado por la misma falsa sabiduría y dirigido por los mismos Poderes), están ambos abocados al más estrepitoso de los fracasos y a un castigo que supera a cualquier imaginación humana.

Teorías a favor y teorías en contra, acusaciones y discusiones en uno y otro sentido, opiniones contradictorias según las diversas ideologías y las diferentes tendencias …, todo un batiburrillo donde la Iglesia, que fue algún día Fuente de unidad y de santidad, se ha convertido en un campo de Agramante en el que cada uno de los diversos grupos cree tener la exclusiva de la Verdad, a falta de un factor común y de una mano firme capaz de reunir a las ovejas en un solo rebaño con un solo pastor.



(Continuará)

martes, 9 de septiembre de 2014

Las Profecías de San Malaquías (1 de 3) [P. Alfonso Gálvez]

Hace aquí el padre Alfonso Gálvez un estudio muy interesante según el cual no sería descabellado, en absoluto, el considerar que el lema Petrus Romanus (de San Malaquías), correspondiente al último Papa de la Historia, podría aplicarse perfectamente al actual papa Francisco, pero -eso sí- insiste en que se trata de una hipótesis, que no tiene carácter apodíctico, y que el tiempo se encargará de desvelar su veracidad

Me he servido de la lectura de dos de sus ensayos. El primero se titula "De la Gloria del Olivo", forma parte de uno de sus libros: "El Invierno Eclesial" (pp 227 a 263) y está relacionado con el papa Benedicto XVI. El segundo, que es el que he utilizado básicamente, tiene de título "Pedro Romano". El mejor modo de enterarse de su contenido es leerlos en su fuente. Yo me he limitado en estas entradas a anotar lo que considero más relevante, con respecto a la Profecía de San Malaquías. Ni que decir tiene que el texto que viene a continuación pertenece por completo al padre Alfonso Gálvez. Y mi única labor ha sido la de seleccionar aquellos párrafos que guardan más relación con el asunto de la Profecía. [Como suelo hacer escribiré con negrita algunas frases, que intentan ser un compendio de lo más importante de lo que se escribe]

Pero, en fin, independientemente de que el papa Francisco coincida o no con el último Papa, el cual sería "Pedro Romano" según la Profecía de San Malaquías, lo cierto y verdad es que la situación actual por la que está atravesando la Iglesia Católica es la más grave con la que se ha encontrado a lo largo de su Historia.

Ante lo cual, a nosotros sólo nos queda aprovechar el tiempo, porque los días son malos (Ef 5,16), mantenernos en vela y rezar, pues no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Hijo del Hombre (Mt 25, 13). Pero nunca con amargura, sino con la esperanza puesta completamente en el Señor y, por lo tanto, con alegría. Nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom 8,39), si ponemos de nuestra parte todos los medios posibles, aquellos que el mismo Jesús nos enseña, los que se encuentran en el Nuevo Testamento, cuya lectura y meditación es imprescindible si queremos mantenernos fieles a Jesucristo y a su Iglesia, aquella que Él fundó, y cuyas verdades están recogidas en la Tradición de siempre, unas verdades que debemos conocer como cristianos que somos.

Cualquier doctrina que nos apartara, de alguna manera, del fundamento de la doctrina Católica, que es Jesucristo, debe ser desechada, aunque viniera de la más alta Jerarquía, pues "es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5,29). Dicho lo cual, le cedo la palabra al padre Alfonso.



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La conocida como Profecía de San Malaquías fue revelada, según parece, a San Malaquías, arzobispo de Irlanda, al término de una peregrinación a Roma que tuvo lugar hacia el año 1140, si bien su contenido no fue conocido hasta bastantes años después. Consta de dos partes (…). La segunda de las cuales, que es la correspondiente a los Papas y la más conocida fue publicada por primera vez hacia el año 1595. Según algunos, habría permanecido durante unos cuatrocientos años en los Archivos Secretos del Vaticano.




La Profecía-escueta y breve en su forma- contiene una serie de motes o lemas, redactados en frases cortas de contenido ambicioso y esotérico referentes a 112 Papas. Comienza con Celestino II (1143-1144) y acaba en el que se supone que marca el final de la Historia. El penúltimo de la serie corresponde a Benedicto XVI, quien lleva adscrito el lema De Gloria Olivae (De la Gloria del Olivo) y el lema Petrus Romanus (Pedro Romano) correspondería al último de todos; quien marcará el final de los Tiempos, a saber: el momento en el que ocurrirá la aparición del Supremo Juez, que será quien lleve a cabo la celebración del Juicio definitivo sobre todos los hombres que han vivido a lo largo de la Historia.

Es bien sabido que la Profecía de San Malaquías, en el caso de que se quiera admitir su autenticidad, además de ser de carácter meramente privado, no ha sido nunca reconocida oficialmente por la Iglesia ni tampoco rechazada por Ella. Lo que significa que cualquiera es libre de creer o de no creer en su contenido, siendo ambas posiciones igualmente correctas y abiertas una y otra a toda clase de posibles especulaciones. Su verdad o falsedad serán determinadas por consideraciones e investigaciones de tipo histórico y teológico, y principalmente por el cumplimiento o el fallo de lo anunciado; como ocurre con toda profecía que no posea el carácter de Revelación oficial.

En el caso concreto que estamos considerando, todo depende del índice de aciertos que se quiera reconocer a cada uno de los lemas que corresponden a los 112 Papas contemplados en la Profecía, desde el atribuido a Celestino II (1143 - 1144) hasta el asignado al último de todos ellos y que, según la Profecía, marcará el fin de los tiempos.


La elección del Pontífice actualmente reinante, Francisco I (a quien teóricamente correspondería, según la Profecía, el mote o divisa de Petrus Romanus), después de la renuncia de su antecesor Benedicto XVI (De Gloria Olivæ), ha venido a complicar las cosas para los partidarios del vaticinio de San Malaquías. Es bien conocido que en él se anuncia a un misterioso Petrus Romanus como el último de los Papas, y a su inmediato predecesor, al parecer, Benedicto XVI, como el penúltimo. Sin embargo no ha ocurrido así, pues todo parece indicar que el nombre de Francisco I nada tiene que ver con el de Petrus Romanus, señalado claramente por San Malaquías como el Pontífice que cerrará la Historia coincidiendo con la segunda venida de Jesucristo. Ni existen tampoco, al menos de momento, signos evidentes de que la Iglesia y el Mundo estén abocados a la Parusía. De donde cabe deducir, según muchos, que habiendo fallado la predicción, ha quedado demostrada su falsedad.

Sin embargo, como ya hemos sugerido más arriba, la precipitación en el juicio en el ámbito de las profecías, en lo que se refiere a su interpretación o cumplimiento, es la peor actitud que se puede adoptar y fuente segura de equivocaciones. Ya hemos dicho antes que nos encontramos aquí inmersos en un terreno esotérico y desconocido que exige andar con sumo cuidado y adoptar el mayor número posible de precauciones, a fin de evitar juicios apresurados que, casi con seguridad, conducirían al error. (...)

(Continuará)

lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (23) [Conclusión]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Después de todo lo que se ha comentado hasta este momento, pienso que podemos asegurar, con pleno conocimiento de causa, que católicos, judíos y musulmanes no creen en el mismo Dios, por más que se nos quiera vender otra cosa [incluso desde las más altas Jerarquías de la Iglesia Católica, por desgracia]


En el CASO DE LOS JUDÍOS dice el papa Francisco en su exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: "Los cristianos no podemos considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluímos a los judíos entre aquellos llamados a dejar a los ídolos para convertirse al verdadero Dios. Creemos junto con ellos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común Palabra revelada" (num 247)


Pero eso es un error, y además, de  graves consecuencias para los fieles católicos, porque los actuales judíos, según sus propios textos, se rigen por el Talmud y no por lo que nosotros conocemos como la Ley y los Profetas del Antiguo Testamento, que han sido desplazados por la autoridad de los rabinos,  los cuales ni guardan la Ley de Moisés ni se someten a ella. Y los judíos siguen a los rabinos y no el Antiguo Testamento. En cualquier caso, incluso aun cuando siguieran el AT, que no es el caso, siguen sin reconocer a Jesucristo como el Mesías prometido, cuando está claro que en Él se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento. 



Por otra parte, el Talmud, que se ha convertido, de hecho, en la única guía religiosa de los judíos de hoy en día, está lleno de blasfemias contra Jesucristo y su santísima Madre, la Virgen María. Si no creen en Cristo y, además, le injurian y blasfeman contra Él, no pueden creer en el mismo Dios que nosotros. Luego... el dios del Talmud no es el Dios Uno y Trino de los cristianos.

Y si desenmascaramos el Talmud, con los textos del propio Talmud, se manifiesta que aquel odio que les llevó a cometer el deicidio matando al Autor de la Vida, Cristo Jesús, ese mismo odio continúa ejerciéndose ahora contra los cristianos, que son los seguidores de Jesús; incluso hasta la muerte de éstos, si llegara el caso. Hay violencia en el Talmud contra los cristianos. Para ellos, los cristianos son idólatras; y todos sus ritos y cultos también lo son.

En el CASO DEL ISLAM dice el papa Francisco, en la Evangelii Gaudium, citando la Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, que ellos, "confesando adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a los hombres en el días final". Y de su propia cosecha añade que "frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia". 

Ya se ha hablado bastante sobre este asunto en entradas anteriores (ver, por ejemplo, aquí  y aquí). Recordemos, no obstante, dos citas del Corán con llamadas, muy concretas, al asesinato y a la masacre, que no necesitan comentario:

[Corán 2:191] “Matadlos donde quiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. La oposición (a vuestra creencia) es más grave que matar”. Oponerse al Islam es causa suficiente para que los musulmanes desencadenen una masacre

[Corán 8:17] “Y no los matasteis vosotros, Alá los mató. Ni tirabas tú cuando tirabas sino que era Alá quien tiraba”. Esta es una absolución por adelantado para quien mata “en nombre de Alá”. El musulmán nunca tiene sentimientos de culpa tras las matanzas de infieles.

Por lo tanto: decir que cristianos, judíos y musulmanes creemos y adoramos al mismo Dios, es absolutamente falso. El trasfondo de todo esto, a mi entender, es la predicación de la salvación universal para todos los hombres que, según las palabras del cardenal Wojtyla (y luego Papa Juan Pablo II), ésta [o sea, la salvación] se daría “con independencia del hecho de que el hombre lo supiera o no, lo aceptase o no”. Decir esto es muy grave, porque supone, entre otras cosas, la negación del dogma del pecado original y de la necesidad del bautismo, en contra de las palabras de Jesucristo: "Quien crea y sea bautizado, se salvará; pero quien no crea, se condenará" (Mc 16, 16). 

[El hecho de que Juan Pablo II haya sido declarado santo no convierte en infalibles todas sus afirmaciones. Además, hay serios estudios acerca de la infalibilidad de las canonizaciones actuales, aquellas posteriores al Concilio Vaticano II]


En definitiva, lo que hoy está ocurriendo es el mayor ataque a la Iglesia que se ha producido en 2000 años de historia, y este ataque se está produciendo desde la propia roca de la Iglesia. 


¿Cómo es posible que los que deben vigilar por la pureza del mensaje evangélico se hayan rendido ante las corrientes modernistas actuales y proclamen, como si tal cosa, que judíos, musulmanes y cristianos creen en el mismo Dios? Pero ahí están los hechos, que no se pueden ignorar. No podemos mirar para otra parte, como el avestruz, como si no ocurriera nada. Está ocurriendo algo, y muy grave. Y es preciso que reaccionemos ... ¡ya! ...¡ahora! 


¿Qué tenemos que hacer? ... Convertirnos, arrepintiéndonos con sinceridad, de todos los pecados de nuestra vida. Acudir al sacramento de la Penitencia y confesarnos. Es Dios mismo quien nos perdona a través del sacerdote. Éste actúa "in persona Christi".  Renovar nuestra mente y conformar nuestra vida a la de Jesucristo, pues sólo en Él está la salvación. Ésta es la verdadera Iglesia, aquélla que está formada por cristianos que no se avergüenzan de ser lo que son, caiga quien caiga, no importando que la Iglesia "oficial" haya dado la espalda a Dios y se rija por criterios mundanos. 


Por otra parte, no podemos olvidar que cada uno es responsable de su vida. No podemos escudarnos en la conducta de los demás [sean éstos quienes sean, aunque fuesen nuestros mismos "pastores", si no actúan conforme al sentir de la Iglesia de siempre], conforme a las palabras de San Pablo: "Cada uno recibirá su propia recompensa según su trabajo" (1 Cor 3,8). Así pues, "no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios" ( 1 Tes 5, 6). Pero, por encima de todo, tenemos que grabar a fuego, en nuestra mente y en nuestro corazón, estas palabras que Jesús nos dirige, a cada uno, porque nos ama con un amor indecible: "Mira, he aquí que vengo pronto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno según haya sido su conducta. Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin" (Ap 22, 12-13)

(Fin de la primera parte)

domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (22) [Sincretismo]

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Esta nueva mentalidad ecuménica malsana, sincretista y relativista, que cada día se está desarrollando con mayor fuerza y fogosidad, desde el Concilio Vaticano II ( hace más de cincuenta años), fue ya condenada solemnemente por Pío XI en su encíclica Mortalium Animos de 6 de enero de 1928, en donde afirmaba: "No pueden obtener la aprobación de los católicos los intentos basados ​​en la FALSA TEORÍA de que, supuestamente, son buenas y laudables todas las religiones (...); aquellos que se adhieren a los defensores de tales teorías se alejan totalmente de la religión revelada por Dios.

Una mezcolanza de religiones, en donde lo único que cuenta es lo que cada uno siente y le reza a "su" dios, estando todos juntos en el mismo lugar, es -además de una farsa y un montaje- lo más alejado que hay de la Verdad, máxime cuando la propia Iglesia Católica se encuentra inserta en ese conjunto de religiones, como una religión más


Cuando se hacen estas cosas, como en los famosos encuentros de Asís, y otros por el estilo, se llega a la conclusión [aunque algunos lo niegan] de que no existen verdades absolutas, sino que cada uno tiene su propia verdad. Lo mismo da una religión que otra (o incluso ninguna) pues todos se salvarán, con independencia de lo que hagan. Este enfoque erróneo de la realidad hace daño a todos pero, en especial, a los fieles católicos, que lo son de verdad ... Todo lo cual ocurre ante la pasividad e incluso, ante la "bendición" de algunos "pastores" de la Iglesia. 


Todo pasa a ser relativo, todo está bien si se realiza siguiendo la propia conciencia [aunque esa conciencia no esté bien formada y conforme con la verdad de las cosas], llegándose a un situación que va directamente contra el mandato del Señor expresado en el Antiguo Testamento e iluminado en el Nuevo:  "El Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno" (Deut 6,4) "No tendrás otros dioses frente a Mí" (Deut 5, 7)  "...No te prosternarás ante ellos y no les darás culto" (Deut 5, 9). Y, sobre todo, aquel pasaje citado por nuestro Señor cuando le preguntaron acerca del mandamiento más importante de la Ley de Dios: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deut 6, 5) al que Jesús añadió "y con toda tu mente, ..., y a tu prójimo como a tí mismo" (Lc 10,27). 


Esta idea de "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos ..." (Ef 4, 5-6), fundamental para la vida de la Iglesia, fue tomada muy en serio por nuestros hermanos en Cristo, los primeros cristianos, que prefirieron morir antes que renegar de su fe. Estos mártires cristianos, que dieron su vida por amor a Jesucristo [y que hoy serían llamados fundamentalistas por el papa Francisco, por haber seguido la Tradición de la Iglesia y haber conservado el depósito de la fe, sin avergonzarse de ser lo que son] éstos -digo- están ya en el Cielo, forman parte de la Iglesia gloriosa y rezan de continuo por nosotros para que nos mantengamos firmes en la fe que hemos recibido.


Por eso llama la atención el interés tan enorme -y tan fuera de lo normal- que se está tomando el santo Padre en el llamado "diálogo ecuménico", "el diálogo interreligioso", las relaciones con el Islam y con el Judaísmo, etc ... Raro es el día que no aparece alguna noticia relacionada con lo que el Papa ha dicho o ha hecho; y no precisamente por su ortodoxia [al menos eso es lo que parece]. Sin ir más lejos, ahí tenemos la idea del Papa, llevada a cabo el día uno de Septiembre de este año de 2014, de convocar un partido interreligioso por la paz, en el Estadio Olímpico de Roma. Sinceramente, ¿eso acerca más a Dios a las personas involucradas? ¿Les ayuda a encontrarse con Jesucristo? Ojalá que así fuera, aunque yo no entiendo cómo; confieso mi ignorancia. Sigo pensando, sin embargo, que la situación más grave por la que está atravesando hoy la Iglesia es la apostasía universal ... ¡y contra eso es contra lo que se debería luchar! Lo demás no deja de ser algo secundario o anecdótico, en el mejor de los casos.



Otra noticia reciente, que data del 4 de septiembre de 2014, es que el que fue Presidente de Israel durante los últimos siete años, hasta el 24 de julio de 2014, Shimon Peres [con 91 años de edad] le ha propuesto al Papa Francisco, en una audiencia privada que ambos han tenido en el Vaticano, crear una especie de ONU de las religiones que el Papa, como líder de prestigio, guiaría al objeto de influir en que no se cometan más crímenes tomando la religión como pretexto. Francisco ha escuchado esa iniciativa pero no se ha comprometido personalmente, por el momento. 

Está claro -o debería de estarlo- que esa no es la misión del Papa. Confío en que el papa Francisco lo tenga también claro; y no tome decisiones que serían muy perjudiciales para la Iglesia. Me vienen a la mente las palabras que Jesús dirigió a Pedro, prediciendo sus negaciones: "Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero Yo he rogado por Tí para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32). 


La misión fundamental del Papa es la de confirmar en la fe a sus hermanossin saltarse un ápice de lo que está escrito en los Evangelios y que es, por lo tanto, palabra de Dios, palabra siempre actual y aplicable a todos los hombres de todos los tiempos y lugares. Ésta es la doctrina de la Iglesia de veinte siglos, la verdadera doctrina, la  única a través de la cual es posible la salvación, y aquella que debe ser predicada al objeto de que todos los hombres, que así lo deseen, tengan la posibilidad de salvarse, conforme a las palabras de Jesús:  "Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 19-20)



(Continuará) 

domingo, 31 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (21) [Hechos]

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Transcribo aquí, de nuevo, las palabras del papa Francisco en la entrevista que concedió al periodista Henrique Cymerman el pasado 13 de Junio de 2014 [para no perder el hilo acerca del tema del que se está hablando] 

"Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación con todo el resto. Pero un grupo fundamentalista, su estructuraaunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, ... , es violentaLa estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios. Es violenta. O sea, el saludo que judíos, islámicos y cristianos nos damos es un saludo de aliento, un saludo de cercanía. Ustedes dicen "shalom" [el periodista que lo entrevista es judío], los árabes dicen "salaam"; nosotros decimos, a veces, paz, ¿cómo te va? Buenos días ... cosas de cercanía. El saludo del fundamentalista es ... ¡a ver dónde te puedo pegar! ... al menos ideológicamente. No es un saludo que acerqueEl fundamentalismo defiende. Y ya le digo ... Los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también".


Si se ha leido todo lo dicho hasta ahora pienso que hay, al menos, dos puntos que deben de estar muy claros: el primero es que solamente puede hablarse de violencia contra los demás en los casos del Islam y del Judaísmo, una violencia que no se refiere, en realidad, ni a los árabes ni a los judíos, sino a lo que ellos consideran sus libros sagrados, el Corán para los árabes y el Talmud para los judíos. Estos libros "sagrados" encierran, en sí mismos, la violencia. Y esto es así hasta el punto de que aquellos musulmanes que sigan el Corán, al pie de la letra, o bien aquellos judíos que se tomen en serio el Talmud, esos son los auténticamente violentos. A ellos se les puede aplicar, perfectamente, las palabras del papa Francisco, cuando dice que "la estructura mental del fundamentalismo es violenta". De hecho, los musulmanes fieles al Corán están claramente a favor de la "guerra santa" y de la "muerte a los infieles" (o sea, a todos aquellos que no comparten su religión) y lo están poniendo en práctica [A Dios gracias, al igual que hay católicos que no viven su fe (¡por desgracia!) también hay musulmanes que no viven la suya (¡y es un alivio!)].

El segundo punto, con relación a las expresiones usadas por el Papa cuando dice que "las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas" y luego, con una claridad que no deja lugar a dudas, que "los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también" hay que decir que son falsas, de toda falsedad. Por supuesto que son absolutamente falsas en cuanto al contenido del Nuevo Testamento, que es el mensaje por excelencia del Amor de Dios a los hombres.  Pero es que, además, en su correcta aplicación por parte de los cristianos, que se mantienen fieles a la Tradición de la Iglesia, son igualmente falsas. Y hablo de estos cristianos porque, en realidad, de verdad, son los únicos a los que se les puede llamar así. Y es a ellos [¡precisamente a ellos!] a quienes se dirige el papa de modo expreso, con palabras duras, tachándolos de hipócritas, de cristianos "tristes", con cara de pepinillo avinagrado, etc... Ya he comentado algo sobre esto, en varias ocasiones, y en particular en la entrada anterior, hablando de la Evangelii Gaudium


A estos cristianos, a los que creen en lo sobrenatural y en la historicidad de los Evangelios, y creen, con sencillez, lo que siempre ha dicho la Iglesia, es decir, creen en Jesucristo como verdadero Dios y como verdadero hombre, realmente presente en la Eucaristía, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad, concebido virginalmente por María [a la que nos dejó como madre]; a estos cristianos que, precisamente porque creen todo esto, están dispuestos a dar su vida por amor a Jesucristo [¡muchos, de hecho, ya la han dado!] ... a estos cristianos [¡los 
auténticos cristianos !], se les tacha de fundamentalistas ... ¡inconcebible, pero cierto! [No creo que nadie estuviera dispuesto a dar su vida, por dar algún ejemplo, por una "fraternidad universal", inventada por el propio hombre] 

Por supuesto que si se hablase con esta claridad sería alarmante y escandaloso; y se negaría tajantemente que esto sea así ... Por lo tanto, olvidémonos de las palabras y dejemos hablar a los hechos, pues éstos no engañan. 


- Partimos de un "hecho" inicial: el papa Francisco dice que existen grupos de cristianos fundamentalistas. Como no manifiesta, de modo expreso, a qué cristianos se refiere, y está claro que está pensando en un determinado tipo de cristianos, intentaremos averiguarlo fijándonos en los hechos. [En entradas anteriores hablé de la vía de los hechos  Puede ser una referencia inicial ... pero hay muchos otros más. Enuncio algunos y pongo un enlace a ellos, o bien de mis propios escritos, o bien de algún episodio nuevo encontrado en Internet]


- Es un hecho cuáles son las preferencias del papa Francisco y su misericordia "selectiva".




 - Es un hecho que el Papa actúa con "misericordia" cuando se trata de situaciones claramente anormales y que doctrinalmente no se pueden permitir



Misioneros de Francisco:
 Capillas en las Villas donde conviven Política y Religión

- Es un hecho la cobardía con relación a la proclamación del Evangelio en toda su integridad. 

- Es un hecho que vivir y dejar vivir es una consigna antievangélica y que ha sido pronunciada por nuestro papa.


- Es un hecho que se está canonizando " a toda prisa" a todos los papas posteriores al Concilio Vaticano II (desde el papa Juan XXIII, que lo comenzó, hasta el último Papa fallecido Juan Pablo II, aunque haya habido que saltarse las reglas existentes para que pueda darse esa canonización. Sin embargo, no se ha hecho igual con el insigne papa Pío XII, cuyo proceso de beatificación, además, se cerró... ¿Por qué?) 

- Es un hecho que el Papa ha dicho que "cada uno tiene su propia idea del bien y del mal y debe elegir seguir el bien y combatir el mal como lo concibe [no dice según la recta conciencia, lo que da pie al relativismo doctrinal y moral]. Bastaría eso -dice- para cambiar el mundo". Pero lo que nos ha sido revelado en palabras del propio Jesús es otra cosa. "Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4)


- Es un hecho que cada vez son más los cristianos que desconocen su fe, porque no se les predica. Y la palabra que oyen no es la Palabra de Dios, pues va en aumento el número de malos pastores; de modo que nos encontramos con que hay muchos "católicos" que creen serlo, cuando no lo son, en realidad. [Han sido engañados por no seguir la voz de su Maestro; y, de algún modo, se han dejado engañar. De no haberlo querido no hubieran podido ser engañados; por lo que son responsables, también, de vivir en ese engaño]


- Es un hecho que son muchos los católicos para quienes todo lo que el Papa diga es verdad , simplemente porque es el Papa el que lo ha dicho. Esa "papolatría" no está bien, pues el centro de la vida cristiana es Jesucristo y no el Papa. Estos cristianos acaban sin saber discernir entre el error y la verdad.


- Es un hecho el levantamiento de la suspensión a divinis del  sacerdote y excanciller nicaragüense Miguel D'Escoto Brockmann, que dijo -entre otras cosas-, después de conocer esta noticia, que el líder cubano Fidel Castro es un elegido de Dios para transmitir el mensaje del Espíritu Santo en América Latina. [¿Cómo puede decir misa un sacerdote que no cree en la presencia de Jesús en la Eucaristía? Según la doctrina católica, en ese caso no habría transustanciación, y los fieles que comulgaran en esas misas no estarían recibiendo el cuerpo del Señor]


- Y es un hecho que, por las razones que sean, que desconozco, el papa Francisco no comulga con la Tradición de la Iglesia ... Como dice el padre Alfonso Gálvez, fundador de la Sociedad de Jesucristo Sacerdote, refiriéndose al papa Francisco: Hay una sincera y abierta simpatía hacia los judíos y musulmanes, a quienes gustosamente llama hermanos; aunque tal sentimiento vaya acompañado, por inexplicable paradoja, de una extraña repulsa hacia los católicos que se empeñan en ser fieles a la Tradición de la Iglesia [Ensayo Pedro Romano, p.34

Todos estos hechos [y muchos más] nos señalan, con toda claridad, quienes son esos cristianos a los que el Papa llama fundamentalistas: se trata de aquellos que se mantienen fieles a la Tradición recibida de Jesucristo y de sus apóstoles; y continuada durante casi dos mil años por la Iglesia que Jesucristo fundó [hasta hace unos cincuenta años, a raíz de la celebración del Concilio Vaticano II], conforme al consejo que dio San Pablo a Timoteo: "Guarda el depósito. Evita las novedades profanas y las contradicciones de la falsa ciencia, pues algunos que la profesaban perdieron la fe" (1 Tim 6, 20-21) 

(Continuará)

sábado, 30 de agosto de 2014

La gran mentira del Islam [Ortiz de Zárate]

Este artículo puede leerse completo pinchando aquí

De entre las muchas mentiras de las que el Islam se puede disfrazar, hay dos fundamentales, a saber, que el Islam es una religión, y, en segundo lugar, que el auténtico Islam se opone a toda clase de violencia. 


Estas dos mentiras se introdujeron en el campo católico a raíz de dos documentos del Concilio Vaticano II : Lumen Gentium y, especialmente, Nostra Aetate. En ellos, los Padres Conciliares dieron por supuesto que el Islam es una religión y enfatizaron aquellos elementos del Islam que parecen corresponderse o estar más cerca de las creencias y prácticas del Cristianismo. Todos los papas posteriores al Concilio, desde Pablo VI hasta Francisco, han seguido esta misma línea.

- Respecto a la primera de las mentiras, que el Islam sea una auténtica religión, hemos de decir lo siguiente:

El Islam no es una revelación hecha por Dios a los hombres. Dios se ha revelado sólo una vez al hombre. Primero, parcialmente, en el Antiguo Testamento; luego, total y completamente, en el Nuevo Testamento a través de su Hijo Jesucristo. "Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: Todo fue creado por Él y para Él. Él existe con anterioridad a todo y todo tiene en Él su consistencia" (Col 1, 15-17)

"Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien instituyó heredero de todo y por quien hizo 
también el Universo,  el cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su sustancia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas" (Heb 1: 1-3).


El Corán, el libro sagrado del Islam, es una amalgama mal hecha que mezcla a placer textos del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como de los evangelios apócrifos, a los cuales añade nuevos preceptos inventados por quienes quiera que fueran los autores o compiladores del Corán. Y como dijo el erudito emperador bizantino Manuel II Paleólogo a un persa culto en un diálogo mantenido en 1391 acerca del tema religión, razón y la guerra santa:

“Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”.

En cuanto a Mahoma, el supuesto visionario que recibió unas revelaciones del Arcángel Gabriel que luego se traducirían en el contenido del Corán, su existencia es puesta en duda hoy en día por arabistas serios. Y lo mismo pasa con Alá, el dios del Islam, cuyo origen es un tanto oscuro.

Por lo demás, si seguimos la pista de la vida privada del Mahoma que aparece en las fuentes originales del Islam, observamos que vivió para satisfacer sus deseos carnales. Mahoma se casó oficialmente con doce mujeres; una de ellas tenía seis años y él tenía cincuenta y uno. Se casó con la mujer de su hijastro. Practicó, además, el matrimonio de placer o temporal con cincuenta y cinco mujeres. Y hemos de tener en cuenta que Mahoma, como presunto fundador del Islam, es un ejemplo a imitar. Así como el buen cristiano es el que imita a Jesucristo, el buen musulmán es el que imita a Mahoma. Solo este hecho basta para desacreditar al Islam como auténtica religión. Igualmente ha de tenerse en cuenta aquí lo que se dice después sobre la actividad guerrera y asesina de Mahoma.


La segunda de las mentiras con respecto al Islam la podemos encontrar en el número 253 de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, en donde el Papa Francisco dice explícitamente:

“…El afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia“.

Sin embargo, los hechos desmienten tamaña falsedad. Mahoma mató y ordenó matar a trece personas; además, organizó, participó y luchó en ochenta y ocho batallas en menos de diez años desde el año 622 hasta su muerte en el año 632. El Islam, desde su mismo principio, fue propagado por “el filo de la espada”. La historia del Islam está repleta de violencia y guerra, desde su nacimiento hasta el día presente:


- Cuando los musulmanes invadieron España, se necesitaron siete siglos para expulsarlos.
- Los turcos otomanos masacraron a más de dos millones de armenios entre los años 1915-1916, un hecho todavía ignorado por muchos en el mundo occidental
- En el Sudán más de dos millones de cristianos han sido aniquilados y muchos más vendidos como esclavos
- En Indonesia, los musulmanes han matado a más de 300.000 católicos desde 1975, hasta hoy
- El genocidio y la persecución actual de los cristianos en Irak, Irán, Egipto, Pakistán, Nigeria…en el nombre del Islam y los musulmanes, claman justicia por parte de todos.


- Tanto el Corán como los hadizes (los dichos, hechos y actos de Mahoma) enseñan que los musulmanes deben destruir las vidas y las propiedades de aquellos que no aceptan el Islam.

- El Islam es un régimen cuyas leyes son crueles hacia las poblaciones sometidas a él, ya que prevén la desigualdad de derechos, discriminaciones y castigos brutales y degradantes.

- Por otra parte, es una ideología que justifica, en el nombre de “Alá” su Dios, la persecución de los no musulmanes a “judíos y cristianos”, apoyando sus enseñanzas con las palabras del Corán:

“Creyentes; No toméis como amigos a los judíos y a los cristianos. Son amigos unos de otros. Quien de vosotros trabe amistad con ellos, se hace uno de ellos. Dios no guía al pueblo impío” (Sura 5:51).

- El Islam, o Mahoma, ordenan a sus seguidores ser enemigos de las otras religiones y tratarlos como tales, combatiendo contra ellos hasta la conversión. Si no lo hacen se les condena a la esclavitud o a la muerte. 


En el Corán leemos:

“¡Que no crean los infieles que van a escapar! ¡No podrán! ¡Preparad contra ellos toda la fuerza, toda la caballería que podáis para amedrentar al enemigo de Alá y vuestro y a otros fuera de ellos, que no conocéis pero que Alá conoce!” (Sura 8:59-60).

El Corán, es cierto, contiene pasajes donde dice que no hay obligación en religión, que no se deben dañar los árboles, matar niños, mujeres y ancianos…etc. Como, por ejemplo,

“No hay coacción en religión” (Sura 2:256).

“Si tu Señor hubiera querido, todos los habitantes de la tierra, absolutamente todos, habrían creído. Y ¿vas tú a forzar a los hombres a que sean creyentes?” (Sura 10:99).

Lo que ocurre es que los versículos del Corán pertenecen a dos períodos:

- 1. Algunos versículos fueron transmitidos en la Meca, desde el año 612 a 622. Durante su estancia en la Meca, Mahoma y sus seguidores eran minoría y muy débiles. Por eso los versículos del Corán en esta etapa hablan de cosas muy poéticas –de paz, convivencia, de alabanzas y lindas historias—en ciento veinticuatro versículos.

- 2. Otros versículos fueron transmitidos en Medina, desde el año 622 a 632. Mahoma fue nombrado en Al Medina Jefe de Estado y líder religioso; tuvo muchos seguidores, formó un ejército, se hizo muy fuerte y endureció sus enseñanzas.

Existe un dicho en el Islam conocido como “Al Nasj wa Al Mensuj” que se puede traducir como “los versículos del Corán que abrogan y son abrogados”. Por este procedimiento, los versículos del Corán medineses abrogaron los mecanos. Todos los versículos que hablan del dialogo y la convivencia con otras religiones fueron trasmitidos en la primera etapa de Mahoma cuando todavía era débil con pocos seguidores. Todos ellos, sin embargo, fueron abrogados por los versículos divulgados después, cuando Mahoma se hizo fuerte y tuvo muchos seguidores. Fue entonces cuando anunció versículos violentos, como este:

“Cuando hayan transcurrido los meses sagrados, matad a los asociados dondequiera que les encontréis. ¡Capturadles! ¡Sitiadles! ¡Tendedles emboscadas por todas partes! Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Alá es indulgente, misericordioso. Pelead contra aquellos que no creen…aunque sean Pueblo del Libro, hasta que estén dispuestos a pagar el tributo en reconocimiento de su estado de sumisión” (Sura 9:5,29).

Por último, recordemos que en la sociedad musulmana en general y árabe en particular un cristiano recibe todos los apoyos y coacciones posibles para su conversión al Islam, tanto laborales como sociales. Por el contrario, los musulmanes que se convierten al cristianismo deben de vivir escondidos para evitar el rechazo social de sus familias. Incluso existe la posibilidad de asesinarlos.

Ortiz de Zárate

miércoles, 27 de agosto de 2014

Reivindicar la belleza del matrimonio cristiano [Robert. Spaemann]

Un buen artículo sobre un tema de candente actualidad, tomado de ACEPRENSA, que resume un escrito del filósofo Robert Spaemann



Para el pensador alemán resultan alarmantes las cifras de rupturas matrimoniales de las sociedades occidentales, pero mayor preocupación suscita la mentalidad divorcista que ha prendido entre los católicos. También entre los creyentes el matrimonio ha dejado de considerarse “una realidad nueva e independiente que se encuentra por encima de la individualidad de los esposos” y que no puede ser disuelta ni por la voluntad de los cónyuges, “ni por la decisión de un sínodo o del Papa”.

No rendirse a la corriente dominante

Esta visión del matrimonio choca con ciertos valores actuales, pero no hay que olvidar que tradicionalmente el mensaje cristiano ha contrastado con los modos de vida predominantes. También hoy la Iglesia, “lo quiera o no, se está convirtiendo en una contracultura” y su futuro dependerá de su fidelidad a las enseñanzas del Evangelio, con independencia de lo aceptado socialmente.

Estas reflexiones responden a la polémica sobre la situación de los católicos divorciados y vueltos a casar y la publicación de la intervención del cardenal Kasper en el Consistorio Extraordinario, convocado por el Papa Francisco para preparar el próximo Sínodo de la Familia. Para Spaemann, un cambio en la postura de la Iglesia sobre este tema supondría “una capitulación a la ideología secular”.

Aceptar de alguna manera el segundo matrimonio de un divorciado no solo está en contradicción con la doctrina evangélica; significaría transformar “el concubinato adúltero en una unión aceptable bendecida por la Iglesia en nombre de Dios”. En tal caso, la respuesta a un pecado –el adulterio– no sería ya la contrición y el perdón, sino una nueva unión, como si el paso del tiempo enmendara en cierto modo la ofensa de la ruptura.

Este modo de pensar, que se ha extendido también en el seno de la Iglesia, está basado en un profundo error. “El tiempo de por sí no es creativo. Su mero transcurrir no restaura la inocencia perdida”. Del mismo modo, recuerda Spaemann, la responsabilidad por el pecado no se limita a confesar la culpa: hay una exigencia de reparación, el compromiso a regularizar una situación anómala o de llevar una vida de continencia.

Apoyar a las víctimas

Eso no supone discriminación ni una falta de caridad con quienes han iniciado una nueva unión: “apoyar a nuestros hermanos cristianos que se han vuelo a casar, mostrarles nuestra comprensión y asegurarles la solidaridad de la comunidad es un deber de misericordia”. Pero esa atención no obliga a rebajar sus deberes; además, “admitirles a la comunión sin contrición y sin regularizar su situación sería una ofensa contra la Eucaristía”.

En cualquier caso, a Spaemann le resulta extraño que en las discusiones sobre este tema no se hayan tenido en cuenta a las víctimas, cuando justamente se ha achacado a la Iglesia que en los casos de abusos sexuales no les prestara suficiente atención. “¿Ha hablado alguien sobre la mujer que ha sido abandonada por su marido, o sobre sus hijos?”, pregunta.

Si los divorciados y vueltos a casar pudieran recibir la comunión, las víctimas de la ruptura matrimonial de algún modo entenderían “que la Iglesia acepta y bendice una nueva unión”, añadiendo al drama de la ruptura un nuevo agravio. ¿No es de justicia que la Iglesia también se preocupe por ellas?

La belleza del matrimonio cristiano


Es doloroso percatarse de que muchos católicos contraen matrimonio sin estar convencidos de su indisolubilidad. Se casan sin conocer las implicaciones del sacramento. La culpa de ello, en gran parte, es de la propia Iglesia: “La preparación al matrimonio cristiano muchas veces no presta a las parejas comprometidas una imagen clara de las responsabilidades que asumen. Si lo hiciera, muchos decidirían no casarse por la Iglesia. Para otros muchos, sin embargo, una buena preparación matrimonial les serviría para decidir su conversión”.

En lugar de buscar alternativas al criterio tradicional o disminuir las responsabilidades que comporta el compromiso conyugal, Spaemann cree necesario promover el atractivo de la concepción cristiana del matrimonio. Pero la belleza de la vida matrimonial solo puede brillar cuando se presentan también sus exigencias, sin diluirlas ni rebajarlas; de otro modo, desaparecería.

“Hay un inmenso atractivo en la idea de que la unión de un hombre y una mujer está ‘escrita en el cielo’, que perdura en lo alto, y que nada puede destruirla, que permanece ‘tanto en la salud como en la enfermedad’. Esta convicción es una maravillosa y estimulante fuente de fortaleza y gozo para aquellos esposos que se enfrentan a crisis matrimoniales y que buscan encender de nuevo su viejo amor

martes, 26 de agosto de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (20) [Evangelii Gaudium]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Con ser importante, lo más triste -con relación al papa Francisco- es que, en lo que se refiere a sus dichos y hechos, no se trata sólo de algunas expresiones desafortunadas pronunciadas "en un determinado momento", sin haber pasado previamente por el tamiz de la reflexión. Tampoco se trata de lo que aparece en algunas entrevistas del Papa, cuyo contenido a veces se manipula (¡o no!); ni siquiera estoy pensando en el contenido de ciertas homilías (¡no todas, por supuesto!) predicadas en la Iglesia de Santa Marta de las que, a veces, se queda uno algo confuso. No, no es sólo eso, que también. Pero el problema es más grave, porque -y esto sí que ha sido meditado detenidamente- en la misma exhortación apostólica "Evangelii Gaudium" habla el Papa de los que considera "fundamentalistas cristianos", es decir, de aquellos que se mantienen en la Tradición de la Iglesia y no se abren a las corrientes modernistas (como ya lo hemos demostrado en entradas anteriores) como de personas muy peligrosas que "buscan sus propios intereses y no los de Jesús" (Fil 2,21). [Lógicamente, en su exhortación apostólica no utiliza la palabra "fundamentalista" para referirse a ellos, pero queda claro que así es, por todo lo que lleva hablado hasta ahora, con relación a los que consideran que la fidelidad a la Tradición de la Iglesia es fundamental para su supervivencia. No insisto más en este punto del que se ha hablado ya extensamente]

Utiliza aquí el Papa una nueva expresión ["mundanidad espiritual" ] para los que así son y así piensan. Según el papa Francisco esta "mundanidad espiritual" "está relacionada con el cuidado de la apariencia (...) y por fuera todo parece correcto, pero -llega a afirmar- si invadiera la Iglesia sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral" moral" (punto 93)

Más adelante, sigue con su acusación y dice que "esta mundanidad es un neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros  (¿?) por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario (¿?), donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar". (punto 94)


"Quien ha caído en esta mundanidad -sigue diciendo el papa- (...) descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia (...) Es una tremenda corrupción con apariencia de bien" (punto 97).


La verdad es que, por más vueltas que le doy, no acabo de salir de mi asombro, pero eso es lo que hay. Pienso que ésta es una prueba a la que Dios quiere someternos [a los que somos católicos por la gracia de Dios] para purificarnos, porque la verdad es que lo necesitamos ... ¡y mucho! Afortunadamente, sabemos que "todas las cosas contribuyen al bien de los que aman a Dios" (Rom 8, 28). No obstante, haciendo uso de mi derecho a pensar, y partiendo de la premisa de que todo lo que aparte de la verdad aparta también de Jesucristo [pues Él es la Verdad] sintiéndome uno de esos cristianos "tristes" a los que tanto se refiere el papa Francisco, continuamente, cuando habla de los que defienden la Tradición de la Iglesia de siempre, a los que -para más INRI, y contradiciéndose- llama también "fundamentalistas", con el debido respeto a la persona y a la figura del Papa, pero consciente, también, de que la Religión que profeso no es la religión de un determinado papa sino aquella que se mantiene fiel a TODO el depósito recibido, me atrevo a realizar algunas reflexiones sobre lo dicho por el papa Francisco en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, con relación a aquéllos que según él- padecen de la terrible enfermedad a la que llama "mundanidad espiritual", enfermedad que consiste básicamente en la hipocresía, que el Papa "supone" que se da en todos los que actúan conforme a la Tradición.


No dudo de que habrá casos concretos en los que así suceda, pero cada vez son menos, dado el ambiente de mundanidad "no espiritual" en el que estamos inmersos.

Pensando en que estas reflexiones pueden servir a alguno que se encuentre en la misma o parecida situación a la mía, paso ya a exponerlas: 

- Si yo voy a Misa no es porque confíe en mis propias fuerzas, sino porque me veo muy pobre y muy poca cosa y necesito de la fuerza de Dios que se hace realmente presente en la Eucaristía. No creo que eso sea ser un neopelagiano autorreferncial y prometeico... [expresión que se las trae] ... vamos, ¡digo yo!


- Tampoco me siento superior a nadie (¡Dios me libre!). Más bien es lo contrario, porque soy consciente de mis pecados y de que debo trabajar mucho más para ser fiel a Dios, poniendo en Él toda mi confianza y no fiándome de mí mismo: ¡sin Jesucristo estaría perdido! ... y mi vida no tendría ningún sentido.


- ¿Triste o anestesiado? ...¡Pero si lo único que me da alegría es el contacto con el Señor en la oración; y eso es lo que me lleva a vibrar de ilusión en mi relación con los demás, cuando sale Jesús a relucir! ¿De dónde, si no, iba a sacar las fuerzas para vivir cristianamente en medio de un mundo pagano como éste en el que nos encontramos?


¿Hipócritas que sólo cuidan la apariencia? ¿Por qué? ¿Se da por sentado, sin conocer a una persona, que si ésta va a misa es por aparentar y por cumplir? ¿No es eso emitir un juicio negativo y faltar contra la caridad? ¿No está eso en contradicción con esa idea de misericordia, tan pregonada por el santo Padre? [... por ejemplo, cuando decía: Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? ... Entonces ... ¿misericordia para los gay, a los que se supone buena voluntad; y ataque inmisericorde para los que van a misa y a los que se supone que lo hacen por aparentar? Esa misericordia SELECTIVA no es buena]. 


¿Por qué no pensar -como así suele ser en la mayoría de los casos -y hoy más que nunca- que las personas que van a Misa lo hacen para que su amor a Jesús no decaiga, sino que vaya a más, porque Él está allí realmente presente y ellos necesitan estar con Él, porque es ese amor lo único que les puede dar fortaleza para no avergonzarse de Jesús ante los demás?


¿Que buscan sus intereses y no los de Jesús? [Y, además, cita el Nuevo Testamento, aplicándoles a ellos esas palabras ... ¡si eso no es juzgar!...]. Vamos a ver: Si yo voy a Misa y hago oración, por el mero hecho de hacer esto no significa que busque mis intereses sino los Suyos ... ¡pues los intereses de Jesús somos nosotros!. Jesús está interesado en mí, sencillamente porque me quiere. Y yo sé que Él desea también mi cariño y mi amor y que esté a Su lado, junto a Él, en el sacrificio de la Misa y en la oración. 


Él -y sólo Él- es la causa de que yo pueda querer luego a los demás. Si no fuera por Jesús los demás me importarían un pimiento: "Amaos los unos a los otros como Yo os he amado" (Jn 13,34). Si yo no conozco a Jesús porque no trato con Él en la oración y, por lo tanto,no estoy enamorado de Él, ¿qué amor verdadero voy a manifestar por los demás? ¿Cómo voy a conducirlos hacia Jesús para que puedan ser realmente felices, ya en esta vida, si primero no soy yo feliz, por haberme encontrado con el Señor gracias a la oración y a la Misa, fundamentalmente? 


¿Cierto estilo católico del pasado? ¿Qué significa eso?. Yo sé que  "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). 
Jesucristo es Dios y sus palabras son actuales (no son del pasado): son de hoy, de ahora, de este mismo momento en el que estoy escribiendo. ¿Qué sentido tiene hablar de pasado ... o de estilos del pasado? ¿A qué estilos se refiere? ¿Y, en realidad, qué importan los estilos, por muy del pasado que sean, si esos estilos nos conducen al único y verdadero Dios, manifestado en Jesucristo, que de eso es de lo que se trata y no de otra cosa? Todo lo que lleva hacia Él supone progreso y todo lo que separa de Él retroceso. En Él la humanidad ha llegado a su perfección. Avanzaremos, en todos los sentidos, si nos abrimos a sus palabras y seguimos sus pasos; y retrocederemos hacia los tiempos más remotos y más oscuros de la antigüedad, si no queremos oír su voz y lo rechazamos. ¿Tan difícil es entender esto? ... Muy faltos andamos de fe y muy necesitados de ella. 




- ¿Supuesta seguridad doctrinal? ...¡No es supuesta! ¡Es real! ¿Acaso es orgullo estar seguros de algo? Si yo no estoy seguro del amor de Dios, si yo no estoy convencido de que Jesús "me amó y se entregó a Sí mismo por mí" (Gal 2,20), si no estoy seguro de que Jesucristo resucitó y de que yo también resucitaré, para estar siempre con Él, si le soy fiel en esta vida, entonces mi vida sería absurda. Y diría, con San Pablo, que "soy el más miserable de todos los hombres" (1 Cor 15,19). ¿O es que pensamos que existe alguien que esté dispuesto a dar su vida, si es necesario, por una suposición, por una supuesta seguridad doctrinal? 


Si yo estoy convencido, con convencimiento real, por pura gracia de Dios, de que Jesucristo es Dios y de que no hay salvación fuera de Él, ¿soy, por ello, un fundamentalista?  Estar seguro de algo... ¿es fundamentalismo? ¿Es fundamentalista aquel que ve un pato y dice: esto es un pato? ¿Lo es aquel que dice que 2 + 2 = 4?  Porque no se entiende la fe sin esa seguridad absoluta que proviene de Dios. ¿Cómo podemos llamar a esto elitismo narcisista y autoritario? Ni es elitismo, porque el amor de Dios está abierto a todos los que lo deseen, ni es narcisista, porque su interés es Jesús, ni es autoritario, porque respeta la libertad, como el mismo Jesús la respeta.


Ciertamente, cualquier cristiano con un mínimo de sentido común y que conozca las verdades elementales de su fe, debería darse cuenta de que el Papa está cometiendo graves errores en esas afirmaciones; y que estas cosas que dice no están en consonancia con el sentir de la Iglesia de veinte siglos ni con el mandato y el ejemplo de Jesucristo, el Fundador de la Iglesia Católica. 

Cuando Jesús comenzó su vida pública, sus primeras palabras, aquéllas que indicaban el sentido y la misión de su Vida, fueron: "Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos" (Mt 4,17). Y sus últimas palabras, una vez resucitado, antes de ascender a los cielos, fueron: "Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues,  y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 18-20). 


Ésta es la misión que Dios, en la Persona de su Hijo, Jesucristo, encomienda a sus discípulos; una misión en la que deben consumir toda su existencia. Por todas partes aparece la idea de conversión de la gente, idea que Él predicó durante el tiempo que vivió entre nosotros, una conversión que supone arrepentimiento sincero de los pecados cometidos y un volverse hacia Él como la ÚNICA solución posible que tienen los hombres para salvarse. "En ningún otro hay salvación" (Hech 4,12). Solamente Jesucristo ha podido decir: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn 14,6), porque siendo un hombre como nosotros es también verdadero Dios. 
(Continuará)