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domingo, 11 de septiembre de 2022

45 millones de euros al año: el precio de la peor y más sangrienta infamia de Sánchez



El gobierno de Pedro Sánchez ya ha dado motivos de sobra para ocupar algunas de las más siniestras páginas de la historia de España. Pero aún quiere más.



Tenemos un gobierno instalado en el recurso sistemático a la mentira, a la propaganda y a la opacidad. Un gobierno que ha tomado medidas que han servido para arruinar a muchos españoles, convertirnos en los líderes del desempleo en Europa, que ha degradado nuestras instituciones democráticas, con constantes ataques a la independencia judicial y violaciones de derechos fundamentales que han sido confirmadas por varias sentencias del Tribunal Constitucional. Así mismo, es el primer gobierno de España que accede a pactar sus cuentas con los proetarras, es decir, con quienes se niegan a condenar los asesinatos de más de 800 españoles -niños incluidos- a manos de ETA.

Por si no bastaba con todo lo anterior, el gobierno de Pedro Sánchez ha decidido cometer una nueva vileza aprobando una nueva ley del aborto que tiene como fin promover aún más ese crimen, calificándolo como un “derecho” (una forma perversa de calificar el acto de matar a los seres humanos más inocentes e indefensos), y estigmatizar a los médicos y personal sanitario que se niegan a colaborar con esa monstruosidad, elaborando listas negras con ellos.

Ayer, el diario El Debate señaló que el gobierno piensa dedicar 45,2 millones de euros anuales a matar a niños y niñas por nacer. No les basta con legalizar y promover la práctica de un crimen tan horrendo como es matar a un hijo o a una hija por nacer (y cito a ambos sexos porque muchas feministas suelen olvidar que decenas de miles de niñas son asesinadas antes de nacer a causa de esa ley cada año), sino que además nos obligan a todos los españoles a pagarlo con nuestros impuestos, gastando una cantidad astronómica en matar a seres humanos en vez de dedicarla a salvar vidas y a curar a enfermos. No cabe imaginar una idea más retorcida y aberrante del gasto público que ésa.

Pero lo más pasmoso no es eso. Que los malos gobernantes hagan cosas malvadas es algo lamentablemente normal. Lo más pasmoso es el escandaloso y vergonzoso silencio que reina en España ante esa barbaridad. Si a algún ministro se le ocurriese defender la pena de muerte contra los peores criminales, seguramente sería cesado de inmediato ante el escándalo público que provocarían sus palabras. Pero cuando un gobierno promueve una ley para que matar a más y más inocentes, la mayoría mira hacia otro lado. Parece que no nos damos cuenta del nivel de degradación moral al que hay que llegar para acostumbrarnos a esta infamia, y los riesgos que hay de que esa degradación se vuelva en nuestra contra. Recordemos las sabias palabras de Teresa de Calcuta:
“Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran”.
Algún día esa violencia se volverá contra nosotros por haberla consentido contra los más inocentes. Y cuando llegue ese día -porque llegará tarde o temprano-, algunos se preguntarán entonces cómo hemos acabado así.

Elentir