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martes, 24 de abril de 2018

La Pascua de Alfie Evans. Día tras día, una cronología (Sandro Magister)



Antes de la Pascua se celebró la Cuaresma, que comenzó en ese dramático 20 de febrero, el mismo día en que la Suprema Corte de Justicia de Londres sentenció que al pequeño Alfie Evans, de 22 meses, afectado por una enfermedad neurológica desconocida, incurable, y albergado en el Hospital de Niños Alder Hey, de Liverpool, se lo debe dejar morir, suspendiendo la ventilación mecánica que lo mantiene vivo.

En la sentencia, el juez Anthony Hayden incluye en su justificación un pasaje del mensaje sobre el fin de la vida que el papa Francisco envió el 7 de noviembre a monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida.

De Roma no hubo ninguna protesta por este uso instrumental de las palabras del Papa. Hubo que esperar hasta el 8 de marzo para que se eleve una voz fuerte en los altos niveles de la Iglesia, la del cardenal Elio Sgreccia, de 90 años, experto en bioética de fama internacional y presidente de la Pontificia Academia para la Vida desde el 2005 al 2008.

Pero el 9 de marzo, en una entrevista publicada en "Tempi", monseñor Paglia le dio la razón en todo al juez londinense.

Pasan los días y crece la movilización en defensa de la vida de Alfie, alentada por sus padres, Tom Evans y Kate James, de poco más de veinte años, ella anglicana y él católico.

Llega la Pascua y el 4 de abril, miércoles de la semana "in albis", el papa Francisco rompe por primera vez su silencio con un twitt: "Es mi sincera esperanza que se pueda hacer todo lo necesario para continuar acompañando con compasión al pequeño Alfie Evans…".

El 13 de abril, viernes de la segunda semana de Pascua, también habla la diócesis de Liverpool, con un comunicado de su vocero. Pero con un tono totalmente diferente. Lamenta que los padres de Alfie y las autoridades del hospital “no hayan estado en condiciones de acordar un programa” para interrumpir la respiración del niño. Registra su desagrado por las manifestaciones de apoyo a Alfie en los alrededores del hospital. Notifica el esfuerzo del obispo auxiliar de Liverpool, Tom Willians, en “apoyo de los médicos”, pero sin reunirse con los padres del pequeño, “que no son católicos”. Toma nota que se sigue “rezando por Alfie, por su familia y por los que lo acompañan en este viaje”.

Al día siguiente Tom Evans le escribe al arzobispo de Liverpool, Malcolm Patrick McMahon, para expresarle su tristeza por el comunicado, para recordarle que tanto él como Alfie están bautizados en la Iglesia Católica y para pedirle ayuda para “llevar a nuestro hijo fuera de Gran Bretaña, para que sea cuidado hasta el fin natural de su existencia terrenal". El hospital pediátrico al que los padres querrían trasladar a Alfie es el del Niño Jesús, en Roma, que ya había expresado su disponibilidad desde el pasado verano y había enviado a sus médicos a Liverpool.

Pero no hubo ninguna respuesta desde la arquidiócesis. Tampoco está disponible el capellán del Hospital de Niños Alder Hey para responder a los pedidos de los padres de Alfie.

Pero el 15 de abril, tercer domingo de Pascua, es el papa Francisco quien habla, y esta vez en voz alta, en la oración del Regina Caeli, asociando al caso de Alfie al similar de un francés de 42 años:

"Encomiendo a vuestra oración a personas como Vincent Lambert, en Francia, al pequeño Alfie Evans, en Inglaterra, y a otros en diversos países, que viven, a veces durante mucho tiempo, en estado de grave enfermedad, asistidos médicamente para las necesidades primarias. Son situaciones delicadas, muy dolorosas y complejas. Oramos para que cada enfermo sea respetado en su dignidad y tratado de manera adecuada a su condición, con el acuerdo de los familiares, médicos y los trabajadores de la salud con gran respeto por la vida".

El mismo día, también el presidente de la Pontificia Academia para la Vida, monseñor Paglia, emite un comunicado en línea con lo dicho por el Papa y corrigiendo lo que él mismo había afirmado anteriormente.

Pero al día siguiente, el lunes 16 de abril, la situación se precipita. A la mañana un sacerdote italiano que es párroco en Londres, don Gabriele Brusco, administra el sacramento de la unción de los enfermos al pequeño Alfie. Pero en las primeras horas de la tarde la Corte de Apelaciones rechaza el recurso presentado por los padres de Alfie contra la sentencia de muerte del hijito. Tom y Kate deciden entonces presentar un recurso extremo a la Corte Suprema del Reino Unido. Y piensan obtener un encuentro con el papa Francisco. Con ellos, en Liverpool, hay una colaboradora de la página web católica italiana La Nuova Bussola Quotidiana, Benedetta Frigerio, quien toma contacto con la persona justa para presentar el pedido en Roma: monseñor Francesco Cavina, quien trabajó durante muchos años en la Secretaría de Estado, antes de convertirse, desde el 2011, en obispo de Carpi.

Y de hecho, con una rapidez fulminante, la mañana del martes 17 de abril llega la respuesta de Francisco, que concede una audiencia a Tom para la mañana siguiente, antes de la audiencia general del miércoles en la Plaza San Pedro.

En la tarde del 17 de abril Tom parte desde Liverpool, hace una escala nocturna en Atenas y logra llegar a Roma justo a tiempo para el encuentro con el Papa.

El encuentro se lleva a cabo en Santa Marta, a las 9 de la mañana del 18 de abril, miércoles de la tercera semana de Pascua, y dura 20 minutos. Tom Evans entrega a Francisco una apelación escrita y le cuenta la batalla en curso por la vida de Alfie. El Papa lo alienta y bendice: "Dices bien, Tomás, tu defiendes a tu hijo con valentía, la misma valentía con la que Dios defiende a sus hijos".

Una hora después, al término de la audiencia general en la Plaza San Pedro, el Papa lanza una nueva apelación pública. Invita a la oración por Alfie y por otros como él, e insiste sobre lo que se había dicho en el encuentro de unas pocas horas antes: que "el único dueño de la vida, desde el inicio al final natural, ¡es Dios".

En el encuentro en Santa Marta estuvo presente también el obispo Cavina, a quien el papa Francisco le ordena ponerse a trabajar con la Secretaría de Estado para asegurar el traslado de Alfie al Hospital del Niño Jesús, que es propiedad de la Santa Sede.

No sólo eso. El Papa hace llegar a la presidente del hospital, Mariella Enoc, su estímulo personal para "hacer lo posible y lo imposible". Ese mismo día, Mariella Enoc se encuentra con Tom Evans y acuerda con la Secretaría de Estado la redacción de dos cartas a los directivos y a los abogados del hospital de Liverpool, destinadas a establecer una colaboración estrecha en vistas del traslado de Alfie a Roma y del comienzo de nuevas investigaciones científicas sobre su enfermedad.

Pero en la tarde de este mismo miércoles 18 de abril, la Conferencia Episcopal de Inglaterra y de Gales publica una declaración de signo totalmente opuesto.

En ella, los obispos ingleses rechazan como “infundadas” las críticas a la decisión de los tribunales y del hospital de Liverpool respecto al destino del pequeño Alfie. Toman nota de la “oferta” del hospital romano del Niño Jesús de tenerlo a su cuidado, pero dan a entender que ellos, los obispos, no se quieren ocupar, porque “corresponde a ese hospital [del Niño Jesús -ndr], presentar a los tribunales británicos, en los que se deben tomar decisiones cruciales entre las opiniones en conflicto, las razones médicas para que se conceda una excepción en este trágico caso".

Parece leerse, en este frío comunicado de los obispos ingleses, las mismas cosas que monseñor Paglia sostuvo hasta hace pocas semanas antes. En efecto, él se había llegado a Gran Bretaña a finales del 2017, reuniéndose con la cúpula de la Conferencia Episcopal Inglesa y tratando con ellos los casos de Charlie Gard, de Alfie Evans y de otros niños en condiciones similares.

Es difícil prever que será de esta impresionante grieta entre el Papa y los obispos ingleses, cuando está en juego nada menos que la vida de un niño.

Pero sobre quién ha caído el viernes 20 de abril el veredicto final de la Corte Suprema del Reino Unido, con la confirmación definitiva que es "in his own best interest", en su mejor interés, que se deje morir a Alfie.

Los padres del niño no se rinden. Envían una apelación extrema a Estraburgo, a la Corte Europea de los Derechos Humanos. Pero es un paso que la misma Corte Suprema inglesa define inútil, cuando en su sentencia recuerda que ya anteriormente la misma Corte Europea había juzgado “inadmisible” un recurso de los padres de Alfie, y concluye:

"No hay motivos para un posterior envío. El hospital debe ser libre de hacer lo que ha sido establecido en el mejor interés de Alfie. Ésta es la ley en este país. Ningún recurso a la Corte Europea de los Derechos Humanos puede o debe cambiarla".

Ese mismo día, la presidente del Hospital pediátrico del Niño Jesús, Mariella Enoc, envía al director del hospital de Liverpool una carta conmovedora – después publicada en "L'Osservatore Romano" – de un grupo de mamás de niños con enfermedades “en algunos casos muy similares a la del pequeño Evans". "Nuestros hijos – escriben – no están sufriendo, sólo están viviendo. Y también hoy han podido sentir en la cara la belleza y el calor del sol y de nuestras caricias. Les rogamos que no priven de la alegría de estas caricias al pequeño Alfie y a sus padres".

Y estamos en el domingo 22 de abril En el Regina Caeli, el papa Francisco calla. Lo que quería decir lo ha dicho. Es el cuarto domingo de Pascua, el domingo del Buen Pastor. La última Pascua de Alfie.

Sandro Magister