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viernes, 15 de diciembre de 2017

El “Jesús” políticamente correcto (Rick Christensen)


(Original: The Remnant)


El otro día escuché las siguientes preguntas: “Si Jesús regresara hoy a la tierra, ¿con qué religión se identificaría? ¿Con qué partido político? ¿Y qué país?” Sin duda, son preguntas que podrían generar una fuerte discusión, pero irrelevante.

La idea sobre Quién y Qué es Jesús se ha diluido y distorsionado mucho en las últimas décadas debido a varias cosas. Entre ellas están Hollywood, los telepredicadores de la televisión, diversos sabores de cristianismo, y una Iglesia católica en continua evolución y metamorfosis, al menos la porción más grande que es la más visible.

Jesús ha sido reinventado y reconstruido en incontables imágenes con un parecido a quienes quisieran que Él se amolde a sus necesidades. El Jesús imaginado por el mundo de hoy, incluso por quienes debieran conocerlo más, es pro-gay, pro-adulterio, pro-pedofilia, y básicamente a favor de todo lo que haga sentir bien, y sin razones para preocuparse por ello. El nuevo Jesús ama todas las religiones y es afeminado y frágil.
Entonces, la pregunta correcta no es hacia dónde se dirigiría Jesús si hoy regresara, sino ¿quiénes de entre nosotros lo aceptarían? No al Jesús reinventado, sino al verdadero, al Rey de Reyes y Señor de Señores.
Hay numerosos pasajes de las escrituras que dan una idea sobre la verdadera identidad de Jesús, pero creo que la más clara está en los evangelios de Marcos y Mateo, cuando Jesús es confrontado por los fariseos que le preguntan si es legal pagar impuestos. De allí proviene la famosa respuesta de Jesús: “Dad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Pero al intentar entrampar a Jesús, los fariseos primero dicen algo que suele pasarse por alto pero que tiene mucha relevancia. Ellos dijeron “Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios, con verdad, sin miedo a nadie, porque no miras a la persona de los hombres. Mateo 22, versículo 16. (Straubinger).

Los fariseos dijeron la verdad, si bien su intención al usar esta verdad era maliciosa y engañosa. Este pasaje es muy significativo a la luz de los tiempos modernos, porque virtualmente toda religión y país hace exactamente lo contrario y considera a la persona de los hombres a expensas de la verdad, la justicia y la moral. 

La punta de la lanza del asunto, donde yace la mayor parte de la culpa, es la Iglesia católica. Habiendo sido un sólido bastión y un fuerte vocero de moral y justicia (justicia verdadera, no la “justicia social” que hoy mencionan con frecuencia los marxistas en la iglesia) la Iglesia se ha tornado muda y ha apoyado no implícita, sino abiertamente, esas cosas a las que le fue mandado resistir, como el matrimonio homosexual y el aborto. Una vez que la Iglesia abandonó su posición de influencia en el mundo sobre éstos y otros asuntos morales, todas las demás entidades la siguieron.

Jesús jamás dijo: “Está todo bien, hagan lo que quieran”. Él jamás dijo: “Hermanos y hermanas” ni habló en lenguaje inclusivo para hacer que la gente se sintiera bien. Él jamás procuró que estuviéramos completamente cómodos, y mientras caminó por esta tierra sembró incomodidades tanto entre Sus enemigos como entre Sus seguidores, como ejemplo y lección para todos nosotros.

Jesús no era políticamente correcto en ningún sentido del término, y este ejemplo también tiene un gran valor. Jesús también hablaba siempre de la verdad, sin importar si avergonzaba, incomodaba, era inconveniente, o difícil. Un buen ejemplo de esto ocurrió cuando Él dijo que para ser salvos había que comer Su cuerpo, en vista de lo cual muchos de Sus seguidores se alejaron; pero Él no hizo ningún esfuerzo por reformular o explicar mejor ese concepto.
¿Escuchan desde Roma? ¿Escuchan los obispos locales? ¿Comprenden los laicos de todo el mundo?
Si en el escenario hipotético que inició este artículo aceptamos que Jesús es exactamente Quién es y lo Que Él es, entonces vamos por el buen camino, con la seriedad que supone salvar nuestra alma. Los medios para hacerlo y la gracia para lograrlo se encuentran en el Verdadero catolicismo y en la Tradición apostólica, de los cuales mucho se ha perdido a partir del Concilio Vaticano II.

Busquen la Iglesia Católica que representa y adora a Jesucristo tal como Él ordenó, tal como verdaderamente es. No se adormezcan en un falso sentido de comodidad, porque así es como los quiere el mundo y no les permitirá aceptar a Cristo, ni le permitirá a Él aceptarlos a ustedes cuando llegue su hora.

Rick Christensen