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jueves, 16 de junio de 2016

Removeatur (por The Wanderer)


Con referencia a la última carta del papa Francisco "Como una madre amorosa" en forma de Motu Propio



Yo ya sé que estamos hartos de escuchar hablar de Francisco; que resulta imposible seguir el decurso de los disparates con las que nos desayuna diariamente, y que es mucho más importante dedicarnos a recordar y dialogar sobre las enseñanzas de siempre de la Iglesia. Sin embargo, es también un deber no descuidarnos y “estar vigilantes” como las vírgenes prudentes de las que nos habla el Señor. 

La semana pasada, la columna de Sandro Magister reprodujo la
reflexión de Anna M. Silvas, gran conocedora de las patrística oriental, sobre la exhortación apostólica "Amoris Laetitia". Recomiendo calurosamente la lectura de este texto en el que la autora incluye el siguiente párrafo dirigido a los obispos: 

“Obviamente, debe intentarse cualquier estrategia de presión para una clarificación oficial de la futura práctica [del documento]. Insto en particular a los obispos a hacer esto. Algunos de ustedes pueden encontrarse en situaciones muy difíciles respecto a sus iguales, casi exigiendo las virtudes de un confesor de la fe. ¿Están preparados para los latigazos, metafóricamente hablando, que pueden recibir?”

Yo creo que son muy pocos los que están preparados. Hasta ahora, todos se han quedado calladitos, temerosos de recibir una misericordiación. El único que ha hablado abiertamente es Mons. Atanasio Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), que más misericordiado de lo que está ya no puede estar. Los obispos argentinos, en cambio, se preocupan por la cantidad de pobres que hay en el país (y un pequeñín de entre ellos se preocupa por las cartas documento que recibe), y allí se acabó su munus. 

Si bien no era de extrañar esta actitud por parte de los obispos, a quiene lo que menos les importa es conservar la fe católica [¡una afirmación muy grave!], yo pensaba que se preocuparían cuando lo que estuviera bajo amenaza fuera su poder. Pero resulta que su cobardía es mayor de lo previsto: se dejan, incluso, manosear el poder, y esto ha ocurrido hace pocos días y ha pasado casi desapercibido. Christopher A. Ferrara escribió una columna alertando sobre la gravedad de la situación. Y yo me animo a agregar que se trata de una gravedad extrema. Veamos.

En una nueva “
carta apostólica”, publicada en italiano y simplemente firmada por “Francesco”, Bergoglio establece motu proprio (por propia iniciativa), “nuevas normas” para una expedita destitución de obispos, mediante decreto del Vaticano. Presentado, simultáneamente, por el Vaticano y los medios de comunicación, como una medida destinada a los obispos que escudan a los sacerdotes pedófilos o son incapaces de actuar con prontitud contra ellos, la carta es realmente de mayor amplitud y allí radica su gravedad.

La advertencia viene en los dos primeros párrafos

El párrafo 1º dispone que un obispo en ejercicio, “incluso a título provisorio”, puede “ser legítimamente destituido de su cargo si, por negligencia, realiza u omite actos que han causado grave daño a otros, sea que se trate de personas físicas, una comunidad o ambas a la vez. El daño puede ser físico, moral, espiritual o patrimonial”.

El Párrafo 2º determina que un obispo puede ser destituido bajo la vaga fórmula contenida en el Párrafo 1: “si ha carecido objetivamente, de manera seria, de la diligencia requerida en su oficio pastoral, incluso sin seria falta moral de su parte.

Quisiera yo ver qué habría dicho y hecho San Atanasio o San Juan Crisóstomo si a algún obispo de Roma se le ocurría arrogarse el poder de inmiscuirse de ese modo en sus diócesis. Pero aún en tiempos posteriores, ¿cómo habría saltado Hincmaro de Reims? Este obispo, como ya comentamos en este blog, defendió teológica y jurídicamente en el siglo XI la potestad que tenían los metropolitanos sobre sus obispos sufragáneos. Ni qué decir lo que haría algún obispo de la Iglesia ortodoxa si al patriarca ecuménico se le ocurre disponer unilateralmente su destitución.

Los obispos de antes tenían claro que eran sucesores de los apóstoles y si bien el obispo de Roma tenían un primado sobre todos ellos, esto no significaba de ninguna manera el poder sobre ellos y sobre los fieles que estaban bajo su jurisdicción. Que los obispos actuales hayan aceptado mansamente esta intromisión del poder pontificio es otro acto de cobardía y una traición a lo que siempre la Tradición de la Iglesia practicó

Porque hay que ser bastante ingenuo para limitar las intenciones de Bergoglio al promulgar este documento solamente a los encubridores de pederastas. Es mentiroso y avieso, como todo jesuita, [en honor a la verdad pienso que siempre habrá algún jesuita que se salve de esta aseveración] y siempre hay que buscar la intención oculta. 

En este caso, ¿quién determinará el “daño moral” infligido por un obispo a una comunidad? ¿Cómo se determinará ese daño? 

Por ejemplo, un obispo que es favorable a la celebración de la liturgia tradicional y eso causa malestar a un grupo de progresistas de sus diócesis, ¿es pasible de destituciónpor causar divisiones entre sus fieles? O un obispo que, siguiendo la doctrina tradicional de la Iglesia y haciendo caso omiso a las recomendaciones de Leticia, no permite que los recasados se acerquen a la comunión, ¿podrá ser considerado “dañino a la comunidad”, en tanto que “factor de división” y consecuentemente removido de su cargo por la misericordia pontificia

El papa Francisco, siempre preocupado por la misericordia, ha sido muy duro en misericordiar a obispos que, casualmente, tenían simpatías tradicionales y que no estaban relacionados con casos de encubrimiento de pederastas

Franz Peter Tebartz-van Elstm, Obispo de Limburgo, Alemania (Marzo del 2014); 
Rogelio Ricardo Livieres Plano, Obispo de Ciudad del Este, Paraguay (Septiembre del 2014);
Mario Olivieri, de la diócesis de Albenga, Italia (Marzo del 2015); Robert Finn, de Kansas City-Saint Joseph, USA (Abril del 2015), John Nienstedt, de Minneapolis (Junio del 2015)
Oscar Sarlinga, de Zárate-Campana, Argentina (Noviembre de 2015).

Sin embargo, hasta la fecha, Francisco no ha ordenado la destitución de un solo obispo liberal en lo teológico o en lo litúrgico, en todo el episcopado mundial, a pesar de que muchos de ellos están mucho más gravemente comprometidos en escándalos que los seis cuyas cabezas han rodado

Peor aún, Francisco designó en el Sínodo de la Familia al Cardenal Godfried Danneels, a pesar de la abundante evidencia, incluyendo grabaciones en cinta, de los deliberados encubrimientos del purpurado de cientos de instancias de abuso homosexual a menores por parte de Mons. Roger Vanghluwe, cuando Danneels era arzobispo de Malinas - Bruselas y Primado de Bélgica, entre 1979 y 2010.

Como afirma Ferrara, este nuevo documento papal no es más que otro paso en la consolidación de una estrategia global que apunta a gobernar la Iglesia Católica como si fuese una república bananera (o kirchnerista): protección y hasta promoción para los amigos del Supremo, sin importar lo malos que sean, pero persecución para los que estén en la “lista negra”, sin importar lo buenos que sean.


Así las cosas, y visto el poder omnímodo que se ha atribuido el Papa sobre todos los obispos del mundo, me atrevo a dirigir a Su Santidad la siguiente sugerencia:

Beatisimo Padre, quiero felicitarlo y congratularme con usted por el gesto que tuvo este fin de semana de rechazar los dieciséis millones de pesos que había donado el gobierno argentino a sus Scholas. ¡Muy bien hecho! ¡Qué se cree este mocoso ricachón que ahora es presidente de Argentina! ¡Como si a usted lo pudieran comprar con esa bagatela! ¡Nada de recibir dinero de los sucios capitalistas! Como bien dijo Su Santidad al ínclito Gustavo Vera, las pobres carmelitas de Constitución no tienen dinero ni para comprar frutas y este mequetefre quiere derrochar esa millonada.

Por eso mismo Santo Padre, quiero acercarle una sugerencia. Ya que usted se resiste a recibir dádivas del capital internacional y nacional, dado que las pobres monjas están sometidas a una dieta penitencial sin poder comer mandarinas, y dado que usted tiene poder absoluto sobre los obispos, ¿por qué no renuncia también, en nombre de ellos, al sueldo de más de $100.000 mensuales que reciben del gobierno macrista? De esa manera, la Iglesia argentina se vería libre de compromisos con el poder temporal y nuestros obispos estarían felices de vivir en la pobreza en la que viven sus sacerdotes: de la generosidad de sus fieles.


Off topic: Posiblemente a muchos lectores les interese leer este texto acerca del modo de comprender y enfrentar el gravísimo problema que enfrenta por enésima vez el Instituto del Verbo Encarnado debido a las fechorías de su fundador.w