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martes, 8 de diciembre de 2015

Carta abierta a Su Santidad el Papa Francisco (o la misericordia de enseñar al que no sabe) Parte 2ª: el voto católico





Aprovecho la ocasión, Su Santidad, para comentarle algo acerca de un tema que, en España, nos tiene preocupados a todos los que, habiendo nacido en esta nación, tenemos la gracia de haber sido bautizados y somos, por lo tanto, católicos ... aunque dejemos mucho que desear en nuestra conducta como tales.

En realidad, de verdad, se trata de la misma idea: "Enseñar al que no sabe", una obra de misericordia, que considero esencial, sobre todo en los momentos en los que vivimos. Y quería aplicarla a un caso muy concreto, cual es el del voto católico, ya que se aproximan las elecciones generales, que serán el 20 de Diciembre de este año. Y es mucho lo que nos jugamos. A estas alturas, sin embargo, hay todavía muchos católicos que no tienen claro a qué partido tienen que votar ... o si es obligatorio votar.

Hay una idea que es desconocida por la inmensa mayoría de los católicos, pues nunca se les ha hablado de ello: Y es la llamada excomunión "latae sententiae" [ipso facto] que se aplica* a aquellos católicos que ayudan o practican abortos así como también a quienes votan a partidos abortistas, aquéllos que promueven y defienden el aborto como un derecho ... una idea que viene recogida en el punto 2272 del Catecismo de la Iglesia Católica que hace referencia al número 1398 del Código de Derecho Canónico. Lógicamente no pueden ser excomulgados aquellos que desconozcan que esto es así, aunque hay un cierto punto de negligencia y un cierto carácter de ignorancia vencible. 



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* [Observación: Véase un enlace posterior en el que se matiza esta idea de colaboración al aborto y en donde se aclara que, en realidad, propiamente hablando, no puede hablarse de excomunión en los casos de votación a partidos abortistas; conclusión a la que he llegado posteriormente tras haber consultado con un experto en Derecho Canónico.
Nota: Sigue siendo cierta la idea de la complicidad en el crimen y el consiguiente problema de conciencia del votante; pero ahora sin la excomunión].
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Pero, en fin. Lo que sí es cierto es que, dado tal desconocimiento y aplicando la obra de misericordia de enseñar al que no sabe, considero que:

(1) Sería una obligación, primero de todos los sacerdotes, en sus respectivas parroquias; y luego -y sobre todo- de los Obispos y del propio Sumo Pontífice, realizar esta Pastoral del conocimiento de la propia Doctrina. En el caso que nos ocupa todos los fieles católicos deberían de conocer la pena en la que incurrirían si se hacen cómplices de promover el aborto en la sociedad votando a partidos abortistas. La excomunión "latae sententiae" consiste en una excomunión automática, sin necesidad de que medie ninguna autoridad eclesiástica externa que la pronuncie. Esta realidad, como digo, es desconocida por el común de los fieles ... y forma parte de la Evangelización enseñar también estas cosas al pueblo cristiano, para que sepan a qué atenerse a la hora de emitir su voto.

Además, dado el caso de que, prácticamente, todos los medios de comunicación social (prensa, radio, televisión, internet, etc...) son contrarios a la Iglesia católica [Europa -de hecho- ha renegado de sus raíces cristianas] tal conocimiento adquiere características de urgente ... de modo que se hace necesaria la intervención directa de todos los obispos, con el Papa a la cabeza, para enseñar estas verdades a los fieles católicos, verdades que -como digo- desconocen, pero al tratarse de una ignorancia vencible son, en cierto modo, culpables ... aunque -todo hay que decirlo- este desconocimiento se debe, fundamentalmente, al hecho de que sus Pastores no se han encargado de dar difusión a este mensaje ... y no lo han hecho, muchos de ellos, por no contar, de modo explícito, con la aquiescencia de Su Santidad.

Dada su influencia mediática en la actualidad, santo Padre, tal pronunciamiento tendría, como consecuencia, una repercusión inmediata en todos los medios de comunicación que saldrían de sus guaridas, como leones, dispuestos a atacar a la Iglesia de todos los modos imaginables ... como corresponde a la sociedad pagana en la que vivimos. Por otra parte, tal ataque ya se está llevando a efecto. Difícilmente podrían atacar más de lo que ya lo hacen, pero en fin ... Lo preocupante, lo más grave del caso, es el silencio de tantos Pastores y su cobardía en proclamar la Verdad.

Por otra parte ¿qué tiene de extraño que el mundo odie a los cristianos y, de modo especial, a los católicos? Si me persiguieron a Mí, también os perseguirán a vosotros (Jn 15, 20) decía Jesucristo. Tal es la condición natural en un cristiano. Así lo decía también el apóstol Santiago: "¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemiga de Dios? Quien desee hacerse amigo del mundo se convierte en enemigo de Dios" (Sant 4, 4). La misión de los Pastores es la de enseñar, gobernar y santificar, "entresacados de entre los hombres y constituidos en favor de los hombres para las cosas relativas a Dios" (Heb 5, 1). Lo primero de todo ... ¡enseñar!, anunciar la Verdad, sin miedo a manifestarse con identidad propia, como lo que realmente son -ministros de Dios- sin ningún tipo de complejos.

Tal vez ha llegado el momento de que sean los seglares quienes den ese testimonio audaz, sin que les importe el qué dirán, del que tan esclavos son -por desgracia- algunos de nuestros pastores. Tenemos que pedir a Dios, con insistencia, un día sí y otro también, que surjan estos pastores que la Iglesia necesita para sobrevivir. De la valentía de los cristianos -pastores y seglares- va a depender el que la verdadera Iglesia siga su camino hacia el auténtico progreso, que es el que se dará en la medida en que la gente vaya conociendo y amando a Jesucristo y a la Iglesia que Él fundó, un progreso que redundará en beneficio de toda la sociedad.

¿Difícil? Sí. Nadie dijo nunca que ser cristiano fuera fácil y sencillo y mucho menos, cómodo. ¿Imposible? Por supuesto que no; pero debemos de rezar mucho y tener mucha fe; pedírsela al Señor, con llantos, si es preciso, una y otra vez, sin cansarnos, fiándonos de sus Palabras: "¡Todo es posible para el que cree!" (Mc 10, 23). Y de las palabras del apóstol san Juan, que son palabras inspiradas por el Espíritu Santo, es decir, son palabra de Dios: "Ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe" (1 Jn 5, 4)

¡Éste -y no otro- es el "lío" que deben de armar los cristianos! No un lío sociológico, sino un lío sobrenatural, porque este mundo, en el que vivimos, está falto de fe. Y esa es la auténtica causa de los males que padece. Porque no son ni la corrupción, ni la pobreza, ni el desempleo, ..., los verdaderos males. Por supuesto que son males, y graves, sin ningún género de duda, pero son la consecuencia de un mal mayor que se encuentra en la raíz de todos ellos; un mal del que no se habla ... y que no es otro que el pecado: pecado que consiste, fundamentalmente, en la falta de fe en Jesucristo, según Él mismo nos dijo (Jn 16, 9).

Santo Padre: el silencio de los pastores, en mi opinión, no es otra cosa que cobardía y capitulación ante el mundo. Y no es ése el testimonio que Jesús espera de los suyos.

Yo le rogaría, le suplicaría que hiciese llegar, de momento, esa orden conminatoria a todas las diócesis de España, con vistas a las elecciones generales del 20 de Diciembre para que los católicos sepan a qué atenerse a la hora de votar. Que sepan que, bajo ningún concepto, pueden votar a un partido abortista. Esto debería ser motivo de predicación en todas las homilías de todos los pueblos de la nación española: no se puede engañar al pueblo cristiano, por miedo a los políticos.

El mejor modo de "misericordiar", de ejercer la misericordia, en este caso, es -y lo será siempre- el decir la verdad. Si se falta a la verdad, la misericordia es una falsa misericordia ... ¡no es misericordia! Ahora que comienza el año santo de la Misericordia sería una buena ocasión de ejercitarla ilustrando a la gente sencilla acerca de sus obligaciones en cuanto al voto católico se refiere.

Podría ocurrir que no hubiese ningún partido al que un católico, en recta conciencia, pudiese votar ... ¡podría ocurrir! Bueno, la democracia no es un valor absoluto; y mucho menos si está pervertida y la autoridad que ejerce va contra la Ley divina. No existe, en este caso, la obligación moral de votar. La abstención es posible. Y es una alternativa que se ejerce libremente. Equivale a decirle a los políticos que su misión es la de procurar el bien común de los ciudadanos, pero no imponerles obligatoriamente una ideología perversa y opuesta a los mandatos divinos.

¿Cómo puede votar un cristiano -y ni siquiera una persona con buena voluntad- a un partido que defiende el aborto y la ideología de género, por poner un ejemplo?. Es un contrasentido y es una verdadera esquizofrenia mental actuar de ese modo. Si no hay otra alternativa, sencillamente no se vota ... O, en todo caso, si se piensa que la democracia (caso de funcionar bien) es el modo de gobierno que más les convence, siempre se puede acudir a votar, ejerciendo ese derecho, pero votando en blanco.

No cabe duda de que Dios proveerá, como siempre lo ha hecho.

Que Dios lo bendiga.

Suyo en el Señor:

José Martí