BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



lunes, 19 de mayo de 2014

La vía de los hechos: La centralidad es Cristo y no el papa Francisco (7 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


-------

9. La centralidad de la vida cristiana es Jesucristo: "En ningún otro está la salvación" (Heb 4,12). Dios vino al mundo para salvarnos, haciéndose hombre en la Persona del Hijo. Ese Dios-hombre es Jesús, que fundó su Iglesia, dándoles a sus apóstoles una misión: "Id y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar TODO cuanto Yo os he mandado." (Mt 28, 18-20). 

La Biblia es un libro profético, cuyo autor es el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu de Jesús que es, al mismo tiempo, Espíritu del Padre y Espíritu del Hijo. En definitiva, el autor de la Biblia es Dios, de modo que todo lo contenido en ella es su palabra, es palabra de Dios. A la luz del Nuevo Testamento podemos leer e interpretar correctamente el Antiguo Testamento. Así decía Jesús: "No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirla sino a darle cumplimiento" (Mt 5,17). Todas las profecías del Antiguo Testamento se cumplen en JesucristoEl Dios único del Antiguo Testamento se nos ha dado a conocer en Jesucristo; y desde que eso ha ocurrido, es imposible conocer a ese Dios único, el Dios de la Biblia, si no conocemos a JesucristoQuien negase a Jesucristo como Hijo de Dios y verdadero Dios, está negando al Padre"Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo también posee al Padre" (1 Jn 2,23). Es cierto que Jesús le dice a la samaritana que "la salvación procede de los judíos" (Jn 4,22). Pero cuando ésta le responde: "Sé que el Mesías, el llamado Cristo, está al llegar. Cuando Él venga nos manifestará todo" (Jn 4,25), Jesús le dice: "Yo soy, el que habla contigo(Jn 4,26). Así se aclara esa aparente contradicción entre las palabras que dijo Jesús de que la salvación procede de los judíos; y aquellas otras según las cuales sólo en Jesucristo es posible la salvación: Jesús era judío

[Escribo esto porque esas palabras de Jesús de que "la salvación viene de los judíos" podrían ser malinterpretadas en el sentido de que en el pueblo judío, y solamente en él, está la salvación. Esto queda incompleto. Hay que especificar y ser más concreto. Es verdad que "la salvación viene de los judíos", pero esto es así porque Jesús era judío, y fue en un judío donde Dios se encarnó y habitó entre nosotros. Pero ya no hay más. De no hacer esta aclaración podría parecer que la salvación proviene también del pueblo judío actual, un pueblo que rechaza al judío Jesucristo, en quien no cree, un pueblo que sigue esperando a un Mesías judío que ya vino con la venida de Cristo Jesús, pero en el que muchos de ellos no creyeron entonces, según está escrito: "Vino a los suyos pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11) y en el que una gran mayoría de los judíos actuales sigue sin creer.  Por lo tanto, no es verdad que haya que hacerse judío para salvarse: hay que hacerse cristiano. En el cristianismo está la perfección del judaísmo. Una vez más es preciso recordar que Cristo no vino para destruir la Ley y los Profetas sino para llevarlas a su plenitud. Pues en Él se cumplió todo lo que vaticinaron los Profetas acerca del Mesías. Desde ese momento ya no es posible la indiferencia ante Jesús: "Quien no está conmigo está contra mí; y quien no recoge conmigo, desparrama" (Mt 12,30). Y en otro lugar dice: "Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado: Quien me odia a Mí, odia también a mi Padre" (Jn 15,22-23). Estas ideas conviene tenerlas muy claras, porque está en juego nuestra salvación]


Con relación a la misión de los apóstoles de que deben enseñar todo lo que Él les ha mandado, es preciso hacer hincapié en el todoNadie puede añadir ni quitar nada de lo que está escrito. Si alguien lo hiciera dice San Juan que Dios le quitará su parte en el árbol de la vida y en la ciudad santa (ver Ap 22, 18-19). San Pablo lo expresa también con mucha claridad: "Si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1,10). Ésta es la teoría, ésta es la doctrina de siempre. Pero ¿qué ocurre con la praxis? ¿Qué observamos? 

Ya hemos comentado algo en artículos anteriores acerca de lo que está ocurriendo hoy en día en el seno de la Iglesi a. Ésta atraviesa   posiblemente la mayor crisis de su Historia, aunque a veces aparezcan voces diciendo que estamos mejor que nunca. No es verdad. La misión de la Iglesia es la de custodiar el depósito que han recibido, teniendo siempre presente que "Jesucristo es el mismo, ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). La Iglesia ya está inventada: Jesucristo fue su fundador. Nadie puede inventar una nueva Iglesia, porque ésa no sería la Iglesia de Jesucristo, no sería la verdadera Iglesia. 

Por desgracia hay muchos jerarcas en la Iglesia (¡cada vez más!) que no nos anuncian el mensaje de Cristo sino teorías mundanas. Muchos de ellos han perdido la fe y aparecen  como pastores, pero no son buenos pastores, puesto que no entran por la puerta del redil, que es Jesucristo, sino que saltan por otro lado, haciendo así mucho daño a las ovejas. Esto no es nuevo. Ya lo decía Jesús: "El asalariado, el que no es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, deja las ovejas y huye -y el lobo las arrebata y las dispersa-, porque es asalariado y no le importan las ovejas" (Jn 10, 12-13)

Pero, en fin: continuemos con el hilo inicial. Como sabemos, Jesús es el Rey del Universo y el Señor de la Historia (¡ÉSTA ES LA TEORÍA Y EL DOGMA!). Así es, por lo tanto, como debería aparecer ante todos los cristianos, como el centro de la vida cristiana y como el único cuya posesión puede hacerlos felices, con una felicidad verdadera, que no es de este mundo. 

Resulta, sin embargo, que nos encontramos (¡ÉSTA ES LA PRAXIS!) con que no es Jesucristo sino el Papa el que aparece como centro en todos los medios de comunicación  desde el primer día en que fue elegido Papa hasta el momento presente. Elegido "hombre del año 2013" por su popularidad; alabado y ensalzado por todos los mass-media, incluidos los ateos y anticristianos, enemigos acérrimos de la Iglesia, a la que odian y cuya desaparición desean.  La verdad es que todo esto es como para estar muy preocupados, si es que las palabras de Jesús significan algo y no hemos perdido ya la fe: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26).


Se habla de Francisco como "el Papa de todos" . Éste es el título de un libro de un cura argentino. De entrada, el mismo título desfigura la realidad. A lo largo de la Historia de la Iglesia nunca un Papa ha sido el Papa de todos; sólo de aquellos que, por el bautismo, han pasado a formar parte del cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia, y de la cual el Papa es su cabeza visible [la cabeza invisible es Cristo]. Y puesto que "fuera de Iglesia no hay salvación", la misión principal del Papa (y en realidad la única), es la de hacer todo lo que esté en su mano para que el mensaje de Jesucristo llegue hasta todos los hombres. 

Se podría decir, como mucho, que está llamado a ser el Papa de todos, en el sentido de que a todo el mundo debe llegar la noticia de que Dios es nuestro Padre y de que se ha revelado en Jesucristo. Pero no lo es. Exagerando, podría decir que ni siquiera Jesucristo, que es el Rey del Universo, reina en el corazón de todos los hombres, aunque ese es su más ardiente deseo, pues no ha llegado a todos su mensaje; y a quienes les ha llegado, no todos le han respondido dándole cabida en su corazón. En ese sentido, tampoco Cristo es el Rey de todos (pues no todos le admiten). ¿Cómo puede ser que el Papa sea considerado como el Papa de todos? Pues ahí está. 

No se entienden, por lo tanto, las siguientes palabras del Papa al Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, durante una reunión que tuvo con él en el Vaticano el 9 de mayo de este año de 2014: "Les invito -dijo el Papa- a promover juntos una verdadera movilización ética mundial que, más allá de cualquier diferencia de credo o de opiniones políticas, difunda y aplique una ideal común de fraternidad y solidaridad, especialmente con los más pobres y excluidos"





Vamos a ver. Intentemos hacer uso de la razón y del sentido común, si es que esto es todavía posible: hablar de fraternidad entre todos los hombres supone admitir que todos los hombres son hermanos. Y si son hermanos deben tener un Padre común. Y ese Padre común es Dios, que se reveló en Jesucristo, para hacernos ver y entender que realmente estamos llamados a ser sus hijos y que podemos serlo, si nos unimos a Jesús, en el Espíritu Santo. Si entendemos así la fraternidad estamos completamente de acuerdoPero para nada salió lo específicamente cristiano. Todo lo contrario. Dice textualmente el Papa: más allá de cualquier diferencia de credo. No se casan los conceptos de fraternidad, por una parte, y más allá de cualquier diferencia de credo, por otra. ¿Por qué no? Pues porque cada credo religioso tiene una idea de Dios completamente distinta (¡y no está precisamente relacionada con la fraternidad y la solidaridad entre los hombres!). El Papa no se puede convertir en portavoz de todos los credos. Vamos, es de pura lógica aristotélica: una ética universal creada por hombres y para todos los hombres es una utopía. Y, sobre todo, no es conforme al mensaje sobrenatural de Cristo, un mensaje que se pretende ocultar a todos, como si Cristo no hubiera venido al mundo y nos hubiera hablado.



¿Por qué ese afán de agradar a todos para que escuchen lo que quieren oir? Francamente no lo entiendo. Yo no digo que esté mal llegar a acuerdos entre personas. No sólo no está mal. ¡Está muy bien y es necesario!  Pero la misión del Papa no es ésa. No tenemos más que fijarnos en cómo procedía Jesús: "Uno de la multitud que le seguía le dijo: 'Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo' ... Jesús le respondió: 'Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros?' "(Lc 12,13-14). El Señor es muy claro y explícito, como siempre. Por eso, si tengo que elegir entre lo que dice el Papa y lo que dice Jesús, y lo que dicen son cosas diferentes con respecto a temas semejantes, yo me quedo con lo que dice Jesús.

En mi modesta opinión, lo que pienso que hubiera podido hacer el Papa, actuando como Papa, es haber aprovechado la ocasión para hablar de que los grandes males que afligen hoy a la humanidad provienen de que ésta se ha alejado de Dios, un Dios que nos quiere y que desea nuestro auténtico bien. Sólo la vuelta a Dios y la conversión personal pueden hacer posible que este mundo cambie a mejor. No hay otra solución. Si éstas o parecidas palabras hubieran sido dichas por el Papa, entonces el Papa estaría hablando conforme a lo que es su misión específica, cual es la de influir en que Cristo sea conocido y amado por todo el mundo. Pero no es eso lo que hizo. Esto son hechos

No estoy juzgando a nadie, ni soy quién para hacerlo. Doy esto por sentado. Simplemente me limito a razonar desde mi condición de cristiano que intenta ser fiel al mensaje que Cristo nos entregó. Y esto nadie nos lo puede prohibir. Y menos el propio Cristo quien dijo de sí mismo que Él es la Verdad. Sabiendo, además, que la razón no está reñida con la fe, sino que son complementarias, me atrevo a opinar, razonando siempre lo que digo.

Un ejemplo: la centralidad es Cristo y no el Papa (¡dogma!) pero yo veo que el Papa aparece como centro, y no Jesucristo (¡praxis!). ¿Realmente la gente conoce más a Jesús y cree más en Él debido a sus homilías de Santa Marta y a sus comentarios a los periodistas? Yo no lo veo así. Sí constato, en cambio, el entusiasmo que tienen con el Papa Francisco los enemigos de la Iglesia. ¡Ésto son hechos! ¿Cómo no voy a preocuparme? Pero eso sí, sin perder nunca la paz interior, una paz que proviene de Jesús, cuyas palabras resuenan en mi corazón: "En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33)

(Continuará)

domingo, 18 de mayo de 2014

La vía de los hechos: Homosexualidad: De Paolis (6 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


-------

Antes de seguir con otro nuevo apartado, y relacionado con este tema de la homosexualidad, resulta que me he encontrado con esta imagen en Internet en la que el Papa está besando con reverencia las manos de un anciano.  ¿Quién es este anciano? Bajo la foto está la respuesta:


Se trata de Don Michele De Paolis, sacerdote de 93 años, que fue recibido por Francisco el 6 de mayo y concelebró misa con él en la casa de huéspedes de Santa Marta. Es fundador y actual presidente de honor de la Comunidad de Emaús en la ciudad de Apulia Foggia (Italia). Se reunieron "unos pocos minutos" y al final Francisco se inclinó ante él y besó con reverencia la mano de este cura que resulta ser, nada menos que un promotor de la homosexualidad.

Michele De Paolis es de ideología marxista y partidario de la Teología de la Liberación. En su página de Facebook (en la que aparecen muchas fotos suyas con el Papa, tomadas el 6 de mayo), se define a sí mismo, en la portada, de la siguiente manera:


que, traducido al español sería:

Me siento anticlerical, es decir, no me siento pertenecer a ninguna casta, a ninguna categoría, no me siento parte de una religión oficial. Trato de dar paz y alegría a las personas que en su mayoría se encuentran en situaciones dramáticas de existencia: infieles, no creyentes, divorciados, los que buscan abortos, los homosexuales, los desesperados, a una variedad de personas marginadas. Busco proyectar la luz del Evangelio sobre la Iglesia en temas controvertidos, como son el celibato de los sacerdotes, las mujeres sacerdotes, la pedofilia, las enfermedades [de transmisión sexual] y la eutanasia.” 

-----
No entiendo cómo este sacerdote no ha sido ya expulsado o excomulgado, ni entiendo que pueda celebrar misa, y que lo haga, además, con el mismo Papa, con los consabidos escándalos  que se sabe, de antemano, que van a tener lugar para los que tienen fe y tienen las ideas más o menos claras. Y también la "alegría" de los ateos. La posición de este sacerdote es claramente herética y está en contra de la Escritura y de las enseñanzas morales de la Iglesia de veinte siglos. Pero ahí lo tenemos. ¡Como si no pasara nada!


He aquí palabras textuales suyas, con relación a la homosexualidad: “Hoy en día, la actitud de la Iglesia afirmando que la homosexualidad es un pecado, es severa, inhumana y crea mucho sufrimiento en los homosexuales. Gracias a Dios que la doctrina del Magisterio está evolucionando.”

¡Qué ocasión más estupenda para que el Papa le hubiera advertido de que no iba por buen camino, recordándole que la homosexualidad es un grave pecado y que debía, por lo tanto, arrepentirse ...! ¡ Qué bueno hubiera sido, para este hombre y para toda la Iglesia que el Papa hubiera procedido  del mismo modo en que lo hizo Jesús con la mujer adúltera, a quien dijo, después de haberla perdonado: "Vete y no peques más" (Jn 8,11) ... Y, sin embargo, en lugar de eso, nos encontramos con que Francisco se inclina ante él y le besa la mano con reverencia. Este gesto, de por sí, ya expresa mucho. Y, si nos atenemos a  ciertas fuentes  parece ser que también le dijo:

" No es cierto que estés en pecado, porque Dios te ama y te ha puesto esa inclinación; es su regalo. Ésta es tu 'naturaleza', que debe ser aceptada y respetada. No estás enfermo. No tienes que 'curarte' de esta inclinación."

¡Pero las cosas no funcionan así!. La misericordia y la verdad no se contraponen, como ya se explicó en el artículo anterior. Si esas palabras atribuidas al Papa son ciertas considero que son de extrema gravedad. Porque pienso: ¿acaso decirle a este hombre: "No tienes que curarte de esta inclinación" o "ésta es tu naturaleza" no equivale, de alguna manera, a decirle "pon en práctica esa inclinación, que no pasa nada"? La verdad, no encuentro otra explicación; porque, además, está en perfecta concordancia con las afirmaciones que hizo el
propio de Paolis, en una entrevista con el grupo LGBT Bethel de Génova: 

"Algunas personas de la Iglesia dicen: ' Es aceptable ser gay, pero los gays no deben tener ninguna relación', o sea, no pueden amarse ¡Esto es el máximo de la hipocresía. Es como hablar con una planta y decirle: no puedes florecer, no puedes dar frutos! Eso va en contra de la naturaleza" .

Más claro, agua. Y, sin embargo, la actitud (el gesto) del Papa "parece" como una bendición de la situación de este hombre. Y no digamos nada si, además, esas palabras que se le atribuyen son ciertas. Porque eso supondría admitir la homosexualidad como algo normal y natural ... ¡Y no lo es, en absoluto! ¡No es eso lo que viene contenido ni en la Biblia ni en la enseñanza constante de la Iglesia! ... Nos encontramos, una vez más, ante un punto en el que, aunque el propio Papa negara esta interpretación que yo le doy (y creo que puede hacerlo, perfectamente), sin embargo ... la cizaña y la confusión ya están sembradas.


(Continuará)

lunes, 12 de mayo de 2014

LA VÍA DE LOS HECHOS: Más ejemplos: Misericordia y verdad (5 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


-->
-------

8. Hay ciertos pecados que no son condenados de modo explícito; el caso más conocido es el de la homosexualidad. No se dice que no sea pecado (¡no podría decirse!). Se sabe que es un pecado contra natura, pero quien diga tal cosa es inmediatamente condenado por el mundo. Políticamente hablando no es correcto, luego el tema de los gay se omite como tabú, por miedo al enfrentamiento. El mismo papa Francisco, cuando fue preguntado sobre este asunto respondió: " Si una persona es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?" (Pinchar aquí). 


Sin embargo, cuando habló a los mafiosos les dijo: "El poder y el dinero que tenéis ahora por muchos negocios sucios, por crímenes mafiosos, está lleno de sangre. ¡Convertíos! ¡Aún estáis a tiempo de convertíos y de no ir al infierno". (Ver noticia aquí). Estas palabras del Papa enfrentándose a la mafia suponen una gran valentía, diciéndoles la verdad y lamentándose de su conducta criminal, condenándolos, además, al infierno si no se arrepienten (como sabemos, el infierno es un dogma de fe). El papa cumple con su deber al juzgarlos, porque han pecado y, además, los condena al infierno, si no se arrepienten. Y les suplica: "¡Convertíos!" Esto es la doctrina católica de siempre


Lo que no acabo de entender es por qué el mismo papa no contestó con igual (o parecida) contundencia cuando le preguntaron por el caso de los homosexuales, pues la respuesta es parecida; una respuesta que está en conformidad con lo que ya San Agustín decía, en el siglo IV: que "es necesario odiar el pecado y amar al pecador".

La misericordia con el pecador es fundamental, pero tiene que venir acompañada de la verdad. De no ser así no hace bien: es injusta y falsa. Ciertamente es verdad que no podemos juzgar a nadie "en concreto", en el sentido de condenarlo, porque sólo Dios conoce todos los datos y los corazones de las personas; lo que no obsta para que sí se pueda (¡y se deba!) "juzgar" acerca de la homosexualidad como talgenéricamente hablando. Ésta, como sabemos, es un pecado contra naturaleza, no porque yo lo diga: Lo dice San Pablo y es, por lo tanto, palabra de Dios. Una palabra que es Verdad y que nos habla por nuestro bien, para que nos salvemos: "No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos,(...) heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10). Pero continúa diciendo San Pablo: "Y esto erais algunos, pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre de Jesucristo el Señor y en el Espíritu de nuestro Dios" (1 Cor 6,11).


Dos verdades, pues, que no se deben ocultar. No se puede hablar de una sola y omitir la otra. Por una parte, debemos ser conscientes acerca de la gravedad de los distintos pecados a los que estamos esclavizados. Esta gravedad no debe ser ocultada porque es el único modo de que podemos ser libres y felices ya en esta vida, según las palabras del mismo Señor Jesús: "Todo el que comete pecado es esclavo del pecado" (Jn 8,34). Por otra parte, no se puede ocultar la misericordia. No hay pecado que no pueda ser personado, desde el momento en que el que ha pecado reconoce su pecado como tal, lo lamenta en lo más íntimo de su ser y pide sinceramente perdón a Dios: "Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aunque estábamos muertos por el pecado, nos dio vida en Cristo" (Ef 2,4-5). Cuando sinceramente nos arrepentimos de nuestros pecados, somos perdonados por la misericordia de Dios manifestada en Jesucristo. Dichos pecados son perdonados y eliminados, como si nunca hubieran existido. 

Decir la verdad completa es fundamental. A la pecadora adúltera arrepentida, a la que querían apedrear los judíos, Jesús la defiende, pero no defiende su pecado. De hecho cuando todos se han ido y se han quedado solos, Él y la mujer, la mira con inmenso cariño y le dice: " 'Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te condenó?'. Ella contestó: 'Ninguno, Señor'. Jesús le dijo: 'Tampoco Yo te condeno. Vete y no peques más' " (Jn 8, 10-11). Por eso las declaraciones que hizo el Papa acerca de los gays, al no haber ido acompañadas de una condena explícita del pecado han sembrado una gran confusión entre los católicos; y mientras tanto, los enemigos de la Iglesia se frotan las manos. Una buena prueba de ello la tenemos en que la publicación The Advocate, la más influyente de la comunidad LGBT de los Estados Unidos, eligió a Francisco como «Persona del año2013», y se deshizo en alabanzas hacia él por su actitud de apertura, de comprensión y de tolerancia hacia los homosexuales. 

Esto nos tiene que dar qué pensar. La teoría de la Iglesia ya se sabe: la homosexualidad es un grave pecado (al igual que hay otros pecados graves) y merece el odio y la condena, porque extravía y hace desgraciadas a las personas. No así el homosexual concreto que debe ser escuchado con respeto y cariño, como una persona que es y amada, por lo tanto, por Nuestro Señor. No cabe duda de que si realmente una determinada persona gay busca al Señor, con sincero corazón, y tiene buena voluntad (usando la misma expresión del Santo Padre), entonces se arrepentirá de sus pecados y no los justificará, aunque tenga que sufrir, porque así se salvará. Esta idea del arrepentimiento y de la no condena de la homosexualidad como tal es lo que le faltó al Santo Padre. Lo que dijo fue una verdad a medias. Lógicamente, esto fue  inmediatamente aprovechado por aquellos que están luchando para que la realidad gay sea reconocida como normal y digna (incluso) de elogio; y el ser gay sea reconocido como un derecho. Así está ocurriendo ya en multitud de lugares de la tierra.

Por la vía de los hechos, al no condenar la homosexualidad, como tal, la gente (entre ellos, los mismos cristianos) podría llegar a pensar que la homosexualidad es algo normal y natural, lo que está en total desacuerdo con la realidad de la naturaleza humana. Otra cosa es la realidad social: la sociedad, en su conjunto, se ha apartado de Dios y no es capaz ya de distinguir el bien del mal, porque todo está bien, siempre que uno sienta que está bien. La primacía de los sentimientos sustituyendo a la realidad objetiva que es aquella que está conforme a lo que piensa acerca de ella Aquél que es su autor... ya hemos podido leer lo que está escrito en la Sagrada Escritura. 

El mundo de hoy, que se ha vuelto de espaldas a Dios, proclama "el orgullo gay". Y bien podría ocurrir que de facto se introdujera la homosexualidad en el mismo seno de la Iglesia católica (a base de considerarla como algo normal y de no condenarla).  Yo tengo la esperanza de que eso no ocurra. No quiero ni pensarlo. ¡Sería una monstruosidad, que daría al trasto con todo lo que la Iglesia siempre ha predicado durante veinte siglos! Si la Iglesia se "mundanizara" es que estaría en vías de desaparecer ... Y como "las puertas del infierno no pueden prevalecer contra ella" (Mt 16,18), tal vez lo que está ocurriendo podría ser una señal de que nos estamos acercando al final de los tiempos, uno de cuyos signos es, precisamente, la apostasía universal, (también en la Iglesia). Y esto llegará hasta el extremo de que los verdadero cristianos, aquellos que siguen a su Maestro y sienten con la Iglesia de siempre, sean perseguidos por las estructuras jerárquicas del momento actual: "Se acerca la hora en la que quien os dé muerte piense que así sirve a Dios" (Jn 16,2) . "Os digo esto para que cuando llegue la hora os acordéis de ello, de que ya os lo anuncié" (Jn 16,4) 

En fin, que Dios ilumine nuestras mentes y que fortalezca nuestros corazones; porque está escrito y no nos puede pillar de sorpresa que: "vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos; y se apartarán de la verdad volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4). Una realidad ante la que hemos de reaccionar con serenidad y alzar nuestra cabeza porque es señal de que la segunda venida de Jesús no puede estar ya muy lejos. Mientras tanto, lo que tenemos que hacer queda muy bien explicado en el consejo que daba San Pablo a Timoteo: "Tú vigila en todo, afánate en el trabajo, haz labor de evangelista, desempeña bien tu ministerio" (2 Tim 4,5)

(Continuará)

miércoles, 7 de mayo de 2014

La vía de los hechos: Algunos ejemplos de clara escisión entre teoría y praxis: divorcio; comulgar en pecado mortal; presencia real de Cristo en la Eucaristía; divinidad de Jesucristo; Cielo e Infierno; carácter sólo pastoral del CVII; los judíos no adoran al mismo Dios que nosotros (4 de 17)

NOTA: El índice de las 17 entradas sobre "La vía de los hechos" se ha introducido cuatro años después. Puede accederse a él, directamente, pinchando aquí.


-------

Me vienen a la mente algunas ideas, que paso a exponer, a modo de ejemplo (sin pretender hacer una lista exhaustiva de todo lo que está ocurriendo) comparando teoría y praxis.

1La Iglesia no admite el divorcio: ¡no puede hacerlo! Esto es doctrina divina: "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mc 10,9). Ésta es la teoría, el dogma, que es intocable... PERO OBSERVAMOS QUE hoy se están concediendo un gran número de nulidades, la mayoría de las cuales (aunque no todas) son auténticos divorcios. Y esto entre católicos. De modo que, bajo manga, tenemos el divorcio introducido (de facto) en la misma Iglesia católica¡Esto es algo inconcebible, pero es lo que está ocurriendo ... sin tocar la teoría de que el matrimonio es indisoluble!


2. La Iglesia no dice (¡no puede decirlo!) que se pueda comulgar en estado de pecado mortal... pero LO CIERTO ES que, salvo honrosas excepciones, en las predicaciones no se insiste con suficiente fuerza en la existencia y en la gravedad del pecado, así como en la necesidad de la confesión para recuperar la gracia. De modo que la gente no le da importancia al hecho de la confesión, como si tener pecados o no tenerlos no tuviese la menor importancia. Muchos no creen en eso del pecado. Si se añade que tampoco se cree en la presencia real de Jesús en la Eucaristía, ya sobran los comentarios. Pues de hecho, muchísima gente comulga en estado grave de pecado mortal, sin haberse confesado antes, añadiendo así un nuevo pecado de sacrilegio a los pecados que ya tenía antes de recibir la comunión.


3. No se niega explícitamente la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía (¡no podría hacerse!) pero LO CIERTO ES que hay muchos cristianos (y también muchos jerarcas de la Iglesia) que no creen en dicha presencia real y comulgan como si tal cosa, siendo así que "quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor" ( 1 Cor 11, 27) ... "porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, como y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 29)




4. No se niega abiertamente (¡no podría hacerse!) la divinidad de Jesucristopero EL HECHO ES que ya no se habla  (prácticamente)  de esa divinidad, no se habla de que Jesucristo murió y resucitó verdaderamenteno en el corazón de sus discípulos, sino realmente, con su cuerpo glorioso.  La resurrección del Señor es la prueba evidente de su divinidad"Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y vana es también nuestra fe" (1 Cor 15,13). "Si sólo para esta vida tenemos puesta la esperanza en Cristo, somos los más desgraciados de todos los hombres" (1 Cor 15,19). La realidad de la resurrección de Jesús nos concierne a todos"Como en Adán todos murieron, así también en Cristo todos serán vivificados" (1 Cor 15,22)


5. Las palabra cielo e infierno (sobre todo, esta última) son tabú; ya nadie las utiliza, como si se tratara de creencias ancestrales, que hoy no tienen ningún sentido: no se niegan (¡ por supuesto!), pues se trata de dogmas de fe, pero no se habla de ellas, como si no existieran o como si no tuvieran ninguna o muy poca importancia... pero la tienen ... y mucha. Tanto el cielo como el infierno existen. EL HECHO REAL es que hay mucha gente, de los que se denominan a sí mismos católicos que no cree en la existencia del infierno (si acaso, creen en el cielo). Por escribir alguna cita, pues las hay y muy numerosas: con respecto al Cielo decía San Pablo que "ni ojo vio ni oído oyó, ni llegó al corazón del hombre, lo que Dios tiene preparado para aquellos que le aman" (1 Cor 2,9); y con respecto al Infierno, el mismo Jesús decía que "más te vale perder uno de tus miembros que dejar ir todo tu cuerpo al Infierno" (Mt 5,29). Y Jesucristo es Dios. Y no se puede equivocar. Se podrían dar muchísimas más citas, aunque no es ésta la ocasión.


6. El Concilio Vaticano II nace como pastoral  y solamente pastoral (esto es, disciplinar) con la idea de no imponer nada. Así lo estableció expresamente el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura del Concilio, indicando que en absoluto se pretendía introducir ninguna verdad doctrinal que no estuviera ya establecida en los Concilios anteriores. Muy bien: Ésta es la teoría. Teóricamente, por lo tanto, no debería haber problemas doctrinales, pues los dogmas ya están establecidos y son intocables. Todo perfecto. 


Pero DE HECHO nos encontramos con determinados puntos quede alguna manerasí tocan aspectos dogmáticos, entre ellos la "nueva" idea del Ecumenismo, según la cual (¡los hechos cantan!) no se trata ya de atraer a la Verdad  a los que son herejes o apóstatas (hoy llamados "hermanos separados") sino de "ceder" para tener contentos a todos (al menos, eso es lo que parece). No procedía así San Pablo, quien decía: "Si aún tratara de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1,10), pues sólo en Cristo está la salvación: "En ningún otro hay salvación" (Heb 4,12) Se toca también el tema de la libertad de religión, como si diera lo mismo tener una religión u otra; según el Papa Francisco:  "el mahometano con el Corán, el cristiano con la Biblia", etc... Comentar esta idea daría pie para otro post; y no conviene alargarse demasiado.


7. Según San Juan (y esto es una verdad de fe) "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1 Jn 2,23), hasta el punto de que el que niega a Jesús como el Cristo es el Anticristo"¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo" (1 Jn 2,22).  Palabras claras y contundentes, que no dejan lugar a dudas o confusiones, como no podía ser de otro modo, pues son palabra de Dios. Imposible llegar a Dios si no es a través de Jesucristo y en Jesucristo: dogma fundamental del cristianismo, que debe ser creído, sí o sí, so pena de caer en herejía


Pues bien: con relación al Judaísmo, dice el papa Francisco, en Evangelii Gaudium num. 247, que "los cristianos no podemos  considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluir a los judíos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios, porque creemos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común Palabra revelada". Pero eso no es cierto: vamos, eso no es lo que dice Dios a través del apóstol Juan, como acabamos de leer en el Nuevo Testamento. Todo el mundo sabe que los judíos no reconocen a Jesucristo como Hijo de Dios


Desde el momento en que el verdadero y único Dios se ha manifestado en Jesucristo, y sobre esto no puede haber ninguna duda, a menos que hayamos perdido la fe, ¿cómo es posible negar a Jesucristo y decir que adoramos al mismo Dios? Se trata de una imposibilidad metafísica. Cuando los judíos niegan a Jesucristo están negando a ese Dios "común"  que, en realidad de verdad, ya no sería tan común: "El que niega al Hijo niega también al Padre" (1 Jn 2,23). 


El Dios que Jesús nos enseña, el Dios de los judíos antes de que viniera Jesucristo, ése que es el único Dios verdadero, se nos ha dado a conocer ya, de un modo inequívoco, en Jesucristo, en quien se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento. De modo que el Dios que los judíos adoran, desde el momento en que niegan a Jesús, ya no es el mismo Dios al que adoraban sus padres, pues ese Dios, el Mesías esperado, ya vino y se manifestó claramente en Jesucristo. Eso sí: "Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1,11), como ahora tampoco le reciben. No conocen a su propio Dios, al que dicen adorar, pues le niegan al negar a Jesús como Hijo de Dios; de donde se sigue que no se puede hablar de un Dios común


Jesús es muy claro y todas sus palabras son verdad. Él mismo es la Verdad (Jn 14,6). Los hombres podemos equivocarnos. Dios no se equivoca nunca. Jesús, fundador de la Iglesia, además de ser verdadero hombre, como lo es, es también verdadero Dios, el único Dios. No hay otro Dios más que Él. El Nuevo Testamento clarifica el Antiguo. Y ahora podemos conocer realmente a ese único Dios anunciado en el Antiguo Testamento. 


Jesús está muy por encima de la palabra de cualquier vicario suyo aquí en la Tierra: las palabras de un Papa jamás pueden contradecir las palabras de Jesús, porque son la palabra de Dios. Y lo que Dios dice, en palabras de Jesús, con relación a los judíos, es: "Si no hubiera venido ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. Quien me odia a Mí odia también a mi Padre" (Jn 15, 22-23). Odiando a Cristo están odiando, en realidad, a ese Dios al que dicen adorar.

 (Continuará)