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viernes, 21 de abril de 2017

Aclarando ideas (VI) ¿Qué ocurre con las seguridades absolutas? [Froilán Aulé]


No hay ni puede haber una fe firme y sólida sino incertidumbres


En una entrevista dada a la revista de los jesuitas "Civiltá Cattolica", concedida al P. Antonio Spadaro el 19 agosto de 2013, en Santa Marta, dice el papa Francisco:

"Sí, en este buscar y encontrar a Dios en todas las cosas queda siempre una zona de incerteza. Debe haberla. Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y no es tocada por un margen de incerteza, entonces eso no está bien.

Declaraciones que, una vez más, nos dejan perplejos. ¿Cómo se puede poner en duda la enseñanza de Cristo que nos transmite la Iglesia?

Pero, en esa entrevista hay más. "Si el cristiano es restauracionista, legalista, si quiere todo claro y seguro, entonces no encuentra nada. La tradición y la memoria del pasado deben ayudarnos a tener el valor de abrir nuevos espacios a Dios. Quien hoy busca siempre soluciones disciplinarias, quien tiende exageradamente a la "seguridad" doctrinal, quien busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, tiene una visión estática e involutiva.

En todas estas sentencias aparece la verdad que sustenta la Iglesia como una cuestión variable, susceptible de opinión y de ser mejorada por la interacción con otras "verdades". Además, dice que la misma Iglesia implica una tradición. No hay verdad absoluta, no hay certeza, sólo hay opiniones humanas sobre Dios que evolucionan con el tiempo.

En el mismo orden de cosas se ubica la respuesta que Francisco dio a unos chicos italianos en Roma, el 18 de junio de 2016, cuando ante una pregunta sobre si alguna vez había estado su fe en crisis respondió:

"Muchas veces me encuentro en crisis con la fe y a veces tuve también la desfachatez de reprocharle a Jesús: "¿Pero, por qué permitís eso?" y también dudar: "Pero, ¿ésta será la verdad o será un sueño? Y esto de joven, de seminarista, de sacerdote, de religioso, de obispo y de Papa. "Pero, ¿cómo el mundo es así si diste tu vida? ¿Pero, no será esta una ilusión, una excusa para consolarnos?". A un cristiano que no haya sentido esto alguna vez, cuya fe no haya entrado en crisis, le falta algo, es un cristiano que se contenta con un poco de mundanidad y así va adelante en la vida".

A esos jóvenes y a todos les está diciendo que es bueno dudar y que quienes no dudan son mundanos. Y lo que es aún peor, no sólo que ha dudado y su fe estuvo en crisis a lo largo de su vida sino ahora mismo. ¡¿Cómo puede cumplir con el mandato de confirmar a los hermanos en la fe?! 

No es irrespetuosidad sino una pregunta que ante tal declaración viene espontánea: ¿Cuál es su fe? ¿Es católica? ¿No está instando a la duda y diciendo que la fe debe cohabitar con la incerteza? Esto es muy grave y entra dentro de la apostasía de la fe.

Decir que el dogma no es inalterable, que evoluciona y por tanto cambia, es modernismo puro y duro y eso es lo que Francisco dice en declaraciones como la siguiente:

"El mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma" (entrevista de Joaquín Morales Solá para "La Nación", del 5 de octubre de 2014.

Grave esta afirmación porque primero pone en duda las definiciones dogmáticas sometiéndolas no a una sola interpretación clara, firme, definida y permanente sino a la categoría de interpretaciones. Si son interpretaciones esas pueden cambiar o mejorarse y luego volver a mejorarse y así hasta el infinito, es decir que el dogma deja de ser lo que es para ser cuestiones mutables de la fe y como el mundo cambia, la fe debe seguir en sus cambios al mundo.

¿Es que acaso la verdad de la fe no cuenta para la salvación de las almas? Lo cierto es que su visión no es sobrenatural sino de pertinaz inmanencia: lo prueba esa famosa entrevista dada en Brasil, en ocasión de la JMJ de Río, a O Globo News el 25 de julio de 2013.

Dijo entonces: "Si hay un niño que tiene hambre y no recibe una educación lo que debe interesarnos es que deje de tener hambre y reciba una educación. No importa si quienes le dan esta educación son los católicos, los protestantes, los ortodoxos o los judíos. No me interesa. Me interesa que lo eduquen y le quiten el hambre”.

¿Qué dirían san Felipe Neri, san José de Calasanz, san Juan Bosco? ¿Cómo puede decir que sea indiferente quién lo eduque? ¿Es que no importa educarlo en la verdad de la fe y en la moral cristiana? ¿Es acaso lo mismo la moral católica en la que se eduque a un joven que la judía o la protestante o la de un ateo?

Su indiferencia se comprende desde su total desinterés por la fe -cosa dicha extrañamente con gran claridad y no en modo ambiguo como es su costumbre- como condición necesaria a la salvación. 


O sea que, en última instancia, la salvación del alma no cuenta o todas son vías posibles de salvación. ¿A qué vino entonces el Hijo de Dios al mundo?


Continuará

miércoles, 19 de abril de 2017

Cristo fundó una sola Iglesia (Un sacerdote católico)




La Iglesia Católica


Pruebas bíblicas e históricas

Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y del poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación. 

Única y exclusivamente a esta Iglesia que Él mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su autoridad y sus poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su nombre. 

Sin embargo, dieciséis siglos después de Cristo, Martín Lutero, un sacerdote católico excomulgado, inventó la teoría de la libre interpretación de la Biblia. Este libre examen produjo unas 30.000 sectas diferentes y opuestas que, sin ningún derecho, se apropiaron del Evangelio, utilizándolo contra la legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas estas sectas dicen ser de Jesucristo. 

Hemos llegado a tal ignorancia religiosa que hoy en día muchos fundan “su iglesia” o mejor dicho, su empresa familiar, y “predican la Biblia” a su modo, haciendo “discípulos”. ¿Es conforme a la voluntad de Cristo todo eso? ¿Reconoce Cristo a estas 30.000 “iglesias” como suyas o las rechaza? ... puesto que Él no las fundó y a nadie dio autoridad para fundarlas. 

Frente a la confusión provocada por los falsos profetas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 15-23) ¿cómo saber con certeza cuál es la Iglesia que Cristo fundó? Este es un asunto que merece reflexión y buena voluntad.

Cristo fundó la Iglesia Católica

Toda persona que cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes, basados en el sentido común:

1. La Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta tierra.

2. Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos viene de Cristo, a través de sus doce Apóstoles, es decir, sus doce enviados y legítimos sucesores.

3. Ahora bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, que es la Iglesia cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos y que es esta Iglesia la que viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el emperador Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene un jefe, representante de Cristo y sucesor de San Pedro, ahora llamado Papa.

4. Únicamente la Iglesia Católica, que ha tenido 265 Papas, puede proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa actual. Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión apostólica. Si no puede mostrarnos este documento, significa que fue fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, ni verdadera; no puede ser obra de Cristo; si no es obra de Cristo, esta “iglesia” fundada por supuestos profetas, no puede ni predicar correctamente el Evangelio, ni santificar ni salvar, aunque afirme ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición, ya que Cristo afirma explícitamente que habrá supuestos “profetas que engañarán a muchos” (Mateo 24, 11).

5. A los que afirman, muy a la ligera, que la Iglesia se terminó en el siglo cuarto, contestamos: Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus Apóstoles y a sus sucesores que Él estaría con ellos hasta el fin del mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia (Mateo 28, 17-19).

Por consiguiente, pretender que la Iglesia verdadera se acabó en el siglo cuarto y que el emperador Constantino “fundó la Iglesia Católica”, es antibíblico y antihistórico; es una afirmación indigna de un hombre sensato. Además, los que inventan supuestas iglesias desobedecen a Cristo y sus legítimos representantes a quienes Él dijo: “Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha y quien a vosotros rechaza, me rechaza a Mí; ahora bien, quien me rechaza a Mí rechaza a Aquel que me envió.” (Lucas 10, 16).

6. A los que rechazan la Iglesia Católica, pero se sirven de la Biblia, que la misma Iglesia Católica nos transmitió durante dieciséis siglos, decimos: Cristo, por ser Dios, es sabio, no dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos. Fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gál. 1, 8; II Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas interpretaciones.

7. Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres y los mandó a hablar en su Nombre (II Timoteo 2, 2).

8. La Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA y debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma autoridad mediante la sucesión apostólica y la misma enseñanza, desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, ninguna de las iglesias evangélicas cumple con estas características.

La Biblia nos habla de una Iglesia

San Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, recibe del propio Cristo esta respuesta: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos.” (Mateo 16, 17-19).

Nuestro Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en el mundo entero, es una, así como el cuerpo está compuesto de muchos miembros, y sin embargo es uno. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar por supuestos profetas, que fundan “sus iglesias”.

Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por Él, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la promesa de ser asistida por Él hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; Mateo 28, 20); ella sola es “la Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad.” (I Timoteo 3, 15). Que esta Iglesia tenga hijos buenos o malos es otro asunto.

Cristo, sacerdote supremo del Nuevo Testamento, formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles, es decir, los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar conforme a la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron (Hebreos 4 y 5; II Timoteo 2, 2). 

Desde el siglo I hasta el XXI, siempre la Iglesia Católica tuvo sacerdotes, obispos y papas. Ella sola tiene esta sucesión apostólica y legitimidad

San Pablo escribe a su discípulo, el obispo Tito: “Te he dejado en Creta [isla griega] para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené” (Tito 1, 5). Los presbíteros son los sacerdotes. El mismo San Pablo dice a los fieles de la ciudad de Corinto: “Sed imitadores míos, tal cual yo lo soy de Cristo” (1 Cor. 11, 1). “Os alabo porque observáis las tradiciones conforme os las he transmitido” (I Cor. 11, 1-2). 

Una secta que nació 2000 años después no ha visto nada, no recibió nada, no tiene ninguna tradición apostólica. La palabra tradición viene del latín; significa transmisión, entrega del mensaje de Cristo, comunicado verbalmente o por escrito. En la Iglesia Católica, los fieles con sus presbíteros observaron lo que les fue transmitido, y ellos lo transmitieron a la generación siguiente; así fue desde el siglo I hasta hoy. 

La más antigua secta protestante fue fundada por el mal sacerdote, Martín Lutero, 1521 años después de Cristo. Ahora bien, los protestantes, que nacieron dieciséis siglos después de los Apóstoles, nunca los conocieron ni los escucharon. De ninguna manera pueden saber la correcta interpretación de la Biblia, que es el libro Sagrada de la Iglesia Católica

San Pablo dice: “Aun cuando nosotros mismos, aun cuando un ángel del cielo os anuncie un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito. Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema.” (Gálatas 1, 8-9). 

Toda interpretación de la Biblia que contradice la Fe católica y apostólica de 2000 años es un evangelio distinto. Todas las sectas predican un evangelio diferente del que predicaron los Apóstoles y sus legítimos sucesores. 

Hablando de los predicadores no autorizados por la legítima Iglesia, San Pablo dice: “Esos tales son falsos apóstoles, obreros engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es maravilla, ya que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es mucho, pues, que también sus ministros se disfracen de ministros de justicia; su fin será el que corresponde a sus obras”. (II Cor. 11, 13-15). 

Así como el demonio se hace pasar por ángel bueno, así sus ministros se hacen pasar por representantes de Cristo. Esto es algo tremendo. Cristo dijo: “Se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos […] y obrarán grandes señales y prodigios….” (San Mateo 24, 11, 24). Los falsos profetas harán falsos milagros.

La verdadera Iglesia es católica y apostólica

Cristo mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. La Biblia lo dice: San Pablo escribe a Timoteo, a quien consagró Obispo: “Lo que oíste de mí transmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros” (II Timoteo 2, 2).

En la Iglesia Católica, desde San Pablo los obispos transmitieron a otros obispos lo recibido y los dejaron como guardianes de este depósito de la Fe (I Timoteo 6, 20).

Las palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir cristiano es la misma cosa. “La Iglesia –dijo San Agustín– es el pueblo cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra.”. 

Desde el año 107, San Ignacio mártir, segundo Obispo de Antioquía de Siria, después de San Pedro, utilizó el término Iglesia Católica. 
  • Los rusos y griegos “ortodoxos”, por ejemplo, se separaron de la Iglesia Católica en el año 1054
  • Los protestantes empezaron con Martín Lutero en 1521. 
  • Los anglicanos fueron fundados en 1534 por el rey de Inglaterra, Enrique VIII, porque el Papa no le permitió divorciarse. 
  • Todas las demás sectas nacieron de la revolución luterana. 
  • Los Testigos de Jehová fueron fundados en Estado Unidos en 1871 por Charles Taze Russell. 
  • Los Mormones en 1830 por Joseph Smith.
  • Los de la “Luz del mundo” en 1926 por Eusebio Joaquín González. 
Los que se llaman “cristianos” son protestantes disfrazados. De todas estas sectas, ninguna tiene veintiún siglos y ninguna viene de los Apóstoles

Ahora bien, si Cristo no las fundó ¿qué garantía de veracidad y legitimidad pueden tener? Ninguna. Al contrario, la Biblia, la historia, el sentido común y la justicia las condenan como usurpadoras de misión y función.

Cristo nos advierte: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces… No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces le declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad.” (Mateo 7, 15-23). 

Seguramente muchos de buena fe siguen a las sectas, pensando estudiar la Biblia. Sin embargo, se separaron de la única Iglesia de Cristo para seguir a gente que fundó iglesias ilegítimas que no tienen la autentica interpretación de la Biblia, y que no salvan. 

La solución es regresar a la Iglesia Católica, que es la única que fundó Cristo.

Un Sacerdote Católico

Papá, por favor, escucha: llévame a un "cole" normal




”Papá, por favor, escucha:
llévame a un cole normal.
Que este colegio de ahora
me está empezando a asustar.

***
Me dicen que lo moderno,
es ser experimental,
que lo único importante
siempre es la diversidad,

***

Con libertad creativa
y autonomía moral
(y si el maestro lo dice,
tendrá que ser la verdad).

***

De los niños de mi clase
no hay dos que sean igual,
porque aquí los profes quieren
mucha originalidad:

***

A Juan le gustan las niñas
igual que a ti mi mamá,
a Curro, niñas y niños,
para mayor variedad;

***

A Pedro sólo los niños
que al fútbol saben jugar;
Vicente no se decide,
prefiere experimentar;

***

Mari tiene dos espíritus
en lucha trascendental;
Estela quiere operarse
y ser por fin como Juan;

***

Santi dice, muy contento,
que él siempre está más allá
de los roles que ha creado
la sociedad patriarcal;

***

Papá, por favor, escucha:
Llévame a un cole normal.
Yago, además de su padre,
tiene también dos mamás

***

Y Javi, cada semana,
estrena un nuevo papá;
A Yennifer la ha criado
una comuna ilegal

***

y no conoce a su padre
ni a su madre, ¡qué más da!
El padre de Alba se llama
’Insemin. Artificial’,

***

porque su madre pensaba
que así se iba a realizar;
Hay familias numerosas
como la de Maripaz,

***

porque suman cuatro “hermanos”
(ella, dos gatos y un can)
y, según dicen sus padres,
quieren a todos igual.

***

Joaquín es niño probeta
y cuando se va a acostar
le da siempre un par de besos
a su tubo de cristal,

***

porque sus padres trabajan
día y noche sin parar.
Yo los quiero mucho a todos,
como amigos de verdad,

***

pero me siento muy raro
Por tener mamá y papá.
Los otros niños se ríen
hasta que me hacen llorar

***

y dicen que somos pobres
y no podemos pagar
un divorcio en condiciones
como hacen los demás.

***

Otros piensan que es un virus
que se puede contagiar
y que los médicos llaman
“Familia tradicional”.

***

Papá, por favor, escucha:
llévame a un cole normal.
Es que, en éste, no me dejan
estar ni vivir en paz

***

Y en cuanto abro la boca
siempre termino fatal,
pues si le respondo al profe
que algo está bien o está mal,

***

o defiendo el matrimonio
(salvo el homosexual),
hablo de amor para siempre,
respeto y fidelidad,

***

o pienso que mis hermanos
valen más que un animal,
me castiga por listillo
y por ser un radical.

***

Papá, por favor, escucha:
llévame a un cole normal,
que aquí lo raro es la norma
y no existe la verdad.”


Anónimo

martes, 18 de abril de 2017

"Islam, religión de la espada". La alarma de un jesuita egipcio (Sandro Magister)


*
Dentro de diez días, el viernes 28 de abril, el papa Francisco aterrizará en un Egipto todavía agitado por las masacres del domingo de Ramos, llevadas a cabo por musulmanes en dos iglesias cristianas colmadas de fieles.
Pero el mantra de las autoridades vaticanas, comenzando por el Papa, sigue siendo que "el Islam es religión de paz". Está más que prohibido hablar de "guerra de religión" o de "terrorismo islámico".
Lo había intentado una vez "La Civiltà Cattolica", en un editorial del 2014 firmado por el padre Luciano Larivera, al sumergirse en la realidad y escribir a propósito del ala más belicosa del mundo musulmán:
"La suya es una guerra de religión y de aniquilación. Instrumentaliza el poder de la religión y no al revés".
Pero intervino inmediatamente el padre Antonio Spadaro para desautorizar esta simple verdad imprevistamente aparecida en la revista dirigida por él.
Pero en vísperas del viaje de Francisco a El Cairo, esa verdad ha reaparecido otra vez, en forma bien argumentada, esta vez en  "L'Osservatore Romano" y también por obra de un jesuita.
Su nombre es Henri Boulad. Tiene 86 años y nació en Alejandría (Egipto) en el seno de una familia siria de rito melquita que escapó de las masacres anticristianas de 1860. Vive en El Cairo y lo que sigue es parte de la entrevista que concedió al diario de la Santa Sede, fechada el 13 de abril, el Jueves Santo.
*
P. – Padre Boulad, usted ha sido rector del Colegio de los jesuitas en El Cairo, donde han estudiado muchos musulmanes y cristianos, un ejemplo concreto de convivencia. Pero hoy el mundo parece estar bajo ataque del mismo Islam.

R. – ¿Pero de qué Islam hablamos? Éste es el punto. En el Corán hay versículos de la época de la Meca y están los de la época de Medina. En los escritos en la Meca, Mahoma formula un discurso muy abierto que habla de amor, los judíos y los cristianos son nuestros amigos, no hay obligaciones en la religión y Dios está muy próximo a nosotros. Como se puede ver, la primera parte de la vida de Mahoma transmite un mensaje espiritual, de reconciliación y de apertura.
Pero cuando Mahoma deja la Meca para fundar Medina, hay un cambio. De jefe espiritual pasa a ser un jefe de Estado, militar y político. Hoy las tres cuartas partes del Corán son versículos elaborados en la época que Mahoma vivió en Medina y constituyen un llamado a la guerra, a la violencia y a la lucha contra los cristianos.
En los siglos XIX y XX los musulmanes tomaron nota de esta contradicción y se reunieron para intentar resolverla, el resultado es que han tomado una decisión ahora famosa de "[hacer] derogar" y "derogado": los versículos de Medina derogan los de La Meca. No sólo eso. Se rechaza el sufismo; por eso bibliotecas enteras fueron incendiadas en Egipto y en África del Norte.
Sería necesario entonces retomar los versículos originales, los cuales son la fuente y son justamente los versículos de La Meca, pero éstos han sido abrogados. Por eso la religión musulmana se ha convertido en una religión de la espada.

P. – Pero muchos observadores y analistas hablan de un Islam moderado.

R. – El Islam moderado es una herejía, pero debemos distinguir entre las personas y la ideología: la mayor parte de los musulmanes son muy abiertos, amables y moderados. Pero la ideología presentada en los manuales escolásticos es radical. Cada viernes los niños sienten la predicación de la mezquita, la cual es una incitación continua: el que deja la religión musulmana debe ser castigado con la muerte, no es necesario saludar a una mujer o a un infiel. Por fortuna esto no es practicado, pero los Hermanos Musulmanes y los salafitas prefieren esta doctrina, los musulmanes moderados no tienen voz y el poder está en manos de quienes pretenden interpretar la ortodoxia y la verdad.
Los que tienen hoy el poder no son los musulmanes que han tomado del Islam lo que es compatible con la modernidad y con la vida en común con otras personas, sino los musulmanes radicales, los que aplican una interpretación literal, y a veces también instrumental, del Corán y que rechazan cualquier tipo de diálogo.

P. – Pero de este modo niegan la obra de todos los grandes pensadores musulmanes como Avicenna o Al-Ghazali.

R. – Sí, éste es el punto sensible. La reforma que hubo en la historia del Islam ha sido rechazada. Por ejemplo, el califa abasí El Maamoun – nacido en Bagdad en el 786 y muerto en Tarso en el 833, seguidor de los motáziles, los racionalistas del Islam – intentó una reforma, ¿pero quién se acuerda hoy de él? Ha prevalecido el Islam cerrado y rigorista de Muhammad ibn Abd al-Wahhab. La última reforma fue la que intentó en Sudán el sheik Mahmoud Taha, quien fue ahorcado en Khartum, en la plaza de la ciudad, porque había dicho que los versículos de La Meca debían derogar los de Medina.
Es un problema interno en el Islam, que no ofrece respuestas a las preguntas de la vida moderna y se encuentra frente a la necesidad de reformarse a sí mismo. El Islam tendría necesidad de un Vaticano.

P. – ¿Cuáles son los desafíos que hoy enfrenta Egipto?

R. – Un fenómeno del que se habla poco es el ateísmo. En Egipto hay más de dos millones de ateos. Han llegado a serlo porque no soportan más la religión como incitación a la violencia o a las ejecuciones capitales. En esto no hay nada que sea divino. No quieren más el fanatismo, la liturgia como repetición mecánica de gestos y oraciones. Dejar la religión es algo totalmente nuevo en Egipto y en el mundo árabe.

Sandro Magister

domingo, 16 de abril de 2017

Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, defiende la Sagrada Comunión para los adúlteros (comentado por José Martí)

Duración: 29 segundos

EN INGLÉS

New Impulse? In an interview with the Portuguese paper, "Jornal de Noticias"  the prelate of the Opus Dei, Bishop Fernando Ocáriz, defended Holy Communion for adulterers as proposed by Amoris Laetitia. He called this - quote - "a new pastoral impulse which requires concrete answers in continuity with the doctrine of the Magisterium".

TRADUCCIÓN PERSONAL

¿Nuevo Impulso? En una entrevista con el periódico portugués "Diario de Noticias", el prelado del Opus Dei, el obispo Fernando Ocáriz, defendió la Sagrada Comunión para los adúlteros, tal y como está propuesto en Amoris Laetitia. Él llamó a esto - cita - "un nuevo impulso pastoral que requiere respuestas concretas en continuidad con la doctrina del Magisterio".



COMENTARIO

[!Me deja aturdido esta noticia. Francamente no me lo esperaba! Me recuerda esto un artículo que se publicó en este mismo blog, de Cesáreo Marítimo, titulado "Nuevos rumbos del Opus Dei", escrito hace más de dos años y verdaderamente profético, por desgracia. Esto está en consonancia con otros dos artículos más, uno Catholicvs, de título ¡Qué bajo ha caído el Opus Dei! Ahora se dedica a censurar el pensamiento y palabras de su propio Fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer y perseguir a quienes lo difundan! y otro de Eulogio López, de título ¿Está en crisis el Opus Dei? Gil Tamayo le hace el juego a la ‘obispa’ Cifuentes ]


José Martí

jueves, 13 de abril de 2017

También Jesús admitiría hoy el divorcio. Lo dice uno de su Compañía, el padre jesuita Thomas Reese


Padre Jesuita Thomas Reese

> Todos los artículos de Settimo Cielo en español

*

Las instrucciones dictadas hace dos meses por el general de la Compañía de Jesús, el padre Arturo Sosa Abascal, acerca de "lo que verdaderamente dijo Jesús" a propósito del matrimonio y divorcio no han caído en saco roto.

Al contrario, hay quien las ha aplicado plenamente, empezando por los jesuitas, para concluir que "si un matrimonio está ya muerto" también Jesús permitiría hoy el divorcio.

El jesuita que ha llegado a esta conclusión partiendo de las premisas planteadas por su prepósito general no es un desconocido. Es el padre Thomas Reese, en el pasado director del semanario de los jesuitas de Nueva York, "America", y firma de relieve del "National Catholic Reporter".

Lo ha hecho en esta nota publicada en el NCR el 6 de abril:

> "What God has joined together …"

Sin embargo, antes de exponer su argumentación sería útil releer lo que dijo el padre Sosa en la entrevista al blog Rossoporpora del 18 de febrero pasado, tan explosiva como bien meditada, publicada sólo después de que él la hubiera controlado personalmente palabra por palabra.

Para saber "lo que verdaderamente dijo Jesús" –afirmó en esa entrevista el general de los jesuitas–, hay que tener muy en cuenta que "en esa época nadie tenía una grabadora para registrar sus palabras. Lo que se sabe es que las palabras de Jesús hay que ponerlas en contexto, están expresadas con un lenguaje, en un ambiente concreto, están dirigidas a alguien determinado".

Por consiguiente –prosiguió–, para entender qué quería decir Jesús con su frase: "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre", no basta con detenerse en las palabras, sino que es necesario "poner en discernimiento", como hace el Papa Francisco, sin cerrarse en lo que se ha convertido en doctrina para la Iglesia, "porque la doctrina no sustituye al discernimiento".

*

Pues bien, el padre Reese empieza citando las palabras de Jesús sobre el matrimonio y el divorcio:

"Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre… Si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- y se casa con otra, comete adulterio" (Mt 19, 6.9).

Para "los críticos de Papa Francisco" –dice–, estas palabras son "claras y definitivas y cierran la discusión".

Sin embargo, a continuación escribe que "hay por lo menos tres razones según las cuales estas palabras de Jesús no demuestran que el Papa Francisco se equivoque al abrir la posibilidad de que algunos divorciados que se han vuelto a casar reciban la comunión".

- La primera razón es que "Jesús ha dicho un montón de cosas que nosotros no observamos al pie de la letra y sin excepciones".

Y enumera varios ejemplos, del tipo de no jurar nunca sobre el cielo ni sobre la tierra, preguntándose seguidamente:

"Entonces, ¿por qué insistimos para que se apliquen, sin hacer ninguna excepción, las palabras de Jesús acerca del divorcio y, en cambio, nos escabullimos de otras muchas de las frases que pronunció?".

- La segunda razón es que "Jesús no establece ningún castigo para el divorcio y las segundas nupcias. No dice que estas personas serán enviadas al infierno. No dice que deben ser excluidas de la comunidad cristiana. No dice tampoco que no pueden acercarse a la comunión. Ni dice que no pueden ser perdonadas".

Pero en cambio, "establece castigos para otros pecados", sobre todo para quien no da de comer al hambriento, de beber al sediento, etcétera. Signo que para él estos pecados son mucho más graves que el divorcio, aunque la Iglesia piense lo contrario. De todas formas, no está dicho que la amenaza del infierno "tenga que ser tomada al pie de la letra".

- La tercera razón es "el contexto histórico" de las palabras de Jesús. "Donde Jesús vivía y enseñaba, el divorcio valía sólo para los hombres"; tanto es así que en el Evangelio de Mateo habla sólo de repudio de la mujer por parte del marido. Y si lo prohibe es para no exponer más a la mujer al ostracismo con el que se castigaba a todas las repudiadas.

"Fue sólo a partir del siglo XIX -prosigue el padre Reese-, cuando las divorciadas empezaron a recibir alguna protección por parte de las leyes civiles. Por lo tanto, durante una gran parte de la historia humana el divorcio ha sido una injusticia devastadora para las mujeres. Y Jesús, con justicia, lo condenó, pues prácticamente todos los divorcios estaban hechos por hombres llenos de poder contra mujeres privadas de poder".

Entre paréntesis, el padre Reese observa que "Marcos, cuyo Evangelio se utilizaba en Roma, transformó en sexualmente neutral la enseñanza de Jesús", haciéndole pronunciar también una condena del repudio del marido por parte de la mujer y de las segundas nupcias de ésta. Y esto el evangelista lo hizo "porque en Roma, las esposas de las clases más altas podían divorciarse de sus maridos".

Bastaría esta observación para anular todo su razonamiento. Pero el padre Reese la deja caer y llega a esta perentoria conclusión:

"Hoy vivimos en un mundo diferente. ¿Cómo podemos estar tan seguros que Jesús respondería hoy de la misma manera respecto al divorcio? Es verdad, muchos divorcios conllevan pecado, fracaso moral y gran dolor. Es verdad, en una gran parte de los divorcios a las mujeres les toca la peor parte. El divorcio no es algo que podemos quitarnos de encima, pero una vez que ha sucedido y que un matrimonio ha muerto, ¿puede haber una posibilidad de sanación y una vida nueva? El Papa Francisco piensa que sí. Y también yo lo pienso".

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Desde luego, el padre Reese va mucho más allá de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar. En nombre de Jesús liberaliza el divorcio y hace que el propio Papa lo liberalice.

Éste [o sea, el papa Francisco], de hecho, la única vez en la que ha comentado en una homilía, en Santa Marta el pasado 24 de febrero, las palabras de Jesús sobre matrimonio y divorcio no lo hizo literalmente, sino que llegó a decir incluso que "Jesús no responde si [el repudio] es lícito o no lo es".

Si éste es el "discernimiento" que el prepósito general de los jesuitas ha dicho que hay que ejercer sobre las palabras atribuidas a Jesús por los Evangelios, hay que observar, por consiguiente, que no sólo el padre Reese se ha atenido a ellas, sino que también el jesuita que ha subido a la cátedra de Pedro lo ha hecho. Con las conclusiones que vemos.

Evidentemente, no han servido para nada las numerosas críticas (la última ha sido la del cardenal Raymond L. Burke) dirigidas a la entrevista del padre Sosa, incluido el argumentado "Promemoria" entregado al Papa y al prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, del que informó Settimo Cielo a finales de marzo.

A estas críticas el padre Sosa replicó el 9 de abril en la televisión, en TgCom24, confirmando plenamente sus tesis:

"Nadie tiene la memoria escrita o grabada de las palabras que dijo Jesús. Las comunidades cristianas escribieron los Evangelios para transmitir sus palabras, pero mucho tiempo después y mediante distintas comunidades de referencia. Además, hay que entender las palabras de Jesús en su contexto; y la Iglesia, entendida en sentido amplio, las interpreta. La doctrina surge un poco de esta interpretación que hace la Iglesia. Cuando se interpreta, es para entender mejor qué dijo Jesús directamente. Si entendemos mejor qué dijo Jesús, entonces entenderemos mejor cómo debemos comportarnos para ser como Él".

Pero si, como dice el padre Sosa, es la Iglesia "entendida en sentido amplio" la que "interpreta" las palabras de Jesús, ¿de verdad son suficientes un par de jesuitas –con un Papa hermano suyo– para darle la vuelta a lo que han dicho en dos milenios los Padres de la Iglesia, los Papas, los concilios y, antes que ellos, los Evangelios, sobre la indisolubilidad del matrimonio?

Sandro Magister