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lunes, 28 de diciembre de 2020

El año perfecto para responder a las Dubia (Carlos Esteban)

 INFOVATICANA


Francisco ha querido dedicar el año que pronto empieza, 2021, al estudio y profundización de la exhortación postsinodal Amoris Laetitia, igual que este año que acaba se dedicó a su encíclica ecológica Laudato Sì. En estos 365 días, suponemos, habrá tiempo para responder a las ‘dudas’ -Dubia- planteadas por cuatro cardenales, de los que solo sobreviven dos: el americano Raymond Burke y el alemán Walter Brandmüller.

Los otros dos, Carlo Caffarra, arzobispo emérito de Bolonia, y Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, murieron esperando ser recibidos por el Papa durante meses.

La exhortación a la que va a dedicarse todo el próximo año contenía un capítulo, el octavo, que, en opinión de estos cuatro cardenales y otros muchos teólogos, clérigos y laicos, consideraban confuso en torno al espinoso asunto de la recepción por parte de los fieles divorciados vueltos a casar. Esto llevó a los cuatro cardenales a enviar a Roma una carta en la que solicitaban al Santo Padre y a la Congregación para la Doctrina de la Fe, que respondieran a cinco dudas -Dubia, en latín- en torno al significado de determinadas declaraciones vertidas en el documento.

Al no obtener respuesta alguna, hicieron pública la carta en lo que no pocos consideraron un gesto de desafío a la autoridad pontificia, aunque seguía tratándose meramente de preguntas y petición de aclaraciones siguiendo un modelo formal usual en la historia de la Iglesia. Pero el Papa siguió ignorando a los cardenales y sus dudas y negándose a concederles audiencia.

De hecho, Su Santidad apenas ha hecho referencia a la presentación de estas dudas. La única que recordamos sucedió en junio de 2018, en una extensa entrevista concedida a la agencia internacional de noticias Reuters, asegurando que había conocido la existencia de la carta “por los periódicos” y añadió que es “una forma de hacer las cosas, digamos, no eclesiástica, pero todos cometemos errores”.

A esas declaraciones reaccionó uno de los cardenales firmantes supervivientes, Brandmüller, quien en una entrevista señaló que “los Dubia fueron publicados después -creo que dos meses después- de que el Papa ni siquiera confirmara su recepción. Es muy claro que escribimos directamente al Papa y al mismo tiempo a la Congregación para la Doctrina de la Fe. ¿Qué no ha quedado claro en todo esto?”.

Su compañero Burke tampoco permaneció callado, y en entrevista con LifeSiteNews aseguró que “el difunto cardenal Carlo Caffarra entregó personalmente la carta que contiene el dubia a la Residencia Papal, y al mismo tiempo a la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 19 de septiembre de 2016”. Burke agregó que, “durante todo el tiempo desde la presentación de la dubia, nadie ha cuestionado el hecho de que se presentaron al Santo Padre, de acuerdo con la práctica de la Iglesia y con pleno respeto por su cargo”.

El cardenal Burke insistió en que “la presentación de los dubia al Santo Padre se hizo de acuerdo con la antigua práctica de la Iglesia, es decir, se presentaron al Santo Padre sin ninguna publicación, a fin de que él pudiera responderlas por el bien de toda la Iglesia “. Explicó: “Solo cuando, después de varias semanas, no hubo reconocimiento de los dubia o respuesta a ellos, y los Cardenales nos dieron a entender que no habría respuesta a estas preguntas con respecto a los sacramentos del Santo Matrimonio y la Santa Comunión y sobre los fundamentos de la enseñanza moral de la Iglesia, los cuatro Cardenales, incluyéndome a mí, fuimos obligados, en conciencia como Cardenales, a publicar el dubia, el 14 de noviembre de 2016, para que los fieles conocieran estas serias preguntas relativas a la salvación de las almas “.

Los Dubia cubren cinco cuestiones referidas a la enseñanza del magisterio de San Juan Pablo II, contenida notablemente en los textos de referencia Familiaris Consortio y Veritatis Splendor. Las cuestiones, presentadas respetuosamente y con argumentos detallados, parecen sugerir dificultades en reconciliar Amoris Laetitia, o al menos sus implicaciones, con la doctrina católica establecida.

Carlos Esteban