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jueves, 2 de agosto de 2018

Teofantes de no sé qué nueva era cristiana, que hacéis la teología de la transacción y del acomodo. Mons. Pie



¿CONOCÉIS EN NUESTROS TIEMPOS A ALGUIEN QUE HABLE ASÍ DE LA VERDAD?

Debo decir que en cierta ocasión pude presenciar una conversación en la que cierta persona que dudaba de la integridad de la doctrina del capítulo VIII de AL era tachada de intolerante y fundamentalista. Es verdad que nuestro cristianismo lo hemos ido acomodando a las necesidades de cada uno y a falta de alguien con autoridad, seguiremos relajando nuestra manera de pensar y de actuar, hasta dejar de reconocer la Verdad. Por mucho que se empeñen algunos e intenten cambiar, adaptar y rebajar la doctrina solo nos queda ser fieles a todo aquello que se nos ha transmitido por mucho que los de la línea media nos tachen de lo que nos tachen , ¿o es que acaso creemos que el cielo se gana a cualquier precio?

Los párrafos que escribo a continuación están sacados del pensamiento del cardenal Pie. No han perdido actualidad. Es un reflejo fiel de nuestro cristianismo del siglo XXI, es una condena a todas las concesiones de nuestros obispos a la democracia liberal, a las reuniones ecuménicas todos agarrados de la mano haciendo el ridículo. ¿De verdad creen que eso los va a salvar?, ¿no están acaso traicionando la fe de nuestros padres? Babean ante el político de turno y se venden al mejor postor. Y como dejarnos atrás nuestras vidas acomodadas dedicando apenas unos minutos del día a dar gracias, como olvidarnos cuando priorizamos todos los éxitos mundanos.

La conciliación de la linea media.

La renuncia a la integridad doctrinal conduce a numerosos católicos a propiciar una línea medianera entre la rebelión y la doctrina de Cristo. Una actitud semejante lleva a decir a Mons. Pie que si comparamos el cristianismo de nuestro tiempo con el de la época de San Martín de Tours, uno podría francamente preguntarse si se nos ha enseñado el mismo evangelio, si hemos recibido el mismo bautismo, si son los mismos los compromisos que hemos asumido. “Un cristianismo que capitula cotidianamente ante Satán, que pacta con las pompas del mundo, que amalgama las tinieblas con la luz, a Belial con Jesucristo; un cristianismo que cambia según todo viento de doctrina, que revisa a cada instante y corrige las verdades de fe, las enseñanzas de la Iglesia, según los prejuicios y las opiniones móviles del tiempo; un cristianismo que duda de sí mismo, y que no tiene ni el coraje ni la dignidad de sus convicciones; un cristianismo sin espíritu de penitencia, sin mortificación y que se imagina poder subsistir en una vida cómoda y sensual; un cristianismo que relega a último lugar el sentimiento de lo religioso. 
Así muchos intentan con Cristo y con Satán, hay quienes intentan una línea de conciliación de los contrarios y cuántos católicos se glorían de pertenecer al partido de la moderación, y que cometen el error de dar cada día nuevas fuerzas al monstruo que los devora; generación sin principios, sin ardor y que está dispuesta a sufrir el mal antes que ponerle remedio.
Hablando a los sacerdotes el cardenal Pie les decía que el enemigo cambia de lenguaje y modifica el tono de su voz según la necesidad de los tiempos. Así por ejemplo a las negaciones atrevidas de los arrianos, sucedieron las concesiones hipócritas de los semi-arrianos. Así como los asertos descarados del naturalismo pelagiano cedieron el puesto a las afirmaciones aparentemente moderadas de los semipelagianos de rostro inocente.

Podríamos decir que después del CVII los modernistas ganaron la batalla y aquellos que pudiera parecer que se mantuvieron en la trinchera durante algún tiempo conservando la fe y la doctrina, en seguida claudicaron y consiguieron encontrar su justo medio, Dios mío en cuantos sacerdotes estoy pensando, en cuantos fieles que quisieron acabar la guerra antes de tiempo y cedieron y siguen cediendo. Son esos nuevos católicos moderados que han conseguido la paz a costa de ceder, como los semiarrianos y como los semipelagianos. Estos católicos no son modernistas agresivos porque no les van los enfrentamientos, ellos prefieren dialogar y ceder. Ha ocurrido con el capítulo VIII de la AL de Francisco, ocurrió con muchos documentos del CVII. 


En todos aquellos que callaron y han callado es en los que estoy pensando. Los semiarrianos cedieron en una coma y los neocatólicos del siglo XXI han tragado carros y carretas. Ellos dicen que ya han pasado los peligros para la religión y que esta época ofrece todas las ventajas. Nada más lejos de la realidad, pensar que el enemigo dejará de atacar a Cristo y a su Iglesia. No hay nada más cobarde que un soldado desertor .

Así es, pero es que los nuevos cristianos son así. No les gusta pelear, les repele el combate.

El Oriente en llamas