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miércoles, 20 de junio de 2018

RESPUESTA A JUAN SUAREZ FALCO (I) del BLOG “COMO VARA DE ALMENDRO” (Capitán Ryder)



Hace unos días Juan Suarez Falcó, en el blog “Como Vara de Almendro”, nos dedicaba unas líneas a quienes creemos que la crisis de la Iglesia no empezó hace 5 años, por muy destructivos que hayan sido éstos.
En concreto, señalaba que: 
“Este artículo no va dirigido a ellos, sino a los que, conociendo las herejías de Bergoglio y criticándolas, le tienen por Papa”.
La dedicatoria, no sobrada de cariño, nos imputaba nada menos que haber caído en “una dulce trampa del diablo”. De paso, nos imputaba lo único que no se puede ser en la Iglesia de hoy “filolefebvriano(1). La mayoría de los católicos hoy permiten ser casi cualquier cosa, pero lefebvriano, ¡eso nunca!. 
Y ¿qué es ser filolefebvriano? Ni idea aunque, por eliminación, puedo hacerme una idea al leer el artículo. Una de las cosas que -parece- te hace filolefebvriano es hacer alguna crítica a los papados anteriores, pues eran días de vino y rosas y quizá, solo quizá, se pudo cometer algún error.
Sí, creo que el debate que abre es muy interesante, al menos para los católicos que queremos que la Iglesia vuelva a ser luz del mundo.
Entro en él con la mejor de las intenciones, pues la barca de Pedro amenaza con hundirse y es preciso que todos pongamos de nuestra parte para evitarlo.
- Si he entendido bien el contenido del artículo (si no es así el autor me corregirá) las tesis del artículo serían:
  • Francisco no es Papa.
  • El Papa es Benedicto XVI
  • Todos los Papados post-conciliares fueron buenos o muy buenos.
  • La doctrina de la Iglesia se ha mantenido intacta hasta el advenimiento de Francisco. A los que comparten la tesis de don Juan les gusta mucho utilizar la expresión “Francisco ha traicionado/destruido la tradición bimilenaria de la Iglesia”
  • La doctrina de los Papas post-conciliares nunca ha supuesto ruptura con lo afirmado por la Iglesia anteriormente.
  • El mal vendría del “espíritu del Concilio”, que los papas combatieron fuertemente.
  • Puede que los Papas post-conciliares cometiesen algún error, pero sólo eso, como el nombramiento de Bergoglio o besar el Corán.
- ¿Que defendemos otras personas?
  • Que en el Concilio Vaticano II triunfaron unas ideas ajenas a la Tradición de la Iglesia.
  • Que esas ideas son corrosivas para la Fe. El principal error, del que se derivan el resto, sería el giro antropocéntrico, nada disimulado, por el que los derechos de los hombres han sido entronizados en la Iglesia.
  • Que esas ideas son ahora mayoritarias.
  • Que cuando abres una ventana, la que a ti te gusta, otro Papa puede venir más fácilmente a abrir otras, las que a él le gusten. Y, como cada vez habrá menos oposición se podrán abrir más fácilmente.
  • Eso no iguala el papado de Francisco con el de Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero no obvia los problemas generados por esos pontífices. No hablamos ya de Pablo VI, un absoluto horror.
Una obviedad antes de empezar: eso no te convierte en sedevacantista.
La respuesta tiene que ser necesariamente larga. Serán varios artículos. Estas cosas no se pueden ventilar en pocas líneas, pero es ciertamente sorprendente que alguien sostenga, sin hacer caso a las vías de agua que tiene la tesis, más o menos (2) lo siguiente:
  • Cuando Francisco es elegido Papa llevábamos 35 años (de 1978 al 2013) de gobierno maravilloso de la Iglesia aunque habían tenido que lidiar con el “Espíritu del Concilio”, y habían cometido algún pequeño error.
  • Los Papados anteriores también habían sido muy meritorios.
  • Desde el 2013 Francisco se ha dedicado a desmontar la Iglesia.
¿Cuáles serían estas vías de agua?
  • ¿Una organización sana elige Papa a alguien como Francisco?
  • Y si lo elige por alguna razón o error, ¿cuánto tardaría en ponerlo en su sitio si tuviese vigor?
  • El colegio cardenalicio, elegido íntegramente por Juan Pablo II y Benedicto XVI, ha votado por Francisco. ¿Seguro que sólo cometieron algún pequeño error?
  • El colegio cardenalicio, elegido íntegramente por Juan Pablo II y Benedicto XVI, salvo contadas excepciones, permanece callado o nos explica sin ningún rubor que el blanco y el negro es el mismo color. ¿Seguros que sólo cometieron algún pequeño error?
  • Si mañana muere Benedicto XVI, y dado que no se hará un nuevo cónclave, ¿les haría eso a quienes sostienen esta tesis sedevacantistas?
  • Cuando hablamos de doctrina de la Iglesia ¿a qué nos referimos exactamente? ¿Se incluye ahí el ecumenismo, la libertad religiosa, el reinado social de Cristo, la reforma litúrgica etc?
  • Hace unos ideas enlazábamos a los datos sobre los fieles católicos en Hispanoamérica. Del año 1995 al 2017 más de 10 países han perdido al menos 20 puntos porcentuales entre los que se declaran católicos. ¿Podemos achacar esto sólo a los 5 últimos años?
  • Un ejemplo europeo. En Bélgica, en los años 60, acudían a Misa más del 40% de los católicos. Hoy, apenas roza el 4%. Cualquiera podríamos hablar de algo similar de nuestra diócesis, pero ¿Qué parte imputamos a Francisco?
  • Es decir, la Fe ha muerto en la otrora Cristiandad y nada predice que pueda volver a brotar. Y no ha muerto estos últimos 5 años. Dice el Evangelio que “por sus frutos los conoceréis”, luego, ¿cuál es el origen de la crisis?
(1) El tema de monseñor Lefebvre daría para mucho pero es, ciertamente irónico, trágicamente irónico, que en una época en que muchos obispos, arzobispos o cardenales nieguen verdades de Fe sólo Lefebvre, sin negar ninguna, fuese excomulgado.

(2) No pretendo simplificar o trivializar las opiniones del autor. Creo que es. más o menos, lo que dice.
Capitán Ryder
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Finalmente, y como aperitivo, citamos unas palabras del teólogo jesuita Avery Dulles, creado Cardenal por Juan Pablo II en 2001 (artículo tomado de infocaótica, 1 de diciembre de 2012, de título Todos herejes 
“Es más interesante para nuestro problema observar que el Vaticano II dio marcha atrás silenciosamente sobre posiciones anteriores del magisterio Romano en numerosas cuestiones de importancia. Los ejemplos más claros son suficientemente conocidos. En los estudios  bíblicos, por ejemplo, la Constitución sobre la Divina Revelación aceptó un acceso crítico al Nuevo Testamento, apoyando así las iniciativas previas de Pío XII y liberando a la Iglesia, de una vez por todas, de las pesadillas de los decretos anteriores de la comisión bíblica. En el Decreto de Ecumenismo, el Concilio dio la cordial bienvenida al movimiento ecuménico y comprometió a la Iglesia Católica en la cuestión más amplia de la unidad Cristiana, acabando así con la hostilidad santificada en la Mortalium animos de Pío XI. En las relaciones entre la Iglesia y el Estado, la Declaración sobre la Libertad Religiosa aceptó al Estado religiosamente neutro, negando así la opinión aprobada previamente de que el Estado debería reconocer formalmente la verdad del Catolicismo. 
En la teología de las realidades terrenas, la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual adoptó una visión evolutiva de la historia y un optimismo moderado con respecto a los sistemas seculares de pensamiento, acabando así con más de un siglo de denuncias vehementes contra la civilización moderna.
Como resultado de éstas y otras revisiones de antiguas posturas oficiales, el Concilio rehabilitó a muchos teólogos que habían sufrido restricciones severas en su capacidad de enseñar y publicar. Los nombres de John Courtney Murray, Teilhard de Chardin, Henri de Lubac e Yves Congar, todos ellos tenidos como sospechosos en la década de los 50, aparecieron de repente rodeados por un halo brillante de entusiasmo.
Con su práctica concreta del revisionismo, el Concilio enseñó implícitamente que es legítimo y hasta valioso disentir. De hecho el Concilio admitió que  el magisterio ordinario del Romano Pontífice se había equivocado, y había dañado injustamente las carreras de hábiles y fieles teólogos”.

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P.D. Parece que este conocido teólogo, sin ningún empacho, proclamaba que la, tan cacareada “doctrina bimilenaria” fue convenientemente arrinconada en algunos aspectos. Aún estamos esperando que hagan la valoración sobre el camino que ellos decidieron emprender y en el que embarcaron a toda la Iglesia.