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sábado, 5 de diciembre de 2015

No es lícito votar al mal menor cuando existe la opción del bien (Jesús Graciani)

Artículo original pinchando aquí

[NOTA: Hago una referencia a este artículo en una entrada posterior, con algunos matices  IMPORTANTES a tener en cuenta, al no estar de acuerdo con algunos planteamientos que aquí se dan, porque ... ¿de veras exist la opción del bien?]

¡A qué partido votar ... o no votar a ningún partido: voto en blanco o abstención!




Quiero dirigirme al votante católico que procura votar siempre de un modo coherente con su conciencia cristiana.

Según la doctrina de la Iglesia, un católico no puede votar a un partido abortista. Cito la Evangelium Vitae de Juan Plablo II: “el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.” En el mismo documento dice que los católicos tienen una “grave y precisa obligación de oponerse” a dichas leyes. Y de un modo explícito recoge lo siguiente: “nunca es lícito participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto.” 

Una Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 2002 -dirigida entonces por el Cardenal Ratzinger-, publicada con la aprobación expresa de Juan Pablo II y que llevaba por título “sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política”, decía: “La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con su voto la realización de un programa político que contenga propuestas contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.” Dicho documento conserva toda su vigencia ya que permanecen los peligros que motivaron su elaboración: “En estos últimos tiempos han aparecido orientaciones ambiguas y posiciones discutibles. No es posible callar sobre los graves peligros hacia los que algunas tendencias culturales tratan de orientar las legislaciones y, por consiguiente, los comportamientos de las futuras generaciones”.

La misma nota doctrinal habla de que existen “principios morales que no admiten excepciones o compromiso alguno” y les llama “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”. Entre ellas incluye:

“Leyes civiles en materia de aborto y eutanasia” 
“Tutela del derecho primario a la vida desde su concepción hasta su término natural”
“Respetar y proteger los derechos del embrión humano”
“Tutela y promoción de la familia, fundada en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto”
“La familia no pueden ser jurídicamente equiparadas otras formas de convivencia”
“La libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable”, etc. 

Ciudadanos, PSOE, Podemos e IU contravienen todas y cada una de estas “exigencias irrenunciables”, y el PP incumple bastantes de ellas. Por tanto, al católico que quiera ser coherente con su fe, no le está permitido “favorecer con su voto” a dichos partidos.

Alguien podría invocar aquí la teoría moral del mal menor. Sin embargo, la elección de un mal es lícita [ Nunca puede ser lícito votar el mal, aun cuando sea un mal menor ] sólo cuando necesariamente hay que elegir entre varias opciones -todas ellas malas-, escogiendo entonces, y sólo entonces, la opción menos mala: el llamado “mal menor”. Pero si entre las opciones posibles hay una buena, es decir, una que no contradiga ninguna de las “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”, no sería lícito escoger de entre las otras –que son malas-, la menos mala. En las actuales circunstancias, no es lícito votar el mal menor porque existen opciones que defienden nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables”.

Y aquí abordamos la cuestión del voto útil. Alguien podría pensar que las opciones buenas no son viables, y por tanto votarlas es inútil. Sin embargo, todos los que pensamos y decidimos de acuerdo a nuestra conciencia cristiana sí que somos número más que suficiente para obtener representación. Si no votamos a la opción buena es porque pensamos que los demás que piensan como nosotros, no la van a votar, y nos vamos a quedar solos con nuestra papeleta colgando del ridículo. De esa manera, condenamos para siempre la única opción de que se defiendan nuestros valores, porque así nunca saldrá adelante ningún partido nuevo. Es la pescadilla que se muerde la cola. 

En algún momento habrá que romper de una vez esa barrera psicológica del miedo, y votar como pensamos, dando nuestra confianza a un nuevo partido que defienda nuestros valores. Muchos bien-pensantes dicen: “ojalá alguien creara un partido al que pudiera votar sin violar mi conciencia cristiana”. Y cuando por fin “alguien”, -por supuesto no ellos, que no mueven un dedo y se lamentan desde su rincón sin esperanza- se lanza al ruedo y forma un partido que sí tiene posibilidades reales de obtener representación… no lo votan por ese miedo a “quedarme sólo”, a “tirar mi voto”.

El momento de apostar por un nuevo partido compatible con nuestra conciencia cristiana es ahora. Las cosas, desafortunadamente, ya han llegado demasiado lejos. A día de hoy, el único partido con representación parlamentaria que históricamente podía votarse sin traicionar nuestras convicciones -el PP-, ha asumido posturas incompatibles con la conciencia de un cristiano. En la parte del programa electoral de 2015 de los Populares, que presentó el lunes pasado Alfonso Alonso y que lleva por título “Primero las personas”, se constata el viraje ideológico de este “nuevo” PP, que nos quieren vender como renovación del partido. Basta comparar el programa electoral de 2011 con el de 2015 para darse cuenta de ello.

Ahí van varios ejemplos del programa electoral: la palabra “género” aparecía 3 veces en 2011, en 2015 aparece 15 veces; el concepto de “identidad de género” no aparecía en 2011, en 2015 aparece 2 veces; el concepto de “nuevos modelos familiares” o “nuevas realidades familiares” no aparecía en 2011, en 2015 aparece 4 veces. 

- Es decir, el nuevo PP de Mariano, Soraya, Arriola, Villalobos y Maroto ha asumido ciertos dogmas de la ideología de género hablando por ejemplo en los siguientes términos:  “Nos comprometemos a seguir trabajando por la igualdad en todos los ámbitos y luchar contra cualquier tipo de discriminación por razones de orientación sexual y/o de identidad de género.”

- O, por ejemplo, cuando habla de los nuevos modelos familiares: “Seguiremos avanzando en la adaptación de nuestras políticas a los nuevos cambios sociales, con especial atención a los nuevos modelos familiares.” Donde reconocen que se suben al carro de ese “cambio social” al que quieren adaptar sus políticas. Y en otra parte vuelven a insistir: “Tenemos un proyecto para poner todas nuestras potencialidades en marcha y consolidar el cambio social.” No sólo se suben al carro, sino que lo quieren consolidar. Claridad no les falta. 

- En la misma línea, del nuevo programa del PP desaparecen expresiones como “protección del no nacido” o “protección del derecho a la vida”, que sí aparecían en 2011. Esta voluntad clara de defensa del no nacido se cambia por un genérico “estar comprometido con la vida” sin, por supuesto, aportar ninguna medida concreta de protección del concebido.

- Otro ejemplo claro es una guía oficial del Gobierno, concretamente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que preside el Ministro Alfonso Alonso, dirigida a ¡niños!, docentes y familias que se titula “Abrazar la diversidad: propuestas para una educación libre de acoso homofóbico y transfóbico”. Dicho documento es bastante claro afirmando lo siguiente: “Frente a los argumentos que sostienen que lo natural es la heterosexualidad, los hechos muestran que lo natural es la diversidad sexual”. La guía también establece que “no todas las familias están formadas por personas o parejas heterosexuales y sus hijos e hijas. Existen también las llamadas homoparentales o familias arcoíris”. También recomienda: “Evita hablar siempre desde el punto de vista masculino (androcentrismo) y tratar al resto de personas como si todas fueran heterosexuales (heterosexismo). Respeta el deseo de cada persona a ser tratada con el género con el que se identifica”. 

- Y aconseja a los profesores: “Invita a personas abiertamente gays, lesbianas, bisexuales o trans a tus clases o al claustro para acompañar un proyecto educativo”. Y a los centros educativos aconseja que fomenten “la relación entre el centro y personas expertas u organizaciones LGTB” y apunta la conveniencia de que los profesores coloquen en clase símbolos del movimiento LGTB. Y la misma guía añade: “Todas las personas hemos sido socializadas en la homofobia y la transfobia: conoce tus miedos, prejuicios y estereotipos sobre el tema, cuanto más lo hagas, más fácil será transformarte para transformar la realidad de tu centro educativo. Pide ayuda a un colega, a un profesional o contacta con algún sindicato, asociación de docentes o asociación LGBT para comenzar a formarte y a superar las dificultades que puedas encontrarte.” Y para terminar exhorta: “Tenemos que ser conscientes de que todos y todas hemos sido enculturados en el sexismo y la homofobia”.

Que quede claro, pues, de una vez por todas: votar al “nuevo” Partido Popular es abrir las puertas a la normalización, consolidación y aceptación social del aborto y de la ideología de género, con conceptos incompatibles con nuestra conciencia cristiana como es la “identidad de género”, “diversidad sexual” o los “nuevos modelos de familia”

En la práctica es consentir en la permanencia de leyes contrarias a nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables” (ley del aborto, ley del matrimonio homosexual, ley del divorcio exprés, entre otras), ya que la mayoría de los dirigentes del PP están de acuerdo con dichas leyes (véanse Soraya, Maroto, Arriola, Villalobos, Alonso, González Pons, Floriano, etc.). Y los pocos dirigentes contrarios han decidido mirar para otro lado porque “nada se puede hacer”, no está dentro de “lo posible”. Y para ellos la política es el “arte de lo posible” (otra forma de decir “me rindo”, “no hay nada que hacer”, “pensemos en otras cosas porque estás están perdidas”). Y de esa manera, “lo posible” es cada vez menos.

Volvamos al voto de un católico en las próximas elecciones generales. Siendo ésta la triste realidad del nuevo Partido Popular, la conclusión es clara y la digo con toda rotundidad, a pesar de que muchos -que deberían- no se atreven a decirlo en alto: un católico, a día de hoy, no puede votar al Partido Popular. El nuevo PP, al defender tesis claramente “contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral” se ha situado fuera de las posibilidades de voto de los católicos. 

Y si esto es así para el PP, lo es con mayor motivo para otros partidos abiertamente contrarios a nuestras “exigencias éticas fundamentales e irrenunciables” como Ciudadanos, PSOE, Podemos, IU, etc.

Y entonces, ¿a quién votar? ¿Hay alternativa? Hay varias. Como he dicho antes, el momento de apostar por un nuevo partido compatible con nuestra conciencia cristiana es ahora

Las cosas desafortunadamente ya han llegado demasiado lejos, y ni el PP, ni C’s, ni PSOE, ni Podemos, ni IU, etc, tienen intención de revertir esta situación, este proceso de “cambio social”. Yo particularmente recomiendo votar a VOX. Tiene posibilidades reales, aunque los medios lo silencien. No es un partido perfecto. Ni hace falta estar al 100% de acuerdo con todas sus propuestas para votarles

[En un artículo posterior comento que ni siquiera VOX cumple esos principios irrenunciables a los que hacía referencia Benedicto XVI, pues permite los abortorios, deja la iniciativa última de abortar a la madre -eso sí, después de aconsejarle que no debería de abortar y de las consecuencias nefastas del aborto- y admite y regula la existencia de otras uniones, además del matrimonio natural. Todo esto viene en el programa de VOX, pero con letra pequeña ... De ahí que yo haya cambiado mi idea inicial de votar a VOX. El comentario que hago, con más extensión, puede leerse pinchando aquí]

Pero si quieres que alguien en el Congreso -aunque sólo sea uno- defienda nuestras “exigencias irrenunciables”, vota a VOX. Si VOX no está, nadie lo dirá, y tu voz dejará de resonar entre las paredes de la Cámara Baja. 

¿Y si al final no lo consigue? ¿Habré tirado mi voto? Al contrario, habrás contribuido a que el cambio político que esperamos esté más cerca. Quizás no lo consigamos a la primera, ni a la segunda. Habrá que seguir sumando voluntades… pero ya, por fin, nos habremos puesto en movimiento para cambiar las cosas.

Jesús Graciani

viernes, 4 de diciembre de 2015

Necesitamos un papa "mártir" que quiera reconstruir la casa (Michael Lofton)

Una posible solución al tremendo problema que asedia a la Iglesia actual, escrito por Michael Lofton, de la revista Remnant. El original, pinchando aquí

San Clemente, papa mártir 

Se han propuesto muchas teorías acerca del modo en que la Iglesia Católica podría salir de la actual crisis en que se encuentra. Me referiré a algunas de ellas y luego propondré la mía.

Reformar el laicado

Algunos sugieren que si el laicado estuviera mejor catequizado la Iglesia podría salir de la crisis actual, ya que podría brindar mejores candidatos a la Iglesia para la formación sacerdotal. Éstos luego se convertirían en sacerdotes ortodoxos, obispos y hasta papas

Si bien una mejor catequización del laicado y mejores candidatos para el sacerdocio son muy importantes, esto solo no solucionaría la situación en que se halla la Iglesia¿Por qué? Porque la Iglesia necesita sobre todo la Ecclesia Docens (la Iglesia docente, es decir, los obispos) para que la Ecclesia Discens (la iglesia que aprende, es decir, el laicado) sea bien catequizada. Hay muchas cosas que algunos laicos podrían enseñar sobre la fe a otros laicos, pero se necesita el Magisterio para sopesar aspectos actuales de doctrina y práctica, que no se han tratado en el pasado, pero que son de vital importancia para permanecer firmes en la fe (de aquí la necesidad de un Magisterio vivo).

Además, el laicado puede producir candidatos ortodoxos dignos de ingresar en el seminario, pero si el seminario tiene gente que rechaza a los candidatos ortodoxos, y sólo acepta a los candidatos disidentes, esta teoría no funcionaría. Evidentemente, para que se produzca un cambio serio es crucial una reforma en la Jerarquía.

Reformar a los sacerdotes

Esta teoría sostiene que el saneamiento de la crisis actual sería posible mediante sacerdotes ortodoxos

Como mencionamos antes, existe el problema de la admisión de los candidatos ortodoxos al seminario; pero suponiendo que se produjera esta reforma con sacerdotes ya ordenados, aún no sería suficiente. Si un sacerdote se pusiera a “reconstruir la casa” en su parroquia, es decir, no permitiera al laicado llevar la batuta, celebrara la misa tradicional, predicara acerca de la conversión y de la necesidad de creer en Cristo y su Iglesia Católica como único medio de salvación, recibiría un llamado al día siguiente y sería silenciado o reducido al estado laical. Esto no significa que no tengamos necesidad de mejores sacerdotes; significa que no es suficiente con reformar a los sacerdotes.

Reformar a los obispos

Algunos creen que si los obispos fuesen más ortodoxos la iglesia podría salir de la crisis actual en que se encuentra

Esto es controvertido porque tan pronto como un obispo intente reformar la iglesia en su diócesis, de acuerdo con los parámetros de ortodoxia normales, sería apartado por sus hermanos obispos, quienes rápidamente se dirigirían al Santo Padre y pedirían su remoción del cargo.

Imagínense: Si un obispo les dijera a todos sus sacerdotes disidentes que se vayan a casa, retornara a la liturgia tradicional y comenzara a predicar la fe católica (que, inevitablemente, incluye un llamado al arrepentimiento del pecado y la exclusividad de la salvación sólo en la Iglesia Católica), se notificaría al Papa inmediatamente y se presionaría para removerlo de su puesto ( y hasta el momento los disidentes han obtenido todo lo que querían en este aspecto). Está visto que ésta no sería tampoco la solución del problema de la crisis actual.

Un Papa mártir

Parecería que la única esperanza real para un cambio serio (con excepción de una intervención divina) es que un Papa “reconstruya la casa”

¿Por qué un Papa? Porque el Papa tiene el poder de hablar claramente sobre la doctrina y la práctica sin la posibilidad de ser removido, puede definir dogmas infaliblemente, excomulgar a los disidentes, reducir al estado laical a los clérigos rebeldes, etc. Sin embargo sin un Papa que quiera implementar cambios de radicales con mano firme, la Iglesia permanecería atrapada en la crisis actual por los motivos ya mencionados.

¿Cómo podría un Papa reconstruir la casa en forma eficaz? 

Se podría lograr de la siguiente manera: El Papa podría encerrarse en una habitación con un fuerte dispositivo de seguridad y un catador de alimentos, redactar una lista de obispos disidentes del mundo y reducirlos a todos al estado laical inmediatamente. Luego podría reunir a un grupo selecto de clérigos bien ortodoxos, conocidos por oponerse férreamente al error, y emplearlos en encontrar nuevos candidatos para reemplazar a los obispos recientemente reducidos al estado laical.

Luego podría redactar una carta para todos los obispos que queden en el mundo para informarles que tienen una semana para reducir al estado laical a todos los sacerdotes disidentes en sus diócesis.

El Papa podría establecer un grupo selecto de clérigos, sumamente ortodoxos, para recibir cualquier queja contra herejías por parte de clérigos. Si existiera suficiente evidencia para demostrar que aún quedan obispos o sacerdotes disidentes en una diócesis, esto se llevaría ante el Papa quien, inmediatamente, reduciría al estado laical a tal obispo o sacerdote disidente.

Posteriormente el Papa podría escribir un nuevo Syllabus de errores, condenando todos los errores de la iglesia moderna. También podría establecer una ley que obligue a todos los obispos y sacerdotes a celebrar exclusivamente la Misa Tridentina bajo pena de pecado mortal y reducción al estado laical (este Papa podría considerar la reforma de la Misa determinada por el Concilio Vaticano Segundo nula y sin efecto). Se podría otorgar un cierto tiempo para que aprendieran latin los sacerdotes que no lo conocieran. Mientras tanto se les permitiría decir la Misa Tridentina en su lengua vernácula pero sólo dentro del tiempo estipulado para el aprendizaje del idioma.

El Papa podría entonces crear otra comisión compuesta enteramente por clérigos verdaderamente ortodoxos para determinar qué actos de los anteriores Papas post conciliares necesitan ser declarados nulos. Después de esto se podría dirigir a todo el mundo con un documento llamando a todo el mundo a arrepentirse de sus pecados, a creer sólo en Cristo y a convertirse a la Iglesia Católica como la única esperanza de salvación.

Es cierto que, aun con el mejor dispositivo de seguridad, dicho Papa sufriría el martirio, pero antes habría puesto en marcha cambios serios, que permitirían a la Iglesia superar la crisis actual

Es seguro que si tuviera lugar tal reforma, la Iglesia se haría más pequeña de la noche a la mañana. Pero ¿no sería mejor tener una Iglesia más pequeña compuesta, casi en su totalidad, por católicos con temor de Dios que una iglesia grande que arrastra mayormente peso muerto -que prácticamente la ha paralizado en su capacidad para llevar a cabo su misión? 

Quizás éste sólo sea un sueño imposible de un laico católico naif, pero todavía espero, contra toda esperanza, que Dios algún día nos envíe un Papa así.

Michael Lofton

Después de décadas pidiéndonos un ‘voto útil’ toca preguntarse: ¿es útil para quién? (ELENTIR)

RENUNCIAR AL VOTO EN CONCIENCIA SÓLO HA SIDO BENEFICIOSO PARA EL PROGRESISMO


Desde la medianoche de ayer, jueves, 3 de diciembre, en España estamos en campaña electoral. Otra vez nos toca escuchar los manoseados argumentos de siempre. Y uno de los más manoseados es el del “voto útil”.

Un mapa político con cada vez menos diferencias entre partidos

No me ocuparé del voto de izquierdas porque no soy de izquierdas. Como votante liberal-conservador me preocupan una serie de cuestiones que se han quedado sin representación en el Congreso y el Senado: el derecho a vivir desde la concepción, la libertad de educación, la libertad de idioma, la firmeza contra el terrorismo, el rechazo a la imposición de la ideología de género y la igualdad de los españoles ante la ley, entre otros. 


PP, PSOE, C’s, Podemos e IU tienen algunas cosas en común:

- Defienden o aceptan el aborto como “derecho”. En el caso del PP, incluso traicionando su compromiso electoral de cambiar la todavía vigente Ley del Aborto de 2010.

- Defienden o aceptan diversos recortes de la libertad de educación, especialmente en lo relativo al derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones religiosas.

- No respetan la libre elección de lengua en las escuelas, en el caso de C’s y del PP poniendo en su lugar una educación trilingüe, y en el caso de los demás asumiendo la inmersión lingüística que se practica en Cataluña.

- Han asumido como algo normal la presencia de marcas electorales de ETA en nuestras instituciones, sin que la banda terrorista se haya disuelto, ni haya entregado las armas, ni haya pedido perdón a sus víctimas, ni tan siquiera se haya molestado en ayudar a aclarar los numerosos atentados de ETA cuyos autores aún no han sido juzgados.

- Promueven o asumen la ideología de género, incluso su imposición por medio de las leyes y en las escuelas.

- Ninguno de ellos se cuestiona el Estado de las Autonomías, que ha sembrado la desigualdad entre los españoles, convirtiendo a nuestra Nación en 17 taifas.

Consenso progresista: el nuevo pensamiento único

Después de casi 40 años, un mapa político con posiciones muy diferenciadas ha dado paso a un mapa político cada vez más dominado por el consenso progresista. Este consenso sirve para excluir a todo el que se atreve a cuestionar dogmas progresistas como el aborto, la ideología de género, el matrimonio gay, el apaciguamiento de los terroristas y que los políticos decidan por ti la educación que han de recibir tus hijos

Además, se han aceptado sin rechistar planteamientos nacionalistas como la exigencia de un cada vez mayor grado de autogobierno para las regiones (aunque eso redunde en mayores perjuicios para los ciudadanos) y que las lenguas tengan derechos (en lugar de tenerlos las personas). Hemos llegado a un punto en que da la sensación de que si no asumes ese consenso progresista, no tienes cabida en nuestra democracia.

¿Cuánto tardarán en desaparecer las pocas diferencias que quedan?

A este panorama se le puede y se le debe plantear una objeción obvia: ¿qué clase de democracia es una en la que todo acaba sometido a una sola ideología? 

Además, esa asimilación se da, en muchos casos, de espaldas a los votantes. El caso del PP y de Mariano Rajoy en esta legislatura es un ejemplo claro de ello: llegaron al poder con unos compromisos electorales y los han traicionado para acabar asumiendo, sin rechistar, el discurso ideológico del PSOE y la práctica totalidad de su tinglado legislativo. Se prometió un “cambio” pero cuesta encontrar cambios reales, más allá de una mayor tolerancia al hecho religioso y de una actitud más favorable a los conciertos educativos. A esto, prácticamente, se han reducido las diferencias entre la izquierda y la derecha parlamentarias, al cabo de varias décadas apelando al “voto útil” frente a la izquierda

Pero ¿cuánto tardará en reducirse a la nada esa diferencia tan escasa? Hace diez años pocos imaginaban que el PP acabaría asumiendo las tesis más abortistas del PSOE, la ideología de género e incluso las consecuencias de los pactos entre Zapatero y ETA, pero lo ha hecho. La claudicación de la derecha parlamentaria ante las tesis progresistas ha sido profunda y no parece que vaya a detenerse.

¿Aún quieres dar voz a tus principios en las instituciones?

Así pues, ¿qué quieren decir con el “voto útil”? Renunciar a votar en conciencia nos ha llevado a tener una derecha parlamentaria sometida a las tesis progresistas, y una izquierda cada vez más radicalizada en sus discursos, en su afán por distinguirse de sus rivales políticos. 

Tras la caída del Muro de Berlín y el derrumbamiento del comunismo, las ansias de verganza de la ultraizquierda contra el Occidente cristiano, el libre mercado y la democracia liberal se han topado con una derecha tibia y pusilánime que renuncia a defenderlos, por miedo a que los nostálgicos de la URSS y sus portamaletas de la socialdemocracia la señalen como “facha”. 

El resultado es un Estado que cada vez se apropia de una mayor porción de nuestra riqueza, una educación que cada vez es menos libre, una mayor intolerancia a la religión y un cada vez más estrecho margen para discrepar del pensamiento único progresista. 

Estas décadas de “voto útil” han acabado siendo útiles sólo para la izquierda y para esa derecha dispuesta a someterse a los dictados progresistas. Para los demás españoles esa utilidad se limita a defender, con una creciente incertidumbre, unos espacios de libertad que cada vez son más pequeños. 

Ya va siendo hora de que esa derecha social pase a la ofensiva en el ámbito electoral, rompiendo con los políticos que prefieren apaciguar a la izquierda doblegándose ante sus dictados. Tú decides: emitir un voto útil para la izquierda, o un voto en conciencia que dé voz a tus principios en las instituciones.

ELENTIR

NOTA: Como señalo en una entrada posterior, el voto en conciencia (entendiendo por tal la recta conciencia) ha quedado reducido tan solo a Partido FAmilia y Vida, que presenta su candidatura únicamente en Baleares. En un principio, VOX parecía una alternativa posible. Un análisis en profundidad me ha llevado a la conclusión de que no es así. Y lo lamento realmente, pues quedan entonces sólo dos posibilidades: voto en blanco o abstención ... pues aunque existe también un partido de izquierdas que apuesta por la vida y la familia, llamado SAIn, su programa está incompleto y no tengo datos suficientes como para tomar la decisión de votarles.
No tengo suficientes conocimientos de estadística pero me informan de que según el sistema D'Hont no es conveniente el voto en blanco para los partidos que son poco votados ... Y tal vez hubiese por ahí alguno que desconozco con ideas buenas para la nación española. Y ese es el motivo por el que he optado finalmente por la abstención en estas elecciones del 20 de Diciembre, según explico con más detalle en una entrada posterior.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Un corto se burla de la ideología de género en la escuela: da risa, pero es tan verosímil que asusta


Los temas objeto de chanza en este corto no son imaginarios: son sólo una caricaturización de disposiciones legales ya existentes en numerosos países. Referencia: Religión en libertad. Interviene el cómico australiano Neel Kolhatkar, azote de la corrección política

Duración 7: 20 minutos



En versión subtitulada:

EL VOTO EN CONCIENCIA Y EL ÓBOLO DE LA VIUDA (Francisco Segarra)

El artículo original puede leerse pinchando aquí


El tema es cansino y un servidor de ustedes está ya hasta los mismísimos. El mal menor es un mal con un calificativo que lo relativiza. Punto. Nunca es un bien. Y ya pueden venir los pusilánimes y los fariseos con milongas: un católico debe aspirar al bien mayor. Y también punto. Y seguido.
Grábense este párrafo del Santo Padre en el alma: “El respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables”. BENEDICTO XVI. Exhortación apostólica postsinodal “Sacramentum Charitatis”. 2007, § 83.
Yo no sé qué parte de “no son negociables” no comprenden los católicos españoles. Tampoco sé qué entienden por “votar en conciencia” y, aún menos, qué entienden por una “conciencia bien formada”. Lean el Catecismo, que es lo mínimo exigible a un católico, porque luego llega cualquier político charlatán, cualquier intelectualillo de medio pelo o un testigo de Jehová de tres al cuarto y los pone en aprietos, a los católicos oficiales, digo.

[NOTA: Sobre el voto en conciencia se puede ver una entrada mía posterior]
Los católicos españoles no conocen la historia del Cristianismo
Los católicos españoles no conocen la historia del Cristianismo. Aquel puñado de incultos pescadores de Galilea tenía menos futuro en el Imperio Romano que el más pequeño de los partidos españoles de hoy. Y, por si faltase algo, en cuanto empezaron a hacerse notar, los mataban sin demasiadas contemplaciones. Supongo que el “voto útil” y el “mal menor” hubieran sido postrarse un poquito ante la estatua del César y ya; después, en casita, a rezar el Padrenuestro.
Los católicos españoles, tan aburguesados, no quieren luchar. La vida terrena de Cristo, esa que hay que imitar, concluye en el Calvario, o sea, en el fracaso total. La Resurrección, queridos, no es de este mundo. Aquí se viene a luchar. “No pretenderás defender La Comarca sin lucha, sentado en un rincón gimoteando”, le dice Gandalf a Frodo.
Sólo los santos hacen las verdaderas revoluciones. Y se cuentan por decenas los fundadores que empezaron con cuatro seguidores y medio, y todas las penalidades posibles. Luego, una vez la fundación crece, llegan los que medran y “la organización” mata al espíritu y cuenta más conservar edificios que salvar almas. Quien dice edificios, dice cargos, poltronas, prebendas y comisiones en dinero negro, claro. Pero el Rosario en latín, faltaría más, oiga, que somos muy piadosos y tal y cual. Váyanse a la mierda, con perdón. Y sin él, también. 
[Ciertamente esto es una opinión muy personal del autor de este artículo porque hoy en día no sólo no se reza el Rosario en latín sino que ni siquiera se reza el Rosario; y hay que poner todos los medios, también los sobrenaturales: una forma de lucha que -a la larga, si no es hipócrita- es mucho más efectiva. Lo sobrenatural supone lo natural. Quedarse sólo en lo natural no sería bueno, como no lo sería tampoco quedarse sólo en lo sobrenatural.  Pero, en fin: salvo esta salvedad,  todo lo demás que dice el redactor de este artículo es muy verdad]
Es la falacia de los comienzos ínfimos, como si todo lo grande, lo verdaderamente grande y bello, no empezara con algo nimio, humilde, sencillo y pobre hasta la invisibilidad.
Dios alabó la generosidad de la viuda
Y así, Dios, el Cristo, alabó la generosidad de la viuda: aquellas monedas miserables que eran todo su capital y que poco –o nada—podían aportar a la economía del Templo.
La viuda votó en conciencia.
Y así, Dios, el Cristo, que ve en lo secreto de nuestras conciencias, alabará la limpieza y la generosidad de nuestro voto. Y miren: tengan la absoluta seguridad de que no lo medirá por el número de escaños.
Y añado que una sociedad, un Sistema, que permite el asesinato de más de cien mil niños no nacidos cada año, es una sociedad tan enferma que solo merece esa eutanasia que quiere, también, legalizar. Para vomitar, oigan. Para vomitar, como hacían por placer los viejos romanos.
Francisco Segarra

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Discurso de clausura del Sínodo - 9 (Análisis crítico)


Sinodo sobre la Familia Octubre 2015

- En el curso de este Sínodo, las distintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo [¿?], ofreciendo una imagen viva [¿?] de una Iglesia que no utiliza «módulos impresos», sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para refrescar los corazones resecos.

El problema es que, con toda probabilidad, porque no lo aclara, los que el Papa llama "corazones resecos" son, precisamente, aquellos que quieren mantenerse fieles a las enseñanzas de Jesús sobre el matrimonio ... ¡Y Jesús no era precisamente un corazón reseco, sino muy fresco y muy vivo!

De manera que esta Iglesia que, según el santo Padre no utiliza "módulos impresos", esta Iglesia "viva", según él, desde el mismo momento en el que dejara de decir lo que dijo Jesús, dejaría de ser la verdadera Iglesia y sería ... otra cosa: llamémosle "nueva" Iglesia, "Iglesia moderna", "Iglesia aggiornada", etc...Todo lo que queramos, pero -desde luego- ésa no sería ya la auténtica Iglesia, aquella que Jesucristo fundó, pues no sería su Mensaje el que estaría transmitiendo - un Mensaje dado de una vez por todas y para siempre- sino que se trataría de un "mensaje" cambiante según los tiempos y los lugares. Como dirá más adelante el mismo santo Padre en este discurso postsinodal: Lo que en un lugar es bueno en otro lugar puede ser malo.

En esta "Iglesia moderna" todo se relativiza, no hay verdades absolutas. Para cada uno es bueno lo que él juzgue que es bueno: "Los cristianos con la Biblia, los musulmanes con el Corán" ... ¿Qué más da? Dios es bueno y misericordioso y el que tengamos una religión u otra es algo irrelevante, puesto que no podemos atribuirnos la exclusiva de la Verdad, etc... Todo esto tiene muy buena prensa pero adolece de un defecto. Y es que es falso.

El Papa tiene la obligación de cuidar de sus ovejas, las que le han sido encomendadas y de transmitir fielmente la fe recibida ... una misión que es para fortalecer en la fe a los cristianos. Lo que vemos no es eso sino viajes y más viajes, visitas y más visitas a rabinos, imanes, masones, etc... ¡todos hermanos! Eso sí: aquellos que intentan vivir conforme a la Tradición recibida de los Apóstoles son relegados al último lugar e incluso perseguidos: recordemos el caso de los Franciscanos y de las Franciscanas de la Inmaculada, sin ir más lejos (aunque no es el único caso).

Como dato nuevo aporto el último mensaje suyo que he visto en twiter y que dice así: "Los cristianos y musulmanes somos hermanos" (30 Nov 2015).

Yo me he tomado la libertad de hacer un comentario en facebook a dicho twiter, el cual reproduzco aquí en este blog:

"Caín y Abel también eran hermanos ... Desde luego, hermanos en la fe no somos. Nos parecemos en que somos personas humanas creadas por Dios, pero eso no nos hace hijos de Dios y no nos hace tampoco hermanos. En cambio, en Jesucristo, verdadero Hijo de Dios, hecho realmente uno de nosotros, en Él y unidos a Él, sí que podemos llamarnos realmente hermanos ... y lo somos: hijos en el Hijo ... ¡pero esto se refiere a los que por la gracia de Dios han recibido el don de la fe, o sea, a los católicos ... no a los musulmanes y ni siquiera al conjunto de la raza humana! Separados de Jesucristo, como están, es imposible decir que los musulmanes son hermanos de los católicos. Tal afirmación ofende al sentido común más elemental y no es conforme a la verdad, aunque sea el santo Padre quien la haya dicho".

Como digo, es preciso rezar cada vez con más fervor y con mayor fe y confianza en Dios. Y de una manera especial en estos días, cuando nos encontramos en las proximidades de la maravillosa fiesta de la Inmaculada. Un buen remedio para esta crisis que sufre la Iglesia sería el ofrecimiento de una novena a la Inmaculada Concepción, con el rezo del santo Rosario y la participación en la Santa Misa, porque si hay algo claro es que es nuestra Madre del Cielo, la Virgen María, la única que nos puede sacar de este atolladero ... y la que, sin duda, lo hará ... si se lo pedimos insistentemente.

(Continuará)

El cardenal Sarah recuerda que no se puede dar la comunión a los no católicos aunque estén casados con un católico

Tomado de Infocatólica
Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos

Diane Montanga ha preguntado al cardenal Sarah tras la polémica por las palabras del Papa Francisco en su visita a una comunidad eclesial luterana en Roma


¿Podría un sacerdote dar la Sagrada Comunión a ambos cónyuges si sabe que uno de ellos es católico y el otro no?

No, sólo podemos dar la Comunión a los católicos. Muchos sacerdotes me han comentado: «Yo doy la Comunión a todo el mundo». Esto es una barbaridad.

A veces, un anglicano que vive desde hace mucho tiempo muy lejos de su iglesia y que desea recibir la Comunión, puede participar en la Misa y recibir la Comunión en la Iglesia Católica, siempre que no esté en pecado, y esté casado válidamente. Porque ellos sí creen en la Eucaristía, aunque en la iglesia anglicana no haya realmente Eucaristía porque no existe sacerdocio. Pero es raro y sólo sucedería en circunstancias muy excepcionales. Esto es algo extraordinario, no ordinario.

Pero un católico no puede recibir la Comunión en la iglesia anglicana, porque, en realidad, no hay Comunión; es sólo pan. El pan no está consagrado, porque el sacerdote no es un sacerdote. Debido a la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia Católica, las ordenaciones sacerdotales de la Iglesia Anglicana quedaron anuladas y vacías. Por eso, la consagración no es válida, y por lo tanto, no hay Eucaristía.

¿Y una mujer que es luterana o anglicana y está casada con un hombre católico, si van a Misa el domingo, sería posible que recibiera la Comunión?

El día de su boda, el sacerdote dio la Comunión al marido católico y no a la esposa luterana o anglicana. Lo mismo sucede si van a Misa juntos, porque no hay intercomunión: entre los anglicanos y los católicos, entre los católicos y los protestantes. Si van a Misa juntos, el cónyuge católico puede ir a comulgar pero el luterano o anglicano no puede.

Si no estamos unificados en la fe y la doctrina, ¿cree usted que abrir las puertas a la intercomunión perjudicaría la fe en la presencia real?

Yo creo que fomentaría la profanación. No podemos hacer eso. No se trata de hablar con el Señor para saber si debo ir a comulgar. No. Tengo que saber si estoy de acuerdo con las normas de la Iglesia. Es mi conciencia la que dice: «Comulga». Mi conciencia debe estar iluminada por la ley de la Iglesia, que dice que para comulgar, necesito estar en estado de gracia, sin pecado, y compartir la fe de la Iglesia Católica. … No es mi deseo personal o mi diálogo personal con Jesús lo que determina si puedo recibir la Comunión en la Iglesia Católica. Cómo puedo saber que el Señor ha dicho realmente: «Ven y recibe mi Cuerpo». No. Una persona no puede decidir si está en condiciones de recibir la Comunión. Tiene que seguir la norma de la Iglesia: es decir, ser católico, estar en estado de gracia, válidamente casado (si es que está casado).

Pero algunos dicen que abrir las puertas a la intercomunión sería una forma de que los esposos se unieran más.


Pero el Señor nos ayuda a ser uno si Le recibimos correctamente. Si no es así, no crea unión. Comeremos nuestra propia condenación. San Pablo lo dice: «Que el hombre se examine a sí mismo … porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propia condenación» (1 Corintios 11:27-29). Por lo tanto, no conseguimos que sean uno compartiendo el pecado, sin respetar Cuerpo de Cristo.

martes, 1 de diciembre de 2015

Discurso de clausura del Sínodo -8 (Análisis crítico)


Y continúa diciendo el Papa acerca del Sínodo de la Familia:

- Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora ...

Bueno, como sabemos, la palabra hermenéutica significa interpretación. Una verdadera interpretacion de la Biblia debe de estar siempre a favor de la Verdad y a favor de la Misericordia de Dios (ambas). Y así ocurre, como debe de ser, el adjetivo "conspiradora" que se le añade al sustantivo "hermenéutica" no tiene ningún sentido [el que busca la Verdad no conspira contra nadie] ... a menos que de lo que se trate sea de cambiar la ley de Dios y sustituirla por leyes meramente humanas.

Claro que, de ser así, entonces la conspiración vendría del lado de los que quieren cambiar esa Ley ... y no del lado de los que quieren mantenerse fieles a la Ley, porque es preciso repetir, una y otra vez, que la Ley de Cristo, que es de la que estamos hablando, es una Ley de Amor ... ¡es muy diferente y se encuentra en las antípodas de la que practicaban la mayoría de los fariseos del Antiguo Testamento, los cuales fueron recriminados por Jesucristo por atenerse estricta y rigurosamente a la ley de Moisés y transformar la Religión en una serie de preceptos impracticables, que ellos mismos no cumplían, sin caer en la cuenta que "el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado" (Mc 2, 27).

No se pueden comparar estas Leyes. Los cristianos nos regimos por la Ley de Cristo, que fue quien llevó la ley de Moisés a su plenitud. Ahora no nos referimos a la ley de Moisés ... una ley, por otra parte, cuya correcta interpretación es la que le dió Jesús, quien dijo: "No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirla sino a darle cumplimiento" (Mt 5, 17).

Se dice en el Evangelio de san Lucas que "un doctor de la Ley le dijo a Jesús para tentarle: 'Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?' (Lc 10, 25). A esta pregunta Jesús le contestó con otra pregunta: "¿Qué ésta escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?" (Lc 10, 26). Y la respuesta del doctor de la Ley fue la correcta: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y a tu prójimo como a tí mismo" (Lc 10, 27). No pudo haber respondido mejor, pues Jesús le dijo: "Has respondido bien: haz eso y vivirás" (Lc 10, 28).

En el Antiguo Testamento ya estaba incoado aquello que, en Jesucristo, fue llevado a su plenitud. Ésta fue la ocasión en la que Jesús, a la pregunta que, para justificarse, le hizo después el doctor de la Ley acerca de quién era su prójimo, le contestó con la hermosa, magnífica e inigualable parábola del buen samaritano, que todos conocemos (Lc 10, 30-37).

De manera que los auténticos "fariseos" de hoy en día (en el sentido peyorativo de esta palabra) son los que se escudan en que ellos se dedican a ejercer la misericordia con los demás ... con la salvedad de que lo hacen saltándose la Ley de Cristo. Falsa misericordia es ésta que no respeta la Ley de Dios. Nadie es más misericordioso que Jesucristo.

No hay tal "hermenéutica conspiradora" que haya que superar ni hay que abrir nuevos horizontes. Los horizontes ya están dados y en cuanto a la hermenéutica no hay nada nuevo que interpretar: la palabra de Dios acerca de la indisolubilidad del matrimonio no admite interpretaciones ni horizontes: "Serán dos en una sola carne" (Mt 19, 5). "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt 19,7). "Cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, adultera" (Mc 10, 11-12).

¿Qué interpretación pueden admitir estas palabras cuando han sido pronunciadas por Jesucristo y que poseen una claridad meridiana? Imposible tergiversarlas, so pena de actuar en contra de la Ley de Dios. Y no olvidemos que estamos hablando de una Ley de Amor. Las Leyes de Dios han sido así establecidas para nuestra verdadera felicidad y no para fastidiarnos.

Un cristiano -y mucho menos si es un pastor, es decir, un sacerdote, un obispo y, mucho menos, el Papa- no puede, en recta conciencia, saltarse estas Leyes ... aduciendo, para ello, la misericordia y la comprensión ... Esto es pernicioso y es una tentación diabólica. Y esto es justamente lo que quieren imponer y abogan por la teoría del "caso por caso" en el matrimonio, aduciendo, para ello, "razones pastorales".


Éstos son los auténticos fariseos actuales que, por otra parte, pasan como buenos y "comprensivos" ante el común de la gente ... considerando a los que cumplen la Ley de Cristo como gente sin entrañas y chapadas a la antigua, como si el Mensaje Evangélico -y Jesús mismo, que es Dios- fuera cosa del pasado, siendo así que es plenamente actual.


Y en cuanto a comprensión y a misericordia ninguno de los que tanto hablan de esa misericordia, alejándose -para ejercerla- de la Ley de Dios y de la Verdad ... ninguno, repito, le llega a los talones a Jesucristo.

No es Dios quien debe acomodarse al pensamiento falaz y engañoso de los hombres sino que son éstos quienes tienen que aceptar, en plenitud, la palabra de Dios que se reveló, de una vez por todas y para siempre, en Jesucristo.
 


[Puede releerse la entrada anterior de esta serie de comentarios acerca del Discurso del Papa posterior al Sínodo; lease el blog anterior]


... o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible.


Durante casi dos mil años la Iglesia ha utilizado ese lenguaje "arcaico" e "incomprensible" al que se refiere el papa Francisco. Y ha dado como fruto sabroso los santos de los que ahora nos gloriamos. Precisamente fue Jesús quien dijo: "Que vuestro modo de hablar sea: "Sí, sí"; "no, no". Lo que exceda de esto viene del Maligno" (Mt 5, 37). 


De manera que es justamente al revés. El lenguaje arcaico e incomprensible es precisamente aquel que es utilizado de modo ambiguo, de manera tal que los fieles no saben a qué atenerse. Y, de hecho, cada cual lo interpreta a su propio gusto. Ése es el lenguaje incomprensible, porque no dice nada. 

¿Cómo es posible que, después del Sínodo, y a raíz de la "relazione" cardenales diferentes interpreten los resultados a los que se ha llegado de manera tan distinta? ... ¡pues porque adolece de falta de sencillez! Porque no llama blanco a lo blanco y negro a lo negro. Y así cada cual saca las conclusiones que quiere. Esto no es edificante. Y desde luego no es conforme a las enseñanzas de Jesucristo. Él no se andaba con medias verdades que son medias mentiras ... o sea, mentiras, en definitiva. La verdad debe de ser expuesta con claridad, sin ambigüedades de ninguna clase y no dar lugar a tantos malos entendidos como se están dando.

Son infinidad los ejemplos que se podrían poner. De modo que he seleccionado sólo uno para esta entrada, en la que podemos ver que el santo Padre no tiene claro si una luterana puede o no recibir la sagrada comunión: ¡Y estamos hablando del Papa, que es la máxima autoridad de la Iglesia! ... Un niño pequeño sabría que la respuesta es negativa, porque los luteranos no creen en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía ... ¿Entonces? ... El problema en el que nos encontramos los católicos de hoy es realmente serio, muy serio:


Duración 3:30 minutos



(Continuará)

ENTREVISTA A MONSEÑOR FELLAY (Bernard Fellay)

El Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX/SSPX), Mons. Bernard Fellay, ha concedido este lunes una entrevista con importantes respuestas. La entrevista es oficial, ya que ha sido realizada por DICI, la propia agencia de noticias de la Fraternidad, y ha sido lanzada como parte de su última “Carta a los Amigos y Benefactores“, fechada el 21 de noviembre de 2015, una carta que reproduzco íntegramente en este blog.


Queridos Amigos y Bienhechores,

Estas últimas semanas nos muestran – con la multiplicación de atentados asesinos en Europa y en África, con la persecución sangrienta de numerosos cristianos en Oriente Medio –, cuán profundamente convulsionada está la situación del mundo. En la Iglesia, el reciente Sínodo sobre la familia y la próxima apertura del Año Santo no dejan de provocar legítimas inquietudes. Frente a una confusión tal, nos ha parecido útil compartir nuestras reflexiones respondiendo a vuestras preguntas. Creemos que esta presentación permitirá resaltar mejor cómo nosotros, que estamos apegados a la Tradición, debemos reaccionar frente a los problemas que se plantean hoy.

El 1° de septiembre el Papa Francisco dio a todos los fieles, por propia iniciativa, la posibilidad de confesarse con los sacerdotes de la Fraternidad San Pío X durante el Año Santo. ¿Cómo interpreta Ud. este gesto? ¿Aporta algo nuevo a la Fraternidad?

En efecto, fuimos sorprendidos por este acto del Santo Padre con ocasión del Año Santo, pues nos enteramos, como todo el mundo, por la prensa. ¿Cómo recibimos este acto? Permítanme recurrir a una imagen. Cuando un incendio arrecia, todo el mundo entiende que quienes tienen los medios deben esforzarse en apagarlo, sobre todo si faltan bomberos. Así han actuado los sacerdotes de la Fraternidad, durante todos los años de esta terrible crisis que sacude la Iglesia sin interrupción desde hace 50 años. En particular, frente a la trágica falta de confesores, nuestros sacerdotes se han entregado al servicio de las almas de los penitentes, utilizando el caso de urgencia previsto por el Código de Derecho Canónico.

El acto del Papa hace que durante el Año Santo tengamos una jurisdicción ordinaria. Siguiendo con la metáfora, ello consiste en darnos la insignia oficial de bomberos, a pesar de que nos la habían negado desde hace décadas. En sí, para la Fraternidad, sus miembros y sus fieles, esto no agrega nada nuevo; no obstante esta jurisdicción ordinaria tranquilizará a los que están con inquietudes y a todas las personas que hasta ahora no se atrevían a acercarse a nosotros. Pues, como dijimos en el comunicado en el que agradecimos al Papa, los sacerdotes de la Fraternidad sólo desean una cosa: “ejercer con renovada generosidad su ministerio en el confesionario, siguiendo el ejemplo de dedicación infatigable que el santo Cura de Ars dio a todos los sacerdotes”.

Con ocasión del Sínodo sobre la familia, Ud. dirigió una súplica al Santo Padre, y luego una declaración. ¿Por qué?

El objeto de nuestra súplica era exponer al Sumo Pontífice lo mejor posible la gravedad de la hora presente y el alcance decisivo de su intervención en materias morales tan importantes. El Papa Francisco tuvo conocimiento de nuestra súplica el 18 de septiembre, antes de su partida para Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica, y nos hizo saber que no cambiaría nada a la doctrina católica del matrimonio, en particular en lo que a la indisolubilidad se refiere. Pero lo que temíamos, es que, en lo concreto, se instaurara una práctica que hiciera caso omiso de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Y es lo que sucedió, por una parte con el Motu proprio de reforma del procedimiento de declaración de nulidad matrimonial, y por otra con el documento final de este sínodo. Por eso hice la declaración, que procura recordar la enseñanza constante de la Iglesia sobre una multitud de puntos que se discutieron y a veces se pusieron en duda durante este mes de octubre. No les oculto que el triste espectáculo que dio el Sínodo me parece particularmente vergonzoso y escandaloso por varios motivos.

¿Cuáles son esos puntos vergonzosos y escandalosos?

Pues bien, por ejemplo esta dicotomía entre la doctrina y la moral, entre la enseñanza de la verdad y la tolerancia del pecado y las peores situaciones inmorales. Que se sea paciente y misericordioso con los pecadores, por supuesto, pero ¿cómo se convertirán si no se denuncia su situación de pecado, si ya no oyen hablar del estado de gracia y de su contrario: el estado de pecado mortal, que sumerge el alma en una muerte espiritual y la entrega a los tormentos del infierno? Si se midiera la ofensa infinita que causa el menor pecado grave al honor de Dios y a su santidad, nos moriríamos de asombro. La Iglesia debe condenar el pecado con decisión, todos los pecados, los vicios y los errores que corrompen la verdad del Evangelio. No debe pactar o mostrar una culpable comprensión por comportamientos escandalosos, ni por los pecadores públicos que atentan contra la santidad del matrimonio. ¿Por qué la Iglesia no tiene ya el valor de hablar así?

Sin embargo hubo iniciativas positivas con motivo de este Sínodo. Por ejemplo el libro de los once cardenales – luego del de cinco cardenales el año pasado –, e igualmente la obra de los prelados africanos, la de los juristas católicos, el vademécum de los tres obispos…

Las iniciativas afortunadas que aparecieron recientemente defendiendo el matrimonio y la familia cristiana dan una luz de esperanza. Hay una reacción saludable, incluso si todo no tiene el mismo valor. Esperemos que esto sea el comienzo de un despertar en toda la Iglesia que conduzca a una recuperación y a una conversión de fondo.

Antes del verano en un sermón en Saint Nicolas du Chardonnet, en Paris, Mons. de Galarreta decía que parecía que la Iglesia comenzaba a fabricar “anticuerpos” contra las proposiciones aberrantes sobre el matrimonio realizadas por los progresistas, que se acomodan a las costumbres actuales en vez de tratar de corregirlas según la enseñanza evangélica. Esta reacción en el plano moral es beneficiosa. Y como la moral está íntimamente unida con la doctrina, esto podría ser el comienzo de un retorno de la Iglesia a su Tradición. ¡Rezamos diariamente por eso!

En nombre de la misericordia hay quienes, como el Cardenal Kasper, quieren, si no cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio, al menos suavizar la disciplina de la Iglesia sobre la comunión de los “divorciados vueltos a casar”, o modificar su juicio sobre las uniones contra natura. ¿Qué se debe pensar de todas estas excepciones llamadas “pastorales”?

La Iglesia puede legislar, es decir establecer leyes propias, que son precisiones de la ley divina. Pero en el ámbito del matrimonio sobre el cual se debate hoy Nuestro Señor ya zanjó la cuestión de manera clara y evidente: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre” (Mat. 19, 6), e inmediatamente después: “El que se casa con la repudiada, comete adulterio” (Mat. 19, 9). Por tanto, la Iglesia sólo tiene que hacer una cosa, recordar la ley divina y consagrarla en sus leyes eclesiásticas. En ningún caso puede ella permitirse ninguna discrepancia; eso sería faltar a su misión que consiste en transmitir el depósito revelado. Para hablar claro, en la cuestión que nos ocupa la Iglesia sólo puede comprobar que no hubo matrimonio en el comienzo, pero no podría hacer nulo o disolver un matrimonio válido en sí mismo.

Desde luego, las leyes eclesiásticas pueden agregar condiciones necesarias para la validez de un matrimonio, pero siempre en conformidad con la ley divina. De este modo la Iglesia puede declarar inválido un matrimonio por falta de forma canónica, pero nunca será la dueña de la ley divina a la que se halla sujeta. Y aún más, se debe afirmar que a diferencia de la ley humana y eclesiástica, la ley divina no admite excepciones, pues no ha sido hecha por hombres, los cuales no pueden prever todos los casos y están obligados a dejar un margen para las excepciones. Dios infinitamente sabio ha previsto todas las situaciones, como escribí en la súplica al Papa: “La ley de Dios, expresión de su eterna caridad para con los hombres, constituye en sí misma la suprema misericordia para todos los tiempos, todas las personas y todas las situaciones”.

El Motu proprio del 8 de septiembre que simplifica el procedimiento de las declaraciones de nulidad matrimonial, ¿no es una forma de ofrecer facilidades canónicas para escapar al principio de indisolubilidad del matrimonio, a pesar de que al mismo tiempo lo recuerde?

Es verdad que el nuevo Motu proprio que regula las disposiciones canónicas relativas a los procesos de nulidad pretende responder a un grave problema actual: el de muchas familias rotas por una separación. Examinar esos casos para proponer una solución más rápida, en la medida en que corresponde a la ley divina del matrimonio, ¡muy bien! Pero en el contexto actual, de la sociedad moderna, secularizada y hedonista, y de los tribunales eclesiásticos en los que ya se practica lo que está prohibido, este Motu proprio podría fácilmente convertirse en una ratificación legal del desorden. El resultado podría ser aún peor que el remedio propuesto. Me temo que uno de los puntos claves del Sínodo haya sido resuelto indirecta y ocultamente, abriendo el camino a un supuesto “divorcio católico”, pues, en los hechos, existe la posibilidad de muchos abusos, especialmente en los países donde los episcopados son poco exigentes y están imbuidos de progresismo y subjetivismo…

El Año Santo que debe abrirse el próximo 8 de diciembre, ¿acaso no ha sido puesto bajo el signo de una misericordia donde el arrepentimiento y la conversión estarían ausentes?

Es verdad que en el clima actual, el llamado a la misericordia predomina demasiado fácilmente sobre la indispensable conversión, que exige la contrición de las propias faltas y el horror del pecado, ofensa hecha a Dios. Como yo lo deploraba en la última Carta a los amigos y bienhechores (n° 84), de este modo el Cardenal hondureño Maradiaga complacientemente se hace eco de una nueva espiritualidad en la que la misericordia se ve truncada y amputada de la necesaria penitencia, que no se recuerda casi nunca.

Sin embargo, leyendo detenidamente los diferentes textos publicados con respecto al Año Santo, y sobre todo la bula de indicción del Jubileo, se ve que está presente la idea fundamental de la conversión y de la contrición de los pecados para obtener el perdón. A pesar de la referencia a una misericordia equívoca que consistiría en devolver al hombre más su “dignidad incomparable” que el estado de gracia, el Papa quiere favorecer el retorno de los que abandonaron la Iglesia y multiplica las iniciativas concretas para facilitar el recurso al sacramento de la penitencia. Desgraciadamente no se pregunta por qué tantas personas han abandonado la Iglesia o han dejado de practicar, y si no hay una relación con cierto Concilio, su “culto del hombre” y sus reformas catastróficas: ecumenismo desbocado, liturgia desacralizada y protestantizada, relajamiento de la moral, etc.

¿Los fieles apegados a la Tradición pueden, en consecuencia y sin riesgo de confusión, participar en el Jubileo extraordinario decidido por el Papa? Sobre todo porque este Año de la Misericordia pretende celebrar el 50º aniversario del Concilio Vaticano II, que habría derribado las “murallas” en las cuales estaba encerrada la Iglesia…

Evidentemente se plantea el tema de nuestra participación en este Año Santo. Para dar una respuesta, se requiere una distinción: las circunstancias en las que se convoca un Año Santo jubilar y la esencia de un Año Santo.

Las circunstancias son históricas y están vinculadas con los grandes aniversarios de la vida de Jesús, en particular su muerte redentora. Cada 50 años, o incluso 25, la Iglesia instituye un Año Santo. Esta vez, el acontecimiento de referencia para la apertura del Jubileo no es solamente la Redención – el 8 de diciembre está necesariamente vinculado con la obra redentora iniciada con la Inmaculada, Madre de Dios –, sino también con el Concilio Vaticano II. Resulta chocante y es algo que rechazamos formalmente, pues no podemos alegrarnos, antes bien debemos llorar sobre las ruinas ocasionadas por este Concilio, con la caída vertiginosa de las vocaciones, la disminución dramática de la práctica religiosa y sobre todo la pérdida de la fe, que el propio Juan Pablo II calificó de “apostasía silenciosa”.

De todos modos sigue estando lo que es esencial en un Año Santo: se trata de un año particular en el que la Iglesia, según la decisión del Sumo Pontífice que detenta el poder de las llaves, abre de par en par sus tesoros de gracias para acercar a los fieles a Dios, especialmente mediante el perdón de las faltas y la remisión de las penas debidas por el pecado. La Iglesia realiza esto por medio del sacramento de la penitencia y de las indulgencias. Esas gracias no cambian. Siguen siendo siempre las mismas, y sólo la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, dispone de ellas. Se puede igualmente indicar que las condiciones para obtener las indulgencias del Año Santo siguen siendo las mismas: confesión, comunión y oración por las intenciones del Papa – las intenciones tradicionales y no las intenciones personales. Al recordar estas condiciones habituales, no se hace referencia en ninguna parte a la adhesión a las novedades conciliares.

Cuando Mons. Lefebvre fue con todo el seminario de Ecône a Roma, con motivo del Año Santo de 1975, no fue para celebrar los 10 años del Concilio, aunque Pablo VI había recordado este aniversario en la bula de indicción. Fue, en cambio, la ocasión de manifestar nuestra romanidad, nuestro apego a la Santa Sede, al Papa que – como sucesor de Pedro – posee el poder de las llaves. Imitando a nuestro venerado fundador, durante este Año Santo, nos concentraremos en lo que es esencial: la penitencia para alcanzar la misericordia divina por el intermedio de su única Iglesia, a pesar de las circunstancias que se creyó necesario invocar para celebrar este año, como ya fue el caso en 1975, e incluso en 2000.

Se podrían comparar estos dos elementos, lo esencial y las circunstancias, con el contenido y el envoltorio en el que viene. Sería erróneo rechazar las gracias propuestas en un Año Santo porque es presentado en un envoltorio defectuoso, salvo que se considere que este envoltorio altera el contenido, que las circunstancias absorben lo esencial, y que en el caso presente, la Iglesia ya no dispone de las gracias propias del Año Santo debido a los daños ocasionados por el Concilio Vaticano II. ¡Pero la Iglesia no nació hace 50 años! Y por la gracia de Cristo, que es “el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb. 13, 8), la Iglesia sigue y seguirá siendo la misma, a pesar de este Concilio de apertura a un mundo en perpetuo cambio…

En varias declaraciones recientes parece que Ud. quiere anticipar el centenario de Fátima, invitando a la gente a prepararse desde ahora. ¿Por qué?

Dadas las perspectivas que aquí hemos evocado y para insistir sobre la urgencia de la conversión, hemos pensado unir estas buenas obras de misericordia corporal y espiritual, a las que se nos invita en este año, con el centenario de las apariciones de Fátima, donde Nuestra Señora insistió tanto en la necesidad de la conversión, de sí mismo y del mundo, y en la necesidad de las obras de penitencia y de la oración, especialmente del rosario. La imploración de la misericordia divina está estrechamente ligada a las apariciones de Fátima: la Santísima Virgen nos ha invitado a rezar y a hacer penitencia: así alcanzaremos misericordia, y no de otro modo. Me parece muy conveniente unir así los dos próximos años, dedicando dos años a esforzarnos en acercarnos tanto a la Santísima Virgen como a Nuestro Señor, tanto al Corazón Inmaculado de María como al Sagrado Corazón misericordioso.

La Fraternidad San Pío X organizará una peregrinación internacional a Fátima los días 21 a 23 de agosto del año 2017. Pero desde ahora podemos, e incluso debemos, prepararnos, sobre todo cuando se está menoscabando gravemente la moral católica.

Más que nunca, en este 21 de noviembre, que es un gran aniversario para nosotros, el de la declaración de Mons. Lefebvre en 1974 – verdadera Carta Magna de nuestro combate por la Iglesia de siempre –, conservemos en toda circunstancia, y cualesquiera sean las dificultades y las pruebas, una actitud católica. Tengamos los pensamientos de la Iglesia, seamos fieles a Nuestro Señor, permanezcamos aferrados a su Santo Sacrificio, a sus enseñanzas y a sus ejemplos. Leía ayer que el Cardenal Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, temía una “protestantización de la Iglesia”. Y tiene razón. Pero, ¿qué es la misa nueva, sino una protestantización de la misa de siempre? ¿Y qué pensar del Papa que, como sus predecesores, visita un templo luterano? ¿Cómo no quedarnos confundidos al ver cómo se está preparando el 5º centenario de la Reforma protestante, en el año 2017, y cómo se está alabando ahora la figura de Lutero, él que fue uno de los mayores heresiarcas y cismáticos de la historia, ferozmente opuesto a la Iglesia católica y romana? Realmente Mons. Lefebvre veía bien cuando afirmaba que “la única actitud de fidelidad a la Iglesia y a la doctrina católica, para nuestra salvación, es el rechazo categórico a aceptar la Reforma”, porque entre la reforma emprendida por el Concilio Vaticano II y la de Lutero hay más de un punto en común. Y siguiéndolo, repetimos que “sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento alguno, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal a la luz del magisterio de siempre, convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Santa Iglesia católica, al Sumo Pontífice y a las generaciones futuras”.

Es lo que ustedes, queridos amigos y bienhechores de la Fraternidad San Pío X, comprenden bien. Sus oraciones fervorosas, su generosidad admirable y su entrega constante son para nosotros un valioso apoyo. Gracias a ustedes la obra de Mons. Lefebvre se desarrolla en todas partes. Les agradezco de todo corazón.

Roguemos a Nuestra Señora que nos alcance todas las gracias que necesitamos. Pedimos a Dios que les conceda sus bendiciones, a ustedes y sus familias, para que se preparen a la gran fiesta de Navidad por medio de un santo Adviento, y que encomienden el año próximo, con sus alegrías y sus cruces, a nuestra Madre del Cielo.

En la fiesta de la Presentación de la Santísima Virgen, 21 de noviembre de 2015


+ Bernard Fellay 

lunes, 30 de noviembre de 2015

Bula Apostolicae Curae, del papa León XIII


Retrato del papa León XIII

En la bula Apostolicae Curae del papa León XIII queda firmemente establecido el carácter nulo de la ordenación de los obispos o arzobispos anglicanos, como secta que es separada de la Iglesia católica.

Esta afirmación puede leerse en la página web del vaticano pinchando aquí. El texto se encuentra en latín. La conclusión no puede ser más taxativa y tajante:

"Itaque omnibus Pontificum Decessorum in hac ipsa causa decretis usquequaque assentientes, eaque plenissime confirmantes ac veluti renovantes auctoritate Nostra, motu proprio certa scientia, pronunciamus et declaramus, ordinationes ritu anglicano actas, irritas prorsus fuisse et esse, omninoque nullas".

cuya traducción es, más o menos, la que sigue:

"Por eso, adhiriéndonos estrictamente, en esta materia, a los decretos de los Pontífices, Nuestros predecesores, y confirmándolos más plenamente, y, por decirlo así, renovándolos por Nuestra autoridad, por Nuestra propia iniciativa y certero conocimiento, Nos pronunciamos y declaramos que las ordenaciones llevadas a cabo conforme al rito Anglicano han sido, y son, absolutamente nulas y sin efecto".

Y concluye en el penúltimo párrafo del siguiente modo:

"Praesentes vero litteras et quaecumque in ipsis habentur, nullo unquam tempore de subreptionis aut obreptionis sive intentionis Nostrae vitio aliove quovis defectu notari vel impugnari posse; sed semper validas et in suo robore fore et esse, atque ab omnibus cuiusvis gradus et praeeminentiae inviolabiliter in iudicio et extra observari debere decernimus; irritum quoque et inane si secus super his a quoquam, quavis auctoritate vel praetextu, scienter vel ignoranter contigerit attentari declarantes, contrariis non obstantibus quibuscumque".

(...)"Datum Romae apud Sanctum Petrum anno Incarnationis Dominicae millesimo octingentesimo nonagesimo sexto, idibus Septembribus, Pontificatus Nostri anno decimo nono".

Leo PP.XIII


Aunque se puede encontrar una mejor traducción, ésta es la que yo he conseguido y la que aquí consigno, considerando que es fiel al contenido expresado en dicho párrafo:

"Declaramos que este escrito y todo lo contenido en él no podrá ser impugnado en ningún momento (...) sino que es y será siempre válido y en vigor y deberá ser observado sin falta, tanto jurídicamente como de otras maneras, por todos, cualquiera que sea su rango, declarando nulo y sin efecto todo lo que, voluntaria o involuntariamente, se oponga a ello, independientemente de la autoridad de la persona o del pretexto alegado en ese sentido" 

(...) Dado en Roma, en la Basílica de San Pedro, en el año de la Encarnación de Nuestro Señor mil ochocientos noventa y seis, en los Idus de Septiembre, en el diecinueve año de nuestro pontificado".

León XIII, Papa


La conclusión a la que llegamos -para aclarar ideas- es que un arzobispo anglicano no tiene -propiamente hablando- tal categoría, pues no ha recibido ningún tipo de ordenación sacerdotal, dado que tales "ordenaciones", de haberse producido, habrían sido nulas, de pleno derecho. Y esa es la razón por la que un "arzobispo" anglicano que se convirtiera al catolicismo cesaría "ipso facto" en su condición de tal, pasando a ser tan solo un seglar más, independientemente de sus conocimientos teológicos.
José Martí