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sábado, 9 de junio de 2018

Un obispo brasileño oficia una misa para la Masonería en la Amazonía (Carlos Esteban)



La Masonería es la institución humana que más condenas ha recibido de la Iglesia, en parte porque ella misma ha tenido la destrucción de la Iglesia como una de sus prioridades. Hasta hace poco, hasta que lo cambió Juan Pablo II, pertenecer a la Masonería suponía excomunión ‘latae sententiae’, automática, sin necesidad de que se proclamase. Hoy ya no es así, aunque siga estando condenada, y es por eso que choca ver a todo un obispo oficiando una misa para la Masonería.

Hablamos del Arzobispo Metropolitano de Manaos [capital de Amazonas], Mons. Sergio Castrini, coincidiendo casualmente con el inicio del Sínodo de la Amazonía

La misa se celebró como parte de los fastos por la fundación de los Preceptorios Templarios y Prioratos de Malta del Amazonas Castelo de Tomar Nº 61 y de Rondonia Estrela de Porto Velho Nº 62, el pasado 6 de mayo, en la iglesia Sagrada Familia del Tarumã.

Armando Corrêa Junior, Gran Maestre del GOB Amazonas, señaló que esta misa venía a romper un gran paradigma y que van a intentar convertirla en una tradición anual en el Estado de Amazonas. 
Y, a juzgar por las palabras de Su Ilustrísima en la homilía, no suena tan descabellado como podría parecer:
"Lo que nos une es mucho más grande que lo que nos separa. Estamos en vísperas de Pentecostés, cuyo tema es ‘En la fuerza del Espíritu, somos todos hermanos y hermanas´, lo que muestra que lo que nos une es el Espíritu de Dios"
Eso sí que es renovación, aggiornamento y encuentro con el mundo, y casa maravillosamente con la presencia del secretario de Estado, Pietro Parolin, en la tenida de este año del Club Bilderberg en Turín que, como probablemente sepan, no es exactamente un grupo de oración.

Llámenlo ‘la Gran Confluencia’, o “conjunción cósmica”, pero todo apunta a que, efectivamente, el programa de la Nueva Iglesia que nos están preparando se compadece muy bien con los fines fraternales y universalistas de la Masonería.

No tanto, en cambio, con siglos de Iglesia Católica, pero eso es algo que ya hemos apuntado demasiadas veces. 
Se ve que durante dos mil años no nos hemos enterado de casi nada de lo que significaba el cristianismo de verdad, hasta que ha llegado este luminoso pontificado, que desde el Cambio Climático a la inmigración masiva o su ambigua actitud frente al mundo LGBTI, parece más cómodo en un foro de la ONU que en una Iglesia.
Carlos Esteban