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martes, 9 de abril de 2019

Cardenal Sarah: “La Iglesia no está hecha para escuchar” (Carlos Esteban)



Las declaraciones del cardenal guineano Robert Sarah, prefecto para el culto divino, siguen escociendo en la Curia, porque se dirían diseñadas para contradecir algunos de los mensajes más insistentes de Su Santidad.

Comparen estos dos textos. 
Éste: “Una Iglesia a la defensiva, que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no permite que la cuestionen, pier­de la juventud y se convierte en un museo. ¿Cómo podrá acoger de esa manera los sueños de los jóve­nes? Aunque tenga la verdad del Evangelio, eso no significa que la haya comprendido plenamente; más bien tiene que crecer siempre en la comprensión de ese tesoro inagotable”.
Y éste: “Existe una fuerte mayoría de sacerdotes que son fieles a su misión de enseñanza, santificación y gobierno. Pero hay también un pequeño número que cede a la tentación enfermiza y perversa de alinear a la Iglesia con los valores de las sociedades occidentales actuales. Quieren, ante todo, que se diga de la Iglesia que es abierta, acogedora, atenta y moderna. La Iglesia no está hecha para escuchar, está hecha para enseñar: ella es mater et magistra, madre y educadora. Ciertamente, una madre escucha a su hijo, pero su papel, primero, es el de enseñar, orientar y dirigir, porque conoce mejor que sus hijos la dirección que hay que tomar. Algunos han adoptado las ideologías del mundo actual con el pretexto falaz de abrirse al mundo; sería necesario, más bien, hacer que el mundo se abriera a Dios, fuente de nuestra existencia”
La disonancia entre ambos es evidente, no meramente una cuestión de estilo, de formas, de énfasis: el uno parece -parece- estar contradiciendo al otro

El problema es que el primer texto corresponde a la exhortación apostólica postsinodal ‘Christus vivit’ (Cristo vive, esperanza nuestra), firmada el pasado 25 de marzo en Loreto por Su Santidad el Papa Francisco, y el segundo es parte de una reciente entrevista, de la que ya hemos dado extractos, concedida a la francesa Valeurs Actuelles por el cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

En esa misma entrevista, Sarah se opone también diametralmente a la política de Francisco con respecto a la inmigración masiva. Sarah llama a este fenómeno “una nueva forma de esclavitud” que la Iglesia no puede propiciar de ninguna manera, menos aún amparándose en una falsificación del mensaje evangélico, porque, además, Europa debe preservar su identidad. Todo, todo al revés.

Para más inri, a Sarah no hay forma de colgarle el sambenito de ‘supremacismo blanco’ o de no saber de qué está hablando. Nacido en una tribu minoritaria de Guinea Conakry, ha sufrido marginación y persecución en su propia patria y conoce perfectamente los problemas de su continente natal.

Pero Sarah no es el único prelado en disentir con el Santo Padre en su opinión de que la inmigración masiva hacia Europa de inmigrantes procedentes de culturas muy alejadas en todos los sentidos sea necesariamente una experiencia ‘enriquecedora’. Stanislaw Nowak, obispo emérito de Czestochowa, en Polonia, no ha tenido problemas para afirmarlo en declaraciones al sitio italiano La Fede Quotidiana. Los migrantes y las migraciones, ha dicho, “no son un enriquecimiento y menos aún un recurso”. Nowak aclara que “una cosa es el plano moral y religioso y otro el político, que se refiere al Estado”. Éste, dice Nowak, “debe tener en cuenta la voluntad de los ciudadanos”, que, recuerda, no suele ser partidaria de una política migratoria indiscriminada.

Carlos Esteban