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martes, 10 de abril de 2018

Poca alegría y muchos insultos. Francisco explicado por el padre Spadaro (Sandro Magister)



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La presentación oficial en la sala de prensa vaticana, el lunes 9 de abril, de "Gaudete et exsultate" – la tercera exhortación apostólica del papa Francisco, luego de "Evangelii gaudium" y "Amoris laetitia" – ha sido un ejercicio totalmente inútil, tanto por la nulidad de las cosas dichas, ni siquiera reproducidas en el boletín oficial, como por la insignificancia de quienes las dijeron: el vicario de la diócesis de Roma, Angelo De Donatis; la ex presidente de la Acción Católica Italiana, Paola Bignardi y el periodista Gianni Valente, éste último amigo íntimo de Jorge Mario Bergoglio desde antes que fue elevado al papado. Los tres con una apariencia de haber leído solamente en forma anticipada el documento que debían ilustrar, sin saber nada más.

Pero, por otra parte, llegó inmediatamente después el director de "Civiltà Cattolica", el jesuita Antonio Spadaro, para llenar el vacío de la presentación oficial.

En efecto, el padre Spadaro puso en red el mismo día, en la página web de su revista – impresa con el imprimatur del Papa – una propia presentación en cuatro idiomas de "Gaudete et exsultate", de la que ya desde el título se anuncia que va a revelar "raíces, estructura y significado".

Y lo hizo con tal abundancia y precisión de datos, que hace pensar con poco margen de error si la compilación inicial del documento papal no ha sido obra suya.

En "Gaudete et exsultate" no hay nada que Bergoglio ya no haya dicho y escrito, también en años lejanos. Y Spadaro proporciona el índice:

- algunos pasajes de "Evangelii gaudium", texto programático de este pontificado;
- las "Reflexiones sobre la vida apostólica", escritas por Bergoglio en 1987;
- la presentación hecha por Bergoglio en 1989 del libro "Mi ideal de santidad”, del jesuita argentino Ismael Quiles, quien fue su profesor;
- la máxima "simul in actione contemplativus" del jesuita Jerónimo Nadal, uno de los primeros compañeros de san Ignacio de Loyola;
- el libro "Discernimiento y lucha espiritual", del jesuita Miguel Ángel Fiorito, padre espiritual del joven Bergoglio, que escribió el prólogo en 1985;
- la máxima de san Ignacio, muy apreciada por Francesco: "Non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo divinum est" (Cosa divina es no estar oprimido por lo más grande y, sin embargo, estar contenido entero en lo más pequeño),
- el documento final de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida en el 2007, del cual Bergoglio fue el artífice principal;
- y, por último, varias homilías matutinas de Francisco en Santa Marta.

Pero sobre esta trama de fondo, con el tema general la “llamada a la santidad”, el papa Francisco ha creído que era bueno enhebrar una sarta de sus insultos – también éstos recurrentes en muchos de sus anteriores escritos y discursos – contra sus críticos y sus objeciones.

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De sus objetores en el interior de la Iglesia, Francisco traza en "Gaudete et exsultate" un perfil perjudicial y descalificador.

Son los que con "cara de funeral" tienen "la obsesión por la ley, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia ".

Son los que someten la religión, poniéndola "al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales".

Son los que conciben la doctrina como "un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos".

Son los que se recluyen en una “mediocridad tranquila y anestesiante”, hecha de "individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación, repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas".

Son los que le gusta "blanquear los ojos en un supuesto éxtasis" y montan "una santidad ‘teñida’, totalmente hermosa y bien hecha”, pero en realidad “falsa”.

Son, en dos palabras, los modernos “gnósticos” y “pelagianos”, versión actual de estas dos antiguas herejías.

¿En estos insultos del papa Francisco contra sus objetores se puede reconocer alguna referencia "ad personam"?

Por lo que escribe el padre Spadaro, se podría decir que sí.

Hay un pasaje, en el parágrafo 26 di "Gaudete et exsultate", que parece liquidar dos milenios de monacato contemplativo, masculino y femenino:

"No es sano amar el silencio y evitar el encuentro con el otro, desear el descanso y despreciar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Estamos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción".

Y aquí está lo que escribe Spadaro, al hacer la exégesis de este pasaje:

"De hecho, éste es el ideal ignaciano, según la célebre fórmula de uno de sus primeros compañeros, el padre Jerónimo Nadal: ser 'simul in actione contemplativus'. Las alternativas como 'o Dios o el mundo' u 'o Dios o la nada' son erróneas".

Atención. "Dios o nada" y "La fuerza del silencio" son exactamente los títulos de los libros más importantes del cardenal Robert Sarah, es decir, del más autorizado portador de una visión de la Iglesia Católica alternativa a la propugnada por el papa Francisco.

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Más allá de los insultos contra los opositores, en "Gaudete et exsultate" Francisco ha insertado también algunas respuestas a críticas formuladas contra él.

Por ejemplo, en los parágrafos 101 y 102, las críticas a su forma de tratar la cuestión de los migrantes:

"Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas 'serios' de la bioética. Que diga algo así un político preocupado por sus éxitos se puede comprender; pero no un cristiano".

Otro ejemplo. En el parágrafo 115 el Papa la emprende con esos “medios de comunicación católicos” que buscan "compensar las propias insatisfacciones" violando el octavo mandamiento: "No levantar falso testimonio ni mentir", y se destroza la imagen ajena sin piedad".

Pero curiosamente, el día en el que Francisco puso su firma en "Gaudete et exsultate" fue el 19 de marzo.

Que fue la fiesta de San José. Pero fue también el día final de la "saga Viganò", es decir, el día de la más colosal "fake news" instrumentalizada hasta aquí por el pontificado de Francisco, y además a expensas de su inocente predecesor Benedicto XVI.

Sandro Magister