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sábado, 4 de agosto de 2018

A propósito de la abolición de la pena de muerte, según Francisco (José Martí)



Esta noticia sobre la abolición de la pena de muerte en todos los casos, habidos y por haber, que niega una verdad definida dogmáticamente, es una herejía explícita. Además, en caso de aceptarla, se da pie a aceptar cualquier otra idea peregrina que se le ocurra al Papa de turno, en este caso Francisco, quien se arroga a sí mismo una autoridad que no tiene. No es su misión la de cambiar la Doctrina Católica, traicionando así el Mensaje que le ha sido confiado. 


Duración 1:47 minutos


- Con esta decisión unilateral, abroga nada menos que la prerrogativa de la infalibilidad papal,  la cual es un dogma de fe, según mis cortos conocimientos y si he entendido bien lo que se dice en un artículo de Adelante la Fe:
Una doctrina tan cierta de la Iglesia (la posibilidad de la pena de muerte, al menos en algunos casos), declarada por el propio Cristo en las Escrituras cuando al responder a la interpelación de Pilatos, el cual afirmaba tener derecho a aplicar la pena capitalJesús le dijo: «No tendrías ninguna autoridad sobre Mí si no se te hubiera dado desde lo Alto». Con ello afirmó que es una autoridad concedida al Estado aunque, como toda autoridad gubernamental, pueda ser ejercida de forma ilegítima e injusta. Si tal doctrina puede cambiar, cualquier cosa puede cambiar entonces
Un "desarrollo" [inversión] de la doctrina (...) puede tener consecuencias inesperadas: desde que la homosexualidad ya no sea intrínseca desordenada por naturaleza, según está definido, hasta la ordenación sacerdotal de mujeres, pasando por que en algunos casos se acepte el concepto luterano de la Presencia Real en la Eucaristía como una posible interpretación de lo que siempre ha creído la Iglesia, y así sucesivamente [p.e. sacerdotes casados]
El pontífice actual se ha excedido hasta lo indecible en su autoridad: su autoridad tiene por objeto salvaguardar la doctrina recibida de Cristo y de los Apóstoles, no alterarla con arreglo a sus ideas personales (...) Francisco ha vulnerado radicalmente las condiciones para que se cumpla el dogma de la infalibilidad pontificia definida por el Concilio Vaticano I. Ha cometido un abuso de autoridad haciendo como si tuviera unos poderes de los que carece.
- El catecismo Mayor de san Pío X es muy claro a este respecto, en el punto 415:
- ¿Hay casos en que es lícito quitar la vida al prójimo?  
-  Es lícito quitar la vida al prójimo cuando se combate en guerra justa, cuando se ejecuta por orden de la autoridad suprema la condenación a muerte, en pena de un delito y, finamente, en caso de necesaria y legítima defensa de la vida contra un injusto agresor.
- Y ya, puestos a ser lógicos, dado que Francisco habla de que la dignidad humana exige esta abolición universal de la pena de muerte, yo me pregunto: ¿Acaso no es el embrión una criatura humana con esa dignidad que le proviene, por cierto, de ser imagen de Dios? ¿Por qué, cuando se refiere al aborto, se limita a decir que eso es algo que todo el mundo sabe. Y que se encuentra en el catecismo. Sin embargo, en este caso, no es tan tajante, como  debería ser y como sabe ser, cuando le interesa "por las razones que sean", que sólo Dios conoce (aunque se están vislumbrando a todos, cada vez más, cada día que pasa). 

- La condena del asesinato a los niños que están en el seno de su madre, que son personas como nosotros, con su ADN bien definido y distintas a la persona de su madre, en eso sí que debería ser contundente: NO MATARÁS ... máxime cuando no se trata ahora de matar a asesinos, violadores, etc... sino de un crimen, consentido "legalmente" en muchos países, a personas inocentes que no pueden pueden defenderse y que no han hecho daño a nadie ... En cambio, calla ... o bien, cuando habla condenándolo, lo hace tarde (cuando ya se ha votado a favor del aborto, como en Irlanda) y lo hace tímidamente, lo cual no es propio en él, conociendo, como conocemos, su temperamento. Y el tema del aborto no es, precisamente, banal.

- En una próxima entrada me gustaría ahondar un poco más sobre la persona de Francisco.
José Martí

NOTA

Relación de algunos artículos relacionados con el cambio del punto 2267 en el Catecismo


INFOCATÓLICA

LIFE SITE NEWS



CNN

La Iglesia católica cambia sus enseñanzas: el papa declara la pena de muerte inadmisible

CRUX

Francisco cambia la enseñanza de la pena de muerte, diciendo que es 'inadmisible'


SECRETUM MEUM MIHI


ADELANTE LA FE

Lo que era negro ahora es blanco: el Papa altera el Catecismo para declarar que la pena de muerte es «inadmisible»


Por qué se equivoca el Papa con lo de la pena de muerte (Steve Skojec)

La pena de muerte. El anunciado fariseísmo de Bergoglio (Antonio Caponnetto)


ONE PETER FIVE
CATHOLIC FAMILY NEWS
Cambio del Papa a Catecismo no es sólo un juicio prudente, pero un rechazo del dog

El cambio del catecismo por el papa Francisco no es sólo un juicio imprudente sino un rechazo del dogma.

Selección por José Martí

viernes, 3 de agosto de 2018

LOS SANTOS QUE VIENEN (I) (Capitán Ryder)


A cuenta del caso Angelelli es preciso realizar algunos apuntes más sobre el tema de las beatificaciones-canonizaciones, especialmente las que veremos a partir de ahora.
Todas las organizaciones formada por hombres (la Iglesia lo es, aunque haya sido fundada por Cristo y esté asistida por el Espíritu Santo) están sometidas a la posibilidad de sufrir crisis de distintos tipos. Es suficiente con echar un vistazo a la historia de la Iglesia.
Las crisis se manifiestan de diversas maneras y tienen alcances distintos. No es atrevido afirmar que la crisis en la Iglesia es una auténtica metástasis y que viene de lejos. No se desaparece del mapa en dos generaciones si la crisis no es muy profunda.
Este hecho también se manifiesta, y se manifestará aún más, en los modelos que la Iglesia propone.
Hasta ahora, y por algunas de las personas propuestas, el tema no era tan evidente, pero también aquí Francisco ha tenido a bien dinamitar los diques.
¿Por qué no era tan evidente? Porque algunos de los modelos propuestos no “cantaban”. Me refiero, por supuesto, a Juan XXIII y Pablo VI, por ejemplo. También incluiría, por ejemplo, a Monseñor Romero.
Afirma el Padre Iraburu en uno de sus artículos:
Cuando la Iglesia canoniza un Papa, canoniza su personano canoniza su Pontificado, es decir, todos y cada uno de los actos de su ministerio en la Sede de Pedro. Sin embargo, la fe nos asegura que Cristo conforta muy especialmente al Obispo de Roma, personalmente y en cuanto Pastor de toda la Iglesia; y que esta asistencia es muy eficaz cuando, como en el caso de Juan XXIII y de Juan Pablo II, las personas son santas, es decir, plenamente dóciles al Espíritu Santo.
Algunos afirman hoy públicamente que las canonizaciones de Juan XXIII y de Juan Pablo II son falsas, alegando que la infalibilidad pontificia no asiste necesariamente a los Papas cuando declaran ante la Iglesia universal la santidad de un cristiano. Entre los que así piensan podemos citar a Mons. Fellay y a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X que él preside. Y a esta posición de lefebvrianos y filolefebvrianos se añade, entre otros, el señor Roberto de Mattei. 
En todo caso, y volviendo a los primero citados, no deja de ser curioso que los tradicionalistas extremos impugnen una doctrina que, aunque no haya sido objeto de una declaración pontificia «ex cathedra», es tan predominante en la tradición de la Iglesia. En efecto, el pueblo cristiano y fiel (sensus fidelium) cree con fe firme en la santidad de los santos declarados y definidos como tales por la máxima Autoridad apostólica de la Iglesia. Ella los eleva a los altares para que les demos culto litúrgico, solicitemos su intercesión y los tomemos como modelos perfectos y seguros de la santidad cristiana.
En este tema, como en tantos otros, algunos católicos simplemente manifestamos nuestra perplejidad y expresamos en voz alta nuestras dudas. Dudas nunca respondidas
Es otra de las manifestaciones de la crisis: abrazos, guiños, arrumacos con cualquier perseguidor de la Iglesia, desprecios para quien, amando a la Iglesia, simplemente plantea preguntas legítimas que afectan a la Fe.
Vienen bien los muñecos de paja, lefebvrianos y filolefebvrianos, para arrinconar ciertos debates, pero eso no hará desaparecer las dudas. 
Entre otras muchas, podríamos plantear las siguientes:
  • Entre el Beato Urbano V (1362-1370) y el Concilio Vaticano II, sólo hay 3 beatos (el citado, Inocencio XI, 1676-1689, Pío IX, 1846-1878) y 2 santos (San Pío V, 1566-1572, San Pío X, 1903-1914). Eso en casi 600 añosPosteriormente al Concilio Vaticano II, y coincidiendo con la mayor crisis en la historia de la Iglesia, hemos disfrutado de una batería de santos en el Papado sólo comparable a los primeros siglos. Son Santos, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, y ya está en proceso Juan Pablo I. No falta nadie, ya estamos todos.
  • ¿Se puede ser santo por una cosa y su contraria? Por ejemplo, ¿se puede ser santo luchando contra el comunismo, un rasgo distintivo de Juan Pablo II, y santo siendo filo-comunista, como Angelelli?. ¿Se puede ser santo, luchando contra el modernismo, San Pío X, o rehabilitando el pensamiento más o menos modernista, como Pablo VI? Ahí está el papel fundamental jugado por teólogos como Rahner, Kung o Schillebeeckx, en el Concilio y Post-Concilio.
  • ¿Se puede afirmar que eres mártir por odio a la fe y, por lo tanto, santo, en casos en los que sabemos que no es así, por ejemplo, Monseñor Romero?. En efecto, a Monseñor Romero, como Ellacuría y el resto de jesuitas, no los mataron por odio a la fe, los mataron por ser asociados, acertada o desacertadamente, con uno de los bandos de la guerra civil de El Salvador, el comunista. A este caso, habría que añadir ahora el de Angelelli.
Se puede arrinconar también este debate, pero la termita sigue horadando también este pilar de la Fe. 
Si quien hace suyas ideologías, cuyo objetivo manifestado es la destrucción de la Iglesia, es elevado a los altares, y no se pone en duda, todo el edificio de la Fe queda tocado.
Capitán Ryder
P.D: Hay más termitas en camino, mañana hablamos de ellas.

Pena de muerte: "La Santa Sede está aparentemente equivocada"



La parroquia de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, situada en Westwood (Kansas), ha colocado el siguiente anuncio en el boletín de este fin de semana

Estimados parroquianos,

Quizás hayan leído que la Congregación para la Doctrina de la Fe anunció recientemente que el Catecismo de la Iglesia Católica será corregido, para enseñar que la pena de muerte, es decir, la condena judicial para ajusticiar a un delincuente mediante la resolución de una autoridad competente, ahora ha de ser considerada siempre inadmisible.

Dejando de lado toda consideración de los detalles, y haciendo referencia solamente al principio general, esa posición es contraria a la ley natural y a la enseñanza perenne de la Iglesia.

La Santa Sede está aparentemente equivocada, y según mi punto de vista, ningún católico debería sentirse obligado por el Catecismo en este tema.

Por favor, recen por el Papa y por los obispos.

Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.

Padre John Fongemie

Ranjith, el Papa y la pena de muerte (Carlos Esteban)



Hablando de coincidencias desafortunadas: menos de un mes antes de que el Papa decidiera cambiar el Catecismo para condenar la pena de muerte, el Cardenal Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo apoya públicamente la decisión del presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, de aplicar la pena de muerte a los traficantes de drogas.

Sri Lanka no aplica la pena de muerte desde 1974, pero el pasado 11 de julio, el portavoz del presidente Maithripala Sirisena anunció que se había firmado la orden para empezar a aplicarla en casos extremos de asesinato, tráfico de drogas y violación.

Y la mayor autoridad eclesiástica de la isla, el Cardenal Malcolm Ranjith, declaró al día siguiente en una nota de prensa que la iglesia nacional apoyará la decisión sobre la pena capital para los traficantes de drogas que organizan sus delitos mientras permanecen en prisión.

El Cardenal, suponemos, basaba su decisión en la doctrina que la Iglesia ha mantenido durante siglos sobre la licitud de la pena de muerte aplicada por la autoridad legítima en casos extremos, tal como rezaba hasta ahora el punto 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por San Juan Pablo II en 1992: “Asumiendo que la identidad y la responsabilidad de la parte culpable se ha determinado por completo, la enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye el recurso a la pena de muerte, si ésta es el único medio defender las vidas humanas contra el agresor injusto”.

Poco podía saber Su Eminencia que menos de un mes después de su declaración, el mismo punto se leería así: 

“Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.
“Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”.
“Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que «la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona»[1], y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”.
El súbito cambio ha causado un gran revuelo por una serie de razones fácilmente comprensibles.

En primer lugar, ha sorprendido la oportunidad -o inoportunidad- del cambio, en un momento en que la Iglesia vive inmersa en una profunda crisis de nuevos escándalos de pederastia clerical a los que, a lo que parece, no se está dando otra respuesta que las vagas excusas, los ceses forzados e inevitables y las buenas intenciones que dejaron sin resolver el problema de fondo hace quince años.

Hay una gravísima alarma por la presencia abrumadora de depredadores homosexuales en los niveles más altos del estamento clerical, mientras que no existe debate reciente sobre la pena de muerte, un expediente cada vez más desprestigiado y raro en las democracias avanzadas, lo que ha llegado a algunos observadores a hablar de intento de distracción.

Por otro parte, aunque Monseñor Luis Ladaria, Prefecto para la Doctrina de la Fe, ha glosado el cambio como un mero ‘desarrollo de doctrina’ que completa pero no contradice la enseñanza anterior, es difícil ver cómo. En cuestión de horas, las redes sociales se llenaron de declaraciones de Papas, concilios, reputados teólogos y santos sosteniendo unánimes la doctrina recogida hasta ahora en el Catecismo, a saber: que la autoridad civil legítima puede lícitamente aplicar la pena de muerte en casos que lo requieran.

Es, por lo demás, lo bastante sólida -sin discrepancias doctrinales- como para que quepa pensar que se trata de dar la vuelta a una doctrina previa de la Iglesia. El desarrollo de doctrina puede aclarar enseñanzas disputadas o completar y ampliar otras ciertas, pero no contradecir una enseñanza anterior.

También se ha criticado la redacción de la enmienda, que tiene por única cita de autoridad las palabras del propio Francisco. Así, hablar de “sistemas de detención más eficaces”, es decir, se hace referencia a una circunstancia coyuntural que no afecta a todas las sociedades no puede garantizarse en el futuro para dictar una “inadmisibilidad” que se presume atemporal.

En el caso de Sri Lanka, por ejemplo, lo que se aduce es, precisamente, que la cárcel no solo disuade a los narcotraficantes, sino que incluso les sirve de base y sede para gestionar su actividad criminal. ¿Queda exento el caso por no constituir la prisión un “sistema de detención eficaz”? Suponemos que no, porque ya la anterior redacción de este mismo punto limita la licitud de la pena de muerte a los casos en que no exista otra medida de prevención eficaz, con lo que si se interpreta en este sentido, el cambio sería superfluo.

Ha sorprendido asimismo la extraña inclusión de esa afirmación de que la pena de muerte quita al reo “la posibilidad de redimirse definitivamente”. Evidentemente, solo puede estar refiriéndose a la reinserción social porque, desde luego, la pena capital no impide en absoluto la “redención definitiva” del reo, a menudo lo contrario: le da un urgente incentivo para poner su alma a bien con Dios.

Pero es, cuando menos, extraño que un Pontífice use una palabra tan central en nuestra fe como es la de “redención”, el fin último de nuestra existencia, para referirse meramente a reformar su conducta en años venideros, que parece más propia de una filosofía materialista que de la fe cristiana, para la que lo importante es asegurar la salvación eterna.

Por último, no pocos han señalado el inquietante precedente de “porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”. Es lo bastante amplio y difuso como para aplicarse a cambios de peso en muchos otros casos de la doctrina de la Iglesia.

Carlos Esteban

Francisco cambia el Catecismo: cree que la Iglesia estuvo equivocada hasta que él llegó



El papa Francisco intentó “cambiar” el Catecismo para oponerse definitivamente a la pena de muerte.

Vatican.va publicó el 2 de Agosto un nuevo texto, declarando que “la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio”, que la pena de muerte es “inadmisible” en todos los casos. No hay evidencia que el Evangelio considera a la pena de muerte inadmisible como tal.

Rom 13,1-7 reconoce definitivamente el poder de un gobierno para instituir el castigo capital donde sea apropiado.

Francisco contradice la enseñanza de la Biblia y de la Iglesia que la pena de muerte es en sí misma moralmente legítima, independientemente de la cuestión si, en una situación concreta, es prácticamente una oportunidad para llevarla a cabo.

En una carta explicatoria, el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, llama a la enseñanza errónea un “desarrollo auténtico” de doctrina que supuestamente “no está en contradicción con las enseñanzas anteriores del Magisterio”.

Éste es otro ejemplo de por qué no se puede tomar en serio el pontificado de Francisco.

LOS SANTOS QUE VIENEN (Y 2) (Capitán Ryder)



Hablábamos hace unos días que la beatificación de Angelelli abría una brecha, una más, en la muralla de la Fe.
La Iglesia se ha convertido en un campo minado donde es muy fácil perder la Fe. Ese campo de minas ha sido preparado durante demasiados años por laicos, monjas, sacerdotes, obispos, cardenales y Papas.
No sólo han hecho de la Fe algo extremadamente confuso sino que la cambian al gusto, según el momento histórico, la inspiración de cualquiera de ellos, o el pie con el que se levanten. Para colmo, las verdades que se mantienen a duras penas no son defendidas cuando cualquier pastor las ataca con ahínco.
Es necesario hacer frente a cada una de las falsedades que se intentan programar como verdades evangélicas. No hay caridad más grande.
A Angelelli le van a seguir otros muchos, que con la excusa de la defensa de los pobres, se adhirieron a ideologías que propugnaban, nada menos, que la muerte de Dios.
Ya se ha postulado la causa de beatificación de los sacerdotes palotinos Pedro Dufau, Alfredo Leaden y Alfredo Kelly, y los seminaristas Emilio Barletti y Salvador Barbeito.
En una misa celebrada hace unos días, homenaje posterior incluido, el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano dijo “hermanos nuestros asesinados por odio a la fe”.
Añado un texto de otro blog que nos da una idea de “estos mártires de la fe”:
1) El primer dato que el cable de AICA debió registrar es que el 2 de julio de 1976 una célula de Montoneros colocó una poderosa bomba en el comedor de la Superintendencia de Seguridad de la Policía Federal. Hubo 23 muertos y 66 heridos. El atentado fue planeado por Rodolfo Walsh, oficial de Inteligencia de la banda terrorista.2) Dos días después, el 4 de julio, un grupo paramilitar ejecutó una brutal represalia en la iglesia de San Patricio, ultimando a los cinco palotinos, cuyas actividades estaban en la mira, porque el templo era punto de reunión de los Montoneros. Las represalias son habituales en el marco de las guerras revolucionarias como la que vivimos, donde se  aplica el tremendo “ojo por ojo, diente por diente”. Es decir  la barbarie de San Patricio no se explica sin la barbarie de la bomba en la Policía, y no se puede considerar a la “Masacre” como un hecho aislado. Se impone entonces la correlación entre los dos hechos.3) Ahora bien ¿quiénes eran dos de los seminaristas y qué hacían?, otra pregunta que se impone: 
Emilio Barletti era un querido compañero de la Juventud Peronista y Montoneros que prestaba el recinto de la parroquia para reuniones de jóvenes que se oponían a la dictadura militar y además facilitaba el mimeógrafo existente para confeccionar proclamas de resistencia a los genocidas. Emilio trabajaba pastoralmente en las villas de emergencia de la zona Sur del Gran Buenos Aires y era integrante de un importante grupo que se estaba gestando en el seno de la Iglesia de Cristo perseguida y que se denominaba “Cristianos para la Liberación”Su primera participación política (antes de 1972) fue en el Movimiento de Renovación y Cambio liderado por Raúl Alfonsín. Luego cansado del guitarreo y la sanata, emigró al peronismo revolucionario. Militó en el partido de Lomas de Zamora, barrio las Heras, donde era responsable político y hasta el día de hoy, sus compañeros se acuerdan de la pureza de su alma, sus valores, su ética y su compromiso social como militante y como ser humano 
http://www.robertobaschetti.com/biografia/b/35.html
4) Sobre Salvador Barbeito escribe Horacio Verbitsky, en uno de sus libros:La guerrilla creó un organización de superficie que se llamó Cristianos para la Liberación en la que había sacerdotes como Jorge Adur,Vicente Adamo, Emilio Neira y Pablo Gazzari; y seminaristas como el palotino Salvador Barbeito”… (Verbitsky (a) “Capitán Salazar” conoce mucho del tema: fue uno de los responsables del atentado a la Policía Federal)
Si los méritos de estos sacerdotes y seminaristas eran éstos no es aventurado pensar que les sigan Ellacuría y el resto de jesuitas asesinados en El Salvador o cualquiera de los que militaron en la Teología de la Liberación.
Para que se vea lo que pasaba por las cabezas de muchos de estos sacerdotes podemos ver unos minutos (a partir del 5:40) de un debate en TVE donde Ellacuría defendía al sandinismo. Cobran actualidad estas palabras, precisamente ahora que Ortega está asesinado nicaragüenses incluso dentro de las iglesias. Ellecuría consideraba repugnante a quien calificaba a ese régimen de esa misma manera.
Los sacerdotes que se quieren elevar a los altares son calcomanías de Ellacuría.
Si esto no son los últimos tiempos…
Capitán Ryder
NOTAS
P.D1: Blog del que he tomado el contenido mencionado. http://catapulta.com.ar/?p=5827
P.D2: Un amigo me comenta como forma de preservar la Fe “No leo nada que sea posterior al siglo XVI”. Habrá que aplicar esta misma prevención a los anteriores a 1950.
P.D3: Estas beatificaciones son sal en la herida de cualquier católico decente pues en Argentina sí murieron católicos por el hecho de serlo. Para muestra un botón: Carlos Alberto Sacheri, del que dice la noticia que adjunto “Estudioso de Santo Tomás, ferviente católico, conocedor y crítico de nuevas tendencias sociales, en 1969 publicó el libro “La Iglesia clandestina”, en el cual denunciaba una infiltración marxista en la Iglesia Católica y cuestionaba a algunos dirigentes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo”. Dicen que ese libro le costó la vida. Asesinado al salir de Misa delante de sus 7 hijos.

jueves, 2 de agosto de 2018

Al Papa lo elige Dios (José Luis Aberasturi)


Es un aserto al que se agarra mucha gente, la verdad. Y se agarra a eso, bien por poca formación doctrinal y/o espiritual; bien por un afán -lícito, aunque equivocado- de seguridad. De seguridad en Dios y en la Iglesia, para uno mismo y para los demás; bien porque, sin más, así lo creen ya que, quizás, así se lo han enseñado. Pero hay que decir que las buenas intenciones no hacen verdadera una idea, o un deseo, o una historia.
Otra cosa es que se pueda decir tal cual…, porque no se puede. Simplemente, no es verdad.
Que se sepa, pues está incluso revelado, es que Jesús -verdadero Hombre y verdadero Dios- escogió al primer Papa, a Pedro: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y fuera de este -que se sepa, insisto- a ninguno más.
También escogió a los primeros Obispos, los demás Apóstoles. E instituyó el Sacerdocio Católico el dia del Jueves Santo: el mismo día en que instituyó el Sacramento de la Eucaristía y les dio a los hombres la capacidad -sobrenatural- de hacerlo en “su” Nombre: nunca en nombre propio.
Por tanto, lo que Cristo ha dado a “su” Iglesia -la Iglesia Católica y a ninguna otra, aunque esté de moda no decirlo así- como señas de identidad fundacionales y para siempre, es el Papado -con el Papa que lo encarna en cada momento-, son los Obispos -sucesores de los Apóstoles- y los Sacerdotes: su Presbiterio. Que se suceden históricamente a lo largo de los siglos: sin ellos no habría Misa, ni Eucaristía; ni siquiera habría Iglesia, porque no estaría Él presente y actuante: Salvador. 
Por contra, ¡nadie ha dicho jamás que haya visto votar al Espíritu Santo en ninguno de los múltiples cónclaves que ha habido en la historia de la Iglesia! Y no lo han dicho porque no lo han visto: de hecho, nunca ha pasado. Y no ha habido nigún Padre de la Iglesia, ni teólogo digno de ese nombre, ni escuela eclesial ni familia religiosa que haya afirmado tal cosa: que Dios elege al Papa. Nunca.
Porque al Papa lo votan exclusivamente los Cardenales Electores; es decir, los que tienen derecho a voto. Y nadie más. Y sale elegido el que sale elegido, con perdón por la perogullada.
Lo que también se sabe -porque lo han dicho los interesados en hacerlo así y en decirlo-, es que ha habido elecciones en las que el resultado estaba más que amañado de antemano. ¡Cosas de la poca integridad de las personas, aunque sean Cardenales! ¡Así es la vida!
Podría citar casos y dar nombres pero, ¿para qué? No aportan mucho a lo que estamos considerando. Nada, de hecho: ¡si hasta ha habido algún momento con más de uno o más de dos papas! Lo que demuestra, negro sobre blanco, quién elige al Papa. Y a los Obispos los nombra el Papa. Y a los Sacerdotes, su obispo,
Otra cosa es -yendo de abajo a arriba- que la vocacion sacerdotal es divina: ahí sí es Dios quien elige, quien da la vocación. Y uno, la acepta o la rechaza. Y la acepta con todas sus consecuencias, incluido el celibato, renunciando a otras posibilidades -icluso realidades presentes- para ser consecuente con esa llamada divina. Llamada que nadie puede darse a sí mismo. Llamada de la que deben asegurarse -les va en ello su felicidad terrena y eterna- los superiores, empezando por el Obispo. O el Papa y sus asesores, de cara a los mismos Ordinarios que va a llamar personalmente..
Otra cosa es ya la “carrera": la “plenitud del sacerdocio” -los obispos-, reservado a unos pocos que son llamados por sus superiores; y las dignidades -los Cardenales-, que crea el Santo Padre y de donde sale elegido el Papa.
Y así, unas veces sale elegido un Papa a la altura del Corazón de Cristo -los hemos conocido-, y otras veces sale elegido un Papa a la altura del corazón de los hombres, que ya sabemos cómo va la cosa. También los hemos conocido.
En el primer caso, la Iglesia va como la seda, por decirlo de alguna manera; aunque siempre hay “problemas” porque, ni el demonio ni los pastores mercenarios dejan por eso de existir. En el segundo caso y para todos en la Iglesia Católica, son tiempos de más Fe, de más Oración, de más exigencia personal -mayor Santidad, en definitiva-, porque son tiempos de prueba: no para Dios, sino para nosotros por parte de Dios. Porque ahí nos espera.
Y esto no desmiente que, se dé el caso que se dé, Dios siempre escribe derecho: hasta con renglones torcidos. Y “saque de los males bienes, y de los grandes males, grandes bienes".
Amén.
José Luis Aberasturi

Cardenal Coccopalmerio se excluyó de la Iglesia Católica



El cardenal pro-homosexual Francesco Coccopalmerio, de 80 años, cuyo secretario fue atrapado en el 2017 en una fiesta homosexual y de drogas, apoya la intercomunión.

Al hablar en Vatican Insider el 1 de agosto con el periodista cortesano de Francisco, Andrea Tornielli, Coccopalmerio llamó “importante”, “muy interesante” y “escrito con gran cuidado” a un documento herético de los obispos alemanes que “permite” la Comunión a los protestantes.

Según Cocopalmerio, los protestantes casados con católicos deberían recibir la Comunión “cada vez” que asisten a la Santa Misa, para no “dividir” a la pareja [aunque a la pareja no le importa no compartir la misma fe].

Para él “no es una condición necesaria” creer en la doctrina católica de la transustanciación para recibir la Santa Comunión, sino que es “suficiente” “creer” que el pan y el vino consagrados en la Santa Misa son el cuerpo y la sangre de Jesucristo.

Esta herejía fue condenada por el Concilio de Trento: “Si alguien dice que la sola fe es preparación suficiente para recibir el Sacramento de la Santísima Eucaristía, sea anatema” (Sesión XIII, Canon XI).

Papa contra Papas. Mortalium animus vs Unitatis Redintegratio



Me hace gracia como muchos intentan buscar una explicación a la crisis de la Iglesia y se quedan en el papa Francisco. Ven el lenguaje confuso, ambiguo, claramente carente de esa fuerza que tiene el auténtico lenguaje católico en el capítulo VIII de AL y sin embargo no son capaces de ver el juego de palabras, los giros y ambigüedades de gran cantidad de documentos postconciliares, sobre todo aquellos más problemáticos que han dado pie a la ruptura con muchas de las doctrinas que la iglesia ha defendido durante 2000 años. Una de estas doctrinas ha sido la unión de los cristianos. Dios juzgará a todos aquellos que han sido cómplices de estas ambigüedades . Ambigüedades que ningún papa postconciliar fue capaz de corregir , ni de aclarar. Es más todos y cada uno fueron dando un pasito hacia adelante hasta llegar a Francisco para quien el mayor enemigo del ecumenismo es el “proselitimo”.  
                                       MORTALIUM ANIMUS
  1. Otro error – La unión de todos los cristianos. – Argumentos falaces
    Pero donde con falaz apariencia de bien se engañan más fácilmente algunos, es cuando se trata de fomentar la unión de todos los cristianos. ¿Acaso no es justo -suele repetirse- y no es hasta conforme con el deber, que cuantos invocan el nombre de Cristo se abstengan de mutuas recriminaciones y se unan por fin un día con vínculos de mutua caridad? ¿Y quién se atreverá a decir que ama a Jesucristo, sino procura con todas sus fuerzas realizar los deseos que El manifestó al rogar a su Padre que sus discípulos fuesen una sola cosa?(1). y el mismo Jesucristo ¿por ventura no quiso que sus discípulos se distinguiesen y diferenciasen de los demás por este rasgo y señal de amor mutuo: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, en que os améis unos a otros?(2). ¡Ojalá -añaden- fuesen una sola cosa todos los cristianos! Mucho más podrían hacer para rechazar la peste de la impiedad, que, deslizándose y extendiéndose cada más, amenaza debilitar el Evangelio.
    5. Debajo de esos argumentos se oculta un error gravísimo 
    Estos y otros argumentos parecidos divulgan y difunden los llamados “pancristianos”; los cuales, lejos de ser pocos en número, han llegado a formar legiones y a agruparse en asociaciones ampliamente extendidas, bajo la dirección, las más de ellas, de hombres católicos, aunque discordes entre sí en materia de fe.
UNITATIS REDINTEGRATIO
Es más: de entre el conjunto de elementos o bienes con que la Iglesia se edifica y vive, algunos, o mejor, muchísimos y muy importantes pueden encontrarse fuera del recinto visible de la Iglesia católica: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y algunos dones interiores del Espíritu Santo y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a El conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo.
Los hermanos separados practican no pocos actos de culto de la religión cristiana, los cuales, de varias formas, según la diversa condición de cada Iglesia o comunidad, pueden, sin duda alguna, producir la vida de la gracia, y hay que confesar que son aptos para dejar abierto el acceso a la comunión de la salvación.
Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia.
Nota 1: La aplicación de este ecumenismo lleva a la caída de las conversiones. Si con la conversión al catolicismo nada varía sustancialmente y como dice este ambiguo documento “Cristo no ha rehusado servirse de estas iglesias como medios de salvación”, el mensaje que manda es que da lo mismo estar en una iglesia que en otra. En los EEUU, antes del Concilio se contaban anualmente cerca de ciento setenta mil conversiones: después del concilio cae dramáticamente la cifra a pocos centenares (1). El paralelismo entre este lenguaje y el utilizado por Francisco es indiscutible. Francisco es hijo del concilio y de sus concesiones y caprichos. Quejarse ahora de que el hijo les ha salido respondón creo que es totalmente incoherente teniendo en cuenta su contribución a la causa.
Nota 2: Hay que decir que es totalmente deshonesto enseñar en una universidad católica el documento Unitatis redintegratio sin explicar Mortalium animus. Yo he oído a profesores de religión de colegios católicos decir que la salvación está en otras iglesias también y que tampoco hay que ponerse dramáticos con lo de la Iglesia católica. Estos profesores han estudiado teología en universidades católicas.
Nota 3: La hermenéutica de la continuidad se cae a pedazos, el papa Benedicto XVI quiso arreglar un juguete roto. Si en el documento postconciliar pone A, no entiendo porque tenemos que leer B. Como siempre todos aquellos que tienen en su mano solucionar el problema y retractarse prefieren que la nieve vaya cubriendo el paisaje y las almas se vayan enfriando.
Nota 4: La crisis de fe y doctrina que ya existía y que el CVII en lugar de corregirla la agravó hasta extremos insospechados, oculta una crisis moral, la de los abusos a menores y la de la homosexualidad. El silencio cómplice de tantos obispos, cardenales y los mismos papas refleja que no les importa que los inocentes sean abusados, ni que las almas sean llevadas al desfiladero, no les importa que a los jóvenes se les arranque la inocencia y tampoco que las almas sean privadas de la salvación.
Todos y cada uno responderán ante Dios.
Nota 5: Una de las causas de estos silencios es síntoma de una grave enfermedad, el clericalismo.
(1) Iota Unum. Romano Amerio

La respuesta católica correcta a las manifestaciones del orgullo gay (Monseñor Schneider)



Nota de Adelante la FeAnte la gran difusión que han alcanzado por todo el mundo las marchas de reivindicación del orgullo gay, un obispo católico tiene el grave deber moral de alzar la voz y denunciarlas. Es más, se puede constatar el creciente apoyo de representantes del clero católico al orgullo gay en medio del silencio, la pasividad y el temor de las autoridades eclesiásticas que deberían denunciar la situación sin rodeos y defender a la Iglesia de la inoculación del veneno de la ideología homosexual y de género y proclamar la verdad de la creación de Dios y sus santos mandamientos. Mons. Schneider ha tenido la valentía de hacerlo ante el silencio cuasi generalizado.

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En las últimas décadas han comenzado a difundirse por las ciudades del mundo occidental manifestaciones llamadas del orgullo gay. Este fenómeno, en constante crecimiento, tiene el claro objetivo de adueñarse de los espacios públicos de todas las ciudades de Occidente, y a largo plazo, del mundo entero, con excepción de los países islámicos por temor a las previsibles reacciones violentas.

Dichas manifestaciones se llevan a cabo con enormes recursos financieros y logísticos, y acompañadas de una propaganda que es apoyada al unísono por los sectores más influyentes de la vida pública, es decir, por la nomenklatura política, los medios de comunicación y los poderosos imperios económicos y financieros. Semejante apoyo unánime por parte de las mencionadas instituciones públicas ha sido típico de los sistemas totalitarios a lo largo de la historia, que lo utilizaban para imponer a la sociedad una ideología determinada. Las manifestaciones llamadas del orgullo gay son inconfundibles con las marchas propagandísticas de diversos regímenes políticos totalitarios del pasado.

Queda, no obstante, una importantísima institución en la vida pública que todavía no ha entrado a formar parte oficialmente o en gran medida del coro unánime de apoyo a las marchas del orgullo gay: es la voz de la Iglesia Católica. El totalitarismo de la ideología homosexual o de género persigue su objetivo más ambicioso, que es conquistar el último bastión de resistencia que constituye la Iglesia Católica. Mientras tanto, ese empeño ha conocido por desgracia algunos éxitos, pues puede constatarse que cada vez más sacerdotes, e incluso algunos obispos y cardenales, expresan públicamente y de diversas maneras apoyo a esas marchas totalitarias del orgullo gay. Al hacerlo, dichos sacerdotes, obispos y cardenales se convierten en activistas y promotores de una ideología que supone una ofensa directa a Dios y a la dignidad del ser humano, creado varón o mujer; creado a imagen y semejanza de Dios.

La ideología de género o la ideología de la homosexualidad suponen una rebelión contra la obra creadora de Dios, que es una obra admirablemente sabia y amorosa. Se trata de una rebelión contra la creación del ser humano en los dos sexos, masculino y femenino, que son necesaria y maravillosamente complementarios. Los actos homosexuales y lésbicos profanan el cuerpo, masculino o femenino, que es templo de Dios. De hecho, el Espíritu Santo dice: «Si alguno destruyere el templo de Dios, le destruirá Dios a él, porque santo es el templo de Dios, que sois vosotros» (1ª a los Corintios 3,17). El Espíritu Santo declara en las Sagradas Escrituras que los actos homosexuales son algo ignominioso, porque son contrarios a la naturaleza tal como fue creada por Dios: «Por esto los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza. E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones, y recibiendo en sí mismos la paga merecida a sus extravíos. Y como no estimaron el conocimiento de Dios, Dios los entregó a una mente depravada para hacer lo indebido» (Rm.1, 26-28). El Espíritu Santo declara, pues, que quienes cometen actos gravemente pecaminosos, entre los que se cuentan también los actos homosexuales, no heredarán la vida eterna: «No os hagáis ilusiones. Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes ni los que viven en rapiña heredarán el Reino de Dios» (1ª Cor. 6,9-19),

Ahora bien, la gracia de Cristo es tan grande que puede transformar a un idólatra, a un adúltero o un homosexual practicante en un hombre nuevo. El texto citado de la Palabra de Dios prosigue con estas palabras: «Tales érais algunos [idólatras, adúlteros, sodomitas]; mas habéis sido lavados, mas habéis sido santificados, mas habéis sido justificados en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios» (1ª Cor. 6,11). Ante esta verdad y realidad de la gracia, resplandece en el escenario antidivino y antihumano de la ideología y la práctica de la homosexualidad la luz de la esperanza y del verdadero progreso, es decir, la esperanza y la posibilidad auténtica de transformación de una persona que comete actos homosexuales en un hombre nuevo, creado en la verdad de la santidad: «No es así como vosotros habéis aprendido a Cristo, si es que habéis oído hablar de Él y si de veras se os ha instruido en Él conforme a la verdad que está en Jesús, a saber: que dejando vuestra pasada manera de vivir os desnudéis del hombre viejo, que se corrompe al seguir los deseos del error, os renovéis en el espíritu de vuestra mente y os vistáis del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y la santidad de la verdad» (Ef. 4,20-24). Estas palabras de Dios son el único mensaje digno de esperanza y de liberación que un cristiano y, con mayor motivo, un sacerdote u obispo, debe ofrecer a quienes cometen actos homosexuales o propagan la ideología de género.

El totalitarismo y la intolerancia de la ideología de género exigen también, lógicamente, una aceptación totalitaria. Todos los sectores de la sociedad, la Iglesia católica incluida, deberían por tanto expresar de algún modo que aceptan esa ideología. Uno de los medios públicos y más concretos de tal imposición ideológica lo tenemos en las marchas del orgullo gay.

No se puede excluir que en un futuro no muy lejano la Iglesia Católica se encuentre en una situación semejante a la persecución por parte del Imperio Romano durante los tres primeros siglos, cuando los cristianos también estaban obligados a adherirse a la ideología totalitaria de la idolatría. En aquella época, la prueba o verificación de tal adhesión estaba en el acto civil y políticamente correcto de quemar unos granos de incienso ante una estatua de un ídolo o del Emperador.

Hoy en día, en vez de quemar granos de incienso se ha introducido el tener gestos de solidaridad con las marchas del orgullo gay pronunciando palabras de bienvenida por parte de clérigos y hasta mediante celebraciones religiosas especiales en apoyo de los presuntos derechos a las actividades homosexuales y a la difusión de su ideología. Somos testigos del increíble escenario en el que algunos sacerdotes, y hasta obispos y cardenales, sin ruborizarse, ofrecen ya granos de incienso al ídolo de la ideología de la homosexualidad o de la teoría de género ante los aplausos de los poderosos de este mundo; es decir, ante los aplausos de los políticos, de los medios de difusión y de las poderosas organizaciones internacionales.

¿Cuál debe ser la respuesta correcta de un cristiano, de un católico, de un sacerdote o un obispo ante el fenómeno del llamado orgullo gay?

En primer lugar, se debe proclamar con caridad la verdad divina sobre la creación del ser humano, proclamar la verdad sobre el desorden objetivo en el plano psicológico y sexual de la tendencia homosexual, y luego hablar de la ayuda necesaria y discreta a las personas con tendencia homosexual a fin de que obtengan la cura y se libren de su deficiencia psicológica.

Se debe proclamar, además, la verdad divina sobre el carácter gravemente pecaminoso de los actos homosexuales y del estilo de vida homosexual, porque ofenden a la voluntad de Dios. Hay que proclamar con preocupación verdaderamente fraterna la verdad divina sobre el peligro de perdición eterna del alma de los homosexuales practicantes e impenitentes.

Asimismo, con valentía cívica y por todos los medios pacíficos y democráticos se debe protestar contra el vilipendio de las convicciones cristianas y contra la exhibición pública de obscenidades degradantes. Hay que protestar contra la imposición de marchas con carácter de militancia política-ideológica a poblaciones enteras de ciudades y países.

Con todo, lo más importante está en los medios espirituales. La respuesta más poderosa y valiosa se expresa en los actos públicos y privados de desagravio a la santidad y majestad divinas, tan grave y públicamente ultrajadas con las marchas del orgullo gay.

De manera inseparable a los actos de desagravio está la oración fervorosa por la conversión y la salvación eterna de los promotores y activistas de la ideología homosexual, y sobre todo de las almas de las desdichadas personas que ejercen la homosexualidad.

Que las siguientes palabras de los Sumos Pontífices afiancen la reacción católica al fenómeno del orgullo gay.

El papa Juan Pablo II protestó contra el desfile del orgullo gay de Roma del año 2000 con estas palabras: «Creo que es necesario aludir a las conocidas manifestaciones [del orgullo gay] que han tenido lugar en Roma durante los días pasados. En nombre de la Iglesia de Roma no puedo por menos de expresar mi amargura por la afrenta hecha al gran jubileo del año 2000 y por la ofensa a los valores cristianos de una ciudad tan querida para el corazón de los católicos de todo el mundo. La Iglesia no puede callar la verdad, porque faltaría a su fidelidad a Dios Creador y no ayudaría a discernir lo que está bien de lo que está mal» (Palabras previas al ángelus del 9 de julio de 2000)

El pontífice reinante, Francisco, ha alertado en varias ocasiones del peligro de la ideología de género, por ejemplo cuando dijo:

«Tú, Irina, has mencionado un gran enemigo de matrimonio hoy en día: la teoría del género. Hoy hay una guerra mundial para destruir el matrimonio. Hoy existen colonizaciones ideológicas que destruyen, pero no con las armas, sino con las ideas. Por lo tanto, es preciso defenderse de las colonizaciones ideológicas» (Discurso durante el encuentro con sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de pastoral, Tiflis, 1 de octubre de 2016).

«Estamos viviendo un momento de aniquilación del hombre como imagen de Dios. Quisiera concluir aquí con este aspecto, porque detrás de esto hay ideologías. En Europa, América, América Latina, África, en algunos países de Asia, hay verdaderas colonizaciones ideológicas. Y una de estas —lo digo claramente con “nombre y apellido”— es la ideología de género. Hoy a los niños —a los niños— en la escuela se enseña esto: que cada uno puede elegir el sexo. ¿Por qué enseñan esto? Porque los libros son los de las personas y de las instituciones que dan el dinero. Son las colonizaciones ideológicas, sostenidas también por países muy influyentes. Y esto es terrible. Hablando con el papa Benedicto, que está bien y tiene un pensamiento claro, me decía: “Santidad, esta es la época del pecado contra Dios creador”» (Discurso durante el encuentro con los obispos polacos con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, Cracovia, 27 de julio de 2016).

Los verdaderos amigos de las personas que promueven y cometen acciones degradantes durante las marchas del orgullo gay son los cristianos que dicen:

«No quemaré ni un grano de incienso ante el ídolo de la homosexualidad y de la teoría de género, ni aunque –¡no lo permita Dios!– lo hagan mi párroco o mi obispo.

Realizaré actos privados y públicos de desagravios y rezaré intercediendo por la salvación eterna de las almas de todos los que practican y promueven la homosexualidad.

No tendré miedo del nuevo totalitarismo político-ideológico de la ideología de género, porque Cristo está conmigo. Y así como Cristo derrotó a todos los sistemas totalitarios del pasado, también derrotará el totalitarismo de la ideología de género hoy en día».

¡Christus vincit, Christus regnat, Christus imperat!

28 de julio de 2018

+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la arquidiócesis de María Santísima en Astaná
(Traducido por Bruno de la Inmaculada/Adelante la Fe)

El gobierno indio se plantea prohibir la confesión (Carlos Esteban)



La Comisión Nacional de las Mujeres, una agencia dependiente del Gobierno nacionalista indio, recomienda al Ejecutivo que prohíba en todo el territorio nacional el sacramento de la penitencia.

La excusa está en dos supuestos casos de extorsión a mujeres por parte de sacerdotes en el confesionario, uno en Kerala y el otro en el Punjab, informa Asia News. Ambos casos aparecen citados en la recomendación elaborada por la Comisión de las Mujeres, hecha pública a finales del pasado mes, en la que se pide una prohibición nacional de la confesión como medida “para evitar la extorsión por parte de los sacerdotes”, quienes, según la Comisión, “obligan a las mujeres a divulgar sus secretos”.

El presidente del episcopado indio, Cardenal Oswald Gracias, arzobispo de Bombay, ha protestado firmemente lo que considera una violación abierta de la libertad religiosa. “Me ha indignado oír esta petición”, ha señalado Su Eminencia, al tiempo que recordaba que la libertad religiosa está consagrada en la Constitución del país. “Demuestra una absoluta falta de comprensión de la naturaleza y el significado del sacramento de la penitencia”.

Al frente de la Comisión Nacional de las Mujeres está Rekha Sharma, nombrada en 2015 por el partido gobernante, el Bharatiya Janata Party (BJP), famoso por su hostilidad contra el cristianismo. En algunos estados indios donde el BJP gobierna en mayoría se han aprobado de hecho leyes que prohíben la conversión a cualquier confesión cristiana.

Gracias ha recordado a la Comisión que tiene prioridades más urgentes en una sociedad como la India, donde las actitudes hacia la mujer no son exactamente ejemplares.

La noticia llega en un momento en que los católicos empiezan a sentir nuevos frentes de persecución. En Israel, el Patriarcado Latino de Jerusalén ha expresado “gran preocupación” sobre la nueva Ley del Estado-nación israelí, que al convertir el país en “un Estado para el pueblo judío”, dejaría desprotegida a la población que habita el territorio sin ser hebreo como, por ejemplo, los cristianos de Tierra Santa.

También en China los observadores alertan de que el Partido Comunista ha iniciado una agresiva ‘sinificación’ de la Iglesia Católica china, que los acuerdos con la Santa Sede ha dejado parcialmente bajo su control.

Carlos Esteban

Teofantes de no sé qué nueva era cristiana, que hacéis la teología de la transacción y del acomodo. Mons. Pie



¿CONOCÉIS EN NUESTROS TIEMPOS A ALGUIEN QUE HABLE ASÍ DE LA VERDAD?

Debo decir que en cierta ocasión pude presenciar una conversación en la que cierta persona que dudaba de la integridad de la doctrina del capítulo VIII de AL era tachada de intolerante y fundamentalista. Es verdad que nuestro cristianismo lo hemos ido acomodando a las necesidades de cada uno y a falta de alguien con autoridad, seguiremos relajando nuestra manera de pensar y de actuar, hasta dejar de reconocer la Verdad. Por mucho que se empeñen algunos e intenten cambiar, adaptar y rebajar la doctrina solo nos queda ser fieles a todo aquello que se nos ha transmitido por mucho que los de la línea media nos tachen de lo que nos tachen , ¿o es que acaso creemos que el cielo se gana a cualquier precio?

Los párrafos que escribo a continuación están sacados del pensamiento del cardenal Pie. No han perdido actualidad. Es un reflejo fiel de nuestro cristianismo del siglo XXI, es una condena a todas las concesiones de nuestros obispos a la democracia liberal, a las reuniones ecuménicas todos agarrados de la mano haciendo el ridículo. ¿De verdad creen que eso los va a salvar?, ¿no están acaso traicionando la fe de nuestros padres? Babean ante el político de turno y se venden al mejor postor. Y como dejarnos atrás nuestras vidas acomodadas dedicando apenas unos minutos del día a dar gracias, como olvidarnos cuando priorizamos todos los éxitos mundanos.

La conciliación de la linea media.

La renuncia a la integridad doctrinal conduce a numerosos católicos a propiciar una línea medianera entre la rebelión y la doctrina de Cristo. Una actitud semejante lleva a decir a Mons. Pie que si comparamos el cristianismo de nuestro tiempo con el de la época de San Martín de Tours, uno podría francamente preguntarse si se nos ha enseñado el mismo evangelio, si hemos recibido el mismo bautismo, si son los mismos los compromisos que hemos asumido. “Un cristianismo que capitula cotidianamente ante Satán, que pacta con las pompas del mundo, que amalgama las tinieblas con la luz, a Belial con Jesucristo; un cristianismo que cambia según todo viento de doctrina, que revisa a cada instante y corrige las verdades de fe, las enseñanzas de la Iglesia, según los prejuicios y las opiniones móviles del tiempo; un cristianismo que duda de sí mismo, y que no tiene ni el coraje ni la dignidad de sus convicciones; un cristianismo sin espíritu de penitencia, sin mortificación y que se imagina poder subsistir en una vida cómoda y sensual; un cristianismo que relega a último lugar el sentimiento de lo religioso. 
Así muchos intentan con Cristo y con Satán, hay quienes intentan una línea de conciliación de los contrarios y cuántos católicos se glorían de pertenecer al partido de la moderación, y que cometen el error de dar cada día nuevas fuerzas al monstruo que los devora; generación sin principios, sin ardor y que está dispuesta a sufrir el mal antes que ponerle remedio.
Hablando a los sacerdotes el cardenal Pie les decía que el enemigo cambia de lenguaje y modifica el tono de su voz según la necesidad de los tiempos. Así por ejemplo a las negaciones atrevidas de los arrianos, sucedieron las concesiones hipócritas de los semi-arrianos. Así como los asertos descarados del naturalismo pelagiano cedieron el puesto a las afirmaciones aparentemente moderadas de los semipelagianos de rostro inocente.

Podríamos decir que después del CVII los modernistas ganaron la batalla y aquellos que pudiera parecer que se mantuvieron en la trinchera durante algún tiempo conservando la fe y la doctrina, en seguida claudicaron y consiguieron encontrar su justo medio, Dios mío en cuantos sacerdotes estoy pensando, en cuantos fieles que quisieron acabar la guerra antes de tiempo y cedieron y siguen cediendo. Son esos nuevos católicos moderados que han conseguido la paz a costa de ceder, como los semiarrianos y como los semipelagianos. Estos católicos no son modernistas agresivos porque no les van los enfrentamientos, ellos prefieren dialogar y ceder. Ha ocurrido con el capítulo VIII de la AL de Francisco, ocurrió con muchos documentos del CVII. 


En todos aquellos que callaron y han callado es en los que estoy pensando. Los semiarrianos cedieron en una coma y los neocatólicos del siglo XXI han tragado carros y carretas. Ellos dicen que ya han pasado los peligros para la religión y que esta época ofrece todas las ventajas. Nada más lejos de la realidad, pensar que el enemigo dejará de atacar a Cristo y a su Iglesia. No hay nada más cobarde que un soldado desertor .

Así es, pero es que los nuevos cristianos son así. No les gusta pelear, les repele el combate.

El Oriente en llamas

miércoles, 1 de agosto de 2018

Rechazad las amalgamas mortíferas. No es cristiano quien dirige su sonrisa complaciente a lo verdadero y a lo falso.




¿Por qué tan pocos teólogos y pastores combaten el error que amenaza nuestra fe y nos asedia por todos los lados?
La respuesta está en San Agustín. En vida de este santo obispo se había establecido en Africa la secta de los donatistas. De manera semejante a los librepensadores de nuestro tiempo, reivindicaban para sí el privilegio de construirse una religión propia y seguirla sin riesgo social alguno. Viendo como el poder temporal toleraba su cisma, enrostraban a los obispos su obstinación en atacarlos y tratar de convencerlos de que volviesen a la doctrina tradicional. ¿Por qué os ocupáis de nosotros?, ¿por qué no buscáis?, decían estos desertores de la verdad.
Les predicaba insistentemente San Agustín: Si tu quieres errar y si tu quieres perderte, más razón tengo yo para no quererlo. Soy inoportuno decía San Agustín, es verdad pero oigo al Apóstol que me dice: “Predica a tiempo y a destiempo”. A tiempo, para los que quieren oir mi palabra ; a destiempo , para los que no la quieren oir. Por tanto debo saber ser inoportuno e intempestivo. Tú quieres errar y perecer, pero yo no lo quiero. Por consiguiente mientras estés en el error , te buscaré, mientras yerres para tu pérdida , te perseguiré. Lo quieras o no, así lo haré. Aunque todas las zarzas de la selva me desgarren, correré por los senderos más estrechos, atravesaré todos los zarzales; mientras me quede el temor de Dios y un átomo de fuerza, no me detendré, clamaré, caminaré.¡Si mis persecuciones te fatigan , sólo te queda un recurso; dejar de extraviarte y de perderte! Sabedlo pues: Cuando hablo contra el error, me mueve sin duda el deseo de convertir a alguien que está afuera, el deseo de una conquista exterior , pero más me mueve el temor de un daño interior”.
La frialdad ante la herejía en tantos pastores lleva a los fieles a pensar que Dios puede estar en un lado y en el otro, que Dios puede ser honrado en todos los campos y que no importa la elección; que son querellas intestinas las que producen estas luchas. Hoy la amplia mayoría de los fieles piensan así, a nadie le interesa combatir el error, al contrario que San Agustín no les mueve ni la conquista interior , ni la exterior, ni el deseo de convertir, ni el temor de Dios. ¿Puede decirme alguien qué tipo de fe es la que profesan?
Hoy después de 14 siglos nos volvemos a encontrar cristianos que conocen la verdad pero que se dejan seducir por el error. Viviendo en una nación cuyo derecho público concede igual protección a la religión verdadera y a las herejías, tales cristianos corren el peligro de llegar a creer que es indiferente ante la ley divina y ante Dios mismo lo que es indiferente ante la ley de los hombres. Toca a nosotros promulgar que no hay sino un solo nombre bajo el cielo en el cual los hombres puedan ser salvos, que no hay sino un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Toca a nosotros proclamar que el cristianismo es inmutable.
Callar es un crimen. El silencio se produce por falta de amor de Dios y por falta de odio al error. Resulta insuficiente la afirmación de la Verdad cuando se evita la censurar el error. Como dice el cardenal Pie, “la afirmación calla, si deja indiferentemente que la negación se ponga de su lado”
No es símbolo del cristiano ese instrumento llamado veleta. No, dice San Pablo, no nos dejemos llevar por todo viento de doctrina (Ef 4,14)
Ideas sacadas del libro de Alfredo Sáenz, El cardenal Pie
El Oriente en llamas

martes, 31 de julio de 2018

El Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolín, elogia al cardenal modernista Bernardin



Durante su período de vacaciones en la región de Trento (Italia), el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, ensalzó al final de la misa dominical en Tonadico al fallecido cardenal de Chicago, Joseph Bernardin (+1996), cuyos padres emigraron de ese pueblito.

Parolin llamó a Bernardin – quien fue el líder modernista en Estados Unidos – “el gran Joseph Bernardin”, según publicó el 30 de julio la página web LaVoceDelNordest.eu. Continuó afirmando que Bernardin fue un “gran pastor, pero después, sobre todo, sufrió demasiado”.

Para los medios de comunicación anti-Iglesia, Bernardin fue un héroe. Durante el reinado de Bernardin (1982-1996), la arquidiócesis de Chicago perdió casi el 25% de sus clérigos.
En las semanas finales de Bernardin, el entonces presidente Bill Clinton lo premió con la Medalla Presidencia de la Libertad. Su misa fúnebre fue presidida por su buen amigo, el cardenal radical Roger Mahony.

Bernardin fue responsable de la configuración de la “maquinaria Bernardin”, con la que controló la Conferencia Episcopal Estadounidense y casi todas las designaciones episcopales.

La ideología Bernardin consiste en no defender ni predicar ninguna enseñanza de la Iglesia considerada “controvertida” [por los medios de comunicación oligarcas] y en utilizar medidas disciplinarias casi exclusivamente en orden a perseguir a los sacerdotes católicos fieles.

Cuatro sugerencias sobre cómo reconocer la buena música litúrgica (maestro Aurelio Porfiri)


Con frecuencia me preguntan cómo se puede reconocer qué música es buena para la liturgia y cuál no.

Para responder esta pregunta, es suficiente con conocer lo que la Iglesia enseña a este respecto. Esta enseñanza está contenida en el Motu Proprio Sobre la Música Sagrada, de san Pío X (noviembre de 1903).

1) Pío X lo puso de este modo: Cuanto más se asemeje la música al canto gregoriano, tanto más apropiada es para la liturgia. Ésta es la regla fundamental.

2) La música sagrada debe ser excelente. Ésta es la razón por la cual los que la evalúan deben ser músicos. Esto no es “elitismo”, sino el hecho que la bondad de la forma, que es parte de la belleza, tiende a la Belleza suprema de Dios. Dios se merece lo mejor que tenemos.

3) La música debe inspirar la santidad, no un vago sentimiento emocional. Pío X pone en guardia en su carta encíclica Pascendi (de setiembre de 1907) sobre la tentación de reducir la religión a sentimentalismo. La música sagrada es elevación a Dios, no darse un baño en el yo pecaminoso de uno mismo.

4) La verdadera música sagrada es sagrada en todas partes, porque el catolicismo es universal. En consecuencia, una pieza musical elaborada por un compositor africano, americano, asiático, australiano o europeo puede tener un acento particular que proviene de sus fundamentos históricos-culturales, pero sin embargo debe ser parte de una cultura más amplia: la católica.

Aurelio Porfiri