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viernes, 10 de mayo de 2019

El Papa a la Guardia Suiza: la diversidad religiosa es “riqueza humana”



El Papa ha vuelto a elogiar la diversidad de religiones como “una riqueza humana” en su discurso ante la Guardia Suiza.

“Sobre todo, tenéis la oportunidad de crear una sana amistad y entrenaros en el respeto a las peculiaridades y a la idea de los otros, aprendiendo a reconocer en el otro un hermano y un compañero con quien compartir serenamente un trecho del camino”, dijo el Santo Padre a las nuevas promociones de la Guardia Suiza. “Esto os ayudará a vivir en sociedad con la actitud correcta, reconociendo la diversidad cultural, religiosa y social como una riqueza humana y no como una amenaza”.

Este ensalzamiento de la ‘diversidad religiosa’, tan extraño en alguien cuya misión consiste en llevar la Buena Nueva de Cristo hasta el último rincón de la tierra, ha tenido un precedente próximo en su reciente viaje a Macedonia, donde dijo que la belleza del país se debía a su diversidad religiosa.

Su Santidad armó un considerable revuelo con una frase de su ‘pacto para la paz’ firmado en Abu Dabi con el Gran Imán de Al Azhar y del que tan orgulloso está que mandó enviarlo a todas las universidades e instituciones educativas católicas para su estudio.

“El pluralismo y la diversidad de religiones, color, sexo, raza y lengua son queridos por Dios en su sabiduría, mediante la cual creó a los seres humanos”, es la polémica frase en cuestión. A poco de su publicación, diversos teólogos comentaron sorprendidos que Dios no puede querer que los hombres vivan en la falsedad, siendo Él mismo la Verdad, y la existencia de ‘diversas’ religiones exige exactamente eso, y su extrañeza de que fuera precisamente un pontífice romano quien hiciera semejante afirmación.

En Roma, como empieza a ser costumbre, no se dieron por enterados. Nadie respondió a la creciente acumulación de artículos e intervenciones perplejas, hasta que el obispo auxiliar de Astaná, en Kazajstán, Athanasius Schneider, en una visita a Roma, comunicó directamente al Papa su perplejidad por la confusa expresión.

Su Santidad dio una respuesta que dejó satisfecho al obispo: naturalmente, en ese párrafo se refería a la ‘voluntas permissiva’ de Dios, es decir, no a lo que quiere positivamente sino a lo que tolera. Es decir, del mismo modo que ‘quiere’ la Peste Negra o el tsunami de Indochina.

En su alivio por obtener una respuesta ortodoxa, Schneider parece haber pasado por alto que, al quedar absolutamente todo lo que pasa incluido en esa ‘voluntas permissiva’, la frase carecía de sentido, resultaba absolutamente superflua y evidentemente confusa (*)

Y ahora toda esa delicada construcción teórica se viene abajo con la repetición papel. Si Macedonia debe su belleza sobre todo a su diversidad religiosa, hay que entender ‘a sensu contrario’ que el que todos allí confesaran a Cristo y a su Iglesia la afearía; y si la diversidad de religiones es una “riqueza”, el que todos adoraran al verdadero Dios supondría un empobrecimiento.