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jueves, 2 de octubre de 2014

Agujero sin tapar, inundación segura ( padre Alfonso Gálvez)

El artículo original puede leerse pinchando aquí

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Quien es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho; y quien es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo muchoEstas palabras son de Jesucristo, y están contenidas en el Evangelio de San Lucas, 16:10.

Los principios morales no pueden ser cambiados por el hombre ni en lo más mínimo. Cuando se empieza haciéndolo así --en lo pequeño--, se termina haciéndolo en lo esencial o en el conjunto de ellos. Y entonces llega la catástrofe.
La razón de que sea así es porque están fundados y fijados por Dios en la misma naturaleza humana (su Creador), la cual, a su vez, se fundamenta en la Ley Natural, que no es sino una derivación de la Ley Eterna (divina) puesta en el hombre.
Y el hombre no puede enmendar la plana a Dios, desplazándolo del primer plano para erigirse él mismo en su propio Creador y Legislador. Al menos así lo había creído la Humanidad desde su principio hasta ahora.
Hasta que llegó el Cardenal Kasper, con su grupo de secuaces (arriba, colaterales y servidores) y dispuso que las cosas no iban a ser así.
Ahora --Kasper dixit-- ya no existe la naturaleza humana ni, por lo tanto, la Ley Natural. La misma Cristiandad, a lo largo de más de veinte siglos, ha estado viviendo en Babia, que es lo mismo que decir absolutamente equivocada.
 Y la horrible oscuridad duró hasta finales del siglo XVIII, cuando aparecieron por fin los filósofos idealistas alemanes (Schelling, Hegel), en el día de hoy secundados por sus epígonos modernistas (que actualmente han sustituido al Espíritu Santo en el gobierno de la Iglesia), para decir a la Humanidad que tales conceptos son un invento puramente humano, hoy demostrado falso por la ciencia (freudismo, darwinismo, evolucionismo, etc.). Por fin ha sabido la humanidad que es el hombre quien se hace a sí mismo.
¿Qué clase de demostraciones existen que puedan asegurar como que son ciertas afirmaciones de tanta importancia, las cuales suponen un cambio en la concepción del hombre? En realidad ninguna que sea seria.
¿Entonces...? Lo que ustedes quieran, pero es que así lo dicen Schelling, Hegel y demás idealistas. Seguidos por toda la cohorte de discípulos que, pasando por toda la constelación de pensadores de la Ilustración, desembocaron en Engels, Marx, y ahora, por fin, en el Modernismo. Y punto. Y a ver quién se atreve a pasar por retrógrado y opositor al Progreso, a la Ciencia Moderna, y a los únicos Pensadores y Salvadores de la Humanidad que hasta ahora había tenido el mundo.
Claro que todo esto tiene sus antecedentes, aunque la brevedad nos exige limitarnos aquí a unos pocos ejemplos, los más próximos a nosotros en el tiempo.
Cuando se comienza cediendo un algo en los principios morales (porque así lo exigen las nuevas necesidades, por adaptarse al mundo y no parecer obsoletos, por la presión del ambiente..., y en realidad por cobardía), se desemboca en catástrofe. Se empieza jugando con fuego y se acaba incendiando el edificio.
El Papa Pablo VI, que cedió en tantas cosas (recuérdese lo sucedido con la reforma litúrgica de la Misa: se empezó facilitando una mayor participación del pueblo y se terminó en los shows circenses), consintió en considerar tema de estudio la licitud del uso de la píldora anticonceptiva. Cuando al cabo de unos cuantos años apareció la Encíclica Humanae Vitae, diciendo que era contraria a la Ley Natural, ya casi todos los matrimonios católicos --y los no matrimonios-- la estaban usando. Y ahora, que vaya alguien a ponerle puertas al campo. En la actualidad, la inmensa mayoría de los confesores católicos aconsejan o justifican su uso (olvidando sin duda que existe una Justicia Divina y una condenación eterna).
Dios dispuso que el fin principal del matrimonio era el de la procreación y la educación de los hijos. Y así fue creído en todo momento por toda la Humanidad, además de ser lo predicado y sostenido siempre por la Iglesia. El número de hijos era dejado a la libre determinación de la Providencia Divina (la que cuida de los lirios del campo, de los pajaritos del cielo, etc.), los matrimonios numerosos eran frecuentes y felices, los hijos se educaban en un ambiente cristiano en el que el sacrificio primaba como una virtud principal. Las dificultades y problemas, que siempre existían, eran sobrellevados por los esposos como una participación en la Cruz de Jesucristo, y todo al fin funcionaba.
Hasta que llegó Juan Pablo II y descubrió que aquello iba mal y que había que arreglarlo.
Dios fue desplazado como Providente y sustituido por el mismo hombre. Ahora serían los padres quienes decidirían el número de hijos que habrían de tener, según su criterio propio y responsable. El fin principal del matrimonio quedaba relegado a un segundo lugar o, por lo menos, a nivel de igualdad (en realidad, arrinconado y finalmente olvidado).
¿Con qué autoridad y bajo qué criterios se introducía un cambio tan radical? La respuesta es sencilla: el Papa Juan Pablo II dixit. El hombre llevaría a cabo el ejercicio de la paternidad de un modo responsable (hasta ahora se había creído que cualesquiera acciones realizadas por el hombre habían de ser hechas de un modo responsable).
La discutida (por decir lo menos) teología del cuerpode Juan Pablo II desembocó en la Planificación Familiar y en el uso de la unión conyugal solamente en los días no fértiles (había que guardar los preceptos de la Ley Divina).
Pero la naturaleza humana, pese a lo que digan Kasper and Cia., tiene sus leyes inmutables que jamás perdonan.
El fracaso ineludible de los métodos naturales dieron lugar a los métodos artificiales.
Y el lógico y consiguiente fracaso e insuficiencia de los métodos artificiales dieron lugar al aborto.
Una vez más, las leyes inflexibles de la Naturaleza (entre las que entra el comportamiento de la raza humana) dejaban por mentirosos a Kasper (con su cohorte de instigadores y seguidores).
Y para abreviar. Durante siglos, la Iglesia defendió rotundamente la inviolabilidad e indisolubilidad del vínculo matrimonial. Pese a toda clase de presiones exteriores, jamás admitió el divorcio. Y así fue hasta el Concilio Vaticano II. En Roma existía un Tribunal de la Rota para los casos excepcionales y que, si por algo se distinguía, era por sus extraordinarias seriedad y rigidez.
Desgraciadamente llegó el aggiornamento y la apertura al mundo. No se podía continuar así pero tampoco se podía admitir el divorcio. Pero el hombre siempre ha encontrado el recurso de los trucos y la manera de sacar un conejito de la chistera. Fue cuando llegó la nulidad del vínculo. Que no era divorcio, sino disolución del matrimonio (que no es lo mismo, aunque a alguien pueda parecerle lo contrario). Al principio concedida con cuentagotas, de manera difícil y exigiendo fuertes pagos (por lo general se reservaba a gente importante). Luego se fue abriendo la mano y al fin, para resumir: en la actualidad cualquier matrimonio puede ir a la parroquia de la esquina (ya no hace falta ni recurrir al Obispado) para conseguir un certificado de nulidad. Y ya pueden contraer segundas y legítimas nupcias. O terceras. O las que quieran.
Nadie hubiera creído hace sesenta años que la Iglesia pudiera llegar a tal grado de cobardía y de bajeza.
Y siguiendo las leyes de la Lógica, que son también las de la Naturaleza Humana (tal como hemos dicho), ¿quién podrá extrañarse que ahora se quieran legitimar las uniones adúlteras, las de homosexuales y hasta lo que venga después...? E incluso atreverse a profanar la Sagrada Eucaristía, bajo el pretexto blasfemo de misericordia, y administrarles el Cuerpo del Señor. San Pablo puede decir lo que quiera, acerca de que quien come o bebe el Cuerpo y la Sangre del Señor se come y se traga su propia condenación (1 Cor 11). Pero, ¿quién va a parar ahora mientes en San Pablo?
Ahora a esperar la poligamia. Según tribus africanas, y otras menos africanas y más civilizadas, si es que se pueden tener varias mujeres en tiempo sucesivo, ¿por qué no se van a poder tener a la vez?
¿Y acaso duda alguien de que esto también llegará y será legitimado? Cuando alguien deja correr en su casa una vía de agua y no la arregla, ya puede esperar con seguridad una inundación. Y que vaya pensando en llamar a todo un equipo de fontaneros.
Padre Alfonso Gálvez

lunes, 29 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (4 de 4)


La historia (no tergiversada ni falseada) muestra cómo la Iglesia ha sido siempre perseguida desde sus primeros comienzos: persecuciones, además, sangrientas, que han supuesto la muerte de infinidad de cristianos que han dado su vida por Jesucristo, antes que renegar de su fe (y siguen haciéndolo). Concretamente en España tenemos una de las persecuciones más cruentas contra los cristianos, que tuvieron lugar ya antes del comienzo oficial de la guerra civil española, como fue la quema de conventos en 1931 (a los pocos días de proclamarse la Segunda República)

[Los incendios cundieron por Andalucía y Levante, dejando un balance final de unos cien edificios destruidos, incluyendo iglesias, varias de gran valor histórico y artístico, centros de enseñanza como la escuela de Artes y Oficios de la calle Areneros, donde se habían formado profesionalmente miles de trabajadores, o el colegio de la Doctrina Cristiana de Cuatro Caminos, donde recibían enseñanza cientos de hijos de obreros; escuelas salesianas, laboratorios, etc. Ardieron bibliotecas como la de la calle de la Flor, una de las más importantes de España, con 80.000 volúmenes, entre ellos incunables, ediciones príncipe de Lope de Vega, Quevedo o Calderón, colecciones únicas de revistas, etcétera; o la del Instituto Católico de Artes e Industrias, con 20.000 volúmenes y obras únicas en España, más el irrecuperable archivo del paleógrafo García Villada, producto de una vida de investigación. Quedaron reducidas a cenizas cuadros y esculturas de Zurbarán, Valdés Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés, Alonso Cano, etcétera, así como artesonados, sillerías de coro, portadas y fachadas de gran antigüedad y belleza… Un desastre casi inconcebible]
(Pío Moa)

Hay mucha documentación al respecto. Yo he encontrado tres enlaces, que me parecen interesantes, relativos a esta cuestión: puedes pinchar aquí , aquí aquí.  Por supuesto que hay muchos más. En cada una de esas páginas web hay links adecuados para ampliar el conocimiento sobre el tema en cuestión. Reproduzco a continuación un vídeo corto (de minuto y medio) del historiador Pío Moa, hombre riguroso, inteligente y muy bien documentado que, por cierto, no es católico, sino agnóstico; de modo que sus afirmaciones cobran más importancia, en cuanto a veracidad e imparcialidad se refiere.



En fin, para terminar con este comentario, al que creo haberle dedicado demasiado tiempo, quiero hacer un breve comentario sobre el último párrafo del artículo de esta mujer, cuando hablando de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE desde el 26 de julio de 2014, dice de él que "no demuestra la misma lucidez [como demostró cuando se declaró ateo] al declararse partidario de un pacto de Estado con el Partido Popular, que sabemos ultracatólico"

¡Vaya por Dios! Resulta ahora que el PP es ultracatólico. Ya me conformaría yo con que simplemente fuese católico. No voy a extenderme ahora sobre este tema, pero el PP se trata de un partido que, al igual que el PSOE, y todos los partidos de izquierdas, sigue manteniendo el genocidio que se está produciendo en España durante tantos años, al no derogar la ley del aborto [cuando estaba en su mano el hacerlo] y volver, no a la ley que se pensaba aprobar que, en esencia, era prácticamente igual a la que ya tenemos [en palabras del mismo Rajoy] y que va a seguir estando vigente, como sabemos, sino a la ley anterior a 1985, cuando el aborto estaba penalizado, como corresponde a lo que realmente es: un crimen. Claro que eso sería considerado como un "retroceso" en los "derechos" de las mujeres a "decidir sobre su propio cuerpo" ...¡Lo que tiene uno que oír cuando no se ama la verdad!

De modo que eso de que el PP es un partido católico vamos a dejarlo, porque no es verdad. Yo tengo claro que cuando vote [si es que lo hago] mi voto sería, en principio, para Impulso Social [digo en principio, puesto que no me caso con nadie: tendría que estudiar muy bien su programa antes de votarles]. 


Lo ideal sería que aparecieran otras alternativas, alternativas reales, de gente valiosa y honrada, [y joven, a ser posible] que consideren la Política como lo que debe ser: un servicio al bien común de todos y cada uno de los ciudadanos, sin distinciones partidistas ni de cualquier otro tipo. Y, sobre todo, que tengan un gran amor hacia la verdad. ¡Ahora es el momento! ¿Es que no existen esas personas a las que me refiero? No me lo puedo creer. De no ser así, yo opto por la abstención. El concepto de mal menor y el voto del miedo no conducen a ninguna parte; y sus resultados son siempre nefastos, porque -en definitiva- parafraseando el dicho popular: "De partido cambiarás, pero de ladrones y de sinvergüenzas no escaparás"

La intolerancia de los ateos (3 de 4)


Con relación a la idea de "cultura" que posee esta mujer, uno no sabe si reírse o llorar. A mí me ha dado por reírme. Es increíble hasta qué punto puede llegar la incultura humana y -a su vez- revestirse de cultura. Me viene a la mente el dicho: "Dime de qué presumes y te diré de lo que careces", porque en el caso de esta señora se cumple a la perfección:

Según el DRAE, se entiende por cultura el "conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico". Pero en el artículo de esta señora sólo encuentro crítica, pero no juicio, puesto que se las da de culta, pero es tan solo una sabionda, dándoselas de sabia cuando es una ignorante, pues se dedica a echar sapos y culebras por su boca, sin argumentar absolutamente nada de lo que dice.

Basa toda su sabiduría en el mero hecho de su ateísmo y de su increencia en Dios, tachando de zotes y supersticiosos a quienes no son ateos. Sin comentarios. La existencia de Dios ha sido demostrada: tenemos, por ejemplo, las cinco vías de santo Tomás. Nadie, sin embargo, ha demostrado nunca que Dios no exista. Es mucho más sensato y de sentido común pensar en la existencia de un Ser Inteligente, Autor de todo cuanto existe, incluidas las personas humanas, que considerar que todo ha venido a la existencia por azar. En fin, Dios ya sabía a lo que se exponía al crearnos con libre albedrío y, aun así, quiso correr ese riesgo: sus razones tendría para hacerlo.

Digo todo esto, entre otras cosas, porque me ha llamado la atención el concepto de ATEO que posee esta mujer. "Ateo, es decir, inteligente, lúcido, cultivado, leído, cientifista, racionalista, sabio, erudito, sensato, docto o simplemente poseer un buen sentido común". Así como suena. No me estoy inventando nada: lean el artículo y verán que no miento. Esta "señora" me ha colocado en una tesitura existencial y he tenido que acudir al DRAE para poder conciliar el sueño. Afortunadamente he leído ahí que ateo es el que niega la existencia de Dios ... y me he dicho: ¡claro, eso era lo que yo pensaba! ... Uf, creo que ahora voy a poder dormir a pierna suelta ... ¡En realidad, ya lo hacía! Desde luego, tiene uno que oir unas cosas ...

En fin, de los once adjetivos que les atribuye a los ateos sólo dos son ciertos:

Cientifista: completamente de acuerdo. Esta palabra hace referencia al cientificismo, teoría según la cual los únicos conocimientos válidos son los que se adquieren mediante las ciencias positivas. En otras palabras, el cientifista es aquel que piensa que sólo es cierto lo que se puede demostrar, y no ve más allá de sus narices

Racionalista: Aquí ha dado en el clavo, pues el racionalismo es una doctrina filosófica cuya base es la omnipotencia e independencia de la razón humana; o dicho con palabras más asequibles, el racionalista considera que sólo es real lo racional, aquello que cabe en su mente estrecha y que puede entender; todo lo demás es irreal y fantasía.

Del resto de los adjetivos algunos son discutibles (dependen de cada persona) y otros son claramente falsos. 


Leído: ... ¿de verdad? Vete a averiguar qué es lo que lee.

Inteligente: puede que sí, puede que no.
Lúcido: no demasiado, en general.
Cultivado: Bueno, es verdad que existen las malas hierbas; tal vez se refiera a eso; aunque el abono -en este caso- debe ser algún producto altamente venenoso.
Sabio: ... ¡en absoluto! ... Y esto no lo digo yo ... , se encuentra en la la Biblia: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Sal 14, 1)
Erudito: ... ¡raro, raro, raro...!, aunque "haberlos, haylos"
Sensato: ... si por tal se entiende astuto, sagaz, listillo ... no lo niego; pero sensato, entendido tal como viene en la RAE, es decir, prudente, cuerdo y de buen juicio... ¡permítanme que me ría!
Docto: ... ¡Esto es lo que quedaba por oir!. ¿En qué está doctorado un ateo, por el mero hecho de ser ateo? ¿En el arte de decir mentiras, haciéndolas pasar por verdad? Si es así como se entiende esa palabra (¡que no es el caso!) sí que estaría de acuerdo.  
Sentido común: ... ¡Ja, ja, ... ¡Pero si llaman negro a lo blanco y a lo blanco negro! ¡Si niegan hasta lo evidente! ... Desde luego, es para mondarse, aunque es una lástima.

El colmo de las mentiras llega cuando dice que "Los ateos han sido perseguidos por la Iglesia per secula seculorum, torturados, quemados y desacreditados" Y, según una amiga suya, mujer inteligente y sabia 
[donde las haya] "los religiosos (...) han impuesto durante siglos creencias y supersticiones absurdas, demostradas como falsas, en base a las cuales se han pasado siglos matando, torturando, propiciando la ignorancia y aniquilando la libertad." Y se queda tan pancha después de lanzar tantas mentiras, con la esperanza, tal vez -no exenta de razón- de que siempre habrá incautos que caigan en la trampa y que se crean toda esa sarta de mentiras.


El desconocimiento de la historia de que adolecen ambas no sería tan grave si se dedicaran a aumentar sus conocimientos históricos, documentándose bien antes de hablar, lo que sería señal de honradez intelectual, por lo menos. Pero esta mujer, dándoselas, encima, de sabelotodo, cuando no tiene ninguna base para hablar de ese modo, se dedica a mentir con una desfachatez tal que raya en el cinismo


Si tuviese un mínimo de conocimiento de Historia sabría que el Cristianismo nació siendo perseguido ya desde sus primeros momentos por los propios judíos; y se desarrolló dentro del marco cultural y político del Imperio romano. El motivo inicial de la persecución es que Roma exigió de sus súbditos cristianos algo que ellos no podían dar: el homenaje religioso de la adoración, que sólo a Dios les era lícito rendir. Por eso el cristianismo fue considerado desde el siglo I como "superstición ilícita", hasta el punto de que el mero hecho de ser cristiano constituía un delito. Hubo grandes persecuciones contra los cristianos, desde la del emperador Nerón (64-68) hasta la gran persecución de Diocleciano (303-313), la más violenta de todas, quien estaba decidido a terminar de una vez para siempre con el Cristianismo y la Iglesia. 


A principios del año 313, los emperadores Constantino y Licinio promulgaron el llamado "Edicto de Milán" que fue como una nueva directriz política fundada en el pleno respeto a las opciones religiosas de todos los súbditos del Imperio, incluidos los cristianos. La libertad de la Iglesia hizo más fácil la propagación del Cristianismo por campos y aldeas, de modo que en el transcurso de un par de generaciones, en el mundo mediterráneo se operó la cristianización de la sociedad, dejando de ser una religión de minorías para convertirse en religión de muchedumbres


sábado, 27 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (2 de 4)

Dice, además, que "las creencias personales son un asunto privado que en nada tienen que afectar al espacio público común, que es el Estado".  Totalmente en desacuerdo ... pero bueno, admitamos que eso fuera así. Por la misma razón y en buena lógica, las increencias personales son también un asunto privado. ¿O no? 

¿Por qué se están introduciendo en los colegios ideologías ateas, contrarias a la fe católica, a la que se ataca impunemente, adoctrinando a los niños, además, en la ideología de género, que es claramente una aberración? ¿Esto sí puede hacerse? ¿No se están aplicando aquí las increencias personales, que son un asunto privado, y que en nada tienen que afectar al espacio público común, que es el Estado? ¿En qué quedamos?. ¿O es que es aquí donde debe aplicarse la ley del embudo que, como sabemos, es claramente discriminatoria? 


Se dice que el Estado no es, ni debe ser, confesional. Vale: aceptado como hipótesis: hay una separación Iglesia - Estado. Aceptemos, incluso, que la religión no debe impartirse en los colegios como una asignatura más. Perfecto ... ¡Pero seamos lógicos! [si es que la palabra lógica existe en el vocabulario ateo]
pues si se acepta dicha hipótesis debe haber también una separación Antiiglesia - Estado ... y no debe impartirse clase de  "antirreligión" en los colegios. 

Dicho de otro modo; a la aserción de los ateos: "El Estado no es confesional  y, por lo tanto, no debe enseñarse "religión" en los colegios" se le puede responder con otra aserción del mismo rango, que sería esta otra: "El Estado no es confesional y, por lo tanto, no debe enseñarse "antirreligión" en los colegios" Alguien podría pensar que se trata de un simple juego de palabras. Pero no es así, por desgracia. El ateísmo se ha convertido en la "nueva religión", una religión sin dios, cuyo programa consiste, básicamente, en atacar la religión católica: es una "antirreligión" que adoctrina a los alumnos.  


No nos engañemos: si se enseña "antirreligión" 
[como, de hecho, se está haciendo ya en muchos colegios y, además, de forma obligatoria, en la llamada "educación para la ciudadanía" u otra asignatura con cualquier otro nombre, pero con el mismo contenido]  el Estado es, entonces, confesional [y aunque doy por seguro de que muchos negarán esta afirmación, yo pienso seguir llamando a las cosas por su nombre: mentalmente, además, es lo más sano]. Existe un claro nexo, unión o acuerdo, entre el Estado y el ateísmo, la "nueva religión" (pues una "antirreligión" es también una "religión" ... aunque de otro signo). Y ahora sí que podemos hablar de un adoctrinamiento real que promueve directamente el odio; en concreto, el odio a la religión católica. Y esto se hace desde el propio Estado -independientemente del Partido que esté en el Poder-, lo que hace que la gravedad sea mucho mayor. 


En la letra escrita se dice que el Estado es aconfesional, pero lo cierto es que esa palabra de "aconfesional" ya no la utiliza nadie o casi nadie. De hecho, sin embargo, no existe tal aconfesionalidad y lo que se dice, sin ambages, es que el Estado es laico (y laico en el sentido de "antirreligioso", en el sentido de ir en contra de la religión, la católica por supuesto) y no aconfesional (pues no respeta las diferentes creencias)


Yo diría, aunque parezca un contrasentido expresarlo así, que tenemos un Estado laico "confesional". Se dirá que laico y confesional son incompatibles. No se puede ser ambas cosas, al mismo tiempo. Y ciertamente que sería así ... ¡si a las cosas se las llamara por su nombre! ... ¡pero no es el caso!. Vivimos en el mundo de las mentiras ... Y en este mundo se ha hecho patente (aunque muy pocos lo vean) la aparición de una nueva "religión", con sus 'exigencias' y con sus 'dogmas', como es lo propio de todas las religiones. 

Esta "nueva religión" (aunque no se presente usando esta terminología, como yo lo hago) tiene un nombre: ateísmo. Estado laico se ha transformado en sinónimo de Estado ateo ... pero se trata de un ateísmo, no sólo antirreligioso, sino también- y esto es lo más preocupante- beligerante e intolerante para con los cristianos, a quienes odia por el mero hecho de serlo. De modo que el Estado, en este sentido, sí que profesa una confesión "religiosa". La nueva "confesionalidad" del Estado "laico" es el ateísmo como antirreligión, convertido en la "nueva religión" universal (curiosamente una religión sin dios y forjada por el hombre, que sería el único dios).

Existe un plan premeditado para imponer el ateísmo  (la "nueva religión", como digo) al conjunto de la nación, un plan que comienza [ha comenzado ya] con la educación, atacando el punto más vulnerable y más importante de la sociedad, que son los niños, a los que se adoctrina en esta ideología perniciosa y perversa [mediante asignaturas "especiales" -llámense como se llamen- inventadas para ese fin, y falsificando la historia mediante la llamada Ley de Memoria Histórica, cuyo nombre correcto sería el de Ley de Mentira Histórica].  Y este plan tiene todos los visos de llevarse a cabo con éxito. 


Ojalá que me equivoque pero a la vista de todo lo que está ocurriendo, sin que prácticamente nadie mueva un dedo, mucho me temo que los enemigos de la fe acaben venciendo en esta batalla. Cierto que "las puertas del Infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Lc 16, 18), pero resuenan en mis oídos estas palabras del Señor: "Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" (Lc 18, 8b) lo que significa, a mi entender, que serán muy pocos los que aún queden con fe cuando llegue ese momento, hasta el punto que -dice también Jesús- "de no acortarse esos días, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos esos días se acortarán" (Mt 24, 22).  

¿Acaso estamos ya en los últimos tiempos? Acerca de su segunda y definitiva venida, dijo Jesús que "nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo [en cuanto a la misión recibida por el Padre con relación a los hombres] , sino sólo el Padre" (Mt 24, 36). Pero dio muchas señales acerca de ese momento, entre ellas la de que tendría lugar, entre otras cosas, la apostasía universal. De aquí puede deducirse, si observamos cómo la fe va disminuyendo a pasos agigantados [y esto ocurre a nivel planetario] que estos últimos tiempos no deben de quedar muy lejos. En todo caso el consejo de Jesús es muy claro: "Estad preparados porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24, 44) [No es ocasión ni momento de ahondar aquí en este tema]


¿A quién creemos entonces? ¿A esta señora que alaba el ateísmo considerándolo señal de cultura y progreso? ¿O creemos en Jesucristo, que vino al mundo y dio su vida para salvarnos? (aunque sea a costa de pasar por "incultos" e "ignorantes"). La decisión que tomemos es cosa nuestra ... ¡pero nos jugamos mucho según sea la respuesta y el camino que elijamos!



(Continuará)

viernes, 26 de septiembre de 2014

La intolerancia de los ateos (1 de 4)

Me ha escrito un amigo mío pidiéndome que hiciera algún comentario sobre un artículo del periódico El Plural, titulado Creer o no creer, cuya autora es Coral Bravo.

Es tal la cantidad de disparates, de absurdos y de sinsentidos, adornados todos ellos de mentiras, que se superan unas a otras, a medida que habla, que se necesitaría escribir una enciclopedia entera para poder responder a esta señora como es debido ... aunque, por otra parte, como no tiene ni pies ni cabeza todo lo que dice, en realidad el mejor comentario sería ignorarla y no hacerle publicidad. No obstante, dado que siempre hay incautos que se lo creen todo, y aunque sea sólo por una vez, voy a hacer algún comentario, aunque no sea del artículo completo. Porque es que ... ¡dice unas cosas! ...


Para apoyar su "razonamiento" apela a la libertad de pensamiento (1)  y de creencias, que es un derecho fundamental contemplado en la Carta Magna de los Derechos Humanos. 


[Recordemos que la Carta Magna consta de treinta artículos, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, con posterioridad a la segunda guerra mundial. La nota (1) se debe a que lo que se lee en la Carta Magna no es "pensamiento" sino expresión]


Dando por supuesto, a modo de hipótesis, que estoy de acuerdo con ese derecho fundamental (pues habría que matizar lo que se entiende por libertad de creencias), no sé por qué me da la impresión de que esa "libertad" en la que se basa es, para ella, sólo libertad para elegir la increencia, como única opción posible para poder hablar de libertad. Y punto. Y si alguien no la utiliza en ese sentido es un inepto y un inculto. Vamos, que la creencia es para los ignorantes. La cultura va ligada al ateísmo. Esto viene a ser una síntesis de todo el artículo. El único argumento que esgrime esta señora es su palabra; o lo que es igual, no tiene ningún tipo de argumento.


Se sobreentiende, usando la terminología actual, y apoyándonos en la Carta Magna cuando habla de libertad de creencias, que nos estamos refiriendo a la obligación de respetar a aquellas personas que no compartan nuestras creencias. Lo que no debe hacerse es recurrir a despotricar y a insultar a todos aquellos que no tengan las mismas "creencias" (o "increencias") que nosotros tenemos. Esto es evidente.


Sin embargo, y de entrada, lo primero que hace esta señora cuando habla de religión es referirse única y exclusivamente a la Religión católica (que ha sido la religión oficial en España durante la época de Franco), a la que califica, además, como "superstición" y como "herramienta ideológica tradicional del poder tirano para embaucar, someter y entontecer al pueblo ignorante y a muchos idiotas".  Hablar de este modo supone un gran desprecio hacia todos los cristianos con fe, a los que trata de supersticiosos, ignorantes e idiotas, por el simple hecho de creer en Jesucristo como Hijo de Dios, y Dios, Él mismo. No sé: me parece a mí que no es muy respetuoso, por parte de esta señora, proceder de esa manera. ¿Por qué no aplica el mismo tratamiento a los judíos y a los musulmanes? ¿Por qué no habla de Yavé o de Alá? ... ¿Por qué será? ... Respondan ustedes mismos a esta pregunta. Seguro que conocen la respuesta perfectamente.


Por otra parte, refiriéndose a los cristianos, por supuesto, continúa diciendo que "el amor que proclaman, en la teoría (...) se ha convertido frecuentemente, en la práctica, en el más feroz de los odios"(¿¿¿ ... ???) ... afirmación gratuita, radicalmente falsa y con un ánimo, claro y explícito, de hacer el mayor daño posible. Se trata de una mentira que no resiste al más elemental de los análisis, una calumnia de la que, además, tendrá que rendir cuentas ante ese Dios en el que no cree. 


Si hay algo que defina a la Religión Católica es, precisamente, el Amor: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8). En un cristiano no cabe el odio: un cristiano que odiara a alguna persona estaría actuando en contra de su Religión y cometería un grave pecado 
[un pecado que puede ser perdonado si se arrepiente de corazón y cambia el odio por amor]. Que haya cristianos que no se comporten conforme a su fe no es ningún argumento en contra de esa fe; una fe que, además, ha sido y sigue siendo vivida intensamente por miles de cristianos, que están dispuestos a morir antes que renegar de ella [lo estamos viendo hoy en día; no necesitamos remontarnos al pasado]. ¿Dónde se encuentra, en estos cristianos [que son, precisamente los que tienen una fe auténtica] ese "odio feroz" del que habla esta mujer? No existe, sencillamente. Esta señora, por las razones que sean, se dedica a mentir y a calumniar para enardecer los ánimos contra los verdaderos cristianos ... ¡No es ese un buen camino!

[Curiosamente, el "ojo por ojo y diente por diente" (Ex 21, 24) de los judíos, así como el "pelead contra aquellos que no creen" (Sura 9:5,29) de los musulmanes, no es citado por esta señora, dándose el caso -aquí sí- de que, efectivamente, se admite la posibilidad de odiar en sus "libros sagrados"] 



(Continuará)

miércoles, 24 de septiembre de 2014

El Papa es uno y sólo uno (2 de 2) [ por Roberto de Mattei]




El Papa cesa ordinariamente de su cargo con la muerte, pero su poder de jurisdicción no es indeleble e irrenunciable. En el supremo gobierno de la Iglesia existen de hecho los denominados casos de excepción estudiados por los teólogos como la herejía, la enfermedad física y moral, la renuncia (…)

En la estela del Doctor Angélico (Summa Theologica, 2-2ae, q. 39, a. 3) se puede hacer la distinción entre "potestas ordinis" y "potestas iurisdictionis"


La primera, que deriva del sacramento del orden, tiene un carácter indeleble y no está sujeta a renuncia

La segunda tiene naturaleza jurídica y no llevando impreso el carácter indeleble propio del orden sacro, está sujeta a perderse en caso de herejía, renuncia o deposición.

[Egidio, discípulo de Santo Tomás] confirma la diferencia que subsiste entre "cessio" y "depositio", a la segunda de las cuales el Sumo Pontífice no puede ser sometido a no ser en caso de grave y persistente herejía. La prueba decisiva del hecho de que la "potestas papalis" no imprime un carácter indeleble está el hecho de que “si así fuera, no podría haber sucesión apostólica mientras permaneciera en vida un Papa herético”

Esta doctrina, que ha sido también praxis común de la Iglesia durante veinte siglos, puede ser considerada de derecho divino y, como tal, no modificable.

(…) Esta concepción sacramental y no jurídica de la Iglesia aflora hoy en la figura del Papa emérito. Si el Papa que renuncia al pontificado mantiene el título de emérito, quiere decir que de algún modo sigue siendo Papa. Está claro, de hecho, que en la definición el sustantivo prevalece sobre el adjetivo. Pero, ¿por qué es aún Papa tras la abdicación? La única explicación posible es que la elección pontificia le haya impreso un carácter indeleble, que no se pierde con la renuncia. La abdicación presupone en este caso la cesión del ejercicio del poder, pero no la desaparición del carácter pontifical. 


(…) Un papado espiritual diferente del papado jurídico no existe o lo hace sólo en la fantasía de algún teólogo.  Si el Papa es, por definición, quien gobierna la Iglesia, al renunciar al gobierno renuncia al papadoEl papado no es una condición espiritual, o sacramental, sino un “oficio”, es decir, una institución.

La tradición y la praxis de la Iglesia afirman claramente que uno y sólo uno es el Papa, e inseparable en su unidad es su poder. Poner en duda el principio monárquico que rige la Iglesia significaría someter el Cuerpo Místico a una intolerable laceración. Lo que distingue la Iglesia católica de toda otra iglesia o religión es precisamente la existencia de un principio unitario encarnado en una persona e instituido directamente por Dios.

(…) La Iglesia tiene un sólo jefe y fundador, JesucristoEl Papa es vicario de Jesucristo, Hombre-Dios, pero a diferencia del fundador de la Iglesia, perfecto en sus dos naturalezas humana y divina, el romano pontífice es persona solamente humana, privada de las características de la divinidad.

Hoy nosotros tendemos a divinizar, a absolutizar lo que en la Iglesia es humano, las personas eclesiásticasy en cambio a humanizar, a relativizar lo que en la Iglesia es divino: su fe, sus sacramentos, su tradición. De este error surgen graves consecuencias también a nivel psicológico y espiritual.

El Papa es una criatura humana, aunque esté revestida de una misión divina. La impecabilidad no le ha sido atribuida y la infalibilidad es un carisma que puede ejercer sólo en condiciones precisas. Él puede errar desde el punto de vista político, desde el punto de vista pastoral y también desde el punto de vista doctrinal, cuando no se expresa "ex cathedra" y cuando no vuelve a proponer el magisterio perenne e inmutable de la Iglesia. Esto no quita que al Papa se le deben rendir los máximos honores que pueden serle tributados a un hombre y que hacia su persona se debe nutrir una auténtica devoción, como hicieron siempre los santos.

Se puede discutir sobre las intenciones de Benedicto XVI y sobre su eclesiología, pero lo cierto es que se puede tener un único Papa cada vez y que este Papa, hasta prueba contraria, es Francisco, legítimamente elegido el 13 de marzo de 2013.

El Papa Francisco puede ser criticado, también severamente, con el debido respeto, pero debe ser considerado Sumo Pontífice hasta su muerte o una eventual pérdida de su pontificado.

Benedicto XVI ha renunciado no a una parte del papado, sino a todo el papado y Francisco no es un Papa a tiempo parcial, sino que es completamente Papa.

Cómo él ejerza su poder es, obviamente, otro discurso. Pero también en este caso la teología y el "sensus fidei" nos ofrecen los instrumentos para resolver todos los problemas teológicos y canónicos que en un futuro puedan surgir.


Roberto de Mattei

El Papa es uno y sólo uno (1 de 2) [por Roberto de Mattei]

Sobre la figura del Papa emérito ya escribí un artículo en este blog el 9 de marzo de 2014, en la entrada titulada: "¿Tenemos uno o dos papas?". Hice también referencia a ello el 28 de mayo de este mismo años en uno de los artículos de la serie "La vía de los hechos" [en concreto, el artículo 8 en su punto 14]. Hace poco cayó en mis manos un artículo de Roberto de Mattei, titulado "El Papa es uno y sólo uno", que me pareció muy interesante. Escribo aquí un extracto del mismo, en dos entradas (pues es demasiado extenso)

Entre las múltiples y versátiles declaraciones del Papa Francisco de los últimos tiempos hay una que merece ser valorada en todo su alcance.

En la rueda de prensa del 18 de agosto de 2014 a bordo del avión que lo llevaba de vuelta a Italia tras su viaje a Corea, el Papa afirmó, entre otras cosas:

"Pienso que el Papa emérito no es una excepción, sino que, después de tantos siglos, es el primer emérito. […] Hace 70 años los obispos eméritos eran una excepción, no había. Hoy los obispos eméritos son una institución. Creo que 'Papa emérito' es ya una institución. ¿Por qué? Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no tenemos capacidad para gobernar bien, porque el cuerpo se cansa; la salud puede ser buena, pero no se tienen fuerzas para atender todos los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Y creo que el Papa Benedicto XVI hizo un gesto que de hecho instituye los Papas eméritos. Repito: quizás algún teólogo me diga que no es exacto, pero yo lo veo así. Los siglos dirán si es o no así, veremos. Usted podría decirme: '¿Y si usted no se viera capaz, en un momento dado, de continuar?'. Haría lo mismo, haría lo mismo. Rezaría mucho, pero haría lo mismo. Se ha abierto una puerta que es institucional, no excepcional".



La institucionalización de la figura del Papa emérito parecería, por consiguiente, un hecho adquirido. (…)

La hermenéutica "continuista" de Benedicto XVI se ha transformado en un gesto de fuerte discontinuidad, histórica y teológica.

La discontinuidad histórica surge de la rareza de la abdicación de un Papa en dos mil años de historia de la Iglesia. Pero la discontinuidad teológica consiste precisamente en la intención de institucionalizar la figura del Papa emérito. (…)

En los tiempos de crisis no hay que mirar a los hombres, criaturas frágiles y pasajeras, sino a las instituciones y a los principios inquebrantables de la Iglesia. El papado, en el que se concentra la Iglesia católica en muchos aspectos, se funda sobre una teología de la que hay que recuperar los puntos fundamentales. Pero hay un punto del que, sobre todo, no se puede prescindir. La doctrina común de la Iglesia ha distinguido siempre entre poder de orden y poder de jurisdicción. El primero se recibe a través de los sacramentos; el segundo, por misión divina en el caso del Papa o por misión canónica en el caso de los obispos y de los sacerdotes. El poder de jurisdicción deriva directamente de Pedro, que lo ha recibido a su vez inmediatamente de Jesucristo; todos los otros en la Iglesia lo reciben de Cristo a través de su vicario "ut sit unitas in corpore apostolico" (S. Tomás de Aquino, "Ad Gentes" IV c. 7).

El Papa, por consiguiente, no es un superobispo, ni el punto de llegada de una línea sacramental que desde el simple sacerdote, pasando por el obispo, asciende al Sumo Pontífice. El episcopado constituye la plenitud sacramental del orden y, por lo tanto, por encima del obispo no existe ningún otro carácter superior que pueda ser impreso. Como obispo, el Papa es igual a todos los demás obispos.

La razón por la que el Papa domina a cualquier otro obispo es la misión divina que desde Pedro se transmite a cada uno de sus sucesores, no por vía hereditaria, sino a través la elección legítimamente desarrollada y libremente aceptada.

Efectivamente, aquel que asciende a la cátedra pontificia podría también ser un simple sacerdote, o incluso un laico, que después de la elección sería consagrado obispo pero que es Papa no desde el momento de la consagración episcopal, sino desde el momento en que acepta el pontificado.

El primado del Papa no es sacramental, sino jurídico y consiste en el pleno poder de pacer, regir y gobernar toda la Iglesia, es decir, en la jurisdicción suprema, ordinaria, inmediata, universal e independiente de cualquier otra autoridad terrena (art. 3 de la constitución dogmática del Concilio Vaticano I "Pastor Aeternus").

El Papa, en una palabra, es aquel que tiene el supremo poder de jurisdicción, la "plenitudo potestatis", porque gobierna la Iglesia. Es por esto que el sucesor de Pedro es primero Papa y después obispo de Roma. Es obispo de Roma en cuanto Papa y no Papa en cuanto obispo de Roma.


(Continúa y acaba en la siguiente entrada)

martes, 23 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (3) [Fundamento]



Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Cuando el papa Francisco dijo: "Los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también"yo voy a interpretarlo -aunque no fue esa la intención del Papa al usar esa palabra- como si hubiese dicho grupos fundamentistasSoy consciente de que esta palabra no existe (me la acabo de inventar) pero expresaría mejor aquello que son, en realidad, estos grupos cristianos ... ¿Por qué? Sencillamente porque estamos hablando de cristianos que se han tomado en serio, y creen con toda su alma y con todo su corazón, que "en cuanto al fundamento nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3, 11).



Ojalá que hubiera muchos cristianos de este "grupo". Son los mismos que están convencidos de las siguientes palabras del apóstol Pablo, cuando dice a los cristianos de Éfeso: "Ya no sois extraños ni advenedizos sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Diosedificados sobre el cimiento de los apóstoles y los profetassiendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, sobre quien toda la edificación [es decir, la Iglesia] se alza bien compacta para ser templo santo en el Señor, en quien también vosotros entráis a formar parte del edificio para ser morada de Dios por el Espíritu" (Ef 2, 19-22).


Son aquellos cristianos que se han creído, al pie de la letra, estas otras palabras de san Pablo, que vienen a insistir en la misma idea: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (1 Cor 3, 16). Y continúa: "Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, que sois vosotros, es santo" (1 Cor 3, 17)


El templo santo de Dios es la Iglesia, de la que los cristianos formamos parte como miembros vivos de la familia de Dios y conciudadanos de todos los santos, edificados sobre el cimiento de los apóstolesEsta edificación, que es templo santo en el Señor, se alza compacta sobre la piedra angular, que es Jesucristo. Dios mora en ella mediante su Espíritu, el Espíritu Santo, que habita en todos y cada uno de sus miembros. Ésta es la Iglesia de la que dice Jesús que "las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). 


La Iglesia, como esposa de Cristo, "sin mancha ni arruga ni cosa semejante sino santa e inmaculada", (Ef 5, 27) está formada por aquellos cristianos que lo son de veras, "aquellos cuya vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 2). Es tal la unión que se da entre los verdaderos cristianos que forman la Iglesia, que san Pablo la asemeja a la que existe entre los miembros de un cuerpo, pues dice: "Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu" (1 Cor 12, 12-13). Y continúa diciendo, más adelante: "Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se gozan con él" (1 Cor 12, 26). Pues bien, nos sigue diciendo: "Vosotros sois cuerpo de Cristo, y cada uno un miembro de Él" (1 Cor 12, 27). De este Cuerpo Místico, que es la Iglesia, unidos todos sus miembros en un solo Espíritu, que es el Espíritu Santo, Cristo es la Cabeza"Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo, del cual Él es el Salvador" (Ef 5, 23b)


Esa es la razón que le llevó a san Pablo a decir: "Ahora me alegro de mis padecimiento por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su Cuerpo, que es la Iglesia" ( Col 1, 24). No es que falte nada a los sufrimientos de Cristo en el sentido de que su sufrimiento y muerte en la Cruz para librarnos de nuestros pecados, no fuera suficiente, puesto que Él es Dios. No es ésa la interpretación correcta; lo que ocurre es que Cristo nos quiere asociar a su Vida (y su Pasión y Muerte forman parte de su Vida), nos quiere colaboradores suyos, corredentores con Él, lo que tiene su lógica: muere la Cabeza ... muere el Cuerpo; resucita la Cabeza ... resucita el Cuerpo. Además, Cristo murió por unos pecados que Él hizo suyos realmente, pero que no había cometido. En cambio, si nosotros padecemos lo hacemos por unos pecados que sí que hemos cometido. 


Lo realmente importante aquí es que si queremos que este sufrimiento nuestro tenga sentido debemos asociarlo voluntariamente al sufrimiento de Cristo: al fin y al cabo somos miembros de su Cuerpo. Cuando sufrimos, Él sufre en nosotros; pero este sufrimiento nuestro, que es real, debido a nuestra unión real a Cristo por su Espíritu, se transforma en meritorio (por pura gracia) y hace que, también nosotros, en Él, salvemos al mundo: nos convertimos en corredentores con Cristo ... de nuestros pecados y también de los de todos los hombres. 


De esta manera la expresión "completar lo que falta a los padecimientos de Cristo" se clarifica. Lo que sucede, en realidad, es que el mismo Amor de Cristo, que es su Espíritu, está en nosotros; y esto es un Don que jamás sabremos apreciar en su justa medida, pues amamos así con el Amor mismo de Dios, que también es realmente nuestro. Este Amor es aquel del que hablaba Jesús cuando decía que "nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Éste es el amor que Jesús nos ha tenido, éste es el amor que salva de los pecados; y éste es el amor del que Jesús nos ha hecho partícipes por nuestra unión con Él en Su Cuerpo Místico, que es la Iglesia, del cual Cristo es la Cabeza y nosotros sus miembros.



(Continuará)

domingo, 21 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (2) [Introducción2]



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Dicho lo cual, yo me pregunto: ¿Quienes son los cristianos que piensan de este modo? Y la respuesta no es otra que la de aquéllos que intentan ser fieles a la Tradición recibida de los Apóstoles, tanto oral como escrita y transmitida fielmente por la Iglesia de toda la vida.  Se trata de aquellos cristianos que tienen en cuenta, al menos, estas dos ideas, fundamentales para la vida de la Iglesia, a saber:

1.  Que "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos" (Heb 13,8)

2. Que  "el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35) 

Y no estamos hablando de cristianos que se hayan quedado en el pasado o que estén al margen de la vida. Sencillamente viven -o intentan vivir- conforme a la Palabra de Dios, revelada de una vez por todas hace más de dos mil años, con la venida al mundo de Nuestro Señor Jesucristo: Puesto que Jesucristo es Dios sus Palabras poseen una perenne actualidad; no están sujetas ni al tiempo ni al espacio: son Palabras dichas para hoy, para el momento presente que estamos viviendo.

Y vuelvo a preguntarme (y respondo): ¿Cómo es posible que un cristiano, que piense según el sentir de la Iglesia de veinte siglos, pueda ser acusado de fundamentalista por el papa Francisco? ¿Tiene razón el Papa al hacer esa afirmación? Bueno, no tenemos más que analizar sus afirmaciones, una por una, y constatar su veracidad o falsedad. Analicemos las acusaciones del Papa contra estos cristianos y veamos si son ciertas:


1. Un grupo fundamentalista, su estructuraaunque no mate a nadie, aunque no le pegue a nadie, ... , es violentaLa estructura mental del fundamentalismo es violencia en nombre de Dios. Es violenta.


Ya hemos hablado sobre ello en la primera parte y es cierto que tal fundamentalismo violento existe en el caso de los islamistas y también de los judíos. Pero ¿qué violencia contra los demás puede haber en un cristiano que, sencillamente, cree de verdad que Jesucristo es el Hijo de Dios y que ha dado su vida para redimirnos del pecado y hacer posible nuestra salvación? ¿Acaso estos cristianos que aún tienen fe coaccionan a los demás para que tengan también fe? El Papa sabe muy bien que eso es falso


2El saludo del fundamentalista es ... ¡a ver dónde te puedo pegar! ... al menos ideológicamente. No es un saludo que acerqueEl fundamentalismo defiende.


Como digo, en el caso de islamistas y judíos puede darse tal alejamiento. Pero en el caso de un cristiano que tiene fe y que, por lo tanto, ama a los demás con el mismo amor de Dios [un amor que continuamente cultiva  mediante la oración, los sacramentos y el trato con Jesucristo en el Sagrario], ¿cómo su saludo a los demás va a suponer una actitud de defensa y un alejamiento de ellos, cuando en su corazón late el propio Amor de Dios? También aquí el Papa acusa sin base.


3. "Las tres religiones tenemos nuestros grupos fundamentalistas, pequeños en relación con todo el resto.

Bien, EN ESTO TIENE TODA LA RAZÓN ..., al menos en el caso de los cristianos ... porque, efectivamente, son pocos, y cada vez son menos

No deja de ser curioso, sin embargo, el hecho de que, aun siendo tan pocos, le "preocupen" tanto ... como si se tratase de cristianos hipócritas, a los que acusa de "tristes" y "con cara de pepinillo avinagrado". Buena prueba de ello es que con ellos no hace uso de su famosa "misericordia", la cual reserva sólo para los enemigos declarados de la Iglesia.


Lo más incomprensible de todo esto es que el único "delito" que han cometido estos cristianos es el de mantenerse fieles a la Tradición de la Iglesia, a la iglesia de toda la vida [no a la Iglesia que ahora, desde hace cincuenta años se está inventando por los hombres] ¿Tan grave es esto? Por lo visto, para el papa Francisco, sí lo es. Parece ser que el problema más urgente que tiene la Iglesia -según su peculiar enfoque- es el de hacer cumplir las consignas "más problemáticas" del Concilio Vaticano II, cuales son las del ecumenismo a toda costa [un ecumenismo mal entendido], el diálogo interreligioso [que no es sino intentar conseguir la cuadratura del círculo, lo que todo el mundo sabe que es imposible] y la libertad religiosa, entre otras [como si diera lo mismo tener una religión u otra, pues en todas ellas los hombres se van a salvar igualmente


¿No se da cuenta el Papa de que son estos cristianos, precisamente éstos y no otros, los que van a hacer posible que "las puertas del Infierno no prevalezcan contra la Iglesia" (Mt 16, 18)? ...  ¡Pues todo indica que no!  [ ¿O tal vez sí?]. Lo que es evidente -lo estamos viendo- es que el papa Francisco, por las "razones" que sean, no es muy amigo de la Tradición ... ¡Y lo que es aún peor: en mi opinión, la "renovación" que el Papa pretende que tenga lugar en la Iglesia [y ojalá que me equivoque], si se llevara a cabo [lo que pienso que Dios no permitirá, a menos que nos encontremos ya en los últimos tiempos o muy cerca de ellos], acabaría con la verdadera Iglesia, de la cual sólo quedaría un pequeño resto[que, además, sería perseguido por la "nueva Iglesia", por la Iglesia "oficial"], cumpliéndose así las palabras proféticas del mismo Jesús: "Os expulsarán de las sinagogas [entiéndase templos]; más aún: se acerca la hora en la que quien os dé muerte piense que así sirve a Dios" (Jn 16, 2). Y nos da una razón: "Esto lo harán porque no conocieron a mi Padre ni a Mí tampoco" (Jn 16, 3). 


La Iglesia que nos espera sería la que, según el padre Alfonso Gálvez, podría llamarse "catacumbal". Pero estamos ya advertidos: "Esto os lo he dicho para que no os escandalicéis" (Jn 16, 1). "Os digo esto para que cuando llegue la hora os acordéis de ello, de que ya os lo anuncié". (Jn 16, 4a). Y continúa diciendo, más adelante: "Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis, y en cambio el mundo se alegrará; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría" (Jn 16, 20).


La gran alegría es, fundamentalmente, la de permanecer junto a Jesús y poder escuchar de su boca estas palabras dirigidas a nosotros: "Vosotros sois los que habéis permanecido junto a Mí en mis tribulaciones. Por eso Yo os preparo un Reino como mi Padre me lo preparó a Mí, para que comáis y bebáis a mi mesa, en mi Reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel" (Lc 22, 28-30). Por eso, nuestra actitud nunca puede ser desesperanzada. No tenemos ningún motivo para ello. Al contrario. Escuchemos lo que nos dice nuestro Maestro y Amigo: "Os he dicho esto para que tengáis paz en Mí" (Jn 16, 33a). De modo que, en medio de todo tipo de tribulaciones, podemos considerarnos verdaderamente dichosos, pues lo somos desde el momento en que estamos unidos a Jesucristo y compartimos su Vida, incluidos sus sufrimientos.


Ya sólo nos queda abrir bien nuestros oídos y estar muy atentos para poder percibir en lo más intimo de nuestro corazón, esas hermosas palabras que Jesús nos dirige, y que nos llevan a mirar hacia adelante con esperanza y con ilusión: "En el mundo tendréis sufrimientos; pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33b)



 (Continuará)