“Una élite global quiere someter a toda la humanidad, imponiendo medidas coercitivas con las que limitar drásticamente las libertades individuales de poblaciones enteras” (Carlo Maria Viganó)
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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jueves, 12 de noviembre de 2020
El fenómeno Viganó
Tiempos procelosos para la Iglesia Santa y Católica, que lleva ya más de medio siglo envuelta en graves escándalos. Unos escándalos que jamás hubiesen llegado a los abismos de indignidad (y de criminalidad) que han alcanzado, si hubiese habido, además del enorme número de pecadores y encubridores, un puñado, tan sólo un pequeño pelotón de denunciadores de esa terrible depravación y decadencia que, por acción en algunos casos y por omisión en los más, fue ascendiendo en el escalafón eclesial de forma creciente, más y más gravemente hasta alcanzar a la cabeza. La gangrena fue avanzando cada vez más arriba, hasta llegar a lo más alto…
El arzobispo Carlo María Viganò, ex-nuncio del papa en EEUU, se ha armado de valor para denunciar las que él considera prevaricaciones del máximo nivel en la Iglesia (que, según explica con toda claridad y contundencia, es ejercido en la sombra por los mafiosos de St. Gallen). Hoy, accidentalmente, le toca al arzobispo luchar contra la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos de América, que se ha arrojado con entusiasmo en brazos del católico Joe Biden, abortista convicto y confeso, y entusiasta partidario de la eutanasia, además del adoctrinamiento Lesbian Gay Trans Bisexual de los niños en la escuela. Denuncia Viganò que esos parecen ser sus mayores y más evidentes “distintivos de catolicidad” (¡y no los únicos, ni mucho menos!). Tal vez sea la afición de Biden por manosear a las jovencitas en público - ¡imagínense en privado! - lo que debe hacer a este anciano tan “católico” para unos, y tan simpáticamente progre para tantos… Con estas prendas pues, tiene encandilados el deseado nuevo presidente, a muchísimos obispos estadounidenses. Es de los nuestros, dicen con orgullo los más audaces. ¡Es uno de nosotros!
Obviamente, y no por casualidad, el órgano de poder y representación de los obispos estadounidenses está en íntima comunión con la cúspide eclesial, que se alegra por la elección del “católico” Biden. Sin que le importe en absoluto que su conducta esté tan alejada de la doctrina de la Iglesia respecto a cuestiones tan esenciales como el aborto, la eutanasia y la corrupción de menores. Para estos mitrados de nuevo cuño, se trata de asuntos de menor importancia. Así vienen viviendo y tratando estas cuestiones desde hace medio siglo… Con honrosísimas excepciones, claro está.
Lo que nos sobrecoge de los planteamientos del arzobispo Viganó es que pone en el mismo cedazo el manejo del covid-19 y las recientes elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Sobrecoge porque nos muestra con claridad meridiana la filosofía del Nuevo Orden que, en efecto, es milimétricamente la misma en la gestión del Covid que en la “gestión” de las elecciones americanas por parte de los que vienen a imponer este nuevo orden (Órdine Nuovo se le llamó a algo muy parecido en Italia), este novísimo concepto del “bien” en todo el mundo. Y como apunta Viganó, esto comenzó también en la Iglesia: siendo nada menos que el infame y nefando cardenal McCarrick uno de los principales promotores y manipuladores, eligiendo nuevos obispos a la medida de los más disparatados deseos de sus padrinos. McCarrick se ha ido ciertamente (y no con nota de ignominia), pero quedan sus sucesores… tan intocables como él. Es que aportó cuantiosos fondos a las arcas vaticanas, al tiempo que engrasaba copiosamente a algunos de los engranajes del poder y corrompía a otros con las flaquezas de la carne.
Esta es evidentemente la versión conspiranoica, así llamada porque a quienes la adoptan se les acusa de paranoicos y se les trata como locos. Una versión que, tal como avanza el tiempo y se va haciendo la luz, se manifiesta más y más realista. Véase el inaudito caso de los abusos de pederastia por parte del clero católico, afectando de manera importante a altísimos prelados. La realidad fue más demoledora que las más audaces versiones conspiranoicas. Y la respuesta general de la autoridad eclesiástica, tuvo todos los caracteres de la más nefasta no ya connivencia, sino colaboración con el mal. Bien que lo vio y lo sufrió el arzobispo Viganò en su insistente y documentadísima denuncia al papa de la conducta depredadora del cardenal McCarrick. Lo que denunciaba Viganò era totalmente increíble: un cardenal viviendo en el Seminario para utilizarlo como su harén de efebos y como estratégica oficina de promoción a los altos cargos eclesiásticos. Quien denunciaba algo así, tenía que estar loco de remate, claro. Y luego resultó que la realidad era aún más espeluznante.
Es evidente que a la Iglesia le hubiesen ido mucho mejor las cosas si los mecanismos de crítica a la actuación de los obispos y de denuncia contra los escándalos no los hubiesen laminado sin contemplaciones, para así poder ejercer un poder absoluto y paralizante sobre sus subordinados: Ahí está la audaz demolición del Derecho Canónico para poder ejercer una autoridad omnímoda y sin cortapisas.
El precio que está pagando y seguirá pagando la Iglesia por no soportar la gobernanza eclesial ni el menor atisbo de crítica, es infinitamente más demoledor que el estado de crítica y debate que precede a cualquier cisma (recuérdese el de Aviñón…) Sin la menor duda, lo que hoy soporta la Iglesia parece bastante peor que un cisma.
Claro que a la Iglesia le corresponde como a nadie el “pensamiento único”. Y para eso están los dogmas y el magisterio: para zanjar cuestiones y sacarlas definitivamente del ámbito del debate. Pero no nos ha venido la caída por el dogma, sino por la moral. Y tan escandalosa ha sido la desviación de la moral -en manos de los profes más progres en los Seminarios-, tan profunda, que se ha querido elevar el vicio a la categoría de virtud, echando la doctrina por la borda y alterando para ello toda la estructura eclesial: de manera que el vicio convertido en virtud tuviera un cómodo y confortable asiento, primero en las Facultades teológicas, y luego en toda la Iglesia. Así lo explicó Benedicto XVI.
En una situación tan absolutamente grave, aparece el fenómeno Viganò, denunciando el más grave y sistémico caso de corrupción: el del cardenal McCarrick. Y tiene el valor de denunciarlo cuando el gran corruptor todavía estaba en la cúspide del poder, en calidad de primer consejero del papa. Entrega un dosier completísimo al mismo Santo Padre y, ante el prolongado silencio de éste, anuncia públicamente que ha entregado ese dossier y que el papa conoce muy bien la catadura moral de su consejero preferido. Pero Francisco, por alguna razón, se resiste a reconocerlo hasta que no le queda más remedio: puesto que del abuso de seminaristas (al no ser menores ¡tampoco es considerado delito por la Iglesia!) pasa a tener que responder de graves casos de pederastia. Y entretanto Jordi Bertomeu, el flamante monseñor, recorriendo medio mundo para limpiar unas alfombras pedofílicas que la Casa de Santiago, en la mismísima Barcelona, conserva todavía hoy mugrientas y enlodadas…
Y resulta que el gran proscrito no es McCarrick, sino Viganó, como corresponde a una potestad tan autoritaria como la del alto estamento eclesiástico. El atrevimiento de haber acusado a un alto príncipe de la Iglesia, no puede quedar impune. El saltarse el conducto reglamentario -que todo lo tapa y disimula cuando el acusado es poderoso- aunque sea en aras de la verdad y el bien, no puede salir gratis a nadie. Viganò sabe que es diplomáticamente aborrecido por las más altas autoridades. Por eso se ha quitado de en medio. En paradero desconocido continúa…
Pero no por eso ha dejado de ejercer la crítica y la denuncia. Es sumamente llamativo su activismo y su posicionamiento ante las elecciones USA. Ha escrito dos cartas abiertas al presidente Trump (la primera, el 7 de junio y la segunda el 25 de octubre ; y un comunicado final el 4 de noviembre (día de su onomástica: san Carlos Borromeo) publicada el día 8. En estos escritos expone valientemente su visión bíblica de los acontecimientos que mueven hoy el mundo (Deep State, Deep Church), pasando por la crisis del covid, tan sagazmente manejada contra la Iglesia, contra la libertad religiosa de los ciudadanos y en aceleración de un proceso totalitario: Hay Pastores fieles que cuidan el rebaño de Cristo -afirmaba el arzobispo-, pero también hay mercenarios infieles que buscan esparcir el rebaño y entregar las ovejas para que sean devoradas por lobos hambrientos. No es sorprendente que esos mercenarios sean aliados de los hijos de la oscuridad y odien a los hijos de la luz: así como hay un Estado Profundo, también hay una iglesia profunda que traiciona sus deberes y renuncia a sus compromisos ante Dios.
En medio de la confusión, de inconfesables compromisos y pactos secretos, cuando el vender la primogenitura por un plato de lentejas les resulta tan rentable a algunos; cuando la tradición y la doctrina multisecular de la Iglesia y hasta con la revelación del propio Jesucristo se mercadea hasta límites inimaginables, las palabras del apóstol Pablo a los Gálatas resuenan con particular intensidad: Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea maldito!"
La única Iglesia Santa, Católica y Apostólica no es la profunda: es la visible, la de los santos y los mártires, el Cuerpo de Cristo, la Jerusalén del Cielo que es nuestra Madre. A ella y a Cristo nos debemos, no a la Pachamama ni al Nuevo Orden Mundial por ecologista que sea. La gloriosa libertad de los hijos de Dios no puede ser comprada más que por Jesucristo y al precio de su sangre. ¿Quién está dispuesto a pagarlo también en esta tenebrosa hora? Monseñor Viganó es uno de los pocos que se han atrevido a hablar en defensa de la fe y de la moral que nos dejaron en herencia nuestros padres. ¡Dios le bendiga!
Custodio Ballester Bielsa, Pbro.
www.sacerdotesporlavida.info
miércoles, 11 de noviembre de 2020
La Ley Celaá: sectaria, sin exigencia y al servicio del separatismo
Duración 4:37 minutos
Sobre la libertad de expresión y de educación, que este Gobierno social-comunista pretende destruir, puede verse el último vídeo de Infovlogger y el de Vox España:
lunes, 9 de noviembre de 2020
El tremendo peligro de la resignación
Y volvemos de nuevo a lo mismo. Se acercan nuevas restricciones, confinamientos, cierres. Nadie sabe cuánto tiempo durarán y si realmente serán capaces de derrotar al virus. Es una de las horas más negras de la historia reciente de la humanidad, el primer bloqueo a escala global. España es sólo uno de los teatros de una operación planetaria cuya magnitud, simultaneidad e irradiación nos dejan consternados. Como ratones o topos, estamos reducidos a vivir bajo tierra, sin luz, sin futuro y con muy pocas esperanzas, lejos el uno del otro. La soledad hace que el estado de ansiedad generalizada sea más grave. La dificultad de comunicación es un problema más, enfatizado por prohibiciones e imposiciones que ahora han cruzado la fina línea entre emergencia e imposición arbitraria.
La diferencia, comparada con hace unos meses, es el cansancio, un abatimiento masivo sobre el que aprovecha el poder para encerrarnos cada día más, reprimir los reflejos de la vida y criminalizar las reacciones que, aquí y allá, comienzan a surgir: las primeras grietas en la pared del miedo, el egoísmo y el silencio de una población que ha envejecido repentinamente.
Vamos por el camino de ser una generación perdida. Cuánto me entristece ver aumentar a la gente que vive en la precariedad, que para los más poderosos son sólo puntos a merced del viento. Millones de personas se ven obligadas a competir por trabajos pagados a cinco, a cuatro euros la hora, a merced de un confinamiento que los deja desesperados. Lo que es más, está prohibido quejarse. Manifestarse, expone a consecuencias penales por el riesgo de contagio; la gente está dividida entre llorones que se lamentan, controladores vigilantes y una multitud de personas temerosas. El cambio de rumbo de la comunicación es sorprendente: hemos pasado del estúpido optimismo de la primavera, en el que el lema que circulaba fue "todo acabará bien", a la catástrofe de hoy. Más sorprendente aún es el cambio de ritmo unánime a nivel internacional, que no puede ser el resultado exclusivo de la segunda ola viral. Vivimos un sueño destrozado de libertad que me recuerda un verso de Virgilio en el capítulo II de la Eneida: “una salus victis, nullam sperare salutem” ("Para los vencidos no hay más salvación que no esperar salvación alguna"). Y dicho esto, ya sólo me queda afirmar con contundencia que las personas que no queremos vivir como ratones tenemos el deber de unirnos. Igual que Karl Marx hizo un llamamiento a la unidad de los proletarios de todos los países, todo lo que tenemos que hacer los que aún conservamos la conciencia de nosotros mismos, es clamar por la unión de los nuevos condenados de la tierra en la era del virus y el Nuevo Orden Mundial. Estamos, en efecto, ante la gigantesca transformación del mundo y de la vida planeada y pensada desde hace mucho tiempo, cuya realización ha experimentado una poderosa aceleración debido al coronavirus.
El poder no sabe o no puede (¿o no quiere?) detener el contagio, mientras que cada minuto que pasa hay más pobreza; el odio y la estupidez de la bestia que se ha convertido en masa, crece; y el horizonte de esperanza se sitúa cada vez más lejos. Escuchamos frecuentemente que reanudaremos nuestras vidas “cuando" llegue el dinero prometido por la UE, "cuándo" el gobierno cambie, cuando pase la pandemia, cuando la economía se reanude. Vivimos condicionalmente, esperando un milagro de la ciencia o la intercesión de un nigromante o de un bondadoso brujo. Ilusiones, espejismos de oasis, oasis en el desierto.
Algunas señales positivas aparecen en la reacción de algunos segmentos de la población a las nuevas medidas de confinamiento y destrucción del tejido social y económico. En el horizonte hay un conflicto entre el poder (que es la tropa de los que están a cargo de todo) y todos los demás. Es repugnante culpar a la población, especialmente a los jóvenes y a todos los que tienen que trabajar, de la segunda ola del virus; mientras que las voces de quienes denuncian el aumento de la mortalidad por todas las demás enfermedades que parecen olvidarse, permanecen sin ser escuchadas. Los mismos que hoy se sienten resguardados de todo esto por ahora, corren el riesgo de ser los perdedores del mañana si la crisis continúa. Una crisis cuyo principal componente es el miedo, alimentado por una información burdamente tendenciosa y por ocultaciones flagrantes, amén de la absoluta prohibición totalitaria de cualquier crítica. Todos los medios en masa están en ello.
La ansiedad y la depresión están avanzando. Estoy convencido de que el alcohol y los paraísos artificiales se están extendiendo: un síntoma de infiernos que ocupan el corazón y el alma. Todo lo que queda es reaccionar y hacerse la pregunta fatídica: ¿tiene sentido no vivir para no morir? ¿Es un vivir así digno de nuestra condición humana? La prudencia y la profilaxis individual frente al virus son un deber, como la investigación médica; pero la prolongada y terrible pérdida de libertad va cavando zanjas que serán muy difíciles de salvar, mientras que millones de personas tiemblan ante la perspectiva de que ya no tengan ingresos, y tantas personas mayores sientan terror ante la perspectiva de hospitalización, abandono, supervivencia sin sentido, lejos de las personas y cosas que llenaron la vida hasta el fatídico febrero. ¿Qué hago ya aquí?, me decía un jovencísimo anciano que paseaba solitario y enmascarado. No puedo ver a los nietos, no puedo reunirme con nadie. Me han dejado solo.
Por lo tanto, debemos estar del lado de aquellos que exigen libertad. Una libertad que no es en absoluto filosófica, sino la posibilidad concreta de hacer gestos diarios: moverse, trabajar, comunicarse, amar, discutir; en una palabra, vivir. Libertad concreta. Todo lo que queda es valor y un amor indomable por las libertades. Si hay algo común a todos los disidentes hoy en día, es el repudio a las limitaciones cada vez más sofocantes de las libertades elementales. En realidad, no importa de dónde viene todo el mundo, cuál es el trasfondo cultural, civil y político de nuestra ascendencia. Es importante que vayamos al mismo lado y reconozcamos a un enemigo común. Tenemos que saber diferenciar entre el enemigo absoluto, y el que es tan sólo un adversario contra el que uno puede discrepar e incluso enfrentarse, reanudando después el viaje unidos sobre diferentes bases.
Un enemigo absoluto son aquellos que están usando el virus como arma letal para cambiar nuestras vidas a peor, e imponer una agenda de reformulación antropológica. Esto no es, por supuesto, lo que moverá a las multitudes. Si nace la oposición, se ocultará en torno a demandas muy simples: trabajo, libertad de circulación, retorno a la normalidad en la medida de lo posible, ayuda inmediata a quienes están entrando en la espiral de la pobreza e incluso la miseria. Sin embargo, no podemos olvidar que lo que estamos experimentando responde a lógicas cada vez menos oscuras y más perturbadoras.
Aglutinados junto a los objetivos y propósitos de la operación Covid19 (independientemente del origen del virus) se encuentran la vacunación masiva, la instauración de un modelo económico y productivo caracterizado por el cambio energético y la inutilidad de las grandes masas humanas, la transición a la digitalización total, la generalización de la soledad del teletrabajo, la robotización, alguna forma de ingresos universales que se gastarán en los canales preestablecidos, el declive demográfico, la represión de los disidentes con el pretexto de la protección de la salud.
Es importante señalar que Covid 19 es un campo de batalla en el que la salud de los pueblos del mundo cuenta relativamente, en el que las aplicaciones relacionadas con el seguimiento de infecciones y en el que la digitalización progresiva de la vida cotidiana produce un aumento constante en la capacidad de controlar y monitorear a cada ser humano. Y la transformación está enmascarada detrás de utopías moralistas y humanitarias, no lo olvidemos.
A pesar de esta reflexión yo no creo excesivamente en las tramas y los complots, no me considero un “conspiranoico”. Pero tampoco creo mucho en los profetas contemporáneos Pero sí creo que es necesario apoyar, más allá de las ideologías de referencia, cualquier movimiento social y de opinión que amplíe y difunda la voz de la gente, empezando por las categorías más expuestas a las medidas gubernamentales, destinadas, a pesar de sí mismas, a convertirse en avanzadilla de la solución.
También es necesario que en estas etapas de represión, vayan en cabeza las personas menos expuestas a ser chantajeadas en términos de carrera y futuro. Es una tarea en la que los jóvenes más combativos tendrán que estar acompañados por los ancianos, el último gran servicio desinteresado que estos últimos llevarán a cabo en nombre de su propio pueblo. No se puede esperar para comenzar, ni temer por la perseverancia. El cielo nunca deja rendijas tan cerradas que la esperanza no pueda entreabrir.
Finalmente, y llegando a la perspectiva pastoral, he de hacer constar que entre los servicios prescindibles y las cosas necesariamente cambiables, los adalides de la batalla del covid han colocado a la Iglesia y al culto. Cierre prolongado de bares por reducir el riego de contagio. Y por idéntico motivo, cierre más o menos camuflado del culto religioso y de la asistencia religiosa. Igual que nos estremecemos al ver la magnitud de la ruina del turismo y de los bares, restaurantes y servicios análogos, una ruina difícilmente reversible, somos muchos los que en el ámbito religioso nos estremecemos al ver cómo los enemigos de la religión han aprovechado el covid para asestarle a la Iglesia un mazazo del que difícilmente podrán recuperarse. Porque la respuesta de los que servimos a la Iglesia no es de resistencia, sino de acomodación a las restricciones. Ni los dueños de bares y restaurantes que se manifiestan contra las restricciones (¡tan selectivas!) reman a favor del covid, ni tampoco remamos a favor del covid los sacerdotes y fieles que manifestamos nuestro disgusto por la salvaje restricción del culto y de la asistencia espiritual.
Mn. Francesc M. Espinar Comas
Párroco del Fondo de Santa Coloma de Gramenet
La verdad existe de por sí independientemente de quien le dé crédito
El mundo en el que vivimos está, por decirlo con una expresión evangélica, «dividido contra sí mismo» (Mt.12,25). A mi juicio, esta división se compone de realidad y de ficción: por un lado la realidad objetiva, y por otra la ficción mediática. Esto se aplica también a la pandemia, la cual el filósofo Giorgio Agamben ha analizado en la compilación de intervenciones titulada A che punto stiamo, recientemente publicada por la editorial Quodlibet, pero se aplica mejor todavía a la surrealista situación política de los EE.UU., en la cual las pruebas de un un enorme fraude electoral han sido impunemente censuradas en los medios informativos dando por hecho la victoria de Joe Biden.
La realidad del Covid contrasta claramente con lo que nos quieren hacer creer los medios que siguen la línea oficial, pero ello no es suficiente para desmontar el gigantesco montaje de falsedades que ha sido aceptado con resignación por la mayor parte de la población. La realidad de los fraudes electorales, de las evidentes violaciones del reglamento y la falsificación sistemática de los resultados contrasta a su vez con el discurso de los gigantes de la información, para los cuales Joe Biden es el nuevo presidente de los Estados Unidos, y punto. Y así tiene que ser: no hay alternativas a la presunta furia devastadora de una gripe estacional que ha causado el mismo número de víctimas mortales que el año pasado, ni a la irremediabilidad de la elección de un candidato corrupto y sometido al estado profundo. Tanto es así que Biden ya ha prometido restablecer el confinamiento en los EE.UU.
No se tiene en cuenta la realidad, se prescinde totalmente de ella, dado que se interpone entre el plan y su realización. El Covid y Biden son dos hologramas, dos creaciones artificiales listas en todo momento para ajustarse a las exigencias del momento y ser sustituidas respectivamente por el Covid 21 y por Kamala Harris. Se lanzan acusaciones de irresponsabilidad por la celebración de mítines de partidarios de Trump, pero no pasa nada si en la vía pública se concentran los de Biden, como ya sucedió en EE.UU. con las manifestaciones del movimiento Black Lives Matter y en Italia con las celebraciones partidistas del 25 de abril. Lo que para algunos es delito, a otros se les consiente sin dar explicaciones, sin lógica y sin criterios racionales. Porque el mero hecho de votar por Biden, de ponerse la mascarilla, es un salvoconducto absoluto; en cambio, si se es de derecha, se vota por Trump o se pone en duda la eficacia de las pruebas PCR es un motivo de condena que no requiere pruebas ni proceso. Automáticamente te tildan de fascista, soberanista, populista y negacionista, estigma social ante el que deben retirarse en silencio cuantos son objeto de él.
Volvamos a la división entre buenos y malos que es objeto de ridiculización cuando es afirmada por una parte –la nuestra– y erigida en postulado incontestable cuando la emplean nuestros adversarios. Ya lo vimos con los comentarios desdeñosos a mis palabras sobre los hijos de la Luz y los hijos de las tinieblas, como si mi tono apocalíptico fuera fruto de una mente delirante en lugar de la simple constatación de la realidad. Pero al rechazar con desdén esta división bíblica de la humanidad la han confirmado, limitándose a arrogarse el derecho de conceder patentes de legitimidad social, política y religiosa.
Los buenos son ellos, aunque propugnen el asesinato de inocentes, y nosotros tendremos que darles la razón. Los demócratas son ellos, aunque para ganar las elecciones tengan que recurrir siempre a fraudes que saltan a la vista. Los paladines de la libertad son ellos, aunque nos la vayan cercenando día a día. Los honrados y objetivos son ellos, aunque su corrupción y sus delitos los ven ya hasta los ciegos. La actitud dogmática que desprecian y ridiculizan en otros es algo indiscutible e incontrovertible cuando son ellos quienes la promueven.
Pero como ya tuve oportunidad de decir, olvidan un pequeño detalle que no alcanzan a comprender: la verdad existe de por sí independientemente de quien le dé crédito, porque por sí misma, ontológicamente, tiene su propia razón de validez. La verdad no se puede negar, porque es un atributo de Dios, es Dios mismo. Y todo lo que es verdadero participa de esa primacía sobre la mentira. Por tanto, teológica y filosóficamente podemos tener la certeza de que esos engaños tienen las horas contadas, porque bastará arrojar luz sobre ellos para que se desmoronen. Luz y tinieblas, ni más ni menos. Dejemos ahora que se arroje luz sobre las imposturas de Biden y los demócratas sin dar un paso atrás. El fraude que han tramado contra Trump y contra Estados Unidos no podrá sostenerse por mucho tiempo, como tampoco se sostendrán los fraudes mundiales del Covid, la culpa de la dictadura china, la complicidad de los corruptos y los traidores y el sometimiento de la iglesia profunda.
En medio de este panorama de mentiras erigidas en sistema y propagadas por los medios con un descaro desconcertante, la elección de Joe Biden no es sólo algo que desean, sino que se considera inevitable, y por tanto verdadera y definitiva. Aunque no haya terminado el escrutinio; aunque el control de votos y las denuncias de fraude no hayan hecho más que comenzar; Biden tiene que ser presidente, porque así lo han decidido ellos: el voto de los estadounidenses sólo es válido si lo ratifica este discurso; de lo contrario se convierte en deriva plebiscitaria, en populismo, en fascismo.
No sorprende, pues, el entusiasmo grosero y violento con que exultan los demócratas por su candidato in pectore, ni la incontenible satisfacción de los medios informativos y los comentaristas oficiales, como tampoco la constatación de sometimiento cómplice y adulador al estado profundo por parte de los dirigentes políticos de medio mundo. Asistimos a una competición a ver quién llega primero, abriéndose paso a codazos para hacer alarde, para hacer ver que siempre se creyó en la victoria aplastante del títere demócrata.
Pero si la actitud lisonjera de los jefes de estado y secretarios de partido es parte del trillado guión de la izquierda internacional, desconciertan sobremanera las declaraciones de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, las cuales se apresuró a reproducir la agencia Vatican News, que con inquietante cortedad de miras se atribuyen el mérito de haber apoyado al segundo presidente católico en la historia de los EE.UU., olvidando el importante detalle de que Biden es un abortista empedernido y apoya la ideología LGTB y el mundialismo anticatólico.
José H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles, profanando la memoria de los mártires cristeros de su país natal, sentencia lapidario: «El pueblo estadounidense ha hablado». Qué más dan los fraudes electorales denunciados y sobradamente probados; el fastidioso formalismo del voto popular, si bien adulterado de mil maneras, se considera concluido en favor del abanderado del pensamiento único. Hemos leído, y nos ha causado náuseas, los mensajes de James Martin SJ y de toda la caterva de aduladores impacientes por subirse al carro de la victoria para compartir con Biden el efímero triunfo. A quien disiente, a quien pide claridad, a quien recurre a las autoridades judiciales para hacer valer sus derechos no se le reconoce legitimidad, y se ve obligado a callar, resignarse y desaparecer. Peor aún: tiene que sumarse al coro exultante, aplaudir y sonreír. Quien no acepta, atenta contra la democracia y es condenado al ostracismo. Como se ve, sigue habiendo dos bandos, pero esta vez es algo legítimo e indiscutibles porque son ellos los que lo imponen.
Resulta significativo que la Conferencia Episcopal de EE.UU. y la organización abortista Planned Parenthood expresen satisfacción por la presunta victoria electoral de la misma persona. Tal unanimidad recuerda el apoyo entusiasta de las logias masónicas a la elección de Jorge Mario Bergoglio, que tampoco estuvo exenta de sospechas de fraude en el cónclave y era igualmente deseada por el estado profundo, como es sabido por los correos de John Podesta y los vínculos de McCarrick y sus compinches con los demócratas y con el propio Biden. Dios los cría y ellos se juntan.
Con estas palabras se confirma y sella la impía alianza entre el estado profundo y la iglesia profunda, el sometimiento de la cúpula de la jerarquía católica al Nuevo Orden Mundial renegando de las enseñanzas de Cristo y de la doctrina de la Iglesia. El primer e ineludible paso para entender la complejidad de lo que actualmente sucede y verlo desde una perspectiva sobrenatural y escatológica es darse cuenta de ello. Sabemos y creemos firmemente que Cristo, única Luz verdadera del mundo, ya ha vencido a las tinieblas que lo ocultan.
+Carlo Maria Viganò, arzobispo
8 de noviembre de 2020, domingo XXIII después de Pentecostés
La extraña alianza entre el Vaticano y Biden (Carlos Esteban)
Desde la COPE hasta la propia Conferencia Episcopal de Estados Unidos, la opinión oficial de la jerarquía católica parece especialmente satisfecha con la presunta victoria de Biden, hasta el punto de saltarse la puntillosa diplomacia eclesial para llamarle presidente electo simplemente porque así le ha declarado la prensa.
Ya sabemos que los católicos no debemos ‘obsesionarnos’ por el aborto, aunque en realidad no sabemos muy bien por qué. Si uno cree realmente que el feto es completamente humano, dotado de la misma dignidad que cualquier persona, siendo totalmente inocente e implicando su aniquilación a su propia madre, no entiendo bien cómo no podría ser el tema político que más podría interesar a la Iglesia Católica. Desde su consagración como derecho constitucional hasta hoy ha causado más de cincuenta millones de víctimas. ¿No clama al cielo? ¿Qué causa puede haber más clara y, a la vez, más (literalmente) sangrante?
Pues ya ven: el ‘católico’ Biden es un abierto y vociferante partidario del aborto, hasta el punto de anunciar que promocionará una ley federal asegurando este ‘derecho’ en el caso de que el Supremo dé la vuelta al caso Wade contra Roe, mientras que Trump ha sido el presidente más provida desde los setenta. ¿Por qué, entonces, tanto alborozo por parte de la jerarquía católica?
Se explica así: Biden ha anunciado que volverá a los acuerdos de París contra el Cambio Climático (en realidad, una transferencia de renta hacia China) y que legalizará a los inmigrantes ilegales, que casualmente son las obsesiones políticas del Santo Padre.
Pero Su Santidad también ha resaltado en numerosas ocasiones otro valor central en la política internacional, subrayándolo recientemente tras insistir sobre ello en su última encíclica, Fratelli tutti. La guerra provoca muertos indudables, pérdida de vidas que incluso los más ardientes abortistas concederán que son humanas.
Es lo que uno nunca ve señalado en, digamos, los alegatos del mediático jesuita James Martin cuando trata de diluir el escándalo del aborto con la pena de muerte, como si eso produjese una especie de empate entre su hombre, Biden, y el ‘diabólico’ Trump. Nunca, digo, fuente jerárquica alguna hace mención del hecho de que Biden ha votado a favor de todas las innecesarias y remotas guerras iniciadas por Estados Unidos desde la Administración Clinton (bombardeos sobre Belgrado), y Obama, Nobel de la Paz, arrojó más bombas sobre más países que ningún otro presidente desde la Segunda Guerra Mundial.
Por el contrario, Trump no solo no ha iniciado ninguna, sino que ha sido instrumental para dos paces que parecían imposibles: entre las dos Coreas y entre Israel y los países árabes. ¿Han oído un solo aplauso por este logro? ¿Ha felicitado el Vaticano a Trump por su extraordinario historial como pacífico y pacificador?
Lo que uno concluye, al final, con no poca tristeza es que incluso en esto nuestra Iglesia institucional sigue a las élites seculares y se sube al carro de un maniqueísmo que no tiene asidero alguno en nuestra doctrina moral.
Carlos Esteban
domingo, 8 de noviembre de 2020
La resurrección de la hija de Jairo. La belleza y grandeza de la muerte cristiana.
Homilía predicada el 19 de octubre de 2008. Texto evangélico: Mt. 9, 18-26
Duración 30:21 minutos
https://www.alfonsogalvez.com/podcast/episode/a5e7cb90/domingo-xxiii-despues-de-pentecostes
sábado, 7 de noviembre de 2020
viernes, 6 de noviembre de 2020
El Vaticano revela su preferencia por el ultraabortista Biden (Carlos Esteban)
Lo hace a través de su órgano oficial online, Vatican News, con un artículo titulado: “El futuro del clima mundial depende también del voto en los Estados Unidos”. No recordamos ninguno en plena campaña que recordara que el futuro de la masacre del aborto depende de ese mismo voto.
Porque, naturalmente, ese “futuro del clima mundial” solo se salvará si gana el tándem Biden-Harris. Que ambos se hayan mostrado entusiastas de ‘amarrar’ el ‘derecho’ al aborto y ampliarlo todo lo posible no parece quitar el sueño a los responsables de la comunicación vaticana, al menos no tanto como el ‘clima’.
Naturalmente, el titular es, si no completamente falso, al menos lo bastante dudoso como para que resulte desconcertante en un una fuente oficial de la Santa Sede. Incluso si supiéramos con total certeza que el clima mundial entra de forma estable y continuada en una nueva fase -algo que lleva sucediendo desde que exista el planeta, mucho antes de la aparición del ser humano, no digamos de su uso de combustibles fósiles-, es un salto de fe enorme suponer que la firma de unos acuerdos iba a obrar el milagro de detener semejante proceso planetario. De hecho, este tipo de acuerdos lleva décadas firmándose sin que el efecto sea otro que el de enriquecer a los profetas del apocalipsis verde.
Quizá los más maliciosos pudieran, pero creo que muy pocos de los que escuchamos en su día decir al Santo Padre que los católicos no debíamos “obsesionarnos” con temas de vida y familia podíamos sospechar que se acabaría primando una teoría pseudocientífica impuesta por el poder y los medios sobre la masacre deliberada, masiva y protegida por las autoridades de niños no nacidos en el vientre de sus madres.

Carlos Esteban
MÉDICO DEL HOSPITAL SÖDERSJUKHUSET EXPLICA EL MODELO SUECO Y LA INUTILIDAD DE LOS CONFINAMIENTOS
En el siguiente vídeo, la doctora Natalia Prego Cancelo, de Médicos por la Verdad, entrevista al doctor Cristian Duré en el Hospital Södersjukhuset del Sur de Estocolmo. Los médicos conversan y hacen una comparación entre el método sueco y los métodos empleados por otros países, y comparan los tratamientos y métodos con sus respectivos resultados.
Suecia es un país en donde se vive con total normalidad, sin mascarillas, sin distanciamiento social, sin cierres económicos, sin toques de queda, sin confinamientos, sin miedo y sin pandemia.
Cristian Duré es MD en Medicina de Emergencia (St-läkare) en el Hospital del Sur de Estocolmo, Suecia (Södersjukhuset), y estudiante de doctorado del Karolinska Institutet Sös.
NOTA: Aunque este blog es sobre religión católica, sin embargo, todo cuanto afecta a la verdad, aunque ésta sea sólo verdad natural, afecta en gran medida a la verdad sobrenatural y a la fe, pues lo sobrenatural toma como base lo natural; no es antinatural, sino que supone y sobrepasa a lo meramente natural. Sin embargo, lo natural, por eso mismo, debe ser cultivado, con seriedad, en un espíritu que ame la verdad. Las cosas son como son, pero no como el Gobierno de turno diga que son. Científicamente hablando, no existen sino conjeturas en torno al Covid-19. Y no se puede confinar una nación entera en base a meras elucubraciones. Los muertos son menos que en la primera ola de marzo (y prácticamente todos, se refieren a personas con más de 80 años: 85, 88, 90. 93, 95, etc...). Esas personas tienen patologías previas y es lo más probable que hubieran fallecido igualmente, sin el coronavirus. Por otra parte, las pruebas de PCR que se realizan sobre el Covid-19 no son específicas, como ya hemos visto en otros artículos. Hay muchos PCR que dan falsos positivos (Un PCR positivo puede darlo incluso un simple resfriado). Y luego, ¿dónde está la gente que fallece por la gripe común? ¿Es que ésta ha desaparecido? Además, cuando se habla de muertos (en noticias sensacionalistas) no se especifica si todos ellos lo son a causa del Covid-19. Habría que hacer un recuento sobre el total de muertos que ha habido (por enfermedades cardiovasculares, por cáncer, por neumonías, por accidentes de tráfico, etc... y también por coronavirus Covid-19). Si así se hiciera se vería que no hay por qué alarmarse tanto.
Suecia es un país en donde se ha demostrado que el número de muertos por esta enfermedad del Covid-19 es mínimo. Y allí no se obliga a llevar a todos mascarillas, ni, por supuesto, se procede al confinamiento ... y eso es, además, saludable; porque la salud personal no se refiere sólo a no padecer la enfermedad del Covid-19, sino que hay que tener en cuenta otros factores, muy importantes, para que pueda hablarse de salud. Y las mascarillas, los estados de alarma y los confinamientos, están produciendo verdadero pánico entre la gente, dando lugar a enfermedades de tipo psiquiátrico: obsesiones, ansiedades, depresiones, etc... que no son, precisamente, un reflejo de la salud de las personas.
¿Por qué y para qué, entonces, acudir al confinamiento, como medio de protección? Es evidente que, puesto que no hay razones científicas para ello, sólo queda pensar en razones de tipo político (¡y no de la política entendida como un servicio para el bien común de los ciudadanos, que es lo que debe de ser!).
Da la "casualidad" de que, durante este tiempo, nuestro "Gobierno" está imponiendo, mediante Reales Decretos y otros, una serie de reformas liberticidas, que suponen un control absoluto de la población (libertad de expresión, opiniones, etc ... todo ello y mucho más, van a quedar limitadas al pensamiento único que coincide con lo que el Estado propone. No se podrá disentir de ese pensamiento. De hacerlo, se pasa a ser "persona non grata", con todo lo que ello conlleva). Al estar bajo un estado de alarma o confinados, quedarán prohibidas -casi con toda seguridad- las manifestaciones en contra de este Gobierno comunista totalitario. Y ellos seguirán cambiando las leyes a su antojo, sin que nada ni nadie pueda realizar ningún tipo de objeción, dado que la justicia está comprada y no hay ya separación de poderes. La frase de Pablo Iglesias ("Tenemos que politizar el dolor") está siendo llevada a la práctica.
José Martí
DRA. NATALIA PREGO CANCELO ANUNCIA LA ASOCIACIÓN ‘MÉDICOS POR LA VERDAD’ EN ESPAÑA
La especialista en medicina comunitaria, Dra. Natalia Prego Cancelo, comenta la situación que se vive actualmente en España y que a su juicio “es totalmente desajustada de la realidad, una realidad médica, una realidad clínica”, pues “no hay ningún rigor científico en todas las decisiones sanitarias que se están tomando.”
“Ha habido muchísima contaminación de información científica”, dice, “lo que ha provocado una serie de problemas en tratamientos, en fallecimientos, etcétera … Esta situación es ya totalmente insostenible y hago un llamamiento a todos mis compañeros médicos para que pierdan el miedo o al menos se pongan en contacto con nosotros. Hemos creado un grupo llamado ‘Médicos por la Verdad’ … Ya hay 35 médicos en España que quieren colaborar. Va a haber muchos más, y también ciudadanos y organismos… Os esperamos en Médicos por la Verdad.”
DURACIÓN 4:27 minutos
Médicos por la Verdad en WhatsApp: 677572759
por Natalia Prego Cancelo
En base a que las decisiones de los gobernantes, limitan derechos fundamentales, y lo hacen sin basarse en consideraciones objetivas sin el deber de tener debidamente en cuenta las normas sanitarias internacionales de la Organización Mundial de la Salud.
En relación a las recomendaciones sobre el uso de máscaras dirigido los gobernantes, en el documento científico de 5 de junio actualización del documento de fecha 6 de abril de 2020. Nunca la OMS en ningún caso recomienda el uso de mascarillas cuando se pueda guardar la distancia de un metro. Asimismo en los modos se transmisión nunca dijo la OMS en sus documentos científicos, que hubiera que usar máscaras en espacios al exterior.
La OMS expresó muy claramente que incluso en los centros sanitarios, los trabajadores que estén en el área administrativa o informando a las personas, no necesitan máscara si pueden guardar la distancia de un metro. Por tanto y visto que la OMS describe los efectos adversos de las mascarillas, la falta de evidencia científica en la transmisión cuando se puede guardar la distancia ...
Las decisiones que están adoptando los gobernantes con la obligación de uso de máscaras, tanto si existe la distancia como si no, en todos los lugares, es arbitraria, conculca y limita derechos humanos y fundamentales.
Y más a sabiendas de que no están atendiendo debidamente y con objetividad a ninguno de los efectos adversos que describe la OMS, en relación a los problemas dermatológicos. O en relación a los problemas y efectos adversos en situaciones de humedad y calor, como lo es España durante el verano, que obliga al uso de mascarillas en el trabajo o fuera de el, con temperaturas de hasta 40 grados celsius de calor.
Por tanto todas estas normas arbitrarias adoptadas por los gobernantes son contrarias los Principios de Siracusa sobre las Disposiciones de Limitación y Derogación del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Los mártires de Niza
Seguimos con la llamada violencia islámica.
Las frías declaraciones del Papa Francisco y las curiosas del obispo de Niza que, después de la literatura buenista oficial, se ve obligado a concretar: «evidentemente condeno el ataque».
La culpa de los atentados está en la falta de diálogo, la nuestra, porque bien es sabido que los hermanos musulmanes son de undialogante natural indiscutible. Al fin, los que provocan son los que estaban tranquilamente asistiendo a Misa en la catedral de Niza porque les faltó diálogo con el pobre migrante abandonado y desorientado.
Sin duda, estamos ante un esfuerzo de irrealidad ideológica e imbécil de primera magnitud. El Papa Francisco evitó indicar de dónde procede este horror y pidió al pueblo francés que reaccionara al mal con el bien, y práctica cerrada.
Pero los cristianos, muertos están, mártires son, ‘in odium fidei’, por mucho que se quiera ocultar.
«¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido».
Buena lectura.
Specola
jueves, 5 de noviembre de 2020
Cardenal Zen: "la Santa Sede alienta el pecado"
El cardenal de Hong Kong, Joseph Zen, de 88 años, dijo el 29 de octubre en el sitio web EWTN.com (ver vídeo a continuación) que el acuerdo secreto chino-vaticano no normalizó la situación de los católicos chinos, como afirmó el cardenal Parolin.
Por el contrario, hay “solamente un endurecimiento para los católicos” y “la persecución es mucho más cruel ahora que antes”.
Zen está 100% seguro que Parolin no cree en sus afirmaciones. Zen dice sobre el hecho que la Santa Sede alienta a los católicos a unirse a una Iglesia estatal independiente: “Eso es un pecado, porque te unes a una Iglesia cismática”.
Las afirmaciones según las cuales Benedicto XVI ya había aprobado el acuerdo son para él un “insulto”. Él tiene suficiente evidencia que los cardenales Parolin y Diaz bosquejaron el acuerdo en el 2010 y que Benedicto XVI se negó a firmarlo.
Zen sabe que los obispos estatales chinos no han cambiado desde el acuerdo, están “completamente del lado del gobierno” y son “absolutamente indignos para ser obispos”.
Archbishop Viganò to American Catholics: Do Not Be Discouraged by the Enemy, Even in This Terrible Hour
MESSAGE
OF ARCHBISHOP CARLO MARIA VIGANÒ
TO AMERICAN CATHOLICS
AND TO ALL AMERICANS OF GOOD WILL
Dear Brothers and Sisters,
As devout Christians and faithful citizens of the United States of America, you have intense and heartfelt concern for the fate of your beloved country while the final results of the Presidential election are still uncertain.
News of electoral fraud is multiplying, despite the shameful attempts of the mainstream media to censor the truth of the facts in order to give their candidate the advantage. There are states in which the number of votes is greater than the number of voters; others in which the mail-in vote seems to be exclusively in favor of Joe Biden; others in which the counting of ballots has been suspended for no reason or where sensational tampering has been discovered: always and only against President Donald J. Trump, always and only in favor of Biden.
In truth, for months now we have been witnessing a continuous trickle of staggered news, of manipulated or censored information, of crimes that have been silenced or covered up in the face of striking evidence and irrefutable testimony. We have seen the deep state organize itself, well in advance, to carry out the most colossal electoral fraud in history, in order to ensure the defeat of the man who has strenuously opposed the establishment of the New World Order that is wanted by the children of darkness. In this battle, you have not failed, as is your sacred duty, to make your own contribution by taking the side of the Good. Others, enslaved by vices or blinded by infernal hatred against Our Lord, have taken the side of Evil.
Do not think that the children of darkness act with honesty, and do not be scandalized if they operate with deception. Do you perhaps believe that Satan’s followers are honest, sincere, and loyal? The Lord has warned us against the Devil: “He was a murderer from the beginning and does not stand in truth, because there is no truth in him. When he tells a lie, he speaks in character, because he is a liar and the father of lies” (Jn 8:44).
In these hours, while the gates of Hell seem to prevail, allow me to address myself to you with an appeal, which I trust that you will respond to promptly and with generosity. I ask you to make an act of trust in God, an act of humility and filial devotion to The Lord of Armies. I ask that all of you pray the Holy Rosary, if possible in your families or with your dear ones, your friends, your brothers and sisters, your colleagues, your fellow soldiers. Pray with the abandonment of children who know how to have recourse to their Most Holy Mother to ask her to intercede before the throne of the Divine Majesty. Pray with a sincere soul, with a pure heart, in the certainty of being heard and answered. Ask her – she who is the Help of Christians, Auxilium Christianorum – to defeat the forces of the Enemy; ask her – she who is terrible as an army set in battle array (Song 6:10) – to grant the victory to the forces of Good and to inflict a humiliating defeat on the forces of Evil.
Have your children pray, using the holy words that you have taught them: those confident prayers will rise to God and will not remain unheard. Have the elderly and sick pray, so that they may offer their sufferings in union with the sufferings that Our Lord suffered on the Cross when he shed His Precious Blood for Our Redemption. Have young ladies and women pray, so that they turn to her who is the model of purity and motherhood. And you, men, must also pray: your courage, your honor and your boldness will be refreshed and strengthened. All of you, take up this spiritual weapon, before which Satan and his minions retreat furiously, because they fear the Most Holy Virgin, she who is Almighty by Grace, even more than Almighty God*.
Do not allow yourselves to be discouraged by the deceptions of the Enemy, even more so in this terrible hour in which the impudence of lying and fraud dares to challenge Heaven. Our adversaries’ hours are numbered if you will pray, if we will all pray with Faith and with the true ardor of Charity. May the Lord grant that one single devout and faithful voice rise from your homes, your churches, and your streets! This voice will not remain unheard, because it will be the voice of a people that cries out, in the moment when the storm rages most fiercely, “Save us, Lord, we are perishing!” (Mt 8:25).
The days that await us are a precious occasion for all of you, and for those who unite themselves spiritually to you from every part of the world. You have the honor and privilege of being able to participate in the victory of this spiritual battle, to wield the powerful weapon of the Holy Rosary as our fathers did at Lepanto to repel the enemy armies.
Pray with the certainty of Our Lord’s promise: “Ask and it shall be given unto you, seek and you shall find, knock and the door shall be opened unto you” (Lk 11:9). The King of Kings, from whom you ask the salvation of your Nation, will reward your Faith. Your testimony, remember this, will touch the heart of Our Lord, multiplying the heavenly Graces which are, more than ever, indispensable in order to achieve victory.
May my appeal, which I address to you and to all people who recognize the Lordship of God, find you to be generous apostles and courageous witnesses of the spiritual rebirth of your beloved country, and with it the entire world. Non praevalebunt.
God bless and protect the United States of America!
One Nation under God
+ Carlo Maria Viganò, Archbishop
Former Apostolic Nuncio to the United States of America
November 4, 2020
miércoles, 4 de noviembre de 2020
Ahora quieren la firma (Capitán Ryder)
Envían enlace por correo electrónico del colegio al que van mis hijos. ¡Peligro!, el gobierno ha elaborado un engendro de ley de educativa que amenaza la libertad en la educación. ¡Hay que movilizarse!, proclaman con gravedad, ¡nos jugamos mucho!.¡ Todos a firmar las distintas cartas y propuestas!
El caso es que no hay nada amenazado, si acaso, hay un cadáver que ya apesta del que nadie se atreve a decir que está muerto. Es el cadáver de la educación católica, que lleva muerto muchos años, aunque creo que existen varios miles de colegios nominalmente religiosos en España.
Creo que en el año 85 el entonces ministro socialista, Maravall, aprobó la LODE, supuestamente para introducir en España la modernidad en la educación y copiar el entonces adorado modelo sueco, la comprensividad. Ahora, los alumnos serían más listos, entenderían todo mucho mejor pues el nuevo método arrasaba con el tradicional sistema de estudio, memorización etc. Ahora, lo importante no era trabajar ni estudiar, lo importante era comprender.
Uno de los pocos intelectuales de este país que lanzó la voz de alarma, refiriéndose en su caso a la Universidad, fue Gustavo Buenos, quién afirmó «la universidad española tardará 35-40 años en recuperarse de esta ley». El entrañable filosofo se equivocó de cabo a rabo, pues eso significaría que ahora empezaríamos a salir del pozo. Nada más lejos de la realidad, la educación se encuentra en el fondo de la fosa de la Marianas. Creo que, físicamente, es imposible descender más en este mundo.
El caso es que, algunos padres católicos, entre ellos el mío, vieron los otros peligros, no sólo los académicos, que traía la citada ley y se lanzaron a las calles azuzados por los obispos y religiosos de la enseñanza. Más de 400 kilómetros hicieron por las carreteras de entonces para que aquel atropello no se llevase a cabo. Para intentar que sus hijos, y los hijos de sus hijos, «pudiesen educarse en el colegio a la manera católica».
Hasta ese momento, los colegios religiosos dependían de los alumnos que pudiesen atraer pero gozaban de bastante autonomía educativa.
El asunto terminó como suele. Los religiosos, obispos etc negociaron con el gobierno lo único que lleva mucho tiempo importando, el dinero.
Se establecieron los llamados «conciertos educativos», un mecanismo absolutamente perverso. Un resumen rápido sería más o menos el siguiente: El estado fijaba del ronzal a todos estos colegios. Ahora pagaba por lo que podía meter mano a lo que se hacía y decía en las aulas. Es más, ahora marcaría el paso.
Los colegios se olvidaban de problemas. Ya no dependían de captar alumnos, ahora el estado aseguraba el dinero, eso sí, con un importe exiguo pues subvencionaba entre el 75%-85% del dinero necesario.
El Estado se ahorraba un pico en un momento de necesidad pero ya había introducido el caballo de Troya en los colegios. Era cuestión de tiempo que los dominase de cabo a rabo.
Al mismo tiempo, el estado declaraba la educación gratuita pero miraba para otro lado para que los colegios pudiesen cuadrar los balances con las llamadas «cuotas voluntarias». Esas cuotas a pagar por llevarlos a ese colegio y que te recomiendan no se te olvide ninguna.
Una vez los colegios vieron asegurada su subsistencia económica se olvidaron de la mala influencia que esto podría tener en el futuro y «desmovilizaron» a su rebaño. Nunca mejor dicho. Ya no hacía falta protestar, se había llegado a un acuerdo.
A partir de entonces mi padre siempre repetía «se han vendido por un plato de lentejas».
Más tarde, durante la presidencia de Zapatero se elaboró la ley de Educación para la ciudadanía, asignatura con un contenido radicalmente anticatólico.
De aquellos días es la famosa arenga del Cardenal Cañizares a las congregaciones que regentaban colegios sobre la adaptación del contenido de dicha asignatura, que es lo que todos perseguían en aquel escenario, «decir ya la adaptaremos es colaborar con el mal». Tiempo después, el Cardenal Cañizares se reunía con la Vicepresidente María Teresa Fernández de la Vega y llegaba a un acuerdo (*). A partir de entonces ya no cogía el teléfono a los padres a los que había incitado a combatir. Esto es información, no opinión.
Este mismo verano, mi colegio, me enviaba un correo a mediados de junio, con el curso ya terminado, en el que se informaba que el modelo educativo cambiaría a partir de este curso. Ahora primaría el ordenador, un modelo que considero supone un problema de primer orden desde el punto de vista antropológico.
A la asociación de padres, supuestamente nos representa, debió parecerle bien pues nada dijo. Ni el medio, un correo con el curso terminado, ni el cambio de modelo anunciado, les hizo levantar una ceja. Si se cambia el modelo educativo y tu asociación de padres ni siquiera tiene opinión queda poco por hacer.
En el bis a bis que solicité con el colegio se me indicó que aquello eran «lentejas, que si quieres las tomas y sino las dejas». Y en última instancia «que ahí tenía la puerta». Y nuestros hijos usados como rehenes. Todo en orden. Por cierto, el «cambio de modelo educativo» suponía 350 euros por alumno, ¡que el progreso no se paga solo!
Y es en este punto del camino en el que nos pide oponernos a la ley de la ministra Celaá. Es decir, Celaá 1 (el colegio), nos dice que cuidado con Celaá 2, que tiene unas ideas muy malas.
No dudo de que Celaá 2 tiene unas ideas horrorosas, pero aplico a Celaá 1 el genial chiste de Les Luthiers «si tu amigo te apuñala por la espalda replantéate su amistad». No, lo tengo claro desde hace un tiempo, con Celaá 1 no voy ni a la vuelta de la esquina.
Por último, y para terminar, reitero que no hay nada que salvar, ni la educación católica que no existe, ni la libertad de elección, pues nada pintamos ahora tampoco los padres en nuestros colegios.
Capitán Ryder
(*) Dicen que parte del acuerdo fue que el Gobierno pagaría el viaje a España del Papa de entonces Benedicto XVI. Lo primero es lo primero, pueden seguir corrompiendo a nuestros hijos pero la visita del papa sale gratis. ¡Ni tan mal! debieron pensar en la Conferencia Episcopal Española.
Nota: Por eso critico las posturas de Juan Manuel de Prada. Podrá elaborar un discurso teórico fetén sobre el Pin parental de Vox, como el sálvese quien pueda que implica, pero la verdadera tragedia es que quienes deberían guiarnos y ayudarnos están con el enemigo. Y de esos, nada dice, salvo de una manera genérica.
Los hermanos terroristas del Papa Francisco, los ‘accidentes’ de Niza y Viena, guerra de votos en Estados Unidos.
Los terroristas que atentaron en Viena, en Niza y en tantos otros sitios, son terroristas islámicos, lo dicen ellos y quiénes somos nosotros para negárselo.
El ministro del Interior austriaco dijo que el terrorista asesinado «simpatizaba con el grupo terrorista Isis», era conocido por los servicios secretos austríacos, siendo uno de los 90 islámicos austriacos que querían ir a luchar en Siria; era un inmigrante que había jurado lealtad al nuevo líder de Isis.
No podemos olvidar que dos jóvenes vieneses de origen turco se comportaron heroicamente durante la masacre y salvaron a un policía herido.
Angela Merkel: “Los alemanes apoyamos a nuestros amigos austriacos con participación y solidaridad. El terrorismo islámico es nuestro enemigo común. La lucha contra estos asesinos y sus instigadores es nuestra lucha común ”.
Erdogan amenaza a Europa: «Ningún europeo en cualquier parte del mundo puede caminar con seguridad por las calles». Parece que lo que estamos padeciendo tiene algo que ver con el islamismo y esas cosas; cerrar los ojos no es bueno, porque nos hace vivir en una irrealidad absurda.
El Papa Francisco sigue con sus fraternidades universales, evitando mencionar el origen de tanta violencia y sigue con sus muros y puentes, puertos y puertas abiertas, siempre que no sean las suyas, que siguen bien cerrados: «En estas horas dramáticas, rezo con muchos otros que siguen los trágicos acontecimientos en el corazón de nuestra ciudad a través de los medios de comunicación, por las víctimas, los servicios de emergencia; y que no haya más derramamiento de sangre».
No llegamos a saber muy bien de que se habla, ¿un terremoto?, ¿un accidente?, ¿un rayo ha partido a alguien?, ¿problemas con un volcán? Son bien conocidas las dotes del Papa Francisco para crear confusión, aquí la vemos una vez más y además con un retraso de 16 horas.
El pasado fin de semana se recibió una carta con amenazas extremistas en el obispado de Turín. Las amenazas «de sabor francés» están supuestamente dirigidas al arzobispo Cesare Nosiglia, quien siempre ha mantenido una buena relación con la comunidad islámica local. Leemos en Il Giornale: «Debemos tener cuidado. Unos arrabales no son un laboratorio de integración, sino una bomba de tiempo que podría estallarnos en la cara»; «las señales son los diversos episodios de violencia y delitos menores por parte de bandas compuestas principalmente por jóvenes marroquíes, pero también por algunos egipcios de segunda generación, que saquearon tiendas de lujo durante los disturbios por las restricciones».
En Italia han saltado todas las alarmas al saber que el asesino de Niza dio positivo a pesar de la cuarentena después de aterrizar en Lampedusa, viajó por toda Italia con el pase en el bolsillo, y terminó en Niza donde sembró la muerte y el terror en la catedral. Puede que al final tengamos que agradecer a los hermanos musulmanes que nuestros obispos salgan del ‘ dolce far niente’.
Estamos en horas decisivas en las elecciones de Estados Unidos en las que el perdedor en las encuestas está ganando. Trump no es católico pero se ha convertido en un referente para el catolicismo de los Estados Unidos; nunca ha violado la doctrina social católica, ni siquiera en términos de hospitalidad y pobreza, además de haber luchado por los principios no negociables más que cualquiera de sus predecesores. Los números parecen ajustados pero su victoria apunta con fuerza con el sorprendente apoyo hispano y de la comunidad negra. Todos los partidarios de los nuevos órdenes se revolverán, estamos en momentos decisivos y cuatro años pueden ser fundamentales para Estados Unidos y para todo el mundo.
Specola
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