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jueves, 20 de julio de 2017

OBJETIVO "1984": Una Iglesia traicionada y temerosa (por José Martí) [3 de 6]


Y, mientras tanto, ¿qué ocurre con la Iglesia? Porque ése es el gran enemigo del Sistema, el que hay que combatir a muerte. 

Desgraciadamente, ha ido surgiendo una "nueva Iglesia" a raíz, sobre todo, del Concilio Vaticano II, una "iglesia" que se ha infiltrado, como caballo de Troya, en el seno de la verdadera Iglesia. Ésta ha sido traicionada y el resultado no ha sido otro que la apostasía, la pérdida de la fe, comenzando por los propios jerarcas de la Iglesia. En ese pretendido acercamiento al mundo, en ese "aggiornamento" inicial, postulado por el CVII, estaba ya contenido, en germen,  la levadura (¡una levadura venenosa!) que, al fermentar, en tan solo cincuenta años ha llegado a corromper ya casi toda la masa. Una gran parte de nuestra Iglesia ha sido fagocitada por el mundo, del cual apenas se diferencia, por no decir que forma parte de ese mundo, una vez que ha traicionado la misión que Jesucristo le encomendó

Ciertamente la Iglesia, la auténtica, aquélla sobre la cual las puertas del infierno no prevalecerán, sigue vigente, sigue estando ahí y no puede desaparecer: pero estará formada por muy pocos miembros, (cuyo número se desconoce) aquéllos que se mantendrán fieles al Mensaje recibido de Jesucristo y harán posible que la Iglesia perviva y no desaparezca. Sí, gracias a ellos [gracias a los santos, en definitiva, que Dios hará surgir] la Iglesia se mantendrá viva y resurgirá, como el ave Fénix de sus cenizas; aunque, precisamente porque el enemigo conoce que eso es así, quienes formen parte de la verdadera Iglesia serán perseguidos tanto por el mundo (lo que es lógico) como por aquéllos que "teóricamente" estaban en la Iglesia, pero no eran "realmente" de la Iglesia; éstos seguirán llamándose católicos, pero no lo serán, en verdad, desde el momento mismo en que, capitulando ante el mundo, han traicionado a la Iglesia fundada por Jesucristo y han perdido la fe

Por supuesto que tal cosa no se dirá dicha por aquéllos que "estarán sentados en la silla, pero que serán, en realidad, falsos profetas". Los verdaderos pastores y los verdaderos fieles católicos sí sabrán la verdad, porque tienen puesta su esperanza completamente en el Señor, el cual nunca engaña a los suyos. Ahora bien:  ¿cómo sabremos distinguir a los verdaderos católicos de los falsos?. Pues es Jesús quien nos da nuevamente la solución. Y es que, junto  a las persecuciones que anunció a quienes le siguieran, también les abrió la mente y les infundió su Espíritu que es el que les haría entender, en profundidad, las palabras de Jesús: "Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo frutos buenos ... Así pues, por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 18.20) 

¡Los frutos! Es así de sencillo. No hay más que hacer uso del sentido común ... que, desgraciadamente, escasea.  No hay que ser muy inteligentes para darse cuenta que estos frutos que el Señor está esperando brillan por su ausencia [¡no hay frutos!] o bien -si los hay- son frutos podridos, en la mayoría de los casos [¡no alimentan, pues no son Palabra de Dios, sino productos humanos, que dejan vacía el alma]. De manera que si vemos a alguien (no importa quién sea ni cuál sea su categoría eclesial) que predica un evangelio distinto del que nos ha sido transmitidono debemos de seguirlo, porque es un falso profeta, un lobo vestido con piel de cordero, a quien no le interesa nuestra salvación. Esto ya es una buena pista para saber a qué atenernos: la Palabra de Dios y su correcta interpretación por la Tradición y el Magisterio Perenne de la Iglesia, 

Pero es que, sobre todo, tenemos las palabras del Señor, que nos llegan directamente al corazón; por ejemplo cuando dijo: "No os dejaré huérfanos" (Mt 4, 18). O: "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 20). Las palabras de Jesús deben de estar siempre en nuestra mente y en nuestro corazón, deben de ser nuestra vida. "Para mí la vida es Cristo" (Fil 1, 21), decía san Pablo. Y si eso es también así para nosotros entonces sólo nos importará estar con Él y junto a Él y estas palabras de Jesús serán un verdadero consuelo para nuestra alma: "En el mundo tendréis tribulación. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33). Esto sabemos que es así por la fe. 

Dicho lo cual se requiere que los cristianos nos espabilemos, si es que de verdad queremos hacer realidad en nuestra vida la Vida de Jesús. Esto nos dijo: "Mirad que os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas" (Mt 10, 16). Es necesario, pues, que seamos cautos, que aprendamos a distinguir, sin género alguno de duda, entre los buenos y los malos pastores; entre los que nos quieren de verdad y desean nuestro verdadero bien (aunque nos corrijan ... y precisamente por ello) y aquellos otros que dicen querernos (y nos ofrecen todo lo que deseamos, sin necesidad de que nos esforcemos) pero que sólo desean aprovecharse de nosotros y, en último término, nuestra perdición. Primero, pues, saber diferenciar entre unos y otros; y luego, actuar en consecuencia. 




Tal vez un ejemplo nos sirva para explicar bien esta idea: 

- ¿Debe de tener miedo un cristiano? 

- Pues depende de qué y a quién. 

- ¿Cómo saberlo? 

- De nuevo las palabras de Jesús: "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed, más bien, al que puede arrojar el alma y el cuerpo en el infierno" (Mt 10, 28). En seguir esta indicación última de nuestro Maestro nos va la vida. Y esto es hoy más verdad que nunca. 

Si nos fijamos, el ataque a la Iglesia se ha puesto de moda. La quema y el saqueo de Iglesias, las profanaciones de la sagrada Eucaristía, las ofensas a los cristianos y a los sacerdotes, que no sólo es violencia verbal sino también física, hasta causar incluso la muerte de estas personas por el mero hecho de creer en Jesucristo ... todo esto está hoy a la orden del día ... e incluso es aplaudido por los medios de comunicación, si es que llegan a sacar la noticia, la cual se suele esconder normalmente para que la gente desconozca estos hechos. Y, sin embargo, de estos ataques, que son muy dolorosos y que nos pueden suponer, incluso, la pérdida de nuestra vida, según nos dice Jesús, no debemos de tener miedo: "No temáis a los que matan el cuerpo ..."

... Porque hay en la actualidad un ataque muchísimo más peligroso que el anterior, un ataque normalmente disimulado, aunque cada vez menos, contra el corazón mismo de la Iglesia y contra la naturaleza. Un ataque a la libertad más profunda de las personas, a todo lo que es bueno, bello y verdadero; un ataque contra Dios y contra sus mandamientos. El llamado orgullo gay no es sino un aspecto del orgullo satánico anti-Dios. Y es por eso que, hoy en día el pecado es ensalzado [¡no existe el pecado!] y el que es virtuoso y honesto es ridiculizado, perseguido, condenado y estigmatizado como hipócrita. Y, claro está:  La tensión es muy grande ... y si ponemos la esperanza sólo en nuestras propias fuerzas estamos perdidos de antemano. De ahí la necesidad que tenemos los cristianos de estar continuamente preparados, poniendo toda nuestra confianza en el Señor, que sabemos muy bien que no nos va a abandonar ni nos va a fallar nunca: "Todo lo puedo en Aquél que me conforta" (Fil 4, 13) 

¿Quién está detrás de la confusión actualmente existente? ¿Quién mueve los hilos para que los hombres pasen por el aro de lo absurdo? Antes se decía que era el Partido (refiriéndose al Partido Comunista). Hoy se habla del Sistema, de la Masonería, de los lobbies, etc... Y no cabe duda de que es así. Pero lo cierto y verdad, a poco que profundicemos, llegaremos a darnos cuenta que es el Diablo quien lo dirige todo realmente  (¡ése en cuya existencia no se cree!). Y así es porque así ha permitido Dios que sea"El mundo está todo en poder del Maligno" (1 Jn 5, 19).


[¡Atentos: Dios no quiere el mal ni el pecado, que es la causa de todos los males, pero los permite en razón de nuestra libertad! De esto ya se ha hablado en este blog en más de una ocasión]

De hecho Jesús llama al Diablo el "príncipe de este mundo" (Jn 14, 30), pero dice a continuación (para nuestro consuelo y esperanza) que "nada puede contra Mí" (Jn 14, 30). Jesús permitió ser tentado por el Diablo. Así lo relata san Mateo [refiriéndose a Jesús]: "El diablo lo llevó de nuevo a un monte muy elevado y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: "Todo esto te daré si, postrándote ante mí, me adoras". Entonces Jesús le respondió: "¡Apártate, Satanás, porque escrito está: 'Al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo servirás' " (Mt 4, 8-10)

(Continuará)