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jueves, 19 de mayo de 2016

La Amoris Laetitia interpretada por el propio Francisco (5 de 9)




El siguiente párrafo de Amoris laetitia recalca las líneas directrices de esa "conversión pastoral":

“Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticasy morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas. Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas. (AL 37).

[El propio discernimiento ha de ser un recto discernimientoNo se puede discernir bien sino en base a unos principios que se dan como ciertos e indiscutibles. Un cristiano toma como punto de apoyo la Palabra de Dios ... y es a la luz de esa Palabra como debe discernir su conducta, bien aconsejado por sus pastores quienes, lógicamente, no deben sustituir su conciencia, pero sí iluminarla para que su decisión esté en conformidad con la verdad. Si se le engaña, mediante un concepto falso de la misericordia de Dios, se le hace un grave daño al penitente. Y quien así actúe tendrá que dar cuenta de ello ante Dios, Supremo Juez, en quien la Verdad y la Misericordia se aúnan y se confunden con Él mismo, dada la simplicidad de su Ser]

El Papa Francisco habla de una profunda confianza en los corazones y en la nostalgia de los seres humanos. Se percibe aquí la gran tradición educacional de la Compañía de Jesús a la responsabilidad personal. Habla de dos peligros contrarios : El "laissez-faire" y la obsesión de querer controlar y dominar todo Por un lado es cierto que " la familia no puede renunciar a ser lugar de sostén, de acompañamiento, de guía … Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano”(AL 260).

Pero la vigilancia puede volverse también exagerada: “Pero la obsesión no es educativa, y no se puede tener un control de todas las situaciones por las que podría llegar a pasar un hijo (…) Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar los desafíos. Lo que interesa, sobre todo, es generar en el hijo, con mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía”(AL 261). 

Encuentro muy iluminante poner en conexión este pensamiento sobre la educación con aquellos relacionados con la praxis pastoral de la Iglesia. De hecho, en este sentido, el Papa Francisco habla muy seguido de la confianza en la conciencia de los fieles: “Estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL 37)

La gran cuestión obviamente es ésta: ¿cómo se forma la conciencia?, ¿cómo llegar a aquello que es el concepto clave de todo este gran documento, la clave para comprender correctamente la intención del Papa Francisco, que es “el discernimiento personal”, sobre todo en situaciones difíciles, complejas?

[La formación de la conciencia es un tema fundamental. Existe el peligro, que viene de la llamada moral autónoma de KANT, de que cada uno se forme su propia conciencia, según los criterios que él mismo considere que son los correctos. Y digo peligro porque la referencia que toma KANT en su filosofía idealista no es Dios, no es lo que Dios piensa, no es lo que a Dios le parece, sino que es el pensamiento de cada hombre, lo que a cada hombre le parece. La conciencia sería así relativa sólo a cada persona. Y toda acción ejecutada "según conciencia" se consideraría justa ... lo que, como la experiencia ha demostrado a lo largo de la historia, es un enorme dislate. Cada cual tiene "su verdad".

No existe una verdad absoluta. No existe "la verdad". Todas estas filosofías de tipo idealista (desde Kant hasta Hegel, prácticamente ... añadiendo las filosofías de tinte modernista que rigen hoy el mundo) son la causa (aunque no la causa última, que es el pecado) de la mayoría de los males que acosan hoy a la humanidad y que hace que la relaciones humanas se deterioren ... porque son filosofías que lo centran todo en el propio "yo egoísta" y en las que el verdadero amor está ausente, siendo así que es precisamente el amor la auténtica realidad de la vida, ese amor que se identifica con Dios mismo y que es el que nos proporciona el verdadero sentido y la verdad de la vida.

De ahí que sea necesaria la formación de la conciencia, pues ésta debe de estar regida por la verdad y no por las apetencias personales que, además, son cambiantes y, básicamente, egoístas. La verdad, como sabemos, proviene de Dios y se identifica con Dios, tal y como dijo Jesús, hablando de Sí mismo: "Yo soy la Verdad" (Jn 14, 6). Y Jesucristo es verdadero Dios: "Por Él fueron hechas todas las cosas y sin Él no se ha hecho nada de cuanto ha sido hecho" (Jn 1, 3). ¿Quien puede conocer mejor cómo son las cosas que Aquel que las ha creado, incluido el propio hombre? 

El hombre discierne bien en tanto en cuanto discierne conforme al pensamiento de Dios. El hombre es tanto más él mismo en la medida en la que conforma su mente y su vida al verdadero y único Dios, revelado en Jesucristo. En esa misma medida ve las cosas tal y como realmente son, es decir, tal como Dios las ve y se encuentra así en las óptimas condiciones para un recto discernimiento, que es aquel del que hablaba San Ignacio de Loyola].

El discernimiento es un concepto central de los ejercicios ignacianos. Estos, de hecho, deben ayudar a discernir la voluntad de Dios en las situaciones concretas de la vida. Es el discernimiento el que hace de la persona una personalidad madura, y el camino cristiano quiere ser de ayuda al logro de esta madurez personal, “no para formar autómatas condicionados del externo, telecomandados, sino personas maduras en la amistad con Cristo. Solo allí donde ha madurado este "discernimiento” personal" es también posible alcanzar un "discernimiento pastoral", el cual es importante sobre todo ante “situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone” (AL 6)De este “discernimiento pastoral” habla el octavo capítulo, un capítulo probablemente de gran interés para la opinión pública eclesial, pero también para los medios.

[En esas situaciones, que no responden a lo que el Señor nos propone, en las que se encuentran muchas personas, es ciertamente importante el discernimiento. Éste les debe de servir para diferenciar la verdad de la mentira, aunque el reconocimiento de la verdad conlleve determinado tipo de sufrimientos que preferirían evitar; sin embargo, esos sufrimientos, unidos al sufrimiento de Jesucristo, son purificadores ... y les conducirán, más bien pronto que tarde, a recuperar la paz que han perdido por haberse alejado de Dios. Nunca un correcto discernimiento puede llevar al alejamiento de Dios. Y si ese alejamiento ocurre es que la persona en cuestión ha optado por la mentira ... pero eso no le va a devolver la paz, por más consejeros y acompañantes que estén a su lado. Es preferible estar condicionado externamente por Dios que estar condicionado internamente por su "fuero interior" o su "conciencia", si éstos se oponen a la voluntad de Dios].

Continuará