BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 11 de diciembre de 2025

100 años de Quas Primas: Cristo Rey frente al laicismo de ayer y hoy





La encíclica Quas Primas, publicada hace un siglo por Pío XI, nació en un contexto en el que Europa emergía de la Primera Guerra Mundial devastada en lo material y en lo espiritual. Imperios antiguos –el austrohúngaro, el alemán, el ruso, el otomano– habían colapsado, dejando un vacío de poder y una profunda crisis de identidad colectiva. En medio de las ruinas de la posguerra germinaban ideologías radicales que prometían un orden nuevo sin referencia a Dios: crecía el secularismo militante junto al bolchevismo en Rusia y el fascismo en Italia. Estas corrientes, aunque distintas entre sí, coincidían en marginar o incluso perseguir la influencia de la Iglesia en la vida pública. La civilización occidental, arraigada durante siglos en la cristiandad, se veía sacudida por la eclosión de un nuevo orden laico que buscaba eliminar la voz de la fe en la sociedad.

En este escenario turbulento Pío XI alzó una voz firme. El Papa veía con claridad que los males sociales de aquella época –odios nacionales, inestabilidad política, auge de regímenes totalitarios– tenían una causa última: el apartamiento de Jesucristo, Rey de la historia, del centro de la vida de los hombres y de las naciones. Con Quas Primas, firmada el 11 de diciembre de 1925, el Pontífice respondió con una declaración de principios ante esos “enemigos ideológicos, políticos y sociales de la Iglesia”. Instituir la fiesta de Cristo Rey significaba proclamar que Jesucristo es soberano no solo en el ámbito espiritual privado, sino también sobre la vida pública y los destinos de las sociedades, por encima de caudillos y sistemas humanos. Era un contrapeso teológico y moral frente a movimientos emergentes que negaban a Dios su derecho de reinar en lo creado. Pío XI ofrecía así un remedio a la desesperanza de posguerra: volver la mirada de la humanidad al único Rey que puede traer la paz auténtica.

El reinado social de Cristo: doctrina de Quas Primas

Desde las primeras líneas de Quas Primas, Pío XI vincula los estragos de la posguerra con el rechazo de la ley de Cristo. Recuerda que ya en su primera encíclica (Ubi Arcano, 1922) había advertido que la catástrofe global se debió a que “la mayoría de los hombres se había alejado de Jesucristo y de su ley santísima” en la vida personal, familiar y política. Por eso, mientras los individuos y las naciones nieguen y rechacen el imperio de nuestro Salvador, nunca brillará una esperanza de paz verdadera entre los pueblos. La doctrina central de Quas Primas es la afirmación de la Realeza universal de Cristo: un reinado sobre todas las personas, familias y naciones. Cristo tiene derecho a gobernar el orbe no solo por su divinidad, sino también en cuanto hombre, por haber redimido al género humano a precio de su sangre. Es un derecho natural y conquistado: natural, porque como Verbo encarnado toda la creación le pertenece; y conquistado, porque nos rescató del pecado a un inmenso costo de amor. “Fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo” (1Pe 1,18-19) – recuerda el Papa –; “Ojalá todos los hombres… recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador”. La realeza de Cristo, por tanto, abarca cada dimensión de lo humano, iluminando las inteligencias con la verdad, moviendo las voluntades al bien y reinando en los corazones por la caridad.

Ahora bien, ¿qué implica en la práctica el Reinado social de Cristo? Pío XI lo expone con claridad doctrinal. Significa ante todo que la ley de Cristo –que incluye la ley natural, inscrita en el corazón humano– debe ser el fundamento de la vida moral y jurídica. Jesucristo no es un rey entre otros, sino el Legislador supremo; sus mandamientos y enseñanzas (accesibles en gran medida a la razón mediante la ley natural) son el camino seguro para el bien común. De ahí se sigue que ni los individuos ni las autoridades civiles pueden prescindir de la ley de Dios sin caer en el desorden. La encíclica deplora que el moderno laicismo pretenda exactamente eso: construir la sociedad de espaldas a Dios. Pío XI lo llama sin rodeos “peste de nuestros tiempos”. Explica cómo esa peste fue incubando: “Se comenzó por negar el imperio de Cristo sobre todas las gentes; se negó a la Iglesia el derecho… de enseñar al género humano… Después… la religión cristiana fue igualada con las demás falsas… Se la sometió luego al poder civil… Y se avanzó más: hubo quienes imaginaron sustituir la religión de Cristo con una religión natural… puramente humana. No faltaron Estados que creyeron poder pasarse sin Dios, y pusieron su religión en la impiedad y en el desprecio de Dios”. Esta descripción retrata la secularización radical: primero relegar a Cristo al ámbito privado, luego reducirlo a un credo opcional entre muchos, después subordinar la Iglesia al Estado, y por último entronizar el ateísmo de Estado. El resultado, señala el Papa, ha sido nefasto: odios y rivalidades encendidas entre pueblos, egoísmos ciegos, familias divididas, sociedades enteras “sacudidas y empujadas a la muerte” por haber arrancado de raíz la moral cristiana.

Frente a este panorama, Quas Primas proclama la urgente necesidad de restaurar el Reinado social de Cristo como “medio más eficaz para restablecer y vigorizar la paz”. ¿Qué implica esa restauración? Implica, en palabras de Pío XI, un reconocimiento público y privado de la soberanía de Jesús: que los individuos, las familias y las naciones “vuelvan a sus deberes de obediencia” hacia Cristo. En términos concretos, el Papa esperaba varios frutos de este homenaje público a Cristo Rey. Enumeró tres ámbitos: “para la Iglesia –pues recordará a todos la libertad e independencia del poder civil que le corresponde–; para la sociedad civil –que recordará que el deber de dar culto público a Jesucristo y obedecerle obliga tanto a los particulares como a los gobernantes–; y finalmente, para los fieles –que entenderán que Cristo ha de reinar en su inteligencia y en su voluntad”. Es decir, la Iglesia reafirmada en su derecho a no someterse a la hegemonía del César; la autoridad civil consciente de su deber de respetar y promover la ley moral de Cristo (que es la ley natural elevada por el Evangelio) en la vida pública; y cada cristiano reconociendo a Cristo no solo como rey lejano del cielo, sino como Rey de su mente, de su corazón y de sus acciones cotidianas. Solo así –insiste Pío XI– se podrá curar la herida profunda de la sociedad moderna. Cuanto más obstinadamente se silencie el nombre de Cristo en los parlamentos y foros internacionales, con mayor fuerza habrán los católicos de proclamarlo y de afirmar sus derechos reales sobre la sociedad.

De octubre a noviembre: evolución litúrgica de la fiesta de Cristo Rey

La encíclica Quas Primas no solo desarrolla una enseñanza doctrinal; también instituye una fiesta litúrgica nueva como instrumento pedagógico para el pueblo fiel. Pío XI estaba convencido del poder de la liturgia para formar las mentes y corazones de los católicos, especialmente en tiempos de confusión. Por eso, decidió coronar el Año Santo 1925 –conmemorativo de la paz tras la Gran Guerra y del XVI centenario del Concilio de Nicea– introduciendo la festividad de Nuestro Señor Jesucristo Rey. Originalmente, el Papa dispuso que se celebrase el último domingo de octubre. Al finalizar el mes el año litúrgico estaba “casi finalizado”, de modo que “los misterios de la vida de Cristo, conmemorados en el transcurso del año, terminen y reciban coronamiento en esta solemnidad de Cristo Rey”. Ubicar la fiesta antes de la solemnidad de Todos los Santos subrayaba simbólicamente que Cristo es el centro y culmen de la historia: tras celebrar todos los eventos de la vida de Jesús a lo largo del año, los fieles aclamarían su señorío universal sobre la creación entera.

Durante décadas, la Iglesia celebró a Cristo Rey en aquel último domingo de octubre. Sin embargo, con la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II hubo ajustes significativos. En 1969, el papa Pablo VI trasladó la fiesta al último domingo del Tiempo Ordinario, es decir, al cierre del año litúrgico (finales de noviembre), elevándola de fiesta a solemnidad y dándole el título completo de Jesucristo, Rey del Universo. Esta reubicación realza el carácter escatológico del reinado de Cristo: se celebra inmediatamente antes de iniciar un nuevo Adviento, recordando que Cristo, alfa y omega, reinará plenamente al fin de los tiempos.

Un mensaje actual ante la crisis cultural y espiritual

Pasados cien años, las razones que llevaron a Pío XI a escribir Quas Primas no solo siguen vigentes, sino que en muchos aspectos se han agravado. La encíclica nació de una crisis de civilización, y hoy asistimos a una nueva crisis cultural y espiritual de proporciones globales. Si en 1925 el Papa denunciaba la “plaga” del laicismo que incubaba una sociedad atea, en 2025 constatamos que aquella sociedad secularizada ha florecido en todo el mundo occidental. Vemos a nuestro alrededor los frutos amargos de esta apostasía silenciosa: crisis moral, relativismo radical que niega diferencias entre el bien y el mal, proliferación de leyes inicuas contrarias a la ley natural (desde el desprecio a la vida humana hasta la subversión de la familia), violencia e injusticia que brotan de corazones vacíos de Dios. En el plano internacional, persisten las guerras y surgen desórdenes nuevos, mientras se expulsa sistemáticamente a Cristo del debate público. Se cumple el diagnóstico de Pío XI en Quas Primas: los males del mundo derivan de haber apartado a Cristo y su santa ley de la vida cotidiana de las naciones, por lo que la esperanza de una paz duradera… es imposible mientras individuos y Estados rechacen el imperio de Cristo Salvador.

Ante esta situación, el remedio propuesto por Pío XI mantiene plena validez: “instaurar el Reino de Cristo y proclamarlo Rey” de todas las dimensiones de la existencia humana. Esto no significa instaurar un teocracia temporal ni “imponer” por la fuerza creencias religiosas –objeción típicamente esgrimida por los secularistas–. Significa, más bien, trabajar por un orden social justo fundado en la verdad sobre el hombre y sobre Dios. Significa recordar que por encima de los proyectos humanos está la soberanía del Rey de reyes, cuyo “poder no conoce ocaso”. Ninguna ideología, por seductora que sea, puede sustituir a Cristo sin conducir tarde o temprano a la degradación del hombre. Por eso la Iglesia, fiel a su Señor, no puede dejar de proclamarlo.

¡Viva Cristo Rey!

Al celebrar el centenario de Quas Primas, no lo hacemos con una mirada nostálgica al pasado, sino con la convicción de su perenne actualidad. Aquel grito de Pío XI –“Cristo debe reinar”– resuena hoy con fuerza providencial. Nuestro mundo, sumido en una crisis de nihilismo y desconcierto, necesita a Cristo Rey tanto como (o más que) en 1925. Necesita reconocer que por encima de todos los poderes pasajeros se alza el poder benéfico de Aquél que es la Verdad misma y el Amor encarnado. Solo bajo el dulce yugo de este Rey encontrará la libertad verdadera; solo en su “reino de justicia, de amor y de paz”. hallarán sosiego las naciones en conflicto y los corazones atribulados.

La Iglesia, por su parte, debe retomar con renovada energía la proclamación del señorío de Cristo. No para conquistar tronos terrenos, sino para salvar almas y regenerar la sociedad conforme al plan de Dios. Cristo no ambiciona una corona hecha por manos humanas –ya llevó una de espinas–, sino reinar en las mentes y voluntades para transformarlas desde dentro. Pero ¿cómo creerán los pueblos si nadie les predica? Ha llegado la hora de sacudir la modorra y la vergüenza: “cuanto más se oprime con indigno silencio el nombre suavísimo de nuestro Redentor…, tanto más alto hay que gritarlo” –exhortaba Pío XI. Esa exhortación sigue en pie. Hoy hace falta que obispos, sacerdotes y laicos –cada uno en su ámbito– den público testimonio de la soberanía de Cristo.

¡Cristo vence, Cristo reina, Cristo impera, por los siglos de los siglos!

Esta Navidad en el Vaticano se exhibirá por primera vez un belén “pro vida”.



Leo en LifeSiteNews que la próxima semana, por primera vez en su historia, el Vaticano exhibirá un belén explícitamente pro vida, que también será bendecido el 15 de diciembre por el Papa León durante una ceremonia en el Aula Pablo VI, donde permanecerá expuesto durante todo el tiempo de Navidad y para la clausura del Año Jubilar de la Esperanza.

El pesebre, titulado " Nacimiento Gaudium ", fue creado por la artista religiosa costarricense Paula Senoto con la ayuda de 40 Días por la Vida . Gracias a este evento, los organizadores afirman que también se dará a conocer mundialmente como "el mayor grito de guerra provida jamás escuchado desde el Vaticano".

El artefacto, que combina la iconografía bizantina con estatuillas franciscanas, contará con más de 25.000 cintas en lugar de la tradicional paja, cada una representando a uno de los niños salvados gracias a las oraciones y el testimonio de 40 Días por la Vida . La instalación también contará con una estatuilla de la Santísima Virgen María embarazada hasta el día de Navidad, cuando será reemplazada por una estatua de la Virgen adorando al Niño Jesús, recordando al mundo que Nuestro Señor vino al mundo como cualquier otro niño, sometiéndose a todas las leyes de la naturaleza humana, excepto la concepción.

Parece que este belén ya había sido aprobado por Bergoglio para su exhibición en 2027, pero hace apenas unos meses el Vaticano del Papa León XIV adelantó la fecha a 2025. El belén también será el primero en ser bendecido por él durante su pontificado.

El creador cree que Dios aceleró inesperadamente la fecha de la representación del nacimiento debido a los actos de violencia contra los defensores de la vida, así como al creciente número de católicos que han defendido el aborto (el asesinato de niños no nacidos) durante el último año. Paula Senoto también parece referirse al asesinato del influyente conservador y firme defensor de la vida Charlie Kirk.

Esta mirada a la trágica situación actual es buena, pero sobre todo recordamos que, más allá de la conmemoración del nacimiento del Salvador, la celebración cristiana nos ayuda a revivir la alegría y las gracias espirituales de un acontecimiento de inmenso valor, ocurrido «en la plenitud de los tiempos», en el corazón de la historia, cumpliendo una espera punzante y los planes de Dios.

En cualquier caso, la exhibición de este belén contrasta marcadamente con las exhibiciones recientes de belenes en el Vaticano, algunas de las cuales han sido abiertamente blasfemas. Recordamos con horror el de 2017, condenado eficazmente incluso por el arzobispo Viganò [ aquí ].



En 2017, la "Natividad de la Misericordia" del Vaticano presentó a un hombre desnudo y un cadáver. Más allá del hombre desnudo, esculpido y casi musculoso que acapara todas las miradas, el efecto más perturbador es la cúpula truncada y la sensación general de miseria [ aquí ; también puede ver imágenes de los horribles detalles en este enlace].

Destacamos cómo el énfasis en las obras de misericordia corporales, salpicado de elementos controvertidos (como el ángel con el manto arcoíris), eclipsó las obras de misericordia espirituales, que se ignoran incluso en la práctica común.


Otro belén modernista en el Vaticano, instalado en 2020, representaba figuras que parecían astronautas o eran completamente irreconocibles. La representación fue ridiculizada por los no católicos y horrorizó a muchos fieles. En aquel momento, el arzobispo Carlo Maria Viganò protestó, calificando la representación de «una arrogante imposición de blasfemia y sacrilegio como antiteofanía de la fealdad, un atributo necesario del Diablo».

El abismo entre las modernizaciones de la escena navideña por parte de artistas renacentistas y posteriores, que vistieron la procesión de los Reyes Magos con trajes de época, y la imposición arrogante de la blasfemia y el sacrilegio como antiteofanía de lo Feo, como atributo necesario del Mal, era ahora evidente.

No olvidemos el belén del año pasado [ aquí ], que presentaba a un Niño Jesús envuelto en una keffiyeh —en solidaridad con los cristianos y los musulmanes árabes del Líbano, Siria y Palestina—. La keffiyeh fue retirada rápidamente tras las protestas de la comunidad judía romana y las autoridades israelíes en Italia, por ser un símbolo de la identidad palestina. Aún no se atisbaba el horrendo 7 de octubre ni el infierno que le siguió; pero su inexplicable retirada desató un debate gracias a la aquiescencia del Vaticano. Fue, en cualquier caso, una politización inapropiada del evento espiritual central de la fe católica, ya demasiado secularizado por el consumismo y la secularización...

Concluyo recordando al Vaticano violado por enésima vez, por un pontificado tan inédito y anómalo como el anterior, también por el repetido goteo de migrantes, con una escultura que desfigura el esplendor de la columnata de Bernini. [ aquí ]

¿Podemos realmente esperar que esta atmósfera mefítica esté cambiando no solo en apariencia sino también en sustancia?

(María Guarini)

Consecuencias de la nota Mater Populi Fidelis (Roberto de Mattei)





El pasado 4 de noviembre se publicó la nota doctrinal Mater Populi Fidelis, con la que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe se propone aclarar el sentido y los límites de algunos títulos marianos relativos a la cooperación de María a la obra de la salvación. La declaración ha suscitado consternación entre los fieles de a pie, y también entre los mariólogos, porque objetivamente reduce los privilegios reservados a la Virgen en la Tradición de la Iglesia. Cabe preguntarse las consecuencias que tendrá en la práctica.

La entrevista concedida a Diane Montagne por el cardenal Víctor Manuel Fernández el pasado 27 de noviembre, publicada por la citada vaticanista en su blog el día 27 [en español aquí], resulta muy oportuna para orientarse en el horizonte de confusión creado por el mencionado documento. En su respuesta a la periodista, monseñor Fernández explicó que la afirmación contenida en el párrafo 22 de la nota doctrinal Mater Populi Fidelis, según la cual es «siempre inoportuno» emplear el título de Corredentora para referirse a la colaboración de María en la obra de la Redención de Cristo se refiere exclusivamente al empleo oficial del título de Corredentora en textos litúrgicos y documentos de la Santa Sede, pero no se extiende a la devoción privada ni a los debates teológicos entre fieles.

El momento central de la entrevista es cuando se dice que la expresión siempre inapropiado se aplica al título de Correndentora. Diane Montagne pregunta si dicho título, que según él «es siempre inoportuno el uso del título de Corredentora» (…) «se refiere al pasado, especialmente teniendo en cuenta que fue utilizado por los santos, los doctores y el magisterio ordinario». Y el cardenal responde: «No, no, no. Se refiere al momento actual» (…) La periodista insiste: «Entonces, ¿«siempre» significa «a partir de ahora»? El purpurado confirma: «A partir de ahora, sin duda». La reportera, insatisfecha, pide otra aclaración sobre el sentido de la palabra siempre: «Fernández recalca que no se refiere al pasado sino únicamente al presente, y en un sentido limitado a los documentos oficiales.

Hay que tener en cuenta esta importante aclaración. En la nota doctrinal, el adverbio siempre no tiene el mismo sentido que en el lenguaje de todos los días. Cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que el adverbio siempre indica un periodo de tiempo ininterrumpido, sin excepciones, que abarca el pasado y el futuro. Por ejemplo, la ley divina y natural está siempre vigente, en cualquier época, lugar y situación. En cambio, en la respuesta del cardenal la palabra se redefine como apenas vinculada al presente e, hipotéticamente, al futuro: «A partir de ahora». Pero si, como afirma el Prefecto, siempre significa sólo a partir de ahora, la consecuencia es que, como del pasado al presente se ha dado un cambio, podría también haber un cambio entre el presente y el futuro. Eso quiere decir que Mater populi fidelis, aunque se haya presentado como una nota doctrinal, funda sus argumentos en medidas de índole pastoral que están sujetas a circunstancias de naturaleza histórica. La valoración que hace el documento de los títulos marianos no es absoluta ni definitiva, sino transitoria y contingente.

El cardenal confirma el carácter provisional de la nota con las siguientes palabras: «Esta expresión [“Corredentora”] no se utilizará ni en la liturgia, es decir, en los textos litúrgicos, ni en los documentos oficiales de la Santa Sede. Si se desea expresar la cooperación única de María en la Redención, se expresará de otras maneras, pero no con esta expresión, ni siquiera en los documentos oficiales».

El término que no es oportuno emplear «ni en los textos litúrgicos ni en los documentos oficiales» puede utilizarse legítimamente para todo lo que no entre en tan estrechos límites. La prohibición sólo afecta al ámbito oficial. Si un grupo de fieles comprende «bien el verdadero significado de esta expresión» (la cooperación subordinada de María a Cristo), «ha leído el documento» y está de acuerdo con lo que dice, puede usar libremente el título de Corredentora. En conclusión, los fieles son libres de creer y promover la verdad según la cual María siempre ha sido Corredentora y Mediadora de todas las gracias mientras se esfuerzan por conseguir que dicha verdad sea proclamada dogma de fe. Si ayer no era adecuado el título de Corredentora, podría llegar a serlo mañana. Aunque la verdad de la Corredención de María nunca se ha proclamado como dogma, pertenece al patrimonio doctrinal de la Iglesia. La nota del Dicasterio para la Doctrina de la Fe lo admite, limitando su uso al presente y en unas circunstancias determinadas. Pero, precisamente por esa razón, aunque ese título mariano no se cuente entre los dogmas oficiales de la Iglesia, podría llegar a contarse un día. Es algo que la nota no excluye ni puede excluir.

La definición dogmática del dogma de la Inmaculada Concepción tuvo lugar en 1854, y la de la Asunción en 1950. Desde aquellas fechas, todo católico que rechace estas verdades incurre en herejía, pero la Virgen siempre fue Inmaculada y asunta. Del mismo modo, tenemos libertad para creer no sólo que siempre ha sido Corredentora y Mediadora de todas las gracias, sino para poner todo nuestro empeño en que esas verdades sean proclamadas lo antes posible dogmas de fe, para que todo católico esté obligado a creer por siempre lo que en este momento se considera inoportuno, pero siempre ha sido cierto.

A la última pregunta de la vaticanista, «¿consultasteis (es decir, la DDF) a algún mariólogo para Mater populi fidelis?», el prefecto de Doctrina de la Fe repuso: «Sí, a muchos, muchos, así como a teólogos especializados en cristología».

Sin embargo, el padre Maurizio Gronchi, consultor del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que participó en la presentación de documento junto al cardenal Fernández, declaró a Aciprensa el pasado 19 de noviembre: «No se encontraron mariólogos colaborativos», y señaló que ni los miembros de la Pontificia Facultad teológica Marianum ni los de la Pontificia Academia Mariana Internacional participaron en la presentación junto a la curia jesuita. Silencio que, a su juicio, «puede entenderse como disenso» ().

Un destacado mariólogo ha confirmado indirectamente dicho disenso: el P. Salvatore Maria Perrella declaró que Mater populi fidelis «debería haber sido redactada por personas competentes en la materia», dando a entender con ello que fue redactado por personas carentes de formación mariológica. Y, podríamos añadir con todo respeto, que no saben razonar en buena lógica.

Y ahora que sabemos que Mater populi fidelis no tiene por objeto imponer límites arbitrarios a la devoción mariana ni negar la participación de María en la obra redentora de Cristo, y que la prohibición sólo se aplica al uso del título de Corredentora en los textos litúrgicos y actos de magisterio, y no a la devoción privada ni al debate teológico, es nuestra gran oportunidad de aceptar el reto y salir al ruedo.

Reiteramos lo que dijimos al día siguiente de la publicación del documento: «Tenemos el convencimiento de que actualmente hay en el mundo un puñado de sacerdotes y laicos de ánimo noble y generoso dispuestos a empuñar la espada de dos filos de la Verdad para proclamar todos los privilegios de María y exclamar a los pies de su trono: «Quis ut Virgo?» Sobre ellos se derramarán las gracias necesarias para el combate en estos tempestuosos tiempos. Y quién sabe si, como ha ocurrido cada vez que en la historia se ha intentado opacar la luz, el documento del Dicasterio de la Fe que trata de restar importancia a la Santísima Virgen María confirmará sin proponérselo su inmensa grandeza» ().

Roberto De Mattei

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Rueda de prensa de León XIV: «El Líbano muestra que cristianos y musulmanes pueden convivir y ser amigos»



Durante el vuelo de regreso de Beirut a Roma, al término de su viaje apostólico al Líbano, el papa León XIV mantuvo una rueda de prensa con los periodistas que lo acompañaban en el avión. Ante más de ochenta comunicadores, el Pontífice respondió preguntas sobre la situación en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, el papel de Europa en las negociaciones de paz, la crisis en Venezuela y el llamado al diálogo entre religiones, especialmente entre cristianos y musulmanes.

Dejamos a continuación la transcripción completa de las preguntas y respuestas difundidas por Vatican News:

Papa León XIV: En primer lugar, quiero dar las gracias a todos los que han trabajado tanto. Me gustaría que transmitieran este mensaje también a los demás periodistas, tanto en Turquía como en el Líbano, que han trabajado para comunicar los importantes mensajes de este viaje. Todos ustedes también merecen un fuerte aplauso por este viaje.

Joe Farchakh (LBC International): Usted es un Papa estadounidense que está liderando un proceso de paz. Mi pregunta es si utilizará sus contactos con el presidente Donald Trump y con el primer ministro Benjamin Netanyahu. En el avión dijo que el Vaticano es amigo de Israel. ¿Planteará la cuestión de detener la agresión de Israel contra el Líbano? ¿Es posible una paz sostenible en la región?

Papa León XIV: En primer lugar, sí, creo que es posible una paz sostenible. Creo que cuando hablamos de esperanza, cuando hablamos de paz, cuando miramos hacia el futuro, lo hacemos porque es posible que la paz vuelva a llegar a la región y llegue a su país, el Líbano.

De hecho, ya he mantenido algunas conversaciones con algunos de los líderes de los países que ha mencionado y tengo la intención de seguir haciéndolo, personalmente o a través de la Santa Sede, porque el hecho es que tenemos relaciones diplomáticas con la mayoría de los países de la región y, sin duda, sería nuestro deseo seguir elevando este llamamiento a la paz del que he hablado al final de la misa de hoy.

Imad Atrach (Sky News Arabia): En su último discurso había un claro mensaje a las autoridades libanesas para que negociaran. Negociar, dialogar, construir. ¿Hará el Vaticano algo concreto en este sentido? Anoche se reunió con un representante chiíta. Antes de su viaje, Hezbolá le envió un mensaje, no sé si lo recibió, si lo leyó. ¿Qué nos puede decir al respecto? Muchas gracias por visitar el Líbano, era un sueño para nosotros.

Papa León XIV: Un aspecto de este viaje que no fue el motivo principal, porque el viaje surgió pensando en cuestiones ecuménicas, con el tema de Nicea, el encuentro con los patriarcas católicos y ortodoxos y la búsqueda de la unidad en la Iglesia. Pero, de hecho, durante este viaje también tuve encuentros personales con representantes de diferentes grupos que representan a autoridades políticas, personas o grupos que tienen algo que ver con los conflictos internos o incluso internacionales en la región.

Nuestro trabajo no es principalmente algo público que declaramos en las calles, sino que se desarrolla un poco entre bastidores. Es algo que ya hemos hecho y seguiremos haciendo para convencer a las partes de que dejen las armas, la violencia, y se sienten juntas a la mesa del diálogo. Buscar respuestas y soluciones que no sean violentas, pero que puedan ser más eficaces.

(El mensaje de Hezbolá)

Sí, lo he visto, evidentemente hay una propuesta por parte de la Iglesia para que dejen las armas y busquemos el diálogo. Pero más allá de esto, prefiero no hacer comentarios en este momento.

Cindy Wooden (CNS): Santo Padre, hace unos meses dijo que hay mucho que aprender para ser Papa. Cuando llegó ayer a Harissa, con una cálida bienvenida, tenía la expresión de alguien que dice: «¡Guau!». ¿Puede decirnos qué está aprendiendo? ¿Qué es lo más difícil de aprender para ser Papa? Y usted nunca nos ha dicho nada sobre lo que sintió en el cónclave cuando quedó claro lo que estaba pasando. ¿Puede decirnos algo al respecto?

Papa León XIV: Bueno, mi primer comentario es que hace solo uno o dos años yo también pensaba en jubilarme algún día. Evidentemente, usted ha recibido este regalo, mientras que algunos de nosotros seguiremos trabajando (una broma en referencia al hecho de que su colega se jubilará en diciembre, n.d.r.).

En cuanto al cónclave, creo firmemente en el secreto del cónclave, aunque sé que ha habido entrevistas públicas en las que se han revelado algunas cosas. El día antes de ser elegido, le dije a una periodista que me había parado por la calle que había ido a comer con los agustinos. Y ella me preguntó: “¡Se ha convertido en uno de los candidatos! ¿Qué opina al respecto?”. Y yo simplemente respondí: “Todo está en manos de Dios”. Y lo creo profundamente.

Uno de ustedes, que es periodista alemán, me dijo aquí el otro día: “Dígame un libro, además de San Agustín, que podamos leer para entender quién es Prevost”. Hay muchos, pero uno de ellos es un libro que se llama La práctica de la presencia de Dios. Es un libro muy sencillo, de alguien que ni siquiera firma con su apellido, el hermano Lorenzo, escrito hace muchos años. Pero describe un tipo de oración y espiritualidad en la que uno simplemente entrega su vida al Señor y permite que el Señor lo guíe.

Si quieren saber algo sobre mí, sobre lo que ha sido mi espiritualidad durante muchos años, en medio de grandes desafíos, viviendo en Perú durante los años del terrorismo, siendo llamado al servicio en lugares en los que nunca pensé que sería llamado a servir. Confío en Dios y este mensaje es algo que comparto con todas las personas.

Entonces, ¿cómo fue? Me rendí cuando vi cómo iban las cosas y dije que esto podría hacerse realidad. Respiré hondo y dije: aquí estamos, Señor, tú eres el jefe, tú guías el camino.

No sé si dije “guau” anoche (en Harissa). En el sentido de que mi rostro es muy expresivo, pero a menudo me divierte cómo los periodistas interpretan mi rostro. Es interesante, a veces saco grandes ideas de ustedes, porque creen que pueden leer mis pensamientos o mi rostro. No siempre tienen razón.

Estuve en el Jubileo de los jóvenes, había más de un millón de jóvenes allí. Anoche había una pequeña multitud. Para mí siempre es maravilloso. Pienso para mí mismo: “Estas personas están aquí porque quieren ver al Papa”, pero luego me digo: “Están aquí porque quieren ver a Jesucristo” y quieren ver a un mensajero de paz, especialmente en este caso. Por lo tanto, solo sentir su entusiasmo y escuchar su respuesta a ese mensaje es impresionante. Solo espero no cansarme nunca de apreciar todo lo que estos jóvenes están mostrando.

Gian Guido Vecchi (Corriere della Sera): Son horas de gran tensión entre la OTAN y Rusia, se habla de guerra híbrida, perspectivas de ciberataques y cosas por el estilo. ¿Ve usted el riesgo de una escalada, de un conflicto llevado a cabo con nuevos medios como lo denunciado por los líderes de la OTAN? Y, en este clima, ¿puede haber una negociación para una paz justa sin Europa, que ha sido sistemáticamente excluida por la presidencia estadounidense en estos meses?

Papa León XIV: Este es un tema evidentemente importante para la paz en el mundo, pero la Santa Sede no participa directamente porque no somos miembros de la OTAN, ni de todos los diálogos mantenidos hasta ahora. Aunque muchas veces hemos pedido el alto el fuego, el diálogo y no la guerra. Y una guerra con muchos aspectos, ahora incluso con el aumento de las armas, toda la producción que hay, los ciberataques, la energía.

Ahora que llega el invierno, hay un problema grave allí. Es evidente que, por un lado, el presidente de los Estados Unidos cree que puede promover un plan de paz que le gustaría llevar a cabo y que, al menos en un primer momento, no cuenta con Europa. Sin embargo, la presencia de Europa es importante y esa primera propuesta se modificó también por lo que Europa estaba diciendo.

Concretamente, creo que el papel de Italia podría ser muy importante. Cultural e históricamente, Italia tiene la capacidad de actuar como mediadora en un conflicto entre diferentes partes. También Ucrania, Rusia, Estados Unidos… En este sentido, podría sugerir que la Santa Sede fomente este tipo de mediación y que busquemos juntos una solución que realmente pueda ofrecer paz, una paz justa, en este caso en Ucrania.

Elisabetta Piqué (La Nación): Gracias, Santo Padre, por este primer viaje internacional, ante todo. Después, bueno, la bandera del Líbano tiene los mismos colores de la bandera del Perú. ¿Es una señal de, se va a hacer este viaje a América Latina, teóricamente en la segunda mitad del año próximo junto a Argentina y Uruguay que quedaron pendientes? No, fuera de broma, queríamos preguntarle qué viajes está preparando para el año que viene realmente. Y después, hablando de América Latina, está preocupando muchísimo, hay muchísima tensión por lo que está pasando en Venezuela. Hay un ultimátum del Presidente Trump a Maduro para que se vaya, para que deje el poder, y una amenaza a derrocarlo con una operación militar. Queríamos preguntarle qué piensa al respecto. Gracias.

Papa León XIV: En cuanto a los viajes, no hay nada seguro, espero hacer un viaje a África. Posiblemente sea el próximo viaje.

¿A dónde?

África, África. Personalmente, espero ir a Argelia para visitar los lugares de San Agustín, pero también para poder continuar el diálogo, la construcción de puentes entre el mundo cristiano y el mundo musulmán. Ya en el pasado, en otra ocasión, tuve la oportunidad de hablar sobre este tema.

Es interesante, la figura de San Agustín ayuda mucho como puente porque en Argelia es muy respetado como hijo de la patria. Ese es uno. Luego, hay algún otro país, pero estamos trabajando en ello. Evidentemente, me gustaría mucho visitar América Latina, Argentina y Uruguay, que están esperando la visita del Papa. Perú, creo que me recibirán, y si voy a Perú también muchos países vecinos, pero el proyecto aún no está definido.

Sobre Venezuela, a nivel de la Conferencia Episcopal, con el nuncio, estamos buscando maneras para calmar la situación, buscar sobre todo el bien del pueblo porque, muchas veces, quien sufre en estas situaciones es el pueblo, no son las autoridades. Las voces que vienen de Estados Unidos cambian y con cierta frecuencia, a veces, hay que ver.

Por un lado, parece que ha habido una conversación por teléfono de los dos presidentes. De otro lado, hay ese peligro, esa posibilidad de que haya alguna actividad, alguna operación, incluso invadiendo territorio de Venezuela.

Yo no sé más, yo de nuevo creo que es, digamos, mejor buscar maneras de diálogo, quizás presión, incluso presión económica, pero buscando otra manera para cambiar, si es lo que decide hacer Estados Unidos.

Mikail Corre (La Croix): Gracias por este interesante viaje. Usted ha dicho que hay que seguir tendiendo puentes entre mundos diferentes. Me gustaría preguntarle: algunos católicos de Europa creen que el Islam es una amenaza para la identidad cristiana de Occidente. ¿Tienen razón o qué les diría usted?

Papa León XIV: Todas las conversaciones que he mantenido estos días, tanto en Turquía como en el Líbano, incluidas las que he tenido con varios musulmanes, se han centrado en el tema de la paz y el respeto por las personas de diferentes religiones. Sé que no siempre ha sido así.

Sé que en Europa hay muchos miedos, pero la mayoría de las veces son generados por personas que están en contra de la inmigración y que intentan mantener fuera a las personas que pueden venir de otro país, de otra religión, de otra raza. Y en este sentido, me gustaría decir que todos necesitamos trabajar juntos.

Una de las cosas positivas de este viaje es haber llamado la atención del mundo sobre la posibilidad de que el diálogo y la amistad entre musulmanes y cristianos sean posibles. Creo que una de las grandes lecciones que el Líbano puede enseñar al mundo es precisamente mostrar una tierra en la que el islam y el cristianismo están presentes y se respetan mutuamente, y en la que existe la posibilidad de convivir y ser amigos.

Las historias y los testimonios que hemos escuchado en estos dos últimos días son de personas que se ayudan unas a otras. Cristianos y musulmanes, ambos han visto destruidas sus aldeas, por ejemplo, y nos decían que podemos estar juntos y trabajar juntos.

Creo que esta es una lección importante que debemos escuchar en Europa y Norteamérica. Quizás deberíamos tener un poco menos de miedo y buscar formas de promover un diálogo auténtico y el respeto.

Anna Giordano (Ard Radio): La Iglesia en el Líbano también cuenta con el apoyo de la Iglesia en Alemania. Por ejemplo, hay algunas agencias de ayuda alemanas activas en el Líbano. Desde este punto de vista, es importante que la Iglesia en Alemania siga siendo una Iglesia fuerte. Como seguramente sabe, hay un camino sinodal, Synodaler Weg, un proceso de cambio de la Iglesia en Alemania, que está avanzando. ¿Cree que este proceso puede ser una forma de fortalecer la Iglesia o es al contrario? ¿Y por qué?

Papa León XIV: El camino sinodal no es el único en Alemania, toda la Iglesia ha celebrado un sínodo y la sinodalidad en los últimos años. Hay grandes similitudes, pero también algunas diferencias marcadas entre cómo se ha llevado a cabo el Synodaler Weg en Alemania y cómo podría continuar mejor en la Iglesia Universal.

Por un lado, me gustaría decir que hay espacio para el respeto de la inculturación. El hecho de que en un lugar la sinodalidad se viva de una manera y en otro se viva de otra manera no significa que tenga que haber una ruptura o una fractura. Creo que es muy importante recordar esto.

Al mismo tiempo, me temo que muchos católicos en Alemania creen que ciertos aspectos del camino sinodal celebrados hasta ahora en Alemania no representan sus esperanzas para la Iglesia o su forma de vivir la Iglesia.

Por lo tanto, es necesario un mayor diálogo y escucha dentro de la propia Alemania, para que ninguna voz quede excluida, para que la voz de los más poderosos no silencie la voz de aquellos que pueden ser muy numerosos, pero que no tienen un lugar donde hablar y ser escuchados. De este modo, se garantizará que sus propias voces y expresiones de participación en la Iglesia sean escuchadas.

Al mismo tiempo, como seguramente saben, el grupo de obispos alemanes se ha reunido en los últimos años con un grupo de cardenales de la Curia romana. También allí se está llevando a cabo un proceso para tratar de garantizar que el Camino sinodal alemán no se aleje, por así decirlo, de lo que debe considerarse un camino de la Iglesia universal.

Estoy seguro de que continuará. Creo que habrá algunos ajustes por ambas partes en Alemania, pero espero sinceramente que las cosas se resuelvan de manera positiva.

Rita El-Mounayer (Sat-7 International): Somos cuatro canales cristianos diferentes de radiodifusión en Oriente Medio y el norte de África, dos en árabe, uno en farsi y otro en turco. En primer lugar, me gustaría darle las gracias por dedicar su tiempo al pueblo libanés. Yo misma soy hija de la guerra y sé lo que significa recibir un abrazo de Su Santidad, una palmada en la espalda y que te digan que todo irá bien. Lo que me ha impresionado es su lema In Illo Uno Unum. Este lema habla de tender puentes entre las diferentes confesiones cristianas, entre las religiones e incluso entre vecinos, lo que a veces puede resultar un poco difícil. Desde su punto de vista, ¿qué don único puede ofrecer la Iglesia en Oriente Medio —con todas sus lágrimas, sus heridas, sus desafíos y su historia pasada— a la Iglesia en Occidente y al mundo?

Papa León XIV: Me gustaría empezar diciendo que hoy en día las personas han crecido en una sociedad muy individualista. Los jóvenes, que han pasado mucho tiempo (ante el ordenador, n.d.r.) durante la pandemia del Covid y que a menudo tienen relaciones personales muy aisladas, porque solo se comunican a través de pantallas de ordenador o teléfonos inteligentes, a veces se preguntan: “¿Por qué deberíamos querer ser uno? Yo soy un individuo y no me interesan los demás”.

Y creo que aquí hay un mensaje muy importante que transmitir a todas las personas: la unidad, la amistad, las relaciones humanas, la comunión son extremadamente importantes y extremadamente valiosas. Si no por otra cosa, por el ejemplo que usted ha citado de alguien que ha vivido la guerra o ha sufrido y está sufriendo, lo que puede significar para él un abrazo. Esa expresión muy humana, real y sana de cuidado personal para sanar el corazón de otra persona.

A nivel personal, esto puede convertirse en un nivel comunitario que nos une a todos y nos ayuda a comprendernos y respetarnos mutuamente, yendo mucho más allá del simple: “Tú mantente alejado, yo me quedo aquí, tú quédate allí y no interactuemos”. Significa, en cambio, construir relaciones que enriquezcan a todas las personas.

Con este mensaje, sin duda, mi lema es gracias a Cristo in Illo es “en Cristo, que es uno, todos somos uno”. Pero no es solo para los cristianos.

En realidad, es una invitación a todos nosotros y a los demás a decir que cuanto más logremos promover la auténtica unidad y comprensión, el respeto y las relaciones humanas de amistad y diálogo en el mundo, mayor será la posibilidad de que dejemos a un lado las armas de la guerra, que dejemos a un lado la desconfianza, el odio y la animosidad que tan a menudo se han desarrollado, y que encontraremos la manera de unirnos y promover la auténtica paz y justicia en todo el mundo.

Buen viaje a todos y gracias a todos.

sábado, 29 de noviembre de 2025

¿QUÉ PASA EN LA IBLESIA? Nº 95






DURACIÓN 34:23 MINUTOS



Siempre comienzo con cosas de Roma:


- Este año con superavit. Raro. En un año pasamos de de un déficit dce 52 millones a un superavit de 1,6. Debe ser lo de la multiplicación de los panes y los peces. ¿Venta de propiedades? Eso dicen…

- Corredentora sí, pero iuxta modum. Este Tucho está loco.

- Nuevo reglamente de curia y empleados curiales. El latín deja de ser lo que era.


España


1. Nos quedamos sin jóvenes. El 60 % se declaran sin religión. ¿Qué hemos hecho en las catequesis? ¿Para qué queremos los colegios religiosos?

2. Crece la devoción a la reina Isabel. En la conmemoración del 521 aniversario de la muerte de la reina, se celebrarán más de 160 misas en 43 de las 52 provincias españolas.

3. Convivium. Primera asamblea sacerdotal en Madrid.


El mundo


4. Una caro: el valor del matrimonio como unión exclusiva y pertenencia recíproca. ¿Y Amoris laetitia? ¿Y Fiduciia supplicans?

5. Muchos cristianos sufren persecución, Lo dice el nuncio en Alemania. Alrededor de 380 millones de cristianos en 78 países están sujetos a una persecución intensa o a discriminación sistemática por motivos de fe.

6. Bloqueada la nueva ley del aborto en Mónaco. Aprobada por el parlamento por 19 votos contra dos. Príncipe Alberto: “la razón está en el lugar que ocupa la religión católica en nuestro país»,

7. Lío con los comulgatorios. Unos obispos los exigen, otros los retiran.

8. Heraldos del Evangelio. Más lío. El cardenal Damasceno presenta su renuncia definitiva. Sor Simona dice que se espere…

El Vaticano: Permite llamar Corredentora a la Virgen y Rechaza el Matrimonio gay | Santiago Martín





DURACIÓN 22:17 MINUTOS

La Inmaculada: pensamiento eterno del Padre



Día 1: Novena a María Inmaculada



Cada año, a partir del 29 de noviembre y hasta el 7 de diciembre, la Iglesia invita a los fieles a prepararse para la solemnidad de la Inmaculada Concepción mediante una antigua y profunda devoción: la novena que honra a la Virgen concebida sin pecado. No se trata de una simple costumbre piadosa, sino de una afirmación clara de la fe católica en la pureza única de María y en su intercesión constante por la humanidad.

La novena —rezada tradicionalmente una vez al día— recuerda que la Virgen fue preservada incluso de la sombra del pecado, porque Dios la destinó a ser no solo Madre del Verbo encarnado, sino también madre, refugio y abogada del hombre. Desde esa identidad, la oración se dirige a Ella con una confianza que no es presunción, sino reconocimiento humilde de su papel en la economía de la salvación.

Al acercarse la solemnidad del 8 de diciembre, la novena se convierte así en un llamado claro: volver a la pureza, volver a la oración, volver a Cristo por manos de María. Porque donde la humanidad cayó, la Inmaculada venció; y en esa victoria se encuentra también nuestra esperanza.

Desde InfoVaticana invitamos a nuestros lectores a unirse al rezo de la novena a María Inmaculada durante estos días hasta las vísperas de la fiesta de Nuestra Señora:

Oración inicial para todos los días

Dirigida al Padre Eterno, en la unción del Espíritu, mirando a María como Obra maestra de la Santísima Trinidad

Padre Eterno,
Fuente inagotable del Ser y del Amor,
que al pronunciar desde tu eternidad el Nombre de tu Hijo quisiste que resonara también en el silencio blanquísimo de una Mujer,
te bendigo por la Inmaculada Concepción de María,
primer destello de la Redención, aurora intacta que anticipa la luz del Día eterno.

Tú, que desde siempre soñaste una criatura capaz de decir “sí” sin sombra,
una carne sin herida que pudiese acoger al Verbo sin temblores,
quisiste para tu Hijo una Madre pura, fuerte, luminosa,
y para nosotros, sus hermanos, una compasión sin límites.
Por eso la preservaste del pecado original
y la introdujiste en la historia como un río de gracia que nunca se enturbia.

Padre Santo,
mira nuestras vidas tantas veces cansadas,
heridas por el pecado, vencidas por la prisa, dispersas por el ruido.
Y por el amor que tienes a esa Mujer sin mancha,
haz que en este Adviento Cristo encuentre en nosotros una gruta,
pobre pero abierta, disponible, humilde, deseosa de Él.

Envía sobre nosotros al Espíritu Santo,
ese mismo Espíritu que cubrió a María con su sombra fecunda
y la hizo Madre del Verbo.
Que Él purifique nuestro corazón,
nos devuelva la sencillez perdida
y nos regale una mirada parecida a la suya.

Y tú, María Inmaculada,
Patria limpia donde Dios quiso nacer,
haz que esta oración suba al Padre con tu misma música.
Empújanos hacia Jesús,
acompaña nuestros cansancios,
cura nuestras tristezas,
vuelve a encendernos por dentro con la alegría de los hijos.

Amén.

DÍA 1. La Inmaculada: pensamiento eterno del Padre

María no es un accidente tardío en la historia.
Es el primer sueño de Dios en la creación, el modelo en cuya luz se comprende el resto.
Si el pecado original oscureció la trama del mundo,
la Inmaculada fue el punto intacto donde el Padre guardó su proyecto inicial.

En Ella contemplamos lo que Dios quiso para todos:
un corazón limpio, una libertad entera para amar,
una humanidad que no se repliega sobre sí misma sino que se abre como un cáliz.

Mírala así: una criatura que nunca rompió la comunión con su Creador.

Oración:
Padre, límpiame en la pureza de María.
Devuélveme la belleza de lo que Tú soñaste para mí.
Haz que yo también sea un lugar donde Cristo descanse.
Amén.

Oración final 

María Inmaculada,
Tota pulchra desde la aurora eterna,
Medianera de todas las gracias que Cristo nos ha merecido,
Corredentora asociada al único Redentor en la hora santa del Calvario,
Abogada potentísima que nunca abandonas a quien te suplica,
Madre espiritual de la Iglesia y de cada uno de sus hijos,
Patrona amantísima de España, que te reconoció siempre como su Reina, acoge mi gratitud y mi súplica;

las deposito en tus manos
como quien entrega un pequeño cirio a la claridad del mediodía.
No mires tanto la pobreza de mi oración
cuanto el deseo de amar a tu Hijo con un amor parecido al tuyo.

Madre Inmaculada,
vuelve tus ojos misericordiosos a España, que es tuya,
marcada por tu nombre en sus montes y en sus mares, en sus ciudades y aldeas,
que quiso —y quiere— seguir siendo tierra de María Santísima.
Guárdala en la unidad, en la fe, en la pureza de sus raíces cristianas.
Que no se apague en ella la oración,
ni se borre la memoria de Dios,
ni se derrumben los signos que recuerdan al mundo
que Cristo ha vencido.

Haz, Madre Inmaculada,
que en España siga en pie la Cruz, alta, serena y visible,
como columna de cielo plantada en nuestra historia
y como testigo silencioso de la victoria del Amor.
Que ninguna sombra, ningún miedo, ninguna ideología
puedan abatir la Cruz que proclama, desde lo alto,
que solo el perdón cristiano ilumina.

Y a mí, hijo tuyo,
límpiame con tu luz,
enséñame a entregarme sin reservas,
a obedecer al Espíritu como Tú obedeciste,
a permanecer junto a Cristo con la misma firmeza
con la que tú permaneciste junto a la Cruz.

María Inmaculada,
Medianera, Corredentora, Abogada, Madre y Señora,
llévame de tu mano hasta Jesús.
Y cuando llegue mi última hora,
cúbreme con tu manto
y preséntame ante el Padre
con la ternura con que llevaste al Niño en Belén
y con la fortaleza con la que estuviste al pie de la Cruz.

Así sea.


Textos y reflexiones de Mons. Alberto José González Chaves

domingo, 23 de noviembre de 2025

De Maria nunquam satis




Vivimos en un mundo pusilánime, donde la exaltación de cualquier privilegio recibido por herencia o por gracia de Dios, aparece siempre como un insulto a la igualdad en la mediocridad de todos los hombres.

Siempre los mejores son los menos, la santidad es algo extraordinario, pero la sociedad cristiana supo tenerlos como referencias y la Iglesia como regla de conducta, por eso canonizaba sólo a los mejores, a los que habían llegado más alto, no para halagar la mediocridad del común de los cristianos ni desalentarlos, sino por el simple hecho de que las luces que guían las naves se ponen en alto, y cuánto más alto, mayor es el número de quienes pueden verlas. Es decir, que los espíritus más elevados servirán de guía a mayor número de almas.

A esto se suma el hecho de que los bienes espirituales son comunes, y mientras mejor es un miembro, mejor es la sociedad, todos gozamos del bien espiritual del prójimo, y mientras más son los que participan, mayor es el bien.

Materialistas, egoístas y resentidos como somos, creemos que todo bien del prójimo es algo que yo no tengo, y que todo lo que no se obtuvo con el sudor de la propia frente es robo. Pero como lo que se obtiene por propio esfuerzo es bien poco, creemos estar justificados para descansar en nuestra mediocridad y poder canonizar a aquellos que hicieron “lo que pudieron”, pero que no fueron tan imprudentes como para ponerse por encima de los demás y tratar de guiarlos, porque el colmo de la caridad parece hoy consistir en no herir la profunda pusilanimidad de los hombres y dejarlos arrastrarse por el barro sin decirles que se están ensuciando.

El concilio Vaticano II, al justificar el liberalismo cristiano, significó la canonización de la tibieza cristiana. Ya no más privilegios, todos somos iguales delante de Dios. Si se puede reconocer, sin entusiasmo, algún tipo de privilegio, sólo puede ser de un grupo, y mientras más se diluya mejor. Habrá santos, pero muchos, porque es algo común, cualquiera puede serlo, sin necesidad de hacer mucho.

Los privilegios personales atentan contra la dignidad de los hombres iguales en mediocridad. Y ¡qué decir de privilegios únicos e irrepetibles!

En este mes de diciembre celebramos de un modo particular a la Virgen María, y se concentran en ella las gracias y privilegios más grandes que Dios pueda haber concedido a criatura alguna.

Ella es Inmaculada desde su concepción. Apartada del resto del mundo pecador, fue preservada por un privilegio singular, único e irrepetible, de la ley de condena que pesaba sobre todo el género humano. Nunca, en ningún instante de su vida, su alma fue ensombrecida por la más mínima mancha de pecado. Por el contrario, su alma llena de gracia, fue siempre purísima.

¿Y a qué se debe tan singular privilegio? Dios había decidido desde toda la eternidad, que su Hijo Unigénito, el Verbo Eterno, al hacerse carne nacería de esta Virgen purísima, de esta Madre santísima que sería preparada por la Trinidad con el mayor cuidado, para ser digna de la gran obra de la creación: la encarnación de Nuestro Señor Jesucristo y la redención del género humano.

Puesto que sería la Madre de Dios, convenía que fuese adornada de los privilegios más excelsos que el cielo puedira participarle, de los cuales, el haber sido preservada del pecado original es sólo el primero y el comienzo de todas las maravillas que Nuestro Señor obraría en su alma. No contento con haberla llenado de gracia en su concepción, esta misma plenitud iría aumentando con el tiempo. Si fue el mismo Dios quien nos mandó honrar padre y madre, ¿acaso no cumpliría Él con este deber del mejor modo posible? La Virgen María fue, sin duda alguna, la criatura más honrada por Dios, pues ¿qué mayor honra que ser su madre?

Pero Dios va a pedirle a María su consentimiento en esta obra, su Fiat. ¿Por qué? ¿acaso podría negarse a tanto honor?

“Honor onus”, decían los latinos con su acostumbrada concisión, el honor es una carga, y la Virgen María lo supo bien, se le concedía un honor enorme y al mismo tiempo una carga igualmente grande. Se le pedía ser Madre de Dios, para que por la encarnación, el Hijo Unigénito pudiera obrar la redención de los hombres. Se le otorgaba el bien más grande que la creación pudo contener y se le pedía la entrega más grande que la creación pudo admirar. Y no se le pedía que acepte esta entrega con resignación, sino con amor, voluntariamente. Su Fiat significaba la aceptación de todo el plan de la redención.

Todo ese honor, todos esos privilegios y gracias tomaban de repente una nueva dimensión, ser Madre de Dios no significaba solamente dar a luz al Salvador, sino quedar unida a Él de un modo tan estrecho que le permitiera quedar asociada a la obra de la Redención, mereciendo de congruo lo que Nuestro Señor mereció de condigno, siendo verdaderamente Corredentora con Nuestro Señor Jesucristo Redentor.

Dios da siempre más de lo que pide, pero a Nuestra Señora le pidió que entregara a su Hijo, ¿acaso hay algo más grande que Él? Casi nos atreveríamos a decir que, en esta tierra, Dios quedó en cierta manera en deuda con su Madre, le pidió demasiado y ella lo dio sin esperar recompensa, ¿acaso algo podía recompensar la pérdida de su Hijo Dios?

Su único consuelo era el cielo, la otra vida y a la verdad que debe ser algo enorme, porque Dios no iba a quedar en deuda con su Madre, pero sólo allí, en esa otra vida, pudo encontrar el modo de recompensarla. ¡Tanto escapa la grandeza de la vida Eterna a nuestros espíritus apocados!

Todo buen hijo sabe que de su madre se puede abusar con toda confianza. Nuestro Señor, en el momento mismo en que terminaba de ser inmolado frente a los ojos de su madre, viendo todo su dolor y su amor de madre, le pidó que adoptara como hijos a aquellos por los que había sido entregado…

Hasta aquí aguanta nuestro corazón, querríamos pensarlo como un momento feliz, y lo es para nosotros, pero, al decir de San Bernardo, ¡vaya cambio para nuestra Madre!

Aquí entendemos por qué no somos santos. Dios nos ofrece todo, pone a disposición sus gracias, sus sacramentos, sus luces, sus ayudas y nos colma de privilegios… ¿qué falta? Falta nuestro fiat.

Entre mediocres y cobardes hemos calculado que si pedimos y obtenemos poco, también se nos pedirá poco, y tratamos de acomodarnos en una posición media que nos mantenga bastante alejados del infierno, pero no demasiado cerca de la Cruz. El hombre moderno entendió que los honores son cargas, y decidió abandonar aquellos para no tener estas. Decidió no pedir nada a Dios para que Dios no le pida nada. Y con la excusa de librar a todos los hombres de sus cargas a todos los deshonró. El santo del mundo moderno es ese hombre sin honor y sin gloria, capaz de no generar rechazo ni admiración, la situación más cercana a la nada, que es lo único que nos queda si no tenemos en cuenta a Dios.

La Virgen María fue siempre el rayo de luz que irrumpe en esas almas vacías, para recordarles que la santidad es posible, que todas las entregas y sufrimientos valdrían por el sólo hecho de ser amados de Dios, que siempre hay tiempo para salvarse.

Y es por eso que contra ella se revuelve el demonio y encuentra su mejor aliado en la tibieza del cristiano, que no quiere el pecado pero tampoco la grandeza y los privilegios, porque es amor que exige amor y es por eso que Nuestro Señor dijo de ellos “He aquí que estoy por vomitarlos de mi boca”

RP José Antonio Calderón