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lunes, 8 de abril de 2019

¡Gracias a Dios por Francisco! (Pontificando las limitaciones de la Infabilidad Papal) [Christopher A. Ferrara]



El que la Iglesia católica sea la única Iglesia verdadera de Cristo depende completamente de su infalibilidad como un órgano de verdad, porque si no fuera así, no sería indefectible; la promesa de indefectibilidad de Cristo (cf. Mat. XXVIII:20) estaría anulada y Él mismo no podría, como consecuencia, ser quien dice que es: El Dios que no puede ni engañar ni ser engañado.
La Infabilidad en la enseñanza sobre la fe y la moral es intrínseca a la comisión divina, ya que sin ella la Iglesia no podría hacer de todas las naciones discípulos de Cristo, sino sólo discípulos de una enseñanza humana que puede o no corresponder a la verdad revelada del Evangelio. Esta fue la suerte de las naciones que se convirtieron en discípulos de Lutero y su progenie antes de que cualquier forma de la religión cristiana fuera finalmente desterrada de todas las naciones por el secularismo terminal de la modernidad política.
En breve, el Papa no tiene en absoluto poder para definir una novedosa doctrina que nunca fue parte del Magisterio de la Iglesia, ya sea ordinario o extraordinario.
Como manifestó el cardenal Newman: “Si el cristianismo es social y dogmático, y destinado a todas las edades, humanamente debe tener un expositor infalible”. [Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana, II.13]

Pero ¿quién o qué en la Iglesia es el expositor infalible?
Sólo puede serlo la Iglesia en su conjunto, cuyo líder supremo en la tierra es, ciertamente, el Papa, pero cuya cabeza es Cristo y solo Él.
El expositor infalible no puede ser sólo el Papa, incluso si su autoridad es suprema, universal y directa con respecto a todos los miembros de la Iglesia, ya que no es sólo el Papa quien recibió la comisión divina. Y mientras el Señor le decía a Pedro: “tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (San Mateo XVI:18), ” también le dijo casi inmediatamente después, cuando Pedro se opuso a la Pasión:” ¡Vete! ¡Detrás de mí, Satanás! Me sirves de tropiezo, porque no tienes en cuenta las cosas de Dios, sino las de los hombres (San Mateo 16:23) “.
Esto sería continuado, en la noche de la Última Cena, por la profecía de que Pedro lo negaría tres veces y por la advertencia que se aplica no sólo a Pedro sino a todos sus sucesores: “¡Simón, Simón! mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace con el trigo. Pero Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. (Lc XXII, 31-32) “.
La promesa de nuestro Señor de asistencia divina al papado no es una garantía divina de Papas infalibles. El Papa es, después de todo, un hombre, y un hombre siempre está sujeto a la fragilidad humana y la posibilidad de error que viene con cada ejercicio del libre albedrío, que no se pierde con la elección al papado. De ahí el famoso reproche de San Pablo al primer Papa en Antioquía por su cobarde y fingida adhesión a las leyes dietéticas judías, que amenazaba toda la misión de la Iglesia a los gentiles al sugerir que debían seguir la ley mosaica:
“Mas cuando Cefas vino a Antioquía le resistí cara a cara, por ser digno, de reprensión. Pues él, antes que viniesen ciertos hombres de parte de Santiago, comía con los gentiles; mas cuando llegaron aquéllos se retraía y se apartaba, por temor a los que eran de la circuncisión. Y los otros judíos incurrieron con él en la misma hipocresía, tanto que hasta Bernabé se dejó arrastrar por la simulación de ellos. Mas cuando yo vi que no andaban rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, dije a Cefas en presencia de todos: “Si tu, siendo judío, vives como los gentiles, y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a judaizar? [Gálatas II 11-14]
Negar que un Papa determinado nunca pueda apartarse de la ortodoxia al proclamar sus propias ideas es argumentar implícitamente que cada declaración de un verdadero Papa que concierne a la fe y a la moral debe aceptarse sin cuestionamientos.
La Iglesia, sin embargo, no es un hombre o incluso un mero colectivo de hombres, sino el Cuerpo Místico de Cristo cuya subsistencia no puede ser destruida por ningún error humano. Perdida en la actual manía del hiper-papalismo está la infalibilidad de la Iglesia como un todo corporativo, que se extiende incluso a los fieles como un cuerpo, que obedece a lo que la Iglesia siempre ha enseñado y rechaza lo que es ajeno a esa enseñanza. Como explica Ludwig Ott:
“Se puede distinguir una infalibilidad activa y una pasiva. El primero pertenece a los pastores de la Iglesia en el ejercicio de su oficio de enseñanza (infallibilitas en docendo), el segundo a los fieles en su totalidad en su asentimiento al mensaje de fe (infallibilitas en credendo). Activo y pasivo se relacionan como causa y efecto”.
Durante la crisis arriana, esta infalibilidad “pasiva” de los fieles fue crucial para la supervivencia de la Iglesia, es decir, para el mantenimiento de Su indefectibilidad. Como explica el cardenal Newman, los laicos eran más fieles que sus maestros a lo que sus maestros siempre les habían enseñado a la luz de la Revelación:
“[E]n ese momento de inmensa confusión … el cuerpo del episcopado fue infiel a su comisión, mientras que el cuerpo de los laicos fue fiel a su bautismo; … una vez el Papa, otras veces el patriarca, el metropolitano y otras grandes sedes; en otras ocasiones los concilios generales, dijeron lo que no deberían haber dicho, o hicieron lo que ocultó y comprometió la verdad revelada; mientras que, por otro lado, fueron los cristianos quienes, bajo la Providencia, fueron la fuerza eclesiástica de Atanasio, Hilario, Eusebio de Vercelli y otros grandes confesores solitarios, que habrían fracasado sin ellos. [Sobre la consulta a los fieles en asuntos de doctrina (1859)]”
Por lo tanto, la infalibilidad de la Iglesia se refiere a la totalidad de su constitución divina: tanto la jerarquía como los laicos que juntos forman el Cuerpo Místico.

Y hay momentos — nuestro tiempo es uno de ellos—, cuando al menos un remanente de laicos conserva la fe que se les enseñó a pesar de que la jerarquía generalmente ha fallado en su comisión para defenderla y protegerla. Esto no niega que todavía haya muchos jerarcas que creen lo que se les enseñó. Para citar nuevamente a Newman a propósito de la crisis Arriana:
“… No estoy negando que el gran cuerpo de los obispos eran en su creencia interna ortodoxos; ni que hubieran numerosos clérigos que apoyaron a los laicos y actuaron como sus centros y guías; ni que los laicos realmente recibieron su fe, en primera instancia, de los obispos y el clero; ni que algunas partes de los laicos fueran ignorantes, y otras partes finalmente corrompidas por los maestros Arrianos… pero aún quiero decir que en ese tiempo de inmensa confusión, el divino dogma de la divinidad de nuestro Señor fue proclamado, aplicado, mantenido y (humanamente hablando) preservado, mucho más por la “Ecclesia docta” que por la “Ecclesia docens” …
¿Cuál es “la fe” que los fieles remanentes conservan mucho más que la mayoría de la jerarquía en nuestro “tiempo de inmensa confusión” actual? No es nada más que el conjunto total de doctrinas que la Iglesia en su conjunto ha enseñado y creído desde los tiempos apostólicos, también conocido como el depósito de la fe, desarrollado y aplicado a circunstancias particulares según sea necesario, pero nunca contradicho.
Ningún católico está obligado a creer en el ecumenismo, el diálogo, el diálogo interreligioso o la colegialidad, lo que puedan significar esas nociones, por la sencilla razón de que la Iglesia nunca había oído hablar de ellas antes de 1962.
Se ha prestado muy poca atención en nuestros días al criterio por el cual se juzga la validez de todas las enseñanzas de la Iglesia: la constancia de lo que ella ha transmitido en su función corporativa como maestra frente a la novedad de algún pronunciamiento particular extrínseco al depositum fidei. El beato Pío IX, el mismo Papa que definió de forma muy precisa la infalibilidad papal al aprobar el decreto del Vaticano I, se esforzó por aclarar en respuesta a Johannes Dollinger, antes de su apostasía y excomunión definitiva, que la Iglesia que enseña en su conjunto es infalible, no solo en cuanto a “dogmas expresamente definidos por la Iglesia”, sino también cuando se trata de “asuntos transmitidos como divinamente revelados por el Magisterio ordinario de toda la Iglesia dispersa en todo el mundo y, por esa razón, sostenida por el consenso universal de los teólogos católicos como pertenecientes a la fe “. [DZ 2879]
Es de importancia decisiva en nuestras circunstancias actuales recordar cómo la definición de infalibilidad papal del Vaticano I (frente a la corporación eclesial) la Infabilidad se limitó estrictamente a la infrecuencia de los pronunciamientos papales singulares y solemnes que ordenan el consentimiento universal en un asunto de fe y moral.

 Las condiciones del Concilio para la infalibilidad papal son 
(1): que el Papa, cuando habla "ex cátedra" —esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos”,
(2) “define, por su suprema autoridad apostólica,
“(3)” que una doctrina sobre la fe y moral debe ser sostenida por la Iglesia universal—… “[DZ 3074]
Sólo entonces, el Concilio declaró que se puede decir que el Papa en sus definiciones singulares “posee, por la ayuda divina que le prometió en San Pedro, la infalibilidad que el divino Redentor quiso que Su Iglesia disfrutara al definir la doctrina concerniente a la fe o la moral.”

Pero incluso en el ejercicio de este Magisterio extraordinario, el Papa no puede hacer nada más que definir solemnemente como dogma asuntos que ya han sido “transmitidos como divinamente revelados por el Magisterio ordinario de toda la Iglesia dispersa en todo el mundo”, incluyendo, por supuesto, Papas y Concilios presididos por Papas y el cuerpo de los obispos como una totalidad moral diacrónica.

(El cuerpo de obispos no significa conferencias episcopales en países particulares, que no son parte de la constitución divina de la Iglesia y que ni siquiera recibieron un estatus jurídico formal hasta el decreto Christus Dominus del Concilio Vaticano II, que Pablo VI implementó en 1966 con su motu proprio Ecclesiae sanctae (uno de sus muchos errores prudenciales).
En resumen, el Papa no tiene absolutamente ningún poder para definir una doctrina novedosa que nunca formó parte del Magisterio de la Iglesia, ni ordinaria ni extraordinaria.
Como lo declaró el Vaticano I en el proceso mismo de definir y delimitar la infalibilidad papal:
“pues no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación trasmitida por los Apóstoles”. [DZ 3070]
Ahora, ninguna de las nociones novedosas con las cuales Bergolio ha afligido a la Iglesia se pueden encontrar en parte alguna del depósito de la fe establecidos por la Iglesia en su conjunto desde tiempos apostólicos.
- Su autorización de la Sagrada Comunión para ciertos adúlteros públicos, 
- su noción de “pecados ambientales contra la Tierra”, 
- su intento absurdo de derogar la enseñanza bimilenial de la Iglesia en defensa de la pena capital al llamar a la supuesta revocación un “desarrollo”, 
- sus innumerables distorsiones y tergiversaciones del Evangelio para adaptarse a su interminable amonestación contra los católicos observantes y demás, ...,

no son más que sus propias ideas.

Como tales, por definición, no pueden pertenecer al Magisterio. Tampoco, en este caso, pueden considerarse doctrinas católicas en absoluto, a diferencia de la doctrina expuesta por Jorge Mario Bergolio, pero nunca impuesta a la conciencia católica por una solemne definición dogmática, lo cual es imposible dada la novedad de lo que predica Bergolio.
Las ideas novedosas no son doctrinas católicas, sino algo más que literalmente no tiene cabida para un católico creyente. 

Y así ocurre con todas las nociones y prácticas novedosas que han proliferado en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II. Por ejemplo, ningún católico está obligado a creer en el ecumenismo, el diálogo, el diálogo interreligioso o la colegialidad, independientemente de lo que puedan significar estas nociones, por la sencilla razón de que la Iglesia nunca había oído hablar de ellas antes de 1962 —dejando de lado el problema adicional de su  falta de sentido literal como meros contenedores conceptuales para diversas actividades eclesiales imprudentemente irreflexivas.
La pregunta que enfrentamos con Bergolio, por lo tanto, es simplemente ésta: 

¿Es posible que la enseñanza personal de un Papa se aparte de lo que la Iglesia, en general, siempre ha enseñado y creído, a favor de sus propias ideas novedosas? Debe ser posible, ya que de no ser así, no habría distinción entre el Magisterio extraordinario y el Magisterio ordinario, y el Papa tendría que ser visto simplemente como simplemente infalible. El Papa Benedicto XVI ciertamente reconoció el peligro de un Papa que promueve sus propias ideas cuando dijo lo siguiente al comienzo de su propio pontificado, desde el cual fue impulsado a allanar el camino para Bergolio en una intriga romana digna de la época medieval:
“El poder de enseñar en la Iglesia implica un compromiso con el servicio de obediencia a la fe”. El Papa no es un monarca absoluto cuyas ideas y deseos sean ley. Al contrario: el ministerio del Papa consiste en una garantía de obediencia a Cristo y a su Palabra. No debe proclamar sus propias ideas, sino más bien vincularse a sí mismo y a la Iglesia a la obediencia a la Palabra de Dios, frente a cualquier intento de adaptarla o adulterarla y frente a cualquier forma de oportunismo”. (Papa Benedicto XVI durante la misa en ocasión de su toma de posesión de la Cátedra de Obispo de Roma el 7 de mayo de 2005)
Negar que un Papa determinado nunca pueda apartarse de la ortodoxia al proclamar sus propias ideas es argumentar implícitamente  que cada declaración de un verdadero Papa que concierne a la fe y la moral debe aceptarse sin cuestionamientos. Y es precisamente esta caricatura protestante del papado a la que los sedevacantistas recurren en oposición a la posición Tradicionalista que Bergolio puede ser resistido en sus errores mientras es reconocido como Papa. Para citar el principal sitio web sedevacantista en este sentido:
“Al decir que Francisco es Papa, pero luego rechazar su magisterio, los supuestos tradicionalistas en la Iglesia del Vaticano II están causando un daño incalculable a la Doctrina Católica Tradicional del Papado ya que la oficina papal fue instituida como norma segura de la ortodoxia en todo momento en la historia de la Iglesia, garantizada por Cristo mismo. Esto no significa que cada acto magistral papal sea infalible, pero sí significa que todo acto magisterial papal es autoritario, por lo tanto, vinculante para las conciencias y, por la providencia de Dios Todopoderoso, siempre seguro de seguir. Esto significa que las almas no pueden ser desviadas por ningún error pernicioso si siguen las enseñanzas del Papa. Esa seguridad está garantizada y causada por el mismo Cristo.” [énfasis añadido]
De esta manera, de acuerdo con los sedevacantistas, si bien no todos los actos magisteriales de un verdadero Papa son infalibles, todos sus actos magistrales son autoritarios, vinculados a la conciencia, seguros de seguir y libres de errores perniciosos. Esta mofa de autocontradicción está en el corazón de la polémica sedevacantista. Y así debe ser. Porque si los sedevacantistas admitieran que un Papa es capaz de equivocarse en su enseñanza cotidiana incluso una vez, su posición colapsaría en una vana discusión sobre una cuestión puntual: ¿cuánto error debe manifestar un Papa antes de poder concluir que él ha dejado de ser Papa o que nunca lo fue en primer lugar? ¿Bastaría un solo error? Si no es uno, ¿entonces cuántos?
No hay escapatoria a este defecto fatal en la posición sedevacantista: deben sostener que cualquier Papa que se equivoque en cualquier asunto de fe y moral al proclamar alguna novedad, como la opinión de Bergolio (contraria a la revelación divina) de que la pena capital es un ataque a la dignidad humana, no puede ser un verdadero Papa. Esa lógica determinista significa que también deben sostener que no hemos tenido Papas desde Pío XII, dada la profusión de novedades doctrinales —o lo que llamarían novedades doctrinales— y prácticas novedosas que ensucian cada pontificado que sigue a este en este momento de inmensa confusión. Bergolio simplemente ha hecho que parezca más fácil sostener el ridículo argumento sedevacantista de que no hemos tenido Papa desde 1958.
Y hay momentos —nuestro tiempo es uno de ellos— cuando al menos un resto de laicos conserva la fe que se les fue enseñada a pesar de que la jerarquía generalmente ha fallado en su comisión para defenderla y protegerla.
Desde nuestra perspectiva, sin embargo, la debacle Bergoliana es un mal del que Dios ya ha sacado un gran bien. Porque Bergolio ha demostrado dramáticamente, de una vez por todas, que las limitaciones del papado son superadas cada vez que un Papa, en el ejercicio de su libre albedrío, falla en corresponder con la gracia de su estado, se aparta del camino de la Tradición y elige “proclamar sus propias ideas” en lugar de “obligar[se] constantemente a sí mismo y a la Iglesia a obedecer la Palabra de Dios, ante cada intento de adaptarla o diluirla, y ante toda forma de oportunismo”. Bergolio ha disipado la piadosa ficción, promovida durante mucho tiempo por teólogos ultramontanos, de que los fieles están obligados a creer incondicionalmente que el Espíritu Santo garantiza infaliblemente la “seguridad” de cada enseñanza papal y que no debemos preocuparnos por una aparente desviación de lo que la Iglesia siempre ha enseñado.
Philip Lawler ha observado con razón de Bergolio que “el liderazgo del actual Papa se ha convertido en un peligro para la fe”. Que los católicos conservadores ahora reconozcan lo que los Tradicionalistas siempre han entendido —que el liderazgo de un Papa puede ser un peligro para la fe— es un paso importante hacia el mayor reconocimiento de que toda la crisis eclesial del último medio siglo ha emanado en primera instancia de la fallas de épocas en la gobernanza papal y que terminarán solo cuando un futuro Papa encuentre el valor para corregir las injusticias que sus antecesores cometieron, tal como Benedicto XVI, al menos en cierta medida, intentó hacerlo antes de renunciar al trono papal.

[En mi opinión esto último que afirma Ferrara sobre Benedicto XVI es bastante discutible, comenzando por su propia renuncia al Papado]
Como Bergolio ha manifestado (http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/may/documents/papa-francesco_20160529_scholas-occurrentes.html) acerca de su propia conducta del papado: “Por otro lado, por naturaleza soy inconsciente, así que sigo adelante". [“D’altra parte, per natura io sono incosciente, y cosi vado avanti”. ].

Quizás “descuidado” es una traducción demasiado amable del italiano “inconsciente”, cuyos significados alternativos son imprudente, irreflexivo, irresponsable e imprudente. Pero entonces todo el aggiornamento post-conciliar ha sido imprudente, irreflexivo, irresponsable e imprudente. El pontificado Bergoliano no es más que una continuación lógica de la misma ruinosa búsqueda de la novedad vana. Seguramente esto debe ser obvio ahora para cualquiera que todavía se preocupe por la fe de nuestros padres. Esto es lo que Jorge Mario Bergolio ha mostrado a quienes aún no lo sabían.
[Christopher A. Ferrara]
Traducido por Carlos Reyes

El significado de la vida (Cardenal Carlo Caffarra)



Es un joven […] el que le plantea a Jesús la pregunta: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?» (Mt 19, 16). 
Es la pregunta fundamental, porque es la pregunta llena de significado para la vida. Expresa la aspiración más profunda del corazón del hombre y está en el origen de cada decisión y acción humana; es la fuerza secreta que mueve nuestra libertad. 

Es la aspiración a una vida llena de sentido, que no pierde nunca las razones que hacen que vivir sea hermoso, incluso cuando la vida diaria, con frecuencia, es dura

Es necesario que [cada uno] se dirija plenamente a Cristo para hacerle la pregunta: “¿Qué tengo que hacer para no ver nunca la muerte?”. Y esperar Su respuesta, porque sólo Él puede daros la respuesta que es totalmente verdad, porque sólo Él conoce vuestro corazón. 

Cristo, esta noche, os dice a cada uno de vosotros: “Si tú observas mi palabra, no verás nunca la muerte”. ¿Qué significa “si tú observas mi palabra”? 

Significa vivir como vivió Cristo. Vivir significa pensar: observar la palabra de Cristo significa pensar como pensaba Cristo. Vivir significa desear: observar la palabra de Cristo significa tener los mismos deseos/sentimientos que estuvieron en Cristo Jesús. Vivir significa decidir: observar la palabra de Cristo significa decidir/elegir según los criterios que fueron los de Cristo. 

En una palabra: observar la palabra de Cristo significa dar cada día que pasa más espacio en la propia vida a la presencia de Cristo

Si te encauzas siguiendo el sentido de la vida y de las cosas que nos han sido reveladas en Cristo, nunca verás la muerte. ¿Por qué quien vive así no verá nunca la muerte? Y, antes de esto, ¿qué significa “no ver la muerte”? Desde luego, no significa evitar la muerte física. Pero ésta no nos separa de Cristo porque, a partir de ahora, quien observa su palabra participa en la vida misma de Dios. Esta participación en su perfección se realiza después de la muerte; pero en la comunión con Cristo es ya, desde ahora, luz de verdad, fuente de significado para nuestra vida terrena, un saborear la plenitud ilimitada. 

Quien observa la palabra de Dios nunca ve la muerte, sino que posee desde ahora la vida eterna, porque Cristo es la Vida eterna que se ha hecho visible, que se ha puesto a nuestra disposición: «Yo soy la resurrección y la vida» (Jn 11, 25). 

Entonces, queridísimos jóvenes, si os queréis comprender a vosotros mismos hasta el fondo, si queréis vivir sin disminuir la medida de vuestro deseo, tenéis que acercaros con todo vuestro ser a Cristo, abriros a su palabra, entrar en Él con todo vuestro ser para asimilar toda su plenitud. Entonces podréis decir con verdad plena: «Porque en ti está la fuente viva» (Sal 36, 10).

Caffarra, Cardenal Carlo. No anteponer nada a Cristo: Reflexiones y apuntes póstumos (Spanish Edition) . Homo Legens.

sábado, 6 de abril de 2019

Opposition Against Pope Francis is Very Strong



The opposition against Pope Francis in the Vatican is allegedly “very strong”, the Italian oligarch journalist Marco Politi told cath.ch which belongs to the Swiss Bishops. Politi even claimed that there is a process of delegitimisation of Francis. According to Politi, Francis wants that the Church to be – quote – “not so dogmatic” anymore. He believes however, that Francis has become – quote - “more prudent” as he realizes that he causes huge divisions.

Politi believes that the Amazon Synod will abolish priestly celibacy, first in the Amazon region. But then, Politi expects that others will ask for the same measure in other parts of the Church – quote – “very quickly.”

During his flight to Rome from Morocco, Pope Francis, told the unsuspecting journalists on the plane that the French Philosopher Philippe Roqueplo gave him an important “hermeneutical light” and “key of understanding” in order to comprehend a situation.

An article on Aldo Maria Valli’s blog points out that Roqueplo is a lapsed Dominican and one of the most lunatic philosophers who ever existed. He claims, for instance, that it is wrong to consider an unborn child a human being as long as long as his mother does not “destine” him to become a human being. The article comments, “Roqueplo is one of those bad teachers who cleared the way to abortion in the Catholic world. His hermeneutic ‘light’ is, to say the least, luciferian.

San Roberto Belarmino y el Papa ‘hereje’



Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia, expone las cinco principales opiniones que sobre éste asunto sostienen los teólogos católicos (en Tercia Controversia Generalis “De Summo Pontifice” liber II caput XXX).

Primera opinión que aquí señalo es la de que la providencia nunca permitirá un Papa hereje. En el Concilio Vaticano I se planteó esta cuestión y el obispo Zinelli, relator de la fe dijo: “Estimamos con bastante probabilidad que esto nunca sucederá, porque confiamos en la providencia de Dios. Ahora bien, Dios nunca falla en lo necesario; y por tanto si Dios permitiera un mal tan grande, El suplirá abundantemente con su providencia”. (Tomado de Salaverri “De Ecclesia Christi” nº 657 en “Sacrae Teologiae Summa T-I ed. BAC Madrid 1958 pag. 718). San Roberto la considera probable.

Segunda opinión. El Papa hereje nunca deja de ser Papa y aunque no sea miembro ya de la Iglesia, es un instrumento separado –de la Iglesia de Cristo- a través del cual Cristo nos gobierna, debiendo obedecerle en todo menos en lo que sea herejía o pecado.

Un ejemplo sencillo nos hará entender la noción de instrumento separado. Instrumento separado es el no bautizado y sin fe que con intención de hacer lo que hace la Iglesia, aunque no crea en ella, bautiza a un moribundo por petición de éste.

El Vaticano II habla de la Comunión plena y no plena, el hereje tendría una comunión no plena y muy débil por el carácter sacramental que conserva. Y aunque según esto no puede decirse sin más que el hereje esté totalmente excluido del Cuerpo de la Iglesia, sería chocante que quien no está en comunión plena sea el máximo responsable de velar por la comunión y que quien no tiene fe sea el máximo custodio del depósito de la fe y tenga que confirmar en la fe a los demás.

Esta opinión ha sido defendida recientemente por Mons. Schneider con argumentos y reflexiones interesantes, S. Roberto la considera muy improbable (valde improbabilis) pues si al hereje no debemos ni saludarle como dice la Escritura como vamos a tenerle por cabeza. (II Jn 10 11; Tit 3, 10-11).

Las tres opiniones restantes admiten que el Papa hereje deja de ser Papa y difieren en qué momento deja de serlo.

Así la tercera opinión, dice que el Papa deja de ser Papa, enseguida que comete el pecado de herejía, aunque sea solo internamente, mentalmente, y no lo manifieste. Y si ya fuera hereje cuando comenzó su pontificado, nunca fue Papa. Pues el que no cree ya está juzgado (Jn 3, 18) y se pone por debajo de todos los fieles. Esta opinión la sostiene Torquemada. Los teólogos advierten de los peligros que pueden resultar de ésta opinión, por ejemplo Domingo Bañez (en su Comentario ST II – II q. 1 a. 10).

La cuarta opinión dice que el Papa deja de ser Papa y es depuesto por Dios mismo enseguida que se hace manifiesta su herejía. Wernz- Vidal y Billot argumentan que el peligro es tan grande que no admite demora. Esta opinión la considera S. Roberto verdadera (“opinio vera”). También tratan los teólogos hasta qué punto ha de ser manifiesta la herejía para quedar depuesto por Dios, haciendo reflexiones semejantes a las que hace poco ha hecho Roberto de Mattei distinguiendo con la tradición canónica entre público y notorio.

La quinta opinión sostiene que el Papa hereje deja de ser Papa cuando interviene un acto declaratorio de su herejía. Esta opinión la sostiene Cayetano, Suárez (“De fide” disp. X sect. VI y “De legibus” lib. IV cap. VII), así Suarez dice que lo deben declarar los cardenales si así lo hubiera dispuesto el Papa, si no por los obispos en Concilio (convocado por cardenales u obispos solo para este asunto y por derecho de defensa), o en diversos concilios provinciales, u otros modos de manifestaciones pues son pastores puestos por Cristo. Y, del mimo modo que el Papa recibe el poder de Cristo después de la elección de los cardenales, es depuesto por Cristo después de la declaración de los obispos con fe. Ve esto proporcionado a la naturaleza visible de la Iglesia. El Papa Inocencio III en un sermón dice: “La fe es para mí a tal punto necesaria que teniendo a Dios como único Juez en cuanto a los demás pecados, sin embargo solamente por el pecado que cometiere en materia de fe, podría ser yo juzgado por la Iglesia” (Tomado de la L. Billot “De Ecclesia Christi” Roma 1927 pg. 633). Según Suarez como hemos visto seria en juicio con sentencia declarativa no con sentencia imponiendo la deposición del Papa, pues éste sería depuesto por Cristo. De modo semejante S. Alfonso María de Ligorio, doctor de la Iglesia, dice “Si el Papa como persona privada, incurriera en herejía, al instante quedaría despojado del pontificado; porque como entonces estaría fuera de la Iglesia, no podría ser el jefe de la Iglesia. En éste caso, la Iglesia debería por tanto, no desposeerlo, porque nadie tiene autoridad sobre el Papa, sino declararlo privado del pontificado”(En “Defensa del Poder Supremo del Soberano Pontífice “ Cap. VIII). Los teólogos suelen hablar del Papa que cae en herejía como persona privada, o como doctor privado, lo cual no explican mucho, así en la práctica se entiende que esto incluye desde lo que el Papa habla en conversación personal, hasta lo expresado en su Magisterio no infalible.

Permítaseme una última reflexión. Así como los hechos invalidan la primera opinión. Y no lo digo por el caso del Papa Honorio –pues hay historiadores que defienden que no fue hereje- sino a lo sumo falto de valor y celo en la defensa de la fe. (Así Agostino Saba “Historia de los Papas” T-I ed. Labor 1964 pgs. 278-s) sino por el presente. Podría darse el caso de que el Papa usara las formalidades solemnes al uso para “definir ex cathedra” lo herético. Como Dios no se contradice, si permitiera este hecho nos estaría mostrando o la verdad de la opinión cuarta, según la cual ya no sería Papa en el momento de la definición, pues ya habría dejado de ser Papa cuando anteriormente había manifestado la herejía de otros modos; o la verdad de la tercera opinión, o sea, que habría dejado de ser Papa cuando cometió pecado interno de herejía. La seudodefinición ex Cathedra sería ocasión para conocerlo.

Fco. Suárez pbro. Valencia

viernes, 5 de abril de 2019

NOTICIAS VARIAS 5 de abril de 2019


LIFE SITE NEWS

Top Vatican cardinal receives LGBT activists working to decriminalize homosexual sex acts (Diane Montagne)


FSSPX.news

Antes y después de la Cumbre sobre el abuso sexual







SPECOLA

Informar sin deformar, el fin del pontificado de Papa Francisco, jesuitas y musulmanes, tormentas españolas, occidente desaparece

El Papa Francisco y Messi, las noticias falsas y el Vaticano, la política y los católicos, Italia tiene padre y madre, los calores del planeta.

SECRETUM MEUM MIHI

Via Crucis del Viernes Santo en el Coliseo Romano tendrá énfasis en “la trata de seres humanos” El boletín diario de la ...

INFOCATÓLICA

Los obispos españoles apoyan a Mons. Reig Pla ante la campaña del lobby gay y sus terminales mediáticas

GLORIA TV

Vaticano recibe por primera vez a un grupo de propagandistas homosexuales

Francisco quiere emocionalismo: la formación "aburre" a los jóvenes, los hace “negativos”


O el Vaticano está mintiendo o está cooperando con las mentiras

Arzobispo de Malta: whisky en lugar de vino (ver video)

Sacerdote se disculpa por quemar libros

Francisco recibe un baño de agua fría de la “[Iglesia] Ortodoxa” búlgara

"Unplanned" desafía la censura y muestra el horror del aborto

El ilusorio “éxito” del papa Francisco, bajo la lupa de un sociólogo de la religión

Selección por José Martí

De Mattei on the Francis Pontificate: Six Years of ‘Hypocrisy and Lies’



OnePeterFive is pleased to present this exclusive interview of Professor Roberto De Mattei, President of the Lepanto Foundation, with Italian journalist Aldo Maria Valli – one of the Italian journalists who helped publish the Vigano testimony in August 2018. As he usual, Professor de Mattei offers frank and thought-provoking insight and analysis.

Aldo Maria Valli: Professor De Mattei, not a day passes without this pontificate causing new confusion and doubts for many of the faithful. The declaration about other religions made at Abu Dhabi has provoked a great amount of concern. It seems there is no way of avoiding the fact that it is problematic. How do you interpret it?

Professor Roberto De Mattei: The Abu Dhabi declaration made on February 4, 2019, signed by Pope Francis and the grand imam of Al-Azhar affirms that “the pluralism and the diversity of religions, color, sex, race and language are willed by God in His wisdom, through which He created human beings.” This affirmation contradicts the teaching of the Church, which says the one true religion is the Catholic religion. In fact, it is only by Faith in Jesus Christ and in His Name that men can attain eternal salvation (cf. Acts 4:12).

On March 1, during the ad limina visit of the bishops of Kazakhstan to Rome, Bishop Athanasius Schneider expressed his perplexity to Pope Francis about the Abu Dhabi declaration. The pope replied to him that “the diversity of religions is only the permissive will of God.” This answer is deceptive, because it seems to admit that the plurality of religions is an evil permitted by God but not willed by him, but the same is not true of the diversity of sexes and races, which are positively willed by God. When Bishop Schneider expressed his objection to him, Pope Francis admitted that the phrase “could be understood erroneously.” Yet the pope never corrected or rectified his affirmation, and in fact the Pontifical Council for Interreligious Dialogue, at the request of the Holy Father, directed all bishops to see to the widespread diffusion of the Abu Dhabi declaration so that it “may become an object of research and reflection in all schools, universities and institutes of education and formation.”

The interpretation which is thus being spread is that the plurality of religions is a good thing, not an evil that is merely tolerated by God. It seems to me that these deliberate contradictions are a microcosm of the entire pontificate of Pope Bergoglio.

How would you, as a historian of the Church, summarize the past six years?

As years of hypocrisy and lies. Jorge Mario Bergoglio was chosen because he appeared to be a bishop who was “humble and profoundly spiritual” (thus did Andrea Tornielli salute him in La Stampa), one “who would reform and purify the Church.” But none of this happened. The pope did not remove the most corrupt prelates either from the Roman Curia or from individual dioceses. He has done so only when, as in the McCarrick case, he was forced to by public opinion. In reality, Francis has revealed himself to be a political pope, the most political pope of the last century. His political persuasion is that of left-wing Peronism, which detests, in principle, every form of inequality and is opposed to Western culture and society. When transferred into the ecclesiastical realm, Peronism joins with liberation theology and leads to an effort to impose synodal democratization on the Church, which strips her of her essential nature.

The summit on sexual abuse seems as though it has already been forgotten. It was full of nice-sounding expressions which the mainstream media trumpeted, but it did not lead to anything new. In general, how do you judge the way in which the Holy See is addressing this crisis?

In a clearly contradictory way. The anti-abuse norms that have just been approved by Pope Francis circumvent the real problem, which is the relationship between the tribunals of the Church and the civil courts, or, seen more broadly, the relationship between the Church and the world. The Church has the right and duty to investigate and judge those accused of crimes that violate not only civil laws but also ecclesiastical laws, established by canon law. In this case, it is necessary to open a regular penal trial in a Church tribunal that respects the fundamental rights of the accused and is not conditioned by the results of any civil trial.

Today, instead, in the case of Cardinal Pell, the Vatican has said it will open a canonical trial, but first it needs to “wait for the outcome of the [civil] appeals process.” In the case of Cardinal Barbarin of France, condemned to six months in prison with probation and also awaiting an appeals process, there has similarly been no announcement of any canonical trial. When Cardinal Luis Francisco Ladaria, prefect of the Congregation for the Doctrine of the Faith, was called to testify in the Barbarin case by the judges in Lyon, the Vatican invoked diplomatic immunity, but it did not do this for Cardinal Pell. This policy of different standards for different people is part of the climate of ambiguity and duplicity we are living in.

During this pontificate, new norms have been introduced for monastic life, and in particular for the cloister. Some monastic communities are very worried, because they consider these new norms a threat to contemplative life. Do you share this concern?

Yes, it seems as though there is a plan to destroy contemplative life. I very much appreciated the articles you have dedicated to this theme on your blog. The constitution on women’s contemplative life Vultum Dei Quaerere of June 29, 2016, and the Instruction Cor Orans of April 1, 2018, suppress every form of juridical autonomy and create federations and new bureaucratic organisms as “structures of communion.” The obligation to be part of these structures means that monasteries lose, de facto, their autonomy, which is dissolved into an anonymous mass of monasteries that are all moving toward the dissolution of traditional monastic life. The modernist “normalization” of the few monasteries that still resist the revolution would be an inevitable consequence. The juridical suppression of contemplative life we are moving toward does not, however, signify the end of the contemplative spirit, which is becoming ever stronger in response to the secularization of the Church. I know monasteries that have succeeded in securing juridical indepedence from the Congregation for Religious Life and maintain monastic life, supporting the Church in this crisis with their intercessory prayer. I am convinced that, as it once was said, the prayer of the cloisters rules the world.

The sixth anniversary of the election of Pope Bergoglio has passed, even if it felt a bit subdued. One has the impression that even people who once supported him are beginning to distance themselves from him. Is this impression mistaken?

We know that there are forces that want to destroy the Church. Freemasonry is one of these. Yet an open battle against the Church is never productive, because, as Tertullian wrote, the blood of martyrs is the seed of Christians. And this is why, for at least two centuries, a plan was formulated by anti-Christian forces to conquer the Church from within.

We know that in the 1960s, the Soviet Union and communist regimes of Eastern Europe infiltrated many of their men into the seminaries and Catholic universities. Some of these climbed the ladder and became bishops or even cardinals. But such intentional complicity and activity is not necessary to contribute to the self-destruction of the Church. It is also possible to become unknowing instruments of someone who manipulates from the outside. In this case, the manipulators chose the most suitable men, men who displayed doctrinal and moral weakness, influenced them, conditioned them, and at times even blackmailed them. The men of the Church are neither infallible nor impeccable, and the Evil One constantly places before them the temptations which the Lord renounced (Mt 4:1–11).

The election of Jorge Mario Bergoglio was directed by a clerical lobby, behind which may be seen the presence of other lobbies or strong powers. I have the impression that the ecclesiastical powers and powers outside the Church that worked for the election of Pope Bergoglio are not satisfied with the results of his pontificate. From their point of view, there have been many words but few practical results. Those who sponsor Pope Francis are ready to abandon him if radical change does not take place. It seems he is being given one last chance to revolutionize the Church in the Amazon Synod this coming October. It seems to me that they have already sent signals indicating this.

What signals are you referring to?

To what happened after the summit on pedophilia, which was an obvious failure. The large publications of the international press, from Corriere della Sera to El País, did not hide their disappointment. It seems to me that the announcement made by the German Bishops’ Conference by its president, Cardinal Marx, that they will convoke a local synod that will make binding decisions about sexual morality, priestly celibacy, and the reduction of clerical power, should be understood as an ultimatum. It is the first time that the German bishops have expressed themselves with such clarity. They seem to be saying that if the pope does not cross the Rubicon, they will cross it themselves. In both cases we would find ourselves facing a declared schism.

What consequences would such a separation have?

A declared schism, although evil in itself, could be guided by Divine Providence toward the good. The good that could arise is the awakening of so many people who are asleep and the understanding that the crisis did not begin with the pontificate of Pope Francis but has developed for a long time and has deep doctrinal roots. We must have the courage to re-examine what has happened in the last fifty years in the light of the Gospel maxim that a tree is judged by its fruits (Mt 7:16–20). The unity of the Church is a good that should be preserved, but it is not an absolute good. It is not possible to unite what is contradictory, to love truth and falsehood, good and evil, at the same time.

Many Catholics feel discouraged as well as betrayed. Our faith tells us that the forces of evil will not prevail, and yet it is difficult to see a way out of this crisis. Humanly speaking, it seems that everything is collapsing. How will the Church come out of this crisis?

The Church is not afraid of her enemies, and she always wins when Christians fight. On February 4 at Abu Dhabi, Pope Francis said there is a need of “demilitarizing the heart of man.” I believe, on the contrary, that there is a need of militarizing hearts and transforming them into an Acies Ordinata, like the one who stood in prayerful protest at Piazza San Silvestro in Rome on February 19 and confirmed the existence of a Catholic resistance against the self-destruction of the Church. There are many other voices of resistance that have made and are making themselves heard.

I believe we must overcome the many misunderstandings that often divide the forces of good people. Instead, we must seek a unity of intention and action among these forces, while maintaining our legitimate different identities. Our adversaries are united in their hatred of the good, and so we ought to be united in our love for the good and for the truth. But we must love a perfect good, a good that is whole and without compromise, because He Who sustains us with His love and power is infinitely perfect. We ought to place all our hope in Him and only in Him. This is why the virtue of hope is the one we ought to cultivate the most, because it makes us strong and perseverant in the battle we are fighting.
This interview was translated for 1P5 by Giuseppe Pellegrino. The original in Italian can be found at Aldo Maria Valli’s blog.To find more articles and podcasts by Professor De Mattei and to subscribe to his newsletter defending Christian civilization, go to https://www.patreon.com/lepantofoundation

jueves, 4 de abril de 2019

NOTICIAS VARIAS 4 de abril de 2019




ADELANTE LA FE

Reflexiones sobre el Congreso de las Familias de Verona (Roberto de Mattei)

INFOCATÓLICA


Carta abierta al cardenal Reinhard Marx

El pensamiento católico vuelve a brillar en la Universidad Complutense, «IV Congreso de Catolicismo»

LIFE SITE NEWS




Padre Weinandy: el ‘pacto por la paz’ del Papa “reduce a Cristo al nivel de Buda o Mahoma” (Carlos Esteban)



El teólogo sometido a ostracismo padre Thomas Weinandy alerta en una entrevista concedida a LifeSiteNews sobre las consecuencias doctrinales del acercamiento que busca Su Santidad con el Islam.

Las alarmas que provocó una frase del ‘pacto por la paz’ firmado en Abu Dabi por el Santo Padre con autoridades musulmanas, la que se refiere a la ‘voluntad’ de Dios con respecto a la pluralidad de religiones, tuvieron una respuesta del propio Papa a ruegos del obispo Schneider y a satisfacción del prelado kazajo. Se refería Su Santidad, dijo, a la ‘voluntad permisiva’ de Dios, a lo que tolera. Pero para el capuchino padre Thomas Weinandy, eso no es lo único preocupante del documento.

Weinandy, miembro de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano y ex jefe del comité de doctrina de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, ha querido mediar en la polémica en una entrevista concedida a LifeSiteNews.

Para Weinandy, que sentenció su destino como ‘persona non grata’ cuando en 2017 envió una carta abierta al Papa lamentando la ‘confusión crónica’ de sus mensajes, el Papa, en su acercamiento al Islam y su deseo ferviente de salvar las distancias entre las religiones, actúa movido por un “noble deseo” de “fomentar la comprensión mutua” y “combatir algunas facciones islámicas que promueven el terrorismo”. Sin embargo, añade, la firma de la declaración de Abu Dabi “tiene consecuencias doctrinales que van más allá de lo que pueda haber previsto o deseado”.
“Lo que encuentro muy triste y escandalosamente preocupante es que, en medio de todo, Jesús está siendo insultado”, añade Weinandy. “Queda reducido al nivel de Buda o Mahoma, cuando de hecho es el amado Hijo Mesiánico del Padre, Aquel en quien el Padre se complace”.
En cuanto a la clarificación arrancada por Schneider, en el sentido de que lo que se quiere decir es que Dios consiente, no quiere activamente, la pluralidad de religiones, porque Dios no puede querer lo que no es cierto, Weinandy señala que su efecto será entre mínimo e inexistente porque “con toda probabilidad, la abrumadora mayoría de los medios y muchos otros teólogos y obispos seguirán interpretando el documento original en el sentido de que, así como Dios ha querido el judaísmo y el cristianismo, de igual modo ha querido otras religiones, punto y final”.

Por eso Weinandy advierte que “persiste aún cierta falta de claridad, ya que el Papa Francisco no ha repudiado expresamente la declaración original tal como aparece en el documento de Abu Dabi”

Y concluye: “Al final, sigue siendo totalmente confuso, innecesariamente”.

Carlos Esteban

El ex arzobispo de Guam insiste en su inocencia tras ser expulsado por el Papa (Carlos Esteban)



Tras ser condenado en primera instancia por abusos sexuales a menores y rechazada su solicitud de apelación, el Papa ha expulsado a Anthony Sablan Apuron, ex arzobispo de Agaña (Guam), del colegio episcopal.

Anthony Apuron ya no pertenece al colegio episcopal, ha decidido el Vaticano después de ser declarado culpable en primera instancia por el Tribunal Apostólico de la Congregación para la Doctrina de la Fe de abusos sexuales a menores, y de haberse desestimado su solicitud de apelación.

Apurón, sin embargo, mantiene su inocencia, en una reivindicación apoyada por el Camino Neocatecumenal, que también ha insistido a través de su fundador, Kiko Arguello, en que el arzobispo emérito no es culpable de los abusos que se le imputan.

“Me entristece profundamente la decisión del Santo Padre de confirmar la decisión del tribunal de primera instancia”, ha declarado Apuron, de 73 años, en una nota hecha pública este sábado. Estoy convencido de que los hechos y las pruebas presentados demostraban mi total inocencia”. Apuron ha sido condenado a la privación del cargo de arzobispo de Agaña, a no poder usar las insignias correspondientes al rango de obispo, como mitra y anillo, y a vivir el resto de sus días dentro de la jurisdicción de su archidiócesis. No se le ha retirado el ministerio sacerdotal ni se le ha confinado a una vida de oración y penitencia.

Aunque Apuron señala que la sentencia es para él “análoga a la pena de muerte”, lo cierto es que ha llamado en muchos la atención que no se le haya secularizado, la pena correspondiente a quien abusa de menores en el estado clerical. “Pierdo mi patria, mi familia, mi iglesia, mi pueblo, incluso mi lengua, me quedo solo en completa humillación, viejo y con una salud en decadencia”, clama el ex arzobispo en la nota.

Carlos Esteban

El obispo Schneider obtiene una respuesta peronista totalmente inútil de parte de Francisco sobre la “Diversidad de las religiones”




No sé sobre todos ustedes, pero estoy verdaderamente cansado y enfermo de ser tratado como si todos fuéramos una pandilla de idiotas integrales. Y cuando veo buenos obispos y sacerdotes haciendo contorsiones mentales para tratar de conciliar declaraciones poco ortodoxas del Papa sólo porque él es el Papa, eso no ayuda en nada. Estamos atrapados con Francisco. Él es el Papa. Es un mal papa.

Podría decirse que es un papa malvado. Está tan lejos de cualquier concepción de la ortodoxia católica que es casi imposible comprender cómo podría ser papa. (Barrunto los comentarios de los turbovacantistas en 3 … 2 … 1 …). Pero está el hecho de que fue elegido en un cónclave legítimo y aceptado universalmente.

¿Y ahora qué? Ahora estamos atascados tratando de descubrir cómo alguien que dice las cosas que dice podría no ser una violación viviente de la indefectibilidad. Y eso es algo muy difícil de conseguir. Tengo respeto por el obispo Athanasius Schneider y a los obispos de Kazajstán por ir al Papa y plantear objeciones a las cosas que ha dicho. El obispo Schneider, como se reveló en una entrevista ayer en LifeSiteNews, preguntó acerca de los comentarios hechos por el Papa Francisco sobre Dios queriendo una diversidad de religiones en la declaración de Dubai. Aquí está: 
¿Puede decir más sobre cómo el Papa Francisco respondió a su preocupación por la declaración de Abu Dhabi sobre la diversidad de las religiones? 
El controvertido pasaje dice: ” El pluralismo y la diversidad de las religiones, el color, el sexo, la raza y el lenguaje son deseados por Dios en su sabiduría, con la cual creó a los seres humanos”. 
Sobre mi preocupación acerca de la frase utilizada en el documento de Abu Dhabi, que Dios “quiere” la diversidad de las religiones, la respuesta del Papa fue muy clara: dijo que la diversidad de las religiones es sólo la voluntad permisiva de Dios. Hizo hincapié en esto y nos dijo: también se puede decir que la diversidad de las religiones es la voluntad permisiva de Dios. Intenté profundizar más en la pregunta, al menos citando la oración como se lee en el documento. La frase dice que, de la misma forma que Dios quiere la diversidad de sexos, color, raza y lenguaje, así también Dios quiere la diversidad de las religiones. Existe una comparación evidente entre la diversidad de las religiones y la diversidad de los sexos. Le mencioné este punto al Santo Padre y él reconoció que, con esta comparación directa, la oración puede entenderse erróneamente. En mi respuesta le hice hincapié en que la diversidad de los sexos no es la voluntad permisiva de Dios, sino que Dios la desea positivamente. Y el Santo Padre reconoció esto y estuvo de acuerdo conmigo en que la diversidad de los sexos no es un asunto de la voluntad permisiva de Dios. Pero cuando mencionamos estas dos frases en la misma oración, entonces la diversidad de las religiones se interpreta como una voluntad positiva de Dios, como la diversidad de los sexos. Por lo tanto, la oración lleva a dudas e interpretaciones erróneas, y así fue mi deseo, y mi petición de que el Santo Padre rectificara eso. Pero él nos dijo a los obispos: pueden decir que la frase en cuestión sobre la diversidad de las religiones significa la voluntad permisiva de Dios. Para los lectores que pueden no estar familiarizados con la distinción entre la voluntad permisiva y positiva de Dios, ¿pueden dar algunos ejemplos de otras cosas que Dios permite a través de su voluntad permisiva? Sí, la voluntad permisiva significa que Dios permite ciertas cosas. Dios permitió o permitió el pecado de Adán y todas sus consecuencias; e incluso cuando nosotros pecamos personalmente, en cierto sentido, Dios lo permite o lo tolera. Pero Dios no quiere positivamente nuestro pecado. Lo permite en vista del sacrificio infinitamente meritorio de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz y porque no quiere destruir nuestra libertad. Este es el significado de la voluntad permisiva de Dios

El obispo Schneider trata de evidenciar el hecho de que el contexto deja claro que no pudo haber querido decir una voluntad permisiva respecto a la diversidad de las religiones cuando obviamente, en la misma oración, indicaba una voluntad positiva cuando se refería a la diversidad de razas y sexos. Entonces Francisco espeta la Regla de Perón y le dice al obispo Schneider lo que quiere escuchar: “Sí, claro, claro, niño, eso es lo que quise decir. Ve y dile a la gente que quise decir voluntad permisiva.

¡Esa es la clave! Para aquellos de ustedes que no están familiarizados con la Regla de Perón, aquí está, en la forma de una anécdota tomada de el libro El Papa dictador (The Dictator Pope): Se cuenta la historia de que Perón, en sus días de gloria, una vez se propuso inducir a un sobrino en los misterios de la política. Primero trajo consigo al joven cuando recibió una delegación de comunistas; después de escuchar sus opiniones, les dijo: “Tienes toda la razón”. Al día siguiente, recibió una delegación de fascistas y respondió nuevamente a sus argumentos: “Tienes toda la razón”. Luego le preguntó a su sobrino qué pensaba. El joven dijo: “Usted ha hablado con dos grupos con opiniones diametralmente opuestas y les dijo a ambos que estaba de acuerdo con ellos. Esto es completamente inaceptable “. Perón respondió: "También tienes toda la razón"

Una anécdota como ésta es una ilustración de por qué no se puede esperar que nadie evalúe al Papa Francisco a menos que comprenda la tradición de la política argentina, un fenómeno ajeno al resto de la experiencia del mundo; Francisco ha sorprendido a la Iglesia porque no tenía la clave para entenderlo: él es Juan Perón en traducción eclesiástica. Aquellos que buscan interpretarlo de otra manera están perdiendo el único criterio relevante. 

Aplaudo al obispo Schneider, nuevamente, por tener el valor de pedirle al Papa una aclaración directamente a su cara. ¿Pero para luego dar la vuelta y pretender que esta respuesta es suficiente de alguna manera? No, lo siento, no es suficiente. Todos sabemos lo que quiso decir. Monseñor Schneider vio claramente la trampa. Pero ahora, en la esperanza de reconciliar lo irreconciliable, podemos jugar a hacer creer como si esto no fuera una auto-contradicción flagrante. No tengo paciencia para este juego. 

Estoy trabajando en un video sobre por qué sigo manteniendo la línea de que Francisco es el papa legítimamente elegido a pesar de todo esto, así que estad atentos. 

Lo esencial es simple: si no podemos confiar en que la Iglesia nos diga quién es el Papa cuando las elecciones papales están tan estrechamente relacionadas con el dogma (es decir, que el hombre elegido Papa es el sucesor de San Pedro con todo el poder y la autoridad asociado a esa oficina), entonces no podemos confiar en la Iglesia para nada. 

Si Benedicto es todavía el Papa, aunque ninguno de los sucesores apostólicos lo cree, incluyendo a Benedicto, entonces es que la Iglesia es capaz de ser engañada y subsecuentemente engañar a los fieles en un hecho dogmático. Esto implica necesariamente que la Iglesia ha desertado. 

Y si creemos que la Iglesia es lo que ella dice que es, eso es imposible. Pero el dilema al que nos enfrentamos es que Francisco también parece ser imposible. ¿Cómo puede un hombre que dice las cosas que dice no ser una violación de la infalibilidad e indefectibilidad? Es casi una situación de maldito si lo haces, maldito si no

Parece que no importa el camino que tomes, la Iglesia ha desertado y las puertas del Infierno han prevalecido

Así que aquí es donde nos vemos obligados a caminar por la fe y no por lo que observamos. Si queremos seguir creyendo, debemos confiar en que Dios sabe algo que nosotros no sabemos y que todo quedará claro. Que hay cosas que permanecen ocultas, y que no lo resolveremos por nuestra propia humana inteligencia y razón. 

Pero con todo lo dicho, pretender que estas cosas se pueden interpretar de una manera ortodoxa tampoco hace ningún favor a nadie. De hecho, daña la credibilidad de quienes intentan hacerlo. Lo entiendo. No hay buenas respuestas. Eso no significa que no debamos discutir el problema tal como es, en lugar de tratar de encontrar una cucharada llena de azúcar para tragarlo.
Steve Skojec
Traducido por Alberto G. Corona

Al Papa Francisco le gusta el sexo, los escándalos diarios del Vaticano, las personas migrantes, sudaneses de retiro (Specola)



En la audiencia de hoy el Papa Francisco nos ha recomendado que no hablemos de e-migrantes o de in-migrantes, debemos hablar de ‘personas migrantes’. Es la ocurrencia buenista de hoy.

Los problemas de fondo son tan serios que no podemos tomarnos las cosas a broma. En la prensa italiana y en la televisión nos acostamos cada día con más escándalos que rodean al Vaticano y sus instituciones. Es el cuento de nunca acabar y se está llegando a una situación de saturación increíble. Ayer, en horario de máxima audiencia, nos teníamos que tragar un nuevo capítulo de ‘le Iene’ con temas gravísimos que afectan al estado Vaticano. La respuesta siempre es el silencio, como si la cosa no fuera con ellos

El descrédito inmerecido de la Iglesia por toda está basura empieza a ser insoportable. El Papa Francisco habla de limpiar, limpiar, limpiar pero el qué y hasta cuándo. El mundo de lo políticamente correcto llega a cabrear con sus indefiniciones y contrariedades. Ahí tenemos a las ‘personas migrantes’ y terminaremos todos locos por no poder entendernos queriendo fabricar un lenguaje a medida de no se sabe qué intereses. 

La iglesia tiene que cambiar pero nadie dice si todo, poco, o nada y en qué y cuándo.  
Los chinos son maravillosos y tenemos arrestos de obispos en medio de un cómplice silencio oficial vaticano que clama al cielo. Los musulmanes son pacifistas y mejor no recordar los miles de cristianos asesinados en los últimos años.
Estos días se nos ha vendido la reforma de la ley Vaticana sobre los abusos como el no va más y como el ejemplo para el mundo mundial. En emigración, o en lo que hace referencia a las personas migrantes, el Vaticano tiene la ley perfecta. Todo lo que el Papa Francisco critica a los demás lo tiene en grado de excelencia en su propia casa. 

Alguien habló hace tiempo de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pues algo así está pasando. En el Vaticano no hay concertinas, pero tenemos los muros más famosos del mundo. Ya quisiera Estados Unidos construir algo así. Si los ponemos en Ceuta no hacen falta concertinas porque no pasan ni los malos vientos. Inmigrantes, o mejor personas migrantes, en el territorio Vaticano no hay ni una, ni por descuido. Si a alguien se le ocurre echar una siesta en los jardines es inmediatamente expulsado a territorio italiano sin contemplaciones. Si la legislación actualmente en vigor, en el estado del que el Papa Francisco es su monarca absoluto, se aplicara en el resto del mundo se terminarían las personas migrantes en una tarde.

En la aburrida entrevista papal concedida a una televisión española el Papa Francisco confesó que las negociaciones en Venezuela habían existido y habían fracasado. Hoy tenemos de la noticia de un nuevo intento de mediación en Santa Marta con los bandos en guerra en Sudan del Sur. Las noticias hablan de que harán un retiro, pero por ahora las cosas se ven muy negras.

Al Papa Francisco le gusta el sexo, o al menos nos dice que es cosa buenísima. En esta confusión general que vivimos no llegamos a entender si es bueno siempre, en algunas ocasiones, o vete a saber. 

Si unimos esta afirmación genérica a que la Iglesia debe cambiar, pues ya tenemos la combinación perfecta y que cada uno saque sus conclusiones

Por otro lado, recomienda a los jóvenes que sean revolucionarios y se casen. Tal como están las cosas hace falta mucho valor mas que espíritu revolucionario. Parece que ya no gusta mucho la tradicional condena al mundo, al demonio y a la carne. 

Lo triste es que Dios y sus cosas son los grandes olvidados, un lamentable olvido que pagaremos muy caro. El Camino, la Verdad y la Vida está donde está.


SPECOLA