BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 10 de enero de 2019

Francisco de inocente a culpable. Malas noticias desde su Argentina (Sandro Magister)


*
Tiempos difíciles para el nuevo equipo de funcionarios de prensa del Papa. La primera declaración pública que Alessandro Gisotti, el nuevo director de la sala de prensa de la Santa Sede, ha emitido luego de su debut en su cargo se refiere al caso de un obispo argentino (en la foto) que corre el riesgo de hacer añicos la estrategia adoptada por Francisco para afrontar la cuestión de los abusos sexuales cometidos por ministros consagrados.
Es la estrategia que inspira también la carta enviada por el Papa a comienzos de año a los obispos de Estados Unidos reunidos para los ejercicios espirituales, en vista de la cumbre que desde el 21 al 24 de febrero reunirá en Roma a los presidentes de todas las conferencias episcopales del mundo.
También en esta carta, en efecto, como ya había hecho anteriormente con los obispos de Chile, Francisco se coloca del lado de los que no tienen poder y de las víctimas del poder, es decir, del inocente “pueblo de Dios”, contra la casta clerical que abusa efectivamente del sexo, pero a su juicio abusa más que nada y ante todo precisamente del “poder”.
No importa que, en el caso de Chile, Francisco hubiese defendido él mismo, hasta el final y contra toda evidencia, la inocencia de obispos de los cuales tuvo que reconocer finalmente la culpabilidad. Ni tampoco importa que en el caso de Estados Unidos pese sobre él la acusación de haber dado cobertura y honores a un cardenal, Theodore McCarrick, del que lamentablemente conocía sus reprobables prácticas homosexuales. En uno y otro caso, Francisco se auto absolvió o inculpó a quien le había aconsejado mal, negándose a responder a quien – como el ex nuncio en Estados Unidos, Carlo Maria Viganò – lo cuestionó personalmente. Y también en la cumbre de fin de febrero él se aprestaba a reproducir esta dinámica típicamente populista, con él revestido como purificador de una casta clerical sucia de poder.
Pero ahora que explotó el caso del obispo argentino Gustavo Óscar Zanchetta, todo esto se ha vuelto más difícil para el Papa.
*
Quien dio a conocer el caso, el día de Navidad, fue el diario argentino “El Tribuno”, [de la provincia de Salta], dando la noticia que tres sacerdotes de la diócesis de Orán habían denunciado al nuncio apostólico a su obispo Zanchetta por abusos sexuales contra una decena de seminaristas, y que también por eso, el 1 de agosto del 2017, el Papa había removido de la diócesis al obispo.
Al contestar el 4 de enero a estas noticias y a las consiguientes preguntas de los periodistas, el director de la sala de prensa, Alessandro Gisotti, afirmó que Zanchetta “no había sido removido”, sino que “fue él quien renunció”; que las acusaciones de abuso sexual “remiten a este [último] otoño” y no antes; que las investigaciones en curso en Argentina “deben llegar todavía a la Congregación para los Obispos”; y que de todos modos “durante la investigación previa monseñor Zanchetta se abstendrá del trabajo” que desarrolla actualmente en el Vaticano, como asesor de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.
Entre tanto, esta suspensión del trabajo impuesta a Zanchetta ya hace pensar que en el Vaticano las acusaciones de abusos sexuales son consideradas serias. Pero prescindiendo de los datos según los cuales esas acusaciones habrían sido presentadas a las autoridades eclesiásticas competentes – en otoño del 2018 según la sala de prensa vaticana, en el 2015 según lo reconfirmado por “El Tribuno” – es todo el entramado de las acciones de este obispo el que pone en mala luz el comportamiento del papa Francisco.
Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido sucesor de san Pedro, Zanchetta era un simple sacerdote, pero bien conocido por él, en cuanto durante años fue subsecretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal Argentina presidida por el mismo Bergoglio. Conocido y también apreciado, al punto que Zanchetta fue uno de los primeros argentinos que el nuevo Papa promovió a obispo, por propia iniciativa suya, saltando todo trámite vaticano, el 23 de julio de 2013, a la cabeza de la diócesis de Orán, en el norte del país.
Pero Zanchetta duró poco como obispo de Orán. Por las “relaciones muy tensas con los sacerdotes de la diócesis”, quienes plantearon sobre él “acusaciones de autoritarismo” y pusieron de manifiesto su “incapacidad de gobernar”, tal como reconoce hoy la Santa Sede, según lo declarado por Gisotti.
Es un hecho que el 29 de julio del 2017 Zanchetta desapareció imprevistamente. Sin ninguna Misa de despedida y sin ningún saludo a sus sacerdotes y fieles. Solamente hizo saber, desde una localidad imprecisa, que tenía problemas de salud que debía curar urgentemente en otro lado y que recién había llegado de Roma, donde había depositado su mandato en las manos del papa Francisco, quien muy rápidamente, el 1 de agosto, aceptó la renuncia.
Zanchetta fue huésped por un breve tiempo de monseñor Andrés Stanovnik, obispo de la diócesis de Corrientes, 900 kilómetros más al sur, quien es el mismo prelado que lo había ordenado. Después reapareció en Madrid (España), con aparente buena salud.
Curiosamente, la capital de España es el lugar al que Francisco había  destinado dos años antes, en el 2015, al obispo chileno Juan de la Cruz Barros Madrid – antes de promoverlo a obispo de Osorno, en contra de la opinión de la cúpula de la Iglesia chilena y de la nunciatura – para un mes de ejercicios espirituales predicados por el célebre jesuita español Germán Arana, quien se cuenta entre los consejeros más escuchados por el Papa en numerosos nombramientos episcopales y, en este caso, feroz defensor de la inocencia de Barros, ya golpeado por acusaciones muy graves de abusos sexuales.
Es un hecho que también en el caso de Zanchetta la transferencia a Madrid hizo de preludio a su nueva promoción por parte de Bergoglio, quien el 19 de diciembre del 2017 lo llamó al Vaticano, nada menos que para desempeñarse en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), en el nuevo rol creado a medida para él de “asesor”.
La APSA es la verdadera columna vertebral de la administración vaticana. Además de poseer cuantiosos bienes muebles e inmuebles, desarrolla un rol equiparable al de un banco central, tan cierto es que el reordenamiento financiero de la Santa Sede que Francisco confió al comienzo de su pontificado al cardenal australiano George Pell tenía precisamente a la APSA como corazón de la reforma. Pero después Pell fue obligado a abandonar la empresa, su reforma no llegó a puerto y la APSA se convirtió en la pista de aterrizaje de personajes carentes de competencia administrativa, fracasados en sus cargos anteriores, pero que Bergoglio quiere tener cerca suyo, porque son sus amigos y protegidos. El último caso fue el del arzobispo Nunzio Galantino, el ex discutido secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana y ahora presidente de la APSA.
Cuando Zanchetta dejó Orán, los medios de comunicación argentinos describieron el desorden financiero en el que había dejado a la diócesis. Pero esto no perturbó en lo más mínimo su promoción a la APSA, “en consideración a su capacidad para gestionar administrativamente”, como llegó a decir el vocero vaticano Alessandro Gisotti en su declaración del pasado 4 de enero, antes de aseverar que de todos modos “no había surgido ninguna acusación de abuso sexual en el momento de [su] nombramiento como asesor”.
Sea cierto o no que las acusaciones emergieron en el 2015, como ha dado a conocer la prensa argentina que informa las palabras de los autores de la denuncia, sigue en pie el hecho que el tratamiento reservado por el papa Francisco a Zanchetta deja atónitos a muchos, por su increíble ausencia de “discernimiento” en la evaluación de la persona, reiteradamente promovida a cargos de importancia a pesar de su manifiesta falta de fiabilidad.
Es un caso aislado, pero suficiente por sí solo para contradecir el postulado de la extrañeza e inocencia del papa Francisco frente a los abusos de poder, como dice él mismo antes que de sexo, de la casta clerical.
El riesgo es que la cumbre convocada en el Vaticano desde el 21 al 24 de febrero – por cómo repercutirá en la opinión pública – encuentra a Bergoglio no en el rol de guía sin mancha, sino también él en el banco de los culpables de haber tolerado y encubierto abusos sexuales.
Sandro Magister

Rumor curial: Alejar a Mons. Gänswein y acabar con la Prefectura de la casa pontificia



Negación del Credo (Capitán Ryder)


Es un hecho que muchos de los pastores actuales se dedican día y noche a socavar la Fe.
Unos lo hacen de frente, aunque la mayoría, más cobarde, lo hace sibilinamente, como de pasada, como si no tuviese importancia las verdades de Fe que niegan.
El hacerlo de frente conlleva un riesgo, y muchos de los obispos no andan sobrados de testiculina precisamente. Serán malos, pero no valientes.
Si te pasas puede que los católicos que aún quedan te recriminen tus blasfemias. Por eso, es mucho más efectivo retorcer el lenguaje, ir minando la Fe poco a poco, sin exponerse. A ser posible, que cada barbaridad vaya acompañada de una sonrisa.
En días pasado hemos tenido 2 ejemplos al respecto.
Por un lado, el obispo de Oporto negaba la virginidad de María. Las críticas al obispo, que incompresiblemente continúa como representante de una Fe en la que no cree, le hacían rectificar.
Por otra parte, de manera más torcida se desenvolvía el obispo alemán de Hildesheim, Heiner Wilmer, nombrado en abril de 2018 por el Papa Francisco. Digno nombramiento de este pontificado respondía en una entrevista:
“Creo que el abuso de poder está en el ADN de la Iglesia. Ya no podemos ignorar esto como algo menor, pero tenemos que repensar (la jerarquía) de una manera radical”. 
“Aún no tenemos idea de cuáles deberían ser las consecuencias para la teología”.
“En el futuro, sólo podremos confesar la fe en la ‘Iglesia Santa’ cuando también confesemos al mismo tiempo: esta Iglesia también es una Iglesia pecaminosa”.
Esta entrevista ha pasado más desapercibida pero está a la altura de las afirmaciones del obispo de Oporto. El segundo niega un dogma, el primero la profesión de Fe de la Iglesia católica. Nadie respira en Santa Marta, circulen, aquí no ha pasado nada.
Las dos primeras afirmaciones son simplemente repugnantes. El caso es salvarles a ellos de sus depravaciones, degeneraciones, abusos y encubrimientos. Disparan a cualquiera, incluida la Iglesia, siempre que ellos queden a salvo. Esta crisis, según esta cuadrilla, curiosamente, debería poner en cuestión todo: Organización de la Iglesia, Fe, dogmas, enseñanzas etc. ¿Todo? Todo no, los que continúan perpetuando la crisis no, ellos están a salvo, no están en cuestión. Están por encima de todo ello.
El olor a podredumbre que desprenden es ya insoportable. Pero, por cada verdad que nieguen será necesario gritar, una y cien veces, lo que siempre ha proclamado la Iglesia. Nos referimos, claro, a la santidad de la Iglesia. Y a la distinción, siempre nítida, que la Iglesia ha establecido entre su santidad y los pecados de sus miembros.
Vamos con una explicación sencilla sobre este tema de la mano de Joseph Pieper y Heinrich Raskop.
LA SANTIDAD DE LA IGLESIA
En la profesión de fe se habla expresamente de la “santa” Iglesia, así como la Sagrada Escritura emplea el vocablo “santos” para designar a los cristianos (Apoc. IX, 32: XXVI, 10). Esta expresión de la Sagrada Escritura es a menudo mal entendida por cristianos y por no cristianos. La santidad de la Iglesia no significa que todos los fieles, o los sacerdotes, sean personas santas. La santidad de la Iglesia no está en función de la santidad de sus miembros. Jesucristo mismo ha indicado con frecuencia y expresamente en varias imágenes que en la Iglesia visible está unido lo bueno y lo malo. El Evangelio compara la Iglesia a una red de pescador, que fue echada al mar y recogió toda clase de peces, buenos y malos; a un campo que produce trigo y cizaña; a la era, que reúne en sí, al mismo tiempo, el trigo y la paja. No obstante, la Iglesia, en su esencia, es santa. Esta santidad proviene de que el Espíritu Santo de Dios vive y obra en ella, que ella y sólo ella puede ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa, y que sólo ella tiene el poder de administrar los Sacramentos de la nueva ley, que son el canal viviente de la gracia santificante. La Iglesia es santa porque es el Cuerpo de Cristo. Cristo ha santificado a su pueblo con su propia sangre (Hebr., XIII, 12). Ni que decir tiene que esta santidad de la Iglesia invita a todos los miembros de ella, e incluso les obliga, a llevar una vida santa. No solamente es santa la Iglesia como tal; todo cristiano debe llevar en sí mismo a pleno desarrollo el fruto de la Redención por medio de la santidad de su vida. Una parte de la iglesia es santa, incluso en el sentido usual del vocablo: es la que está formada por los muchos cristianos que llevan en este mundo, manifiestamente o de modo oculto, una vida de santidad, y por los santos del Cielo, que ya han alcanzado la vida eterna. Estos últimos forman lo que se llama la “iglesia triunfante”, en oposición a la Iglesia que todavía “milita” en la tierra. La Iglesia triunfante ha finalizado la lucha con la victoria.
Algo sencillo que el señor obispo es imposible que no entienda.
Capitán Ryder

miércoles, 9 de enero de 2019

McCarrick será sentenciado por Roma antes de la cumbre episcopal contra los abusos (Carlos Esteban)



Roma quiere liquidar el caso McCarrick antes de que se inicie la reunión episcopal dedicado a la pederastia clerical, y para ello empleará un procedimiento abreviado que con toda probabilidad concluirá despojándole del ministerio sacerdotal

Los procesos vaticanos parecen moverse a trompicones últimamente, en espasmos; un mismo asunto puede estar parado durante años y, de repente, se acelera todo para resolverlo deprisa y corriendo. 

Tomen el caso McCarrick. El hombre ha llevado una fulgurante carrera eclesiástica que ha compatibilizado sin problemas con acosos, abusos y conductas homosexuales con seminaristas, sacerdotes y algún menor ocasional a lo largo de medio siglo. Y en todo ese tiempo llegaban a Roma noticias, denuncias, rumores e informes, sin que nadie moviera un dedo.

Entre los suyos todos lo sabían. Bien, respetemos la presunción de inocencia de sus pupilos y colegas más cercanos, como Farrell, Cupich, Wuerl o Tobin, todos los cuales se mostraron sorprendidísimos de lo que era ‘vox populi’ en escalones mucho más bajos, entre el clero, los seminaristas y un puñado de periodistas especializados.

Roma sabía, por supuesto. Benedicto llegó a tomar alguna medida sobre la que existe mucha polémica, más que nada por contradecir a Viganò, que habló específicamente de una ‘sanción’ al cardenal. Pero incluso Ouellet en su funesto ‘desmentido’ a Viganò admite la mayor, como no podía ser de otra forma: la Curia conocía, al menos, los pecadillos no necesariamente criminales de McCarrick y con el anterior Papa se le pidió que mantuviera un perfil bajo. Oficialmente, era un prelado en el retiro y la Iglesia no precisaba ya de él.

Pero Francisco no pensaba igual. Francisco, como hemos visto por enésima vez con el caso Zanchetta, parece tener imán para los clérigos con debilidades manifiestas, ya sean de orden financiero, ya de orden carnal. También tiene una marcada querencia hacia los que caminan en la cuerda floja de la ortodoxia doctrinal, más aún si han sido censurados o sancionados de alguna forma por Papas anteriores. Pero ahora hablo de los otros, de los que los italianos llaman ‘ricattabili’.

Así que Francisco ignoró la decisión de Benedicto, pasó por alto las libertades que se tomaba el entonces cardenal en su casa de la playa con seminaristas y empezó a emplearle en delicadísimas misiones vaticanas por todo el mundo. Entonces saltó el escándalo -Dolan, de Nueva York, soltó la liebre- y ya hubo que actuar, privándole del capelo cardenalicio que, para lo que había hecho, equivalía a ponerle unos minutos de cara a la pared. E, imagino, en Roma debieron suponer que con eso cerraban el asunto; no había demasiada prisa por iniciar el proceso.

Pero eso era entonces, y estamos en el ahora, tras unos ‘menses horribiles’ en que parecen haberse desatado todas las furias del infierno. El encubrimiento de abusos (homo)sexuales de clérigos no puede, a su vez, seguir encubriéndose, menos en un pontificado que se ha iniciado proclamando ‘tolerancia cero’ en esa cuestión.

Hay previsto para el próximo mes una reunión episcopal excepcional para tratar este asunto de una vez por todas, aunque dudamos que elegir al cardenal Cupich de Chicago, uno de los ‘recomendados’ de McCarrick, para organizar el evento transmita un mensaje de seriedad y determinación en este sentido. Sea como fuere, Roma quiere tener liquidado el asunto McCarrick antes de que empiece, y de ahí las prisas: el cardenal, nos informa Ed Condon en CNA, no será sometido a un proceso eclesiástico penal, sino a una versión acelerada llamada ‘proceso penal administrativo’. No habrá, propiamente hablando, juicio a McCarrick.

Eso significa que la culpabilidad del cardenal está, a ojos de Roma, probada más allá de toda duda razonable, y la consecuencia será probablemente, como adelanta Cameron Doody en Religión Digital, la secularización del todavía arzobispo emérito de Washington.

Carlos Esteban

Un inminente motu proprio podría dejar sin cargo al arzobispo Gänswein, informa Tosatti (Carlos Esteban)



Fuentes fiables citadas por el vaticanista Marco Tosatti en su blog, Stilum Curiae, aseguran que el Papa prepara un motu proprio para liquidar la prefectura de la Casa Pontificia, que ocupa el arzobispo alemán Georg Gänswein, secretario y confidente de Benedicto XVI

Fuentes vaticanas de toda solvencia han revelado al veterano vaticanista italiano Marco Tosatti -el hombre que ayudó a editar el celebérrimo Testimonio Viganò- que se prepara para pronto, si no para ya, la promulgación de un motu proprio que liquidaría la Prefectura de la Casa Pontificia, que actualmente ocupa George Gänswein, secretario también de Benedicto XVI y quien se ocupa de él en su retiro vaticano.

La Casa Pontificia es el organismo que gestiona las audiencias papales, al menos las que no dependen de la Secretaría de Estado o son directamente gestionadas por la secretaría del propio Papa. Se supone que esta prefectura, de confirmarse la noticia, pasaría a ser un departamento dependiente de la sección primera de la Secretaría de Estado, la que se ocupa de asuntos interno, perdiendo así su autonomía.

Para Gänswein se prevé un nuevo puesto: secretario de la Congregación para la Causa de los Santos, a las órdenes del cardenal Angelo Becciu. El secretario actual, Marcello Bartolucci, nombrado por Benedicto, cumple el próximo 9 de abril 75 años, la edad prevista para presentar la dimisión formal que luego es o no aceptada por el pontífice de acuerdo a su propio criterio.

Un detalle curioso es que, hasta 2017, ha sido la Prefectura de la Casa Pontificia la encargada de proporcionar los datos relativos a todos los actos que contaban con la presencia del Papa, empezando por el número de asistentes espontáneos. A nadie se le oculta -ahí están las fotografías para demostrarlo- que lleva tiempo siendo tema de preocupación la caída en las cifras de asistentes a las audiencias y actos públicos de Francisco, no sólo con respecto a los equivalentes protagonizados por su antecesor, Benedicto XVI, sino también de un año con respecto al anterior. El goteo a la baja no hay quien lo detenga.

Pero, y aquí viene lo intrigante, no se han proporcionado datos numéricos con respecto a 2017. Consultados por el propio Tosatti sobre esta anomalía, las autoridades aseguraron en septiembre que se publicarían las cifras, pero el año acabó y todo es silencio. 

No es descabellado especular que las cifras, como parecen confirmar las imágenes tanto de audiencias como de viajes, no son muy halagüeñas, y el Vaticano quiere evitar comparaciones y polémicas, especialmente en el momento delicado que vive la Iglesia.

Carlos Esteban

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (7) [LA VERDAD NO PUEDE CAMBIARSE] (José Martí)























FRANCISCO - Está claro que, ante estas abominaciones, la Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes. (...) En el próximo mes de febrero, la Iglesia reiterará su firme voluntad de continuar, con toda su fuerza, en el camino de la purificación.
Me pregunto por qué hay que esperar tanto (seis meses) cuando el problema se ha detectado "de modo público" y es bien conocido desde el 26 de agosto del pasado año de 2018, a raíz del testimonio Viganò (quien hizo una petición a la que todavía no ha respondido Francisco).  ¿Por qué impedir al Presidente de la Conferencia Episcopal de los EEUU, monseñor Dinardo, que investigue? Todo ello da lugar a que la duda y la inseguridad cobren forma en el pueblo cristiano. 

Cuando no se habla con sencillez y se ponen pegas al descubrimiento de la verdad, adornándolo con "bellas" palabras, es señal de que nos encontramos ante algo que está fallando en la Iglesia (¡algo, además, muy importante!) ... aunque expresándome con más rigor, debería decir que algo muy grave está sucediendo con algunos de los miembros de la Iglesia [puesto que la Iglesia, en sí, es pura, santa e inmaculada, como Cuerpo Místico de Cristo que es]. Por desgracia, son muchos los "miembros" de la Jerarquía, elegidos adrede por Francisco, a quienes se les ha otorgado un gran poder de decisión en cuestiones esenciales para la vida de la Iglesia.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              
FRANCISCO - La Iglesia se cuestionará, valiéndose también de expertos, sobre cómo proteger a los niños; cómo evitar tales desventuras, cómo tratar y reintegrar a las víctimas; cómo fortalecer la formación en los seminarios (...)

Habría que tener aquí muy en cuenta que uno de los males que afligen al clero es el de la homosexualidad ... lo cual no se nombra. Tal vez ése sería el camino correcto a seguir. Una persona homosexual no debería ser ordenada nunca como sacerdote, pues puede hacer mucho daño. Por otra parte, no debería consentirse (y, sin embargo, se hace) que determinadas asignaturas, impregnadas en su contenido de ideología de género, estuviesen permitidas en algunos colegios "religiosos": esto es algo realmente difícil de entender - por no decir imposible- en una enseñanza católica. Una auténtica formación de los seminaristas pasaría por volver al estudio de la filosofía y teología de santo Tomás de Aquino, tan aconsejado por los Papas anteriores al Concilio Vaticano II (e incluso, por el propio papa Juan XXIII, en su encíclica "veterum sapientia", la cual no se llevó a la práctica. El estudio del latín así como la vuelta a la Misa Tradicional, en latín, podría ayudar muchísimo en la formación de los futuros sacerdotes y contribuir, de un modo efectivo, a la unidad de la Iglesia, al utilizar todos los sacerdotes del mundo el mismo lenguaje, es decir, el latín, que es el idioma oficial de la Iglesia.

FRANCISCO - Incluso si se tratase sólo de un caso de abuso ―que ya es una monstruosidad por sí mismo― la Iglesia pide que no se guarde silencio y salga a la luz de forma objetiva, porque el mayor escándalo, en esta materia, es encubrir la verdad.

Ciertamente es un escándalo encubrir la verdad ... pero no sólo en esta materia: en todo cuanto haga referencia a la verdad, la Iglesia debe de intervenir, pues ésa es su misión, la misma que la de su Maestro, quien respondió a Pilato cuando éste le preguntó si es que era rey:  "Tú lo dices: Yo soy Rey. Yo para esto he nacido y para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Jn 18, 37). 

Francisco habla de no encubrir la verdad, y sin embargo ... 

- ¿Acaso no ha encubierto él la verdad en Amoris Laetitia, admitiendo la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar puedan recibir la sagrada comunión? 
- ¿Acaso no ha encubierto la verdad en su acuerdo secreto con China, que penaliza más aún (y traiciona) a los católicos chinos, con la agravante de haber retirado la excomunión a los obispos que no son fieles a Roma sino al Partido Comunista Chino? 
- ¿Acaso no ha encubierto también la verdad desde el momento en el que ni siquiera contestó a las Dubia de los cuatro cardenales  ni los recibió después de su humilde petición ... mientras que sí recibe, con sonrisas y abrazos, a comunistas, masones,  judíos, musulmanes, homosexuales declarados, etc...? 

¿No decía Jesús que no está bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perrillos? (Mt 15, 26) Primero son los hijos de la Iglesia, los que están bautizados ... y máxime si son sacerdotes, obispos o cardenales. Éstos son quienes merecen primero la atención del Santo Padre, pues eso es lo que ocurre en cualquier familia: los padres cuidan primero de sus hijos y luego, en segundo lugar, se ocupan o pueden ocuparse,  de los demás, de los que no son sus hijos. 

Para Francisco, sin embargo,  parece que  los "extraños" son sus hijos: en particular, los que se mantienen fieles al legado recibido de los Apóstoles y del Magisterio y la Tradición de la Iglesia. Para ellos,  desde que comenzó su Pontificado, el 13 de marzo de 2013, sólo hay ataques, tachándolos de hipócritas e insultándolos de mil y una maneras ...  y, en cambio, se desvive por los musulmanes, los ateos, los rabinos, los indígenas, los masones, los protestantes, etc ... ¡no para intentar convertirlos sino para bendecirlos y dejarse bendecir por ellos! Éstas son sus palabras:

Los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes con el Corán, con la fe que recibieron de sus padres. Dios es un solo: el mismo.

¿Dónde queda aquello que dijo San Pedro, hablando de Jesucristo: "En ningún otro hay salvación, pues ningún otro Nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos salvarnos" (Hech 4, 12). Pero no. Francisco habla con su "amigo" ateo Scalfari y le dice que no pretende convencerle y que el proselitismo es una solemne tontería. 

Entonces, ¿a quién le hacemos caso: al papa número 1, que es San Pedro, o al papa número 266, que es Francisco? ¿Quién es más fiel a la Doctrina contenida en el Evangelio? ¿Puede acaso Francisco contradecir a Pedro? ¿Puede el magisterio actual ir en contra del magisterio anterior? Sabemos que no. De ser así, no habría magisterio alguno. Pues por la misma regla de tres, el magisterio de hoy sería falso con relación al magisterio de mañana. 

Estos "cambios", que son mutaciones y no desarrollo de la doctrina- son contrarios al sentir de la Iglesia de toda la vida. El Maligno se ha infiltrado en la Iglesia muy hábilmente ... y será muy difícil arrojarlo fuera. Pero la victoria final es de Jesús. Lo diga quien lo diga -no importa que sea el mismo Papa- la Verdad no es cambiable, pues Jesucristo es la Verdad (Jn 14, 6) y "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y lo será siempre" (Heb 13, 8). De eso estamos completamente seguros. San Pablo es muy claro: "Aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8) ... Pues eso.


José Martí (continuará)

NOTICIAS VARIAS 8 de enero de 2019



INFOVATICANA

El Papa Francisco en la Sala Regía: populismos, calentamientos, inmigrantes y las glorias pasadas, Barbarin y Roma, la media luna abraza la cruz. (Specola)

El Vaticano y la Fraternidad San Pío X: Perspectivas para el 2019


INFOCATÓLICA

(528) Reyes Magos, estrella... Hechos históricos del Evangelio (José Mª Iraburu)

Histerectomía: la Congregación para la Doctrina de la Fe se contradice (Muy buen artículo)

 Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela: el gobierno de Maduro «se ha hecho ilegítimo y moralmente inaceptable». 

 El Abad de Solesmes dice que el futuro de los restos de Franco depende más de la familia que de los monjes 

ADELANTE LA FE

 Los masones se unen a la petición del Papa Francisco 

 Los anti- santos: ¿«santas» feministas?

GLORIA TV NEWS

 Ciudadanía de cardenal chileno fue revocada 

Francisco afirma que hay comunión plena con “todos” los obispos del régimen chino

Cardenal Müller califica de “charlatanería” a la teoría del clericalismo de Francisco

 Opus Dei pagó un millón de dólares por presunto manoseo 

Monseñor Gustavo Oscar Zanchetta: obispo argentino con piel de lobo

SECRETUM MEUM MIHI

Activistas instan al Papa a despedir a algunos obispos polacos por no denunciar abusos

Signo de los tiempos: patriarca Kirill dice que los teléfonos inteligentes preceden al Anticristo

Todos los masones del mundo se unen a la petición del Papa por la fraternidad entre personas de diversas religiones

Opus Dei compensó a víctima de sacerdote con casi un millón de dólares, pero nunca lo echó

Obispo mexicano Raúl Vera celebrará en Catedral una misa organizada por un grupo lobista pro-gay

Selección por José Martí

Brandmüller: el vínculo entre homosexualidad y abusos clericales está “estadísticamente probado” (Carlos Esteban)



El cardenal alemán Walter Brandmüller, uno de los dos supervivientes de los cuatro que presentaron sus Dubia al Papa, vuelve a ser objeto de críticas por reiterar lo obvio: los números prueban que existe realmente una relación entre la homosexualización del clero y la crisis de los abusos que vive la Iglesia.

“En el 80% de los casos de abusos en el entorno clerical, la víctima era un adolescente varón, no un niño”, ha vuelto a insistir el cardenal alemán Walter Brandmüller, en declaraciones a la agencia alemana Deutsche Presse Agentur (DPA). Eso prueba “estadísticamente”, añade, que existe una vinculación entre abuso y homosexualidad. De las declaraciones de Brandmüller se han hecho inmediato eco los grandes medios alemanes, informa Maike Hickson en LifeSiteNews, como Der Spiegel, Die Bild, Der Stern, Die Welt e incluso la web informativa de la Conferencia Episcopal Alemana, Katholisch.de.

Brandmüller denuncia la “hipocresía” de la opinión pública secular al fingir escándalo ante los casos aparecidos en prensa sobre sacerdotes pederastas, ya que “lo que sucede con los abusos en la Iglesia Católica no es distinto a lo que sucede en la sociedad en general”, no es en absoluto un fenómeno típicamente católico. Lo verdaderamente escandaloso, añade, es que la Iglesia no sea en esto diferente al mundo.

“Nada más alejado de la realidad que olvidar o elidir el hecho de que el 80% de los casos de abusos en el entorno eclesial implicaba a varones adolescentes, no niños”. Esa es una de las razones por las que, en la firme opinión del cardenal, los homosexuales no deberían ordenarse sacerdotes

“No solo es difícil superar una inclinación homosexual, sino que los sacerdotes tienen que ser padres. Quien emocionalmente no tiene la capacidad de desarrollar un amor humano normal y de asumir la responsabilidad de una familia encontrará del mismo modo dificultades como sacerdote”.

“Qué modo tan penoso de relativizar la culpa y difamar a los homosexuales por parte de la Iglesia Católica”, tuiteó desde su cuenta el director de Die Welt, Ulf Poschardt. Dentro de la Iglesia, el inefable ‘apostol de los LGTBI’, el mediático jesuita James Martin, no podía tampoco dejar pasar la ocasión de comentar: “Una vez más, falso. Ni la homosexualidad (ni el celibato) causan abuso. La mayor parte de los casos de abusos sexuales se producen en las familias, y nadie dice que la heterosexualidad (o el matrimonio) causen abusos. Estas declaraciones no llevan a soluciones, sino solo a más homofobia”.

¡Y pensar que hubo un tiempo en que los jesuitas eran famosos por su brillante argumentación! Martin tergiversa de un modo bastante inhabil. La homosexualidad, naturalmente, no causa por sí sola el abuso, y tampoco es eso lo que ha dicho Brandmüller, sino un conveniente ‘hombre de paja’: el cardenal ha hablado de que existe una relación, y esto parece innegable, dados los números. Si la homosexualidad en la población general se mueve, según todos los estudios recientes, por debajo del 5% y los casos de abusos homosexuales entre los conocidos entre el clero representan el 80% del total, una de dos: o la proporción de homosexuales en el sacerdocio es demencialmente más elevada que en la población general, hasta el punto de poder hablarse de ‘infiltración’, o debe de haber algún factor en la homosexualidad que predispone de forma más acentuada al abuso.

Eso, naturalmente, está lejos de significar que todos, o siquiera una mayoría de sacerdotes homosexuales abusen sexualmente de nadie. De igual modo, comparar a la población homosexual con la heterosexual en cuanto mayor o menor incidencia de abusos sexuales es tener una nula comprensión de las magnitudes relativas o, más probablemente, manipular de forma deliberada.

Carlos Esteban

Yobana Carril desmonta la VIOLENCIA DE GÉNERO


Duración 14:40 minutos

martes, 8 de enero de 2019

El Opus Dei pagó 977.000 dólares a una víctima de abuso sexual del padre McCloskey (Carlos Esteban)



El Washington Post informa hoy que el Opus Dei pagó 977.000 dólares en 2005 a una mujer que alega haber sido objeto de atenciones sexuales impropias por parte del sacerdote de la Obra John McCloskey, conocido por su participación en la conversión de prominentes personajes de la vida pública norteramericana.

Otro sacerdote acusado de conducta sexual impropia, otra organización católica que paga una sustanciosa suma para que el asunto no llegue ni a los tribunales ni, sobre todo, a los medios. ¿Qué hay de especial en ello, a estas alturas? Lo especial es el personaje en el centro del caso, el padre John C. McCloskey, que es cualquier cosa menos un cura del montón.

McCloskey es lo más parecido a un ‘capellán de celebrities’ que puede darse, un sacerdote brillante y verdadero icono en sí mismo, al menos en la escena católica cercana al poder en Estados Unidos. La lista de políticos y prominentes comentaristas políticos a quienes evangelizó con éxito y en cuya conversión al catolicismo fue clave es impresionante, desde la vieja estrella del Partido Republicano Newt Gingrich hasta el director del consejo económico del presidente Trump, el comentarista político conservador Larry Kudlow, o el gobernador de Kansas, Sam Brownback, entre muchos otros.

Según la información publicada por el Post, la mujer víctima de la indebida atención de McCloskey era una alta ejecutiva católica con problemas matrimoniales que sufría una depresión, lo que le hizo buscar los consejos del sacerdote a través del Catholic Information Center de Washington D.C. La presunta víctima afirma que McCloskey la sometió a tocamientos libidinosos de los que, sintiéndose ella misma culpable, se confesó con el propio sacerdote.

Hay otras dos acusaciones contra McCloskey que el Opus Dei está investigando, una de ellas potencialmente “grave”. Según un portavoz del Opus Dei, tras discernir la credibilidad de la acusación apartó a McCloskey de Washington y le dio otras tareas. El caso se ha conocido ahora a petición de la víctima, que quiere que su caso sirva para que otras mujeres que hayan podido sufrir un acoso similar reúnan el valor para confesarlo públicamente. Por lo demás, declaró al Post estar muy satisfecha de cómo el Opus Dei ha gestionado todo el asunto y, de hecho, sigue implicada con la organización católica.

De hecho, la ‘desaparición’ de McCloskey de la escena capitalina a partir de 2005 fue comentada, después de una presencia tan brillante. Aunque las acusaciones que ahora se ventilan podrían no ser la única razón, ya que el sacerdote ha sido recientemente diagnosticado de Alzheimer en estado avanzado.

Monseñor Thomas Bohlin, vicario del Opus Dei en Estados Unidos, ha publicado una nota en la página web oficial de la Prelatura explicando detalladamente el caso, en la que hace referencia al hecho de que a McCloskey, en consideración a su alto perfil público, se le toleraba administrar el sacramento de la penitencia a mujeres fuera del confesionario, algo absolutamente vedado en la Obra.

Carlos Esteban

Lucha interna en la Iglesia contra los sacerdotes "conservadores" provoca un vacío de fieles en la asistencia a Misa


Duración 16:06 minutos


NOTICIAS VARIAS 7 de enero de 2019 (Tucho, expulsión de obispos "conservadores", circo en el Vaticano, Lefebrianos, Iglesia en China, Irlanda, Francisco no bendice y la Iglesia cada vez más vacía, inmigrantes a la deriva, ...)




THE WANDERER

Mons. Tucho y la talibanización

ADELANTE LA FE

Obispo Martín expulsa de diócesis de Santa Rosa al padre Murri por “conservador” (Miguel Ángel Yáñez)


IPSI GLORIA

Ni sedevacantistas ni lefebvristas, sino católicos


Selección por José Martí

Arzobispo de Dublín sobre los provida: “Personalmente no me van las protestas” (Carlos Esteban)



A pocos días de aplicarse la nueva y feroz ley abortista en Irlanda, lo que preocupa al Arzobispo de Dublín son las protestas provida.

Lo malo de pedir a los católicos que no “nos obsesionemos” con las cuestiones de familia y vida es que se suele acabar como el Arzobispo de Dublín, que nada más aprobarse una de las leyes abortistas más atroces tras el referéndum que selló la apostasía masiva en Irlanda está ya pidiendo a los provida “cautela” a la hora de manifestarse ante los abortorios.

“Aconsejaría especial cautela a la hora de protestar ante las clínicas porque ahí va todo el mundo por todo tipo de motivos”, declaró en la cadena de radio irlandesa RTÉ Diarmuid Martin, Arzobispo de Dublín. El prelado hacía referencia a las primeras protestas contra el aborto, concretamente una manifestación ante el Galvia West Medical Centre de Galway, solo tres días después de aprobarse la ley que permite el aborto libre.

“Personalmente no soy una persona a la que le vayan las protestas; lo que la Iglesia debe hacer es afianzar su determinación de ayudar a las personas en crisis y educar a la gente”, y añadió: “Las protestas pueden ser legítimas, pero no se puede absolutizar. Corresponde al gobierno ofrecer medios para proteger los derechos de las personas”.

Uno podría asombrarse de que una persona a la que no le va eso de protestar entre en el sacerdocio en nuestros tiempos y, aún más, acepte una posición de liderazgo tan crucial como es la de sucesor de los apóstoles. Pero sólo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor, a los pastores de la Iglesia Universal, para advertir que el caso Martin es cualquier cosa menos excepcional.

Lo hemos dicho otras veces: en abstracto, ‘sub specie aeternitatis’, el Papa no dijo nada erróneo cuando, en los inicios de su pontificado, nos advirtió a los católicos que no “nos obsesionáramos” con lo que han sido los dos grandes campos de batalla de la Iglesia en la guerra cultural de nuestros días, vida y familia. Pero no vivimos en abstracto, fuera del tiempo, y lo que Francisco calificó de ‘obsesión’ católica no es más que la reacción natural a una verdadera ‘obsesión’ secular en sus apabullantes ataques contra esas dos realidades centrales.

Dicho de otra manera: no son los católicos los que han elegido la cuestión en la que más esfuerzo social están poniendo, sino el siglo. Son ellos los que están llevando a cabo una ofensiva contra la familia y contra la vida en todos los frentes.

Quizá el Papa no podía saber que el efecto inmediato, automático, de sus palabras sería debilitar el movimiento provida. Se argumenta a menudo que se trata de una causa ideológicamente transversal, que no tiene nada que ver específicamente con nuestra fe, y es cierto, una vez más, en estricta teoría. En la práctica, si el común identifica ‘provida’ con la fe es porque, en la abrumadora mayoría de los casos, es la fe la que proporciona el impulso para combatir en una causa tan poco simpática para las élites culturales.
Otro efecto, como vemos, ha sido que los prelados hayan aplicado -con alivio, nos tememos- sordina en este crucial debate de nuestros días que interfiere en sus luchas de poder. Por otra parte, resulta sorprendente que quienes ya no pueden apenas protestar contra los abusos más elementales, como lo es el espantoso genocidio de niños por nacer, lo hagan a diario en cuestiones no menos marginales a nuestra fe y bastante más cuestionables, como la inmigración masiva o materias 
medioambientales.

Carlos Esteban

Cuba celebra 60 años de la revolución (el artículo que Vatican News no quiere que veas)



AQUÍ LOS ENLACES: